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La sátira valenciana

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Como valenciano he convivido toda la vida con las fallas y he asistido a algunas de sus celebraciones, durante mi época de estudiante viví en una pensión que tenía al lado un «casal fallero» y muchos de mis amigos de entonces eran falleros, y sin embargo nunca me llamaron la atención, ni esas ni otras fiestas. Lo cierto es que soy de esas personas a las que las fiestas multitudinarias no le dicen nada pero este año —por razones que no vienen a cuento— he estado muy pendiente de esas fiestas, no tanto por participar en ellas sino por el hecho de reflexionar sobre ellas.

Cuestiones antropológicas.-

Es obvio que el fuego y las hogueras tienen un componente antropológico ancestral que puede comprenderse como un símbolo de la regeneración, de la purificación. Del ocaso de lo viejo y el anuncio de algo nuevo, es por eso que estas fiestas se llevan a cabo coincidiendo con el equinoccio de la primavera, tanto en Alicante (en San Juan), como en Valencia e incluso en Castellón (en las fiestas de la Magdalena), las gaíatas no son sino hogueras (antorchas) electrificadas. Diré ya que falla es una palabra valenciana vieja que significa antorcha. Sin embargo los rituales presididos por el fuego no son exclusivos de la primavera y los hay en invierno (San Antonio) y en Navidad, lo que señala en la dirección que el fuego y las antorchas-hogueras eran para nuestros antepasados un signo de festividad además de una ceremonia de paso. Allí donde se celebra algo hay fuego.

Petardos y pirotecnia.-

Siempre me he preguntado porque a la gente les gustan tanto los petardos, las mascletaes y los fuegos de artificio. No cabe duda de que es uno de los actos centrales de las fiestas valencianas, donde los mejores artificieros del orbe, trabajan y fabrican. Somos productores de pirotécnicos y creadores de una industria muy importante en la Comunidad valenciana. Pero sigo sin entender el gusto por este ruido sincronizado que hace que mucha gente esté conectada con ellos a la vez que cada vez más hay otro que se definen en contra de ellos. Lo cierto es que sin pertenecer al mundo de la fiesta, los petardos son un engorro, que no permite descansar y sin contar con que hay muchas personas que tienen verdadero horror o aversión a ellos. Y sin contar tampoco con las mascotas que deben de sufrir mucho con esas tracas. Esta es una de las criticas mas frecuentes al estrépito fallero: el ruido de los petardos.

Pero lo cierto es que a los niños les gustan mucho los petardos, y aunque cuando yo era niño estaban prohibidos parece que ahora se ha levantado la veda — al menos en Valencia— y niños de todas las edades juegan con sus petardos adaptados a cualquier edad. Yo no estoy ni a favor ni en contra de los petardos pero me pregunto a qué se debe ese disfrute, ese goce. Dicen los disfrutones que el olor a pólvora les gusta y que no es lo mismo asistir a una mascletà en directo que verla por la tele porque no se puede disfrutar de ese olor.

Mi opinión provisional es que las personas que participan de la fiesta disfrutan con los cohetes y con todas las dificultades que tienen desplazarse por la ciudad durante la semana de fallas y que —como siempre sucede— los que no participan se quejan. Pero debe haber algo más.

Los casales falleros.-

Una fiesta como las fallas necesita de un despliegue monumental y estructural que viene dado por los casales falleros. Casi en cada calle o en cada esquina hay una falla y detrás de cada falla hay un casal fallero, es decir un local donde se reúnen las comisiones y los falleros de a pié que contribuyen con su esfuerzo a generar ese ambiente inigualable de las fallas valencianas. Lo interesante para mí de estos casales falleros es que son una demostración de cooperación y de cohesión festiva que en nuestro país es muy difícil de encontrar. En España es muy complicado llegar a consensos sobre nada, de modo que la estructura fallera es un ejemplo de que sí es posible llegar a acuerdos y de imposibilitar a los políticos su penetración en este mundo que es por definición transversal. Algunos lo intentaron por ser un vivero de votos, pero fracasaron en su empeño.

Pero las fallas no son simplemente locales donde se come, hable, socializa o bebe sino comisiones destinadas a buscar recursos para montar el próximo año otra falla y buscar el ansiado primer premio de la sección especial, sino que además de eso son instituciones destinadas a promover el aprendizaje de la musica, de la participación en los deportes (muchas fallas tienen su propio equipo de futbol) y no podemos olvidar el papel de la falla de Campanar en la asistencia a los que sufrieron el incendio de su barrio muy recientemente. Es como un espacio de convivencia pero también de asistencia cuando las cosas se ponen feas.

La sátira fallera.-

Dice Felix de Azua que la novela ha de tener algún tipo de sátira o burla de la sociedad para que resulte atractiva y fundamentalmente literaria, con ello Azúa se pone en contra de la novela realista y lo hace porque la realidad es ya de por sí un consenso sobre falsedades. ¿Qué sentido tendría para la literatura seguir describiendo esos consensos o lo peor: denunciarlos con una misma semántica de la propia realidad? Es por eso que me parece que los monumentos falleros —esos que se queman el día de San Jose, que era de hecho carpintero— son monumentos satíricos, que se burlan de nuestros vicios, de nuestras consignas, de nuestros políticos, de los poderosos y de esta manera echando mano de una estética naif y a veces feísta poner de manifiesto esas falsedades de la realidad. En realidad nuestros artistas falleros son los abanderados de una revolución plástica urbana y tridimensional que se asemeja al fanzine, al tebeo, a los géneros amables que precisamente por eso carecen de contemplaciones a la vez que son digeridos con paciencia e incluso desinterés por los criticados.

Y la sátira valenciana en realidad va más allá de las fallas y se adentra en el imaginario artístico de la población, los buñuelos, la horchata, la paella han dado vida a personajes diversos en el mundo de la farándula, recordemos a Joan Monleon y a un sin fin de mariquitas o trasvestidos como el Titi, recordemos a tetudas como Rosita Amores. Recordemosles

Aquí tenemos a Rosita Amores volando en una paella

La virgen de los desamparados.-

Poca gente sabe el origen de esta virgen que está ineludiblemente unida al Padre Jofré que fue el primero en pensar que era necesario habilitar una especie de Hospital para «folls, orats, ignocents e desamparats». Es decir no era un manicomio tan solo ,sino un lugar para dar caridad a personas que deambulaban por la ciudad siendo vituperados, maltratados y golpeados por los vecinos canallas que en todos sitios hay. La virgen de los desamparados es pues la virgen que se ocupó de esos abandonados pro la suerte, los que no tenian amparo. Pero esta virgen ha tenido mucho éxito y no solo se la venera en Valencia sino en muchos lugares más allá de la propia comunidad.

Este año unas cien mil personas acudieron a ofrecerle flores a esta virgen llamada la geperudeta porque aparece inclinada hacia delante. Y no cabe duda de que la devoción a esta virgen es transversal y de alguna forma universal por los ciudadanos valencianos. Y mientras veía el acto de la ofrenda que duró varias ahora y miraba las lagrimas que arranca en las falleras me preguntaba qué había detrás de esa devoción, una vez descartadas las razones teológicas. Efectivamente, esa devoción está más allá de las creencias religiosas, he conocido toda clase de personas y de todas las ideologías, incluso gente que militaba en organizaciones revolucionarias, y como no, ateos de todos los plumajes, agnósticos e incluso a algunas de Terra lliure, que acudían a la ofrenda como si no hubiera contradicción entre sus ideas políticas y la devoción a una virgen católica.

Dicho de otra forma: necesitamos una explicación a ese consenso. Algunos hablan de la atmósfera que se crea en ese tipo de celebraciones y de la catarsis que procuran. A eso ayudan los petardos que son emociones que explotan un día para abrir un brecha en el año y que a partir de ahora habrá un antes y un después, como un ruptura biográfica, como lo maravilloso como opuesto a lo traumático, como lo trascendente en oposición a lo inmanente, como lo seguro versus lo incierto.

Por un año estaremos amparados.

Lo que falta por explicar es por qué una mujer, por qué virgen. ¿Es posible que una virgen haya dado a luz y pueda seguir siendo virgen? ¿Es la virgen un símbolo de la madre? ¿es más importante incluso que Dios? ¿Por qué tenemos devoción por las vírgenes en cada rincón de nuestra España?


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