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Memoria e identidad (y 2)

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 Quien pierde sus orígenes pierde su identidad (Raimon)

Aquellos de ustedes que hayan leído el post anterior ya tendrán formada una idea aproximada de las clases de memoria y como estas van siguiendo una secuencia relacionada con el neurodesarrollo y donde van apareciendo nuevas memorias a las más antiguas solapándose con ellas.

Para entender mejor las ideas de Russell Meares en esta cuestión relativa a las relaciones entre la memoria y la identidad recurriremos a su propuesta de  una división tripartita de la memoria-identidad a través de los pronombres I (yo) me (soy) y myself (Yo mismo)..

Recordaremos además dos conceptos, uno es la memoria autobiográfica:

6) Memoria autobiográfica

Se desarrolla en el quinto año de la vida. Es episódica, altamente selectiva, duradera y frecuentemente remota. Provee el fundamento para el sentido personal de la identidad que hace posible que la gente diga “esta es mi vida, esta soy yo”. Es consciente y verbal. Contribuye y es dependiente de la capacidad reflexiva, capacidad que hace posible “Esta soy yo”, “déjame que te cuente de mí”, “esta es mi vida”. Y hace posible declarar: “estos son mis pensamientos, mi memoria”. “estas son mis reflexiones” “Esta es mi historia” “esta es mi vida”.

Si se afecta por la experiencia traumática las personas tendrán dificultad en juntar un considerable trayecto de su vida a través del tiempo y esta sensación de “esta soy yo” se vuelve evasiva.

Dicho de otro modo la memoria autobiográfica es aquella que construye relatos en primera persona. Estos relatos pueden ser verdaderos o falsos pues requieren sobre todo una memoria semántica y episódica sin grietas, por ejemplo es necesario contabilizar hechos (lo que realmente sucedió) como hechos (los hechos pueden ser parásitos injertados en la memoria por alguien) y es necesario además que estos relatos pertenezcan al pasado y no estén ocurriendo actualmente, es decir necesitamos que el recuerdo sea considerado como algo que pasó.

Pero además de esto necesitamos incluir otro tipo de memoria: lo que Henry James llamó la memoria continua que permite ese dialogo interno que mantenemos de forma recursiva:

Es un sistema de memoria que provee el desarrollo de un sentido particular de “si mismo”, (no es el “Yo”, ni el “mío”) que no es exactamente el mismo que procede de la memoria autobiográfica. Contribuye al desarrollo de la continuidad de un sentido familiar de quien es uno en el flujo de las experiencias internas de la vida. Da la capacidad de acomodar aspectos de las experiencias vividas en un tipo de secuencia que provee a la persona con la sensación de que su vida se desarrolla a través del tiempo y con un sentido de coherencia personal. Aparece en una forma de narración. En el flujo de la consciencia muchos aspectos de las experiencia de la persona se organizan de acuerdo a una secuencia de forma progresiva y asociativa no lineal, que es un rasgo de la estructura narrativa.

La imaginación y la agenticidad caracterizan fuertemente en este flujo, así como la analogía, la metáfora y similares. Hace posible para las personas tejan diversas piezas de diversas experiencias y desconectar eventos en temas coherentes. Se nos presenta como el lenguaje de la vida interna. Está siempre presente, para la mayoría de nosotros como un telón de fondo a nuestro diario encuentro con la vida y a veces, si estamos ocupados con la realización de tareas importantes apenas si se siente.

Cuando nos separamos de las tareas cotidianas, y de nuestros contextos inmediatos sociales y relacionales como en la meditación, la ensoñación o soñar despiertos nos sumergimos en esta consciencia continua o flujo de la consciencia. Este flujo de la conciencia tiene prioridad en el trabajo con personas que han vivido experiencias traumáticas y está relacionado con los trabajos de William James, Lev Vigotsky y Gastón Bachelard.

La sensación familiar de quien es uno, en el flujo de la experiencia interna es el resultado de la colaboración social. Se forma a través de la internalización de una conversación especial que está presente de manera significativa en la vida de los niños alrededor de los 18 meses de edad. Es una conversación que caracteriza el lenguaje que no es lineal y es asociativo, y aparentemente no está al servicio de un propósito externo – no es el lenguaje que caracteriza los esfuerzos del niño para relacionarse con los objetos de su mundo. Este tipo de conversación frecuentemente llamada egocéntrica (egocentric speech) porque su propósito no parece ser de comunicación, más bien está asociada con el desarrollo del juego simbólico, y el juego con símbolos. Este juego simbólico y este juego con símbolos es un alcance social o relacional, es decir social.

Esto se vuelve el lenguaje de la vida interna o lo que William James refiere como “flujo de conciencia”. Este flujo de la conciencia o conciencia continua está siempre presente en un telón de fondo en nuestro encuentro diario con la vida y es muy parecido a lo que otros autores han llamado mismidad o ipseidad, una especie de intimidad consigo mismo. Aparece cuando nos retiramos de la vida cotidiana o en la ensoñación o el soñar despiertos, cuando estamos en piloto automático. En estos momentos nos damos cuenta de este lenguaje interno, de sus flujos tan característicos y de imágenes y temas que son asociados con éste. Podemos, por esta razón experienciar la resonancia de algunas memorias de nuestro pasado. Estas memorias se toman en cuenta en la historia personal de nuestra vida resultando el sentido resaltado de mí mismo (myself). Todo esto es experienciado mientras que al mismo tiempo uno se da cuenta de que soy “yo” (I) quién está recordando.

Es el desarrollo de esta realidad personal a través de la internalización de este lenguaje de la vida interna que nos da la sensación de intimidad e identidad personal. Y es esto lo que da el fundamento para alcanzar el sentido de intimidad personal con otros. Esta es una intimidad que depende de la habilidad de uno para expresar una experiencia interna que puede compartirse con otros y que tendrá resonancia con la experiencia interna de otros.

Esto contribuye a la sensación de familiarización interpersonal y a la sensación de entendimiento mutuo que es la clave para relacionarse íntimamente con otros. En este sentido, el sentido de mí mismo, que tiene su origen en la colaboración social, continua siendo significativamente un fenómeno relacional – “sentirse yo” o “sentirse mi mismo” es significativamente una experiencia de movimientos de resonancia en nuestras relaciones íntimas. La internalización de este lenguaje de la vida interna, hace posible también una relación “empática” con aspectos de un mundo familiar y entendible, que de otra manera sería ajeno y rudimentario. Este es el resultado de experienciar una resonancia entre los temas de orientación, propósitos y planes de nuestra vida interna con el desarrollo de eventos de la realidad externa – una continuidad entre la experiencia interna y el mundo de afuera. Lo que lleva a la coherencia afectiva.

Meares concluye lo que James hablaba de dos experiencias del self relativamente distintas, una que provee la experiencia de un “yo” en relación a “soy” (“I” in relation to “me”) y otra que provee un “yo” en relación a “mi mismo/a” (I in relation to myself). De acuerdo a esto, el “yo” en relación con “soy” es relativamente invariable, mientras que el “yo” en relación a “mí misma/o” es variable y está en constante cambio.

La relación de “soy” (me, en inglés) se funda en el saber de hechos (factual) que se guarda en la memoria autobiográfica, mientras que la versión de “si mismo/a” (myself) es relativamente plástica, consistentemente se visualiza y re-visualiza en respuesta a nuestro encuentro con la vida, continuamente se construye y se reconstruye.

De manera que existen al menos dos formas en las que el I (yo) se relaciona con el resto de instancias, el me y el myself. Se trata de dos experiencias del sujeto relativamente distintas, una que provee la experiencia de un “yo” en relación a “soy” (“I” in relation to “me”) y que proporciona coherencia y otra que provee un “yo” en relación a “mi mismo/a” (I in relation to myself) que es la base de la congruencia. De acuerdo a esto, el yo en relación con soy es relativamente invariable, mientras que el yo en relación a mí misma/o es variable y está en constante cambio.

Por ejemplo mi Yo (I) se relaciona con muchos roles de mi myself y no solo con mi actividad de médico sino con otras identidades accesorias o situacionales.  La característica que tienen estas actividades accesorias es que no son siempre autobiográficas. Sin embargo la relación de Yo (I) con “soy” (me,) se funda en un saber de hechos (factual) que se guarda en la memoria autobiográfica, mientras que la versión de “si mismo/a” (myself) es relativamente plástica, consistentemente se visualiza y re-visualiza en respuesta a nuestro encuentro con la vida, continuamente se construye y se reconstruye.

En este post puede usted seguir los efectos que tiene el trauma en las distintas memorias, de manera que le remito a él si quiere profundizar en ello. Lo importante es recordar que el trauma tiene diferentes efectos en la memoria-identidad según la época  del desarrollo en que el trauma acaeció. Cuanto más tempranos más graves.

¿Es la identidad un concepto robusto?.

Recientemente me encontré con un articulo de Gabriel Albiach que se publicó en abc y que se titula “Contra lo correcto”. En él Albiach propone algo con lo que estoy de acuerdo: la identidad no existe o dicho de otro modo es un constructo personal que está relacionado con el pasado y los recuerdos. Así y todo y tal y como sucede con el “libre albedrio”, todos creemos poseer una identidad o nos afanamos en diferenciarnos del común. Muchos de nuestros conciudadanos no se conforman con eso sino que la inventan conscientemente, construyéndola desde sus deseos y ajustándola a placer. Esto es desde luego posible porque la identidad es en gran parte una creencia. Sucede por una razón: la identidad tal y como hemos visto es una coherencia y una congruencia entre memorias y para ello es necesario que el mayor peso recaiga en el pasado.

Pasado es tradición, familia, nación, etnia, la historia de nuestro padres, la historia de nuestros abuelos, oficios, profesiones, viajes, huidas o desapariciones, asesinatos, suicidios, enfermedades, todos esos eventos que conforman la historia o el mito familiar. Si la tradición desaparece o la familia se vuelve incapaz de transmitir esos hechos compartidos el individuo queda mermado con respecto a la posibilidad de trascender sus orígenes.

Los griegos llamaban a este hecho anagnorisis, se trata de la búsqueda de una narración que de continuidad a la propia existencia pues la memoria tiene un aspecto inmanente (recuerdo) y un aspecto trascendente (anticipación). Es por eso que nuestra filiación, nuestra estirpe es tan importante hasta el punto de que podemos llegar a creer en hechos falsos solo por el hecho de poder llegar a construir una narrativa con sentido.

El sentido tiene más importancia que los hechos y la memoria puede ser parasitada por el deseo. Como esa mujer que sostenía que había sido separada al nacer de su hermana a la que se dio en adopción.

El ADN dirá lo que quiera pero es mi hermana.

 

 


La invención de la salud mental

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Hace unos días me encontré con un vídeo que me interesó ( y que más abajo colgaré), se trataba de un vídeo de Miguel Angel Navarro y que versaba sobre el concepto filosófico de la salud mental, un termino vago que ha venido a sustituir a la Psiquiatría clínica clásica en la creencia de que los malestares del hombre común pueden ser abordados por una serie de tecnologías psiquiátrico-psicológicas- y/o sociales ejercidas por un equipo de profesionales que trabajando de forma “multidisciplinar” pueden ayudar a las personas sufrientes a vencer o al menos a afrontar sus problemas vitales de un modo “científico”

Al mismo tiempo que visionaba este vídeo me vinieron a la memoria al menos dos libros más aparte del de Thomas Szasz (un antipsiquiatra radical), escrito en 1961 con un titulo más que sugerente que viene a decir que: “Las enfermedades mentales son un invento”. Hay tres autores que han escrito sobre esta cuestión, uno es Marino Perez (un psicólogo académico), otro, el de Jose Maria Alvarez (un psicólogo lacaniano). El titulo tiene mucha fuerza y he de confesar que los he leído los tres. Cosas del marketing.

Y tienen algo en común aparte del titulo:  analizan y analizo estas cuestiones:

1) El termino “enfermedad” no encaja bien con nuestra conceptualización actual, tomando como referencia las enfermedades somáticas. Es cierto y debe ser por eso que en los DSMs se ha optado por la etiqueta “trastorno” en lugar de “enfermedad”, si bien este cambio no aporta nada en el estatuto epistémico del sufrimiento mental que sigue en desventaja comparado con los malestares médicos. Claro que hablar de “sufrimiento” tampoco aclara demasiado porque no todos los enfermos mentales sufren, tenemos el caso de la manía donde la expansividad y la euforia contradicen ese sentido de sufrimiento. Tampoco sufren los psicópatas a pesar de la evidencia de que son seres trastornados, y a pesar de que el psicoanálisis siempre llamó la atención de los trastornos narcisistas, estos siempre han sido ninguneados por la psiquiatría biomédica (mas abajo volveré sobre esta cuestión)

2) Critican que el modelo biomédico se haya llevado el gato al agua condenando a la Psiquiatría a una especie de reduccionismo cerebral donde pareciera que los síntomas psiquiátricos fueran una especie de reflejo de circuitos neuronales estropeados. Repiten todos la idea (con la que estoy de acuerdo) que una cosa es el cerebro y otra la mente y que no siempre vamos a encontrar equivalencias entre un sistema y el otro, efectivamente del cerebro a la conducta no hay un solo paso y siempre queda colgando ese concepto abstruso que llamamos medio ambiente al que todos nombran pero nadie atiende. Curiosamente los defensores de esta idea también han llegado a un consenso: el psicoanálisis es también una pseudociencia a pesar de ser una disciplina de la escucha y la aceptación.

3) La siguiente critica es respecto a la acientificidad de la Psiquiatría, también es cierto la Medicina no es una ciencia sino una tecnología, la psiquiatría tampoco es una ciencia, pero surgió en la Ilustración es decir en la revolución científica. Para entender las relaciones que existen entre la Psiquiatría y la Ilustración es necesario comprender que esta nació con un afán naturalístico que venia a suplantar la creencia religiosa y la superstición. Dicho de otra forma: los psiquiatras ilustrados creían que las enfermedades mentales surgían por causas naturales como las enfermedades somáticas y no estaban representando la maldición o el pecado de una estirpe. La enfermedad mental no era un castigo por alguna transgresión mora. Fue Chaslin un psiquiatra francés quien cambió el nombre a la alienación mental sustituyéndola por “enfermedad mental”.

Es cierto que la Psiquiatría no debió quemar sus naves en el modelo médico, pues la locura fluctúa entre tres ejes: el natural, el interpersonal y el moral. Dicho de otra forma el sufrimiento mental no es siempre de orden biológico, lo más frecuente es que las disadaptaciones procedan de lo interpersonal o social y desde luego es tiempo para que repensemos como lo moral interfiere en el malestar mental.

4) La critica más querida por todos es el tema de los psicofármacos. En clave casi siempre conspiranoica la mayor parte de autores están de acuerdo en que se consumen demasiados psicofármacos (con lo que estoy de acuerdo) y que las causas de este hiperconsumo son la publicidad de Pharma Industria y la complicidad de los profesionales que acaban siendo convencidos de las bondades de éste o aquel psicofármaco a cambio de prebendas  y regalos. Naturalmente no estoy de acuerdo con esta idea. La prueba es que los laboratorios se han cansado ya de la Psiquiatría, pues ciertamente no han inventado nada realmente con hueso en muchos años y no cabe duda de que la Oncología es el área de la interés actual de la industria. Medicamentos caros y poca critica social, al fin y al cabo de cáncer podemos morirnos todos.

Otro campo de critica es el DSM. Con esta critica estoy del todo de acuerdo, pero el DSM es un manual estadístico americano y no existe obligatoriedad para seguirlo. Yo sigo diagnosticando histeria, paranoia, melancolía, o neurosis en mis pacientes a pesar de no estar aceptados por el DSM pues me parecen que acaparan mucha mas información y riqueza que las etiquetas actuales. Pero lo cierto es que sí existe una plétora de diagnósticos en los DSM es porque se ha descendido al nivel de lo puramente descriptivo y se han abandonado las clasificaciones que otrora propusiera el psicoanálisis o sus derivados. Las estructuras han sido sustituidas por listados de síntomas sin ninguna relación entre si, y los trastornos de personalidad han venido a ocupar el nicho de la neurosis y la desadaptación.

5) Otra idea: los psicofármacos no curan o son sencillamente dopajes. esta idea es de lo más perturbadora aunque es obviamente falsa. O tan verdadera como que los antiinflamatorios no curan la artritis reumatoide o los antihipertensivos no curan la hipertensión. ¿Deberían los hipertensos o los artríticos dejar de tomar esos fármacos porque no curan? Los antidepresivos mejoran las depresiones y muchas veces las resuelven, no tanto porque ataquen a dianas concretas relacionadas con la depresión sino porque resetean el cerebro obligándole a reorganizarse. Es verdad, la teoría de las aminas biógenas es falsa pero lo cierto es que funciona “como si” fuera verdadera. Hay una excepción a esta idea:los antidepresivos no funcionan si el paciente no tiene una depresión, lo que demuestra que son recetados a personas que no van a beneficiarse de ellos y esto si que es verdad..Es decir son recetados por médicos que no tienen formación psiquiátrica.

6) A los que titulan sus libros con el sintagma “La invención de las enfermedades mentales” habría que preguntarles ¿quien fue ese inventor? Naturalmente en la pregunta está contenida ya la respuesta: los psiquiatras fueron los inventores pues antes de que hubiera psiquiatras no había locos, ni malestar mental de ninguna clase. Los que así piensan pasan por alto -a sabiendas- que los psiquiatras no inventaron nada, sino que sistematizaron un saber a través de la observación y posteriormente de la psicopatología, que sirvió para identificar unas patologías de otras. No es lo mismo el pathos de la esquizofrenia que el de la neurosis obsesiva y un paranoico se parece poco a un melancólico. Para un profano todos los locos son iguales, deliran, hacen tonterías, son peligrosos (siempre el estigma) o hablan de cosas incomprensibles, son vagos y no son fiables, son deshonestos, engañan, simulan enfermedades que no tienen, etc . Los psiquiatras inventamos una taxonomía para filiar estas formas de presentación pero no inventamos las enfermedades mentales. Ya existían con otro nombre: locura o alienación.

7) Otra cuestión que aborda el filosofo en su vídeo es ésta ¿Para qué nació la Psiquiatría? Sigue a Foucault para afirmar que la psiquiatría nació para gestionar la exclusión de aquellas personas inútiles para el sistema. Otra falsedad que ignora que fue precisamente un alienista Phillipe Pinel el que quitó las cadenas a los locos y no quien se las puso.

Y que nos dejó una triste recuerdo: Pinel vació los asilos de alienados pero llenó el Sena de cadáveres y las cárceles de locos.Y así sigue, porque la incidencia de enfermedades mentales entre los que cumplen penas en nuestras cárceles en nuestro país es alarmante.

Por ultimo me gustaría responder a Miguel Angel Navarro cuando dice que: “la filosofía no viene a alumbrar nada sino a oscurecer algo” en el siguiente sentido:

Los médicos no somos filósofos y por tanto estamos obligados a tratar y no solo a filosofar con nuestros pacientes. En el entorno práctico significa que estamos obligados a aceptar como genuino cualquier sufrimiento y tratar de ponerle remedio incluso cuando un paciente sufre sin ser propiamente un enfermo mental.

En lo que estoy de acuerdo es que lo que es un invento es el término “salud mental” solo existe la locura. Y las locuras cambian según el zeitgeist de nuestro tiempo hasta tal punto que lo que hace unos años conceptualizábamos como cordura ahora y gracias a la ingeniería social se ha convertido en locura o transgresión.

Y los locos tienen cargos públicos.

 

La liminalidad

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Aquellos de ustedes que leyeron el post anterior ya saben que el termino “salud mental” es confuso y en cierta forma vacío. pues los médicos no estamos entrenados en proporcionar salud a nuestros pacientes sino en reconocer enfermedades, y proporcionar diagnósticos y tratamientos, también en rehabilitar las secuelas que la enfermedad deja en la autonomía de aquellos pacientes que han sufrido una grave perturbación y en la atención de lo que conocemos como cronicidad.

Pero lo cierto es que no proporcionamos “salud” y mucho menos mental, porque la salud mental depende más bien de factores económicos, cohesión y orden social y una buena protección de la salud general, también de ciudades y espacios amigables y seguros. La salud mental de la población no depende de los profesionales de “salud mental” sino de otras variables.

Lo que es cierto es que nuestro concepto de “enfermedad” tal y como conté en mi anterior post se ha modificado mucho desde que la psiquiatría emergió como disciplina médica. Pongo por caso las modificaciones que hemos ido implementando como por ejemplo “los trastornos de personalidad” que vinieron a sustituir a las neurosis clásicas. Las enfermedades mentales (sean lo que sean) tienen una característica que las diferencia de las enfermedades somáticas: se trata de la patoplasticidad. Las enfermedades mentales cambian según la época y la conceptualización desde las que se las observa. Así por ejemplo la esquizofrenia actual no se parece en casi nada a la esquizofrenia del siglo XX: han desaparecido las formas negativas, más graves y casi que se han limitado a formas paranoides y formas recortadas (aquellas que no despliegan toda la evolución clásica de una esquizofrenia).

Pero también sucede que han aparecido nuevas enfermedades o enfermedades que afectan a grupos de edad insólitos. Un trastorno bipolar en una niña de 8 años es hoy posible pero los más antiguos de nosotros no habíamos visto ningún caso en 40 años de ejercicio profesional. El TLP (trastorno limite de la personalidad) es hoy la patología más prevalente en la adolescencia, junto con trastornos alimentarios multiimpulsivos y como no decirlo, eso que llamamos autolesiones, otra verdadera lacra que parece cebarse entre los más jóvenes y que afecta con mayor frecuencia al sexo femenino.

De manera que nosotros los psiquiatras asistimos impotentes a la emergencia de nuevas patologías que no existían cuando andábamos formándonos en nuestra profesión y más allá de eso tenemos la impresión de que todas estas nuevas patologías (que no han venido a sustituir a las antiguas sino a solaparse con ellas) son en cierta manera impostadas, es decir responden a estresores sociales, a maneras de vivir, o a creencias compartidas por la población afectada.

Personalmente siempre me he interesado por estos factores sociales que inciden en la presentación de estos casos atípicos que parecen haber sido extraídos de peliculas de terror y que hoy frecuentan nuestras consultas y nuestros hospitales. Lo que caracteriza a estos cuadros psiquiátricos son la no pertenencia a ninguna de las categorías clásicamente conocidas como neurosis o psicosis. En realidad no son ni neurosis ni psicosis, están en el medio, son -políticamente hablando- de centro. Es ahí, en el centro donde se amalagaman, los socorridos trastornos de personalidad, los trastornos alimentarios, las sociopatías, los trastornos no específicos de la conducta, las adicciones, etc. Están en tierra de nadie, es por eso que necesitamos un nuevo concepto donde encuadrarles.

La liminalidad.-

La liminalidad es cuando no se está ni en un sitio ni en otro. Este “sitio” puede ser tanto un lugar como un estado mental. E termino fue descrito por un antropólogo francés llamado Arnold Van Gennep muy poco conocido a pesar de que su libro -escrito en 1909- es reconocido hoy como un clásico en el estudio de los ritos de paso.

Un rito de paso es sinónimo de “iniciación” y es un conjunto de actividades simbólicas que marcan y dirigen la transición de un estado a otro, como por ejemplo la transición de la juventud a la adultez o de la niñez a la adolescencia. Advierta el lector que la mayor parte de los trastornos psiquiátricos de los que estoy hablando en este post suceden en esas transiciones.

Liminalidad además señala hacia actividades donde parecemos flotar y fluir sin necesidad de pensar demasiado en nosotros mismos: el servicio militar, el viaje, la enfermedad, el ingreso en un hospital o el domestico duermevela son situaciones o sitios donde parece abrirse un paréntesis en nuestra vida. Un paréntesis que puede cerrarse o no pero en cualquier caso una interrupción a veces liberadora y otras veces trágica y que casi siempre nos cambia para siempre. Lo liminar es la liquidación de lo viejo sin saber donde vamos a llegar, pues lo nuevo todavía no ha aparecido y es evidente que vivimos en una época liminar, de transición y de cambio.

Este concepto de liminalidad ha sido abordado por otros pensadores como Xavier Trias del que ya hablé aquí. La idea fundamental del profesor Trias es la diferencia que encuentra entre el concepto de muro y el concepto de puerta. Un muro no se puede franquear pero una puerta se puede atravesar:

Ante todo esto tenemos que ser capaces de rescatar la vigencia de las formas simbólicas, de las comunidades de relato, de la propia tradición, tan olvidada por la modernidad”. “También hay que rescatar el concepto de persona, en su sentido etimológico, es decir la máscara a través de la cual una voz propia se expresa”.

Lo que Trías quiere señalar es que en nuestra vida necesitamos “iniciaciones” o “ritos de paso” que nos permitan atravesar de forma segura esas transiciones de la vida y propone que hemos quedado desnudos en cuanto a mediadores simbólicos:

¿Qué son los mediadores simbólicos.-

Entre el hombre y lo desconocido (lo sagrado o lo Real) existe un intransitable itinerario que debe ser recorrido con suficientes protecciones para explicarse o dotar de sentido a lo desconocido y deslindar así lo probable de lo imposible. Esa es la función de los psicopompos o daimones, los primitivos mediadores.

Así como los dermatólogos recomiendan no exponerse al sol sin protección nosotros los psiquiatras deberíamos aconsejar a las personas no cruzar determinados limites sin la armadura de una buena colección de símbolos y así y todo, hay limites que ningún humano debería cruzar por más que la propaganda nos diga “si quieres puedes” o bien “tus sentimientos son tu guía”.

Apareció así el hombre mítico de donde proceden esas figuras que han llegado hasta nosotros con el nombre de psicopompos, es decir mediadores entre el hombre y Dios, que es lo mismo que decir los mediadores entre lo humano y lo imposible, lo incognoscible o lo desconocido.

Pero en un momento determinado -que algunos sitúan en la Ilustración- los daimones desaparecieron y el hombre quedó solo frente a lo sagrado con la única ayuda de su razón. La razón y el mimetismo de los otros, única guía hoy para nuestros adolescentes. El miedo a ser excluido por el grupo y la capacidad del ser humano para ser influido por los demás es tan potente que puede llevar a una escalada de despropósitos en una persona vulnerable y hay que señalar que no hay personas vulnerables, hay edades y situaciones vulnerables.

Para Trías se trató de una irresponsabilidad tremenda del pensamiento ilustrado: haber dejado de lado la cuestión religiosa. La actitud despreciativa ante el hecho religioso es muy grave porque arruina la comprensión de casi todas las formas de cultura que se han generado. Por esto mismo, o te reconcilias con la religión a algún nivel para así poder comprender toda esa gama policroma, o el acercamiento a esas formas de cultura no es posible. Por eso en el libro, “La edad del espíritu”, intentó hacer una evocación de las diversas formas de cultura y pensamiento en sus contextos simbólicos y religiosos, extendiéndose en lo que entiende por filosofía del límite. Cuando Trias habla de límite se refiere a aquello que estimula ese espacio humano de transformación y metamorfosis entre dos momentos estelares. El límite es una franja vital, un lugar para habitar. El más allá del límite es una referencia que se expresa a través de mediaciones simbólicas. El espíritu no es algo abstracto, es lo que impregna las formas simbólicas.

¿Alguien puede entender qué es la muerte sin haberla presenciado o tener al menos una versión mitica o religiosa de la misma? ¿Alguien a los 14 años puede hacerse una idea de qué cosa es la muerte?

Es por eso que vivimos negando la muerte.

Lo simbólico, ese toldo que nos protege de los embates de los Real ha sido socavado por la laicización del mundo sustrayéndole sentido y obligando a los hombres a construir nuevos parapetos que le acompañen en su periplo más allá de su limite y explica además porque muchos de ellos no consiguen esa transformación o metamorfosis de la que hablaba Trías y perecen o enloquecen en el intento.

El hombre es un limite del mundo, no sólo atraviesa puertas sino que él mismo es una puerta tal y como podemos ver en este cuadro de Magritte, pero precisa un marco de referencia, un contexto, un relato familiar, un relato de estirpe, de pertenencia para que encaje su interpretación de ese mundo tal y como se ofrece a sus sentidos con su representación.

Y no salirse de quicio.

El problema es que tenemos muchas oportunidades de elegir nuestra identidad como un menú desplegable y lo peor: es que lo creemos y creemos además que tenemos derecho a exigirlo. Demasiada personalidad.

Unabomber

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“La sociedad de hoy trata de socializarnos a un mayor alcance que cualquier sociedad previa. Incluso los expertos nos dicen cómo comer, cómo hacer el amor, cómo educar a nuestros hijos y así sucesivamente”.

T. Kaczynski, Manifiesto, 32.

“Unabomber” es el nombre que el FBI dio a un terrorista al que persiguió durante años y que se dedicaba a enviar cartas bomba a ciertas instituciones y personas relacionadas con el mundo de las aerolíneas y la tecnología. Unabomber resultó ser Theodore Kaczynski un matemático graduado en Harvard que después de un cierto periplo vital presidido por la inadaptación terminó sus días viviendo en una cabaña que el mismo había construido en una zona boscosa de Montana en condiciones de supervivencia por su rechazo a toda vida civilizada.

Kacziyski era al parecer un superdotado que tuvo la mala suerte de ser reclutado para un experimento financiado por la CIA a la edad de 17 años. Un experimento o programa de investigación que hoy conocemos como MK-ultra.

El MK-ultra.-

La CIA en aquellos años estaba muy interesada en temas de personalidad, más concretamente le interesaba trazar un perfil del espía ideal, una persona que fuera muy resistente al estrés y que pudiera afrontar situaciones limite sin venirse abajo. Para ello contrató a uno de los psicólogos más famosos del momento, el Dr Henri Murray, bien conocido en el mundo de la psicología por la creación de un test proyectivo de personalidad llamado TAT (test de apercepción temática). En el citado test se presentan al examinando ciertas escenas ambiguas pero significativas. El examinando tiene que interpretar que está sucediendo en la citada escena y que va a suceder, es decir qué desenlace va a tener dicha escena.

El caso es que Kaczynski participó en dicho estudio y tal y como podemos contemplar en este video y podemos aventurar que no pasó las pruebas y que quedó “tocado” por la experiencia. No es posible establecer una conexión entre este “entrenamiento” y su deriva psicopática posterior pero no sería demasiado exagerado pensar que aquella experiencia tuvo algo que ver con su historial delictivo. Al fin y al cabo la CIA perseguía no solo averiguar detalles sobre la personalidad del perfecto espía sino preparar una generación de asesinos que no hicieran preguntas y que obedecieran sin cuestionar órdenes fueran las que fueran. Aquí podeís ver en qué consistía el MK-ultra, un programa que por cierto hoy sería considerado ilegal y que está oficialmente fuera de uso.

El caso es que Kaczhinsky era un genio que escribió cosas interesantes, si bien en clave de su perturbación psicológica, una especie de paranoia fanática que no por eso invalida todos sus argumentos, y si lo he traído aquí es precisamente porque escribió un manifiesto que fue publicado tanto por el New York times como por el Washington post.

“La sociedad industrial y su futuro” es el nombre que le dio a tal manifiesto aunque se le conoce informalmente como el manifiesto de Unabomber..En el escrito Kaczhinsky abunda en la idea de que la tecnología es la culpable de todos los males de la humanidad, pero entre otras cuestiones aborda una cuestión que me ha parecido rescatable, me refiero al concepto de sobresocialización.

La sobresocialización.-

La sobresocialización está relacionada tanto con la “indefensión aprendida” como con la sobrepoblación y del hacinamiento sociales, aspectos que me parecen relacionados y bien estudiados por el ya famoso experimento conocido como “universo 25” con ratones.

Pero para Kaczyinski la sobresocialización es algo más que un simple “exceso” cuantitativo de socialización y no puede darse espontáneamente salvo en pocos individuos. Se trata más bien de un tipo especial de socialización dirigido más a lo psicológico que a lo comportamental, razón por la cual es lícito pensar que estamos ante una estrategia cuidadosamente planificada e introducida en la sociedad. Este tipo de estrategias nos remiten más allá de la idea de ingeniería social, a la Escuela de Frankfurt, en la cual se dieron los primeros pasos hacia la reprogramación psicológica del individuo y el control del cambio actitudinal.

La sobresocialización puede definirse entonces como un proceso de re-condicionamiento psicológico que supone una re-educación o re-programación profunda (ya que alcanza el nivel subconsciente) y que implica cambios en la personalidad y la propia naturaleza psíquica del sujeto.

Dicho de otra forma para Kaczynski la sobresocialización es una estrategia de ingeniería social basada en los mismos métodos de programación psicológica que él aprendió y sufrió durante su “entrenamiento”.

En sus grados más avanzados el individuo sobresocializado se convierte en su propio policía del pensamiento, siempre atento para censurar sus propios pensamientos y emociones. Un ser que ha internalizado hasta tal punto la auto-vigilancia, la culpabilidad y el masoquismo que ha hecho un hábito de la demolición de su propio psiquismo. No es descartable pues que, de forma análoga a la indefensión aprendida, la sobresocialización sea un síndrome inducido.

Es cierto que esto era posible antes y se encontraban estas características en ciertos individuos que padecían de una personalidad débil, normalmente debido a una historia personal problemática que no les permitía el desarrollo completo de su individualidad. Lo que llama atención es su actual generalización en la sociedad: el ciudadano de personalidad débil ya no es la excepción sino la regla.

Si la sobresocialización supone un proceso de despojamiento y deconstrucción del sujeto, o más exactamente de su psiquismo, lo que estamos aquí exponiendo es la aplicación a escala social de técnicas de desestructuración del yo y la personalidad propias de las sectas. No creemos exagerar por tanto cuando decimos que se está implementando a una escala masiva y sin precedentes un proceso paulatino de descualificación y pérdida de poder de los sujetos así como de quebrantamiento de su personalidad, y que este proceso guarda evidentes paralelismos con el conocido síndrome de indefensión aprendida.

Dicho de otra manera: existe una relación entre la sobresocialización y lo políticamente correcto:

“No queremos pasar por alto una característica de la sociedad sobresocializada que nos parece especialmente significativa y que se ha puesto de manifiesto con toda su crudeza en la última década: su carácter extremadamente moralista y puritano”.

Esto es fácil de observar en la cada vez más frecuente y acusada intolerancia que se exhibe ante las opiniones diferentes, tal y como corresponde a un ambiente psíquico crispado y enrarecido por esta tendencia a la auto-censura y entrenada en buscar por todas partes culpables, ofensas y víctimas.

Como veis Kaczynski -que fue condenado a cadena perpetua-, será un fanático pero no estaba loco en absoluto y a veces raya en la lucidez y la profecía.

Extraído de esta web

 

 

 

Genealogía y bastardización

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“Y no habéis de llamar padre a nadie en la tierra, pues uno es vuestro padre, el que está en el cielo” (Mateo 13); “El padre estará contra el hijo, y el hijo contra el padre; la madre contra la hija, y la hija contra la madre” (Lucas 12, 51); “Si alguno viene a mi y no odia a su padre, madre, mujer, hijos, hermanos, hermanas, y además su vida, no puede ser mi discípulo” (Lucas 14, 26). 

Hace algunos días publiqué en tuiter una de esas encuestas que suelo llevar a cabo para pulsar la opinión de las gentes que pululan por allí. Lo que preguntaba en este caso es qué es una madre, estos son los resultados:

Y lo preguntaba porque hoy y gracias a las tecnologías reproductivas se ha logrado deconstruir el concepto y separar o disociar la parte genésica de la carga que representa el embarazo y el parto en eso que se ha venido en llamar “vientres de alquiler”. En realidad la parte del amamantamiento siempre ha estado separada del maternaje propiamente dicho, bien por las llamadas “amas de cría” o bien por la lactancia artificial. La crianza por su parte puede o no estar relacionada con la maternidad, pues puede ser delegada en otras personas o instituciones o bien como sucede en las personas que adoptan niños puede ser la única función que lleva a cabo la nueva madre.

Como puede verse en los resultados de la encuesta, la mayor parte de los encuestados votan por posicionarse en la opinión de que la madre es la que cría al niño y conceden poca importancia al embarazo y a la estirpe celular.

En realidad el resultado es bastante intuitivo y forma parte de nuestro concepto del “derecho de propiedad” que tenemos con respecto a nuestros hijos, algo así como “la tierra para quien la trabaja”, que es una idea similar. Dicho de otra forma: la mayoría se posicionan en una visión antigenealógica que trata al hijo como una mercancía -libre de hipotecas con el pasado de sus padres- que es poseída por aquel que la cuida, alimenta y cría.

Si yo pudiera dirigirme a los que votaron en este sentido en la encuesta les preguntaría. ¿Si usted cría a sus hijos, les cuida, alimenta con independencia de que no sean suyos, qué cree que sucederá cuando estos niños crezcan y comiencen a preguntar por sus orígenes? o mejor, ¿por qué los niños adoptados quieren conocer sus orígenes? Si  han tenido cubiertas todas sus necesidades con su familia adoptiva ¿a qué viene esa manía filiativa que corroe a los niños que se saben adoptados?.

En otro orden de cuestiones está este otro dilema, ¿Quién es la madre de un niño que se gestó en un vientre con un óvulo de otra mujer? Con independencia de que el niño sepa o no sepa esta transacción lo cierto es que el cuerpo de su madre gestante si lo sabe. Existe un intercambio celular entre ella y su hijo que se conoce con el nombre de quimerismo (de feto a madre), pero lo más importante en este caso son los cambios que suceden en una madre gestante en sus cerebros y mentes y separadas de sus bebés después del alumbramiento. ¿Qué sucede con estas madres?¿Hay algún estudio reglado de seguimiento?

Se trata de los limites de la ciencia, estas preguntas no tienen respuesta.

Lo que estamos viendo es una deconstrucción de la maternidad. Hasta hace poco tiempo había mujeres que abandonaban a sus hijos en orfanatos, había quien les daba en adopción, pero el proceso de ser madre incluía por lo general los cuatro tiempos y la madre era la misma todo el tiempo. Ahora un niño puede proceder de un óvulo, ser gestado en otro vientre, amamantado con leche artificial y ser adoptado por otras personas.

Peter Sloterdijk es el autor que ha abordado con más profundidad el tema de la pulsión antigenealógica pues es precisamente la genealogía la variable oculta de la deconstrucción de la maternidad de la que hablé más arriba. Pertenecer a una estirpe genealógica, es decir saber “en que otro ser anida mi ser” es un derecho humano fundamental e implica una búsqueda de las razones de esta amputación. El que ha sido adoptado quiere saber quién fue su madre, por qué le abandonó en un oscuro orfanato, saber quien era su padre y si es posible reconstruir la linea genealógica de su familia. Nosotros, las personas comunes a diferencia de los aristócratas no podremos nunca pasar de tres generaciones, pero es suficiente para la mayor parte de nosotros. Lo contrario de esta pulsión genealógica es la bastardización.

En este post podeís seguir mejor estas ideas y contemplar como la modernidad se ocupó de bastardizar a los humanos. Sloterdijk habla de un experimento social en este libro: Los hijos terribles de la edad moderna. Sobre el experimento antigenealógico de la modernidad (2015; Siruela).

Sloterdijk llama “principio dinámico-civilizatorio” al proceso por el cual “la suma de las liberaciones de energía en el proceso de civilización supera regularmente la capacidad de acción de fuerzas de vinculación efectivas”. Se podría describir alternativamente como una dinámica de “efectos colaterales”, “consecuencias inesperadas” o como lo llaman los biólogos “subproductos” (byproducts). Algunos ejemplos vienen inmediatamente a la cabeza: daños provocados por conductas altruístas, diferencias de sexo provocadas por la política de “igualdad de género”, incremento de “white flight” en la era de la integración racial”.

Esta idea implica entender que el proceso civilizatorio consume enormes cantidades de recursos afectivos y tal y como Freud predijo son de prever nuevas enfermedades, nuevos sufrimientos mentales y nuevos desordenes sociales, así como nuevos constructos de identidad.

“Pues la identidad es: ese sentido de continuidad en la experiencia de nosotros mismos, una continuidad histórica, generacional, nacional, que incluye valores, creencias y un sentido de pertenencia a algo supraindividual, a algo que está más allá de nosotros mismos trascendente o banal pero que en cualquier caso es una experiencia compleja que incluye a la memoria, a la autoimagen, a la vivencia del tiempo y a las emociones y valores, sobre todo a esa difícil síntesis entre el apego y a la autonomía personal.

La identidad es pues un constructo sometido a las leyes de la dialéctica y actualista que a veces identificamos erróneamente -pues toda identidad es social- con nuestro Yo o le llamamos Yo directamente pero que incluye operaciones diversas fruto de las cuales sabemos que “yo soy el mismo de ayer a pesar de saber que he cambiado”.

Este concepto de “difusión de la identidad” del que habló Erickson, no es más que la consecuencia de la civilización, una forma de civilización que ha amputado del hombre una necesidad fundamental. Pertenecer a algo más allá de si mismo.

Bastadizar es amputar genealógicamente a un individuo de su origen tanto familiar como cultural. El bastardo puede saber quienes fueron sus padres aunque el concepto es muy parecido al de anagnorisis que usaban los griegos como recurso trágico. Anagnorisis es lo que le sucede a Edipo quien no sabe quien es su padre verdadero y que por tanto no sabe quien es él mismo. Se puede ser bastardo por arriba o por abajo, es decir ser el último de la una linea genealógica. El bastardo puede saber quienes son sus padres pero no deja de ser un bastardo si ha sido desconectado de la estirpe familiar por unas razones u otras, el bastardo carece de identidad entendiendo la identidad como un sentimiento de pertenencia a algo superior a uno mismo. Las guerras son una de las razones esgrimidas en esa discontinuidad generacional, pero no son la única razón como veremos a continuación.

La “modernidad” se puede describir como un proceso de civilización igualitaria, basada en la derogación de la herencia y en la promoción de los bastardos.

Sin embargo la pulsión antigenealógica no procede de la Ilustración o de la modernidad sino del cristianismo, es decir de las tendencias antitradicionales y antifamilistas del propio cristianismo. Recordemos ahora el reclutamiento de monjes, sacerdotes, monjas, caballeros templarios, ordenes mendicantes y sus promesas de pobreza, castidad y obediencia. La amputación de estas personas de sus orígenes genealógicos es más o menos severa según la orden a que se pertenezca pero todas conservan ese gusto antigenealógico, pues solamente puede sustituirse la filiación profana por una filiación apostólica cuando no existen lealtades familiares.

Esta idea de filiación trascendente tiene el importante efecto de promover el antinatalismo, producto más visible en las sectas místicas medievales provenientes del gnosticismo, los “espíritus libres” y la devotio moderna a duras penas aplacada por el conservadurismo eclesiástico que intenta salvar los muebles familiares: “La pasión por desarrollarse a sí mismo hacia Dios no es compatible con el cuidado por la transmisión de una herencia familar o de una carisma dinástico”.

Naturalmente este mecanismo opera también entre las sectas, las sociedades secretas y forma parte del terrorismo doméstico pues todo tirano ha de procurar separar a su “dominado” de las influencias familiares, amigos, entorno laboral y familia. No puede existir dominación en individuos cosidos genealógicamente salvo casos muy puntuales. El dominio exige bastardización.

Y no hay que olvidar tal y como recuerda Eduardo Zugasti que:

“La modernidad europea antigenealógica es, al fin y al cabo, la máquina productora de solteros y personas sin hijos más eficaz desde las órdenes mendicantes medievales”.

“Y que la posmodernidad también se podría describir como la era de las naciones bastardas, basadas en la legitimidad generacional, y en el poder instantáneo de los ciudadanos “naturalizados”, libres de cualquier hipoteca -económica o de otro tipo– del pasado”.

Y en mi opinión esta bastardización explica no pocas patologías mentales de nuestra época, así como las patologías mentales que veremos en el futuro.

Pues no solo traumatizan las violaciones, las guerras o los abusos sexuales en la infancia como estamos dispuestos a creer, sino también, los grandes movimientos migratorios, la aculturación, el abandono de esa España vacía de nuestros abuelos a los que tratamos de volver y exorcizar cada verano y por supuesto no cabe duda de que esos movimientos migratorios desde Africa a Europa son uno de los movimientos de bastardización más intensos y organizados a gran escala que se han llevado a cabo -esta vez bajo el pretexto del humanitarismo-, después del Holocausto o el Gulag.

¿Abuso sexual o yatrogenia? (I)

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Primum non nocere

(Aforismo hipocrático)

No cabe duda de que los antecedentes de “abuso sexual”,  -el que se produce en la infancia sobre todo- tiene un enorme prestigio entre los terapeutas actuales. Es una idea fácil de comprender tanto para los psicólogos (no tanto para los psiquiatras) como para los propios pacientes. La lista de trastornos que responderían causalmente a este antecedente no ha parado de crecer en los últimos años y con él se explican todo tipo de patologías psicosomáticas, alimentarias, emocionales o de personalidad, sobre todo cuando los pacientes son mujeres.

El debate nos persigue desde principios del siglo pasado. Freud que había estado en Paris formándose con Charcot y Janet se llevó consigo a Viena una idea poderosa: la histeria era una enfermedad traumática y la causa era un “trauma sexual” en la infancia. El caso es que Freud comenzó a trabajar con esa hipótesis hasta que cayó en la cuenta de que utilizando el método hipnótico (que aprendió junto a Janet), sus pacientes siempre acababan contándole algún episodio “traumático” con estas características. Freud que era un hombre de ciencia comenzó a sospechar si estas narraciones que le contaban sus pacientes no tendrían otro fin bien distinto: el de agradarle. Es por eso que cambió su método por el de asociación libre y desechó la hipnosis.

Hizo bien porque hoy sabemos que los recuerdos se pueden implantar e incluso se han descrito verdaderas  epidemias de casos.

Tiene su lógica puesto que la creencia profana es que si has sufrido abusos sexuales de pequeño lo más probable es que no lo recuerdes. Has reprimido el recuerdo, algo que forma parte de las creencias compartidas por la población.

“Si lo reprimiste, la hipnosis te ayuda a recuperarlo. Si estás convencido de que tus recuerdos son reales probablemente lo sean (uno de los errores más graves con respecto al funcionamiento de la memoria: el convencimiento subjetivo acerca de la fiabilidad de un recuerdo no tiene nada que ver con su validez). Si tienes pesadillas de abuso sexual es que está aflorando un recuerdo auténtico. Los niños nunca mienten acerca de temas sexuales. Si los niños tienen pesadillas, mojan la cama, necesitan una luz encendida para dormir o se masturban todo eso quiere decir que han sido abusados”

Las pruebas de que nuestra memoria no funciona como una grabadora y que reconstruye y fabrica recuerdos son abrumadoras hoy en día. También lo son las pruebas de la facilidad con la que se pueden inducir recuerdos en las personas, y más en los niños, y para ello no es necesaria la hipnosis. Aquí tienes un estudio sobre la facilidad con la que se convence a la gente de que ha cometido delitos que no ha cometido. Elizabeth Loftus es la investigadora más destacada en este terreno, aquí tienes un artículo suyo sobre los falsos recuerdos. En cuanto a la mayor vulnerabilidad de los niños a estas técnicas de inducción, la referencia que os pongo cita varios estudios que muestran que niños por debajo de cinco años a menudo no pueden diferenciar entre algo que dijeron y algo que les pasó, es decir no pueden diferenciar entre un hecho y un pensamiento. (Tomado de este post).

Judith Herman es una de las psiquiatras feministas más indignadas con Freud. Según ella, Freud traicionó a las mujeres cuando cambió de opinión respecto a la teoría de la seducción infantil que impulsó Janet, pasando por alto que la población estudiada por Janet eran asiladas en la Salpetrière, mientras que las pacientes de Freud eran jovencitas burguesas de la sociedad vienesa abrumadas más por tener que consagrar su vida a tareas de cuidado que por haber sufrido abusos sexuales. Lo que Judith Herman plantea en su libro es su pretensión de ampliar el concepto de trauma, habiendo propuesto un nuevo epígrafe: el sindrome postraumáticos complejo que aun no ha sido validado por la comunidad científica pero es obvio que lo será en el futuro. Es políticamente correcto pensar en el abuso con ojos ampliados, hoy ya estamos viendo las consecuencias de lo que se entiende como abuso sexual: la pena mediática

Dicho de otro modo, cualquier cosa es atribuible a haber sufrido abusos sexuales y además: el paciente no puede saberlo puesto que de haberlos sufrido no los recuerda por haberlos reprimido. El argumento es incontestable pero hay más: porque los recuerdos se pueden implantar. Sucede porque cada vez que editamos un recuerdo lo sobreescribimos. De manera que cuantas más veces se reedita un recuerdo mediante un interrogatorio “dirigido” más probabilidades tenemos de que acaben dándonos la razón. Por eso es una mala praxis profesional preguntar directamente a los pacientes si han sufrido abusos sexuales en su infancia. Yo personalmente no lo he hecho nunca y mis compañeros -al menos los que más conozco- tampoco.

Es necesario decir que el tema de los abusos sexuales hoy está politizado. No cabe duda de que a ciertos movimientos feministas les conviene creer que los hombres, así en general abusan de sus hijas o familiares como parte de la opresión que el patriarcado ejerce sobre las niñas y las mujeres en general y no es que esto no suceda pero desde luego es un fenómeno raro y no está claro que pueda provocar todas las patologías que se le suponen. Muy raro en Europa pero si atendemos a los papers que nos llegan de USA es obvio que allí tantos los terapeutas como los pacientes abusados abundan, tanto en las consultas como en los papers. Hay pues una brecha nacional en el tema de los abusos.

¿Pero qué entendemos por abusos sexuales?

Lo cierto es que cuando hablamos de abusos sexuales todos pensamos como adultos y entendemos que se trata de un coito entre un adulto y un niño/a. Así sin matices, pero lo cierto es que hay una amplia gama de actividades eróticas que no tienen todas la misma gravedad psicológicamente hablando aunque moralmente merezcan también reproche jurídico..

  • ¿Cual era el grado de parentesco entre agresor y victima?
  • ¿Hubo violencia o solo seducción?
  • ¿Podemos hablar de abusos en el caso de juegos eróticos aunque uno lleve la iniciativa, con independencia de la edad o de la diferencia de edad (por ejemplo de niños de casi la misma edad).
  • ¿Hubo silencio forzado por el agresor?
  • ¿Le contó el episodio a alguien? ¿Qué reacción obtuvo?
  • ¿Fue un episodio único o reiterado?
  • ¿Hubo penetración o simplemente tocamientos?
  • ¿Sentía la victima miedo o se sintió desvalida?
  • ¿Hubo amenazas posteriores?

De manera que no todos los abusos son iguales y la mayor parte de las personas que han sufrido abusos leves suelen olvidarse de ello si no hay complicaciones suplementarias y una complicación frecuente es que alguien diagnostique una enfermedad actual con arreglo a unos antecedentes ya caducados por la memoria biográfica. Naturalmente los abusos graves son aquellos recibidos de forma reiterada, en forma violenta, con amenazas y con una vivencia de desvalimiento, es decir con la sensación de que hiciera lo que hiciera no podría escapar de ellos, algo que sucede en entornos domésticos, peor si la madre o la otra parte de la pareja miran hacia otro lado.

Pero yo voy a ocuparme de la yatrogenia, es decir de cómo los terapeutas pueden agravar estas emociones y recuerdos. Me referiré al caso de M.

M es una mujer casada con dos hijos que tiene por así decir cierta vocación psicológica, es una brillante profesional que ha tenido éxito en su trabajo y que se lleva mal con su madre, una mujer fría y distante y que desarrolló un carácter sumiso en relación a ella, queriendo siempre agradar y ser “una buena niña”. Acudió a un terapeuta con el que repitió este patrón de seducción infantil hasta que un día le vino a la memoria un acontecimiento que había casi olvidado: se trataba de un abuso sexual por parte de un vecino, padre de una amiga suya del colegio a la edad de 8 años. El asunto es que a partir de ese momento inicia una transferencia erótica con el profesional quién en todo momento trata de persuadir a la paciente de que “no fue culpa suya”, es decir trató de desculpabilizarla enredándose cada vez más en una relación de máxima tensión erótica que solo alcanza a resolver echándola de la consulta.

A partir de este momento comienza por parte de M una escalada de búsqueda de otros terapeutas que la curen del amor transferencial del terapeuta original.

Continuará

Psicoanálisis del trauma (y II)

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Reaccionar no es responder (Bassols)

Miquel Bassols es un psicólogo psicoanalista de orientación lacaniana que intervino recientemente en una conferencia sobre las intersecciones entre las neurociencias y el psicoanalisis. De esa conferencia que tenéis colgada más abajo voy a seleccionar algunas ideas que prolongarán mi post anterior donde me planteaba la concepción de “trauma” más concretamente en lo relativo a nuestra concepción de abuso sexual en la infancia.


Para empezar tendré que delimitar qué es un trauma en el sentido freudiano para distinguirlo del trauma “traumatológico” para entenderlo mejor.

El trauma propiamente dicho es una situación que se vive con terror pues se trata de una amenaza seria para la vida, los traumas de combate, los traumas que se viven en los desastres naturales, los traumas sexuales como las violaciones acompañadas de violencia, los ataques que ponen en riesgo la vida, son traumas traumatológicos y son responsables de patologías a largo plazo de carácter diverso pero que mantienen cierta coherencia dentro de la clínica de lo traumático. (El lector interesado puede leer mi monografía sobre el “La traumática historia del trauma”). Dicho de una manera más clara, este tipo de traumas son traumas relacionados con algo que ocurrió.

El trauma freudiano -sin embargo- parece banal si lo comparamos con las desgracias que acaecen en las personas que han sido sometidas a este tipo de traumas (con T mayúscula), porque en realidad el trauma freudiano no está relacionado con algo que ocurrió sino de algo que no llego a ocurrir.

Freud se dio cuenta de que en realidad lo traumático no tenia que ver con lo que ocurrió y se dio cuenta de ello gracias a Dora. Dora no estaba traumatizada por el asedio sexual del Sr K, sino que lo estaba precisamente porque sospechaba que su padre la había convertido en moneda sexual de intercambio. Hay que recordar que la Sra K y el padre de Dora mantenían una secreta relación. Es por eso que Freud habló de impulso inaceptable: si Dora aceptaba aquella relación estaría alimentando la traición de su padre y de alguna forma se ponía de su parte, si lo rechazaba también la ponía en peligro. Hiciera lo que hiciera, el hocico de lo trágico asomaba por la ventana si además contemplamos otro aspecto: la rabia de Dora era doble, por una parte por su infidelidad y por otra  proponerla como moneda de cambio. Lo que hizo Dora fue enfermar neuróticamente. hay que notar que en ningún caso hubo violencia, ni trato carnal con el Sr K, simplemente no ocurrió nada.

Y cuando no ocurre nada después de un episodio que convoca pulsiones eróticas y agresivas muy intensas sucede algo muy curioso: no cesa de no ocurrir nada. (En el video del Sr Bassols podreís comprender mejor este no ocurrir nada)

No ocurrir nada es como un bucle sin fin, una especie de circulo vicioso, que se repite y se repite incesantemente de una forma metafórica, en el caso de Dora se repetía precisamente en forma transferencial. Dora era analizada por Freud, se libraba de los síntomas, era dada de alta satisfactoriamente pero volvía a recaer una y otra vez. Hasta que Freud cayó en el cuenta: Dora empeoraba para volver con él.Dora quería estar con Freud, su neurosis era un pretexto. Quería estar con él pues antes había querido estar con el Sr K. Pero no ocurrió.

 

Volviendo al caso de M al que referí en el post anterior y haciendo un poco de memoria: M es una mujer adulta que consulta a un terapeuta por una serie de dificultades en su vida personal que en ningún caso representan una enfermedad mental. Durante su terapia emerge un viejo recuerdo de “abuso sexual” a la edad de 8 años que sirve como nudo entre ella y su terapeuta, un nudo que el terapeuta quiere desanudar sin caer en la cuenta de que lo que se le sucede a M es que está “enamorada de “el”, amor de transferencia, claro está pues ella, M, supone que en su terapeuta anida un saber que a ella le falta. La terapia se interrumpe y M busca otro terapeuta con el que repite esencialmente el mismo patrón.

M. quiere seducir a sus terapeutas. Pues la seducción es la condición del que quiere ser otra cosa distinta a lo que es. La seducción de M es un papel que se juega en la ficción de su mente.

El segundo terapeuta tiene un enfoque parecido aunque un poco más cercano (demasiado cercano) confundiéndose a menudo lo profesional con lo personal. Dicho de otro modo: la seducción aquí es mutua. Naturalmente la terapia se interrumpe entre reproches mutuos y terminan por abandonar el tratamiento pero no la relación que continua en otro plano.

¿Cual seria la solución de M? Después de analizar sobradamente el supuesto trauma donde no sucedió nada y con todos los terapeutas empeñados en decirle que “ella no tenia la culpa”. ¿Por qué la desculpabilización no la desculpabiliza?

Hay algo en la necesidad que no se agota con su consumación pues cuando alguien nos da algo inmediatamente nos está negando otro algo. La demanda lleva consigo una sanción, una prohibición. En este caso la sanción es la prohibición del incesto claro está: M no puede mantener relaciones sexuales con sus terapeutas, pero esto no es suficiente.

Pues hay algo del deseo que quedó sin reconocer  y por tanto sin validar:

¿Y qué si le quisiste seducir?

Nota liminar.- Observese como la posición del psicoanálisis es bastante diferente de las psicoterapias convencionales. No se trata de comprender o de empatizar con el paciente sino de terminar la sanción que no pudo ser representada al tiempo que se valida la pulsión de la que le dio origen. Interpretar es precisamente lo contrario de comprender. Responder es lo contrario de reaccionar: una célula puede reaccionar, solo un ser humano puede responder cuando hay un otro que pregunta.

Y otra cuestión, “contarle un secreto a alguien” tiene efectos paradójicos en el contador pues la reacción del receptor va a configurar el relato de una manera o bien sancionadora o bien comprensiva pero en cualquier caso y aunque tengamos la sensación de que “nos descarga” en realidad nos vincula a ese otro de una manera que no podemos prever.

 

El dilema del libre albedrío

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Escribo este post mucho tiempo después de haber participado en uno de esos debates que a veces se inician en Internet sobre el libre albedrío (free will) y que terminan en un infinito empate. Un debate inacabado y a mi juicio estéril como después aclararé. Para ir haciendo boca sobre el tema daré una definición:

“Libre albedrío significa la posibilidad de elegir”, una definición que me gusta más que la que propone Pablo Malo en este magnifico post: “Libre albedrío es la posibilidad de hacer lo contrario de lo que se llevó a cabo”. Tomaré este post como referencia para prolongarlo con mis propias apreciaciones.

Parece que la neurociencia ha demostrado que el libre albedrío es imposible y que de alguna forma estamos “predestinados” a llevar a cabo acciones que no hemos elegido, algo que parece desprenderse del experimento de Libet y otros argumentos que podéis encontrar en el post citado.

Hay tres tipos de opiniones sobre el asunto:

1-    Libertarios: creen que las leyes del Universo no son deterministas (no reconocen el determinismo causal que implica que toda causa tiene una causa previa y así hasta el origen del Universo) y que tenemos libre albedrío.

2-    Compatibilistas: reconocen que el determinismo causal es cierto (o puede serlo) pero creen que el libre albedrío es compatible con un Universo donde las leyes son deterministas.

3-    Escépticos del libre albedrío o incompatibilistas duros (Pereboom): son los que creen que no existe el libre albedrío. Consideran que las leyes del universo son deterministas y que el determinismo es incompatible con el libre albedrío. Tanto los libertarios como los escépticos del libre albedríos son incompatibilistas, es decir creen que determinismo y libre albedrío no pueden existir a la vez. La diferencia es que los libertarios creen que lo que no existe es el determinismo mientras que los escépticos del libre albedrío creen que lo que no existe es el libre albedrío.

En esta clasificación falta un grupo al que pertenezco: los que creemos que el libre albedrío existe y no existe. No se trata de un ejercicio de equidistancia o de compatibilismo. Se trata de que tengo un concepto bien distinto de la causalidad que se maneja como referencia. ¿Qué significa determinismo?

El determinismo puede existir en ciertos sistemas lineales pero no significan nada en relación con lo mental que se rige por leyes bien distintas: se trata de sistemas no lineales donde la determinación carece de contenido. Es cierto que toda conducta humana necesita un soporte biológico (no hay conducta, ni pensamiento ni subjetividad) sin un soporte pero el soporte es condición necesaria pero no suficiente, quien habla o piensa es una persona en una totalidad y no un trozo de su cerebro. Usualmente confundimos reaccionar (una célula puede hacerlo) con responder solo una persona puede responder a un otro que pregunta.

En mi opinión es imposible defender la no-creencia en el libre albedrío y prescindir del inconsciente, si quitamos al inconsciente de esta ecuación y solo admitimos la racionalidad como motor de nuestro psiquismo entonces si existe el libre albedrío podemos elegir, lo que nos conviene, la mejor opción o la que tiene menos riesgos, también podríamos elegir de quién nos enamoramos o nuestra orientación sexual, pero ¿cómo explicar la continua caída en decisiones estúpidas o peligrosas?, ¿cómo explicar que a veces decimos cosas que no creemos o que no quisimos decir, que cometemos estupideces que sabemos que no nos traerán nada bueno?, ¿cómo explicar los síntomas neuróticos que suceden siempre más allá de la voluntad?¿Por qué no podemos dejar de fumar usando la voluntad o la razón? ¿Por qué caemos siempre en el mismo patrón que ya sabemos -por experiencia- que nos lleva al fracaso? ¿Por qué tenemos actos fallidos?

Es en la clínica donde vamos a encontrar cientos de ejemplos que demuestran que los síntomas neuróticos no están ahí porque los hayamos elegido y la vida cotidiana nos da ejemplos bien conocidos que parecen apoyar esa idea.

Ahora bien el debate entre el libre albedrío sufre en mi opinión de varios adyacentes que superan el problema filosófico en sí mismo. En el articulo se plantea Pablo Malo el tema de la libertad pero lo lleva a extremos metafísicos cuando se pregunta ¿Podemos elegir donde nacemos? ¿Pedimos acaso nacer? Obviamente no, se trata de una pregunta absurda, ningún feto puede tomar decisiones y nos llevaría demasiado lejos en los planes de la vida si es que la vida tiene planes después de todo. Más enjundia tiene cuando se plantea si somos libres para elegir haber nacido en este o aquel país, en un barrio determinado, en un tiempo determinado.

Yo soy español pero no soy español por azar, nací en Castellón y tampoco lo fue por azar, mis padres y mis abuelos y hasta donde yo se eran españoles y yo soy el producto de una fusión de gametos que se dio en Castellón y no en el Congo. Es imposible que yo naciera en el Congo, imposible.Dicho de otro modo, soy el producto de la regeneración de una estirpe concreta, algo que está en otro lugar bien distinto a la libertad individual.

Mezclar el libre albedrío con esa concepción inalcanzable de libertad me parece que no aporta nada al debate sobre si somos o no libres para elegir. Y ahora me gustaría decir algo más sobre la determinación.

¿Qué es determinación y en qué soporte se encuentra tal cosa?¿Es algo biológico, genético, psicológico, social, metafísico?

Supongamos que eso que llamamos inconsciente es la determinación, hay algo en nuestro inconsciente individual que habla en nosotros (por ejemplo en los actos fallidos o en las alucinaciones auditivas), hay algo que nos impulsa a hacer lo que no queremos hacer (por ejemplo lavarnos las manos compulsivamente) o algo que nos impulsa a hacer algo que no queremos hacer (por ejemplo dañar a otro). ¿Por què lo hacemos entonces?. ¿Puede un terrorista no hacer estallar la bomba que llevaba incrustada en el cuerpo?¿Puede ese tirador de Kansas que se ha llevado por delante hoy a tanta gente haber tomado otra determinación?

Para eso tenemos que saber más de los síntomas, un síntoma es un significante (S) y un significante puede ser una palabra, un objeto pero también un síntoma neurótico, psicopático o psicótico. Un síntoma es en cualquier caso algo forzado, algo que aparece como impostado, algo sin sentido. “No pude hacer otra cosa”, suelen decir los asesinos apragmáticos ytambien dicen la verdad cuando afirman “No se por qué lo hice” o “No puedo hacer nada por detenerlo” dicen los obsesivo-compulsivos”. O “no puedo dejar de amarle” dicen las histéricas maltratadas.

Y lo que habita en el inconsciente son significantes, junto con restos eróticos y agresivos..

Pero se trata de una significante especial y con una diferencia sobre la teoría lingüistica de Saussure. El significante está arriba y el significado abajo, mientras que en Saussure lo encontramos al revés: el significado está arriba y el significante abajo. Para Lacan el significante es el amo, los significados son múltiples y confusos, de alguna forma individuales.

Dice Lacan:

“El inconsciente está estructurado como un lenguaje”. Nótese que no dice que el inconsciente es un lenguaje sino que es un “como si” fuera un lenguaje. Para ser un lenguaje efectivamente le falta algo. Le falta el significado pues el significante inconsciente es un significante vacío. Si charlamos y nos hacemos entender es porque las palabras tienen significados comunes. El inconsciente no puede charlar pero tampoco puede callar.

De manera que para hablar de determinismo necesitamos meter en la ecuación ese significante vacío: un determinismo vacío. Necesitamos cambiar nuestro punto de vista sobre el determinismo, no hay una teleología para lo determinado sino que se encuentra sobredeterminado y por eso los síntomas son diferentes en los distintos personas. Si el significante tuviera un significado único todos tendríamos el mismo síntoma neurótico o el mismo acto fallido, eso que habla en el lugar del hablante:

Yo quiero (lo que digo) decir.

Yo quiero decir algo pero digo otra cosa ¿pero que culpa tengo yo de que “ternura” y “ternera” se distingan por una letra? Yo quise decir que eres una persona muy tierna pero lo que dije es que eres una ternera.

Pues el lenguaje nos atraviesa desde antes de nacer, tiene más años que nosotros y necesitamos usarlo para formular nuestras demandas, siempre a través de un código (lengua con sus leyes gramaticales) dirigido a alguien , un otro que lee nuestro mensaje y nos atiende en nuestro pedido (en el mejor de los casos) pero que también formula las prohibiciones pertinentes. El receptor del mensaje puede o no satisfacernos pero en la necesidad existe algo que siempre cae fuera del campo semántico, así:

Necesidad- Demanda=Deseo

Hay algo pues del deseo que queda como un significante vacío en el inconsciente, como un fisura, un agujero, sin contenido, sin significado.

Ya sabemos pues algo más: el soporte de la determinación no es biológica, ni psicológica sino lingüistica. Estamos determinados por campos semánticos.

Es por eso que el debate entre si el libre albedrío existe o no carece de solución sin meter al inconsciente en la ecuación. Ese que habla en nosotros.

Y de ahí viene mi idea de que el libre albedrío existe y no existe como el gato de Schrodinger, depende del observador.

Nota liminar.-

Yo pude escribir este post o no escribirlo.


La carta robada

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Edgar Allan Poe fue un escritor que es conocido sobre todo por los cuentos fantásticos que escribió muy en la linea de su tiempo donde la hipnosis, la idea del más allá hacían furor casi al mismo tiempo que las corrientes teosóficas y esotéricas. Se le reconoce el maestro del cuento o relato corto y además fue un poeta muy interesante aunque menos conocido en esta especialidad, también una especie de profeta o visionario de la ciencia del estilo de Julio Verne y del misterio o suspense y otros ámbitos que hoy clasificaríamos como parapsicología. (Ver Poe y sus cuervos)

Uno de sus relatos fue tomado por Jacques Lacan para ilustrar su teoría de la primacía del significante en el signo lingüistico y es por eso que lo traigo hoy aquí. Lacan propuso un retorno a Freud lo que precisa una breve introducción.

Freud murió en 1939 y durante los veinte años que siguieron a su muerte el movimiento psicoanalítico sufrió una escisión: por una parte el psicoanálisis americano propiciado por su hija Anna Freud y otros como Hartman y Loewenstein. De otra parte el psicoanálisis británico con Melanie Klein a su cabeza. Los primeros propiciaban la idea de que el psicoanálisis debía ocuparse sobre todo del Yo y por eso se llama “Psicologia del Yo” a este movimiento americano. Los kleinianos por su parte proponían otros paradigmas por haber privilegiado el psicoanálisis de niños en sus investigaciones y la teoría de la libido pre-edípica. Lacan propuso volver a la ortodoxia freudiana, no era el Yo sino el inconsciente el objeto del psicoanálisis a la vez que formuló una nueva lectura del complejo de Edipo freudiano en tres tiempos,  desechando el termino sexualidad “pre-edípica” de los kleinianos. Como todo el mundo sabe Lacan fue expulsado de la IPA (Asociación psicoanalítica internacional) fundando su propia escuela.

Donde Freud dice representación, Lacan habla de significantes y lo hizo después de enriquecer la teoría freudiana con tres autores fundamentales: De Levi-Strauss se llevó el concepto de “estructura”, de Saussure, el “signo lingüistico” y de Hegel el concepto de “deseo”.

Vamos a ocuparnos para la interpretación de este cuento de Poe del concepto de significante. Probablemente la aportación más robusta de Lacan al psicoanálisis fue la idea de que el inconsciente está estructurado como un lenguaje. Como un lenguaje pero no es un lenguaje, un “como si”, pues el significante original esta vacío tal y como conté en mi post anterior. Y no solo esta vacío sino que además es mucho más importante en el inconsciente que el propio significado o sentido.

El cuento de Poe.-

La reina está en su gabinete escribiendo una carta y entonces entran en la habitación el rey y el ministro. Al verlos la reina trata de esconder la carta en su escritorio, el rey no se da cuenta de la maniobra pero el ministro la sorprende y antes de abandonar la habitación se las arregla -en un descuido- para robar la carta.

Al darse cuenta del robo la reina acude a la policía y estos registran la casa del ministro tratando de encontrar la carta pero fracasan en su intento. Entonces la reina recurre al inspector Dupin (un personaje detectivesco dotado de poderes que es un personaje de Poe en algunos de sus cuentos). El inspector Dupin encuentra un pretexto para visitar al ministro en su despacho y se da cuenta de que encima de su escritorio hay una carta ajada que reconoce enseguida como la carta robada. Urde un plan que consiste en sustituir la carta por otra escrita por él mismo en tono cómico que dejará en su lugar. Así lo hace en una segunda visita.

Y Dupin le devuelve la carta a la reina.

Lo interesante de este cuento es que el lector se queda por saber el contenido de la carta, ni por qué el ministro tenia tanto interés en poseerla. Lo que sabemos es que la carta circula de mano en mano al menos de tres personas: la reina, el ministro y Dupin, para volver a su dueña. Tampoco sabemos a quién iba dirigida.

Es interesante también recordar que en francés el titulo de este relato es “La lettre volée” y no deja de ser curioso que en francés “lettre” significa tanto carta como letra. De tal modo que podríamos pensar el titulo del cuento de este modo: “La letra robada” o el significante robado. La carta es pues el significante.

Pero no sabemos que significa y no sabemos el interés que tiene para los distintos actores, (reina y ministro) pues el rey no se ha enterado de nada y a Dupin lo que le interesa es devolverle a la reina su propiedad, no tiene ningún interés en saber que dice. Por eso Dupin representa al psicoanalista movido por su ética que devuelve la carta a su propietario pues la ética del psicoanálisis representa esa devolución liberadora en el sentido de que el psicoanálisis pretende sobre todo liberar la pulsión enjaulada del sujeto, liberar su verdad. No pretende leer la carta, ni las condiciones ambientales que la determinaron, ni saber quien era su destinatario. Nada hay menos ambientalista que un análisis lacaniano. No importa como se llevaba con el rey, ni si intentaba ponerle los cuernos o si tenia un amante secreto, tampoco nos interesa si el ministro pretendía someterla a un chantaje de cualquier tipo, sino solo su devolución. En este sentido Dupin no sabe más que cualquier lector, se limita a interpretar (devolver la carta) y no a intentar comprender la trama ni las razones del robo.

Pero sabe dónde buscar. ¿Dónde esconder un trozo de papel?  ¿en algún cajón recóndito? Ahí ya buscó la policía y no encontró nada. No, el mejor lugar donde esconder un trozo de papel es allí donde existen otros papeles, encima del escritorio.

A la vista de todos. Allí donde nadie miraría.

Así es el inconsciente, está a la vista.

Una taxonomía para mutantes

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Hace algún tiempo escribí un post preguntándome porqué nuestra especie es tan sensible a la opulencia, es decir porqué parece que la opulencia siente tan mal a nuestro cerebro. En aquel post hipotetizaba sobre algunas cuestiones ambientalistas, en este post de hoy voy a abordar otra hipótesis : las de Dutton y Woodley.

No cabe duda de que las sociedades avanzadas (opulentas) tienen signos de identidad que las diferencian  de las otras: aquellas donde la precariedad es la norma. Y no solo desde la mentalidad individual sino también desde la clínica. ¿Quién no ha oído hablar de las enfermedades de la opulencia, como la obesidad o la diabetes tipo II? Menos frecuente es la idea de que otras enfermedades, las mentales tienen también relación con los excedentes, de todas ellas la más conocida es la anorexia mental. ¿Cómo es posible que en una sociedad excedentaria existan bolsas de inanición?, en este caso electiva como sucede en los trastornos de alimentación. El sentido común nos llevaría a pensar estas enfermedades como resultado de la deprivación alimentaria forzosa, el hambre, pero paradójicamente el hambre y la anorexia mental no tienen nada que ver. Es paradójico y contraintuitivo pero así es.

Una noticia de actualidad me ha llevado a plantearme escribir este post: me refiero al juicio que se está llevando a cabo por el asesinato del pequeño Gabriel a manos de su madastra Ana Julia. La mayor parte de la gente se preguntan si este tipo de crímenes tienen algo que ver con la Psiquiatría, y de ¿como se puede hacer daño a un niño de corta edad?. La mayor parte de la gente se pregunta por qué pasan este tipo de cosas. A mi las razones me parecen obvias y por eso no me paro a pensar en los porqués. Me interesa sobre todo otra cuestión y es ésta: ¿Cómo es posible que los criminales sean tan torpes o estúpidos a la hora de buscarse coartadas o planes B?¿Es que Ana Julia no sabia que ella seria la principal sospechosa?. Bueno no solo les pasa a los criminales, todo parece indicar que la estupidez, la mediocridad y la falta de sentido común se han instalado definitivamente en nuestras sociedades: hoy es corriente filmar con la cámara de móvil un delito cualquiera que luego servirá de prueba incriminatoria. hay gente que se cae a un abismo tratando de hacerse una foto, o es arrastrado por el temporal por no haber hecho caso de las advertencias de las autoridades (todos los muertos de estos días en el temporal de levante han fallecido dentro de sus coches). Otros se graban con sus coches de alta cilindrada a 200 Km/h para subir las pruebas de su delito a una red social. Otras creen que los gallos violan a las gallinas, etc. Dicho de otro modo, todo parece indicar que el mundo ha enloquecido sin estar locos del todo, al menos sin que su locura pueda ser clasificada según los estandares de la Psiquiatría.

Según Edward Dutton la razón es la disgenesia, por eso somos cada vez mas tontos. Pero antes de avanzar en las hipótesis de Dutton-Woodley hemos de entender un concepto clave: el concepto de epistasis.

La epistasis es un mecanismo biológico que se refiere a las interacciones gen-gen y de como algunos genes silencian o enmascaran a otros que estando presentes no se manifiestan en el fenotipo. Aquí hay un video cortito que explica este fenómeno por ejemplo en el color del pelo.

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Lo que ha hecho Woodley es extender este fenómeno al campo social y por eso habla de epistasis social, tomando sus propias palabras:

“Las mutaciones perjudiciales se entienden típicamente exclusivamente en términos de sus efectos nocivos sobre los organismos portadores. Pero hay razones convincentes para pensar que tales efectos adversos no se limitan al nivel individual. Argumentamos que en las especies sociales, las interacciones interorganismos gen-gen, que en la literatura anterior se han denominado epistasis social, permiten que los genomas portadores de mutaciones perjudiciales reduzcan mediante la pleiotropía a nivel de grupo la aptitud de otros, incluidos los no portadores. Esta reducción de la condición física se produce mediante la degradación de los procesos a nivel de grupo que optimizan la ecología reproductiva de una población para la competencia intergrupal mediante, entre otros mecanismos, la supresión de la conducción libre. Tal daño a los procesos de regulación grupal sugiere un papel oculto para la acumulación de “rencorosos” que alteran el comportamiento. mutaciones en la dinámica de la transición demográfica: estas mutaciones pueden haber contribuido a los resultados desadaptativos de este proceso, como la fertilidad generalizada en el reemplazo generacional. Se presenta un modelo de población estructurado que describe aspectos de este modelo de amplificación de epistasis social. Este fenómeno también se considera como una posible explicación de los resultados de los experimentos de utopía en ratones de Calhoun, que brindan la oportunidad de probar directamente una predicción importante derivada del modelo.

Dicho de una manera mas clara: los mutantes disgenésicos influyen en el comportamientos del grupo y de otros individuos aunque no tengan los mismos genes y sobre todo influyen en su fitness.

Edward Dutton (no confundir con Kevin Dutton) es un antropólogo finlandés que pasó 10 años de su vida recogiendo datos del CI de los soldados de reemplazo del ejercito y publicó en su día un articulo donde plantea una refutación de efecto Flynn. 

El efecto Flynn, descrito por el autor del que lleva su nombre es la idea de que el CI va creciendo a lo largo de las generaciones debido a la instrucción, y la buena alimentación y es además un fenómeno universal presente en todas las culturas. La idea es que somos más inteligentes que nuestros abuelos y que esas puntuaciones del CI no hacen sino crecer en todo Occidente a pesar de la evidencia de que en Europa la media de CI es de 100, mientras que en China llegan a 110 de media. Naturalmente Dutton nunca estuvo de acuerdo con esta idea y se puso a trabajar en distintas muestras replicando sus resultados en otros entornos distintos al ejército.

Pero Dutton ha ido mas lejos en su investigación y sostiene que desde la industrialización la selección natural ha dejado de funcionar del modo que lo hacia antes, las razones de esta detención son -paradójicamente- razones médicas, una mejor salud, atenciones y alimentación e instrucción no mejoran el CI de la población (entendida como grupo) sino que la empeoran. La razón fundamental es que se le ha arrebatado a la selección natural su función “purificadora”, las pestes y las guerras que eran de algún modo los que regulaban a las poblaciones ya no se conocen en Europa desde que terminó la segunda guerra mundial. Dutton propone siguiendo la hipótesis de Woodley que están ya apareciendo nuevas pruebas de esta disgenesia a nivel de población general: mayor agresividad, mayor criminalidad y mayor estupidez en las conductas humanas. Atribuye además al ateísmo, es decir a la descreencia en dioses moralizantes- un papel fundamental en esta disgenesia:

“La industrialización conduce a una selección relajada y, por lo tanto, a la acumulación de mutaciones genéticas que dañan la aptitud física. Argumentamos que la religión es un rasgo seleccionado que sería altamente sensible a la carga mutacional. Además, argumentamos que se seleccionó una forma específica de religiosidad en sociedades complejas hasta la industrialización basada en el culto colectivo a los dioses morales. Con la relajación de la selección, predecimos la degeneración de esta forma de religión y diversas desviaciones de ella. Sin embargo, estas desviaciones se correlacionarían con los mismos indicadores porque todos estarían apuntalados por la carga mutacional. Probamos esta hipótesis usando dos desviaciones muy diferentes: el ateísmo y la creencia paranormal. Examinamos las asociaciones entre estas desviaciones y cuatro indicadores de carga mutacional: (1) mala salud general, (2) autismo, (3) asimetría facial y (4) zurdera. Una revisión sistemática de la literatura combinada con una investigación primaria sobre la mano de obra demuestra que el ateísmo y / o la creencia paranormal está asociada con todos estos indicadores de alta carga mutacional.”

Como puede verse las ideas de Dutton pueden llegar a ser muy polémicas, son absolutamente incorrectas desde el punto de vista político pues nuestros gobernantes -pertenecientes a la síntesis progresista- aun andan creyendo o haciendo ver que creen en la falacia de la pizarra en blanco. Me temo que las ideas de Dutton sean demasiado osadas para el común de nuestros gobernantes.

Pero hay más evidencias, al menos experimentales de que las utopias pueden convertirse en distopías, y que nuestra búsqueda de bienestar puede transformarse en nuestro infierno; pongamos por caso el Universo 25, con ratones si. No es de extrañar que Wooley hay puesto este experimento de Calhoum ya conocido por casi todo el mundo aunque en mi opinión mal interpretado en su traducción en las comunidades humanas. usualmente se pone como ejemplo de la sobrepoblación pero en mi opinión hay otros factores asociado a la sobrepoblación y es la perdida de la motivación instintiva que tiene lugar con la ausencia de depredadores, la ausencia de imprevistos, la alimentación asegurada y el clima constante.

Para aquellos que aun no sepan como terminó el universo 25, les dejo aquí un video explicativo:

¿Habrá que pensar en una nueva clasificación psiquiátrica que estudie a estos mutantes?

Bibliografia.-

Michael Woodley (2017) Social epistasis amplifies the fitness cost of deleterius mutations engendering rapid fitness decline among modernized populations

¿Instinto o pulsión?

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Definición de instinto según Nicolas Tinbergen:

Los instintos son formaciones nerviosas capaces de estimularse, inhibirse o dirigirse en función de estímulos internos o externos y cuyo objetivo es la preservación del individuo y de la especie.

Esta es la definición que dio un etólogo como Tinbergen al tema de los instintos. Un etólogo que recibió en 1973 el premio Nobel de Medicina junto a Konad Lorenz y Von Frish por sus estudios sobre el comportamiento (cada uno en su área de investigación) de determinados hallazgos que estimularon la comprensión de la biología evolutiva. No deja de ser curioso que el premio Nobel de Medicina recayera en estos (antes zoólogos) ahora etólogos, es decir aquellos científicos que estudian el comportamiento de los animales en su hábitat natural.

Freud no conoció a Tinbergen pero si le hubiera conocido hubiera afirmado que aquella definición se acoplaba perfectamente a lo que él mismo pensaba, si bien Freud no habla en sus obras de instinto “Instinct” sino de “Trieb” (pulsión). Para algunos de sus traductores, instinto y pulsión serian sinónimos pero para otros existen ciertas diferencias. Jacques Lacan el hermeneuta de Freud más conocido niega que nosotros los humanos tengamos instintos y se referirá continuamente a las pulsiones a la hora de aproximarse a este problema. ¿Tenemos instinto los humanos?

Todo parece indicar que el rechazo de Freud a hablar de instinto procediera de la evidencia de que en nosotros los sapiens, el instinto no resuelve el problema de la vida afectiva, ni nuestras preferencias amorosas y sobre todo no puede explicar las perversiones sexuales que hoy conocemos con el nombre de parafilias.

La palabra “trieb” en alemán es polisémica y forma parte no solo de ciertos sustantivos sino también de muchos verbos.  Significa “pulsión” pero también “brote” o “retoño”, sugiriendo algo que emerge de otra cosa, como un esqueje emerge de una rama. Lo cierto es que Freud no nombra apenas en sus obras la palabra “instinct” sugiriendo que guardaba para el reino animal esa palabra.

La diferencia fundamental entre instinto y pulsión vendría definida por el determinismo puro, dicho de otra manera en los humanos existen múltiples maneras de evitar ese determinismo puro de los instintos. Una manera y quizá la más importante es el lenguaje que nos permite alejarnos de las consecuencias del determinismo natural.

No cabe ninguna duda de que el determinismo instintual impide el aprendizaje y que una especie es más perfecta instintivamente cuanto menos se aparta de sus aprendizajes naturales. Las abejas son muy inteligentes colectivamente hablando pues su instintos son perfectos y no cambian con las generaciones, sin embargo en el hombre los instintos son mucho más gráciles: a cambio de eso tenemos una enorme capacidad de aprender cosas nuevas.

Componentes del instinto según Freud.-

1.- El “drang” ,ímpetu o perentoriedad se entiende su factor motor, esto es, la suma de fuerza o la cantidad de exigencia de trabajo que representa. Este carácter perentorio es una cualidad general de los instintos, e incluso constituye la esencia de los mismos. Perentoriedad y repetición.

2.- El “Ziel” o finalidad. El fin de un instinto es siempre la satisfacción, que sólo puede ser alcanzada por la supresión del estado de excitación de la fuente del instinto. Pero aun cuando el fin último de todo instinto es invariable, puede haber diversos caminos que conduzcan a él, de manera, que para cada instinto, pueden existir diferentes fines próximos susceptibles de ser combinados o sustituidos entre sí.

3.-El objeto.(`”Objekt’) del instinto es aquel en el cual, o por medio del cual, puede el instinto alcanzar su satisfacción. Es lo más variable del instinto, no se halla enlazado a él originariamente, sino subordinado a él a consecuencia de su adecuación al logro de la satisfacción. No es necesariamente algo exterior al sujeto sino que puede ser una parte cualquiera de su propio cuerpo y es susceptible de ser sustituido indefinidamente por otro, durante la vida del instinto.

4.- La fuente. Por fuente (`Quelle’) del instinto se entiende aquel proceso somático que se desarrolla en un órgano o una parte del cuerpo y es representado en la vida anímica por el instinto. vale la pena decir ahora que Freud entiende como “fuentes” a las zonas erógenas, es decir los orificios y sus alrededores.

Freud además divide los instintos en dos polos, los activos que identifica con lo masculino y los pasivos que identifica con lo femenino, asi los instintos escópicos (mirar o ser visto) representarían los extremos de un continuo entre el voyeurismo (típicamente masculino) y el exhibicionismo (típicamente femenino). Mirar es la función de un fuente (ojo) que es un orificio erógeno. Pegar a alguien es una función motora y sádica si es activo y masoquista si es pasiva, por eso los sádicos suelen ser hombres y las masoquistas mujeres. Así vamos acercándonos más al concepto de pulsión: como puede observarse la pulsión no es el instinto completo sino un instinto parcial:

La pulsión seria pues el instinto después de haber pasado por los estadíos ontológicos del desarrollo del niño (boca, oreja, ojo, ano, uretra, pene o clítoris y vagina). Es obvio que el niño trae de serie una serie de instintos mamíferos como hozar, llorar, reflejos prensiles, etc, pero estas reacciones instintivas se pierden con el desarrollo, incluso hay psicoanalistas como los lacanianos que piensan que en el humano no hay ni rastro de instinto, todo es pulsión. Y todo es parcial.

Suelen decir: la pulsión es el instinto después de pasar por el filtro del lenguaje.

Y se preguntan: sí tenemos un instinto de conservación que nos viene de serie ¿cómo es posible que existan suicidas?

Freud resolvió este asunto añadiendo un corolario: existirían instintos eróticos y otros tanáticos. habría un instinto de vida que junta, protege, une y un instinto de muerte que destruye, separa y desagrega. La mala noticia es que estos aspectos opuestos van en el mismo paquete y sobre todo van juntos en la pulsión.

Al fin y al cabo de la definición que dio el propio Tinbergen podemos interpretar que el instinto puede cambiar de dirección (dirigirse), estimularse (un objeto que gatilla la reacción) o inhibirse, o sea que la conservación o la reproducción que son dos de las conductas observables en el campo del instinto pueden debilitarse en función de otros estímulos internos o externos.

Pero Lacan no fue solo un hermeneuta de Freud sino su critico más acérrimo, así dice Lacan en relación con la finalidad de la pulsión que ya vimos más arriba que según Freud el objetivo de la pulsión es precisamente la descarga placentera que Lacan agrega: el objetivo de la pulsión es la decepción, de ahí su insistencia. Y en relación con el objeto de la pulsión dice: el objeto no importa, pues la pulsión solo obedece a si misma, el objeto es simplemente el señuelo de la pulsión. En realidad la pulsion se limita a dar vueltas alrededor del objeto.

Hay razones clínicas que le darían la razón a Lacan y otras observaciones le darían la razón a Freud, ¿no es el amor precisamente algo exclusivo, algo peculiar que hace único al objeto? ¿No es cierto que hay algo en esa persona que la hace especial para mi?.

También hay razones para pensar que Lacan tiene razón en otras ocasiones. Un tirador comienza a disparar contra los clientes de un supermercado o contra los alumnos de un instituto sin conocer a nadie, sin ninguna razón personal para hacerlo. Un perpetrador acecha en la calle esperando a una víctima que no conoce y que elegirá al azar sin ninguna razón personal para atacar a esta y no a otra persona.

También es verdad que el objetivo (Ziel) de una pulsión puede ser buscar la decepción. Pues una decepción aquí puede acompañarse de un goce allá. Es algo contraintuitivo pero los que hacemos clínica mental sabemos bien que este tipo de conductas que buscan precisamente la decepción son muy frecuentes en la vida cotidiana.

Mi opinión en este asunto es equidistante: creo que la normalidad consiste precisamente en haber superado esas etapas que hemos de ir resolviendo en cada edad: un largo y tortuoso camino hacia el origen.

Y que el dominio de la pulsión se halla en la perversión.

Pero también he aprendido que de vez en cuando hay que asomarse a la pulsión, pues ahí está la fuente y el drang, algo así como la gasolina del deseo.

Pues el deseo habita entre orificios.

Bibliografia.-

S. Freud, (1915) El instinto y sus destinos

Un post relacionado con los destinos de la pulsión.

La voz

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Ayer en “Cuarto milenio”, Iker Jimenez estuvo entrevistando a un superviviente del atentado del 11-S en las torres gemelas, un broker llamado Ron Di Francesco que estaba justo en una de las plantas donde se estrelló el avión en la segunda torre y que dicen fue el ultimo en ponerse a salvo. El hombre que aun sufre un TEPT como consecuencia de aquella experiencia, así como el llamado “síndrome del superviviente”, nos dejó un testimonio muy interesante sobre esos fenómenos extremos conocidos como “vivencias cercanas a la muerte”. En este caso se trataba de una voz que le guió para acertar el camino que le llevaría a la salvación aun enmedio de las llamas y los cascotes.

En realidad este tipo de fenómenos son muy frecuentes, es como un resorte que se dispara en situaciones de peligro y en las proximidades de la muerte se han descrito ese tipo de fenómenos, también es muy frecuente que las interpretaciones que se hacen de estos fenómenos estén adornadas de misterio y se atribuyan a la intervención de entidades vigilantes o a la acción del mismo Dios. Se trata de las interpretaciones verticales o trascendentes, pero yo voy a ocuparme más bien de la versión inmanente. ¿De quién es esa voz?. Pues no cabe duda de que se trata del Gran Otro.

¿Quién es el Gran Otro?.- 

Hay dos clases de voces: unas se oyen en el exterior y otras en el interior de la cabeza. se trata de las conocidas como alucinaciones acústicas o verbales. El individuo sensorializa un pensamiento inconsciente, es como algo que encontrara un resquicio para proyectarse en el exterior. Las alucinaciones que se oyen dentro de la cabeza son pseudoalucinaciones y para entender mejor como se forma una alucinación os recomiendo visitar el post donde cuento como Freud explicaba su famoso “esquema en peine” y donde explica como una representación inconsciente puede hacer el camino inverso y proyectarse en el medio ambiente perceptivo y consciente.

Pues es muy relevante que según el relato de Ron Di Francesco la voz procediera de fuera y fuera muy clara y al mismo tiempo tranquilizadora. Baste recordar ahora que las voces que oyen los esquizofrénicos no tienen este mismo cariz: son órdenes, insultos, voces que nos ofenden, nos interpelan, nos obligan a llevar a cabo acciones que no queremos hacer pero que son al fin y al cabo inapelables. Significa que proceda de donde proceda esa voz, lo cierto es que su comportamiento varía, para unos es benéfica incluso maravillosa tal y como aprendimos en esta oración

Angel de la guarda dulce compañía

no me desampares ni de noche ni de día

no me dejes solo que me perdería

Y en otras ocasiones es maligna, como si alguna entidad diabólica nos hubiera poseído, eso les sucede a algunos esquizofrénicos.

Sin embargo oír voces no es en absoluto patológico (aunque sea un síntoma psicótico),solo consideramos patológicas a las voces que interfieren con el bienestar del paciente o a aquellas que por su contenido torturan a los pacientes, usualmente en forma de conversaciones, comentarios hostiles o de mandatos.

Jim Van Os ha publicado recientemente (2000) un articulo epidemiológico (aqui hay una entrevista sobre sus hallazgos) que demuestra que las alucinaciones auditivas son mucho más frecuentes en la población general de lo que habíamos supuesto. Para Van Os cerca del 25% de la población entrevistada aseguraba haber tenido a lo largo de su vida algún tipo de alucinación acústica o auditiva. Se trata de un hallazgo sorprendente para nosotros los psiquiatras puesto que damos por cierto que alucinación auditiva y esquizofrenia son equivalentes.

Lo cierto es que no es así, y no lo es porque la voz es aquello que da sentido a lo que oímos, del mismo modo la mirada es lo que da sentido a lo que vemos, la diferencia es que la Voz siempre es la voz del otro y la mirada es nuestra y señala “lo que miramos”.

La voz es el Amo de la audición y del mismo modo lo es la mirada, pues organiza, ordena y jerarquiza lo que vemos u oímos. No deja de ser curioso que la mirada tenga un punto de fuga y la visión una fóvea, pero cuando vemos algo no vemos esa fóvea que es en realidad un punto ciego, pues la mirada con su punto de fuga es capaz de liquidar esa fóvea y no ver el campo invadido por un agujero. Lo mismo sucede con la voz, que es en realidad una palabra, un significante vacío que duerme en el inconsciente desplegando una cadena de significantes y significados que nos permiten dar sentido a lo que oímos. No deja de ser curioso que los esquizofrénicos comiencen oyendo ruidos a los que no saben dar sentido, son muy frecuentes las primeras consultas con individuos que se quejan de ruidos a veces intolerables y mucho más porque no saben quien los emite y que intenciones tiene. Más adelante -si la esquizofrenia evoluciona- ya encontrará un sentido a esos ruidos que son en realidad proto-voces.

El Gran Otro es un concepto de Jacques Lacan que designa a ese otro tan importante como es la madre para un bebé desvalido y que va cambiando en la vida asumiendo otros rostros. En todos nosotros duermevela ese Gran Otro original que ya he dicho que es un significante vacío y que cada uno va a rellenar a su manera, para un creyente es Dios, para un comunista Lenin, también puede ser un objeto cualquiera, una imagen religiosa. ¿No son las vírgenes cristianas “Grandes Otros” que amparan a todos sus creyentes?

En suma el Gran Otro es un otro muy especial y poderoso. Un Otro no castrado.

Si creemos en el inconsciente ya sabemos que además de un sujeto cartesiano que piensa racionalmente y computa la realidad de una manera formal sino que también habita en nuestra naturaleza dual un sujeto del inconsciente, un sujeto de la tontería que se manifiesta en los sueños, los chistes, los actos fallidos y los síntomas. ¿No es una tontería oír voces que no existen?¿No son tonterías nuestros sueños?  Lacan llama tonterías a todas las formaciones del inconsciente que se manifiestan en nuestra conciencia en determinadas situaciones. Algunas personas son capaces de mantener conversaciones consigo mismos en su interior como si hablaran con otra persona mientras otras personas no pueden llevar a cabo este ejercicio (que no deja de ser un ejercicio cartesiano y pensante) pero son capaces que hacerse permeables a ese significante ( y digo significante porque ese Gran otro no es una persona, ni una representación como pensaba Freud sino una palabra). y ser capaces de escucharle, los niños hipersensibles sobre todo son muy capaces de llevarlo a cabo y no es necesario llevarlos al psicólogo.

Otras personas sin embargo son capaces de oírlo solamente en esas situaciones de graves estrés que permiten en cierta forma una disociación protectora. Entonces puede manifestarse ese efecto-ángel del que habla el libro que preside este post y no tiene nada de esotérico ni de manifestación divina. Si uno cree en el inconsciente claro.

De otra manera: el inconsciente es la asignatura menos conocida por los expertos en neurociencia.

Post relacionado.-

Aqui os dejo un post sobre el caso Sasoon el primer síndrome del superviviente conocido y reconocido.

El deseo es el deseo del otro

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No es un trabalenguas sino una idea que mucha gente atribuirá a Jacques Lacan pero que en realidad es de Georg Friedrich Hegel, aquel filósofo alemán que estudiamos en el Bachiller y del que no recordamos nada a pesar de haber sido uno de los pensadores que más han influido en la Modernidad, sobre todo a partir de la conceptualización que hizo de las leyes de la dialéctica. Y también es verdad que influyó mucho sobre el pensamiento de Jacques Lacan sobre todo en dos cuestiones: la conceptualización del deseo y la dialéctica amo-esclavo.

La leyenda que preside este post es una idea que posee dos acepciones y una tesis:

  1. Que nuestro deseo se organiza o constituye a partir del deseo de un otro.
  2. Que las cosas que deseamos son deseables si otro las desea.
  3. Que nuestro deseo nos constituye de forma especular a partir del deseo del otro.

Esta ultima tesis es la que nos interesa desde el punto de vista psicológico y a la que voy a referirme.

Lo que significa es:

Que el niño desea a la madre y la madre (en el mejor de los casos) desea, es decir ama a su hijo, pero esa relación diádica que en un principio no es tal puesto que el niño no se siente separado de la madre, va a ir constituyendo a su vez un borrador del Yo en el niño, un borrador especular, es decir que se forma a partir de una imagen o gestalt de la madre. Esta gestatlt no es solo forma, sino también cuidados, caricias, comida y sobre todo palabras. El niño pide cosas y como aun no ha adquirido el lenguaje no tiene más remedio que pasar por el otro (la madre) que atenderá sus demandas. Estas demandas proceden de la necesidad y serán atendidas o desatentidas en la medida del criterio de la madre. Pero más allá de eso lo más importante es que el Yo que desea cosas no emerge de forma autónoma (como suele creerse) a partir de la maduración neurológica del niño, sino que para que este emerja es necesaria una imagen externa a él para que se instale como un Yo autónomo parcialmente separado de la madre.

Por otra parte las demandas del niño pueden ser desatendidas operando así muy precozmente un embrionario Superyó, “esto no se toca”, “eso no se hace” donde la madre va a instalar un embrión de la Ley a través de las prohibiciones destinadas sobre todo  a proteger al niño del daño. Pero tambien porque el lenguaje tiene una gramática, es decir normas y en ese sentido el niño ha de esforzarse en nombrar a las cosas correctamente: aquí hay una serie de reglas semánticas, que forman parte de la Ley.

Dicho de otra manera, el niño constituye precozmente un Yo especular que es una anticipación del Yo unitario que se constituirá hacia los 2 años. Ese Yo especular es una imago y no solo representa la futura corporeidad del niño sino que también afecta a su paso por el lenguaje.

El lenguaje antecede al niño, cuando él llega el lenguaje ya estaba allí y no tiene más remedio si quiere que se atiendan sus demandas que adentrarse en el sentido de las palabras. Lo más curioso es que los niños entienden lo que se les dice (ordenes sencillas) mucho antes de que sea capaz de componer una frase. En este sentido el niño no aprende a hablar sino que es aprehendido por el lenguaje.

El poder según Hegel.-

Hegel cree que las relaciones humanas se encuentran (siempre presididas) por la confrontación, por la búsqueda de poder, por el dominio y por lo que él llamó dialéctica del amo y el esclavo. ¿Pero qué es dialéctica?

La dialéctica es una contradicción: dos personas tienen opiniones distintas pongamos el caso de la política, uno es de derechas, el otro de izquierdas, ¿qué sucede cuando dos personasí autoconscientes discuten de política? Bueno, este tipo de discusiones suelen acabar en tablas o también con la relación de amistad si la hubiera. Es una dialéctica cotidiana, todos nos enfrentamos a ella bien sea en la familia, con la pareja , con los amigos o en el trabajo. Cada uno tratará de convencer al otro de sus razones y en gran parte de los casos, uno de ellos ganará la discusión, uno quedará como amo y otro como esclavo sobre todo si el segundo tienen algo que no quiere perder del primero. Y todos quieren ganar esa guerra porque lo que está en juego (imaginariamente) es la imagen que cada cual tiene de sí mismo.

Para Hegel:

El acto mismo del conocimiento es la introducción de la contradicción. El principio del tercero excluido, algo o es A o no es A, es la proposición que quiere rechazar la contradicción y al hacerlo incurre precisamente en contradicción: A debe ser +A ó -A, con lo cual ya queda introducido el tercer término, A que no es ni + ni – y por lo mismo es +A y -A. Una cosa es ella misma y no es ella, porque en realidad toda cosa cambia y se transforma ella misma en otra cosa. Esto significa la superación de la lógica formal y el establecimiento de la lógica dialéctica.

Todas las cosas son contradictorias en sí mismas y ello es profundo y plenamente esencial. La identidad es la determinación de lo simple inmediato y estático, mientras que la contradicción es la raíz de todo movimiento y vitalidad, el principio de todo automovimiento y solamente aquello que encierra una contradicción se mueve.

El primer problema que aparece en las relaciones dialécticas es que no aparezca una nueva definición que de cuenta de ambas proposiciones, es decir la imposibilidad de llegar a una síntesis, Hará que o bien nuestros amigos se separen o bien que uno se erija como vencedor (Amo).

El problema es que el Amo, necesita esclavos para que le reconozcan como Amo, pues de qué le serviría ser Amo sin ese reconocimiento?. Pero tampoco sirve cualquier reconocimiento, el del esclavo no es adecuado porque el Amo le ha cosificado y por tanto su opinión carece de valor. Por otra parte el Amo no puede relacionarse con otros Amos sino con el riesgo de pasar a ser un esclavo. ¿Quién hará de esclavo cuando dos amos se confrontan? Por su parte el esclavo lo que quiere es llegar a ser Amo, por lo tanto saboteará todo lo que pueda al Amo, se le opondrá aunque siempre de una manera disimulada  eludiendo el cuerpo a cuerpo.

En esta pelicula de Joseph Losey podemos ver como el esclavo que es el único en la casa que trabaja con la materia es capaz de dominar al amo consumido por el aburrimiento y la ociosidad, el alcohol y sus vicios. Losey parece haber tomado la idea hegeliana en su sentido más radical.

Hegel piensa que el futuro es de los esclavos (idea que rescató Marx) puesto que los esclavos no pueden sino -al cambiar de posición- constituirse en Amos, mientras que los Amos solo pueden perder su condición yéndose hacia abajo en la escala social.

Pero Hegel no conocía los recovecos que la mente construye para llevar la dialéctica siempre un paso más allá de la definición que la precede. Por ejemplo en época de Hegel había aristócratas (Amos) y sirvientes (esclavos), pero un poco más adelante aparecieron otras clases sociales: los burgueses y los trabajadores. Obviamente la emergencia de una de estas clases puso patas arriba la antigua dialéctica apareciendo una nueva síntesis. Hoy ya hemos superado esta antigua dialéctica que presidió el siglo XX y han aparecido nuevas castas: los burócratas que trabajan para el estado o gobiernos y las clases medias empleados por cuenta ajena o negocios propios. Hoy la dialéctica se ha instalado en estas nuevas clases emergentes.

Pero es posible una critica a Hegel desde el psicoanálisis: sabemos que es posible que el esclavo no sepa que es un esclavo y cínicamente se comporte como Amo hasta que es confrontado en la realidad, También es posible que una persona sea esclava de si misma como sucede en los obsesivos. Por ultimo es posible que uno se encuentre a gusto en su posición de esclavo, renunciando a los rigores de la confrontación y eligiendo una vida más o menos cómoda.

Y existen además otras opciones para los esclavos de las que hablaré en mi próximo post, se trata de estrategias que todos usamos más allá de la confrontación agonística, me refiero a la coerción, la seducción, la queja y la reivindicación, donde espero que se entienda porque las relaciones amo-esclavo y a pesar de que nuestro deseo es el deseo del otro, existe siempre un montante de agresividad, celos o envidia que emanan precisamente de esta característica humana de ser -en realidad- un otro tal y como decía Baudelaire.

El empuje hacia la mujer

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“El empuje hacia la mujer” (la puissance a la femme) es una conceptualización que hizo Jacques Lacan y que opuso a la conceptualización de Freud sobre la “homosexualidad latente” que fue la explicación que Freud hizo del caso del profesor Schreber.

Siempre que tengo la oportunidad de hablar con un lacaniano le pido que me explique este concepto que intuitivamente tiene mucho peso en mi experiencia profesional pero nunca tuve ocasión de encontrar a alguien que me lo explicara bien. Y que no yo mismo sabría explicar.

Por eso le pregunté a Javier Arenas, cuyo libro -magnifico- “Manual de psicoanálisis para terapeutas” merecerá un post aparte, quizá el próximo. Me dijo:

El “empuje a la mujer” es un concepto que utiliza puntualmente Lacan en “De una cuestión preliminar…” (1958) refiriéndolo a una disposición del sujeto psicótico. Fink, en el capítulo sobre las Psicosis le dedica un epígrafe titulado “La feminización”. Prefiero este término por ser más freudiano, entendiéndolo como sinónimo de pasivización, en referencia a la disposición pasiva de lo femenino (y cita como referente al óvulo) frente a la actividad de lo masculino (y remite al espermatozoide). Más allá de lo delicado que supone en estos tiempos sostener tales postulados, es un concepto que Pommier desarrolla in extenso en su obra “Transferencia y estructuras clínicas” y que a mí me resulta operativo. La cuestión es que frente a la propuesta de Freud de que en la paranoia masculina lo que se juega es el amor homosexual por el padre, rechazado y proyectado afuera, y que ilustrará ejemplarmente con el delirio del Presidente Schreber que se resuelve en su conquista parafrénica de ser la mujer de Dios, Lacan se desmarca del enfoque pulsional y lo plantea en términos lógicos.

Va a ser el resultado del encuentro con el Padre Imaginario, ‘ese ser monstruoso’ dice Fink, y que yo prefiero llamar Padre Fálico, en oposición al Padre Simbólico, al que no se accede en la psicósis. Pommier le llamaba al padre del segundo tiempo. “Padre de la potencia”, y es el encuentro con esa potencia el que inevitablemente feminiza. Va a ser siempre una tesitura problemática que en la neurosis se jugará fantasmáticamente pero en la psicosis cobra otra dimensión, aunque no necesariamente conduzca a una salida transexual como Schreber.

Es el caso de aquel paciente paranoico que tras rebelarse contra su padre, a la sazón también su jefe, recurrirá a un encuentro sexual furtivo en la estación con un sustituto paterno al que le hará una felación. Cuando éste intenta besarle lo rechaza airadamente, “No te confundas, yo no soy maricón! A mí me van las mujeres”, dejando en evidencia que su acto no es del orden de un derivado pulsional cuanto un desagravio por su desafío a la autoridad paterna, haciendo de su felación un rendir pleitesía al Amo vicariamente restituido. Porque es cuando se pierde o se rebasa ese referente imaginario cuando deviene el descarrilamiento psicótico.

En realidad tampoco Schreber era homosexual, sino un hombre casado -sin hijos- que había tenido mucho éxito en su profesión y que se psicotizó muy tardíamente, hacia los 50 años. Freud resolvió este dilema proponiendo que se trataría de una homosexualidad latente, un concepto bastante manido entre psicoanalistas de segunda generación que siempre me ha parecido, un poco simplista y tautológico. ¿Por qué como saber si uno es homosexual salvo practicando la homosexualidad?

El desencadenamiento de Schreber es muy probable que se debiera a su éxito en su carrera judicial, hay que saber que el padre del juez era un médico rehabilitador muy importante en su época. Es verosímil pensar que Srchreber se sintió amenazado por ese padre terrible, ancestral o fálico en ese momento de su vida. ¿Pero por qué no anteriormente?

Por lo que se tampoco los lacanianos actuales estarían muy de acuerdo con la idea que identifica masculino con actividad y femenino con pasividad. Se puede ser muy pasivo y ser heterosexual ¿o no? Y al revés.

De manera que el caso Schreber amenaza con convertirse en un tótem del psicoanálisis a pesar de que ningún medico de los que escribieron sobre su caso le conocieron personalmente y hablan de oídas, incluyendo a Freud que construyó su hipótesis leyendo sus “Memorias de un enfermo de los nervios”.

Pero en el concepto “empuje hacia la mujer” hay más “tomate”, lo intuyo y por eso seguiré preguntando e investigando por mi cuenta. Pero me viene a la cabeza ahora un dato: los personas transexuales, transgénero y travestidos son más frecuentes entre los hombres que entre las mujeres.

¿Por qué ese empuje aparece sobre todo en el hombre?

¿Por qué es más fácil que un hombre se feminice que una mujer se masculinice?

¿Por qué es más fácil que un hombre se feminice que lo haga una mujer?

Más allá de eso ¿qué significa feminizarse sin emplear -por favor- la palabra “pasividad”?

Saber más sobre el caso Schreber

 

El declive del padre

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No cabe ninguna duda que que las entidades psiquiátricas han cambiado y no hace falta echar la vista muy atrás en el tiempo para reconocerlo. Yo mismo comencé mi carrera psiquiátrica en los 70 y puedo atestiguar que la psicopatología que entonces veíamos tanto en la calle como en el Hospital era bien diferente a la de hoy. Una psicopatología presidida por las llamadas psicosis extraordinarias o clásicas (esquizofrenia, psicosis maniaco-depresiva y paranoia) y las neurosis mayores: histeria y neurosis obsesiva (TOC).

Estas enfermedades no han desaparecido si bien han disminuido en su intensidad y su gravedad. Hoy es difícil encontrarse con una esquizofrenia hebefrénica o catatónica y prácticamente todas las formas son paranoides y además formas recortadas en su primera fase (trema) que suelen modificar su curso a partir del uso de los antipsicóticos. A aquellos que piensan que estos fármacos son peligrosos o inadecuados les invitaría a darse un paseo por la evolución de estas enfermedades. Hay que recordar que la mayor parte de las esquizofrenias acaban en demencia si la dejamos evolucionar por su cuenta.

No solo los antipsicóticos han propiciado una mayor beniginidad en la presentación de la psicosis sino la mejora del hábitat hospitalario de los enfermos (a lo que contribuyó en gran forma la presencia de los antipsicóticos). Un cambio que también influyó en la mentalidad de los psiquiatras que dejaron de ver al enfermo alienado como un productor de síntomas sin sentido y comenzaron a conversar, tratando con dignidad a los enfermos, prohibiendo los castigos físicos y privilegiando el alta precoz, evitando así el hospitalismo.

Pero un poco después, ya en los 80-90 comenzaron a aparecer enfermedades “nuevas” y si pongo la palabra nuevas entre comillas es porque algunas de ellas ya se conocían con anterioridad si bien eran extrañas y raras. Lo nuevo venia del hecho de que se hicieron muy prevalentes, es decir son hoy muy frecuentes entre la población general, me refiero a la agorafobia y el trastorno de pánico, los trastornos alimentarios, la fibromialgia, los trastornos de personalidad (con un mención especial para el TLP) o las adicciones a drogas.

Este nuevo grupo de enfermedades encajan mal con todas las nosologías, no son neurosis, ni psicosis, ni parafilias (perversiones). Algunos autores como el valenciano Marco Merenciano han propuesto considerar a algunas de ellas -como los trastornos de personalidad- como psicosis mitigadas (psicosis mitis) o ambulatorias. Clásicamente también se ha considerado la posibilidad de que se tratara de “locuras razonantes” (Serieux y Capgras) y otros autores hablan de “locuras ordinarias”.

Las psicosis ordinarias.-

La psicosis ordinaria es una propuesta de definición clínica de Jacques-Alain Miller, psicoanalista lacanianao que de alguna manera se opone a la consideración de una nueva estructura que de cabida a estas psicosis con “síntomas nuevos” que de alguna manera recuerdan la idea de una psicosis adaptada a nuestro tiempo, una especie de psicosis domesticada. Para Miller la idea de que el TLP por ejemplo no es más que una entidad a medio camino entre la neurosis y la psicosis es un error. Hay que recordar que los psicoanalistas lacanianos son estructuralistas , es decir piensan y balizan la realidad psiquica según tres estructuras: la neurótica, la psicótica y la perversa. Las nuevas entidades son de alguna manera subversivas para este tipo de pensamiento, poniendo patas arriba las clasificaciones, algo así como una rebelión de las entidades.

A la hora de intentar precisar a qué puede responder la categoría de psicosis ordinaria, tenemos que partir de las preguntas más básicas. Por ejemplo, ¿cómo encuadraríamos a un sujeto que ha desencadenado una psicosis antes del desencadenamiento? En una perspectiva discontinua, como la que representan las estructuras clínicas freudianas, no nos quedaría otra posibilidad que pensarlo como psicótico, con los matices que se quieran añadir (como podría ser el de que se trataba de una psicosis no desencadenada o de una psicosis latente).

Pero, ¿y aquellos que no se desencadenan nunca? Desde una perspectiva estructural (lacaniana) solo quedaría pensar que han tenido la fortuna de que ninguna contingencia vital los habría confrontado a la particularidad que reviste para ese sujeto la forclusión del nombre del padre.  Es decir de un acceso limitado al orden simbólico.

Es posible que la psicosis sea más frecuente de lo que pensamos. Considero que estamos hablando de una clínica que, al menos en su expresión formal, podemos reconocer todos, y cuyas manifestaciones no responden a la lógica de los síntomas neuróticos. En este punto, se impone una pregunta: ¿la psicosis es más frecuente en el momento actual de la civilización? Y si es así, ¿a qué podría deberse este incremento de casos que no podemos encuadrar en la neurosis, pero tampoco presentan los síntomas que definen clásicamente a los trastornos psicóticos, como son los delirios o las alucinaciones?

Edipo y Telémaco.-

Edipo es un héroe trágico que nos impulsa después de una serie de transformaciones inconscientes hacia un tabú: la prohibición del incesto y del parricidio, con todas las prolongaciones semánticas que cuelgan de estas dos prohibiciones clave: la sexualidad ha de estar regulada en eso que llamamos civilización y de esa caída de Edipo podemos concluir los malestares que se derivan de ella que no son otros sino la aparición de clínicas exóticas como las que hemos considerado como psicosis ordinarias.

“Marie-Hélène Brousse, en un artículo titulado “La psicosis ordinaria a la luz de la teoría lacaniana de discurso”, sostiene que el campo de las psicosis parece desarrollarse y modificarse en la actualidad. Lo relaciona con que el declive de la función paterna, del poder del Nombre-del-Padre, va acompañado de la pluralización de su función. Así, sí en las psicosis extraordinarias (de las que el caso Schreber sería un paradigma), el sujeto tiene que encarnar la excepción que falta (Schreber tiene que encarnar la mujer que le falta a Dios), “[…] En la psicosis ordinaria los pacientes no se dedican a encarnar ellos mismos la función de la excepción que falta en la organización simbólica. “Ordinaria” en la psicosis ordinaria significa pues no excepcional, común, banal”.
“Al lugar de la evaporación del padre vienen las normas sociales. Ante el declive de la Ley proliferan las normas, el sentido común (ordinario). Por eso, dice Marie-Hélène Brousse, “Cuando hablamos de psicosis ordinaria se trata de comportamiento supersocial, de sumisión absoluta, metonímica sin duda y no metafórica, a los usos comunes, a la banalidad tal como se define por la mediana de la curva. Las estadísticas no se contemplan ya dentro de marco de la probabilidad, sino con valor de certeza”. Marie-Hélène Brousse retoma la proposición de Lacan, “estar loco ya no es un privilegio” para relacionarla con la función de la excepción: “La psicosis ordinaria parece retorcerle el cuello a la psicosis, ser la adaptación de la psicosis a la época en que el Padre, la excepción, ha sido reemplazado por el número. ¿Es la psicosis del número y no del nombre?”
Dicho de otra manera si falta Padre, lo que viene a sustituirlo es una enorme cantidad de normas, fragmentarias y sin un sentido especial que el individuo internaliza mediante la sobresocialización. Eso que llamamos “lo politicamente correcto” es la expresión coloquial de la sobresocialización: un conjunto de normas dictadas por el Estado y la opinión publica que presiona para que seamos buenos siempre en la dirección de los intereses de alguien y no como resultado de una mejor organización social.
Telémaco por el contrario, representa otro tipo de paternidad (en este caso la de Ulises), el padre ausente. Telémaco en este sentido es un huérfano que añora la vuelta de su padre para que ponga orden en Itaca. Podríamos decir que los jóvenes y no tan jóvenes actuales son Telemacos. Edipo agoniza:
“Son sujetos impetuosos, que se sienten siempre víctimas inocentes y les cuesta entender la palabra responsabilidad, que carecen de recursos para disfrutar del goce de la lentitud y de la lujuria de la austeridad, que siempre eligen mal a los amigos y que no conciben proyectos ni  someten el deseo a una dosis dulce de voluntad. A estos males los han llamado “trastornos límites”, porque ni siquiera como diagnóstico se atreven a ocupar un lugar. Viven en las fronteras de todas las enfermedades y están llamados a ser los representantes genuinos del destierro del hombre actual”. (Antonio Colina)
La sobresocialización.-

La sobresocialización está relacionada tanto con la “indefensión aprendida” como con la sobrepoblación y el hacinamiento sociales, aspectos que me parecen relacionados y bien estudiados por el ya famoso experimento conocido como “universo 25” con ratones.

Pero la sobresocialización es algo más que un simple “exceso” cuantitativo de socialización y no puede darse espontáneamente salvo en pocos individuos. Se trata más bien de un tipo especial de socialización dirigido más a lo psicológico que a lo comportamental, razón por la cual es lícito pensar que estamos ante una estrategia cuidadosamente planificada e introducida en la sociedad. Este tipo de estrategias nos remiten más allá de la idea de ingeniería social, a la Escuela de Frankfurt, en la cual se dieron los primeros pasos hacia la reprogramación psicológica del individuo y el control del cambio actitudinal.

La sobresocialización puede definirse entonces como un proceso de re-condicionamiento psicológico que supone una re-educación o re-programación profunda (ya que alcanza el nivel subconsciente) y que implica cambios en la personalidad y la propia naturaleza psíquica del sujeto.

En sus grados más avanzados el individuo sobresocializado se convierte en su propio policía del pensamiento, siempre atento para censurar sus propios pensamientos y emociones. Un ser que ha internalizado hasta tal punto la auto-vigilancia, la culpabilidad y el masoquismo que ha hecho un hábito de la demolición de su propio psiquismo. No es descartable pues que, de forma análoga a la indefensión aprendida, la sobresocialización sea un síndrome inducido.

Es cierto que esto era posible antes y se encontraban estas características en ciertos individuos que padecían de una personalidad débil, normalmente debido a una historia personal problemática que no les permitía el desarrollo completo de su individualidad. Lo que llama atención es su actual generalización en la sociedad: el ciudadano de personalidad débil ya no es la excepción sino la regla.

Si la sobresocialización supone un proceso de despojamiento y deconstrucción del sujeto, o más exactamente de su psiquismo, lo que estamos aquí exponiendo es la aplicación a escala social de técnicas de desestructuración del yo y la personalidad propias de las sectas. No creemos exagerar por tanto cuando decimos que se está implementando a una escala masiva y sin precedentes un proceso paulatino de descalificación y pérdida de poder de los sujetos así como de quebrantamiento de su personalidad, y que este proceso guarda evidentes paralelismos con el conocido síndrome de indefensión aprendida.

Y también con las psicosis.

En otro post trataré de dar algunas pistas sobre cómo reconocer estas psicosis ordinarias.

Bibliografía.-

Brousse, M.-H. “La psicosis ordinaria a la luz de la teoría lacaniana de discurso”, en Freudiana nº 76, 2016, pp. 99-112.

Cómo reconocer una psicosis ordinaria

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Los que leyeron el post anterior ya saben a estas horas a qué nos referimos cuando hablamos de “psicosis” ordinaria” o a “locuras normalizadas” en palabras de Jose Maria Alvarez, ya hablé de ello en este post.

Me propongo ahora dar algunas pinceladas sintomáticas que nos puedan servir de guía para reconocerlas en la consulta o en la vida cotidiana.

Para ello me apoyaré en dos descripciones, la primera la de Jacques Alain Miller su descriptor y su mayor defensor que en ““Efecto retorno sobre la psicosis ordinaria”. nos ayuda a repensar este fenómeno; la segunda la de Gustavo Dessal.  descontando que en cualquier caso se trata de signos sutiles y nada extraordinarios como en las psicosis clásicas donde los delirios, las alucinaciones o la xenopatía (fenómenos elementales) son signos mayores. Otros autores como Massimo Recalcati han sido más explícitos a la hora de emplear etiquetas diagnósticas consensuadas y extender esta idea más allá de lo lacaniano. Recalcati ha hablado de una clínica del vacío, un síntoma de amplias resonancias border-lines.

Para Miller existen tres externalidades sintomáticas:

“La primera sería una externalidad social, la pregunta es por la función de la identificación social que nos da un lugar, un sostén (una identificación profesional, por ejemplo). Miller precisa que “el más claro indicio se encuentra en la relación negativa que el sujeto tiene con su identificación social. Cuando hay que admitir que el sujeto es incapaz de conquistar su lugar al sol, asumir su función social. Cuando se observa un desamparo misterioso, una impotencia en la relación con esta función. Cuando el sujeto no se ajusta, no en el sentido de la rebelión histérica o de la manera autónoma del obsesivo, sino cuando existe una especie de foso que constituye de forma misteriosa una barrera invisible. Cuando se observa lo que yo llamo una desconexión, una desunión”iv. Este foso, esta barrera invisible, la constatamos con frecuencia en la clínica.

La dificultad con la identificación social puede ser un signo de psicosis ordinaria, pero también una identificación demasiado intensa a la posición social, a la profesión por ejemplo. En estos casos, la pérdida puede desencadenar la psicosis porque ese lugar social hacía las veces del Nombre-del-Padre que no hay.

La segunda externalidad que establece Miller es la externalidad corporal. Lacan afirma que “no somos un cuerpo, sino que tenemos un cuerpo”. Esto sitúa al cuerpo como Otro para el sujeto. Es algo que percibimos de modo claro en la histeria, donde “el cuerpo hace lo que quiere”. También, en el cuerpo masculino, una parte no siempre obedece. Pero, a diferencia de lo que ocurre en las neurosis, Miller señala que “En la psicosis ordinaria hay que tener algo más, un desajuste. El desorden más íntimo es una brecha en la que el cuerpo se deshace y donde le sujeto es inducido a inventarse vínculos artificiales para apropiarse de nuevo de su cuerpo, para “estrechar” su cuerpo contra el mismo. Para decirlo en términos de mecánica, necesita una abrazadera para aguantar con su cuerpo”v. En la histeria los fenómenos corporales están limitados por la castración y los límites que la neurosis impone, “[…] mientras que se siente el infinito en la falla presente en la relación del psicótico ordinario con su cuerpo”vi.

La tercera externalidad que sitúa Miller es la subjetiva. Cuando se trata de la dimensión del Otro subjetivo: “La mayoría de las veces esto lo encontramos en la experiencia del vacío, de la vacuidad, de lo vago, en el psicótico ordinario. Podemos encontrarlo en diferentes casos de neurosis, pero en la psicosis ordinaria se busca un indicio del vacío o de lo vago de una naturaleza no dialéctica. Existe una fijeza especial de este indicio. […] También debemos buscar la fijación de la identificación con el objeto a como desecho. La identificación no es simbólica, sino muy real, porque no utiliza la metáfora. […] Digo que es una identificación real ya que el sujeto va en la misma dirección a realizar el desecho en su persona”vii. Otra dimensión de la externalidad subjetiva es que, en las psicosis ordinarias, “las identificaciones se construyen con un batiburrillo”viii, no son identificaciones que tienen un centro sólido y claro.

Estas tres externalidades (aunque Miller apunta que cabría precisar una cuarta: la externalidad sexual), nos permiten un marco donde encuadrar las particularidades de la psicosis ordinaria. Los detalles clínicos remiten a un desorden central. A diferencia de los casos llamados borderline, no se plantea que se trate de sujetos que no son ni psicóticos ni neuróticos aunque sin embargo la clínica nos los recuerde. La psicosis ordinaria es una clínica de los pequeños indicios de la forclusión, es una clínica de la psicosis por lo tanto. Tampoco es reductible a la categoría de psicosis no desencadenada, que se sitúa en el horizonte temporal de un posible desencadenamiento, ya que “[…] algunas psicosis no llevan a un desencadenamiento: son psicosis, con un desorden en la juntura más íntima, que evolucionan sin hacer ruido, sin explosionar, pero con un agujero, una desviación o una desconexión que se perpetúa”.

Gustavo  Dessal en una entrevista sobre “Continuidad y discontinuidad en las psicosis ordinarias”. asegura que:

“Existen diferentes fenómenos clínicos que deben ser tomados en cuenta para pensar un posible diagnóstico de psicosis ordinaria”.

Enumera los siguientes:

1.- Se trata de sujetos que suelen carecer de discurso en lo que se refiere a su historia. Se apoyan en un limitado ramillete de frases más o menos coaguladas en su significación para referirse a su pasado y a las circunstancias relevantes, pero en las que se destaca muchas veces con gran nitidez la ausencia de implicación subjetiva. […] es frecuente que se trate de personas cuya vida sexual es o bien inexistente, o que muestran signos a veces sutiles y otros más marcados de una relación lábil con la identidad sexual. Las dificultades en el lazo social suelen ser también manifiestas, aunque también nos encontramos con muchas excepciones en este plano, especialmente en aquellos sujetos que son exitosos en alguna actividad profesional, artística o comercial. Pero incluso en estos casos percibimos que con frecuencia el vínculo social está atravesado en distintos grados por signos de agresividad, desconfianza paranoide, o pasajes al acto generalmente discretos, pero que muestran puntos de forclusión inequívocos.

2.- Otro aspecto interesante, es el hecho de que muchos sujetos a los que consideramos psicóticos ordinarios suelen manifestar de forma espontánea una extraordinaria tendencia a recrear en su discurso una novela “edípica” poco filtrada por la censura” Y añade: “Las psicosis ordinarias, como cualquier otra entidad clínica, presentan muy distintas fenomenologías. Desde el exceso de normalidad, hasta la apariencia de una neurosis caracteropática grave. En cualquier caso, nunca falta el núcleo delirante, evidentemente encapsulado, apenas un atisbo de ideación que el paciente confiesa de forma subrepticia, o que mantiene a resguardo mediante circunloquios o elipsis del discurso. También podemos añadir que en ocasiones se aprecia una fijeza muy particular en la significación, son aquellos casos en los que el paciente es capaz de mantener un discurso fabricado a partir de sintagmas que ha ido seleccionando aquí y allá, que suplen su imposibilidad de metaforizar lo real, pero que le sirven como una forma de nominación. Lo advertimos en el uso constante de tópicos, refranes, frases hechas, giros retóricos, citas, incluso chistes, que conforman una suerte de “ideología” verbal que el paciente repite para encuadrar el vacío de la enunciación”xiv.

Encontramos, en la descripción de Gustavo Dessal, indicaciones claras para orientarnos en la fenomenología de las psicosis ordinarias. Me parece especialmente interesante la apreciación de cómo la referencia literal al complejo de Edipo suele ser un signo de su inexistencia ya que, en el neurótico, el Edipo se deduce, se lee entre líneas, pero no se enuncia como tal.

Igualmente, la dificultad incomprensible para realizar tareas o actividades, supuestamente al alcance de la capacidad del sujeto, y que con frecuencia desempeñaba con normalidad en el pasado, puede ser el signo de una ruptura psicótica no evidente. Sirva como ejemplo la imposibilidad absoluta, y no dialectizable, de acudir a clase de algunos adolescentes y jóvenes con un desempeño escolar previo normal.

3.- La relación al lenguaje también está alterada. A menudo hablan a partir de refranes, o lugares comunes, que recubren el vacío de una enunciación propia. También podemos observar, como ha señalado Eric Laurent, un “uso casi neológico de palabras comunes”xv.

Y termina:

“Es posible que la psicosis sea más frecuente de lo que pensamos. Considero que estamos hablando de una clínica que, al menos en su expresión formal, podemos reconocer todos, y cuyas manifestaciones no responden a la lógica de los síntomas neuróticos. En este punto, se impone una pregunta: ¿la psicosis es más frecuente en el momento actual de la civilización? Y si es así, ¿a qué podría deberse este incremento de casos que no podemos encuadrar en la neurosis, pero tampoco presentan los síntomas que definen clásicamente a los trastornos psicóticos, como son los delirios o las alucinaciones?”

En otras palabras el misterio que encierra la llamada Psicosis ordinaria no es tal, sus descriptores están hablando de lo que nosotros los psiquiatras entendemos como trastornos fronterizos o border-lines. La novedad que incluyen estos autores de base lacaniana es que estos trastornos -llamados de personalidad- son en realidad psicosis y no trastornos intermedios, ni neurosis ni psicosis. Psicosis adaptadas a nuestro tiempo, añado yo y fuertemente relacionadas con el espíritu de nuestro tiempo. No hay forclusión completa del padre sino solo indicios fragmentarios de tal forclusión provocados tal y como conté en el post anterior por el declive, el ocaso de la autoridad paterna:

Hemos pasado de un Saturno devorador de niños a un Homer Simpson bastante ineficiente.

Este post ha sido construido con los materiales de este articulo

 

 

El fetichismo

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La rama dorada es una obra de campo del antropólogo George Frazer que fue la primera lectura que tuve que acometer mientras me formaba en psicoanálisis y terapia psicoanalítica. Se trata de una obra en dos tomos aunque existe una versión simplificada; en ella Frazer aborda sobre todo la cuestión del pensamiento mágico, no en vano el libro lleva un subtitulo “magia y religión”. Una obra que Freud leyó en su día y que dio lugar a “Totem y tabú”, donde Freud nos explica como se constituyó en nuestro psíquismo, la prohibición del incesto y del parricidio.

Pero sin embargo el hallazgo fundamental de Frazer es haber descrito por primera vez los mecanismos que apuntalan este pensamiento mágico (el proceso primario según Freud):

Uno de los primeros postulados que esta obra pone en claro es la división de las prácticas mágicas, según el principio que trata de seguir la llamada mente primitiva; así, la magia, podrá ser homeopática si trata de que «lo semejante produzca lo semejante» . Como siguen diciendo hoy los homeópatas, “Iguales curan iguales”); o contaminante (o de contagio), si sigue el principio de que las cosas que alguna vez estuvieron juntas al separarse tienen tal relación mágica que lo que se le haga a una lo sufrirá la otra. Ambas esferas de la magia estarán comprendidas bajo el nombre general de magia simpatética (en el original inglés simpathetic, que textualmente se traduciría ‘simpática’), ya que en las dos el psíquismo humano primitivo (que aún persiste en el Homo sapiens de las sociedades más avanzadas) supone que las cosas interactúan a distancia mediante una relación secreta, una simpatía mutua.

Dicho de otra forma: los contenidos inconscientes se desplazan de dos modos: la condensación y el desplazamiento. Esto ya es la idea de Freud que como vemos tomó de Frazer.

Más tarde un lingüista llamado Saussure modificó estos conceptos renombrándolos como metáfora y metonimia.

Metáfora y metonimia.-

La metáfora y la metonimia son operadores retóricos, es decir del discurso y son muy utilizados con fines estéticos en la poesía pero también en el lenguaje común y por supuesto en el proceso primario inconsciente donde los significantes se desplazan o sustituyen con fines defensivos tal y como vemos en los sueños.

Por metáfora se entiende el desplazamiento de significado entre dos términos con una finalidad estética, valga este ejemplo que bien podría ser un verso malo por corriente

“Me asomé a tus ojos y contemplé el mar”.

Donde los significantes “Ojos” y “mar” sustituyen al color azul. En la metáfora hay pues algo que se gana y algo que se pierde. se gana un nuevo plano de definición “azul por mar”, pero se pierde de vista la funcionalidad del ojo que aquí no interesa para nada.

En la metonimia sin embargo es una transnominación, es decir un cambio semántico, por ejemplo:

“Come muy bien, siempre repite un segundo plato”

Obsérvese como lo que se come no es el plato sino su contenido. En este caso “plato” ha sustituido a la comida. Pero entre la comida y el plato hay una contigüidad, una relación que cuesta mucho de despegar, aquí en este caso no hay una creación de un nivel nuevo de definición, no se pierde ni se gana nada sino que hay como una adherencia transnominal.

El desplazamiento opera como metonimia, es decir como sustitución en el sintagma y por contigüidad, mientras que la condensación opera como metáfora o sea sustitución n el paradigma y significación por semejanza.

La parte por el todo.-

Ya estamos pues en condiciones de entender que tomar la parte por el todo es una metonimia, que es precisamente la base del fetichismo.

El fetichismo es una parafilia, es decir una perversión sexual (inocente después de todo) que señala en la dirección de una parcelación del objeto sexual, aunque no todos los fetichismos son sexuales pues en realidad el fetiche es un objeto, pero también una creencia o práctica religiosa que poseen supuestos poderes mágicos o sobrenaturales y que pueden proteger a su portador de males y enfermedades. En este sentido los amuletos y talismanes también son fetiches.

Y no hay mejor ejemplo de contigúidad sino la ropa. La ropa y algunas de las prendas femeninas que abundan en el gusto de los fetichistas, son las medias, los zapatos de tacón. la ropa interior, los piercings, etc. Como partes veneradas por los fetichistas, las piernas, las mamas y los pies. Y tan venerada es la ropa que algunos hombres se visten de mujeres, bien en publico o bien en la intimidad, hablamos entonces de travestismo fetichista que es mucho más frecuente de lo que la gente cree y es además -contrariamente a la idea generalizada- más frecuente entre heterosexuales. Dicho de otra forma existen ciertos hombres que extraen una excitación sexual suplementaria de vestirse como mujeres. Una paraflia que Blanchard ha descrito como autoginefilia y que no hay que confundir con la transexualidad)

Más que seguir con la descripción de qué es el fetichismo, una vez que conocemos ya su substancia retórica lo que nos interesa saber es porqué existe tal cosa. ¿Por qué a los hombres nos gustan tanto esas prendas, por qué nos excitan? Pues claro que los hombres somos casi todos fetichistas tal y como comenté en otros post. En realidad las parafilias son más frecuentes entre los hombres de manera genérica. Y en este sentido todos somos perversos tal y como comenta aqui Jesse Bering.

Aunque en realidad no lo somos todo el tiempo, tenemos algunos rasgos (restos) perversos), pero no somos perversos, aqui hay un post sobre los criterios de diagnostico de una perversión. Del mismo modo las mujeres no son todas exhibicionistas todo el tiempo sino que lo son solo de vez en cuando, cuando el contexto lo permite, al menos en las más educadas de entre ellas.

Recuerdo ahora el caso de un paciente travestista que tuve ocasión de tratar, es muy raro que los perversos vayan al psiquiatra y cuando lo hacen o bien es por otra patología comórbida o bien por razones legales. En realidad era un enfermo bipolar que cuando entraba en fase maníaca se dedicaba a robar prendas intimas de mujeres en las azoteas de los alrededores a su casa, también robaba y acaparaba barras de labios que utilizaba para disfrazarse de mujer.

-¿Y por qué te disfrazas de mujer?

-Me gusta. No lo se.

– ¿Quieres ser una mujer?

-No, no yo lo que quiero ser es una puta.

-¿Por qué una puta?

-Para follar todo lo que quiera.

-Pero a ti no te gustan los hombres, según me dijiste ayer.

-No, a mi me gustan las mujeres.

-¿Y entonces por qué disfrazarse de puta?

-Para follarme cuando quiera.

Como el lector ya habrá comprendido el paciente sufre de autoginefilia, lo que le da la razón a Blanchard cuando sugiere que el travestismo fetichista es típico de hombres heterosexuales que buscan sexo consigo mismos (o con la Otra) y no es lo mismo que el transexualismo o transgenerismo que recluta entre sus practicantes  a  homosexuales.

El travestismo es pues una metonimia, donde se utiliza la formula “la parte por el todo”, “si me visto como una mujer, soy una mujer”.

Pensamiento mágico en acción.

Una mujer a trozos

La libido (I)

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Hace pocos días fui invitado a dar una conferencia en la universidad, más concretamente en el CEU San Pablo. La conferencia -que contaba como una clase magistral- se titulaba “Las psicoterapias” y estaba dirigida a alumnos de 4º curso de Medicina.  Antes de empezar el responsable de la asignatura de Psiquiatría me pidió que orientara mi lección (que ya había impartido otros años) hacia el psicoanalisis y sobre Freud.

Me llamó la atención esta petición pues estoy acostumbrado a hablar más bien poco de la genealogía de la psicoterapia cuando hago un repaso de las múltiples formas de psicoterapia que existen en el mundo: más de 250 escuelas según el recuento que en su día hiciera Jay Haley y que estoy seguro de que no han hecho sino aumentar.

De manera que le pregunté a mi interlocutor cual era la razón de ese cambio en la orientación de mi clase y esta fue su respuesta: “últimamente salen muchas preguntas en el MIR sobre Freud”. Mi sorpresa fue mayúscula pues no tenía noticia de ese cambio pero me produjo cierta alegría y que venia a reforzar mi impresión de que el psicoanálisis estaba remontando en una cierta escala de aceptación. Aceptación académica. claro está, pues el psicoanálisis es de esas cosas donde puede apreciarse el divorcio entre la universidad y la vida real. Algo parecido pasa con las medicinas complementarias siempre minusvaloradas y despreciadas por el sistema pero de una gran éxito entre el publico en general, sobre todo desde la introducción de la quimioterapia o la radioterapia con sus efectos secundarios canónicos. Sencillamente la gente recurre a este tipo de terapias para contrarestar los efectos secundarios de los tratamientos oncológicos, al menos desde la perspectiva de que no son terapias agresivas.

De manera que preparé mis diapositivas de otra forma y dividí a las terapias en dos bloques: las directivas (la DBT por ejemplo) y las no directivas entre las que se encuentra el psicoanálisis siguiéndole el rastro a la vieja histeria, desde la antigúedad hasta nuestros días, y persiguiendo los distintos tratamientos y concepciones de la misma: desde lo mítico (el útero viajero), lo hipocrático (los humores), lo mesmérico (la sugestión), lo hipnótico, lo pitiático (la convicción de que las histéricas eran fingidoras. como supuso Babinsky) y lo traumático sexual (Janet) hasta llegar a Freud.

El mérito de Freud fue caer en la cuenta de que la histeria era una enfermedad sexual tal y como habían considerado sus predecesores si bien entre estas causas sexuales predominaba la idea de la insatisfacción o bien la deprivación sexual, hasta llegar a Janet y su teoría de la seducción, pero no compartía la idea janetiana de que estas pacientes habían sufrido un traumatismo (abuso) sexual en todos los casos. Freud repensó esta idea al abandonar la hipnosis y comenzar a elaborar su teoría de la libido.

Sexual si, pero no a causa de la deprivación ni del abuso.

Los hallazgos principales de Freud son por este orden: el inconsciente, el complejo de Edipo y la libido.

Hoy utilizamos la palabra “libido” en una única acepción: libido es el deseo sexual, sin embargo en la concepción original “libido”, es una energía que en tiempos de Freud no se podía entender de otro modo sino como algo hidráulico, mediante la metáfora de la circulación y los fenómenos hidrológicos. Hoy consideramos que libido es vínculo, un vinculo interpersonal: madre e hijo están unidos por un lazo invisible, un vínculo libidinal que es sexual pero no genital. Esta idea de Freud de que no todo lo libidinal -siendo sexual- es genital; es decir no puede compararse a lo que los adultos llamamos “atracción sexual” que siempre implica a la genitalidad, es difícil de aceptar en según que entornos. Así es frecuente y yo he oído hablar a personas con mucha formación intelectual entender que el complejo de Edipo significa algo así como que “quise acostarme con mi madre y matar a mi padre”. Hasta Gustavo Bueno solía bromear con esta idea que efectivamente no solo es simplista sino estúpida. Y lo es porque un niño de tres o cuatro años no puede entender la mecánica del coito ni sabe nada de relaciones sexuales ni como materializar un homicidio paterno. Paradójicamente con esta idea, un niño de esa edad puede excitarse sexualmente, lo que significa que lo sexual es anterior al procedimiento sexual.

La libido en este sentido es algo que va modificándose con la maduración neurológica y psíquica y provoca vínculos bien distintos según en la edad en que se manifieste: la idea es que la libido cambia, cambia de objeto y sobre todo cambia de zona erógena, desde un vinculo cerrado con la madre (narcisismo primario), que fluctúa desde la boca, el oído, el olfato y la piel, hasta los vínculos que los adultos generamos con nuestras parejas, amigos, hermanos o cualquier persona significativa. En cualquier caso podemos hablar de que libido es una forma de amor, un amor cambiante según las necesidades y con distintas modalidades. El vinculo con nuestras parejas es un vinculo sexual programado por la especie y que tiene como objeto la reproducción. este podríamos decir que es el ultimo peldaño de la evolución de la libido.

Pero es un error contemplar la libido como un vinculo de lo que nosotros los adultos llamamos amor, sería más apropiado llamarle “apego” y en realidad este vinculo esta formado por varios elementos: la necesidad, la demanda y la satisfacción o insatisfacción de esa demanda. El niño pequeño tiene necesidades que no puede verbalizar a través de las palabras, recurre pues al llanto, a las rabietas y poco a poco al rechazo cuando algo no le gusta o no coincide con su demanda. Sus necesidades pueden ser atendidas o desatendidas, confundidas con otras (si la madre no siente la suficiente empatía) y sobre todo tiene necesidad de seguridad, una seguridad que le proporciona la madre, su abrazo. Pero la madre no está permanentemente con el niño, de manera que pronto o tarde el niño podría hacerse la siguiente pregunta o reflexión si pensara como un adulto: “a veces parece que me quieren y a veces parece que no me quieren”. frente a esta dicotomía no tiene más remedio que posicionarse y contemplar otras alternativas, otros cuidadores a los que dirigir su necesidad, es decir ampliando el panorama de objetos cuidadores que en cualquier caso no son sino madres sustitutivas.

De manera que la libido en su origen no tiene nada que ver con el amor adulto sino con la necesidad de la condición deficitaria con la que venimos al mundo. Una necesidad que también tiene la madre de forma especular. La madre sufre de ansiedad de separación cuando está lejos de su bebé del mismo modo que el niño. El amor es la personalización que hacemos los adultos de la necesidad, de ese resto de necesidad que quedó insatisfecha cuando fuimos bebés. Eros es concreto, Ananké es abstracta.

Es por eso que la libido no solamente se compone de sentimientos amorosos sino también de otro tipo de sentimientos más cercanos a la decepción, la rabia, la impotencia o el desengaño. La libido es el paquete que oculta en su interior una marejada de emociones en las que navega el niño pequeño hasta que es capaz de formular sus demandas a través de las palabras y hacerlas así más inteligibles. Es interesante observar que lo sensible se convierte en inteligible cuando el lenguaje aparece en el horizontes de posibilidades del niño para pedir.

Es por eso que es absurda la idea de que el niño quiere acostarse (copular) con la madre, tan absurda como decir que el niño ama a su madre. Es menos absurdo que la madre -que es una adulta- diga que quiere (ama) a su hijo, pues utilizará con seguridad el amor para describir sus sensaciones que en cualquier caso proceden de la necesidad o en cualquier caso del deseo. El deseo es el resto que queda cuando la necesidad no ha sido atendida del todo. La madre puede amar a su pareja pero necesita-desea a su hijo en la misma medida que el niño la necesita a ella.

Para construir ese vinculo perfecto que hemos llamado uroboros. y que remite al amor fusional de los místicos.

Un vinculo urobórico, un circulo que remite a la diada madre-hijo, una unidad perfecta y narcisista, un nudo difícil de desatar pero que está evolutivamente destinado a cortarse pues sólo fragmentando esa unión podrá el hijo diferenciarse y lograr ser un individuo por sí mismo.

En el próximo post hablaré de las vicisitudes que sigue la libido cuando esa cascara se rompe y el circulo se abre.

La libido (II)

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La nube urobórica de su majestad el niño

Aquellos de ustedes que leyeran el post anterior ya tendrán a estas horas una idea bastante mas exacta que la que traían de serie sobre la libido, recapitulando, la libido es sexual, es móvil, tiñe las relaciones interpersonales y está ligada al cuerpo a través de vórtices llamados zonas erógenas.

Si la libido en origen es cuerpo (además de vinculo) es obvio que irá cambiando de lugar y modificándose siguiendo el neurodesarrollo del niño, la libido es pues proceso. Hablamos en el post anterior del primer estadío: el circulo urobórico que Javier Arenas ha descrito como el huevo.

Pero el destino de un huevo es siempre romper la cáscara, bien sea desde dentro (por los picotazos de propio polluelo) o bien desde fuera. El huevo se rompe y el niño comienza a abandonar ese estadío primigenio paulatinamente, primero gateando, después poniéndose en pie y deambulando, agrandando su influencia sobre su entorno, ensayando su poder.

Es importante comprender que aunque hablemos de estadíos no se trata de peldaños  que con descansillo o sin él, se deduzca que haber alcanzado un peldaño signifique perder las coordenadas del anterior, un niño aprende a caminar y ahí se abre un hito, pero caminará y explorará su ambiente para volver al huevo cuando las cosas se pongan difíciles. Freud habló de puntos de fijación de la libido: significa que nuestro paso por el huevo ha dejado marcas para siempre, la más importante de las cuales es la confianza básica, pero pueden haber otras marcas no tan benéficas.

Freud suponía que después de lo que el llamó fase oral y que aquí hemos llamado Yo urobórico venia una fase que el denominó fase anal. Freud pensaba que la boca era la zona erógena predominante en esa fase primitiva y que la comida era la forma de intercambio hegemónica en esa fase. Hoy tendemos a pensar que no es así, o no es así del todo. Pensamos hoy que el contacto fiisico es mucho más importante que la comida tal y como demostró Harlow con sus monos, también las palabras y sincronicidades. Pero antes de lo que Freud describió como fase anal suceden otras cosas.

Y lo que sucede alrededor de los 15-16 meses es que el niño comienza a moverse, a andar, o a correr. El niño -diríamos- pasa a la acción. Una acción de exploración de su ambiente, de movimientos estereotipados (abrir y cerrar puertas, abrir cajones, etc), el niño encuentra placer en el movimiento y la repetición y va descubriendo poco a poco las posibilidades de su cuerpo mientras va mejorando su psicomotricidad. Comienza también a balbucear palabras y a ensayar vocalizaciones guturales. Lo interesante del lenguaje (que aun tardará en adquirir) es que dado que el lenguaje precede al niño (siempre estuvo ahí) el niño comienza a entender ordenes sencillas y saber su nombre mucho antes de aprender a verbalizar. Dicho de otro modo y esta es una idea bien lacaniana: el niño no aprende a hablar sino que es aprehendido por el lenguaje.

El niño comprende lo que se le dice antes de saber decirlo.

Aparece paulatinamente el Yo tifónico que se refiere a la caída o ruptura del huevo. El niño ya sabe que la madre y él están separados, que son dos.

Tifón es un personaje mitológico, padre de todos los monstruos junto a su esposa Equidna y que se representa como un hombre de cintura para arriba que conserva aun la mitad del cuerpo de una serpiente.

La nube tifónica

El niño inaugura en esta fase  un cuerpo separado de la madre y lo hace de una forma especular, es decir utilizando a la madre como reflejo propio. Y con la experiencia del cuerpo propio el Yo cambia desde un estado de indiferenciación hasta la construcción de un YO corporal lo que lleva aparejado un no- Yo. El niño sabe que cuando se muerde una mano es Yo y cuando muerde una manta es no-Yo.

Pero ese otro que aparece no es un otro cualquiera, es un Gran Otro, una Madre primitiva y devoradora que es algo que sucede simultáneamente con los aspectos de cuidado y estimulación sensorial (pregenitales). El niño se halla a merced de ese gran Otro y aparece el miedo (el miedo siempre es miedo del otro) y con él las proto-emociones, la ira, el dolor, el llanto, la voluptuosidad, los eventos sensoriales de la fase urobórica (hambre, sueño, disgusto o malestar) se transforman en emociones más elaboradas alejadas del magma sensorial en que el niño navegó durante esa primer fase de separación del pleroma (I) material y ascienden hasta el sistema límbico transformándose en emociones mucho más sutiles y mentales.

El periodo tifónico abarca ciertos estados orales y las fases anales de la maduración de la teoría psiconaliíica y es bueno entender que la libido recorre el cuerpo del niño anudándose a esos ojales que llamamos orificios donde se encuentran precisamente los vórtices de sensorialidad pura que procede de una diferenciación de aquel cuerpo material y pleromático que constituía la fase urobórica. Lo que se erotiza son esos puntos de anudamiento que llamamos orificios, por este orden:

  • Boca y oido. (Comer y oir)
  • Ojos. (Ganancia de la tercera dimensión al pasar de un mundo plano a un mundo de pie y tridimensional)
  • Músculos, (movimiento y poder,

Una de las ideas fuerza del psicoanálisis es que es el padre el que separa al niño de la madre. Yo no estoy de acuerdo con esta idea, más bien creo que el padre es una figura complementaria de la madre, una madre sustituta por así decir, puesto que el niño aun no conoce la diferencia sexual y por tanto no asigna sexo a sus progenitores. Por otra parte es también evidente que la madre durante estos primeros dos años ejerce no solo una función nutricia sino también reguladora de los afectos y punitiva. De hecho las madres tienen que vigilar que el niño no se haga daño tocando o manipulando cosas peligrosas, de modo que los embriones del Superyó van configurándose durante esta etapa: el niño va asumiendo esas prohibiciones a la vez que va perdiendo interés en las actividades estereotipadas de antaño. Dicho de otra forma: Superyó no es solo padre, sino que contiene un núcleo materno que lo inaugura.

Poco a poco el niño irá perfeccionando el lenguaje (El supremo Amo o Ley) puesto que cualquier demanda ha de ser sometida a un discurso que precede y antecede al niño y es así como poco a poco la necesidad va a ser sustituida por el Deseo.

Pero eso tendrá que esperar al segundo año.

Nota.– El pleroma es un concepto de Carl Gustav Jung y que viene a referirse a ese lugar donde estábamos antes de nacer, una especie de limbo o dicho en palabras de jacques Lacan: lo Real. es decir de ese registro desconocido del que nada sabemos y nada podemos decir.

 

 

La libido (III) Los terribles dos años

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El niño va a ir progresando durante esos meses en que aun está en el primer año de vida tanto motóricamente como verbalmente y en sus juegos donde cada vez irá incorporando nuevas ideas cada vez más complejas como esconder un objeto para terminar encontrándolo fingiendo que no sabe donde está, aprendiendo el nombre de las cosas aunque sin saber nombrarlas, y a la vez dejará de interesarse en aquellas cosas que ya sabe después de haberlas repetido hasta el paroxismo. El niño adquiere teoria de la mente

Pero a partir de los dos años el niño va a encontrarse con el lenguaje, es decir con la necesidad de construir frases con sentido y hacerse entender, algo básico para mantener sus demandas y que sean atendidas. El siguiente hito que va a abordar es la educación de sus esfínteres, tarea que tardará algunos meses y quizá un año entero en completar.

Qué es el lenguaje.-

No sabemos cómo ni porqué apareció el lenguaje en solo una especie como el Sapiens pero sabemos que este hito tuvo consecuencias muy importantes. El lenguaje es una herramienta muy costosa, de la que el pensamiento se alimenta pero también sabemos que algunas enfermedades mentales como la esquizofrenia tienen mucho que ver con esta habilidad en manejar signos lingüisticos que sin ser la cosa en sí (das ding) representan simbólicamente a la cosa. Hoy aceptamos la idea de Timothy Crow de que la esquizofrenia al menos, es un peaje evolutivo que pagamos por ser tan listos y disponer de esa herramienta que escinde el mundo entre el objeto real y la representación en su ausencia.

También tenemos un mito que nos habla de esa maravillosa fatalidad, el mito de Babel. Dios andaba tan enfadado con los hombres que trataban de construir una torre tan alta para llegar al cielo que acabó por confundir sus lenguas. Confundir sus lenguas no significa solo que cada uno puede hablar una lengua distinta indescifrable para el vecino sino que dentro del propio lenguaje hay una trampa: que un significante puede remitir a varios significados distintos, que toda palabra es polisémica y puede significar cosas bien distintas. Esta ambigúedad del lenguaje precisa de una escisión psíquica entre el significante (la palabra) y el significado y más aun -como ya he dicho más arriba- la cosa en sí.

Aprender a hablar es una tarea que no se completa nunca pero el niño aprenderá -o mejor dicho será aprehendido- por esas doscientas palabras que necesita para empezar a navegar en el mundo hasta llegar a las diez mil de un nativo medio de cualquier idioma. Y no sólo a emplear esas palabras sino también a discriminar esos giros polisémicos que las palabras tienen. Pero el niño tiene la ventana plástica abierta y la tendrá toda la vida, siempre podrá aprender palabras nuevas e incluso idiomas nuevos

Hasta podrá inventar idiomas nuevos o neologismos como hacen algunos esquizofrénicos, imaginar cosas que no existen. construir ficciones, inventar historias y crear una narrativa sobre su vida. El lenguaje en su versatilidad nos propone invenciones sobre mundos que no son exactamente los que se corresponden con la realidad cotidiana, de ahí nace la literatura pero también cualquier ficción sobre nosotros mismos.

Educar esfínteres.-

Educar esfínteres no es una tarea fácil y en cierta manera es una forma de ejercer cierta presión sobre el infante que naturalmente no está por la labor de obedecer las órdenes de sus cuidadores que tratarán en todo momento de conseguir que el niño deposite sus heces en un orinal o sentándose en el excusado. Esta tarea no cuenta con el beneplácito del niño y dependiendo se su temperamento ejercerá cierta resistencia a depositar sus excrementos en el lugar adecuado, probablemente porque aun no sabe discriminar cuando tiene o no tiene cacá o pipi. Lo mas probable es que fracase en sus intentos al menos al principio pero lo que es seguro es que se trata de una tarea impuesta y que requerirá al menos un año de entrenamiento. Imagínese si a usted le obligaran a sentarse en el WC a ciertas horas y con independencia del reflejo de defecación. Naturalmente sería una tortura, esa que llevan a cabo los estreñidos que pasaron horas en el WC sin tener ganas.

Pero el niño -ante esta exigencia- no tiene más remedio que posicionarse: o acata las ordenes de sus cuidadores o se rebela ensuciandose cuando menos se lo espera. Con el lenguaje pasa lo mismo, el niño puede no hablar a pesar de que comprende bien lo que se le dice, algunos niños son mutistas, es decir se niegan a hablar a pesar de que comprenden perfectamente lo que se les dice. Yo conozco un caso de un niño que era renuente a hablar y todo el mundo decía que llevaba un cierto retraso en el lenguaje, pero un buen día comenzó a hablar como una cotorra, pero en español, a pesar de que en su casa y en el colegio le hablaban en valenciano: un caso de resistencia a la imposición del valenciano.

La rebeldía, la desobediencia, el oposicionismo o el negativismo son características conductuales de esta etapa que Freud llamó fase anal -en la convicción de que el ano era la zona erógena por excelencia donde la libido se refugiaba en esta etapa-.Los psicólogos actuales han renombrado a esta etapa, llamándola fase de reactancia, olvidándse del carácter sexual del ano. un órgano de sometimiento y de rebelión. Para estos psicólogos los niños aprenden durante esta fase el sentimiento de libertad sin caer en la cuenta de que lo que el niño adquiere es el sentimiento de poder y de control de los demás, a través de sus heces, ensuciando o yendo a depositarlas en el lugar señalado por sus padres y educadores y que tiene además correspondencias conductuales como las conocidas rabietas que es la manera en que los niños pretenden salirse con la suya y de lo que existe una enorme literatura de autoayuda para padres atribulados. Pues el niño aprende a decir no precisamente para afirmarse. No es Si como decía René Spitz.

La libido anal es pues ambivalente: retiene y expulsa, da y niega, regala y contradice, se rebela y se somete, pero el niño va adquiriendo potencialidades de comprobar su poder a través de las relaciones que establece con los vigilantes de su limpieza.

Tanto el lenguaje como la educación de los esfínteres son mecanismos que de alguna manera enjaulan nuestra libertad obligándonos a discurrir por el sendero de la gramática, es decir de las reglas -el desfiladero- del lenguaje a fin de que nuestras demandas sean comprendidas y atendidas por los adultos. Ser limpio y depositar los excrementos en un lugar adecuado es la primera tarea de la educación social y de alguna manera la forma que el niño tiene de complacer a los adultos y reconocer su autoridad, es decir de someterse a su poder. Pero el niño no abandonará nunca esta tendencia a comprobar, tentar o combatir el poder de los otros, de una manera o de otra.

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