Los de mi generación crecimos viendo películas del oeste con la eterna conflagración entre indios y vaqueros. Hasta nuestro juegos de entonces se llevaban a cabo con estas figuritas de plástico con caballos y sombreros tejanos o plumas en su defecto y no tanto con los superthings de hoy y las eternas colecciones de cochecitos y cromos. Y por supuesto tomábamos partido por los vaqueros, creíamos que había unos buenos y otros malos y que los malos llevaban plumas.
Con el tiempo y la introducción del criterio y del pensamiento critico llegamos a pensar este conflicto de otra manera. Se trataba en cualquier caso de una guerra de intereses: el ferrocarril, la fiebre del oro y la cada vez más extensa introducción de los colonos en las tierras de los indigenas nos proporcionaban una nueva comprensión del fenómeno. No era una guerra de buenos contra malos sino una guerra de intereses y de comercio, asi como de nuevos territorios que colonizar. Fue asi como los indios al final perdieron la guerra, no por ser malos sino incompetentes a la hora de plantear resistencia eficaz a aquella marea humana que se adentraba hacia el oeste y que tenia armas de fuego y whisky y sobre todo negocio.
Con este ejemplo quiero explicitar que la primera plataforma que usamos los humanos cuando nos enfrentamos como espectadores a un conflicto es la plataforma moral. Nuestra tendencia a dividir el mundo entre buenos y malos o movernos en la plataforma de nuestras simpatías o antipatías es comprensible y seguramente necesaria a una cierta edad donde se codifica el mundo de una forma moral. Ahora lo hacen con héroes y villanos pero entonces lo hacíamos con vaqueros y indios. Más tarde, ya de adolescente pasó lo mismo con los republicanos y los nacionales de nuestra guerra civil. Supongo que en cada familia los malos serian unos u otros. En la mía los malos eran los «rojos», pues mi pueblo era territorio de la república y por tanto donde ésta cometió sus crímenes de retaguardia y atrocidades en la sociedad civil. Una vez más el criterio moral se imponía a la vez que en el pueblo del lado se imponía el relato moral opuesto.
De manera que, interesado como estaba en saber la verdad me pasé algunos años leyendo todo lo que pude sobre la historia de la guerra civil y fue así como me hice una visión panorámica sobre la misma. Esa plataforma histórica no carecía de sesgos pero al menos era más objetiva que los relatos familiares. Con el tiempo y después de leer a Orwell, me convencí de que la historia tampoco era de fiar.
Un esquema o plataforma es una estructura o patrón cognitivo de información, cada esquema sería disparado en función de las necesidades y de la toma de decisiones, serían algo así como paginas de un libro cada una de las cuales contendría la información necesaria para la comprensión y resolución de un problema, sin embargo estas instrucciones son inespecíficas y cada una de estas paginas contiene lineas en blanco que hemos de reescribir nosotros mismos a través de la experiencia. Como en la teoría del zombie, la pagina no puede reescribirse o hackearse pero a través de sus ranuras puede completarse la información que brinda, algo así como un encuadre, un enfoque o un marco de referencia.
En su libro Schemata: the building blocks of cognition (1980), que tuvo una influencia trascendental en el desarrollo de la teoría de esquemas, David Rumelhart afirmó que el concepto de esquema hace referencia al conocimiento que poseemos. En concreto, estos se corresponderían con conjuntos de información de carácter genérico, relativamente poco específico.
En estos esquemas se representa la experiencia humana a todos los niveles, desde las percepciones sensoriales más básicas hasta aspectos abstractos como la ideología, pasando por los movimientos musculares, los sonidos, la estructura y los significados que componen el lenguaje.
Según Rumelhart y Norman (1975) los esquemas están compuestos por distintas variables que pueden adquirir múltiples valores. La información que obtenemos es procesada a nivel cognitivo y comparada con los esquemas y con sus posibles configuraciones, que almacenamos en la memoria a largo plazo y aumentan la eficiencia de nuestra cognición.
Uno de los problemas que plantea y a la vez explica esta teoría tiene que ver con los errores cognitivos que llevamos a cabo para tratar de explicarnos la realidad o para tomar partido por una de las partes de una contienda cualquiera. Para entender mejor cómo a veces nos equivocamos de esquema a la hora de computar la realidad, voy a poner el ejemplo muy actual: la guerra en Ucrania.
Todos solemos utilizar la plataforma moral a la hora de comprender un conflicto bélico. Y lo hacemos poniéndonos siempre del lado de aquel que percibimos más débil.
Evidentemente no es lo mismo construirse una opinión sobre esta guerra si vivimos lejos de ella, y aunque las consecuencias de la misma están por llegar a nosotros los europeos, es evidente que los ucranianos que están siendo bombardeados a diario tendrán una opinión bien distinta a la nuestra. No existe una situación tan desambiguadora como la guerra a la hora de tomar partido por uno u otro bando. Si tengo un pariente que ha muerto asesinado por los rusos voy a ser anti-ruso y al revés sucederá con las víctimas del otro bando. Lo interesante es que el odio al autor del bando perpetrador es un odio comprensible que induce empatía en un observador cualquiera. ¿Quién de nosotros no está conmovido empáticamente mientras contempla esa cadena de refugiados que huyen de sus casas o que son aplastados por las bombas? Es natural apiadarse de las víctimas de esa guerra (o de cualquier otra) sin embargo son discutibles los argumentos que llevan a unos o a otros a analizar las causas de esta guerra sin caer en la tentación de considerar un bando bueno y otro bando malo. Este maniqueísmo es característico de las guerras, de todas las guerras. Unos creen que el bando contrario es capaz de todas las maldades mientras que el propio es depositario de todas las virtudes. Es algo que aun podemos ver en relación con nuestra guerra civil: sin haberla vivido, y solo a través de testimonios familiares somos capaces de construir una narrativa donde «los nuestros» ,eran los buenos mientras que los otros eran malvados sin matices.
Pensar correctamente significa utilizar la plataforma más adecuada para cada conflicto.
Obviamente la plataforma moral no sirve más que para aquellos que son víctimas directas de algún desastre. Pero para nosotros, los que no estamos en esa guerra ¿qué nos aporta apoyar a un bando o a otro? Nada más allá que un supremacismo de salón pues todo el mundo parece estar de acuerdo en quién es el malo y quién el bueno si se mueven en esta plataforma, pero las cosas son más complejas. Lo cierto es que la plataforma moral nos divide, nos enjaula y nos aliena, pues nos impide ir más allá de las consideraciones sobre la maldad humana, nos impide progresar en la comprensión del fenómeno. hay que atender otros planos -mientras estemos en condiciones de hacerlo- pues si somos víctimas ya no podremos sino recargarnos del odio del perdedor o de la culpa del ganador.
El problema del aborto.-
Dejo ahora los conflictos bélicos para intentar explicar esta idea de las plataformas cognitivas de otra manera. El aborto por ejemplo es una de esas cuestiones que divide a las sociedades,
El tema del aborto se encuentra en el centro de una diatriba cultural que va más allá de cualquier otro tema de interés publico: el terrorismo, el empleo, la guerras, la corrupción de los políticos no plantean ni de lejos, la mitad de los conflictos entre opiniones que plantea el tema del aborto. Es posible afirmar que la sociedad se encuentra dividida en este tema mucho más que en cualquier otro entre los partidarios de la vida: los movimientos pro-vida y los partidarios de la libre elección.
En síntesis el tema está del siguiente modo:
1.-Los partidarios y militantes pro-vida defienden la idea de que el aborto es un asesinato, algo inmoral que deberia ser declarado tambien ilegal por el Estado, proclaman un compromiso genérico con la vida extendida al estadío fetal. Usualmente proceden de grupos integristas de la derecha tradicional que creen que la libertad sexual y la libertad de decisión de las mujeres en este tema atenta y socava a la familia como institución.
2.-Los militantes pro-elección creen sin embargo que la mujer es plenamente soberana con respecto a su cuerpo y que tiene derecho a decidir si lleva o no su embarazo adelante con independencia de las razones que la obliguen a ello. Usualmente los partidario/as de la libre elección son grupos feministas radicales o militantes de izquierda, que ven en esta batalla una piedra de toque fundamental para conseguir la «igualdad» entre hombres y mujeres.
Lo que plantea James en su articulo es que tanto los activistas pro-vida como los pro-elección están equivocados por varias razones. Son estas:
Errores y escotomizaciones de los partidarios de la vida.-
– El embrión no es un ser humano, ni siquiera un feto, juridicamente no es una persona por tanto hablar de asesinato en estos casos es un exceso verbal. Solo podemos asesinar a un congénere, es por eso que matar moscas, pollos u ovejas no es un crimen ni puede ser considerado como tal. Ni siquiera la extirpación de ciertas partes del cuerpo pueden ser considerados crimenes sino amputaciones.
– Si el embarazo no fuera consecuencia del sexo ¿Habría la misma oposición al aborto?. James cree que no, que en realidad para algunas personas la amenaza procede del sexo libre y no tanto de los embarazos intempestivos. Los partidarios pro-vida en realidad están en contra del sexo y pretenden limitarlo y amputarlo de las decisiones admisibles de las personas que lo disfrutan que por otra parte somos todos. Las diferentes estrategias de los Estados para regular la vida sexual siempre han fracasado, no hay manera de ponerle diques al deseo sexual, es pues absurdo pretender regularizarlo o constreñirlo a las tareas reproductivas.
– No es verdad que la actividad sexual socave la familia sino que, antes al contrario, la potencia. La mayor parte de rupturas familiares se producen por una mala gestión sexual, no hay familia (pareja) que se separe o divorcie si las cuestiones sexuales y emocionales andan bien. El sexo fuera de la pareja a veces no destruye la pareja sino que la refuerza. La familia es una institución muy poderosa porque es la forma más eficaz de protección para los más débiles, una especie de seguridad social para los malos tiempos, personalmente no veo a ningún Estado capaz de socavar su influencia y tampoco veo por qué iban a hacerlo.
– Los mecanismos de anticoncepción se encuentran bien implantados en nuestra sociedad, la información sexual o la disponibilidad de preservativos son universales pero así y todo siguen y seguirán habiendo embarazos extemporáneos. La razón es que hay algo en la pulsión sexual que se niega a ser normalizada, sujetarse a reglas. Ellos acusan a las mujeres que se someten a un aborto a ignorancia, falta de moralidad o a simple irresponsabilidad cosas que pueden ser ciertas pero que -como diré más abajo- son periféricas a la cuestión que nos ocupa.
Errores y escotomizaciones de los pro-elección.-
– La idea de que el embrión es «propiedad de la madre» es un error epistemológico fundamental, hasta un niño sabe que para fecundar a una hembra hace falta un macho de manera que apelando a cuestiones genésicas es evidente que la «propiedad» – si es que hay propiedad sobre los hijos- es compartida. El embrión es en este sentido «propiedad» tanto del padre como de la madre e indirectamente también del Estado y de toda la sociedad. ¿Pues quién estará en contra de defender genéricamente la vida?
– Elegir qué hacer en caso de embarazo se limita a dos opciones: seguir adelante con él o interrumpirlo, no cabe otra posibilidad, pero esta elección es fundamentalmente moral. No se trata de una decisión facultativa ni de un derecho de la mujer ¿alguien tiene derecho a que le amputen la vesicula biliar? Cuando un cirujano amputa una parte del cuerpo lo hace para evitar un mal mayor, una enfermedad, invalidez o la muerte. Es posible decir que toda la medicina y la cirugia -con las excepciones que abordaré mas abajo- se ocupan de preservar la vida.
-Y elegir es una eleccion moral que de alguna forma ha sido amputada al discurso politico y social. Las mujeres que interrumpen voluntariamente su embarazo lo hacen movidas por ciertas razones (económicas, sociales, de edad, conveniencia, interés, enfermedades, toma de fármacos peligrosos, etc) pero he visto pocas veces esgrimir el criterio moral como aspecto a tratar en una consulta de interrupción del embarazo. Simplemente ha desaparecido y sobre esto volveré más tarde.
– No cabe tampoco ninguna duda de que aunque abortar no es equivalente a un homicidio, no deja de ser una amputación de una vida potencial e inocente que se desplegaría espontáneamente si la dejaran en paz. Es un acto tanático que procede la pulsión de muerte y más abajo explicitaré las consecuencias que tiene esta elección en la sociedad en general.
Es verdad que una elección siempre tiene que darse en una persona libre y que se es libre en la medida en que somos capaces de escoger entre un amplio abanico de acciones, pero es también verdad que no todos tenemos el mismo desarrollo moral (los desarrollos cognitivos, emocionales, psicosexuales y morales siguen sendas de desarrollo distintas) y es por eso que es posible encontrarse con personas muy inteligentes y formadas que presentan infantilismos psicosexuales y morales, pero cada persona tiene que elegir desde él mismo por lo que si tiene sentido este verbo «elegir» hay que suponer que determinadas personas elegirán cosas que a otro pueden parecerle inmorales.
Y lo cierto es que digan lo que digan los gobiernos de turno la decisión de abortar es una decisión que implica valores morales. Y en eso tienen razón los pro-vida, en lo que se equivocan es en tratar de imponer una moralidad única pasando por alto la diversidad de formaciones y desarrollos morales que existen entre los individuos. La moral o es libre o deja de ser moral, no puede haber una moralidad forzada.
El error que ha cometido nuestro gobierno con la nueva ley no es tanto prever una ley de plazos que sustituya a la vieja ley de los tres supuestos hipócrita y anticuada sino presentarlo como un derecho de la mujer cuando en realidad el aborto es una fatalidad de la especie en su conjunto. Un derecho que han tratado de imponer incluso por encima del derecho de los padres a ser informados. Paralelamente el error que ha cometido la oposición es entregarse políticamente a los movimientos pro-vida y a sus tesis o bien a mirar en dirección opuesta.
En síntesis la plataforma moral no sirve para ponerse de acuerdo en este tema, se impone por tanto su abandono. Y cuales son las plataformas alternativas:
- La plataforma sanitaria. Más abajo encontrará el lector (en un articulo mio) algunas consideraciones sobre los efectos benéficos del aborto sí lo pensamos como un conflicto agonístico entre madre e hijo, en lugar de un conflicto moral entre beatos y progres. Evidentemente y hablando estrictamente desde el punto de vista sanitario, la existencia del aborto contiene algunas ventajas sobre la salud mental y física de una madre que no está dispuesta o carece de recursos para invertir parentalmente. Se sabe a modo de anécdota que la legalización del aborto disminuye la frecuencia del infanticidio y a la vez evita los peligrosos abiertos clandestinos, se sabe también que mejora la salud mental de las madres que se ven incapaces de una crianza. Y cómo no decirlo: Devolver a una mujer su control sobre la reproducción siempre resulta una estrategia que favorece el escape del sometimiento perverso si es que el embarazo es sentido como una perdida de autonomía en relación con su feto o su pareja. Muchos hombres utilizan el recurso del embarazo para vencer en su competencia agonística con sus parejas y otros optan por el sexo forzado para imponer su dominancia social. Al margen de cuestiones legales es evidente que las violaciones o el sexo forzado entre parejas es más frecuente de lo que se denuncia. En ocasiones esta atmósfera de terror viene incluida entre las sevicias o maltrato doméstico característico que durante años emplean los hombres como recurso impositivo sobre la conducta de sus parejas.
- La plataforma demógrafica. No cabe duda de que interesarse por la demografía es también un buen argumento para contener la cifra total de abortos que anualmente se llevan a cabo en nuestro país. España es un pais poco poblado en relación con su extensión, es orográficamente complicado y existe un nicho geográfico despoblado. Su población se concentra en el litoral y existe una España vacía, sin servicios ni futuro. En este sentido vale la pena leer el libro de Sergio del Molino, titulado «La España vacía», para del Molino se trataría mas bien de una guerra de una España que empezaba a despoblarse contra la España llena de las ciudades. Una España vacía contra una España llena, tendencia que el propio Molino señala como el Gran Trauma que culminó después de la guerra civil española con el abandono del campo de casi media España.
España necesita entre otras cosas repoblarse. Necesitamos 20 millones más de españoles si queremos tener un país con futuro. Naturalmente las políticas pro-abortistas desfavorecen este plan pero paradójicamente favorecen una inmigración de personas poco o nada comprometidas con nuestro futuro.
De manera que cuando hablemos del aborto o de cualquier guerra que no lleve implícita nuestra supervivencia, podemos cambiar de plataforma y no quedarnos a confrontar con nuestro vecino nuestra opinión. Ir más allá de la cuestión práctica u operativa y no solo en este tema sino en cualquier otro tema complejo que permita esta división de soluciones vistas como plataformas.
Bibliografía.-
Beyond abortion De James Evans (en inglés)