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La hiperconciencia

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La idea de que hay algún fenómeno común a todas las enfermedades mentales tiene amplios antecedentes empíricos y pruebas que derivan de la clínica, la genética y el borramiento y ambigüedad entre entidades. Así, sabemos que no existe una disposición genética para una determinada enfermedad sino que todas las enfermedades mentales comparten un cluster genómico parecido. En los últimos años han aparecido varios estudios que encuentran que las variantes genéticas que confieren riesgo para unos trastornos también lo confieren para otros. Por ejemplo, este estudio de Pettersson y cols. encuentra un mismo origen genético para esquizofrenia, trastorno esquizoafectivo, trastorno bipolar, depresión, ansiedad, trastorno de atención/hiperactividad, trastornos de uso de drogas y alcohol y criminalidad.

Desde la clínica sabemos que la comorbilidad es la regla y no una excepción, siendo la comorbilidad ansiedad-depresión la más común y aunque han aparecido entidades a medio camino entre la neurosis y la psicosis (dicotomía clásica) está no ha podido ser superada y sigue siendo el andamiaje preferido por los clínicos, un andamiaje categorial.

La psiquiatría clásica llamó la atención sobre el hecho de que las psicosis tendrían un mismo origen. Griesinger habló de la psicosis única y entre nosotros Bartolomé Llopis se adhirió a esta concepción,aunque la idea tuvo poco éxito cuando se enunció empujada por la fiebre de la multiplicación de las entidades en el eje I. En este modo de pensar la psicosis seria un síndrome que compartirían diversas enfermedades mentales e incluso -de forma transitoria- podíamos encontrarla en las personas normales sometidas a cierto tipo de experiencias inusuales.

Así han aparecido recientemente investigadores (Caspi y Moffitt, 2018) que se han ocupado de definir ese “factor común” al que han llamado factor p. (p de psicopatología).

La dificultad esta en definir qué es eso del factor p y cómo puede medirse.

Marino Perez es un catedrático de psicología de la universidad de Oviedo cuyas ideas vengo siguiendo desde hace algún tiempo por su lucidez, si bien no comparto todo lo que dice cuando critica el concepto de enfermedad mental en la suposición de que hay “inventos” promovidos por la industria para vender fármacos. No voy a hablar de nuestras diferencias conceptuales en este momento sino que me voy a ceñir a su ultimo libro que me ha parecido muy interesante, donde propone una conceptualización de ese factor p desde un punto de vista cualitativo. Para Marino Perez ese factor común a todas las enfermedades mentales sería la hiperreflexividad.

Se trata de un concepto que se ha venido utilizando en distintos contextos, tanto históricos como hace Enric Novella pero encuentro ciertas similitudes con el concepto psicoanalítico de narcisismo, al menos en la concepción moderna, de tercera generación como propuso Otto Kernberg. Lo cierto es que encuentro pocas diferencias conceptuales entre el concepto de narcisismo y la hiper-reflexividad.

Un poco más alejado encuentro al “pensamiento rumiante”, es decir la tendencia o incapacidad de detener el pensamiento que de forma circular, familiarmente, “rollo”, puede definirse como aquel que nos da vueltas y vueltas en la cabeza y no podemos pararlo y siempre con resultados catastrofistas. Estos pensamientos se disparan automáticamente y por lo general, tienen que ver con situaciones vividas del pasado y con el consiguiente miedo de que vuelva a suceder. Es por eso que el mindfullness es una buena terapia para desenrollar los enredos vitales, pues la atención plena no consiste en atender a todo lo que pase por nuestra mente sino precisamente aprender a descartar los enredos del pensamiento. Para Marino Perez existe una relación entre este pensamiento rumiante y la hiper-reflexividad.

La hiperreflexividad o hiperconciencia no debe interpretarse como un exceso de reflexión intelectual sino como un exceso de presencia entre el sujeto y el mundo. Se trata de un concepto que ya había sido propuesto por Stanguellini -un psiquiatra italiano- para explicar la vivencia incorpórea de los esquizofrénicos, así Stanguelini explica que:

“Me experimento a mi mismo como el origen de mis experiencias. Esta forma de acceso a mí mismo es una forma primitiva de egocentrismo que es preverbal y prereflexiva, se trata de una experiencia inmediata en tanto que resulta una evidencia que no se da a manera de inferencia o criterio, no es un pensamiento, ni una emoción ni una cognición, es una experiencia de contacto primordial con uno mismo o autoafecto. A esta experiencia algunos autores le han llamado ipseidad y otros mismidad. No solamente se trata de una experiencia previa a toda experiencia sino una condición de la misma.

Una vez hemos definido al “cuerpo vivido” desde el punto de vista fenomenológico ya estamos en condiciones de entender que este constructo es el embrión de la corporeidad y la intersubjetividad puesto que el vinculo perceptivo entre el sí mismo y otra persona se basa en la posibilidad de identificarme con el cuerpo de la otra persona por medio de un vinculo de percepción primario del mismo estilo que me relacionó con mi propio cuerpo. En este sentido la propiocepción interviene en la comprensión de otras personas a través de una especie de sintonía corporal.

La cenestesia es el término a través del cual hablamos de la percepción interna -propiocepción en movimiento- del propio cuerpo mientras que la palabra cenestopatía describe las sensaciones corporales anormales. Se trata de dos fenómenos muy descuidados en la psicopatología y la psiquiatría actuales. Fue Greek quien en 1974 acuñó este termino indicando que se trataba del medio por el que el alma se informa del estado del cuerpo.

Cenestesia  procede del griego koiné aesthesis que significa “sensación común”.

Y tan común porque el cuerpo habla continuamente, nos habla y aunque casi siempre nos habla de sensaciones corporales normales algunas veces estos mensajes están cargados de sentido como sucede en la hipocondria, la histeria, la ansiedad y sobre todo en la esquizofrenia donde son características las sensaciones que implican extrañeza, entumecimiento, movimiento, tracción ,etc. Lo patológico no es la sensación en sí que es banal y carece de significado clinico sino la interpretación casi siempre delirante que los esquizofrénicos hacen de ella. En cualquier caso no deberíamos ser conscientes de estas señales que proceden del cuerpo y lo somos porque somos hiperconscientes..

Lo anormal para Stanguellini no es la percepción corporal en sí sino la forma en que le prestamos atención y que el autor denomina reconocimiento hiperreflexivo que seria un modalidad patológica del reconocimiento normal y mínimo que he descrito cuando hablé de la mismidad y del cuerpo vivido.

Se trata de una especie de sobreinterpretación de las sensaciones corporales que tienen mucho que ver con lo inefable, es decir que la cenestopatía aparecería cuando alguna sensación no puede categorizarse verbalmente, de la misma opinión era Henri Ey que consideraba que las alucinaciones corporales brotaban cuando el sujeto no puede nombrar una sensación corporal algo que la mayor parte de nosotros hacemos por medio de una metáfora un “como sí”.

En este sentido alucinar es percibir el propio cuerpo de manera completa o parcial como un objeto o entidad viviente fuera de sí mismo es decir como algo transformado precisamente por la imposibilidad de la expresión metafórica”.

La experiencia esquizofrénica sería para Stanguellini una experiencia de hiperreflexividad y dualidad radical.

Stanguellini, como he dicho fue el primero en relacionar el exceso de reflexión con algunas enfermedades mentales: más concretamente en el caso de la esquizofrenia habla Stanguellini de una hipertrofia cartesiana del pensamiento. Aqui hay un post sobre esta cuestión.

Una hipertrofia que algunos han llamado “autoreconocimiento hiperreflexivo (Stanguellini, 2009) o simplemente hiperreflexividad (Marino Perez Alvarez, 2003, Saas 1992). Se trata en cualquier caso de una hipertrofia de la subjetividad, algo que ya señaló Foucault en 1966 cuando escribió que “la modernidad supone la diseminación y legitimación de todos los goces” y yo añadiría ahora de todas las posibilidades de ser o estar en el mundo y que nos imaginamos como una especie de menú desplegable donde todos nosotros no sólo nos creemos con derecho  a poder elegir cualquier cosa sino que cualquier cosa es elegible.

Y no sólo se trata de una reflexividad individual sino institucional, así en palabras del propio Giddens:

La reflexividad institucional es una característica de la sociedad moderna y consiste en la incorporación de los conocimientos e información nueva a los contextos prácticos de la vida de modo que los modelan y reorganizan. Los ambientes así constituidos transforman a su vez el conocimiento experto y se convierten en nueva fuente de información.

En términos comprensibles significa que el hombre moderno está persuadido de que puede elegir entre cuestiones que en realidad están más allá de su capacidad de elección. O si no lo están ahora y aparecen como “elegibles” es precisamente porque la tecnología ha permitido que lo inefable acabara fundando una franquicia en la subjetividad humana apareciendo como alternativas que inevitablemente nos llevan a una sobreinterpretación cuando no a la duda, la ansiedad o la confusión. La mayor parte de las alternativas son ilusorias.

De manera que el término hiper-reflexividad viene de largo, la novedad que aporta Marino Perez en este libro es que la hiper-reflexividad no es una avería del cerebro sino un proceso histórico y transdiagnóstico. En este sentido Marino Perez sugiere que las enfermedades mentales no están en los genes ni en el cerebro y no hay nada que buscar allí, sino en los procesos histórico- sociales que a su vez construyen subjetividades nuevas y como estos nos cambian el cerebro. Se opone así al cerebrocentrismo y propone la búsqueda de estos factores en la cultura y en cómo la adopción y generalización de algunas tecnologías -como la escritura- han propiciado este hombre actual hiperconsciente de sí mismo y propietario de una conciencia recursiva, que se piensa a si misma. En el libro recorre la evolución de esa hiper-reflexividad a través de la literatura y sobre todo el eje San Petersburgo-Praga-Paris-Lisboa,  a través de la literatura de Dovstoyevsky-Kafka-Flaubert-Pessoa.  Esta hiper-reflexividad es a la vez veneno para la mente pero también el alimento de la lucidez. Lo que nos hace lucidos puede también enloquecernos.

El sueño de la razón produce monstruos.

Bibliografía.-


Argumentos y transformaciones

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El capitán Joseph Blocker recibe una orden de su coronel Abraham Biggs, una misión: ha de transportar a un jefe indio enfermo de cáncer a su tierra natal, se trata de que muera allí y llevar a su familia con él para que repose para siempre en Montana.

El capitán es un hombre herido por las circunstancias de la guerra con los indios, ha presenciado y participado de demasiadas atrocidades para sentirse vivo. Es un hombre quemado con ese aplanamiento del afecto que presentan los que padecen un trastorno de estrés postraumático. Ha perdido hombres y amigos y sobre todo, la fe en lo humano en esa guerra sin fin contra todas las tribus del oeste y en un primer momento se niega a obedecer pues el jefe Yellow Hawk es en realidad un enemigo personal al que acusa de haber asesinado cruelmente a muchos de sus hombres.

El coronel Biggs no admite discusión, se trata de una orden que procede del mismo presidente Harrison. Se trata de publicitar ese retorno y sacar fotos para la prensa, se trata en cualquier caso de una maniobra de marketing político. La misión ha de llevarse a cabo y el capitán Blocker por su conocimiento del idioma indio y la geografía es el único capaz de llevar a cabo la misión. El coronel le ofrece la licencia al terminar su misión y una pensión a la que Blocker no puede renunciar.

El capitán acepta al fin el encargo pero sigue lleno de odio contra Yellow Hawk al que en un primer momento llevará encadenado adentrándose en esa naturaleza agreste, hostil e imprevisible -la tierra sin frontera- que hará que ese camino se llene de aventuras y de nuevas perdidas de soldados.

Y así entramos en la segunda fase de la película: las aventuras y peligros propiamente dichos que son el aspecto comercial, de entretenimiento propiamente dicho como suele suceder en todas esas películas que calificamos como de aventuras pero que al decir de Jordi Balló contienen también un mensaje moral.

El western es uno de los mejores géneros para articular los mitos arcaicos con la realidad actual. El mito original de toda esta serie de películas es “Jason y los argonautas”, el argumento matriz de todas las películas de aventuras, cuyos argumentos arcaicos desgranaré más tarde.

Y lo es por varias razones:

1.- Una tierra sin fronteras -el lejano oeste- que representa la Naturaleza en su estado primordial, con sus peligros, sus fenómenos naturales omnipresentes, el exotismo de lo inexplorado, la enormidad inhóspita de la tierra,  y la presencia continua de indios que objetivan el riesgo que corren los aventureros.

2.-El encargo o misión, usualmente se trata como en Jason de un objeto con mucho valor o que conferirá a su portador de poderes especiales.

3.- El protagonista es lo más cercano a un psicópata, un ser solitario, de vuelta de todo, traumatizado o cínico, un ser antisocial o alcoholizado como el Tom Cruise de “El ultimo samurai

4.-El camino lleno de peligros y de aventuras.

4.- La conquista del objeto propiamente dicho, el objeto puede carecer de valor en sí mismo o ser él mismo un mito como el Santo Grial o simplemente no existir como El Dorado (Aguirre y la cólera de Dios).

5.- El retorno a casa y el premio que aguarda al héroe. Un premio que aveces es moral: la redención espiritual del héroe.

Algunas películas o narraciones recurren a todo el despliegue argumental pero no es siempre necesario, así a veces el énfasis se pone sobre todo en la peripecia, en el viaje propiamente dicho, las aventuras, los encuentros con personajes benefactores y malévolos. Otras veces no hay encargo y el viaje es solo el pretexto de aquel que quiere huir (Easy rider), escapar del hogar, un tema que llamaremos oikofobia y que está al orden del día entre los de mi generación.

Otras veces es el regreso propiamente dicho el motivo esencial de la narración, su argumento primordial es la Odisea y Ulises su protagonista principal. John Wayne en “Centauros del desierto” representa este mito del retorno al hogar ampliamente documentado en muchas películas y narraciones, sin embargo no todo es volver pues Ulises al llegar a Itaca ha de poner orden entre sus enemigos, del mismo modo John Wayne ha de acometer una nueva tarea al tener que buscar a su sobrina raptada por los comanches. Una vuelta es un nuevo comienzo.

La misión del capitán Blocker es llevar a un indio al que odia a Montana pero ese periplo está lleno de sorpresas y peligros. Naturalmente hay siempre una mujer -Rosalie-  como antes fueron Medea o Ariadna, que ha sufrido una perdida devastadora en su marido y sus hijos a cargo de salvajes desalmados. Rosalie es rescatada por el capitán Blocker y hará el resto del camino con el grupo. De todos modos no tiene nada mejor que hacer. Rosalie está sola tanto como el capitán Blocker y de hecho será ella quien le reconcilie de nuevo con la vida, a través del cuidado y no por el sexo.

Poco a poco Blocker y el jefe indio van tomando conciencia de su lugar en el mundo, un lugar que ahora les convoca a seguir juntos e intentar sobrevivir en medio de esa naturaleza inhóspita que parece acechar por todas partes: desertores, tramperos, tribus indias de merodeadores, etc . El peligro es constante y la amistad va creciendo entre ellos a la vez que se van perdiendo vidas en el camino. Lo importante es contemplar la metamorfosis que sufre este traumatizado Block, metamorfosis espiritual como le sucedió al teniente Dunbar de “Bailando con lobos”, una metamorfosis que sucede precisamente a través de sus antagonistas.

Esa metamorfosis espiritual sucede también en caminos más prosaicos como el camino de Santiago son muchos los testimonios que han descrito profundos cambios individuales y psíquicos siguiendo ese trayecto donde de lo que se trata no es tanto de llegar a Santiago para abrazar al apóstol sino en el viaje en sí mismo y sus hallazgos y transformaciones, también de los sacrificios y las heridas. El viaje en cualquier caso es una metáfora de la huida pero también de la transformación.

Al final el capitán y sus escasas fuerzas llegan a Montana que les espera con todo su esplendor. la naturaleza cambia a medida que se van acercando a ella dejándonos paisajes que parece que embriagan a los viajeros como contemplamos en “El hombre que susurraba a los caballos” donde Robert Redford redime a una madre, una hija y un caballo traumatizados por un accidente.

Pero al llegar a Montana y sepultar al viejo jefe indio les espera otra hazaña, pues la tierra que otrora perteneciera a los indios pertenece ahora ahora a granjeros sin escrúpulos, nuevos propietarios que amenazan al grupo si no se van rápidamente de “aquella propiedad”. Block tiene solo dos opciones, pero una de ellas es inviable para su recién encontrada dignidad. El viejo indio descansará allí donde pertenece aunque sea matando  todos sus oponentes. Rosalie le ayudará en esa tarea donde terminan por caer muertos el resto de su grupo: solo se salva una pequeña india de unos 10 años. ¿A quién pertenece Montana, a los colonos o a los indios?

En la siguiente escena el capitán Block ya licenciado aparece vestido de civil en una estación de tren donde se despide de Rosalie y de la niña, pero al final…..

Los mitos no siempre acaban bien según nuestro criterio moralista de acabar bien, otros terminan de manera negativa para nuestros deseos. El héroe que busca asentar la cabeza y que parece encontrar al fin un lugar donde pertenecer puede ser en ultima instancia frustrado por las contingencias, y si quieres saber como termina la película, lo mejor es que la veas.

No te arrepentirás.

Confinados

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Pistas para sobrevivir a las pestes.

Ayer mientras oía el discurso de Pedro Sanchez en el congreso de los diputados me llamó la atención un argumento de los que utilizó: se refirió a la falacia retrospectiva que es más o menos la idea de que una vez que sucede algo es muy fácil criticar a los que ya advirtieron o aconsejaron otras medidas . El “ya te lo dije yo, pero no me hicisteis caso” es una forma de pensamiento contrafactual que es muy robusto cuando las cosas ya han sucedido, es verdad pero Pedro Sanchez eludía así su negligencia al haber banalizado desde el primer momento las medidas que nunca se tomaron para intentar minimizar el contagio cuando ya teníamos muy cerca el caso de Italia. Y se seguía hablando de “como una gripe”, algo que ha dado lugar a la emergencia de un neologismo en las redes: el sologripismo.

Por no hacer, ni siquiera se hizo un recuento de necesidades que en caso de urgencia deberían haberse puesto a disposición del publico en general o de los sanitarios y policías en particular. Me refiero al extraño caso de las mascarillas y jabones desinfectantes. ¿Por qué nadie pensó en esas necesidades de primer orden? ¿Y si alguien lo pensó por qué nadie les hizo caso? ¿Eran escandalizadores profesionales?

Pero en realidad todos los gobiernos funcionan así de mal pues la democracia es el gobierno de los torpes. Es mentira que los ciudadanos seamos la prioridad en estas crisis sanitarias. La prioridad es la economía. Siempre. Solo así se explica que el alcalde de Valencia mantuviera todo el despliegue pre-fallero con mascletàs, paellas multitudinarias y “cridàs” como todos los años, convocando a gran cantidad de publico que -ajeno a lo que se venia encima- acudieron a la cita. Lo mismo sucedió con el futbol valenciano que ajeno a las circunstancias permitieron la ida y vuelta del partido contra el Atalanta de Bergamo, la zona 0 del contagio en Italia. Mucho se ha hablado de la permisividad con el 8-M o con la cita de Abascal en Vistaalegre pero la cantidad de eventos multitudinarios permitidos en España mientras el virus hacia de las suyas es demasiado largo para evocarlo.

Lo cierto es que aunque Pedro Sanchez despejara balones hubo una negligencia no solo por parte de su gobierno sino de alcaldes, presidentes regionales y otros, por no hablar de la información diaria y contradictoria de Fernando Simón, el señor del jersey.

Un ejercicio contrafactual positivo sería este: ¿Qué hubiera sucedido si se hubieran suspendido los vuelos con Italia, se hubieran suspendido las manifestaciones, se hubiera bloqueado Madrid impidiendo los viajes a la costa mediterránea o de vascongados huyendo a Cantabria de cientos de personas en busca de su segunda vivienda como en el Decamerón.

No lo sabemos, pero lo cierto es que esta lógica del bloqueo se llevó a cabo en Igualada y en Haro y parece que se trató de una estrategia con éxito. Lo que nos permite especular que bloquear Madrid o Vitoria hubiera sido una buena idea, tanto por carretera como por ferrocarril, demasiada gente ha entrado y salido de la capital de España y siguen haciéndolo, también en Vascongadas.

A cambio de no bloquear Madrid (que es el principal foco) se ha metido en casa a toda la población. Estamos confinados y de eso va este post: del confinamiento.

En realidad la estrategia epidemiológica va dirigida a evitar el bloqueo del sistema sanitario y no tanto a impedir muertes, pues bloquear el sistema sanitario sería un desastre de características imprevisibles. ¿Qué estará sucediendo ya con las otras enfermedades que se atienden en los Hospitales? ¿Seguirán tratándose los infartos, los ictus, las fracturas, las urgencias quirúrgicas, etc? No cabe duda de que si pero precisamente uno de los efectos de la epidemia es que todas estas patologías del día a día han pasado a un segundo plano. ¿Habrá cierta dejadez y negligencia en detectar a estos enfermos tal y como se venia haciendo? ¿O habrá un abandono o retraso en los diagnósticos por otras razones ajenas al coronavirus?

De esta opinión es John Ionannidis: habrá un cierto numero de fallecidos que morirán por otras causas y cuya causa de defunción será atribuida al coronavirus sin hablar de la comorbilidad con otros virus o bacterias. Ionnanidis es uno de los epidemiólogos que más saben sobre el coronavirus y su familia y recientemente ha escrito un articulo muy interesante que os dejo aquí. Esto no significa que Ionnanidis tenga razón, en realidad si hay tantas opiniones sobre este asunto es porque nos falta información. No significa que se nos oculte información, es mucho más simple: ignorancia. Por ejemplo, no sabemos si el confinamiento logrará aplanar la curva de contagios y por tanto aliviar la presión sanitaria en los Hospitales. NI si conseguirá disminuir las muertes. Tampoco sabemos si esa curva seguirá una progresión geométrica o se detendrá. No lo sabemos. Tampoco sabemos si dejará inmunidad de grupo, si desaparecerá con el calor o si volverá en otoño.

El gato y el elefante.-

Hubo una vez un elefante al que un gato comenzó a arañar en una pata, para librarse de él el elefante comenzó a correr sin caer en la cuenta de que había un precipicio cerca, y acabó precipitándose en él.

Se trata la metáfora que utiliza Ionnanidis para explicar el viejo adagio de que el remedio puede ser peor que la enfermedad, o de que algunos remedios no aseguran el fin de la enfermedad sino que añaden nuevos efectos secundarios con los que no contábamos. Para que los políticos digan que no los advertimos me propongo ahora -aunque no soy epidemiólogo sino psiquiatra- comenzar a predecir ciertos efectos colaterales que por desgracia ya estamos viendo a pesar de que llevamos solo 6 días de confinamiento.

Y ahora estamos en plena fase de sobreactuación. Porque:

El confinamiento no puede durar mucho tiempo sin que se produzcan nuevos efectos colaterales.

Ioannidis enciende la alerta: “Una de las líneas de fondo es que no sabemos cuánto tiempo se pueden mantener las medidas de distanciamiento social y los confinamientos en el domicilio sin mayores consecuencias para la economía, la sociedad y la salud mental. Pueden surgir evoluciones impredecibles, incluyendo crisis financiera, disturbios, conflictos civiles, guerra y un colapso del tejido social. Como mínimo, necesitamos datos de prevalencia e incidencia imparciales para la carga infecciosa en evolución para guiar la toma de decisiones”.

Se me ocurren alguno de estos efectos colaterales sin mencionar los económicos que van a ser devastadores, me refiero a los otros, esos intangibles:

1.- Las residencias de ancianos y personal penitenciario.-

Si hay algo que sabemos es que la población más vulnerable son los ancianos y es obvio decir que los ancianos ingresados en Residencias no están confinados sino sometidos a un régimen de exposición entre unos y otros, junto con el personal tratante y las visitas. Dicho de otro modo, los ancianos no han sido confinados sino que viven en unas condiciones de socialización similares a las de los presos, un grupo demográfico que presenta el mismo riesgo que ellos.

De hecho no deja de ser paradigmático que las mayores cifras de defunciones se hayan dado en las residencias de ancianos. Madrid, Tomelloso y Torrent.

2.- Los niños.-

Los niños pequeños son una población poco vulnerable al virus y probablemente sean un reservorio para anticuerpos del mismo (si crea anticuerpos que tampoco lo sabemos) pero lo cierto es que el efecto del confinamiento en los niños puede ser letal para ellos. Mi nieto de 2 años sabe que algo está pasando porque le hemos cambiado su rutina y no hace más que nombrar a sus amigos de guardería, se encuentra tristón, no entiende porque no puede bajar a la calle, dar un paseo o tomar el sol y el aire. Esta restricción en los niños afecta sobre todo a su socialización y es muy probable que lo sientan como una perdida. nadie ha pensado en ellos a la hora de planificar estas medidas extraordinarias y no acabo de comprender porque no pueden bajar al jardín o ir al parque pero si los perros (una de las decisiones mas kafkianas de nuestro gobierno). Dirán que porque pueden contagiar a otros, pero en mi opinión va a ser inevitable ahora o más tarde que los niños se contagien en las guarderías o en los colegios y contagien a los adultos, debe ser por eso que Boris Johnson aun no ha cerrado las guarderías ni los colegios aunque es probable que lo haga a ciegas debido al incremento de casos en UK.

Boris Johnson optó en principio por la estrategia punk  o darwiniana aunque parece que ya ha desistido y ha optado por la opción sensata, es decir por la sobreactuación.

En cualquier caso nadie sabe si mantener las guarderías y colegios de primaria abiertos tendría o no alguna influencia en los contagios y la letalidad del virus. Simplemente se sobreactua sin tener toda la información.

Andar solo por la calle.-

Tampoco entiendo que se haya prohibido deambular por la calle aun andando solo, o bien correr o ir en bicicleta. Hacer algo de deporte es un buen protector contra los efectos negativos del confinamiento y no encuentro ninguna razón para prohibirlo. Hay que recordar que el vector del contagio es de persona a persona y que por tanto y más allá de prohibir los eventos sociales o las acumulaciones de personas en lugares cerrados el resto de medidas no tienen demasiado sentido. Al fin y al cabo los supermercados son un lugar tan peligroso para el contagio como el bar al que acudimos a tomarnos un café.

Ir en coche pero solo una persona es otra estúpida idea puesto que convivo con mi esposa en casa pero se me prohibe ir con mi esposa con el coche para desplazarme a comprar enseres. Ahora vamos de uno en uno a sabiendas de que es absurdo.

Los enfermos mentales y los dependientes.-

¿Alguien ha pensado qué hacer con los enfermos mentales de hoy y los que emergerán en el futuro a causa de este confinamiento? Los efectos sobre la salud mental de la desocialización y del miedo, la soledad y el desamparo son tan notables como el mismo riesgo de infección y aun más. Aqui teneis un buen articulo sobre el impacto del coronavirus en la población general pero no habla de los pacientes mentales graves, una población muy susceptible de la que nadie habla.

Con respecto a los dependientes nadie habla de que la mayoría de ellos dependen de cuidadores a los que les resulta difícil acceder a sus domicilios. Todos tienen miedo a ser detenidos o multados pro la policía. ¿Cuantos dependientes han dejado de ser asistidos por el personal adecuado durante este periodo (ya van 5 dias) de aislamiento?

Españoles apresados en otros países.-

¿Existe ya algún plan para repatriar a los españoles que han quedado atrapados en otros países o se les va a dejar a su suerte? Incluso niños en Canada han quedado atrapados en sus viajes de intercambio cultural.

El cierre radical de fronteras en mi opinión es otro ejemplo de sobreactuación: no se cierra Madrid pero se cierra la frontera de Galicia, o Extremadura con Portugal a pesar de tener muy pocos casos. Solo las fronteras aeronáuticas con China, Irán o Italia debieron ser cerradas a su tiempo y permanecer cerradas mientras dure la crisis sanitaria.

En conclusión.-

Mi pueblo es un pueblo de la provincia de Castellón de unos 5000 habitantes, no hay un solo caso y está todo cerrado. Todos están confinados. ¿Tiene esto algún sentido?

Mi opinión es que el confinamiento de la población en sus casas se ha llevado a cabo para no cerrar las fronteras terrestres de Madrid, el verdadero foco de la expansión del virus y porque se supone que es la mejor forma de salvaguardar el sistema de salud pero esto no está demostrado. ¿Qué pasará si el sistema colapsa a pesar del confinamiento?

Y en cualquier caso ¿Cuanto tiempo se podrá mantener tal confinamiento sin dar paso a una revuelta en las calles, saqueos, manifestaciones o simplemente transgresiones de la prohibición?

¿No hubiera sido mejor obligar a llevar mascarilla o guantes para salir de casa evitando en cualquier caso las reuniones de personas?. ¿No deberíamos poder llevar a los niños al parque?

Ah, es que no había mascarillas para todos.

Dice Jesus Maestro: El verdadero talento no consiste en diseñar la intención del virus sino la de gestionar sus consecuencias. Lo que significa:

Que poco importa el origen del virus, si es de diseño o natural, si procede del murciélago o del pescado, si tenemos la misma cepa de China u otra, de si USA o algún poder secreto quiere cambiarnos la vida para implantarnos un chip para espiarnos mejor, de si la vacuna procederá de China, Alemania o USA. Lo que importa es cómo manejamos la situación una vez que se declarara y lo cierto es que por el momento nuestro gobierno ha cometido, más que errores, negligencias y que ahora en su sobreactuación tiene otro problema. Porque:

Una vez todos confinados qué harán para sacarnos de casa.

Más allá de lo siniestro

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Freud escribió en 1919 uno sus ensayos más literarios y que hoy consideraríamos como critica cultural más que ciencia pura y dura. Tituló a este ensayo como “Umheinlich” que ha sido traducido como “lo siniestro” o “lo ominoso”aunque en realidad debería llamarse “fuera de casa”. Se trata de una vivencia contradictoria donde lo extraño se nos presenta como conocido y lo conocido como extraño.

Se trata de fenómenos relacionados con la psicopatología y también con la neurología aunque pueden ser experiencias normales si bien fuera de lo común. Está relacionado con el doble, que en su versión más radical encontramos en el delirio de Capgras, el conocido como delirio del doble, pero también con su opuesto: el síndrome de Frégoli donde cualquier cosa extraña nos resulta familiar y como no en esos fenómenos normales que algunos niños presentan en forma del amigo invisible con el que se mantienen conversaciones sobre temas diversos.

Para Freud la ilusión del doble es un subproducto de la escisión del Yo que se lleva a cabo con la escisión fundacional de nuestra especie, donde el Yo, da lugar a derivados morales como el Superyó: el heredero del complejo de Edipo. Así en cada uno de nosotros habita un doble separado de la conciencia mediante la represión: el doble seria la parte rechazada de nosotros mismos.

Un rechazo que nos puede llevar a entender el tema de la oikofobia, que es el repudio de lo familiar, de lo conocido y su reemplazo por afinidades exóticas, distintas. Lo diferente es celebrado como propio al tiempo que lo propio, la misma cultura, la misma identificación que procede de lo próximo es desplazada y repudiada. La oikofobia es el núcleo causal de la manía viajera y como no de la radical fuga disociativa, del gusto por las culturas exóticas, de ese viaje continuo que es en realidad una forma de viaje eterno: una forma de escape y repudio de lo propio. Se supone que ambos destinos proceden del mismo núcleo conflictual: la escisión del Yo en dos partes, una de las cuales se mantiene como perseguidora de la otra. Es bien sabido que los paranoicos cambian mucho de domicilio e incluso de ciudad.

Recientemente Mark Fisher ha escrito un libro donde aborda precisamente este tema para ampliarlo, a través de dos conceptos adyacentes: lo raro y lo espeluznante, a través de un viaje muy interesante por películas de cine y obras literarias, un material del que no dispuso Freud. Freud nunca conoció a Hicthcock, ni a sus pájaros.

El ensayo de Freud ha tenido mucha influencia en la narrativa del terror y la ciencia ficción, con su definiciones del doble y la repetición compulsiva que parecen explicar en el ensayo de Freud todos los fenómenos siniestros. Sin duda -afirma Fischer- lo raro y lo espeluznante comparten con lo siniestro algunas propiedades: son modos narrativos similares a los cinematográficos, modos de percepción y apercepción, es decir modos de ser. La diferencia entre lo raro y lo espeluznante es su forma de lidiar con lo siniestro. Ya he dicho que lo siniestro es el tratamiento de lo familiar como extraño, es decir la manera en que el mundo doméstico no coincide -no es compatible- con uno mismo y que lleva al extrañamiento de muchas de las nociones que tenemos sobre la familia y de los recuerdos. En realidad en este sentido el psicoanálisis es un genero siniestro en tanto que se persigue una exterioridad a la que se le dan vueltas para transformarlo en algo familiar. De lo que se trata es de hacer coincidir lo desconocido con lo inconsciente que es el otro desconocido y que por estar en nuestro interior debería ser reconocido como propio. Una interpretación psicoanalítica es una forma de reconocer lo propio en lo que el paciente siente como ajeno, como alienado, como algo que simplemente sucede. ¿No es el inconsciente una entidad que gobierna nuestra vida pero que es desconocida para nuestra conciencia?

Lo raro y lo espeluznante actúan a la inversa: nos permiten ver lo interior desde la perspectiva exterior. Lo raro es aquello que no debería estar allí. Y en este sentido los sueños representan a lo raro: esta noche sin ir mas lejos he soñado que estaba en una ciudad que no identifico (que no conozco) volviendo a estudiar medicina junto con unas personas de mi pasado que no tienen ninguna relación con mi biografía estudiantil y que no deberían estar allí, pues no forman parte de mis recuerdos de esa época. Son una compañía -en este sentido- rara.

Lo raro trae al dominio de lo familiar algo que por lo general está más allá de esos dominios y que no se puede reconciliar con lo doméstico. Es por eso que los sueños, el inconsciente y la muerte no pueden naturalizarse y se libran así de cualquier forma de familiaridad.

Lo espeluznante también está relacionado con lo exterior, no hay que confundir lo espeluzanante con lo terrorífico, hallamos lo espeluznante en paisajes parcialmente desprovistos de lo humano. Las ruinas, las calles desiertas (como ahora sucede por la epidemia del coronavirus), Stonehenge es un magnifico ejemplo de lo espeluznante. ¿Pues qué tuvo que suceder para causar aquellas ruinas, aquella desaparición?¿Para qué se construyó Stonehenge o los gigantes de la isla de Pascua?.

Dicho de otro modo, lo espeluznante está ligado a la naturaleza que provocó la acción. ¿Qué clase de agente operó?, ¿pues si no somos lo que creemos ser qué somos en realidad?

o ¿Por qué hay algo cuando no debería haber nada?.

En suma: lo raro equivale a lo erróneo, a algo que no debería estar allí y que sugiere que estamos en presencia de algo nuevo (como un cisne negro) y que puede ser placentero si somos capaces de fundir lo placentero con el dolor en eso que Lacan llamo “goce”, mientras que lo espeluznante conlleva una desafección a nuestros vínculos actuales pero no es capaz de sorprendernos, pensemos en ese silencio sepulcral que podemos sentir en el interior de una Iglesia desierta. Algo que explica su atractivo y por qué nos gustan tanto esas narraciones pues lo espeluznante es en realidad una experiencia estética: sugiero que el lector lea “La piel fría de Alberto Sanchez Piñol, una novela sobre el amor transhumano que es efectivamente espeluzanante a la vez que una novela muy bella.

La sensación de lo espeluznante es diferente a lo raro: pensemos en una oposición entre ausencia y presencia. En lo raro hay una presencia, una presencia que no encaja. Lo espeluznante se constituye por por una falta de ausencia o por una falta de presencia. En este caso en la novela de Albert Sanchez es la falta de condición humana de Aneris (la criatura marina protagonista) la que representa esta ausencia, de ahí la sensación espeluznante o escalofriante. Una sensación que surge cuando hay una presencia donde no debiera haber nada o si no hay nada cuando debería haber algo.

Daphne du Morier fue una escritora inglesa clave para comprender este concepto de “lo espeluznante”. Entre sus cuentos cortos destaca “los pájaros” bien conocida por todos aun que sea por la película que llevó a cabo el genio del suspense Alfred Hitchcock. Si bien la película carece de los elementos que hacen del cuento su entorno más lugubre: no es lo mismo la soleada California que la húmeda Cornualles. Hichcock ademas aprovecha para mostrarnos sus fetiches (las rubias) en una banal historia de amor que no se encuentra en el cuento original sino la supervivencia de una familia ante el ataque de los pájaros.

Un pájaro no tiene nada de espeluznante, es algo casi doméstico, familiar, sin embargo el ataque perpetrado por todo un reino de pájaros que parecen haberse puesto de acuerdo para atacar a la humanidad tiene algo de espeluznante, pues el horror no radica en los pájaros mismos sino en la desconocida entidad que los dirige, algo ausente. Algo parecido sucede con la epidemia actual de coronavirus. Nadie ha visto nunca un virus ni sabemos qué propósitos tienen: es absolutamente humano – nuestro pensamiento causal lineal- que especulemos sobre qué entidades diseñaron ese virus y qué pretenden conseguir. Cualquier cosa menos admitir que el virus actual es el producto de la evolución natural de esos trocitos de material genético escapado de ciertas células que ni están vivos ni están muertos solo que necesitan células vivas para replicarse.

La película de Hitchcock sin embargo tiene un final suspendido. No parece que la voluntad de los pájaros vaya a torcerse del mismo modo que en el cuento de Du Morier. la familia se encierra en casa y espera que el gobierno disponga lo necesario para el rescate. pero ya no hay gobierno y nadie vendrá en su rescate.

Su confianza era ilusoria.

 

Trastornos del deseo estético (I)

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Cuando descubrí este libro de Camilla Plaglia que habla de “las personas del sexo”, es decir de la diversidad de formas que adopta la sexualidad humana mi idea sobre algunas cuestiones cambió y cambió no solo política sino también epistemológicamente y en relación con la Psiquiatría, mi especialidad y su forma de clasificar centrada en el modelo biomédico. Sobre Camilla Plaglia ya había escrito un post anterior si bien me dediqué sobre todo a alabar ciertas ideas criticas en torno a la idea del feminismo actual del que la Plaglia es una enemiga irredenta.

En realidad el libro de Plaglia es una exploración de una dialéctica eterna: lo masculino y lo femenino a través de la historia del arte. La novedad que aporta Plaglia es que no se trata tanto de una guerra entre los sexos, sino de una guerra entre las ideas sobre lo bello: lo apolíneo, es decir lo aéreo, el pensamiento, el Logos, lo cultural versus lo dionisíaco, lo ctónico, lo terrenal, lo natural. El eterno conflicto entre naturaleza y cultura, pues no debemos olvidar que -tal y como dice Plaglia- la naturaleza es fascista y la cultura llegó para liberar al hombre de su tiranía.

Nuestra tarea no es otra sino socavar el poder de la Gran Madre

Erich Neumann

En un post anterior que titulé el ojo y el laberinto ya abordé algunos aspectos de esta gran obra que es “sexual personae“. Pues el ojo aparece cuando aparece el concepto de belleza, cuando aparece el ideal, cuando aparece lo artístico cuya función no es imitar la naturaleza sino redimirnos de su influjo; mientras que el laberinto es una metáfora del útero, allí donde habitan monstruos devoradores, una ciénaga oscura relacionada con el misterio de la maternidad, con el misterio de la mujer. Allí solo se aventuran héroes determinados como Teseo buscando ese centro donde habita el Minotauro para liberar al pueblo de esa tiranía: la tiranía de lo femenino primigenio, Ariadna ayuda a mantener el ovillo para que Teseo -después de terminar su tarea- pueda volver a la superficie.

Como ejemplo de los muchos que da Plaglia en su obra os dejaré el recuerdo de dos obras maestras del Renacimiento: dos formas de ver a David, una de Donatello y otra de Miguel Angel dos homosexuales con distinta forma de entender la belleza. La primera afeminada, casi una drag queen, la segunda hipervaronil: dos idealizaciones de la belleza masculina, la que interesó a los artistas de esa época, fascinados por el poder de la belleza del andrógino, más evidente en Boticelli y Leonardo da Vinci.

Las cuatro formas de enloquecer.-

Las enfermedades-trastornos y condiciones mentales EMT en lo sucesivo) pueden clasificarse en dos ejes, al eje vertical le llamaremos eje de la reflexión con el individualismo-colectivismo en sus extremos. Al eje horizontal le llamaremos eje de la socialización con el egoísmo-altruismo en sus extremos. De la intersección entre ambos nos saldrán cuatro cuadrantes.

En el cuadrante primero se encuentran las enfermedades-trastornos o condiciones que están relacionadas con lo cognitivo (como la esquizofenia, la paranoia y el TOC), en el cuadrante segundo las que están relacionadas con lo afectivo (como la melancolia y el trastorno bipolar). En el cuadrante cuatro las que lo están con lo moral (como las psicopatías, el crimen y las parafilias) y en el tres las enfermedades-trastornos o condiciones que están relacionados con lo estético.

Enfermedades (ETC) estéticas.- 

Naturalmente no me estoy refiriendo a este tipo de enfermedades que en cualquier caso no son disfuncionales ni peligrosas para la vida: su relación con lo psicológico se encuentra en cualquier caso porque son señales que pueden operar como estigmas para el niño en relación con su grupo. Su indicación quirúrgica se relaciona más bien con “los complejos” que dichas manifestaciones pueden adoptar sobre todo en adolescentes, en esa época donde la aceptación del grupo es de vida o muerte para el niño.

La linea divisoria que separa lo realmente necesario de la hipercirugía es algo que los cirujanos estéticos conocen muy bien y que es difícil de establecer. Concretamente en España para que la seguridad social corra con los gastos de este tipo de intervenciones reparadoras es necesario que venga acreditado por un psicólogo público que deberá establecer el grado de disfunción psicológica que esta característica puede aportar.

En cualquier caso no me refiero a este tipo de enfermedades donde es comprensible la indicación quirúrgica, sino que me refiero a aquellas enfermedades donde la disconformidad con el cuerpo venga a señalar un pensamiento obsesivo o en cualquier caso sobrevalorado sobre un defecto que opera como un atractor que excluye cualquier otra consideración como vemos en la anorexia mental, la bulimia nerviosa o en la dismorfofobia.

Pero no sólo la anorexia mental es una enfermedad estética -aunque existen también formas de anorexia mental que estarían más relacionadas con el cuadrante 4 (enfermedades morales) o incluso formas psicóticas que se emplazarían en el cuadrante 1.

Pero la anorexia mental no es la única condición patológica de este cuadrante: tenemos la ortorexia, la tanorexia y la vigorexia: obsesiones que no están relacionadas con la delgadez sino con una alimentación sana, u ortorexia (relacionados algunos casos con el cuadrante moral), la tanorexia con el bronceado o la vigorexia con la musculación. En mi opinión todas estas enfermedades que suelen clasificarse como trastornos alimentarios o adicciones son en realidad trastornos del deseo estético.

El David viril de Miguel Angel
El David afeminado de Donatello

Hay un enigma que -en relación con esta cuestión- siempre me ha interesado y es saber porqué la delgadez es -en nuestro tiempo- un valor tan querido y apreciado. Lo cierto es que no conozco a ninguna mujer que no haya iniciado alguna vez en su vida una dieta para adelgazar, bien de forma reglada o bien de forma salvaje, con esas dietas que la publicidad anuncia cada cierto tiempo (ante la proximidad del verano o después de Navidad) para perder esos kilos de más que se insertaron en nuestro abdomen. Tampoco conozco a ninguna mujer que no se reconozca algún defecto físico, “esas pistoleras”, abdomen, caderas o piernas demasiado gruesas. Podrá decirse que las mujeres buscan la delgadez para ser atractivas, lo cual no es sino un argumento tautológico, pues ¿qué tiene que ver el atractivo con la delgadez? o ¿por qué la delgadez es atractiva?.

Lo cierto es que la delgadez tiene poco que ver con la femineidad. La femineidad es redondez, grasa, acuosa y terrenal; la femineidad no tiene nada que ver con la delgadez: la mujer es tierra y agua y su destino es estar siempre hinchada en virtud de su ciclo lunar. La delgadez tiene que ver con lo apolíneo, es decir con el concepto de belleza apolíneo que en el caso de la mujer reproduce “lo andrógino”, esos cuerpos altos delgados, largas piernas, sin tetas, con esa mirada que nada ve (un ojo que niega la belleza), con ese semblante inexpresivo de las modelos de pasarela, al borde de la inanición. Nada que ver con la femineidad sino con el modelo que propone la cultura en estos momentos y que es la igualación de los sexos en el arte y que alcanza a todos los terrenos.

La igualación de los sexos está relacionada con la sexuación cerebral y significa que la evolución y sus correlatos culturales tironean para la igualación de los cerebros masculinos y femeninos a través de la neotenia y la domesticación. Es verdad que cada vez más podemos observar mujeres tan competentes o tan estúpidas como los hombres. Todos parece indicar que nos dirigimos hacia un balanceo de los cerebros tal y como pronosticó Baron-Cohen (cerebros tipo B), y que el arte no es más que un adelanto de este proceso que ya estamos comenzando a vislumbrar. Y que debe más a Coco Chanel que a todo el movimiento feminista en bloque pues es casi imposible pensar en una liberación del cuerpo de la mujer mientras vistió refajos. Es por eso que las niñas de mi infancia parecían mas torpes y más tontas que los niños. Bastó darles una educación similar a la nuestra para que empezaran a desarrollar habilidades que se les suponían negadas. No me refiero solo a las intelectuales sino sobre todo a las motóricas, atléticas y por que no a la conducción de automóviles. ¿Alguien recuerda cuando los hombres pensaban que las mujeres no aprenderían nunca a conducir? ¿Y como ellas les daban la razón en su torpeza?

Ahora bien: la igualación de los cerebros aun no ha terminado y tampoco podemos asegurar que se trate de un movimiento con esa finalidad. No tiene nada de teleológico, todo puede detenerse e incluso retrotraerse en función de los espíritus (zeitgeist) de cada tiempo sin contar con los grandes intereses económicos de cada tiempo. Lo cierto es que aun en las mujeres existe una profunda e intensa pulsión a mostrarse y a ser atractiva para el sexo contrario. Hoy es la delgadez o la musculación pero mañana Rubens puede volver a aparecer con sus obesidades mórbidas como canon de la belleza.

La delgadez es pues el atractor de la belleza femenina de nuestro tiempo. ¿Pero entonces cómo explicar los casos extremos, es decir la inanición esquelética de la anorexia mental? ¿Qué tiene de atractivo estar en los huesos?

Close to the edge.-

Close to the edge (Al borde del abismo) no es solo un albúm de Yes que merece ser considerado como una de las mejores obras del rock sinfónico. Es también una teoría de Randolph Nesse que viene a decir que un rasgo cualquiera, como por ejemplo la búsqueda de delgadez puede ser adaptativo en un lugar e inadaptativo en otro lugar, en esas personas que se caen por el precipicio cuando andan por el borde, como esas que caen a un barranco tratándose de hacerse un selfie.

Los individuos mejor adaptados estarían en el medio, en la línea de puntos, donde todos tendrían buena adaptación y salud, mientras que en la línea continua hay ya muchos individuos en riesgo de precipitarse.

Hacerse un selfie no es patológico pero ponerse en riesgo por hacerlo puede tener consecuencias catastróficas cuando uno no toma las precauciones necesarias y hay personas que se caen y que suelen pertenecer a ese grupo de personas que andan cerca de los precipicios. Dicho de una manera más comprensible: esos que se pasan de frenada o como dicen los anglosajones los que van más allá (runaway). Del mismo modo: hacer una dieta no es peligroso pero todas las pacientes anoréxicas comenzaron con una dieta que las indujo a caer por el abismo.

Referencia:
Randolph Nesse. Good Reasons for Bad feelings. Una adaptación de la parte del libro donde trata esto la teneis en este artículo de Psychology Today

¿Cómo evolucionará la pandemia?

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Hoy iba a seguir con mi serie sobre las enfermedades estéticas que inicié en mi último post pero la actualidad manda.

Y en este post voy a intentar que se comprendan algunas ideas de como evolucionan los sistemas abiertos y no cabe duda de que la pandemia puede ser vista como un asunto sistémico.

La población general y en este sentido puede dividirse en cuatro subpoblaciones: los sanos, los contagiados, los enfermos y los fallecidos.

Lo importante es caer en la cuenta de que los que fallecen proceden de los contagiados que a su vez pueden contagiarse bien de otro contagiado o enfermo o bien de alguien tambéen contagiado pero asintomático.

El asunto es un poco más complicado porque muchos fallecidos pueden haberlo hecho por otras causas o bien por causas comórbidas pero vamos a operar sobre un sistema ideal. Un sistema en el que todos los fallecidos lo sean por causa del coronavirus y que sepamos a ciencia cierta cuantos contagiados existen en una comunidad dada.

Naturalmente no sabemos cuantos contagiados hay, puesto que no se han hecho controles masivos, es por eso que los 1000 muertos de ayer nos parece una cifra estadísticamente exagerada pero no sabemos cuantos contagiados hay, de modo que lo previsible es que haya 10 veces más de lo que dicen las cifras oficiales. Dicho de otra manera: las cifras de contagiados son irreales. Cuando estos tests se hagan masivos las cifras de fallecidos disminuirán. Veamos una comparativa entre nuestro país y Corea del Sur.

En este gráfico podemos ver como nuestras autoridades llegaron tarde a las medidas de contención y más: se equivocaron a la hora de disponer las medidas concretas necesarias para contener la epidemia. Por eso estamos todos confinados y la economía suspendida.

Hay dos formas de curar esta infección, una es la vacuna que tardará aún algunos meses y hay otra forma natural: obtener una inmunidad de grupo. Dicho de una forma más clara cuantos mas contagiados existan mejor y más pronto llegaremos a la inmunidad de grupo. Esto es lo paradójico: que el confinamiento salva efectivamente vidas (sobre todo las vidas de la población en riesgo) pero nuestra salvación colectiva vendrá del lado de la inmunidad de grupo.

Estamos en un sistema previsiblemente caotizado. Lo que significa que cuando las medidas de confinamiento se reduzcan vamos a seguir teniendo casos. Para entender qué sucede cuando un sistema se catotiza os llevaré hacia algunos post que escribí hace tiempo y que dejaré más abajo. Yo no soy epidemiólogo sino psiquiatra pero algo se de ciclicidad pues algunas enfermedades psiquiátricas son cíclicas como por ejemplo el trastorno bipolar, también algunas enfermedades neurológicas tienen fenómenos on-off como el Parkinson. Cuando un sistema se caotiza se hace cíclico y predecible y presenta fenómenos on-off. Después de los picos y cuando empiecen a disminuir los casos y las UVIS comiencen a detectar menos ingresos vamos a empezar a ver esto:

Es decir periodos de reagudización, periodos de silencio epidemiológico y vuelta a empezar. Es muy posible que estemos así hasta en año próximo o cuando el numero de contagiados sea lo suficientemente alto para disponer de una inmunidad de grupo o bien de una vacuna.

En este sentido mi recomendación para los meses siguientes sería la siguiente con un escalonamiento sensato:

1.- Paulatina incorporación de trabajadores sanos a sus empresas después de pasar los exámenes pertinentes. Abrir el tejido productivo lo más pronto posible.

2.- Mantener cerrados todos los entornos sociales como bares, restaurantes, cines, teatros, etc.

3.- Absoluto confinamiento de ancianos y personas de riesgo aunque no estén infectados. En estos casos el objetivo es conseguir que no se infecten

4.- Mascarilla obligatoria para ir por la calle o para ir a la compra.

5.-Abrir las guarderias y las escuelas de primaria. No de secundaria ni la universidad. Los niños no tienen riesgo para ellos mismos.

6.- Prohibidos los desplazamientos, viajes en tren, autobus, coche y avión y entre comunidades y de fin de semana. mantener los controles.

7.- Permitir salidas de adultos sanos para hacer deporte o pasear. De uno en uno y manteniendo la distancia social.

8.- Aislar y proteger a los sanitarios y evitar los contagios intrafamiliares. Si es necesario buscándoles alojamientos alternativos.

9.- Extender los PCR a toda la población.

10.- Mantener los dispositivos de hospitales de campaña hasta el año que viene.

11.- Traer todos los recursos que podamos comprar. Lo que sobre se regalará a otros paises que van más atrasados, es necesario recordar que se trata de una pandemia que afectará a todo el mundo y que no todos los países llevan el mismo ritmo.

Recomiendo leer estos post para saber más de cómo se caotiza un sistema:

Una simulación antropologica

Orden, bipolaridad y caos

¿Es el trastorno bipolar una adaptación climática?

Trastornos del deseo estético (II)

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Siguiendo mi anterior post me propongo ahora una ampliación de otros trastornos del deseo estético y recordaré que en cada uno de estos cuadrantes voy a integrar tanto las condiciones (no patológicas o maneras de ser), los trastornos propiamente dichos que no implican patología por sí mismos pero están muy cerca de ella y las enfermedades propiamente dichas que implican patología. En este caso la patología pivotaría alrededor de la idea de la belleza.

Pero antes de seguir adelante creo que son necesarias algunas aclaraciones sobre los ejes y los rótulos que les acompañan. Recordarán mis lectores que elegí dos ejes que configuran cuatro dimensiones en esta nosología que pretendo articular.

El primer eje al que llamé eje de la reflexión, decidí llamar individualismo y colectivismo a sus extremos. ¿Por qué estos rótulos?

Creo que la subjetividad humana oscila entre dos limites: por una parte una dimensión de subjetividad interna bien establecida desde la antigüedad: los humanos pensamos en primera persona, tenemos un nombre, un origen, somos “hijos de”, un periplo histórico y nos afectamos también de ese modo, de uno en uno. Pero la subjetividad humana ha sufrido grandes oscilaciones a lo largo del tiempo: no es lo mismo la subjetividad homérica que la subjetividad de San Agustin. En mi opinión el pensamiento cristiano ha sido el que más ha hecho por hacer crecer e hipertrofiar la subjetividad humana y lo ha hecho por medio de la noción de pecado. Solo el individuo puede pecar y cuando se peca se hace contra Dios no contra el rey o el prójimo sino contra la divinidad. El pecado es el origen de la subjetividad moderna al menos en nuestro entorno y es por eso que las culturas donde no existe esta condición de pecado no han desarrollado un individualismo tan robusto como el nuestro.

Suele decir y más ahora en época de la pandemia que los chinos son mucho más disciplinados que los europeos y es cierto pero es que ademas son mucho más conformistas y mucho más colectivistas que nosotros. Dicho de otra manera: no han desarrollado una idea robusta respecto a la responsabilidad o culpa individuales, simplemente se someten al dictamen de la mayoría con mayor facilidad que nosotros los europeos que estamos fascinados con la idea del libre albedrío, de que podemos elegir casi cualquier cosa.

Por contra las culturas más colectivistas -sean deístas o no deístas- como las culturas confucianas se regulan más en función de la vergüenza que de la culpa. la vergüenza que es una emoción fundamentalmente social pero orientada hacia afuera, hacia el qué dirán, algo que comparten tanto las culturas árabes como las asiáticas. Para un chino sería absurdo hablarle de malestar con el cuerpo, de esa disconformidad que aqueja a nuestras conciudadanas comunes lo cual no significa que la anorexia mental no exista en China aunque por lo que yo he visto en la clínica la anorexia en China parece que tiene otra evolución y otras motivaciones: más concretamente el suicidio. Sin embargo en nuestro entorno solo las anoréxicas más graves (melancólicas) evolucionan hacia el suicidio o la muerte por inanición.

Pero los chinos también pueden ser como nosotros egoístas o altruistas, criminales o sensibles, morales o inmorales pues la moralidad no es algo individual sino grupal como veremos más adelante. Es por eso que pensé en un esquema gráfico en abscisas i ordenadas e introduje ese eje de la socialización pues a socialización depende de otras variables distintas a las que en la cultura inscribe la subjetividad. La socialización depende de la crianza.

Una vez aclarados estos extremos sobre las razones por las que elegí esos rótulos estoy dispuesto a seguir dando por sentado que cualquiera de ellos podría ser cambiado por otros conceptos emparentados, por ejemplo el individualismo podría ser sustituido por la reflexividad o la identidad tal y como proponen otros autores si bien estos conceptos pueden ser vistos como una nueva vuelta de tuerca de la individualidad y el colectivismo podría ser sustituido por el gregarismo o la sobresocialización. Si bien este ultimo concepto de sobresocialización implica un mayor empeño de ingeniería social tal y como supone Kaczyinski.

“Algo más que un simple “exceso” cuantitativo de socialización y no puede darse espontáneamente salvo en pocos individuos. Se trata más bien de un tipo especial de socialización dirigido más a lo psicológico que a lo comportamental, razón por la cual es lícito pensar que estamos ante una estrategia cuidadosamente planificada e introducida en la sociedad. Este tipo de estrategias nos remiten más allá de la idea de ingeniería social, a la Escuela de Frankfurt, en la cual se dieron los primeros pasos hacia la reprogramación psicológica del individuo y el control del cambio actitudinal.

La sobresocialización puede definirse entonces como un proceso de re-condicionamiento psicológico que supone una re-educación o re-programación profunda (ya que alcanza el nivel subconsciente) y que implica cambios en la personalidad y la propia naturaleza psíquica del sujeto”.

Este concepto de “sobresocialización” es para mi clave en la comprensión de estas enfermedades estéticas de las que estoy hablando y si bien es cierto que determinadas patologías como la anorexia mental, o determinadas condiciones como la homosexualidad han existido siempre lo cierto es que estaban circunscritas a ciertos ámbitos relacionados con esa búsqueda del ideal estético que gobierna a estas poblaciones. La novedad de la época moderna es que estas búsquedas ya no son patrimonio de artistas, pensadores o filósofos sino del publico en general, es obvio que se han democratizado lo que viene a significar que se han extendido estas condiciones dando lugar a patologías concretas.

Por ejemplo la homosexualidad es una condición del gusto amoroso, que puede ser interpretada como una búsqueda estética de lo masculino (en la homosexualidad masculina) y tiene dos variantes tal y como introduje en el post anterior: la belleza según Donatello y la belleza según Miguel Angel, la primera afeminada, la segunda hipermasculina: ambas son una  búsqueda ideal del andrógino en un caso y del coloso en la otra. Esta búsqueda de modelos de belleza masculina es más probable que sucedan en tiempos de secularización más o menos manifiesta como el Renacimiento o la época actual donde la laicidad se ha consagrado como una opción sustitutoria de la religión. Como es sabido todas las religiones están en contra de la homosexualidad y lo están porque el homosexual esgrime una sexualidad incontrolable, no reproductiva y la religión como el Estado exigen deberes reproductivos a los individuos. Es de notar que la homosexualidad griega estaba tolerada porque no era absoluta, sino que se trataba de una actividad suplementaria al matrimonio y vinculada a la paideia.

El Renacimiento es una época -que se llama así- por una vuelta al clasicismo griego y es de notar que el clasicismo griego era profundamente misógino, la andróginia y la masculinidad eran los ideales culturales de esa época; apenas hay arte femenino o que revele la naturaleza femenina más allá de columnas como cariátides o diosas guerreras como Atenea. Sostener las columnas de la tierra o blandir el casco de la guerra son algunas de las formas que nos ha legado la cultura griega en relación a las mujeres. Algo mucho más evidente en el arte de Roma. El clasicismo representa sobre todo un ideal masculino.

Las que sostienen el mundo

Todo parece indicar que la desaparición de ideales femeninos o de franca misoginia correlaciona con la aparición de gustos amorosos de los hombres por los hombres y por el contrario cuando sucede el fenómeno contrario (androfobia) aparece una vuelta de lo pagano, de las deidades primitivas y de lo monstruoso.

La belleza y lo feo en el tiempo actual.-

Todos los autores que se han ocupado del tema están de acuerdo con la idea de que la secularización fue el inicio de cambios sutiles y otros groseros en la subjetividad humana. Es lógico puesto que la secularización implica un cambio en el fundamento de la subjetividad. Ya no se sostiene en la creencia en Dios, ni en una serie de normas a acatar o en un paraíso a alcanzar sino que ese fundamento externo, que es un fundamento no solo de la conducta y del pensamiento e ideales sino también un fundamento de sentido deja de operar y ha de ser sustituido por algo: las creencias o la ideología; otro tipo de ideales vinieron a sustituir a la idea de santidad o de santificación de la vida o simplemente a la idea de salvación. La subjetividad y sus equivalentes grupales (identitarios), clanes y camarillas cuando no sectas y tribus vinieron a tomar el relevo de la identidad individual.

Asistimos así a la tribalización de la identidad, a su gremialización.

Es en este contexto donde se inscriben algunos trastornos de la modernidad como los trastornos alimentarios: anorexia y bulimia sobre todo aunque con múltiples variaciones de condición sobre este tema relevante: la búsqueda de la belleza y cuando no se alcanza la fealdad como ideal, como algo a mostrar, como algo que provoque rechazo, asco o repulsión.

Trastornos del deseo estético (III)

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Recordaré a mis lectores que estamos hablando de los CTE que se encuentran en el tercer cuadrante, entre los extremos del colectivismo o gregarismo que habíamos identificado con la sobresocialización y el otro extremo que definimos como altruismo.

En realidad el altruismo es una condición de orientación socializante que tiene mucho que ver con la teoría de la mente (ToM) y con la empatía y a veces con la generosidad.

La empatía es un sentimiento mediante el cual somos capaces de inferir (como hacemos con la ToM) e identificar-nos con los estados mentales de los demás y a hacerlo desde dentro, es decir desde las entrañas, es por eso que empatizar con alguien es llegar a sentir lo mismo que ese alguien, lo cual es bastante utópico si se plantea de forma radical, hemos de tomarlo pues como algo aproximativo. Cuando nos sentimos tristes por alguien que ha perdido a un familiar y le acompañamos en su dolor en un funeral, se sobreentiende que no sentimos lo mismo ni con la misma intensidad que él, pero podemos entender como se siente porque nosotros hemos pasado o pasaremos por la misma situación. Es pues un sentimiento “como si”.

No cabe duda de que entre nosotros, la empatía es un sentimiento muy valorado y que se encuentra relacionada con aspectos éticos, emocionales pero sobre todo sociales de nuestro comportamiento. Solemos pensar que la falta de empatía es propia de los psicópatas o degenerados y solemos creer que el mundo necesita de una mayor empatía para neutralizar el sufrimiento de muchas personas abandonadas a su suerte , bien por las guerras, bien por la pobreza o bien por otras causas. Tampoco cabe ninguna duda de que hay personas que nos dan  testimonio práctico de su empatía cuando militan en organizaciones dedicadas a salvar náufragos del mar y traerlos a nuestras costas, llevar medicinas o comida allí donde se necesita u organizar esos campamentos donde se hacinan miles de refugiados. ¿Hay alguien que pueda estar en contra de estos actos de solidaridad?

La verdad es que pocos de nosotros encontraremos razones para estar en contra de estas actividades casi siempre calificadas de heroicas o al menos humanísticas. Lo cierto -sin embargo- es que la mayor parte de nosotros no lo hacemos. ¿Es por qué somos egoístas o porque nos falta empatía?

La verdad del asunto es que tal y como dice Bloom, al mundo no le falta empatía sino que le sobra. La mayor parte de estos filántropos son hiper-empáticos (descarto a aquellos profesionales que cobran por su actividad), no cabe duda de que -aparentemente, al menos- son mucho más morales que el termino medio de los europeos. Y lo cierto es que la empatía contiene ciertas sombras que conviene aclarar.

En realidad la empatía es un sentimiento al que le podemos seguir una pista evolutiva: emergió para comprender mejor las necesidades de los nuestros , es por así decir un sentimiento nepotista y etnocéntrico. El caso más radical de empatía es la madre puerpera. Ella sabe, conoce o intuye las necesidades de su bebé que no puede verbalizar lo que quiere y solo puede expresarse con el llanto. basta contemplar a una madre en interacción con su bebé para aceptar axiomáticamente que existe algo innato en ese reconocimiento. Los padres también son capaces de empatía pero a un menor nivel que las madres y por supuesto todos somos capaces de sentir empatía por los miembros de nuestra familia y mucho menos o nada por los extraños.

La neurociencia -en su afán reduccionista- y a partir de ciertos estudios en animales ha identificado a la empatía con una hormona: la oxitocina. Son muy interesantes en este sentido los hallazgos de Carsten de Dreu que vino a demostrar en humanos que la oxitocina no solamente es una hormona del apego sino de ciertas formas de apego: favorece el apego entre los “nuestros” pero nada en el apego a los otros. Lo que demuestra que es una hormona afiliativa pero etnocéntrica, pues evolucionó para defender nuestro territorio y nuestra familia frente a las amenazas externas.

De manera que las muestras de empatía “mundocéntrica” o globalista son en realidad sospechosas. No es posible pensar en una empatía que alcance a todos los seres humanos. Estamos diseñados para vivir en entornos de unos pocos individuos relacionados entre si por vínculos de familiaridad y nuestra empatía evolucionó para favorecer a estos individuos y no a otros.

Un testimonio muy interesante es el de Rebeca Sommers del que escribí aqui.

Lo que dice Paul Bloom sobre la cara oculta de la empatía es:

La empatía, además, está sesgada y suele limitarse además a nuestro grupo. Es más fácil que ayudemos a gente guapa o de nuestra etnia o país. La empatía es estrecha, dice Bloom. Lo tenemos muy difícil para que un seguidor del Betis empatice con la suerte de los del Sevilla. En el plano político el problema tampoco es de falta de empatía sino de que la izquierda empatiza más con unos y la derecha con otros. Por ejemplo, los liberales USA están en contra de las armas y empatizan con las víctimas de la violencia por armas. Los conservadores empatizan con las víctimas desarmadas de un crimen que se quedaron indefensas frente a la crueldad de otros. Por lo tanto, si aumentáramos la empatía en el mundo no creas que tus oponentes ideológicos pensarían como tú.

Bloom aplica el mismo argumento al calentamiento global. Nuestro cerebro no está diseñado para enfrentarse al calentamiento global porque nos fijamos en el corto plazo y en lo que podemos ver y percibir con nuestros sentidos, y el cambio climático es casi imperceptible a simple vista y va a afectar a personas en el futuro que no conocemos, o que ni siquiera existen. Nos preocupamos de individuos específicos en el presente y no nos afectan crisis que pueden dañar a gran cantidad de personas en el futuro.”

Lo que propone Bloom es un camino que vaya más allá de la empatía, un camino de compasión racional, post-kantiana. Para Bloom la empatía es mala porque funciona como un reflector que se enfoca en algunas personas pero no en otras. Por ejemplo en la guerra de Siria hemos visto imágenes de niños muertos en aguas del Egeo que fueron difundidas hasta la saciedad por los medios dejando muy clara la intención de manipular los sentimientos de los que vieran las imágenes. Esto nos hace insensibles a las consecuencias a largo plazo de nuestros actos y nos ciega frente al sufrimiento de aquellos con los que no empatizamos o no podemos hacerlo. Es por eso parcial, es miope porque nos obliga a hacer cosas que parecen ser buenas a corto plazo pero que convocan grandes malestares en el futuro. Efectivamente los hiperempáticos no se plantean qué hacer una vez se han salvado a las víctimas. ¿Es que creen que traerles a tierra firme y dejarlos vagar por la geografía europea sin documentación o recursos es una buena solución?¿O mantenerles en campos de concentración?

La empatía puede crear violencia: la mayor parte de crímenes tienen un componente moral como ya vimos en otros lugares. Y sobre todo es corrosiva, agota el espíritu y como se ha evidenciado en el caso de Rebeca Sommers agota el espíritu y las fuerzas del empático e incluso se ha hablado de un síndrome de desgaste por compasión..

Patologías hiperempáticas.-

La hiperempatía también se ha estudiado en entornos clínicos y se ha identificado como un síntoma de algunos de ellos, por ejemplo en el trastorno border-line o trastorno limite de la personalidad.

En realidad este tipo de personas capaces de intuir o “adivinar” las necesidades de los demás no son capaces de sentir sus propias necesidades. Comprenden a los demás  pero no se comprenden a si mismos.

Además hay otra cuestión adyacente y sigamos imaginando: estas personas hiperempáticas además de serlo tienen un déficit adyacente: no saben leer sus propias emociones, al vivir inmersos en el océano de las ajenas. Lo que en la comprensión de los demás se revelaría como una ventaja -suponiendo un mayor número de aciertos-, el analfabetismo emocional con respecto a sí mismo sería una desventaja y quedaría subordinado a las ajenas a fin de regular su propio estado de ánimo. Además estas personas serian incapaces de construir una narrativa coherente sobre sí mismos dado que sus inputs emocionales procederían siempre de los demás pero no de sí mismos. Estas personas tendrían también un grave déficit de su identidad.

Simplemente no saben quienes son o qué o cómo son. En otro lugar le hemos llamado a este fenómeno difusión de la identidad. Puesto que la identidad es:

Ese sentido de continuidad en la experiencia de nosotros mismos, una continuidad histórica, generacional, nacional, que incluye valores, creencias y un sentido de pertenencia a algo supraindividual, a algo que está más allá de nosotros mismos trascendente o banal pero que en cualquier caso es una experiencia compleja que incluye a la memoria, a la autoimagen, a la vivencia del tiempo y a las emociones y valores, sobre todo a esa difícil síntesis entre el apego y a la autonomía personal.

El trastorno border-line no es una patología unívoca sino un síndrome transclínico que nos podemos encontrar en todos y cada uno de los cuadrantes o estructuras anteriormente descritos. Hay TLPs con predominio de lo afectivo, otros con predominio de lo moral o lo a-moral (lo perverso) y otros con predominio de la hiper-empatía y que en cualquier caso está señalando frente al extremo de la hipersocialización. Un paciente afecto de TLP es sobre todo un paciente que ha sido sobresocializado es decir, sometido a una experiencia -no necesariamente a partir de su propia experiencia familiar- de ruptura de su psiquismo. Una ruptura que procede del hecho de que el único fundamento para un ser humano actual es su propio deseo o necesidad, es por eso que:

En sus grados más avanzados el individuo sobresocializado se convierte en su propio policía del pensamiento, siempre atento para censurar sus propios pensamientos y emociones. Un ser que ha internalizado hasta tal punto la auto-vigilancia, la autodisciplina, la culpabilidad y el masoquismo que ha hecho un hábito de la demolición de su propio psíquismo. No es descartable pues que, de forma análoga a la indefensión aprendida, la sobresocialización sea un síndrome socialmente inducido.

Es cierto que esto era posible antes y se encontraban estas características en ciertos individuos que padecían de una personalidad débil, normalmente debido a una historia personal problemática o traumática que no les permitía el desarrollo completo de su individualidad. Lo que llama atención es su actual generalización en la sociedad: el ciudadano de personalidad débil o infantiloide ya no es la excepción sino la regla.

La anorexia nerviosa y la bulimia nerviosa participan también de algunos elementos de este cuadrante (hiperempatía y sobresocialización) que veremos en el post siguiente.

Bibliografia.-

La oxitocina promueve el etnocentrismo.

Una entrevista a Carsten de Dreu

 


El cuerpo y la carne (IV)

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El cuerpo anoréxico es un cuerpo más allá del principio del placer (Recalcati)

La anorexia nerviosa y la bulimia nerviosa son enfermedades emparentadas, podríamos decir que son primas hermanas dobles, por parte de padre y de madre. Y lo son porque ambas participan de una misma pulsión si bien utilizan mecanismo diferentes, más bien mecanismos inversos, pues comer y ser comido, devorar y ser devorado son posiciones distintas sobre un mismo tema. El tema de la carne y sus transformaciones.

Hay algo común entre ambas patologías y ese algo común es el vómito. Fenomenológicamente hablando existen anorexias solo restrictivas y anorexias purgativas, mientras que en la bulimia puede que no existan vómitos, lo que siempre habrá son conductas compensatorias de la sobreingesta (“hambre de toro” significa la palabra “bulimia”) y probablemente el peso que puede ser incluso normal en las bulímicas pero siempre por debajo del IMC en las anoréxicas. Trazar limites entre ambas entidades es complicado puesto que ambas participan en síntomas parecidos y en una pasión: deshacerse del cuerpo, si bien es mucho más notable en la ascesis de la anoréxica, podríamos decir que la buíimica es una anoréxica sin voluntad ni disciplina en su lucha contra el hambre. Estas conductas compensadoras tienen que ver también con el deporte del que hablaré en otra ocasión pues el deporte es uno de los pretextos más utilizados por las bulimicas para sus purgaciones calóricas.

Pero antes de entender algo sobre esta cuestión es necesario hacer una incursión sobre qué es eso de la pulsión. Algo que no debe confundirse con el instinto.

La pulsión es el instinto puramente animal después de haber pasado por la barrera del símbolo, dicho de otro modo: la pulsión es el instinto después de haber pasado por los estadíos ontológicos del desarrollo del niño y sus orificios (boca, oreja, ojo, ano, uretra, pene o clítoris y vagina). Es obvio que el niño trae de serie una serie de instintos mamíferos como hozar, llorar, reflejos prensiles, etc, pero estas reacciones instintivas se pierden con el desarrollo, incluso hay psicoanalistas como los lacanianos que piensan que en el humano no hay ni rastro de instinto, todo es pulsión. Y todo es parcial.

Y: la pulsión solo obedece a si misma, el objeto es simplemente el señuelo de la pulsión. En realidad la pulsión se limita a dar vueltas alrededor del objeto.

Y no cabe duda de que en los trastornos alimentarios el orificio implicado es la boca. La boca por donde comemos, hablamos, vomitamos, chupamos, tragamos y mordemos. La boca es un orificio ambivalente, sirve para cosas muy alejadas e incluso opuestas: chupar y morder son acciones opuestas, una incorpora y la otra destruye.

Ascetismo y pureza.-

El ascetismo anoréxico es un ascetismo muy distinto al de las místicas medievales, en estas existe un otro trascendente al que la pulsión se somete en nombre de una ley divina, pero en la anoréxica moderna no existe Dios, no existe una beatitud que se abre al otro de la trascendencia sino que es un estado que se realiza de forma materialista: se trata de alcanzar el cero (Recalcati, 2002), se trata pues de una atracción hacia el vacío que indica un empuje moral, un goce de la privación, una meta de la pulsión donde podemos contemplar su carácter anti-instintivo. En esta dimensión podemos contemplar el aspecto moral (un trastorno por moralización) que ya he señalado en alguna ocasión cuando me he referido a la búsqueda de la pureza.

“Soy asquerosa”

El cuerpo humano o mejor la carne es el vehículo de toda impureza, es la carne la que se metamorfosea y cambia añadiendo orina, menstruaciones, saliva, esperma, sudor, heces. La carne está sometida a la degradación y a la putrefacción pero no el cuerpo que es en cualquier caso su representación. Es la carne la receptora del asco, de un asco bien distinto al asco de la histeria que es un asco ambivalente y donde el goce inconsciente suele estar en el polo opuesto al síntoma observable. En la histeria se tiene asco a lo que se desea, en la bulimia se tiene asco al vacío, o mejor el vacío ha venido a sustituir al inconsciente. El inconsciente que observamos en las neurosis simplemente no existe, no ha llegado a establecerse. Es por eso que el cuerpo no existe pues el cuerpo es representación, solo la carne queda como mediación entre el sujeto y su deseo.

Efectivamente, el cuerpo no es lo mismo que la carne. la carne es la objetivación del cuerpo que no es sino la abstracción de la misma. Es por eso que las anoréxicas presentan una extrema disociación entre como se ven en el espejo y como son en realidad pues lo que contemplan es su cuerpo alucinado, ese imaginario que pretenden hacer desaparecer liquidando todo lo que en ellas es carne. En la bulimia por el contrario ese mismo estado de no-ser y de anti-amor que preside el goce anoréxico se alcanza a través del hecho de devorar: el exceso y no a través del sacrificio de la privación. El vómito es una conducta absurda pero útil como las autolesiones, una forma de volver en sí, de volver a encarnarse.

La anorexia es una perdida de los confines, del sentimiento de mismidad, un defecto fundamental en todas las patologías narcisistas, sean psicosis o no. Un extravío del propio cuerpo que se manifiesta con el temor de engordar. El cuerpo-gordo no se percibe como el cuerpo del sujeto sino como una imagen totalmente ajena, en este sentido comer y engordar es una experiencia muy dolorosa porque se vivencia como una experiencia de expulsión, de exilio del propio cuerpo, una experiencia disociativa que en algunas formas graves (melancólicas) de anorexia nos han contado algunas pacientes, es como si el cuerpo se separara del sujeto, invirtiéndose hacia el exterior; naturalmente comer y engordar constituye una experiencia catastrófica para estas pacientes.

Volviendo al caso de la anorexia melancólica es necesario recordar ahora que “melancolía” no equivale a lo que entendemos hoy como depresión, la melancolía en su acepción clásica es una forma de psicosis, de manera que podemos hablar de anorexias psicóticas como el caso de Ellen West. uno de los primeros casos documentados de anorexia melancólica a cargo de Ludwig Biswanger.

Un clinica del vacío.-

Dice Recalcati que la clínica de la anorexia (de los trastornos alimentarios) es una clínica más allá del principio del placer. Se trata de una clínica del vacío. ¿Qué significa esto exactamente?

La clínica clásica es una clínica de la falta, una clínica edípica: una clínica donde el paciente ha pasado por ciertas etapas ontológicas que han terminado por constituirle como sujeto deseante, con la represión que inaugura el inconsciente y con la vuelta de lo reprimido en forma de síntoma bien disfrazado para que resulte irreconocible.

Todos nosotros somos capaces de sentirnos vacíos cuando nos falta algo. En estos momentos de reclusión siento no poder ver a mis hijos, a mis nietos. Los echamos de menos, ocupaban un espacio que ahora se encuentra vacío, las perdidas, la jubilación, las separaciones, las despedidas nos devuelven esa experiencia de vacío, pero la falta puede sustituirse o recobrarse pero el vacío sin falta no puede llenarse.

El asunto es que ya casi no vemos conflictos edípicos en la clínica. Más abajo daré la opinión de Recalcati sobre como se configuran los síntomas nuevos.

Los neuróticos antiguos ya no se suelen ver en la práctica debido al desvanecimiento de Edipo, lo que es lo mismo que hablar del declive del padre y de la autoridad representada por él. Lo que ahora solemos ver son patologías nuevas mucho más primitivas ontológicamente hablando: niños que no han atravesado con éxito el destete lo que implica problemas en representarse la ausencia-presencia o recuperación-abandono del objeto, niños que o bien son demasiado obedientes o demasiado recalcitrantes, etc. En este post puede el lector recordar el sinuoso camino que recorre un niño hasta que alcanza la simbolización plena.

Dicho de otra manera: los conflictos precoces (pre-edípicos) parecen estar en el núcleo de la formación en adultos de esos síntomas nuevos. Y nos llevan a comprender como determinados pacientes sin perder el principio de la realidad y llevar una vida aparentemente normal están presididos por un defecto de estructura tal que les lleva por ejemplo a sentirse abandonados por cualquier razón espúrea e incomprensible para el adulto común.

Es necesario entender ahora que el amor es un sentimiento que precisa para establecerse haber llegado a un cierto nivel de simbolización, mientras tanto hay un apego feroz y no tanto un amor adulto, lo realmente existente es un amor o apego infiltrado de odio, pues ambos van en el mismo pack. Eros y Tanatos eran hermanos gemelos y solo podemos desprendernos de lo tanático con la represión y el equilibrio del amor, es decir aquello que va más allá de la necesidad.

Lo que vemos hoy es una clínica del vacío y no tanto una clínica de la falta y es por eso que las entidades clínicas han cambiado. No es que el vacío sea lo contrario de la falta sino que la falta es necesario que sea establecida para poder nombrar el vacío. De lo contrario el vacío nos succiona como esos espacios altos que parece que nos llamen para precipitarnos por ellos.

La falta es el nombre que le damos al vacío cuando ya ha sido simbolizada la diferencia entre el Yo y el otro. En este sentido la clínica del vacío es una clínica del anti-amor (Recalcati, 2002) donde el otro apenas existe de forma independiente sino como un accesorio narcisista del propio Yo.

El fetichismo del hueso.-

Es paradójico señalar que adelgazar, mantenerse delgados, escuálidos o vomitar es una forma de recuperar el propio cuerpo, más concretamente para extraer el cuerpo de la carne. Eso que hacemos cuando mandamos en la carniceria deshuesar un pollo. Solo que en este caso nos quedamos con la carne y no con el hueso. Las anoréxicas hacen lo contrario.

“El hueso es la parte permanente de mi misma”

Pues la anorexia no solo es un goce del vacío sino una forma de tratamiento del vacío, es decir del riesgo de disolución de la imagen del cuerpo, de la mismidad. El hueso es lo que frena las metamorfosis del cuerpo. El hueso es el sentido del cuerpo, algo que se exhibe de un modo bien distinto a la exhibición histérica que busca la seducción. La anoréxica no busca seducir o resultar ser el deseo del otro (que es el ideal estético del cuerpo delgado) sino en cualquier caso asustar, un modo de sustraerse al vacío de lo lleno.

Para finalizar este post diré que estas patologías del vacío son transversales, es decir transclinicas y pueden afectar a cualquier estructura (sea del cuadrante que sea), y lo mismo sucede con el TLP o trastorno limite de la personalidad. Dicho de otro modo no es necesario ningún cuadrante o estructura para contenerlas, a veces son patologías completas y otras veces síndromes injertados en el TOC (primer cuadrante) o en la histeria (segundo cuadrante). De las dimensiones del tercer cuadrante o estructura moral y moralizante ya he hablado pero es necesario recordar que al menos en su origen estas patologías y sus condiciones adheridas siempre proceden del deseo de adelgazar, es decir todas proceden del deseo de exhibir un cuerpo atractivo, un cuerpo que se exhibe, otra pulsión parcial pasiva, es decir femenina.

Bibliografía.-

Massimo Recalcati: “La clinica del vacío: anorexia, dependencias, psicosis”. Sintesis. Madrid 2002.

La belleza atroz y lo monstruoso (V)

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¿Por qué las mujeres miran a la cámara si no tienen ojos?

Marlène Dietrich es un mito, no una mujer aunque haya existido en realidad, encarna un arquetipo fundamental para comprender algunas cuestiones sobre la belleza, sus contenidos, sus condiciones culturales y sus patologías. Encarna el mito de la mujer fatal a la que seguirán una multitud de actrices de Hollywood como Marilyn Monroe, Rita Hayworth, Judy Garland, Elisabeth Taylor por nombrar tan solo a las clásicas.

La mujer fatal atrae a los hombres, no cabe ninguna duda y por eso decimos que son un mito y no solo algo contingente. algo que procede del gusto solo de algunos hombres. La mujer fatal atrae a (casi) todos los hombres y de alguna manera son su perdición como dice la copla.

En este post me planteo hacer un diagnóstico diferencial entre dos condiciones femeninas y dos condiciones masculinas. Lo apolíneo en la mujer equivale a su fatalidad es decir a su falicidad, una mujer sin falo es demasiado ctónica -demasiado mujer- para el gusto actual. Lo apolíneo en el hombre es el efebo, que tanto gusta tanto a algunos hombres  y lo monstruoso en la mujer equivale al mito de la Gorgona o Medusa, esa que cuando es mirada petrifica a los hombres. Lo monstruoso en los hombres podría ser representado por este hombre musculado, una especie de coloso donde el músculo asoma por encima del cuerpo constituyéndose como una especie de Falo destinado a horrorizar a hombres y mujeres. Un fetiche pues.

Ni la Gorgona ni el coloso gustan a nadie pero atemorizan a todos.

Y esta es la clave.

De todo lo cual podemos empezar a distinguir dos clases de vocaciones en hombres y mujeres.

La belleza fatal.-

La mujer fatal posee ojos y parece que nos mira y aunque lo haga a la cámara. Nos sugiere que nos está mirando, nos seduce, nos atrapa, pues cada observador siente que le está mirando a él. Pero aquí hay una trampa: la mujer es aquella que es mirada no la que mira. Es el hombre el que desea a la mujer, pues el cuerpo de la mujer es el falo para el hombre (lo que le falta para sentirse completo). Sin embargo el cuerpo del hombre no es el Falo para la mujer sino acaso sus ojos, su mirada (aquí podéis entender el conceptp psicoanalítico del Falo).

Así es como Hans Bellmer defragmenta el cuerpo de la mujer

En este sentido algunas mujeres saben muy bien por donde va el deseo de los hombres y saben como instigarlo. El deseo de los hombres y su mirada defragmenta el cuerpo de la mujer y lo transforma en pequeños trozos que representan la totalidad de la que el hombre no quiere saber, a eso le llamamos fetichismo: una parte que representa al todo. Son las que se ofrecen al deseo de aquel que quiere trocearlas en imágenes fetichistas. Y eso mismo hacen los niños cuando abren el vientre de sus caballitos de cartón, al menos cuando los juguetes del niño eran desmontables hacia dentro, el niño quiere saber lo que hay dentro del caballito, es decir quiere saber qué hay en el interior del cuerpo de la mujer. Ese es el verdadero misterio, el misterio ctónico, el misterio telúrico.

Es por eso que a veces se impone vendar los ojos para que ellas no vean y no petrifiquen con su mirada a quien la contempla. A Eros no se le puede mirar a la cara, de hacerlo se desvanece.

Pues la belleza atroz posee mirada, una mirada simétrica a la del hombre, entonces hablamos de semblante fálico, algo omnipresente en los síntomas comtemporáneos. 

Vivimos en una época de mujeres fálicas (andróginas) pues la femineidad clásica ha sufrido ya demasiados desprecios históricos para encontrar a alguien que la reinvindique. Solo parece mantenerse a flote en la pasión por los glúteos y por los implantes mamarios, formas absolutamente incompatibles con la delgadez. de ahí el éxito de la cirugía o el fitness agotador al que se someten algunos, tanto hombres como mujeres, si bien por distintas y a veces por idénticas razones.

En los huesos.-

La imagen femenina del cuerpo delgado se ha convertido ya en un icono social, pero la pasión anoréxica no equivale a la pasión femenina hacia el ideal asexuado o unisex del cuerpo delgado. En la mujer corriente su deseo consiste en encarnar el deseo del otro sin embargo en la anorexia parece haber una ruptura: la anorexia ha roto con el otro incluso podríamos decir que se mantiene en abierta oposición. La anoréxica parece haber sustituido el rechazo histérico del cuerpo en un rechazo al otro como tal. Expresión de este rechazo a complementar la mirada del otro (ser el fetiche de la belleza) es tanto la posición de rechazo como la de la adopción de un cuerpo monstruoso (Recalcati, 2006).

La pasión por el hueso como fetiche de la imagen del cuerpo

En el primer caso, la desconexión del otro se produce evocando una imagen de belleza no destinada al deseo del otro pues suprime las formas sexuales y eróticas del cuerpo. Un cuerpo despojado del placer, que representa el anti-amor en tanto que no espera nada del otro. Goza de si misma, goza de su imagen, de una belleza macabra que procede de la misma muerte. En este sentido la maniobra de la anorexia descubre el cuerpo del otro como puro fetiche, se trata pues de una venganza que niega la castración al tiempo que deniega el sostenimiento del fantasma masculino.

La mujer-monstruo.-

La infancia está poblada de monstruos destinados a aterrarnos pero también a ofrecer un espacio de libertad. Lo monstruoso nos atrae al mismo tiempo que nos perturba, nos provoca asco o inquietud como sucede también con lo grotesco, lo siniestro o lo espeluznante.

La mitología y los cuentos, historias, leyendas, películas y novelas revelan que Dragones, Minotauros, Gorgonas, Erinias, Cíclopes, Sirenas, Gigantes, King Kong o asesinos en serie reales o imaginarios consumen y pueblan nuestras fantasías más abyectas. Es por eso que lo terrorífico y lo monstruoso sea físico o moral nos atrae a las pantallas de los cines, a los juegos de rol o a los videojuegos. Somos consumidores de monstruos y de monstruosidades.

Y lo importante es comprender que estas monstruosidades no son naturales, no se deben solo a obesidades patológicas sino diseños quirúrgicos, buscados voluntariamente con esos pechos exhuberantes  o esos glúteos imposibles.

La chica mala.-

Hoy estaba viendo un reportaje de esos de viajes y una de las entrevistadas era una mujer de generosas piernas y caderas con un glúteo exhuberante que contrastaba con un cuerpo -de cintura para arriba más bien corriente. La mujer que decía que era cantante en un momento determinado declaraba:

“Soy una chica mala”

¿Por qué ser una chica mala hoy es algo deseable, algo que se publicita?

No cabe duda de que Hollywood, las series, los espectáculos musicales están llenos de chicas que o son malas o lo parecen. Pero ser mala -psicológicamente hablando- significa algo así como “soy tan mala como los hombres”, de donde puede deducirse que lo que estas mujeres persiguen es un ideal masculino sin renunciar a su atractivo femenino. Quieren las dos cosas: son y representan al andrógino. Pero ¿por qué emular la maldad de los hombres? ¿Es porque es en la maldad donde un hombre puede ser reconocido? En cualquier caso este deseo de ser mala entronca con una igualación con la maldad pero no con lo masculino. ¿No hay otra manera de conseguir eso que llaman la igualdad sino repitiendo todas las ignominias que se atribuyen al genero masculino?

En realidad sucede así porque no existe un modelo atractivo de femineidad que sea imitable, no hay modelos femeninos atractivos a las que imitar y no las hay porque vivimos una época donde el ideal estético es unisex. la igualación con el hombre, es por eso que lo único que se les ocurre a algunas mujeres es imitar a los hombres para ser reconocidas como tales mientras conscientemente se reivindica la igualdad al imitarles en sus juegos y sus deportes a sabiendas que nunca podrán competir con ellos directamente sino en un “como si”. Ningún equipo de futbol -por ejemplo- femenino podría competir con un equipo masculino. Es por eso que las mujeres compiten con las mujeres y los hombres con los hombres, salvo las transexuales que pueden jugar en ambas ligas.

El deporte y sobre todo los deportes de contacto reclutan a una buena cantidad de mujeres tan competitivas como los varones que nunca vencerían a un varón en su mismo dominio deportivo. Esta es una verdad dolorosa pero irrenunciable lo que las lleva a reivindicar más igualdad.

En realidad se puede hacer deporte por diversas cuestiones, algunas de ética competitiva y otras de desafío personal pero lo más corriente es que la gente haga deporte por razones estéticas: para adquirir musculación, “buena forma”, aumentar la capacidad de resistencia y sufrimiento o adelgazar. Es poco frecuente que la gente haga deporte por salud como recomiendan los médicos bienpensantes. La salud es una entelequia que no recluta motivaciones robustas, pues quien ya tiene salud ¿para qué necesitaría más salud?

Las mujeres pueden ser malas, tanto como los hombres y podemos verlo no solamente en el cine sino en las noticias diarias. Crímenes execrables pueden ser cometidos tanto por mujeres como por hombres y planes maquiavélicos pueden ser trazados también por mujeres a pesar de que las psicopatías son más frecuente en los hombres, quizá por sesgos de discriminación.

En el caso de la mujer-monstruo la desconexión con el otro tiene lugar mediante el rechazo, un rechazo que pretende arrojarlo a la angustia. Estas exhibicionistas del horror rompen aun mejor con el fantasma fetichista del hombre porque declara el rechazo absoluto a asumir el semblante de la femineidad a consentir su degradación como objeto parcial del hombre mientras parece evocar lo que se oculta bajo la mascarada femenina. (Recalcati 2002). Un pasaje al acto del cuerpo que hace visible aquello que debería permanecer velado. El goce aquí es típicamente perverso y consiste en capturar la mirada angustiada del otro, una captura icónica como sucede en sentido inverso con el síndrome de Stendhal. donde el espectador es capturado por la belleza del cuadro que mira.

La dimensión apolínea de la forma que procura la industria de la moda y del cine no protege ya del caos informe de lo dionisíaco y así el cuerpo se manifiesta directamente como cuerpo-despojo o cuerpo-monstruo.

O animal o cadáver parecen ser las dos únicas opciones de las anoréxicas más graves y de aquellas mujeres-monstruo que inyectan en el otro su propia angustia de muerte.

 

 

Trastornos morales y trastornos por moralización (VI)

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Estamos en el cuadrante 4 es decir entre los limites del egoísmo y el colectivismo o gregarismo. Vamos en éste y los sucesivos post a explicar las patologías y condiciones que se encuadran en este apartado. Me referiré a las psicopatías y los trastornos narcisistas, a las perversiones sexuales (parafilias) y a las perversiones no sexuales.

Pero antes tenemos que definir qué es la moral y sus diferencias con la ética y la Ley.

La moral atañe al grupo, la ética al individuo y la Ley al Estado, es decir al sujeto político.

La moral evolucionó como una forma en la que el grupo podía controlar la conducta de los individuos concretos. Vivir en grupo precisa reglas y esas reglas son imposiciones que los grupos sociales imponen a los individuos a fin de controlar su egoísmo, pues siempre será más cómodo para el individuo robar gallinas que criarlas. Pero al grupo le interesa cuando el trabajo se reparte, es decir cuando se inventó la división del trabajo que los que crían gallinas no sean expoliados por otros individuos, pues al grupo le interesa que haya gallinas y huevos disponibles. Lo interesante de la moral es que no evolucionó para el autocontrol sino para el control ajeno. Para ello el grupo dispuso de castigos, exclusiones y también de rituales de redención de los disidentes. Lo usual es que el grupo castigara a estos disidentes con la expulsión y el individuo quedaba condenado a vagar buscando otros grupos a los que parasitar o bien a la muerte en soledad.

Los grupos dictan normas que benefician al grupo y que siempre son nefastas para algunos individuos, aunque soportables para otros, pero también otras normas comprensibles en tiempo ancestral, que en una mirada “moderna” son arbitrarias cuando no injustas. Hoy mismo he sabido que unos vecinos han llamado a la policía porque un individuo bajaba todos los días a pasear por la urbanización en la que vivo. Naturalmente al grupo le interesan los delatores pero todos los niños aprenden muy pronto en la escuela que los chivatos son detestables pues si se institucionalizan los delatores ¿cómo saber cuando nos dicen la verdad o cuando se trata de un ajuste de cuentas individual?

Los grupos dictan normas sobre todo en ciertas cuestiones: la conducta sexual, la alimentación, la propiedad privada, los extranjeros o desconocidos y la violencia interpersonal. A los grupos no les interesan los disidentes de lo sexual, ni los asesinos, ni los ladrones pues generan demasiado caos y venganzas entre familias, tampoco aquellos que no se avienen a comer las cosas que son realmente comestibles y no peligrosas pues en nosotros los omnívoros comer siempre es peligroso. Hay control grupal en todo lo que tiene que ver con los parásitos y el contagio, la promiscuidad, el robo, la violación o el crimen intragrupo. Para que un grupo sea cohesionado y laborioso es necesario que existan reglas, prescripciones y castigos.

El problema que tienen los grupos es que hay otros grupos vecinos que compiten por los mismos recursos, de manera que estas reglas solo funcionan de “puertas para adentro” es decir solo afectan al grupo en sí pero estas reglas cambian cuando de lo que se trata es de defender al grupo de otros o bien atacarlo para obtener beneficios. Entonces el grupo prescribe la guerra, la violación de las mujeres ajenas o el asesinato de merodeadores.

Otro problema que tienen los grupos es que es necesario que no sean demasiado grandes, es por eso necesario que se fragmenten de vez en cuando, algo que terminó definitivamente en el Neolítico cuando los grupos se instalaron -gracias a la agricultura- en ciudades donde los recursos podían ser almacenados y acumulados. Entonces os grupos se transformaron en sociedades. Una sociedad es en este sentido un grupo extendido que ha perdido de alguna manera su firma reglamentaria, su manera de ser y su sentido: fueron necesarias otras reglas dictadas por tiranos, legisladores, jueces o demagogos. La sociedad es el antecedente común a los Estados tal y como los conocemos hoy aunque algunas de esas ciudades como Atenas en la antigúedad eran consideradas estados-ciudad por sí mismas.

Una de las características que tiene el Estado (sujeto político) es que mantiene el privilegio de dictar leyes justas o injustas que implican a todos los ciudadanos y a todos los grupos y sociedades de su ámbito competencial que es un ámbito geográfico con fronteras bien definidas. El Estado tiene el monopolio de la violencia, de los tributos, de los castigos , el culto religioso y de la guerra que otrora conformara las atribuciones de los grupos.

La ética es un atributo moral, puede tenerse una ética u otra o bien carecer de toda ética y en cierto modo procede, es una evolución subjetiva de la moral del grupo, algo asi como una indentificación con una normal ancestral grupal. Los individuos tienen éticas particulares a veces compartidas por muchos de ellos como la llamada por Jonathan Haidt, ética del cuidado. Significa que en el interior de cualquier Estado moderno (e incluso en grupos ancestrales) podemos encontrar una mayoría de personas que creen que cuidar de los niños, de los enfermos o de los incapacitados es un hecho moral, junto con la prohibición de hacer daño a los demás, algo que se extiende a las propiedades materiales ajenas o a su reputación. Hay un amplio consenso sobre esta dimensión ética en todas las sociedades donde el Estado ha logrado penetrar en el ámbito de los grupos concretos. “No matarás” es el eslogan adecuado.

Jonathan Haidt ha descrito 5 dimensiones éticas de las que ya he hablado en anteriores post, pero eso no quiere decir que se haya agotado el tema, por ejemplo yo creo que existe una ética de la privacidad que no contempla Haidt. ¿Por qué nos escondemos para defecar? ¿Por qué nos escondemos para copular? ¿por qué no vamos desnudos por la calle? Algunas personas tratan de preservar su privacidad sexual del mismo modo que tratan de preservar sus funciones corporales, algo relacionado con la degradación de nuestro restos que en tiempo ancestral pudieron ser considerados una fuente de enfermedades. A eso Haidt le ha llamado ética de la divinidad, es decir la tendencia a considerar impuro al cuerpo y sus detritus.

En conclusión existen tantas éticas como individuos y aun más: toda ética es sobornable, es por eso que no hay que fiarlo todo a la ética individual si queremos vivir en sociedades seguras y cohesionadas.

Y así ya podemos comenzar a comprender que ética y moral son ejércitos en continua disputa y en mi opinión es uno de los dilemas humanos que genera más sufrimiento para los individuos comunes pero también para las sociedades.

Y entonces llegó el Estado:

El Estado podría ser considerado con sus códigos jurídicos, es decir con su Ley el “tertium inter pares” de este conflicto. En teoría sería algo así como la introducción de una entidad moral nueva que diera cuenta tanto de la moral del grupo como de la moral individual (ética), algo así como un arbitro o garante de los deseos genuinos de los individuos, como la libertad individual y de los deseos morales de los grupos. Pero ya he dicho más arriba que los grupos -en un momento determinado de su historia- se transformaron en algo distinto a si mismos, se transformaron en sociedades, es decir en entidades muy complejas que tienen visiones muy diferentes entre si acerca de qué es y no es moral.

En algunos casos el Estado funciona bien, al gusto de todos podríamos decir, es por eso que el Estado persigue el robo, el homicidio, la violación o la violencia, pero en otros casos se mete en temas donde no hay consenso entre los individuos, ni entre los grupos. Así hay Estados que prohiben la libre expresión de ideas, (estados totalitarios) y otros son tan débiles que son incapaces de salvaguardar una ética del cuidado suficiente para sus ciudadanos, otros son fundamentalmente extractivos y debilitan el tejido social a base de la explotación flagrante de sus miembros, de sus mujeres o de sus etnias. Pero los estados democráticos tienen otros problemas y necesariamente tiene que manifestarse a través de las leyes que usualmente se votan en parlamentos sobre aspectos delicados de la ética individual, pongo por caso al aborto.

El aborto es un tema controvertido pero nadie estará en contra de que contiene aspectos morales, no solamente morales, sino también sanitarios y sociales. Hay dos posiciones claramente enfrentadas desde el punto de vista moral sobre el aborto y ninguna de ellas es válida,  y no lo son porque ambas tratan el problema como un asunto moral cuando en realidad es un asunto ético. Y decir que tratan el problema como un asunto moral es dividir el mundo entre nosotros-ellos y ellos siempre están equivocados, por eso moralizar es sobre todo moralizar contra alguien. Lo lógico seria considerar al aborto como una cuestión ética que no obliga a nadie a llevarlo a cabo. El problema es que ambas facciones pretenden convencer al contrincante de que tienen razón acusándole al mismo tiempo de “ser un crimen” por una parte o de “ser un derecho de la mujer” por el otro. El aborto ni es un crimen ni es un derecho de la mujer, pues los derechos se otorgan no nacen con el individuo y el que lo otorga es el Estado.

El problema es que el Estado está formado por instituciones perennes pero también por gobernantes que poseen planes políticos concretos y que tienen que pactar con unos grupos o con otros. En nuestro país por ejemplo, el gobierno actual ha pactado con una serie de lobbyes partidarios del aborto y del feminismo. Podríamos decir que ha subcontratado ciertas ideologías que le resultan provechosas electoralmente, sobre todo desde que determinados grupos han comprendido que su influencia política puede aumentar cuando se presentan como gremios, es decir como grupos. Lo importante es retener que no es el Estado el que legisla puntualmente una ley u otra sino cierto gobierno y que esa ley puede ser depuesta cuando las fuerzas políticas cambien, aunque lo cierto es que las leyes promulgadas no suelen ser cambiadas y no lo son porque el Estado ha de dar la impresión o al menos aparentar de que es un Estado jurídicamente fiable de lo contrario nadie invertiría en él. El Estado ha de presentarse como una continuidad y no como una entidad con fisuras y discontinuidades, más allá de las guerras o calamidades severas.

De manera que la introducción del Estado en la lógica dialéctica entre moral y ética, o grupo-individuo parece que ha sido benéfica en algunos aspectos pero sigue enredada en otros a los que no ha sabido dar respuesta como garante de ese equilibrio entre lo individual y lo grupal. Es por eso que algunos Estados como Suiza hacen referendums para saber qué opinan sus ciudadanos mientras que otros se ocupan de -mediante la propaganda- influir en la opinión publica de sus ciudadanos y decidir sin consultarles.

De manera que los individuos comunes hoy tienen dos conflictos paralelos: de una parte quizá no estén de acuerdo con el sujeto jurídico que tendría que liquidar sus problemas ¿Puede el estado prohibir que salgamos a la calle como está sucediendo en este momento a causa del coronavirus? Este dilema solo puede ser pensado de forma ética individual mientras que al mismo tiempo puede suceder que un miembro de mi grupo de vecinos me condene al ostracismo por ser medico y sospechar que soy un vehículo de la infección.

Y por eso el individuo inventó tres estrategias igualmente nefastas para la salud mental de unos u otros: el engaño, la transgresión y la moralización.

 

Engaño y transgresión (VII)

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El concepto de insania moral es ya muy antiguo y fue descrito por primera vez por James Prlchard en 1835 y constituye el armazón teórico de lo que hoy entendemos como “psicopatía”. La novedad de esta conceptualización es muy pertinente porque viene a poner en sospecha la idea de que las enfermedades psíquicas son siempre mentales y los lectores de este blog ya habrán entendido que no siempre las enfermedades mentales afectan al raciocinio o al afecto sino también a otras agencias de lo psíquico como lo moral y el gusto estético que han sido barridas de las clasificaciones actuales.

Es interesante volver sobre este texto de Prichard por varias razones, pero una de las que más me interesan en este momento es el concepto de insania. A pesar de que el español es un idioma muy rico en matices, lo cierto es que el inglés tiene muchos más morfemas para referirse a la locura. Así, no es lo mismo “fool” que más bien tiene que ver con nuestro concepto de estúpido, tonto o excéntrico, con el concepto de “mad” que es algo relativo a la alienación o la enajenación puntual, “crazy” que nombra al clásico loco delirante o “insane” que señala más bien hacia una degeneración, relacionada con el crimen y la maldad. En este sentido “insane” está relacionado con “bad”, es decir con lo malo. Con lo moral o más bien con la falta de moral.

Es interesante señalar que para Prichard el término “moral insanity” incluía a todos los trastornos mentales distintos a la esquizofrenia o el retraso mental. A pesar de que el término ha tenido poco éxito en las clasificaciones actuales lo cierto es que existe numerosa bibliografía clásica sobre el asunto: “la folie raissonante” de Moreau de Tours, la “folie des actes” de Morel. la “folie lucide” de Trélat por no hablar de los trabajos de Esquirol o de Serieux y Capgras. Una de las explicaciones de este interés por delimitar lo patológico de lo normal era por causa jurídica. A finales del siglo XIX, los jueces tenían mucho interés por discriminar la responsabilidad de los delitos basándose en las nuevas ideas médicas naturalísticas. Entonces la idea era que el loco actúa sin uso de razón siendo por tanto inimputable, mientras que otros trastornados saben lo que hacen y son por tanto imputables por sus delitos. Esta distinción se hacia según la disposición hereditaria de los degenerados que “aunque conserven en apariencia un juicio sano y claro razonamiento predominan en ellos las perversiones morales de cualquier naturaleza”.

Un caso ejemplar es el caso del Marqués de Sade representante genuino de aquella época. Sade pasó gran parte de su vida en la cárcel y otra parte en el manicomio sin embargo no cumplía criterios -por decirlo en palabras de hoy- para ser ni un delincuente ni un loco. Sade era un libertino. Sade era un perverso.

No seria hasta la llegada de Freud que pudiéramos llegar a comprender que la perversión es una de las tres estructuras con que la mente trasiega alrededor de la sexualidad infantil y que termina por configurar en el adulto una de estas tres posibilidades. O somos neuróticos, o psicóticos o perversos. La normalidad para el psicoanálisis no existe.

El concepto de perversión sin embargo ha tenido poco éxito en la Psiquiatría por razones históricas que no vale la pena recordar ahora. Lo importante es retener que solo el psicoanálisis recoge la tradición europea que fue la que transitó desde el antiguo régimen teocrático hacia lo naturalístico, en la consideración de que las enfermedades mentales tenían causas naturales del mismo modo que las enfermedades somáticas. Esta idea, fuera verdadera o falsa representó un hito en la concepción de lo mental si bien hoy parece haber alcanzado su propio limite tal y como vemos en la dirección biológica que han tomado las clasificaciones y las investigaciones en nuestra especialidad. La psiquiatría académica hoy se ocupa de las enfermedades mentales cognitivas o afectivas pero existe poca investigación sobre las locuras morales y ninguna sobre las enfermedades estéticas de las que hablé en anteriores post. En mi opinión tal cosa sucede por la dicotómica y falsa idea de que por una parte está la normalidad y por otra la patología, aunque Freud ya en 1900 había considerado que eso que llamamos normalidad es una forma de llamar a la neurosis. La normalidad no existe y se halla tan lejana de la cordura como de la locura. La dicotomía normal/patológico deja sin considerar los estados mentales intermedios que pueden estar presentes tanto en los casos extremos como en los casos más adaptados. Solo los psicoanalistas se ocupan hoy de teorizar sobre las locuras morales sobre todo desde la irrupción de la criminalística o la psiquiatría forense. Gracias a algunos de estos profesionales como Estella Welldon tenemos hoy una idea organizada y operativa sobre qué es una perversión.

Lo moral en tiempos del cobid-19.-

Ahora que estamos confinados disponemos de multitud de ejemplos para chequear lo moral y la ética en nuestros conciudadanos. La mayor parte de la población somos obedientes y seguimos escrupulosamente las reglas, aunque sean injustas, pero es importante saber que seguir siempre las reglas es bastante malo para la salud mental, tanto como desafiarlas continuamente. En el post anterior ya expliqué las diferencias y tensiones que existen entre la ética individual, la moral del grupo y las prohibiciones estatales. Ahora estamos en estado de alarma, es decir bajo una prohibición de salir de casa que procede del Gobierno.

Hay tres clases de ciudadanos: 1) los que cumplen las reglas a rajatabla, 2) los que hacen alguna trampa y 3) los indomables que siguen haciendo lo que quieren como este ciudadano de Elche que ha sido multado 47 veces por la policía.

Lo más frecuente es hacer pequeñas trampas como salir a comprar todos los días, sacar al perro o salir a pasear por el campo. Lo cierto es que yo no salgo apenas y no lo hago porque 1) no quiero contagiarme (egoísmo) y tengo pocas necesidades de contacto social, 2) No quiero contagiar a los demás (ética) y 3) no quiero que me multen o que me delate algún vecino (moral). Pero no estoy de acuerdo con el confinamiento, creo que es injusto, absurdo y medieval combatir la pandemia con lazaretos domésticos, por mucho wi-fi que tengamos. ¿Qué peligro habría si saliera a correr?¿O a pasear?. Lo cierto es que guardando las distancias no habría ningún peligro ni para mi ni para los demás. ¿Entonces por qué lo prohiben? Pues porque el Gobierno no quiere hacer excepciones y nos trata a todos por igual, niños, adultos, ancianos, contagiados, sospechosos de estarlo o convalecientes.Si el gobierno soltara la mano entonces todos saldríamos suelen decir los que siempre cumplen las reglas, sin caer en la cuenta de que no todos pueden ni quieren seguir las reglas. Las reglas están para transgredirse no lo suficiente para que te detengan, pero si lo suficiente para desobedecer cuando alguien está siendo sometido a una prohibición injusta. El caso del indomable de Elche es la prueba de que desafiar la moral del grupo o la Ley tiene consecuencias penosas para el sujeto ilicitano, de modo que su conducta no es adaptativa, no se ha conformado con transgredir una norma sino que se ha metido en un buen lío. Ha perdido.

Con lo cual me he metido de lleno en el tema de la normatividad que me servirá como eje para construir mi próximo post.

Subjetividad, normalidad y desviación (VIII)

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El ansia normalizadora no debe ser nunca la pretensión del psiquiatra (J. Lacan)

moralidad

Definir algo abstracto siempre es más complicado que entenderlo, algo que llevamos a cabo de forma intuitiva. Es por eso que intentar definir la subjetividad humana es complicado y algo que apela al conocimiento. Es por eso que tomaré prestada una definición kantiana: la subjetividad es básicamente, la propiedad de las percepciones, argumentos y lenguaje basados en el punto de vista del sujeto, y por tanto influidos por los intereses y deseos particulares del mismo, sin dejar de pensar en las cosas que se pueden apreciar desde diferentes puntos de vista. le oponemos otra abstracción, la objetividad es decir las bases de un punto de vista intersubjetivo, no prejuiciado, verificable por diferentes sujetos.

Como el lector podrá advertir es muy difícil ser objetivo pues ¿quién puede estar libre de prejuicios o de sesgos en la interpretación de la realidad para llegar a concluir que somos objetivos?

Así y todo estamos obligados a admitir que cada persona tiene un punto de vista sobre una infinidad de cuestiones y que a pesar de eso existe una matriz objetiva en la realidad, un conocimiento del mundo que es de alguna forma discutible. Es por eso que la mejor subjetividad es la critica o la flexibilidad suficiente para poder acoplarse de manera ideal a las formas cambiantes que nos propone la realidad. No cabe duda de que este tipo de subjetividad es la más creativa: la que oscila entre opuestos y no se coagula en uno de ellos. Creer en algo y su contrario es propio de mentes privilegiadas.

Está por hacer una historia de la subjetividad humana aunque existen ciertos textos que se aproximan a esta cuestión. Hace tiempo construí una serie de post a este respecto que podéis leer desde su comienzo sobre un texto titulado “Historia secreta de la conciencia” de Gary Lachman donde planteo que uno de los primeros hitos de la subjetividad humana fue la “ruptura de la simetría”.

La ruptura de la simetría significa que en un momento determinado de la evolución de nuestra especie se disociaron dos aspectos fundamentales de la experiencia consciente: lo de afuera y lo de adentro transformando nuestra conciencia en una experiencia recursiva. Esta recursividad de la mente (una mente que se piensa a si misma) es un hito evolutivo desde donde nació toda subjetividad humana.

Se trata de la escisión sausseriana entre significante y significado, el significante es simbólico, el significado es literal pero múltiple según la consciencia que cada individuo represente a ese significante. Dicho de otro modo el significante disemina una multitud de significados.

Y esa multitud de significados construye subjetividades diferentes en cada uno de nosotros, en este sentido vivimos en una torre de Babel semántica.

Pero la tendencia humana es a volver atrás, volver a ese lugar uniforme donde se podía construir una normatividad común. Es por eso que cualquier grupo humano y cualquier forma de gobierno sueña con la uniformidad perdida. Una normatividad que apela a las conductas y que se sostiene con la disciplina, el castigo y más recientemente con el control de los algoritmos, no solo ya de las conductas sino también del pensamiento y de la sexualidad. No cabe duda de que es la sexualidad el ámbito en el que se llevan a cabo las grandes batallas entre lo normativo y lo individual. Solo así podemos entender que las sexualidades fugitivas hayan sido perseguidas no ya por las morales grupales sino también por los Estados. Aun hoy hay en el mundo Estados que persiguen con castigos muy crueles a los homosexuales y no cabe duda de que los grupos son hostiles con ellos. La pregunta que cabría hacerse ahora es ¿de dónde procede esta hostilidad? ¿O qué bien grupal o político pretenden defender los perseguidores?

Podríamos encontrar razones evolucionistas o históricas a esta pregunta: defensa contra gérmenes, protección de los menores al identificar homosexualidad con pederastia, la supuesta promiscuidad, el desorden de las costumbres, la infertilidad o la protección de las mujeres solteras pero en cualquier caso ninguna de estas razones son ya útiles en el mundo actual. No existe ninguna razón objetiva por la que el Estado o el grupo deban rechazar a los homosexuales, o a ninguna otra minoría sexual. Caso aparte son las minorías que atentan directamente contra los niños.

La Psiquiatría comenzó a interesarse por las desviaciones sexuales en la época clásica, disponemos de tratados descriptivos muy minuciosos como el de Kraft Ebing y tuvo su mérito al arrancar a las desviaciones sexuales de la tutela de los poderes religiosos, sin embargo la Psiquiatría no supo o pudo ir mas allá de contemplar estas disidencias sexuales como una desviación, es decir una adversidad estadística producto de una degeneración. Una desviación sexual es una desviación de la norma moral, del mismo modo que el delirio es una desviación de la lógica formal. Pero lo cierto es que no sabemos porqué la única sexualidad canónica es aquella que se desarrolla en el seno del matrimonio y orientada hacia la reproducción, quedando fuera de la norma el adulterio, la infidelidad, la prostitución, incluso el coito a tergo. 

Lo cierto es que podría interpretarse como un intento de orientar esa robusta gran fuerza humana que es la sexualidad hacia unos fines sociales es decir disciplinarios sumisos a un poder cualquiera. Dicho de otra forma: es obvio que debe existir un poder que legisle y administre todas esas posibilidades sexuales latentes del ser humano, sin ese poder todas esas potencialidades quedarían libres manifestándose de distintas formas. Lo interesante es que tanto si ese poder es estricto y vigilante como si es laxo y permisivo va a obtener los mismos resultados: los individuos seguirán manteniendo y aun inventando nuevas subjetividades sexuales.

Dicho de otra forma: es evidente que la prohibición no termina con las sexualidades disidentes pero también es verdad que la excesiva tolerancia las multiplica de una forma impostada al diversificar como legitimas todas las posibilidades del goce incluso aquellas que por su desorden introducen gérmenes de patologías mentales.

Pues el individuo siempre se opondrá a una moral injusta que le coarte lo que es o cree que es su libertad o gusto o preferencia. Pero esa guerra contra la moral grupal no asegura la existencia de una ética individual autónoma sino que muchas veces es el pretexto para actuar sin ningún tipo de ética. Oponerse o rebelarse contra una imposición moral -sea injusta o no- no nos da un certificado de buena ciudadanía. Esta es la contradicción.

Y esto es lo que explica el nacimiento de nuevas formas de moralización. Al haberse socavado  -mediante la secularización- los fundamentos de la moral, en este caso teológica, han aparecido nuevas formas de moralización en aspectos irrelevantes de la civilidad, como el animalismo, el veganismo, y múltiples “ismos” que hemos sido capaces de transformar en dogmas no ya teológicos sino civiles. Sólo que sin fundamento religioso no alcanzan a mantener una cierta consideración de verdades universales.

Es por eso que existen enfermedades morales (por exceso de moralización) y enfermedades por defecto de moralización como por ejemplo las psicopatías, los trastornos antisociales o la pederastia. Si estas enfermedades existen es porque existe una normatividad en origen contra la que se combate pero también es cierto que su existencia se debe a una nula capacidad para interiorizar normas comunes capaces de transformarse en culpa o vergüenza, empatía o compasión.

Moralización e internalización.-

No se moraliza lo que uno quiere, sino algo que de alguna manera viene definido por el grupo de pertenencia, pero moralizar tiene consecuencias, separa el mundo entre lo bueno y lo malo, entre lo aceptable y lo rechazable, entre ellos y nosotros.

 Una vez de que ocurre el proceso de Moralización en una parte importante de la población o en segmentos influyentes de la misma, las fuerzas del Gobierno y de las Instituciones entran en juego y aceleran el ritmo hacia una mayor moralización; es decir, ocurre un proceso de movilización institucional: los medios de comunicación, las leyes, los tribunales, las instituciones de caridad, las Universidades, y hasta los científicos, entran en juego promoviendo la Moralización como hemos podido comprobar recientemente con el tema del tabaco. Toda esa presión hace que ahora se puede abordar y censurar a un fumador de una forma que hace veinte años era impensable. Moralización e Internalización van unidas también:  los valores morales se internalizan, se convierten en parte del yo. Es razonable suponer que preferencias y conductas que se unen a valores internalizados se internalizan también. Es decir, un objeto o actividad en línea con un valor moral nos gustará pero uno que viola esos valores no nos gustará y provocará rechazo.

Internalizar algo significa que un patrón que está en la cultura, ahí afuera en la realidad de las cosas perceptibles pasa a formar parte de uno mismo. Internalizamos nuestro rechazo al homicidio precisamente porque el homicidio para la mayor parte de nosotros no es una opción  y una vez internalizado ya no volvemos a pensar en ello: es una ahorro de fuerzas por así decir. Lo que fue un mandato legal o divino “no matarás” se convierte en una parte del Yo. Ninguno de nosotros optaría por el homicidio para zanjar una disputa con un vecino. Lo hemos internalizado.

Pero las cosas no siempre funcionan de ese modo. Todos podemos estar de acuerdo en que matar es algo malo, algo que no debemos hacer o que es una solución estúpida para nuestros problemas pero hay áreas en las que no hay tanto consenso y por eso se inventó el engaño, una estrategia para parecer moral cuando se está siendo egoísta o tramposo.

El engaño tiene una finalidad, medrar socialmente a cargo de los demás a través de la ocultación de las verdaderas intenciones, pero el mentiroso a su vez es fácilmente detectado y es por eso que el mentiroso inventó una contraestrategia evolutivamente estable: insertar su engaño en la subjetividad. La mejor forma de engañar es conseguir engañarse a uno mismo. El autoengaño está en la base de no pocas patologías mentales y condiciones humanas que nos parecen incomprensibles y médicamente inexplicables. Robert Trivers fue el autor que más ha investigado sobre esta cuestión y en su libro “la insensatez de los necios” podemos encontrar no pocos artículos sobre esta cuestión.

Nosotros los psiquiatras no debemos ponernos de parte de la normatividad tal y como reza el aforismo que preside este post pero es licito desvelar los engaños y los autoengaños del paciente así como sus contradicciones lógicas.

Bibliografia.-

Un video sobre enfermedades morales a cargo de Francisco Traver

El sujeto moral

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No cabe duda de que los dilemas morales son la causa de no pocos sufrimientos humanos, al tiempo que constituyen gran parte de nuestros conflictos intrapsíquicos o interpersonales. Pero para entender este fenómeno es necesario que exploremos la genealogía de la moral. ¿De donde proceden nuestros sentimientos morales?¿Cual es su origen?

Nuestra conciencia es moral pero no sucede así con nuestra conciencia pre-personal. Hay un salto evolutivo en nuestra conciencia que la transformó -a través de un proceso de disociación que conocemos con el nombre de autoconciencia- en una conciencia lógico-racional es decir moral.

Hubo un tiempo en que el mundo estuvo más vivo que el que nosotros nos representamos hoy y lo estaba porque el mundo y nuestro interior eran la misma cosa, sin separación. Y esa etapa donde no había separación entre el mundo y nosotros duró eones de tiempo, precisamente esa la razón por la que el inconsciente nos persigue constantemente, siempre esta ahí, haciendo de las suyas, es mucho mas antiguo que nuestra mente autoconsciente. El inconsciente tiene mucha más potencia que nuestra consciencia autorecursiva (egoico-racional), pero a cambio esta ultima “apaga” y obtura la posibilidad de vislumbrarla, del mismo modo que la luz del sol nos impide ver las estrellas. Y sin embargo están ahí.

El inconsciente es una filial de la Cosa en Si sobre la que pronto volveré.

La intimidad urobórica.-

Erich Neumann fue un psicólogo de inspiración jungiana e intereses evolucionistas que describió esa consciencia primigenia a través de su teorización sobre el yo urobórico, del que ya hablé aquí. Y que se simboliza con el uroboros, esa serpiente que se muerde la cola, el circulo, un símbolo de la unidad perdida.

El Yo urobórico es el Yo primitivo -preconsciente-, el Yo con el que el niño viene dotado de serie para venir al mundo desde lo que Jung llamaba el pleroma es decir la indiferenciación absoluta. En el estadío urobórico el niño percibe eventos pero se trata de eventos desconectados del tiempo y del espacio, indiferenciados en el afuera y el adentro: una percepción de completud donde la madre es una prótesis asimilada al propio Yo que cuida, alimenta, acaricia y acude a resolver cualquier necesidad interna del niño, es el momento de la omnipotencia y de una extraña sensación de euforia. Es el momento en que fuimos dioses mordiéndonos la cola como la serpiente urobórica que cierra a su vez el círculo.

Un circulo, figura perfecta que se cierra sobre sí misma y mándala universal que tiene que ver con la díada madre-hijo y con esa suficiencia edénica que nos viene representada por el mito del jardín del Edén: fue el tiempo en que fuimos dioses, si bien unos dioses ignorantes, unos dioses pre-personales que sólo comiendo del árbol del bien y del mal podríamos alcanzar el conocimiento.

Neumann intenta averiguar más sobre esa consciencia primigenia y lo hace buceando en el mito, al caer en la cuenta de que todos los mitos sobre la creación se parecen con independencia de la cultura que los generara, así el mito del jardín de el Edén es un relato, una buena metáfora (la metáfora es a su vez un invento de la consciencia autorecursiva) para entender de dónde procedemos, no es que Dios expulsara a Adán y Eva por haber pecado (el pecado o la transgresión no podían existir en un mundo así), sino que una vez que se ha producido la escisión que divide el mundo en Bien y Mal, el humano ya no puede volver atrás (una patata cocida no se puede descocer) y aquella consciencia primigenia pasa a constituirse en inconsciente velado por la luminosidad de la consciencia vigíl, pero sigue apareciendo en los sueños, en la conducta, en nuestras fantasías diurnas, modelando y ejerciendo una enorme influencia en nuestro deseo y también en la patología mental si es que logra imponerse a la autoconciencia. Y dejando algunos restos como los que Mavromatis (Mavromatis, 1987) ha llamado hipnagógicos que serian los ancestros de la capacidad alucinatoria en humanos, incluyendo las imágenes oníricas.

Hasta Dios parece haberse convertido a la autoconciencia cuando dice:

“Yo soy el que soy”

Y si somos los que somos es otra forma de decir que hemos conseguido ser conscientes de nosotros mismos (autoreferencia), ha habido un plegamiento, una separación, una desconexión entre el mundo y la mente, se ha roto nuestra privacidad urobórica, ese idilio con el mundo que caracterizó a la consciencia primigenia.

Y apareció el miedo, pues el miedo siempre es miedo de lo otro, de eso otro que aparece en la separación de la unidad. Y el miedo es miedo a la agresión.

El inconsciente.-

Una forma de acercarse psicológicamente a la consciencia primigenia es hacerlo a través de la idea psicoanalítica del inconsciente, no tanto del inconsciente freudiano que es forzosamente individual sino del inconsciente jungiano, es decir la persistencia de esa consciencia primigenia en todos y cada uno de nosotros. ¿Qué características tiene esta consciencia?

  1. Es atemporal. Y el espacio no es un continente de algo a través de lo que nos desplazamos sino una continuidad de nuestro estado interior. El tiempo fluye para una conciencia logico-racional desde el instante hasta la eternidad pero permanece detenido para los psicóticos y para el inconsciente.
  2. No existe la contradicción. La contradicción solo puede existir en la mente categorial pero no puede existir allí donde mundo y mente son la misma cosa.
  3. No existe el “no” en el inconsciente, por la misma razón de la ausencia de opuestos que afirmen o nieguen algo.
  4. 4.- No existe separación entre lo que está afuera y lo que está adentro.
  5. La parte y el Todo es la misma cosa, o por decirlo de otra manera, la parte no existe sino el Todo, la consciencia es cósmica, no individual.

¿Qué sucedió para que aquella simetría se rompiera en favor de una consciencia dividida y dual? ¿Cómo y por qué surgió la autoconsciencia?

Julian Jaynes en su libro propone una teoría catastrófica, y alude a la erupción del volcán de Santorini que al parecer supuso un hito catastrófico en la antigüedad, apela también a la irrupción de un mundo hostil, lleno de peligros y de amenazas desconocidas para nuestros ancestros.

Personalmente no creo en la hipótesis de Jaynes, creo que la explosión de la consciencia no fue puntual sino un hito evolutivo gradual, más bien relacionado con el descubrimiento del símbolo -aquello que representa a un objeto en su ausencia- y creo también que si este hallazgo fue un hito evolutivo es porque representaba ventajas para la supervivencia de los individuos concretos, tal y como conté en este post sobre Lucy y la huella del oso.

Dicho de otro modo: los homínidos que escindieron su conciencia haciéndola autoconsciente tuvieron un enorme ventaja sobre los que no lo hicieron, puesto que podían separarse del determinismo puro de la naturaleza y predecirla. Si la huella del oso representa al oso sin ser el oso, es obvio que este hallazgo tuvo ventajas sobre aquellos que lo adoptaron. En primer lugar porque pudieron atenuar sus repuestas fisiológicas al separarlas de la visión de la fiera y por otra parte porque pudieron exorcizar mágicamente al oso al pintarlo en las paredes de sus cuevas, apareció así la magia, que evoca a al oso, sin ser el oso.

La autoconsciencia es pues el precursor evolutivo de la moral y también de la razón, a cambio de perder (pues en toda ganancia evolutiva hay una perdida) aquella sensación voluptuosa de plenitud que caracterizo al hombre primitivo.

Nietzsche por su parte también escribió sobre esta cuestión. Para Nietzsche la moral tiene que ver con la culpa y el sentimiento de deuda y que se relaciona además con la angustia, basta recordar que para Freud, la angustia era un derivado, un subproducto de la culpa.

Para Nietzsche la culpa procedía de la deuda, algo que precisa de dos actores, un acreedor y un deudor. Probablemente la justicia emergió como un modo de regular las relaciones entre acreedores y deudores y el castigo o la sanción correspondiente un modo de ajustar cuentas con aquellos que no pagan lo que deben o no devuelven lo que tomaron de otros.

Algo que se resume en la frase “El deudor es culpable”.

Y que tiene profundas razones teológicas: pues el pecado, la culpa propiamente humana tiene un carácter esencialmente dialógico, solo puede pecarse contra Dios. Así que tienen razón los que dicen que el origen de la culpa es teológica -relacionada con lo oculto o lo sagrado, con la Cosa en sí- pero hay que decir ahora que el teocentrismo se terminó allá por el siglo de las luces tal y como nos contó el Raskolnikov de “Crimen y castigo”. Una vez desaparecido Dios del horizonte del hombre ¿contra quién se peca cuando se peca?

El intento de elaborar una moral sin Dios ha dado lugar paradójicamente a múltiples e infructuosos intentos de la modernidad para acá a fin de construir una moral, una civilidad que, prescindiendo de Dios, pudiera servir como Fundamento de conducta: el romanticismo, positivismo, marxismo, freudismo y finalmente el existencialismo y el nihilismo contemporáneo han terminado por sembrar el huerto de aquella búsqueda de cadáveres cognoscentes.

Se podría pensar que en un mundo sin moral desaparecerían tanto la culpa como la angustía ¿Por qué no ha sido así desde la secularización?

Para Heidegger, la culpabilidad procede de la misma existencia. Somos culpables por existir. Existiría una culpabilidad “endógena” o “existencial” que sería taponada por las otras, por las culpabilidades de la psicopatología o por las culpabilidades individuales. Todo fracaso existencial, todo proyecto clausurado sería un combustible adecuado para la culpa.

¿Pero de qué somos culpables en origen?

Somos culpables de una deuda interminable con nuestra madre personal, somos sus deudores siguiendo la terminología de Nietzsche.

Volvamos ahora a Freud cuyo modelo tópico (Yo-Superyó) tanto nos recuerda al modelo nietzschiano, que recordemos enfrentaba al deudor y al acreedor a través del concepto de deuda del que colgaba un sobrante: el castigo.

Deuda———culpa——-castigo——redención

Que se completa y solapa con esta otra secuencia más psicológica

angustia—–perdida—–falta——-deseo

Freud pensó que todo sentimiento de culpabilidad derivaba del temor ante la autoridad -materna, paterna o social-, asumida más tarde por el llamado «super-ego». El mal o el deseo destructivo del niño, no sería más que algo profundamente deseado -el placer-, que al ser reprimido en el subconsciente, daría lugar al sentimiento de culpa.

Efectivamente, la culpa patológica es casi siempre exagerada y no relacionada con la realidad de los hechos, se trata de una observación que los psiquiatras hemos llevado a cabo (después de Freud) con mucha frecuencia. Los autoreproches del melancólico, el delirio de culpa de ciertos enfermos se nos antojan exagerados y casi siempre injustificados e irreales. En la culpa exagerada hay siempre una disculpa (A. Colina) cuando no una acusación.

Lo opuesto a la culpa (que es siempre una posición melancólica) es darle la culpa a otros, se trata de la posición paranoide a través de la proyección. Ambas posiciones recuerdan un sentimiento o bien de culpa o bien de inocencia absolutas. Uno o es culpable o es inocente. Pero en ambas puede verse una hostilidad más o menos manifiesta, una acusación a otro que no aparece en el enunciado, hasta en los autoreproches más crueles podemos contemplar esta ambivalencia.

Y no cabe la menor duda de que si hoy los humanos hemos logrado ser menos agresivos es porque en un momento determinado fuimos homicidas. La civilización es una guerra contra los instintos animales que nos vienen de serie. Nos hemos autodomesticado tal y como señala Wrangham, lo que es lo mismo que decir que si somos buenos es gracias a nuestra maldad, hemos logrado domesticar nuestra maldad innata.

La extraña relación entre virtud y violencia.

A partir de esta ya estamos en condiciones de clasificar a los seres humanos en dos categorías: los hipermorales (moral overdrive) y los amorales, distintas formas o posiciones de enfrentar la deuda original intolerable.

Bibliografia.-

Nietzsche,F: La_genealogía_de_la_moral. pdf

Juan Baptista Torelló: El sentimiento de culpabilidad

Orage, A, R: “Consciousness, animal, human and superhuman”. Weiser. New York, 1978.

Neuman, Erich: “The origins and history of consciousness”. Princeton University Press. Princeton 1973.

 

¿Desaparecerán las enfermedades mentales?l

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He participado muchas veces en seminarios donde se hacia esta pregunta como y casi siempre desde una perspectiva espiritual y optimista. Al parecer hay muchas personas que creen que viviendo en un mundo mejor -del estilo “Un mundo feliz”, de Huxley-  desaparecerían muchos de los malestares humanos. Los que así piensan pertenecen a un genero humano especial, los que creen en un progreso con una única flecha que señala hacia un futuro necesariamente mejor, algo así como si la humanidad pudiera elegir su destino y donde la tecnología, las ciencias del cerebro y la mejoría de la cooperación entre humanos fueran de la mano para conseguir tal objetivo. De algo así hablamos en este post cuyo autor es Juan Rojo y que dedicamos algunas horas para debatir este asunto.

Pero he notado que en esos encuentros se pasa por encima de un hecho fundamental: las enfermedades mentales cambian y no solo cambian sino que algunas desaparecen mientras otros malestares aparecen. Hay un continua oscilación en la presentación sintomática del sufrimiento.

Enfermedades mentales en trance de desaparición-

No cabe duda de que algunas formas de esquizofrenia, al menos las más malignas (con síntomas negativos) han desaparecido casi por completo. La hebefrenia, las formas simples y la catatonia apenas si se ven en la clínica de nuestros días, mientras que las formas paranoides o las formas recortadas son las más frecuentes. Hay varias teorías para explicar este fenómeno, algunos apelan a la desaparición de los manicomios, otros a la aparición de los antipsicóticos, al tratamiento precoz y a las practicas rehabiitadoras y sobre todo a los ingresos breves y la desinstitucionalización. Y no cabe duda de que algo de razón tienen los que sostienen estas causas. Pero lo cierto es que las enfermedades mentales siguen patrones culturales, son por decirlo de otra manera dependientes de la subjetividad humana y patoplásticas, es decir adquieren presentaciones bien distintas según la época y también según nuestras conceptualizaciones. Y lo cierto es que nuestra conceptualización de la esquizofrenia ha cambiado en los últimos 40 años.

Para empezar ya no la consideramos una enfermedad incurable pero también hemos modificado nuestra actitud con respecto a los locos en general. En la locura vemos una dignidad similar a otras enfermedades y los psiquiatras de mi generación teníamos otro concepto bien distinto en la manera de tratar a los locos que los que adoptaban nuestros predecesores. Escuchar empáticamente y tratar con delicadeza e interés a los locos fue una novedad que cambió para siempre la locura. Y por supuesto proscribir los castigos.

Otra enfermedad que ha desaparecido de las consultas corrientes en psiquiatría fue la histeria de conversión y las histerias crepusculares. Aquellas grandes histerias de finales del XIX y principios del XX ya no se ven en la clínica. ¿Por qué? Pues porque las histéricas antiguas hoy son feministas y encontraron otras formas de reivindicación distintas a las parálisis o los desmayos. ¿Hay hoy alguna mujer que se desmaye para eludir su responsabilidad moral en su deseo de entrega? Claro que no, ya no existen limites sexuales para la mujer, ya no necesitan desmayarse o fingirse paralíticas para no hacer lo que por obligación se les impone  como aquellas pacientes de Freud cuidadoras forzadas de padres sifilíticos o tuberculosos. Por desaparecer ha desaparecido aquella excusa tan chistosa de la mujer que fingía jaqueca para eludir el coito en una época en que el coito no se podía rechazar. Hoy son los hombres los que no eluden el contacto físico con sus esposas, debido a el “deseo inhibido”, falta de deseo o bien disminución del mismo cuando no la disfunción sexual máxima: la impotencia.

Las oligofrenias por su parte eran un capítulo muy importante en las oposiciones de cualquier psiquiatra. Hoy han desaparecido de los manuales psiquiátricos, se han depsiquiatrizado bajo un epígrafe neutral: las discapacidades. Han pasado de ser consideradas enfermedades del cerebro a “maneras de ser y estar en el mundo”. Algo relacionado con la neurodiversidad,

Las psicosis epilépticas, las psicosis orgánicas, las demencias y los deliriums ya no se tratan por los psiquiatras sino por los neurólogos y es muy posible que el control de las convulsiones con los nuevos antiepilépticos y la no institucionalización hayan mejorado el pronóstico de la epilepsia.

Enfermedades que han sufrido un repunte o incluso conceptualizaciones ex novo.-

Es verdad que la esquizofrenia sigue existiendo como también las neurosis histéricas si bien esta conceptualización -la de histeria- desagrada mucho a los psiquiatras organicistas y a las clasificaciones DSM pero se han encontrado otros nichos donde ubicarlas: la disociación o los trastornos facticios son los neologismos que hemos inventado para ocultar las dinámicas por otra parte universales de la histeria, es decir los problemas de identificación -la identidad- en las mujeres.

El binomio neurosis-psicosis ha sido puesto en cuarentena por una multitud de trastornos a medio camino entre ambas como los trastornos alimentarios, las adicciones o los trastornos de personalidad, versiones mitigadas de las grandes patologías clásicas. Así el trastorno paranoide de la personalidad se considera una versión menor de la paranoia, el trastorno obsesivo-compulsivo del TOC, el trastorno evitativo de la neurosis fóbica, Mención aparte merece el TLP /trastorno limite de la personalidad que carece de referente en la Psiquiatría clásica y – a pesar de que se ha identificado con distintos nombres (trastorno border-line, esquizofrenia ambulatoria, esquizofrenia pseudoneurótica)- no encaja demasiado ni en la psicosis, ni en la neurosis.

En mi opinión la aparición de estas “nuevas enfermedades” es la demostración de que las enfermedades mentales han cambiado de ubicación, a veces incluso se han “normalizado”. Nuestras conceptualizaciones no hacen sino dar la razón a la idea de que hemos ganado en mejorar el pronostico de las más graves a cambio de multiplicar las formas menores. ¿No es verdad que acusamos constantemente a los DSMs de patologizar lo normal? ¿No es verdad que solemos decir que el DSM está sobrecargado de entidades indistingibles de la normalidad?

La razón es que la locura y la cordura están muy cercanas. Más que eso, en cada uno de nosotros hay un loco que aguarda su oportunidad de emerger. Todos estamos un poco locos como dice el refrán. Y tal y como podemos ver en la imagen que preside este post es precisamente la normalidad la que está alejada tanto de la locura como de la cordura. En la locura hay gotas de cordura, hay una lógica en cualquier desvarío, en cualquier chifladura.

Dicho de otra manera hay una continuidad entre la normalidad y la locura.

Es por eso por lo que sin pretenderlo los DSMs cada vez incluyen más y más conductas normales y corrientes entre sus clasificaciones pues la Psiquiatría del futuro tendrá que interesarse mucho más por los sufrimientos que aquejan a los ciudadanos comunes y menos en intentar discriminar lo normal de lo patológico, ir más allá del binomio razón-locura. Y tratar de discriminar las causas (hoy desconocidas) por las que una persona que ayer era considerada normal o algo neurótica hoy está ingresada con una psicosis aguda. Y una manera de saberlo es inventando un concepto que parece un oximoron.

Y realmente lo es.

Las locuras normalizadas

“La prueba de una inteligencia de primer nivel es la capacidad de tener dos ideas opuestas en la mente al mismo tiempo y seguir manteniendo la capacidad de funcionar”. -F. Scott Fitzgerald

El oximoron es una figura retórica que pone a prueba nuestra capacidad de pensar de una forma compleja, un ir más allá de lo categorial. Aparentemente es una contradicción lógica, pues ¿puede una locura ser normal?.Precisamente por eso prefiero la palabra “locura” a la palabra “enfermedad”. La enfermedad es algo que nos sucede, pero la locura no funciona de este modo, es una elección. Una elección forzada si se quiere pero es algo – una defensa- que el individuo lleva a cabo para sobrevivir. En medicina clásica o estamos enfermos o estamos sanos, pero en Psiquiatría podemos estar locos y hacer una vida normal. Podemos incluso estar medio locos o locos cuando hablamos de un tema concreto pero cuerdos en el resto. Podemos estar cuerdos en la calle o en el trabajo pero locos cuando estamos en la intimidad de nuestra familia.

Y cada vez tenemos ejemplos más claros de esta parcialidad de la locura: existen ideas absolutamente delirantes en personas por otra parte normales. Un arquitecto que cree que la tierra es plana, un profesor de universidad que cree que su gurú de turno es una especie de ser inmortal con varias reencarnaciones, por no hablar de las creencias fanáticas de carácter ideológico, político, religioso o de la diseminación de identidades sexuales alternativas.

Una anécdota personal.-

Hace algunos años en un congreso de Psiquiatría me invitaron a cenar con unos colegas. Fui a parar a una mesa donde no conocía a nadie y después de las primeras reservas durante el primer plato se inició una dialogo entre los más próximos de la mesa. Pronto tomó la palabra un colega frente a mi algo tosco y locuaz que comenzó a hablar de temas esotéricos sobre templarios, búsquedas del Grial, pasadizos secretos que salían de Zaragoza y llegaban a Paris, etc. Le escuchábamos con cierta displicencia hasta que en un momento determinado el colega susodicho comenzó a contarnos sus experiencias mas íntimas. Había hablado con Dios, quien le había comunicado todo este conocimiento, a partir de este momento nuestra atención se hizo más intensa frente a su declaración. Pero ahí no terminó su confesión, inmediatamente nos hizo otra con la que quedamos aun más perplejos si cabe. No solo hablaba con Dios sino que ¡le había fotografiado!  Y efectivamente nos enseñó la foto donde se veía una especie de masa blanca sobre un fondo negro que podía ser considerada como una pasta de dientes o de plastilina y que para él era ¡La Luz! que dimanaba de Dios.

Ya había oído hablar de las “paranoias enquistadas”, significa que una persona puede ser normal en todos los aspectos de su vida pero delirar tan solo en un tema, que puede contarlo o no en función de si le conviene disimular. Es muy frecuente que algunos paranoicos no cuenten sus delirios a los psiquiatras para no recibir tratamientos psiquiátricos forzados, mientras que otros disimulan sus verdaderas convicciones delirantes. Otros lo guardan como un secreto.

Lo interesante del compañero psiquiatra es que lo contó delante de un grupo de psiquiatras de donde se deduce que estaba convencido de la verdad y razón de su creencia. En este sentido podemos observar que muchas veces el delirio es algo inocente, algo que ningún psiquiatra trataría de aclarar o de contradecir y mucho menos de tratar médicamente. En mi opinión sigue siendo un delirio pero es bien distinto a los delirios paranoicos clásicos. No es un delirio que vaya solo contra la razón como los delirios clásicos o contra el principio de realidad sino que es una confrontación contra otra realidad, la psíquica que es posible entrever en la soledad y la insignificancia, nada menos que tiene conversaciones con Dios. Es conocido desde antiguo que los delirios místicos o megalómanos son el mejor tratamiento de los persecutorios, algo que se conoce con el nombre de “silogismo de Foville” descrito por Jules Séglas. (tomado de “Hablemos de la locura” de Jose Maria Alvarez).

Un delirio es una creencia que se aparta de la razón pero contiene algunos fenómenos que cuelgan de él: 1) el delirante cree que está siguiendo la razón 2) tiene una conducta y emociones y sentimientos compatibles con esa creencia por ejemplo tienen miedo si cree que le persiguen para matarle  3) sabe que esa creencia no es una creencia consensuada, es decir que está solo en su convicción. 4) Hay una convicción absoluta sobre esta idea.5) Grandiosidad, tanto si estamos frente a un delirio melancólico com si estamos frente a uno más paranoico, el sujeto cree ser el centro de todo (autoreferencia), y no hay mayor importancia que tener enemigos o bien ser el peor de los hombres.

¿Qué sucedería si un delirio no cumpliera alguna de estas condiciones, por ejemplo ¿qué sucedería si lograra que otros compartieran su delirio? ¿Qué sucedería si el delirio no reclutara emociones como la agresión o el miedo? Dicho de otra forma, ¿qué sucedería si hubiera grupos, gremios, o lobbies, que compartieran las creencias delirantes de un inventor de delirios con buenas dotes de creatividad y sugestionabilidad. Bueno, esto es lo que sucede hoy con las sectas pero también con las ideologías identitarias y lo que ha sucedido a lo largo de la historia en esa especie de delirios colectivos que caracterizaron, por ejemplo, al III Reich.

Estos delirios reclutan personas no necesariamente delirantes sino locos normalizados, es decir locos lucidos (Trélat), locuras blancas, locuras ordinarias (Miller) o locos razonantes (Serieux y Capgras) o esquizofrénicos latentes (Bleuler).

¿Es posible pensar que la diseminación de oportunidades de ser, de las que habló Foucault, -que es una forma de legitimar cualquier identidad- pudiera operar como un menú desplegable de opciones que permitiera a ciertas personas la posibilidad de identificarse evitando así el desplome psicótico?

Es también posible que despatologizar y desestigmatizar ciertas condiciones psiquiátricas lleve consigo un mejor encaje de ciertas condiciones minoritarias. Pero también es posible lo contrario y que diseminar cualquier tipo de identidad periférica no termine de adaptar socialmente a los disidentes si es que pretenden seguir siéndolo.

Y lo más probable es que se sigan encontrando por los semiólogos matices nuevos que añadir a las listas de síntomas para agrado de los teóricos del DSM y que el libro sea cada vez más voluminoso. Y que entonces tengamos de nuevo que aclarar los limites entre lo normal y lo patológico. Y vuelta a empezar.

En conclusión: la continuidad entre la normalidad y la patología mental es probablemente cierta pero es inaplicable en nuestro mundo, donde los jueces sentencian, los administradores dan pensiones de invalidez y los enfermos requieren cuidados médicos y gasto sanitario teniendo en cuenta el grado de discapacidad de los individuos.

En suma: veo dos tendencias algo incongruentes en la psiquiatría actual en su discurso con la sociedad. Por una parte esta´n los naturalistas que creen que las enfermedades mentales son entidades naturales, biológicas y discontinuas y otros que creen que son entidades subjetivas creadas por los discursos sociales y familiares, psicológicas y discontinuas. Lo que no saben ni unos ni otros es que andan reforzando la postura opuesta.

Yo por eso, soy ecléctico y me sitúo en la tierra de enmedio pues tanto el naturalismo como ese subjetivismo radical que dice “soy una mujer encerrada en el cuerpo de un hombre” son falsos y requiere además de un nuevo diagnóstico con el que legitimar esa elección: la disforia de género.

Es el oxímoron.

Y habrá que recordar ahora que “enfermedad mental” es un oximoron. Solo la materia puede enfermar.


¿Enfermedad mental o locura? (X)

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Hay dos clases de psiquiatras: los que creen que la enfermedad mental es una cuestión médico-biologica y los que creen que es algo psicológico, algo ligado a la mente, a la crianza, o a las vicisitudes de la vida. Ambos puntos de vista son incompletos aunque ambos contienen algunas gotas de verdad. En estas concepciones reduccionistas se encuentra el germen de algo más complicado o mejor complejo. ¿Cómo se relaciona el cerebro con la mente y la mente con los eventos del mundo externo?

Hay pocos profesionales que abracen este modelo por una razón fundamental: no existe este modelo al menos en la ciencia de la mente. No tenemos ni idea de como interacciona el cerebro con el mundo ni como de esa interacción se construyen estados psicológicos particulares según esa interacción.

Los que defienden el modelo biomédico están seguros de que las enfermedades mentales son como las enfermedades somáticas y responden a criterios de causalidad, patogenia, diagnóstico y tratamiento según el modelo clásico médico. Los que se oponen a este modelo suelen ser psicoanalistas de cualquier orientación y ponen el énfasis en la infancia, la crianza y ciertas operaciones inconscientes que tienen que ver con el rechazo, el repudio o la represión. Los primeros de ellos estarán de acuerdo en llamar enfermedades a las mentales y los segundos hablaran más bien de locura o alienación. Como puede verse aqui este termino de “alienación” es muy polisémico pero aplicado a la Psiquiatría puede definirse como “una perdida del sentimiento de la propia identidad” mientras que aplicado a la política vendría a denominar a “aquel que es un esclavo pero no sabe que lo es”, una definición de la escuela de Frankfurt. Hay algo que tienen en común estas definiciones: el alienado seria aquel que ha perdido la libertad para ser quién es y además no lo sabe. Esta es una característica de la locura: ningún loco sabe que está loco.

El termino “enfermedad mental” no encaja bien con nuestra conceptualización actual, tomando como referencia las enfermedades somáticas. Es cierto y debe ser por eso que en los DSMs se ha optado por la etiqueta “trastorno” en lugar de “enfermedad”, si bien este cambio no aporta nada en el estatuto epistémico del sufrimiento mental que sigue en desventaja comparado con los malestares médicos. Claro que hablar de “sufrimiento” tampoco aclara demasiado su naturaleza porque no todos los enfermos mentales sufren, algunas patologías son egosintónicas, tenemos el caso de la manía donde la expansividad la omnipotencia y  la euforia contradicen ese sentido de sufrimiento. Tampoco sufren los psicópatas a pesar de la evidencia de que son seres trastornados, y a pesar de que el psicoanálisis siempre llamó la atención de los trastornos narcisistas, que tampoco encajan en las grandes patologías mentales pues se trata de personas que hacen daño a otros pero no a sí mismos.

Es por eso que algunos psiquiatras han optado por llamar locura a esos que están locos y punto, algo que tiene la ventaja de que 1) desmedicaliza la locura 2) utiliza una palabra cargada de contenidos cuerdos ¿pues quien no usa la palabra “locura” para definir estados tan comunes como andar enamorado de alguien por ejemplo? y 3) no prejuzga esa diferenciación clásica entre psicosis, neurosis y normalidad. Pero yo me referiré a ambos conceptos indistintamente, locura y enfermedad mental.

Es cierto que la Psiquiatría no debió quemar sus naves en el modelo médico y adherirse al modelo natural de Etienne de Condillac que fue bueno para la química pero no para las ciencias del hombre, pues la locura fluctúa entre tres ejes: el natural, el interpersonal y el moral. Dicho de otra forma, el sufrimiento mental no es siempre de orden biológico, lo más frecuente es que las disadaptaciones procedan de lo interpersonal o social y desde luego es tiempo para que repensemos como lo moral interfiere en el malestar mental.

Pues hasta ahora nadie ha encontrado el circuito cerebral ni el gen de la culpa, uno de los sentimientos más causales que hemos podido identificar como causa de “enfermedad o trastorno mental”. la culpa nada tiene de biológico, es un resto de nuestras relaciones de deuda con los otros.

Lo cierto es que no disponemos de un sustantivo que pueda aplicarse de un modo óptimo a ese entramado de relaciones que operan entre mente, cerebro, medio ambiente y tiempo y que dan como resultado la patología psiquiátrica, de modo que tendremos que conformarnos con usar los términos “enfermedad o trastorno” a los que yo he añadido el termino condición para dar cuenta de la posición subjetiva de cada cual y su relación con la patología o normalidad subyacente, pues la normalidad es un término estadístico que tiene mucha relación con lo que el entorno califica como normal o no. Hay un pequeño segmento de indeterminación que viene definido por la cultura y los procesos de moralización y amoralización que forman parte del vaivén del juego social.

Una de las razones que me llevan a no repudiar esta consideración de “enfermedad” es porque creo que existe un consenso universal respecto a la idea de que las enfermedades mentales deben ser atendidas por médicos, por psicólogos o ambos entre los que se encuentran también otros profesionales como enfermeras, asistentes sociales, laborterapeutas, cuidadores, etc. Creo que podemos estar todos de acuerdo en que sería una mala idea conceder tales cuidados a curas, monjas, frailes o ingenieros de caminos. Ni siquiera los familiares son buenos cuidadores, pues cuidar de un loco es una tarea insoportable como ellos saben. La profesión más cercana a la realidad epistemológica de la patología mental es la de la medicina, si bien nosotros los psiquiatras somos una profesión bastante estigmatizada de manera muy similar a los locos de quienes cuidamos.

Ahora bien, y hablando de las patologías más graves de nuestra especialidad: melancolía, esquizofrenia y paranoia, si no son enfermedades lo cierto es que se parecen mucho a las enfermedades físicas. Para empezar estos enfermos -y me refiero a los más graves entre ellos- necesitan tutela hasta para las tareas más fáciles de la vida como ducharse o comer, son incapaces de gestionar su vida ni de relacionarse con nadie de una forma íntima y persistente, cometen tropelías, se ponen en riesgo y suelen morir de forma violenta con una probabilidad 10 veces superior a la población general. Suelen terminar su evolución en el marasmo más absoluto, en la desprofesionalización, el vagabundeo, o pidiendo limosna. Otros terminan en la cárcel o se suicidan tal y como contó Pinel después de “quitar a los locos sus cadenas” y devolverles sus derechos en plena efervescencia de la Ilustración. “Vaciar los manicomios llenó las cárceles de locos y el Sena de cadáveres”.

Dejar a un loco sin asistencia es condenarle a una muerte prematura y a una evolución tórpida de su ¿podemos llamarle enfermedad? Pues la esquizofrenia tiene una evolución natural, si natural y aunque evoluciona en brotes, va dejando después de cada brote un defecto cognitivo esquizofrénico que tanto nos recuerda a las demencias. No en vano Kraepelin llamaba a esta enfermedad “demencia precoz” hasta que Eugen Bleuler le cambió el nombre por el de “esquizofrenia” enfatizando su escisión. De modo que no creo en una emancipación del loco. Los locos son incapaces de formar un grupo de presión, un lobbie, un partido o una alianza para conseguir mejoras en su trato. Los locos van cada uno a la suya.

Solo los neuróticos pueden asociarse si encuentran a un narcisista que les dirija. Y es por eso que no existen asociaciones de esquizofrénicos sino de familiares. Los locos no saben que necesitan recursos. Y los necesitan y muy variados sobre todo aquellos más graves en los que no es de esperar que encuentren trabajo, sean autónomos, encuentren pareja o sepan relacionarse u orientarse en la sociedad en la que viven. Ni que sean capaces de cuidar de sí mismos y menos de otros. Para los locos el otro no existe y se vive casi siempre como alguien intrusivo que impide vivir esa vida de aislamiento y repliegue que entendemos como una defensa precisamente de esa vivencia de intrusión.

Ahora bien no todos los locos son iguales y existen grados de patología. Aproximadamente 1/3 de ellos tienen buen pronóstico si no se cometen con ellos torpezas que ejercen como intervenciones yatrogénicas. En este sentido los ingresos forzados siempre son un riesgo de traumatizar aun más a un paciente con pocos recursos psicológicos para entenderlo. Los entornos cerrados y demasiado reglados o autoritarios son tan  traumatizantes como los entornos demasiado flexibles o tolerantes. Hay que alcanzar un equilibrio y es por eso que es necesario profesionalizar a los cuidadores y no ceder esa tutela a otros sin las suficientes garantías sanitarias o habilidades interpersonales. Las tutelas disciplinarias o excluyentes son hoy un recuerdo del pasado manicomial y aunque aun existen en algunos entornos extrasanitarios son una práctica a liquidar para siempre.

De manera que la esquizofrenia y la locura en general no son solo formas de subjetividad, sino una forma de subjetividad radical que se produce por alguna causa que no hemos identificado todavía.

Y que nos desafía de forma rotunda con el problema de la complejidad.

La causalidad ha muerto.

O mejor: a la complejidad no le interesa la causalidad. Observen este video.

Podrán ver que a medida que se añaden bolas a esos caminos rectos (diámetros) aparece una nueva realidad que llamamos emergencia. Aparece un circulo y si somos capaces de borrar los diámetros anteriores nuestra atención se habrá desplazado hacia ese circulo nuevo. Eso es un perfecto ejemplo de qué es la complejidad, algo que sin comprenderlo profundamente no podremos nunca saber de qué hablamos cuando hablamos de “enfermedad mental”, un verdadero oximoron, pues solo la materia puede enfermar.

Delirios paranoides y delirios metanoides (XI)

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“El saber delirante” es el titulo de un libro de Fernando Colina que me parece magistral aunque no estoy del todo de acuerdo con todo lo que cuenta mi colega en este libro. Estar de acuerdo con todo lo que dice alguien es también una forma de delirar, aunque ningún delirante se atrevería a decir que -así y todo- el libro es una joya, pues el delirante ya lo sabe todo y más que eso: niega todo conocimiento al otro.

Una de las cosas en las que no estoy de acuerdo con Colina es en el titulo ya que creo que el delirio no es un saber, si bien le doy la razón en el hecho de que el delirante siempre mantiene con la Verdad una relación muy especial: la certeza absoluta en su delirio. En el delirio no hay duda como sucede en la obsesión.

Lo que significa que el delirio no es un conocimiento sino una creencia. Y una creencia no es conocimiento sino solo información. Pero la información necesita ser transformada en otra cosa a partir de ciertas reglas aristotélicas que el delirante no comparte.

Todo procede de datos inconexos con los que se construye una información, pero como puede verse en el esquema anterior la información ha de ser transformada en otra cosa para que sea considerada conocimiento. Y aquí no termina la ecuación porque hay aun un eslabón más allá del conocimiento: le llamamos pensamiento complejo o si se me permite mente sabia, cordura o sabiduría que se caracteriza por deconstruir la información que lleva al conocimiento vulgar. Algo que tiene que ver con una lógica anti-aristotélica (como el delirio) pero que se basa en una lógica de la inconsistencia y de la incertidumbre. Mientras que el delirio suele ser consistente y dotado de certeza y rigor. El delirio está más cerca de la erudición que de la sabiduría.

De manera que hay una proximidad entre este tipo de pensamiento sabio y la locura y por supuesto existen formas intermedias.

No todos los delirios son psicóticos a pesar de que la psicosis es el antecedente común a toda locura, se trata del antecedente común de la melancolia, la esquizofrenia y la paranoia. Sin embargo hay delirios paranoides (psicóticos) y delirios metanoides (no psicóticos) y son bastante fáciles de diferenciar a pesar de que tienen elementos comunes y elementos diferenciales.

Los delirios paranoides son siempre autoreferenciales, es decir tienen al Yo como centro de todo el relato mientras que los delirios metanoides tienen como centro cualquier otra cosa relativa al Mundo, al Cosmos, al planeta y a su destino o al destino de la humanidad. Los delirios paranoides son siempre alusivos, es decir aluden o interpelan al Yo de un modo individual y radical mientras que los delirios metanoides interpelan al otro, son algo así como una especie de ecumenismo de la creencia. Un metanoico es siempre alguien que busca acólitos y creyentes mientras que el paranoico está muy poco o nada interesado en los otros y busca simplemente contar su verdad. Pues el metanoico a su vez es un converso, alguien que cayó del caballo, alguien que despertó y pretende nada menos que despertar a los demás de su sueño de Matrix.

¿Cómo podríamos definir el delirio?.-

No cabe duda de que es una tarea complicada, pues existe un amplio segmento de creencias que están en la interfase del delirio y la creencia consensuada. pero de momento podemos decir que un delirio es una creencia mentirosa, una creencia no consensuada. Sin embargo no debemos conformarnos con esta definición pues existen creencias firmemente consensuadas que son delirantes, un ejemplo  son algunas creencias malignas como las que se difundieron en el III Reich de una supuesta raza aria y del privilegio del pueblo alemán para dominar el mundo.

Existen muchos matices desde las creencias usuales que estamos dispuestos a creer y el delirio paranoide. Existen fanáticos como Breivick, el psicópata noruego, casos bien descritos por Kurt Schneider o como el caso de Unabomber que bordean el delirio con una enorme talento analítico y que representan, en lo político, los casos más extremos de metanoia, algo a lo que se llega por revelación, omnipotencia y nunca por reflexión. Y que es algo que comparten con sus primos los paranoides, pues ningún delirio se obtiene de la razón sino de un “insight”, una ocurrencia cuando no de la grandiosidad.

Los delirios paranoides cuentan siempre historias que son en realidad absolutos antropológicos: celos y engaño, envenenamiento, persecución, enamoramiento, fortuna, megalomanía o autoimportancia, filiación, invención, divulgación de secretos, exclusión o querulancia o venganza, por contra los delirios melancólicos -mas difíciles de sostener- implican a la condenación, la ruina, la indignidad, la inmortalidad o la ausencia de órganos (sindrome de Cotard). Los delirios esquizofrénicos son mucho más fantásticos que los paranoides e implican fenómenos sobrenaturales, maquinas de influencia o cenestopatías delirantes, en cualquier caso indican una falta de barreras entre el cuerpo y el mundo siendo la intrusión su caracteristica principal. Los delirios metanoicos por su parte están más bien relacionados con “arreglar el mundo”, así nos encontramos conspiranoicos que creen que hay una raza de reptiles viviendo entre nosotros, los terraplanistas, los antinatalistas , los que creen en extraterrestres, con una especial misión en la tierra, las creencias paranormales y sobre todo los delirios metanoicos políticos.

No es raro que sea la política el campo donde podemos encontrar más delirantes metanoicos o paranoicos. Pues la política como la economía y la Psiquiatría son campos inciertos y complejos donde cabe cualquier opinión pero no existen soluciones sencillas a los problemas complejos sino más bien equivocadas. Es por eso que los políticos renuncian a soluciones de buena gestión y aplican la propaganda y la construcción de relatos creíbles si quieren (y todos quieren) perpetuarse en su puesto. Y todo es creíble cuando se repite muchas veces (la ventana de Overton)

De manera que un delirio puede construirse con los materiales de la verdad, un delirante de persecución puede estar siendo realmente perseguido, un querulante puede haber sido víctima de una injusticia infame, un celoso puede haber sido traicionado o engañado por su esposa o un inventor puede haber encontrado alguna pista o descubrimiento trascendental -estoy pensando ahora en el caso de Tesla- pero al que nadie cree como le sucedía a Casandra en el mito.

De manera que no son siempre mentiras los materiales del delirio paranoide pero siempre son autoreferenciales, es decir se refieren a uno mismo. Además de eso mantienen de por vida un enorme vigor y además encierran una profunda certeza que excluye cualquier otra opinión. El delirio solo atiende a sí mismo. En este sentido el delirio se confunde a veces con una obsesión. Y efectivamente existe una vecindad muy evidente entre algunas obsesiones y algunos delirios. Una de ellas es el amor.

En el libro de Colina existe un capitulo muy interesante entre las relaciones y semejanzas que existen entre el amor y el delirio. Lo que Colina plantea es que en el delirante existe un déficit, una incapacidad para el olvido. ¿Qué hacemos nosotros cuando alguien nos da calabazas? Pues pasamos a otra cosa, nos olvidamos del tema y buscamos a otra persona. El paranoide no solo es incapaz de olvidarse de su amada sino que es incluso capaz de construir un delirio erotomaníaco, es decir la convicción de que es víctima de un amor persecutorio por parte de alguien. Este tipo de delirio descrito por Clérambault es más frecuente en mujeres, mientras que en los hombres es más frecuente el “paso al acto”, es decir el crimen pasional: destruir al objeto amado en la convicción de que es justa tal cosa y que merece por tanto un castigo. Es muy conocido el asesinato de Althusser de su esposa y de su lucha paranoide posterior por conseguir una condena carcelaria y no un internamiento psiquiátrico. En este antiguo post podemos perseguir la lógica interna no aristotélica que preside el delirio paranoide.

En conclusión: un delirio es un constructo mental que atenta contra la privacidad del sujeto, contra su autoestima, contra su supervivencia pero que preserva algo y es por eso que Colina piensa que en cualquier caso el delirio no es un déficit o un error lógico solamente, sino una forma de defenderse de la insignificancia, del desamor, del abandono, de la estúpida ignorancia o del asesinato del alma: esa lacra que parece fortalecerse con cada crimen perceptivo que sufrimos en los entornos de la sociedad o de la familia.

El lenguaje al final de su atadura (XII)

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Los síntomas nucleares de la esquizofrenia pueden describirse como “lenguaje al final de su atadura”; y dan pistas sobre el origen de la especie. (Timothy Crow).

Existen dos teorías sobre el origen de la esquizofrenia, una es la de Timothy Crow que es una teoría evolucionista y la otra la de Edward Hare que es una aproximación epidemiológica. También existen teorías psicológicas diversas, desde las fenomenológicas hasta las psicoanalíticas pero ninguna de ellas aclara el origen de la enfermedad, si bien realizan aportes parciales a su comprensión, pero existen o creo encontrar sinergías con una idea: la esquizofrenia tiene que ver con la adquisición de esa prestación humana fundamental que llamamos lenguaje. El lector interesado puede leer este post donde me planteaba si la esquizofrenia existió siempre o si es algo de aparición reciente. Pues la mejor forma de acercarnos  un problema complejo es mirarlo desde fuera y desde lejos lo que es lo mismo que decir que la aproximación histórica o evolutiva nos puede dar más pistas que cualquier otra.

Para Crow la esquizofrenia es el tributo que paga nuestra especie por la adquisición del lenguaje, lo que es lo mismo que decir que apareció como un epifenómeno de la hominización, es decir existió siempre pero para Hare la esquizofrenia es un subproducto de la modernidad, más concretamente de la revolución industrial y los cambios que llevó a cabo en el hábitat y la subjetividad de los humanos. Torrey en 1980 y Hare en 1988 han planteado la hipótesis reciente de la enfermedad esquizofrénica y aquí Lopez Ibor nos cuenta algo de esta historia.

Pero en mi opinión no existe contradicción entre ambos puntos de vista, puesto que es posible que lo que nos venga con el lenguaje no sea lo que hoy entendemos como esquizofrenia sino la psicosis. Y que la esquizofrenia sea una forma moderna de psicosis. Del mismo modo que la esquizofrenia adquiere cada vez más formas paranoides.

Y a pesar de que que Kraepelin ya especulara con la idea de que esquizofrenia, paranoia y psicosis maniaco-depresiva serian las tres formas clásicas de psicosis, lo cierto es que cada vez más existen mayores evidencia de un continuo en las psicosis, sobre todo después de ir acumulando mayores evidencias de que todas las enfermedades mentales están emparentadas genéticamente entre si, es decir no se trataría de enfermedades discretas sino de continuos entre unas enfermedades y otras.

 

Como puede verse en este gráfico tanto la psicosis maniaco-depresiva como la esquizofrenia compartirían formas de su genotipo siempre que entendamos que no se trata de enfermedades que puedan explicarse con un solo gen sino de múltiples genes con acción cerebral: un efecto múltiple de varios (quizá cientos) de genes operando al mismo tiempo.

Con todo, parece que el antecedente más documentado en la literatura es la melancolía.

La melancolía es lo que hoy llamamos depresión sin embargo no son la misma cosa: los griegos llamaban melancolía a toda forma de psicosis (lo que hoy llamamos psicosis) sin fiebre, es decir a lo que hoy entendemos como psicosis funcionales. Lo más probable y que haría compatible la visión de Crow con la de Hare es que existiera -antes de la esquizofrenia- un precursor común: la melancolía o la psicosis.

Algo que seria compatible con la existencia de psicosis exóticas como el koro o el amok que no son exactamente esquizofrenias en nuestro criterio sino formas de locura que traducen las dificultades de los sujetos con las normas grupales (amok) o con las normas sexuales (koro).

Con todo – y tal y como cuenta Hare- no tenemos descripciones clásicas de la esquizofrenia pero muchas de la melancolía y de sus relaciones con el genio creador, desde Hipócrates para acá.

El Gen FOXP2.-

A pesar de los esfuerzos que los científicos interesados en el tema de la genética de la esquizofrenia han dedicado durante mucho tiempo y con equipos multidisciplinares buscando y buscando después de elegir genes candidatos, lo cierto es que no se ha encontrado el supuesto gen de la esquizofrenia sino más bien en que todos los genes parecen tener una capacidad pluripotencial patogénica, lo que significa que cualquier gen candidato no explica la esquizofrenia sino un sin fin de patologías mentales tal y como podemos observar en el gráfico antedicho.

Pero el gen FOXP2 tiene un interés especial por su relación con la aparición del lenguaje.

FOXP2 y su gen fueron descubiertos como resultado de investigaciones en una familia inglesa conocida como la familia KE , la mitad de los cuales (quince personas en tres generaciones) sufrían un trastorno del habla y el lenguaje llamado dispraxia verbal del desarrollo . Su caso fue estudiado en el Instituto de Salud Infantil del University College London . En 1990, Myrna Gopnik , profesora de lingüística en la Universidad McGill , informó que la familia de KE afectada por el trastorno tenía un impedimento grave del habla con una conversación incomprensible, en gran parte caracterizada por déficits gramaticales.]Ella planteó la hipótesis de que la base no era el aprendizaje o la discapacidad cognitiva, sino algo debido a factores genéticos que afectan principalmente la capacidad gramatical. (Su hipótesis condujo a una existencia popularizada del “gen gramatical” y a una noción controvertida de trastorno gramatical específico. En 1995, la Universidad de Oxford y los investigadores del Instituto de Salud Infantil encontraron que el trastorno era puramente genético. Sorprendentemente, la herencia del trastorno de una generación a la siguiente fue consistente con la herencia autosómica dominante , es decir, la mutación de un solo gen en un autosoma (cromosoma no sexual) que actúa de manera dominante. Este es uno de los pocos ejemplos conocidos de herencia mendeliana (monogénica) para un trastorno que afecta las habilidades del habla y el lenguaje, que generalmente tienen una base compleja que involucra múltiples factores de riesgo genético.

De manera que el FOXP2 no es el gen de la esquizofrenia sino un gen que altera el lenguaje al final de su atadura como propuso Crow, lo que equivale a aceptar la idea de que existe un parentesco entre este trastorno que afecta a las cadenas sintácticas y la esquizofrenia.

El gen FOXP2 es un gen que regula funciones motoras del habla y es muy posible que existan otros genes implicados en los trastornos mentales como la esquizofrenia tal y como explica el Prof. Julio Sanjuan aqui.

Dicho de otra manera y tal como predijo Timoyhy Crow: “El lenguaje y la psicosis tienen un origen evolutivo común”.

Algo que podemos rastrear a través de los síntomas nucleares de la esquizofrenia, según Crow:

“El lenguaje se originó en un cambio crítico en los cromosomas sexuales (el ‘evento de especiación), el cambio genético que definió la especie) que ocurrió en África Oriental entre 100 y 250 mil años atrás y que permitió que los dos hemisferios se desarrollaran con un cierto grado de independencia El lenguaje puede entenderse como bi-hemisférico con una función componente: una secuencia de salida lineal, confinada al hemisferio dominante, y un segundo muestreo distribuido paralelo que ocurre principalmente en el hemisferio no dominante. Este mecanismo proporciona una explicación de la generatividad del lenguaje”.

Dicho de otra manera la generatividad del lenguaje es un evento no-lineal o complejo con dos módulos que cooperan entre sí.

A ese cambio critico se le ha llamado también “ruptura de la simetría” es decir la adquisición de una conciencia recursiva, una conciencia que puede pensarse a si misma , algo que nos diferencia del resto de los animales y del resto de nuestros homínidos predecesores.

 

 

Bibliografía.-

Timothy Crow: ¿Es la esquizofrenia el precio que paga el sapiens por la adquisición del lenguaje? 

Edward Hare: “La esquizofrenia como enfermedad reciente”

 

El nuevo contrato sexual

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El Sr R es aparejador y la Sra M es enfermera, llevan 39 años casados y ambos tienen trabajo fijo y una vida cómoda y próspera. Tuvieron dos hijos, un niño, Carlos y una niña, Ana, ambos recibieron una educación similar, fueron al mismo colegio y las mismas oportunidades pero aunque Carlos tiene dos años más que su hermana, llevó desde el principio de la ESO cierto retraso con respecto a ella que fue siempre muy responsable y una buena estudiante.

Por el contrario Carlos comenzó a flojear en los estudios hacia los 14 años, solía suspender, mostrar poco interés por casi nada, en una especie de apatía existencial. Pronto comenzó a meterse en líos y peleas, trapichear con drogas, y buscarse problemas con los demás compañeros y profesores. Parecía no tener interés en nada y se mantenía en los márgenes sociales de sus iguales en edad, sin terminar de encajar en ningún grupo de amigos vinculados bien por aficiones, deportes o actividades. Terminó la educación obligatoria de mala manera aprovechando un aprobado casi general. Luego dejó los estudios por completo.

Hoy Ana es enfermera con 35 años con plaza fija, Carlos vive con sus padres y aunque ha ido consiguiendo algunos subempleos lo cierto es que a sus 37 años no tiene oficio ni beneficio. Pasa su tiempo paseando perros ajenos pues es cierto que tiene cierta empatía con los animales. Tiene un plan para montar algo así como una granja educativa para perros.

Lo cierto es que esta historia no es una rareza sino muy frecuente en nuestro mundo actual. Las niñas parecen haberse adaptado bien a esas exigencias educativas que proceden de un mundo basado en la igualdad, una igualdad que los padres asumen de esta manera: “para que no dependa de nadie en el futuro”, mientras que los niños parecen desorientados y confusos tratando de encontrar algún motivo para estudiar, trabajar o hacer algo útil para la sociedad. Lo cierto es que nadie se pregunta para qué debe estudiar o trabajar un hombre.

Adelantaré algo: los hombres estudiábamos o trabajábamos para poder alimentar y gobernar una familia, de manera que queda bastante obvia la apatía de Carlos, simplemente se ha quedado sin función en la vida.

Y es que la igualdad tiene efectos secundarios.

Geoff Dench fue un sociólogo británico, fallecido en 2018, que se dedicó a estudiar temas como la inmigración, los hombres de clase trabajadora y el feminismo. En este libro, Dench intenta mejorar la comprensión de las relaciones entre hombres mujeres y también de la renegociación del contrato entre ambos sexos que estamos viviendo en nuestros tiempos. Dench presenta una visión de los roles que hombres y mujeres cumplen en la sociedad muy distinta a la del feminismo y creo que merece la pena que sea más conocida. Según Dench, el feminismo está equivocado en su comprensión de este contrato entre hombres y mujeres y de cómo hay que renegociarlo y esto es perjudicial para la sociedad en su conjunto y para las propias mujeres.

La hipótesis de la domesticación.-

Richard Wrangham es un primatólogo británico que enunció una hipótesis evolucionista para explicar el hecho de que los humanos éramos cada vez menos agresivos y dóciles tal y como sugiere Steven Pinker en su libro “Los ángeles que llevamos dentro”. El lector interesado puede leer este post con los argumentos de Wrangham.

El sindrome de domesticación sería el responsable evolutivo de seleccionar nuevos rasgos en mamíferos, siendo la reducción de la agresión uno de los más apreciables, con la disminución aparejada en los niveles de stress o miedo. Muy significativamente, la domesticación humana selecciona una reducción muy considerable de la violencia “reactiva” (violencia familiar, riñas y altercados dentro del propio grupo, etc) en los machos, pero favorece el aumento de la violencia “proactiva”, que implica la organización de coaliciones agresivas cada vez más sofisticadas entre grupos. En cierto modo esta distinción resuelve una controversia histórica: Rousseau tenía razón en cuanto a la violencia “reactiva”, que es realmente menos natural en el hombre, pero Hobbes estaba en lo cierto en cuanto a la “proactiva”.

Resulta sorprendente que, descendiendo de homínidos “robustos”, todas las poblaciones humanas “modernas”, de África a Australia, hayan experimentado un proceso de gracilización relativamente homogéneo en un tiempo evolutivo tan escaso.

Parece que los humanos modernos no reemplazaron simplemente a los robustos, como sugerían las versiones preliminares de la teoría de la “out of África“, sino que fueron los mismos robustos los que se hicieron gráciles. “Tomado de este post “.

Algo que plantea una interesante paradoja evolutiva. ¿Por qué la selección natural privilegió cerebros pequeños, musculaturas gráciles, rostros aniñados y perdida de la tosquedad facial,  pieles más blancas, gusto por el juego y retardo de la maduración si estos rasgos son desventajosos para la supervivencia? El problema que se plantea a continuación es el siguiente

¿Quién domesticó al sapiens? ¿fueron los extraterrestres, fue un proceso de auto-domesticación y si fue así cual fue la razón?

Obviamente fueron las mujeres las que domesticaron a los hombres. Vale la pena releer “El príncipe y la rana” o “La bella y la bestia”

¿Pero quien domesticó a las mujeres?

Las mujeres no necesitan ser domesticadas pues vienen de serie con “la cruel atadura”, es decir con el lastre de la maternidad.

En el libro, Dench desarrolla la idea de que el núcleo de la sociedad es femenino y surge de la necesidad de organizar la reproducción de forma eficaz. Las actividades más esenciales de la sociedad son la que tienen que ver con el cuidado de los niños. La maternidad compartida es la base de toda la sociedad humana. Las mujeres son las que tienen los hijos y la mayor responsabilidad por ellos las hace conscientes de que van a necesitar apoyos en el futuro. Las estructuras para apoyarse entre ellas serían probablemente el contrato social original (la aloparentalidad)”.

La monogamia fue el siguiente paso: encontrar a un hombre para compartir las cargas de la crianza y la alimentación y protección de la prole, evidentemente dos son siempre mejor que uno y es por eso que la pareja humana se seleccionó positivamente como una estrategia social estable. La monogamia favoreció a ambos sexos pues los hombres si no son sujetados por obligaciones “patriarcales”, es decir, de ocuparse de personas que dependen de ellos (su mujer e hijos), acaban viviendo vidas muy cortas y brutales.

Los hombres son más asociales que las mujeres y tienen mucha tendencia a lanzarse al monte, es decir, a llevar una vida improductiva: alcohol, juego, porno, videojuegos. Asumir la responsabilidad de una mujer y unos hijos tiene una influencia civilizadora sobre los hombres y Dench recalca a lo largo del libro que trastocar este punto tiene un influencia devastadora para la sociedad. Actualmente estamos viendo un aumento en el número de hombres jóvenes infrasocializados y escasamente empleables, que han optado por una apatía narcisista y que se están quedando en los márgenes de la sociedad mientras las mujeres ocupan los lugares que otrora ocuparon los hombres, medicina, abogacía, y casi todas las profesiones tienen mayoría de mujeres por no hablar de aquellas que precisan de una memorística especial como preparar oposiciones.

La mala noticia es que los hombres son superfluos y es por eso que Carlos no encuentra motivación para hacer nada en la vida sino seguir dependiendo de sus padres mientras mantiene escarceos sexuales continuos cada vez con una pareja bien distinta (one night stand). Pues la igualdad de las mujeres ha terminado por dar a los hombres lo que desean: sexo fácil sin compromisos familiares, algo que es letal para hombres, mujeres y la sociedad en general.

Sin embargo las mujeres ven estas actitudes y comportamientos como egoístas. Pero la condición fundamental de los hombres que les permite ser más egoístas (y que las mujeres no han disfrutado hasta fechas más recientes con la píldora anticonceptiva, etc.) no es un tema de elección moral sino una adaptación biológica. Las mujeres han sido la columna vertebral de las sociedades a lo largo de la historia no porque sean virtuosas. Es al revés. Las mujeres han sido virtuosas porque sus propias necesidades han hecho que tuviera más interés para ellas adjudicar menos importancia a la libertad personal y mayor valor que los hombres al apoyo mutuo y la seguridad. Y esto valores son definidos como virtuosos porque conducen al bienestar colectivo.

Las mujeres prefeministas domesticaron a los hombres haciéndoles más parecidos a ellas, pero el feminismo actual lo que pretende es que sean las mujeres más parecidas a los hombres, dejando a estos sin el rol social y los beneficios de ser un cabeza de familia a cambio de ser su proveedor. De modo que el patriarcado no es la enfermedad sino la solución cultural que benefició a hombres, mujeres y sociedades.

Los hombres hoy se dividen en dos grupos: los adictos al trabajo que tratan de proveer a sus familias a pesar de ya no ser tan necesarios para ellas o bien se niegan a jugar en ese entorno lleno de trampas y hacen como Carlos, simplemente no compiten ni entran en el juego del trabajo y la responsabilidad pues no ven que haya un papel para ellos en la sociedad. Estos son principalmente hombres de clase baja o los llamados incels, ese grupo de hombres que carecen de atractivo suficiente para entrar siquiera en el juego de la “libertad sexual” pues ahí llevan mejores boletos los más solicitados.

Lo que nos devuelve a una organización social ancestral previa a la monogamia y a la instauración del patriarcado como forma de organización social: los hombres proveen a cambio de ser los cabezas de familia.

De manera que Carlos no es un enfermo mental tal y como sus padres me lo presentaron sino un rebelde sexual y social si bien su futuro es tan incierto como el de su hermana pero es seguro que no sea tan próspero ni feliz como el de sus padres. Por otra parte su hermana que es una mujer emancipada, en el sentido que puede cuidar y autoproveerse, lo cierto es que tampoco ha logrado establecer una relación de pareja satisfactoria y presenta una vida errante desde el punto de vista sentimental, claro “ya no hay hombres” dice. Ninguno tiene hijos.

Es necesario pues un nuevo contrato sexual que vaya más allá de nuestras adaptaciones ancestrales pero que las tenga en cuenta, pues no hay peor forma de enfrentar los problemas sino con la falacia de la “tabula rasa”  o “pizarra en blanco” que tanto gusta a la izquierda. No todo es posible y cambiar a la fuerza a los hombres generará una reacción agresiva que ya estamos viendo en algunos ámbitos de nuestra convivencia como por ejemplo la violencia llamada de género.

 

DE RANAS A PRINCIPES

Si en el epígrafe anterior hablé de “Un nuevo contrato sexual” es porque ya existía uno más antiguo: el que describe Helen Fischer -desde un punto de vista evolucionista- en su libro “El contrato sexual”, el que procede de la infancia de la humanidad -el paleolítico- construido a base de adaptaciones ancestrales y selección sexual.

Un “contrato” que tuvo muchas ventajas civilizatorias y culturales: la desaparición de la regla solar y su sustitución por la regla lunar silenciosa, el acceso de la mujer a las proteínas animales (comida a cambio de sexo), la aparición del orgasmo en la mujer, el coito cara a cara y otros eventos evolutivos como la prohibición del incesto y el parricidio (la aparición de Edipo en nuestro imaginario) que produjeron un fortalecimiento de los vínculos entre hombres y mujeres, así apareció la monogamia, un hito evolutivo que garantizaba la supervivencia de las crías y de las propias mujeres sometidas a los avatares de los partos y a las caminatas continuas.

Así nació el patriarcado, no tanto como explican algunas feministas que han escrito libros con el mismo titulo que el de Helen Fisher, – me refiero a Carole Pateman- que defiende un origen bien distinto al que la ciencia evolutiva ha consensuado con pruebas y no tanto con deseos: existió y aun existe efectivamente una cultura matrilineal pero la civilización emergió con el patriarcado, es decir al darle a los hombres ciertos privilegios a cambio de su protección y alimentación de la parentela, comprometiéndole a medio plazo. La aloparentalidad de las mujeres es efectivamente más antigua que la monogamia que ha tenido que convivir con la competencia intrasexual femenina un subproducto de la monogamia. Aloparentalidad se refiere a ayuda mutua entre mujeres, sobre todo relacionada con las tareas del parto y la crianza.

Así fue como los hombres pasaron de ser ranas a príncipes. Pues el cuento de la rana de lo que habla en realidad es de la naturaleza masculina, es decir de su naturaleza asocial, chapoteando en una charca, quizá solitario o en compañía de otros dedicando su vida a la caza, fiestas y a coitos erráticos.

Fue la mujer quien domesticó al hombre llevándole a su terreno-necesidad y lo hizo a través de un proceso lento que consistió en hacer que los hombres fueran cada vez más parecidos a las mujeres, algo que puede explicar los cambios morfológicos y conductuales de nuestra especie, tanto en los hombres como en las mujeres, un proceso que hemos llamado neotización.

Esto explica también que tanto los hombres como las mujeres actuales tengamos cerebros tan parecidos en prestaciones (cerebros balanceados en la jerga de Baron-Cohen) a pesar de ser tan diferentes, cerebros balanceados que coexisten con los cerebros extremos, masculino y femenino, si bien parece que la tendencia es al equilibrio, es decir a aproximarse en cuanto a talentos, habilidades e inteligencia. Seria posible elaborar una trazabilidad de los cambios masculinos recientes desde Clint Eastwood hasta Johnny Depp, el primero demasiado viril para el gusto actual orientado más hacia los hombres suaves y de facciones menos toscas o duras. Incluso ha llegado a describirse un “síndrome de Johnny Depp”,

¿Es necesario un nuevo contrato sexual?.-

Obviamente si, nuestras situación actual es muy distinta al paleolítico donde se forjaron esas adaptaciones. El entorno actual se caracteriza por:

Las mujeres disponen de tecnologías reproductivas y no reproductivas  que hacen que el hombre sea superfluo y más aun: que puedan controlar la reproducción de los hombres a través de abortos o anovulatorios.

Las mujeres al acceder a la educación, en pocos años han logrado igualar a los hombres en  prestaciones, destrezas y talentos, llegando a posiciones profesionales que antaño solo eran ejercidas por los hombres.

Las mujeres siguen eligiendo, cuando, cómo y con quién pero siguen enganchadas a preferir a los hombres de alto estatus, dinero o magisterio.

Las mujeres siguen siendo especialmente sensibles a su apariencia física y no parece que ese acceso a profesiones de alto nivel haya cercenado su devoción por cuidar su atractivo que sigue siendo central incluso después de reproducirse.

Las mujeres tienen pocos hijos y por lo general al no necesitar ayuda económica por parte de los hombres están más orientadas a romper sus relaciones o bien a cambiar de pareja sin llegar a compromisos reproductivos con nadie. Del mismo modo con hombres con recursos suelen hacen lo propio pero los hombres con menos recursos son los grandes perdedores de este estado de cosas. Para algunos hombres ser abandonados por su mujer supone no un contratiempo sino un trauma psicológico de graves consecuencias.

Y sin embargo a pesar de estas novedades seguimos atados a nuestras adaptaciones ancestrales, de forma que podríamos empezar por admitir que: ninguna novedad podremos alcanzar en este “contrato sexual” si despreciamos los orígenes de nuestra especie o queremos pasar por alto aquellas adaptaciones. Hay algo que se resiste a ser cambiado y lo es porque demostró durante muchos tiempo su eficacia en la supervivencia y la reproducción individual (el fitness).

Un nuevo contrato.

1.- Revalorización de la maternidad.

Es obvio que la maternidad es la columna vertebral de una sociedad como el trabajo del hombre. El trabajo de la mujer es en cualquier caso contingente.

Ser centrales en la sociedad tiene también sus inconvenientes. La mayor dependencia de otros de las mujeres hace que disfruten de una menor libertad personal que los hombres. Las feministas han tomado esto como una gran injusticia y culpan al patriarcado, pero el patriarcado sirve en realidad para moderar esa diferencia entre sexos al extender a los hombres el tipo de responsabilidades sociales que son hostiles a la libertad individual y acercar así a los hombres a roles sociales similares a los de las mujeres.

La relación madre-hijo es la piedra angular sobre la que se construyen todas las estructuras sociales. Al nacer los bebés tan indefensos y ser tan exigente su cuidado, tuvieron que inventarse mecanismos para apoyar a las madres y estas ayudas vinieron de otras madres tanto de la familia como de fuera de la familia, y también de sus parejas varones. Sin esas ayudas, sería extremadamente difícil para las mujeres superar los periodos arduos y peligrosos en el que hay que criar a los niños pequeños. Estas redes de asistencia dieron forma a estructuras comunitarias que superaban a la familia y la participación en estas estructuras comunitarias básicas es totalmente diferente en el caso de las mujeres y en el de los hombres. Como madres actuales o potenciales, las mujeres no pueden evitar ser atraídas a estas redes de intercambio de favores y relaciones y normas de reciprocidad. Las mujeres saben que necesitarán ayuda en muchos momentos cuando tengan que cuidar de los niños y, por tanto, es importante para ellas aprender a responder a las necesidades de los demás a cambio de esa ayuda que recibirán.

Puede concluirse diciendo que el Estado ha de proteger a las madres sobre todo a esas que se conocen con el nombre de “amas de casa”, probablemente el colectivo más opaco que existe en nuestro mundo a pesar de lo mucho que aportan como madres y abuelas y no a las mujeres por el hecho de serlo. Proteger a las madres significa derechos laborales concretos como la posibilidad de conciliar, así como otros derechos o prestaciones económicas por cada hijo cuidado, sobre todo durante los 3 primeros años de vida, periodo en el que los vínculos se establecen para siempre, es la mejor manera de no tener hijos-ranas.

2- Más crianza y menos terapia.

Vivimos probablemente en el periodo de la humanidad donde el compromiso de los hombres con la crianza es superior a todo lo que hemos conocido hasta ahora, pero la crianza es algo muy complejo que no puede reducirse a libros de autoayuda, no es una técnica sino un conjunto de actitudes. Hay personas que parecen dotados de forma innata de estas actitudes y otros que sienten una gran confusión de cómo criar a sus hijos, es imposible dar consejos sobre la crianza de los hijos que en cualquier caso no asegura nunca buenos resultados ni en el entorno escolar, ni en los rendimientos ni en el entorno de la salud mental.

Existen muchos niños que han tenido un apego seguro pero más tarde en la vida tienen adversidades que les llevan a una pendiente de desvaríos, pues no es solo la familia la que influye en el desarrollo de un niño, hay que contar también con el entorno y sobre todo con el “espíritu de cada tiempo” o Zeitgeist, también con la herencia genética y otros imponderables.

Así y todo es posible afirmar que una “base segura” es el mejor legado que les podemos brindar, así como un ambiente familiar coherente y amoroso, un lugar donde se puede siempre volver sin temor a ser juzgado o reprendido. Un lugar incondicional.

Admitir que los cerebros de los hombres y las mujeres son diferentes.-

Admitir las diferencias entre los sexos es a pesar de los hechos científicos algo que no es fácilmente admitido por algunos grupos de población que siguen prefiriendo pensar que las diferencias observables son una cuestión cultural y no un fenómeno biológico a pesar de las pruebas que desmienten tal creencia.

El primer paso es reconocer que las orientaciones sociales de hombres y mujeres nunca pueden ser idénticas. La negativa a aceptar esto, y la búsqueda de la intercambiabilidad y la igualdad estricta en lugar de la equidad de género, es probable que aumente las diferencias entre los sexos.

Las mujeres en todas las sociedades responden mejor a las necesidades de las demás y es más probable que vean el objetivo de un contrato social. Necesitan más de la sociedad. El largo y arduo proceso de crianza de los hijos hace que las mujeres valoren la cooperación con los demás de una manera que no se aplica tan fácilmente a los hombres. Estamos mejor capacitados para llevarnos bien solos. La sociedad es, en el fondo, femenina, y se construye alrededor de la maternidad compartida.

Como lo muestra el estudio intercultural de hombres de David Gilmore (1990), en el pequeño puñado de culturas sin patriarcado, los hombres viven una existencia narcisista de Peter Pan, poniendo muy poco en la comunidad y dejando la mayor parte del trabajo a las mujeres. Dichas sociedades no se han desarrollado más allá de un nivel rudimentario, y no pueden competir con sus vecinos más organizados y estructurados. Es por eso que hay tan pocos de ellos. Sin los aportes masculinos una sociedad no progresa.

Igualdad de oportunidades.-

Pero tratar de suplantar a los hombres en su espacio vital y laboral -tal y como propone el feminismo de genero-no es una buena idea.

Desde la Ilustración, las doctrinas filosóficas del individualismo han entrado en conflicto con las ideas sobre las diferencias sexuales. Durante el siglo XX, a medida que el estado ha ofrecido un apoyo cada vez más directo a las mujeres, los libertarios, especialmente en los países protestantes, han supuesto que el patriarcado y el papel que asigna a los hombres, como una fuente importante de injusticia social.

Esta deslegitimación de lo masculino se ha intensificado desde los años 60, cuando la aparición de la píldora alentó a las mujeres a comenzar a reclamar una participación igualitaria en el ámbito público. Creo que este desarrollo ha debilitado decisivamente el marco de las responsabilidades familiares que sustentaron la motivación de los hombres para asumir un trabajo socialmente útil. Es hora de descartar este legado sesentayochesco. Ha llevado a un colapso no solo en la participación masculina en la sociedad, sino también en el ámbito privado, donde los hombres son cada vez más reacios a comprometerse con los roles de esposo y padre. Lejos de conducir a una distribución más equitativa del trabajo, ha acumulado cargas cada vez mayores para las mujeres.

Priorizar el trabajo masculino.-

Las altas tasas de desempleo se consideran ampliamente relacionadas con el colapso de la moral y la motivación masculina. Pero es un error considerar el desempleo en sí mismo como la causa de los problemas de los hombres. El desempleo masculino no es una novedad, y alcanzó altos niveles en los años 30 sin debilitar la resolución masculina y el compromiso familiar o la disposición para volver a capacitarse para nuevos tipos de trabajo. Podría decirse que incluso los agudizó.

Lo nuevo es la pérdida de la moral y el sentido de propósito entre los hombres, y este es un cambio cultural más que económico, que surge del asalto libertario a los roles sexuales. Los hombres son bombardeados con el mensaje de que las mujeres modernas valoran la oportunidad de autorrealizarse a través del trabajo. Entonces, lo caballeroso que se debe hacer en estos días es que los hombres no se esfuercen demasiado por mantener un trabajo o buscar un ascenso, sino que se mantengan a un lado y dejen que las mujeres lo hagan ellas mismas. este es un fenómeno que podemos observar ya en la escuela, los niños se esconden cuando las niñas brillan en clase y están poco motivados para competir con ellas, sin embargo a las niñas les encanta competir y vencer a los chicos no solo en los estudios sino también en los deportes: las chicas tienen incentivos para ello pero los chicos ninguno. Esta es la raíz del fracaso económico y educativo masculino contemporáneo, y la razón por la cual hay un número creciente de hombres desempleados.

Impulsa el trabajo desde el estado acaba favoreciendo a las mujeres, ya que actualmente son las que están más motivadas (por los deberes familiares existentes o anticipados) para tomarse el trabajo en serio. Necesitamos medidas que reconozcan la mayor importancia relativa del trabajo para los hombres como su contribución distintiva a la sociedad.

Un paso sería cambiar la naturaleza del apoyo estatal ofrecido a los hombres cuando están sin trabajo. En todo Occidente, se han introducido esquemas que limitan la ayuda estatal a los desempleados, y los han reemplazado por esquemas de capacitación y subsidios para solicitantes de empleo de diversos tipos. Pero estos esquemas aún dependen del sector privado para crear nuevos empleos, al tiempo que reducen su capacidad de generarlos gracias a la necesidad de altos impuestos para pagarlos.

Una actualización del patriarcado.-

Una reconstrucción general de las familias convencionales produciría una serie de poderosos refuerzos para la moral de los hombres. Por el momento, los sistemas impositivos en la mayoría de los países occidentales crean incentivos perversos para que las mujeres tengan hijos fuera del matrimonio y brindan a los hombres y mujeres pocas razones para permanecer casados. Este problema debería ser abordado. Las personas solteras, en particular los hombres solteros sin hijos, deben pagar impuestos a una tasa más alta porque es menos probable que participen en actividades de apoyo recíproco de la economía moral que limitan las responsabilidades colectivas del estado de bienestar.

Algunas personas rechazarán las propuestas descritas aquí porque alentarían a las mujeres a que vuelvan al trabajo doméstico. Pero no necesitan tener este efecto. Más bien, representan una actualización del patriarcado con el que muchas mujeres simpatizarían. En cualquier caso, es absurdo hablar de empujar a las mujeres de vuelta a las cocinas, porque la gran mayoría nunca se ha ido, y todavía lo hacen y con mucho, la mayor parte del trabajo doméstico, incluso aquellas que tienen parejas masculinas. La liberación doméstica de las mujeres ha tenido más que ver con la tecnología que con la ayuda de los hombres, y en la medida en que exista, está positivamente relacionada con el estado de sostén de los hombres, es decir, cuanto más tradicional sea el hogar, más probabilidades hay de que los hombres ayuden. con los quehaceres domésticos.

Rana pobre peor pronóstico.-

No todas las ranas son iguales naturalmente pero existe un fuerte sesgo de clase, ya que el efecto desmotivador de la retórica de igualdad de oportunidades no afecta a todos los hombres por igual. Es regresivo en términos de clase. A medida que el rol del proveedor masculino se desvanece como fuente de respeto, los hombres que solo pueden esperar de manera realista un trabajo de bajo estatus son los que tienen más probabilidades de perder la voluntad de buscar trabajo o de volver a capacitarse a medida que las viejas industrias disminuyen. Los hombres de clase media con más posibilidades de obtener trabajos interesantes y prestigiosos tienen incentivos para tener éxito que necesitan menos impulso por las obligaciones familiares. Por lo tanto, no se retienen de la misma manera.

A lo largo de la historia, las comunidades han descubierto que la forma más efectiva de encerrar a los hombres en una membresía útil es vincular su estatus y recompensas en el grupo más amplio a su aceptación y desempeño de roles familiares definidos por el género. Cuando esta conexión se debilita, como sucedió después de las revoluciones francesa y rusa y más recientemente en el Mayo francés del 68, por ejemplo, la moral y el comportamiento de los hombres se deteriora y las familias sufren. Esto se está descubriendo nuevamente, y no pasará mucho tiempo antes de que todos nos exhortemos a aceptar a los hombres tal como son, y trabajar con el grano, y olvidar las ideas-paja sobre que es “el patriarcado” lo que los hace diferente de las mujeres.

Y así las ranas se transformarán en príncipes o en princesas, quién sabe.

Bibliografia.-

Pablo Malo: “El problema con los hombres”

Geoff Dench: Revertir el descenso del hombre-

Richard Wrangham: El síndrome de domesticación en mamíferos

El extraño caso del Sr Broca (XIII)

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El señor Broca habita en el hemisferio izquierdo de todos los seres humanos, se trata de una estación de paso, un nudo de comunicaciones y es el responsable del lenguaje, me refiero al lenguaje verbal, al entender que la conducta es también un tipo de lenguaje (no lineal o discursivo) que no utiliza palabras sin dejar de ser por ello comunicación, una comunicación que a veces puentea la conciencia y la reflexión es decir el pensamiento, precursor necesario del lenguaje.

Antes de ubicarse definitivamente en el lóbulo temporal izquierdo de nuestra especie, un Broca embrionario habitó las profundidades límbicas del rinencéfalo, donde aun queda algo de él en estado vestigial, por eso aun nos acordamos de gritar, rebuznar, gruñir, ladrar o relinchar. Los sonidos que emiten los animales, vocalizaciones u onomatopeyas que forman parte del repertorio de sonidos que los humanos podemos aun emitir y que residen todavía allí, aunque en este caso no podemos hablar de un lenguaje sino de señales auditivas que comparten con el lenguaje su misión de comunicación o señalización. La diferencia que existe entre el gruñido (protolenguaje) y el discurso es la misma que existe entre un ordenador digital y un ordenador analógico, aquel es serial, este opera en paralelo, el lenguaje es un código matemático y secuencial, el gruñido opera por aproximación, puede significar muchas cosas, que casi siempre señalan su origen. Prueben ustedes a demandar silencio, mediante la conocida onomatopeya ¡chisssssss!, nada hay tan parecido al sonido que procede de un reptil venenoso.

Con todo los monos son capaces de señalar sonidos a veces con una enorme complejidad, según que el depredador sea una serpiente, un leopardo o un águila. Y además los interlocutores adecuarán su secuencia conductual a este signo, de modo que escaparán en el sentido correcto: hacia los árboles si el depredador es terrestre o hacia tierra si el depredador es aéreo. Se admite, sin embargo, que los monos son incapaces de poseer una teoría de la mente propia, es decir no saben que sus congéneres, también sienten, piensan y se asustan igual que ellos (M. Smith, 2001). Dicho de otro modo: el lenguaje es algo más que señalización.

La primera pregunta que nos debemos de hacer en estilo evolutivo, es ¿por qué el señor Broca se trasladó de lugar? Y cómo no: ¿por qué eligió el hemisferio izquierdo?.
A la primera pregunta responderemos en clave evolucionista diciendo que siguió un camino preformado por la propia filogénesis que determinó la emergencia de un tercer cerebro, la corteza cerebral y lo superpuso al cerebro mamífero y al reptiliano componiendo un cerebro trino (Mc Lean 1973). Parece obvio suponer que si esa fina corteza cerebral había nacido precisamente para albergar las funciones superiores del Sapiens, como la facultad de planear, de decidir, de rastrear o de evaluar situaciones complejas, era allí donde había que emigrar para encontrarse en la vecindad de las estructuras racionales y servirles además de soporte.

Pensamiento, imagen y lenguaje comparten un territorio común de rastros y de códigos y aunque aun no sabemos si son o no la misma cosa, es más que evidente que se trata de procesos yuxtapuestos con algunas salvedades que iremos desvelando en esta serie. La primera es que el pensamiento – como la inteligencia – no es una categoría unitaria sino dimensional o modular-, existen varios tipos de pensamiento entre los que me gustaría destacar ahora el pensamiento intuitivo y el racional como ejes de mi discurso.
Pero antes de contestar la segunda pregunta, ¿por qué el señor Broca se instaló en el hemisferio izquierdo? me gustaría señalar al lector mi interpretación del enigma de los hemisferios, el enigma de la lateralización. ¿Por qué existen dos hemisferios?
También podríamos llamarle el enigma del dos, que en biología parece como un eje de torsión, un estribillo de la lógica evolutiva. Dos sexos, dos hemisferios, dos cadenas de producción hormonales, dos ojos, ¿para qué? ¿por qué esta manía duplicadora en la naturaleza?

Una razón es la explicación de la redundancia, existen duplicados para evitar la disfunción de una copia, si se estropea un ojo siempre quedará otro. Aun más: si existen duplicados en los genes es porqué la evolución se reserva un espacio para funciones que aun no se han instalado del todo en los fenotipos, se trataría de un fondo de inversión mediante el cual la filogénesis se reservaría futuras potencialidades.

Desde el punto de vista de la teoría informacional hay que señalar que la redundancia de un sistema reduce el ruido del mismo, un ruido que puede llegar a interferir en la señal. Para evitar este ruido no hay más remedio que o bien reducir el sistema a patrones lineales o bien aumentar su redundancia.

Uno mas uno son a veces tres, cuando las sinergías trascienden a las propias matemáticas (cuando operamos en sistemas no lineales). Sabemos que tenemos dos ojos, pero cada uno de ellos ve cosas diferentes y es gracias a esta divergencia de visión lo que propicia la visión tridimensional, después de intercambiar información eléctrica a través de los haces por donde viajan las señales visuales que se entrecruzan en el cuerpo calloso antes de proyectarse en la corteza occipital.

Otra explicación que no se contradice con las anteriores es la hipótesis de la especialización que deriva de la ruptura de la simetría a la que tienden los sistemas abiertos. ¿Por qué existen dos sexos, si nos podríamos apañar siendo hermafroditas como los caracoles? También podríamos optar para continuar reproduciéndonos sexualmente por la solución de las doradas que cuando son jóvenes son machos y cuando son mayores se hacen hembras, así tienen los dos puntos de vista y eluden la famosa guerra de los sexos que tanto nos entretiene a los humanos.

La razón es que las doradas tienen pocas cosas que aprender en relación con el potencial de aprendizaje de los humanos. Seguramente si existen dos sexos- instalados en individuos diferentes- en casi todas las especies es por la razón de que la especialidad reproductiva aconsejó la disparidad de individuos que pudieran soportar la complejidad de los aprendizajes relacionados con la función sexual.

La naturaleza obtiene de la duplicación un certificado de garantía en cuanto a la especialización, pero además se asegurará de que exista una especie de constante comunicación entre ambos duplicados a fin de que intercambien sus puntos de vista y negocien soluciones creativas entre ellos.

La lateralización evolucionó posiblemente desde la casi simetría de ambos hemisferios y muy probablemente a partir del constante estimulo motor del miembro superior derecho, que aun hoy y sobre todo el pulgar (la oposición del mismo) era necesaria para el uso y construcción de herramientas y que precisaba de una destreza que penalizaba una extremidad en relación a la otra. El “Homo habilis” inició pues el proceso que conocemos como lateralización, determinando la especialización de los hemisferios cerebrales y con él asentando las bases anatómicas del lenguaje Y eso sucede precisamente con los hemisferios cerebrales, uno, el izquierdo se encarga del pensamiento analítico, matemático, serial, racional que procesa su información en serie y sigue una lógica lineal, mientras que el derecho es intuitivo, gestáltico, mantiene conexiones aleatorias con el todo y percibe de un modo global y holistico las situaciones a partir de su procesamiento en paralelo de la información que maneja. Ambos, además, están conectado por un grueso cordón llamado cuerpo calloso que se encarga de transportar información de uno a otro hemisferio.

Además y como la naturaleza es redundante dispone de otro sistema de intercomunicación hemisférica: la comisura anterior que se encarga tan sólo de transportar información olfativa de hemisferio a hemisferio, información sexual que en el hombre es vestigial, pero que representa en casi todos los animales una clave química de identificación interindividual. Incluso en ellos la gama de registros olfativos es muy corta, los receptores se especializan fundamentalmente en responder a iones volátiles COOH, NH3, CH3 y SO2, generalmente iones relacionados con estímulos hormonales de tipo sexual. Si en el hombre este tipo de receptores han perdido parte de su función orientadora respecto a los efluvios que emanan nuestros congéneres, no es porque hayamos perdido potencialidad de identificación sino porque la hemos ganado.
Fiarlo todo al olor no parece ser una buena estrategia cuando se trata de identificar enemigos o hembras.

Si no lo creen pueden preguntarle al escarabajo, siempre prendado de la orquídea que en la evolución ha aprendido a asemejarse a la escarabaja para conseguir que aquel la polinice gratis mientras cree que está copulando con una hembra de su especie a la que imita en forma y color. Naturalmente la función de la orquídea está en parecerse pero no en suplantar del todo a la escarabaja puesto que esta estrategia terminaría por aniquilar su propia estirpe a poco que el escarabajo decidiera retirar para siempre sus ardores sexuales de su especie. Cuando el escarabajo que es medio ciego descubre su error, ya es demasiado tarde y la orquídea habrá aprovechado su ardor sexual para su propio beneficio.

Las señales olfativas son una posibilidad bien repartida en la naturaleza pero no la única posibilidad de señalización. Está el canto y el graznido, el aullido y el gruñido por nombrar las señales que se emiten desde la boca, pero la evolución tardó millones de años en aprovechar la cavidad bucal para la señalización y aun cabe preguntarse el por qué.
Precisamente el que el sonido que emitimos en el lenguaje utilice el mismo orificio que usamos para respirar y comer es la prueba de que el lenguaje o la señalización acústica ha sido la última en aparecer en relación a las otras estrategias comunicacionales. Un sin fin de autores han señalado desde el siglo pasado que podía existir una correlación entre el lenguaje y las psicosis. Crichton-Browne en 1879 ya señalaba que “las regiones cerebrales que han evolucionado más tardíamente y que están localizadas en el hemisferio izquierdo pueden ser las primeras afectadas en los casos de locura” (en Sanjuan, pag 200, op. Cit)

Antes del sonido gutural ya existían – en efecto- marcadores acústicos que operaban como señalizaciones: hay que destacar el frotamiento de las patas para emitir señales, piensen en las molestas cigarras estivales o en las llamadas nocturnas de los grillos, se trata de sonidos que no son emitidos por la laringe y que no precisan de aparato fonatorio alguno, piensen en los ultrasonidos que emiten los cetáceos o los murciélagos: una señalización arcaica que precedió en millones de años a los sonidos emitidos por distintos animales a través de la boca o – al menos- que evolucionó paralelamente a aquella.
No parece existir ninguna duda acerca de que la señalización que se obtuvo a través del sonido emitido por la laringe supuso un hito evolutivo precursor del lenguaje simbólico que aprendimos a utilizar quizá para señalar los peligros y combinar estrategias de caza eficaces cuando se operaba en grupo, ampliando los mecanismos de señalización e introduciendo nuevos usos..

Pero antes del lenguaje estuvo la onomatopeya, el silbido, las fogatas y otras formas de señalización analógicas que le precedieron, como advertencia, imperativo o interrogativo. Para ello la evolución sólo necesitaba la puesta a punto de un órgano fonatorio que pudiera dar una mayor versatilidad al lenguaje y lo obtuvo retrotrayendo la laringe casi al mismo tiempo en que la bipedestación se imponía en la evolución de los simios que nos precedieron.

Y ahora es cuando conviene replantear la segunda pregunta que más atrás hacía acerca de la razón por la que el señor Broca se instaló en el hemisferio izquierdo.
La razón por la que el señor Broca se instaló en el hemisferio izquierdo es probablemente banal y podría responderse diciendo que si había dos posibilidades en alguna de ellas debía decidir instalarse lo hizo precisamente allí donde el cerebro había instalado el resto de componentes del raciocinio, se trató de una instalación por vecindad (Ringo et al 1994). Sin embargo si la instalación se hubiera realizado al azar, cada especie lingüística hubiera optado por una solución distinta y no es este el caso, el señor Broca prefirió el hemisferio izquierdo en todas las especies en que el lenguaje tiene algún desarrollo como en los simios y también en el austrapoliteco. De entonces para acá decidió quedarse en el costado izquierdo y ahí sigue.

De lo que se deduce que el área del lenguaje tiene que ver con las facultades superiores de la corteza cerebral y más que eso muestra una preferencia obstinada por este lado de babor, por más que las funciones motoras no dependan para nada de la función verbal del lenguaje. Los zurdos (un 20% de la población) siguen teniendo al señor Broca en el costado izquierdo., así es en la actualidad y así fue en la prehistoria del hombre (Sagan 1997)

Sin embargo el señor Broca se reservó una estrategia de urgencia. En los niños que sufren algún tipo de lesión en el hemisferio izquierdo, siempre que esa lesión se produzca antes de los 2 años, el señor Broca es capaz de mudar su estrategia de asentamiento en el hemisferio izquierdo y podrá optar por instalarse en el derecho, lo que indica que al menos durante el tiempo en que la ventana plástica de la neurogénesis lo permite, el señor Broca es bastante versátil y nada obstinado: puede cambiar de opinión según las necesidades.

Cuando se tienen dos hijos es inevitable que uno sea más listo que el otro, lo mismo sucede cuando se opera con dos ordenadores. La especialización de los hemisferios evolutivamente hablando pudo derivar desde una inespecífica cuasisimetría de ambos hacia una progresiva especialización que vino precisamente de la inevitable mayor destreza de un hemicuerpo, en este caso del derecho. Es precisamente la mayor destreza con la mano derecha la que estiró del hemisferio izquierdo y lo forzó a la especialización y probablemente este fenómeno fue recíproco y bidireccional, un hemisferio incapacitó al otro y a las funciones motoras del hemicuerpo izquierdo mientras sepultaba – en otro orden de cosas- nuestra inteligencia intuitiva al mundo de los sueños, de la creación y del arte.

Bibliografia.-

MAYNARD SMITH, J y SZATHMARY, E ” (1995): “The major transitions in evolution. Oxford.W.H. Freeman.  (2001): “Ocho hitos de la evolución: del origen de la vida a la aparición del lenguaje”. Metatemas. Barcelona.

RINGO J.L, DOTY,R.W, DEMETER,S y SIMARD P.Y. (1994) “Time is of the essence: a conjecture that hemyspheric specialisation arises from interhemyspheric conduction delay.” Cerebral Cortex, 4:331-343.

SANJUAN Julio (ed): “Evolución cerebral y psicopatología”. Triascastela. Madrid 2000.

SAGAN, C: “Los dragones del edén”: Especulaciones sobre la evolución de la inteligencia humana. Ed Critica. Barcelona 1997.

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