Mi abuela solía catalogar con frecuencia a la gente con palabras que ni ella misma entendía, por ejemplo solía decir de esta persona «este es un neurasténico». Por supuesto yo tampoco sabía que significaba esa palabra que asimilaba a algo inmoral, un borracho o un tuberculoso. Con el tiempo comprendí que la neurastenia era una enfermedad, que consistía en una especie de holgazaneria y de cansancio difícilmente justificable por la actividad realizada.
Lo que quiero decir es que la palabra —ya en desuso— había sido sustituida por una versión moral: la neurastenia se sustituyó —se moralizó—por la palabra pereza. Había personas perezosas, un vicio capital y estas personas eran dadas a presentarse como cansados, fatigados y poco trabajadores. Lo que caracterizaba a los neurasténicos era la indolencia, el aburrimiento y la autoindulgencia.
Cuando fui adolescente me volví a encontrar con la palabra, fue en una canción de Rolling Stones donde hablan de la neurastenia pero ya a través de un curso mórbido de ataques. La neurastenia cursaba con achaques y Mick Jagger nos la trajo de nuevo a la memoria.
Cuando estudiaba medicina la palabra ya no se usaba y a nivel del DSM-2 fue expulsada del manual de los trastornos mentales. La neurastenia dejo de existir a pesar de que había sido descrita a finales del siglo XIX (1886) por un médico americano llamado George Millard Beard.
Recordando a Beard:
Hace mas de cien años George Beard describió una enfermedad “nueva” a la que bautizó con el nombre de neurastenia, curiosamente Beard creía que era una enfermedad que se presentaba con mayor frecuencia en hombres y que procedía de un sobreesfuerzo intelectual, incluso se habló de que la neurastenia era la enfermedad de moda en el siglo XIX, la “peste del siglo” y otros adjetivos similares cosa que también mereció otra curiosa enfermedad: la clorosis que parecía cebarse más en el sexo femenino. No interesan demasiado las tesis de Beard sobre su posible etiología pero si interesa señalar que el cuadro clínico descrito por el médico americano se parece o es absolutamente igual que a lo que hoy llamamos fibromialgia, si bien parece que Beard enfatizó más en su aspecto asténico, el cansancio inexplicable que afectaba a estos enfermos y no tanto el dolor. Sin embargo hoy según dicen los investigadores la fibromialgia y el síndrome de fatiga crónica serian la misma enfermedad o al menos se trataria de patologías comórbidas. Recordemos sus síntomas principales:
- Dolor músculo-esqueletico que empeora con mínimos esfuerzos.
- Sensación de enorme fatiga que no se corresponde con el esfuerzo realizado.
- Sin ningún hallazgo orgánico u objetivo que justifique esta sintomatología.
Síntomas mayores que van casi siempre asociados a otros: trastorno del sueño y del humor, foto y audiofobia, colón irritable, migrañas, síndrome de Raynaud, incapacidad para relajarse, aftas bucales, irritabilidad y otros.
La neurastenia ha cambiado de sexo.
Pero no solos los médícos se han ocupado de la neurastenia también los poetas como Pessoa que escribió un texto sobre «Genio y locura¨ la nombran entre sus paginas, si bien ya no la catalogan como una enfermedad sino como una disposición, como una especial constitución tal que:
Los epilépticos suelen ser gente de acción, los histéricos gente de emoción y los neurasténicos gente de pensamiento.
Más acorde con el sentir de sus tiempos, nos vienen a la cabeza las ideas de Sheldon y de Kretchsmer con sus constituciones, pícnica, atlética y leptosómica. Hubo un tiempo en que los psiquiatras atendían y mucho al fenotipo de las personas, no como ahora que se supone que todas las personas pueden tener todas las enfermedades y nadie atiende a su constitución. También es cierto que entonces la psiquiatría era una disciplina fundamentalmente observacional y sin las teorías psicológicas y médicas que hoy le sirven de soporte. Los médicos de entonces creían que todo podía explicarse a través de lo constitucional y que las enfermedades respondían a causas endógenas, es decir desconocidas.
La mayor parte de nosotros no somos casos puros en esta clasificación, sino mixtos, tenemos un poco de aquí y otro de allá pero lo que yo creo hoy es que estas constituciones generan síntomas y enfermedades propias de ellas, así se sabe que el hábito picnico esta relacionado con el trastorno bipolar y el hábito leptosómico con la esquizofrenia. Dicho de otra manera la neurastenia está relacionada con la esquizofrenia en los casos más extremos y con un sin fin de padecimientos y de enfermedades y rasgos de la personalidad. Así como de rasgos físicos como ser alto, longuilíneo y delgado.
El caso de Santiago Ramón y Cajal.-
He elegido el caso de Ramón y Cajal por dos cuestiones, la primera porque su vida está muy bien documentada por él mismo y segundo porque no cabe duda de que es una de las personas más importantes desde el punto de vista intelectual, científico y literario de nuestro país. recordemos que recibió el premio Nobel por su teoría neuronal, algo que solo se le podía ocurrir a un neurasténico con su pensamiento lateral. Pues ¿a quién iba a ocurrírsele que las neuronas se comunican sin tocarse cuando todos los científicos de la época hablaban de un retículo? A un histérico nunca se le hubiera ocurrido. Pensar fuera de la caja es una virtud de los neurasténicos.
Cajal fue un polímata, uno de esos seres excepcionales que han tocado todos los palos en su vida, un ser renacentista con una curiosidad intelectual fuera de todo limite. Estuvo interesado en la observación de la naturaleza, la ornitología, el dibujo, la guerra, la fotografía, la hipnosis y por fin la histología. Durante su vida militar (fue capitán médico en Cuba) desarrolló el paludismo y la disenteria que estuvieron a punto de terminar con su vida y desarrolló un síndrome de inanición por el que fue devuelto a la península, no sin antes criticar fuertemente las tácticas militares que nuestros oficiales utilizaban en aquella guerra absurda, hasta que todo se perdió en 1898: el Gran desastre que dejó una España consumida por las deudas, la miseria y el deshonor, un bucle melancólico al decir de Jon Juaristi, responsable de no pocos males actuales. de Imperio pasamos a ser una nación esquilmada. Y en esa nación brilló no obstante D. Santiago gracias a una voluntad de hierro que heredó de su padre, un hombre severo pero omnipresente en su educación.
El propio Cajal nos cuenta en sus memorias no pocas claves de su personalidad y de su falta de habilidades sociales de las que se queja amargamente no sin contarnos algunas de sus ideas sobre la conversación y la vida social:
«Fui criatura díscola misteriosa y retraida y deplorablemente antipática. Aun hoy consciente de mis defectos y después de haber trabajado heroicamente por corregirlos perdura algo de esa arisca insociabilidad tan censurada por mis padres y amigos.
Hay sin embargo, un egoismo refinado en rumiar las propias ideas y en huir cobardemente del comercio intelectual de las gentes. Ello aporta cierto deleite morboso, solo disculpable en caracteres celosos de conservar su individualidad. Lejos de los hombres nos hacemos la ilusión de ser completamente libres. Solo la soledad nos pone en plena posesión de nosotros mismos. En cuanto un diálogo se entabla nuestras palabras responden al pensamiento ajeno, se pierde la iniciativa mental; las asociaciones de ideas suceden en el orden marcado por el interlocutor que viene a ser en cierto modo dueño de nuestro cerebro y nuestras emociones. No podremos evitar ya en adelante que evoque con su chachara indiscreta e impertinente recuerdos solorosos que quisieramos enterrar en las negruras del inconsciente. Y esa sensación de esclavitud perdura horas y horas. pero lo más grave de esta vibración parasita es que turba las polarizaciones ideales y nos distrae del trabajo».
Nótese la capacidad de introspección y la lucidez de D. Santiago a la hora de autoanalizarse.
Y así y todo merece la pena recordar que Cajal escribió libros de tertulias y charlas de café, aunque utilizara la retirada social (withdrawal) como mecanismo de defensa esquizoide. Dicho de otra manera, se expuso a esa dificultad durante mucho tiempo a pesar de afirmar que:
«Solamente el hombre aislado y entregado a sus pensamientos le es dado gozar de calma inalterable y de un humor uniforme»
Aquí nos da una receta que vale para todos los neurasténicos si tienen algún prurito intelectual: solo la simple conversación trivial era capaz de sacar a Cajal de sus casillas y a pesar de eso la prodigó aunque creo que su virtud literaria más importante la extrajo precisamente de esas conversaciones y esos descubrimientos sobre sí mismo. Pues escribir no es lo mismo que conversar: escribir supone una re-flexión sobre la conversación y los pensamientos que quedaron paralizados durante la misma. El diálogo es muchas veces la soga que detiene el pensamiento creativo.
En conclusión:la neurastenia ha desaparecido de nuestra jerga psiquiátrica pero ¿qué otra entidad clínica la vendrá a sustituir? Las entidades tienen una verdadera aversión al vacío. Todo pareciera indicar que las enfermedades mentales nuevas ocupan los intersticios que la ciencia deja vacíos en sus conceptualizaciones y cuando digo ciencia me refiero a las creencias compartidas por una población cualquiera, de manera que la palabra ciencia es intercambiable con la palabra religión. Como si los individuos en nuestra capacidad de fabricar símbolos nos ocupáramos preferentemente de inventar inquilinos para llenar los vacíos que quedaron sin ocupar en una teoría u otra. Como si fuéramos hermeneutas profesionales.
Bibliografia.-