¿Sabe usted para qué sirve un logaritmo? Si no lo sabe no se preocupe demasiado, la mayor parte de los universitarios actuales no sabrían responder a esta pregunta, aunque durante el Bachiller operaran con ellos. Porque no es lo mismo operar com logaritmos que saber para qué sirven.
No les voy a dejar en ascuas: los logaritmos sirven para multiplicar numeros grandes sin hacer largas operaciones.
Algo así les pasa a nuestros universitarios con la palabra “falo” Probablemente la respuesta que me darían a esta pregunta sería que el falo es un pene. Y no andarían desencaminados pues efectivamente el falo es una representación del pene. Pero no sólo del pene como veremos más tarde.
De manera que estos mismos universitarios no saben distinguir un símbolo (el falo) de un órgano (el pene). Efectivamente el falo es un símbolo y todo el mundo operamos con símbolos aunque no sepamos definirlos. Por ejemplo las palabras son símbolos pues no son “la cosa en si” sino su representación. Cuando hablamos o escribimos estamos operando con símbolos.
Y esta capacidad de simbolización tiene mucho que ver con el proceso de hominización. Algunos autores sostienen que ese misterio que llamamos autodomesticación humana tiene que ver con la aparición del lenguaje.
De manera que un símbolo es la representación de algo en su ausencia. Nadie puede meterle el dedo a un símbolo pues no es la “cosa en si” sino algo arbitrario que la representa y la podemos recordar en ausencia de la cosa.
El problema que tienen los símbolos es que son convencionales, insuficientes o equívocos. Las palabras son polisémicas, es decir pueden remitir a varios significados, piense por ejemplo en la palabra “vela”, puede ser un cirio, el trapo de una embarcación o el tiempo de un verbo (el verbo velar). de manera que la palabra “vela” como otras muchas se presta a equívocos. Darle un significado u otro está relacionado con el contexto, depende de qué estemos hablando.
El Falo en psicoanálisis.-
Dicho lo dicho parece obvio entender porqué la gente piensa (universitarios incluidos) que el concepto psicoanalítico de falo se relaciona con el pene. Así habría seres con pene y seres sin él. Y lo que la gente suele pensar es que el psicoanálisis es una teoría falocéntrica y que Freud era un obseso sexual que veía sexo por todas partes. Dicho de otra forma: los universitarios actuales no sólo no saben para qué sirven los logaritmos sino que tampoco saben que es una metáfora.
Probablemente Freud -que vivió otra época- tampoco fue muy hábil a la hora de explicar de qué tenían envidia las mujeres si es que tenían envidia de algo. Lo cierto es que tenían muchas razones para tener envidia de sus hermanos varones que podían elegir más o menos con quien se casaban y a qué se dedicaban. la envidia del pene no es más que una metáfora, pues en realidad hombres y mujeres sienten envidia del poder de sus semejantes y no del pene.
Pues Falo es en su acepción más conocida, poder. El poder que mueve el mundo.
Pero hay más acepciones de significado en la palabra “falo”. Si observas la imagen que preside este post y que se refiere a la letra griega fi, observarás que esa letra no es simétrica: por una parte esta abierta y por la otra cerrada. Me parece una bella forma de simbolizar una doble significación: la falta y la plenitud.
El falo es falta y de ahí procede su etimología, nos recuerda nuestra naturaleza faltante, escindida y necesitada de ese otro proveedor. Solo la relación madre-hijo de la que hablé en este post y que llamé “el huevo” siguiendo a Javier Arenas, es el único espacio donde la unidad es capaz de borrar la falta original con la que venimos al mundo: la plenitud imaginaria e ignorante. Sencillamente si alguien no nos cuidara, protegiera y alimentara. moriríamos. Es por eso que solemos decir en psicoanálisis que el niño es el falo de la madre, pues es lo que completa esa unidad, la madre está en falta y se llena con el hijo. Naturalmente el hijo también se completa con la madre: forman una unidad plena.
Es por eso que falta y plenitud van en el mismo pack. Una plenitud de la que nos hablan los místicos en su variante trascendente y los esquizofrénicos muy regresados en su vertiente inmanente. Una etapa que hemos llamado narcisismo primario, donde fuimos felices aunque estúpidos y sobre todo completos: ahí regresan algunos.
Jacques Lacan elaboró de nuevo la teoría sobre el Edipo en Freud y actualizó sus fundamentos psiquicos hablando de un Edipo en tres tiempos e incluyó esta primera fase en la elaboración posterior del Edipo cuando el niño abandona el huevo y comienza a explorar su ambiente, mover sus músculos y adquiriendo una sensación de poder. de manera que el primer tiempo del Edipo, es esa fase de huevo de la que ya he hablado. Naturalmente en esa fase no hay nada que nos haga pensar en que el niño quiere poseer a la madre, simplemente vive fusionado con ella. En la fusión no hay posesión sino confusión.
Posteriormente el niño atravesará un Edipo fálico y después un Edipo simbólico. Lo que significa que el falo va cambiando de lugar: primero el falo es la madre, después el padre, un hermano o hermana mayor, sin descartar que el niño se considere a si mismo el falo (que le falta a la madre). Dicho de una manera más clara: el niño va cambiando de opinión respecto al lugar que ocupa el falo en su entorno familiar. Lo más frecuente es que el niño abandone la idea de que su madre posee el falo y lo deposite en su padre, aunque puede rechazar esta permuta. Pero este cambio no tiene que ver con a quien atribuya el niño que tiene el pene, sino aquel que le resulta más atractivo para la identificación. Tanto el niño como la niña van en busca del padre para que les ame y mucho mas aquellos que no han tenido el suficiente afecto de su madre y se hallan deprivados. Es otra oportunidad para ser amado, otra persona, alguien alternativo que además puede estar mejor dotado para el afecto y para sostener ese Falo que representa al Poder.
Otra oportunidad de completar la falta y hallar la plenitud perdida al abandonar el huevo.
La identificación.-
El falo es una clave de bóveda para la identificación en sus formas imaginarias primarias, así:
1.-Podemos identificarnos con lo que le falta a la madre para estar completa.
2- O con lo que nos faltó de la madre y también:
3.- Con lo que le falta al padre.
4.- O lo que nos faltó del padre.
Con este bagaje el niño atravesará la siguiente etapa de su desarrollo psicosexual: la segunda y tercera fase del complejo de Edipo del que hablaré en el próximo post.