Suelen preguntarme con frecuencia en las redes si nuestro presidente del gobierno es un psicópata, algunos más finos acuden al concepto de narcisismo en sus preguntas, algo retóricas, pues los que preguntan ya han alcanzado una opinión respecto a lo que preguntan.Lo cierto es que a mi no me gustan nada estas definiciones clínicas que esconden en realidad un insulto, como si ser un psicópata o un narcisista fuera un equivalente de ser un malvado o un asesino en serie cuando la mayor parte de ellos son simplemente mentirosos o tramposos. Y en realidad ser un psicópata no es algo que se es o no se es, sino un continuo de rasgos que aparecen como dimensiones de la personalidad tal y como conté en este post. Los psicópatas literarios representan los extremos de esta disposición.
Siempre les contesto que no lo sé, porque el presidente del gobierno no es paciente mio, lo que es lo mismo que decir que esas etiquetas clínicas tienen sentido en un entorno clínico pero no en un entorno mediático. No se puede diagnosticar a nadie al que no se conoce íntimamente.
Sin embargo sí tengo una opinión sobre ésta y otras muchas personas, bastante frecuentes en la vida corriente pero con menos poder, y que conocemos con el nombre de estafadores emocionales. Todos conocemos a alguien así, son esas personas seductoras que parecen una cosa y son otra y que acaban por decepcionarnos a poco que lleguemos a hacernos amigos de ellos. Bueno, en realidad no son de ninguna manera: su personalidad se caracteriza por un encanto superficial, de ser algo son impostores, porque así es su personalidad, algo impostado, inauténtico y a veces advenedizos. Tienden al engaño y a la simulación para engañar. Su especialidad es la mentira.
Son como aquel Dios marino que aparece en la Odisea y que se llamaba Proteus, no solo podía adivinar el futuro sino que además aparece siempre disfrazado, con diversos atuendos según la necesidad de engañar a Ulises. Proteus tiene la capacidad de la metamorfosis, o camaleónica para parecer lo que no es y no ser lo que aparenta. De ahí viene la palabra «proteiforme», aquello que adquiere varias formas, y de ahí viene la palabra «proteína». Hay gente que son capaces de simular ser lo que no son sobre todo cuando disponen de poder. Ahí son verdaderamente peligrosos.
Y lo son porque las mentiras tejen un trama de hilos y mimbres que pueden atrapar a cualquiera con aquel concepto que llamé epistasis social.La mayor parte de la gente somos susceptibles de ser enredados o engatusados por personas de este tipo: hombres sin principios que buscan el poder para obtener rango social o mujeres que por la misma razón no saben nada de lealtades emocionales y combinan toda clase de engaños sentimentales con sus sucesivas parejas, siempre en pos de la hipergamia, es decir del matrimonio hacia arriba. Como siempre es posible encontrar una nueva pareja con mas dinero o rango, estas personas no son nada de fiar incluso cuando están casadas con una alta magistratura del Estado.
Es difícil escabullirse de las mentiras de los estafadores, pues ellos saben que las personas comunes tenemos necesidad de ser capturados en esas redes de halagos, intimidad impostada que entendemos egoístamente como genuina. Tanto es así que nos resistimos a admitir como prueba lo que se nos presenta delante de nuestras narices.: estas personas parece que hayan hecho un curso de manipulación pues saben que estas redes se traman a través del vacío.
El vacío emocional.-
Todo el mundo sabe que cuando somos requeridos emocionalmente por alguien hay un truco que no suele fallar y es no hacer demasiado caso a los requiebros del enamorado. Es necesario que él o ella entienda que «el momento no es el adecuado», «que se está recomponiendo de una relación anterior que la dejó hecha trizas» o «que necesita un tiempo para recomponerse de cualquier cosa». Si el pretendiente entiende que su enamorada está desesperada por tener pareja, esto disminuye el interés del pretendiente. No es raro que estás personas que tejen redes de enamoramiento cambien de estrategia al poco tiempo, cuando ya el pescado ha entrado en la red. Entonces lo que suelen hacer es desaparecer. Entiéndase bien, desaparecer es una estrategia de alto riesgo, porque puede suceder que el pescado no trate de buscarle. Algunas personas -que manejan bien esta técnica- lo que hacen es aprovechar un viaje de trabajo o negocios para desaparecer sin apenas dejar rastro.
Claro que algún rastro hay que dejar porque de lo contrario sería imposible encontrarle. El abandonado sufre porque no sabe qué sucede y se pregunta qué habrá hecho mal. es decir se atribuye la causa de la desaparición a sí mismo. Pero lo más importante es que siente el vacío que el perpetrador le ha hecho sentir y entonces iniciará una búsqueda incesante para que vuelva.
A veces este «que vuelva» es ejercido por la militancia de un partido, la que se siente huérfana de su líder con independencia de que su comité federal le hubiera rechazado. Todo lider que se precie ha de procurar generar vacíos a su alrededor, pues la plenitud de los ciudadanos no garantiza éxito ni el amor ni en la política.
No importa lo que se mienta mientras cierta masa critica de ciudadanos se sienta cómodo con ellas a través del clientelismo o del fanatismo. El problema de los estafadores es que van generando poco a poco una opinión publica contraria que llega a ser crítica en un momento determinado. Es por eso que cuando esto sucede el estafador hace lo que se llama una «huida hacia delante». Y no sirven los disfraces, ni las medias tintas, ni el disimulo. Hace lo que le da la gana, pero siempre al servicio de conseguir nuevas prebendas en otro lugar. Contra la UE, contra los españoles, contra el poder judicial, contra la agricultura de su país, contra Israel, contra la OTAN. El ya sabe que su futuro no está en ninguno de esos lugares sino en algún lugar de Sudamerica. ¿El foro de Puebla tal vez? hay antecedentes con su mentor Zapatero. No le importan en absoluto las criticas de ese entorno.
Lo cierto es que hay muchos desengañados ahora, un poco tarde después del 25-J, pero lo cierto es que una persona que se doctora con una tesis plagiada ya avisaba de sus intenciones. ¿Por qué los españoles somos tan indulgentes con los tramposos? Bueno, la política en realidad no tiene nada que ver con la moral y aquí estamos hablando de un problema moral. La gente perdona esas marrullerías porque este es el país de la marrullería con el icono del Lazarillo de Tormes y el concepto que más arriba cité, de epistasis social lo puede explicar: todos tenemos genes tramposos. Lo cierto es que de vez en cuando y cada vez con más frecuencia se nos colará en las papeletas electorales gente de esta naturaleza: estafadores emocionales.
Lo interesante de esta teoría de la epistasis social es que postula que los costos de aptitud de las mutaciones deletéreas no se limitan a los organismos que las portan. Esto es posible a la luz de la existencia de interacciones genómicas interorganismales, es decir, epistasis social, por la cual el genoma de un organismo (o los genomas de organismos) puede influir en la expresión génica de otro organismo (u otros organismos) y, por tanto, en los rasgos fenotípicos.
Yo no soy nada moralista porque la mayor parte de las guerras son entre dos contendientes que creen poseer la razón moral, creo que está bien trampear y decir alguna mentira piadosa, pero hasta las trampas han de tener algún limite.
Hasta que el ethos de los partidos cambie y solo cambiará con una nueva ley de partidos. Se trata de asegurarse de que la carrera dentro del partido de alguien se corresponda con algún mérito en la vida civil. España está llena de expertos que saben mucho, incluso de genios que por desgracia no quieren saber nada de política.
Si uno desea saber cual es el pensamiento político de Pedro Sanchez lo mejor es leer su ultimo libro que es en realidad otro engaño pues está escrito por un «negro», en este caso una «negra». Observará como maneja las falacias, sobre todo la falacia del falso dilema, (aunque parece que haya hecho un curso completo de dominio de las falacias) la victimización de lo que llama «polarización asimétrica» que ya hablamos de ese concepto como imposible: si hay un polo es porque hay otro.
Y muchas más mentiras, una urdimbre de ellas.
Y nada conceptual, ni una sola idea, solo lugares comunes y muy poca capacidad para entender las necesidades de nuestro país.