Un mito es un sueño despersonalizado, un sueño es un mito personalizado (J. Campbell)
El próximo día 25 de de Mayo presentaré mi nuevo libro “Del mito a la clínica”. Se trata de una excursión por los arquetipos universales en las formas de sufrir que tienen algunas personas afectas de trastornos alimentarios que traté durante años en un espacio que construí en el año 1995 para el tratamiento de estas patologías y que es considerado como pionero en nuestro país en el sistema publico de asistencia, en el tratamiento holístico de estas personas y que incluía hospitalización completa, hospital de día ( y comedor de día) y régimen ambulatorio atendido todo ello por un personal multiprofesional y bajo la batuta asistencial de la “gestión de casos”.
Os dejo el indice y el prólogo escrito por el Dr Gines Llorca, que es en la actualidad el psicólogo clínico que gestiona aquella unidad de referencia para la provincia de Castellón.
INDICE
DEDICATORIA
INTRODUCCIÓN
I.- ALGUNOS REFERENTES DOCTRINALES
Un espacio de narrativa para los hambrientos
Comer, vincularse, decir.
El mito y la narrativa
¿Qué es un mito, qué es una narración?
Edipo y la anognarisis
Recursos para sobrevivir
Pensar,hablar, narrar
Trauma y narrativa
¿Víctimas o supervivientes?
¿Es la anorexia una enfermedad moral?
La anorexia y el bucle sin fin.
II.-MITO Y NARRATIVA INDIVIDUALES
Adorar falsos ídolos: “Religione sine religione”
El destino y lo femenino: El hijo preferido: Zeus y los disfraces del deseo.
Las diosas vírgenes: la sexualidad como problema.
Celos e infidelidad, Hera y Zeus: un destino reciproco.
Démeter, la madre inconsolable y los arquetipos de la maternidad.
Hefesto y Danae, los hijos rechazados.
Dioniso, la perdida precoz y la locura dionisíaca.
En busca del principio masculino: El Padre Terrible y el padre celoso: Parsifal, Edipo y Prometeo
Ariadna: una mujer abandonada en Naxos.
El desengaño de Pigmalión: devorando a la mujer ideal
El mito de Quirón: la flecha que señala la propia herida.
Sísifo y Aracné: la tarea sin fin o la incapacidad de renunciar.
III. Una comprensión analítica del narcisismo primario , del complejo de Edipo, y la emergencia de la Ley.
Los mitos de Freud.
Nota liminar.
Bibliografía.
PRÓLOGO
El libro: “Del Mito a la Clínica” nos ofrece una mirada diferente de los Trastornos de la Conducta Alimentaria desde la perspectiva de un terapeuta avezado, con interés en escuchar y dar un sentido a la historia personal de cada paciente y que consigue entender y buscar narrativas resolutivas a los conflictos contemporáneos recurriendo a los saberes arcaicos recogidos en los mitos.
En estas páginas encontraremos la conexión atemporal entre leyendas mitológicas y casos clínicos, descubriendo claves de entendimiento para las historias de pacientes con trastornos de la alimentación recurriendo a la erudición recogida en la mitología, de forma que los avatares de héroes y diosas nos iluminarán para hacer frente a problemas actuales con soluciones eternas.
En esta obra se puede apreciar el abrumador desafío que supone el tratamiento de los Trastornos de la Conducta Alimentaria ante la multicausalidad y la vasta variedad de presentaciones en las que se manifiesta esta patología. Al intentar definir la psicogénesis de estos trastornos el terapeuta se encuentra con múltiples factores desencadenantes, desde fracasos madurativos ante requerimientos sociofamiliares hasta entornos familiares disfuncionales, tanto invalidantes y desestructurados como sobreprotectores y fusionales. Situaciones de exigencias inalcanzables de tipo social, estéticas o de posicionamiento sociofamiliar en sujetos sin anclajes afectivos pueden desencadenar manifestaciones emocionales de rechazo y agresividad revertida donde el cuerpo es el medio de comunicación.
El doctor Traver consigue plasmar su profunda experiencia con los Trastornos Alimentarios forjada del trabajo directo con estas patologías desde la creación de una de las unidades especializadas pioneras de España en el año 1997, fecha en la que inició su atención clínica la Unidad de Trastornos de la Conducta Alimentaria del Consorcio Hospitalario Provincial de Castellón.
Al trabajar con personas que padecen Trastornos Alimentarios el terapeuta se ve envuelto con facilidad en los relatos dramáticos de sus pacientes, en los que se aprecian las gestas y los desafíos a los que se enfrentan, donde las historias personales toman dimensiones épicas. Son jóvenes de hoy enfrentándose a las demandas sociales, a retos de subsistencia y evolución reiterados a lo largo de la historia, por tanto lo que presenciamos son tragedias individuales contemporáneas con sabor a conflictos universales. De esta forma, éstas se convierten en verdaderas protagonistas de epopeyas míticas, reflejando lo planteado por Jean Huston, donde el concepto de mito es “algo que nunca existió pero que siempre está sucediendo”.
No tenemos que olvidar que nuestra disciplina adquiere el nombre de la palabra psyché, de origen griego cuyo significado es “alma humana”. Más concretamente hace referencia al aire exhalado antes de morir, el último aire que mantiene vivo, por lo que es asociado con la vida. Los griegos le daban una imagen antropomorfa, como una adolescente con alas con la que el alma se trasladaba al reino de los muertos, al Hades. Originariamente el símbolo Psi de la psicología procede de esta “mariposa” que como psicopompo acometía su labor de conducir y acompañar a las almas de difuntos hacia la ultratumba, el cielo o el infierno. Curiosamente la simbología de la mariposa ha sido la elegida por las propias pacientes incluyéndola en la iconografía de sus webs, foros o en su propio cuerpo en forma de tatuajes, para simbolizar su cambio y transformación, entendiendo y acogiendo ellas mismas la idea de enfermedad como periodo de transición y evolución. La mariposa representa su primer vuelo libre, en busca de una metamorfosis de ligereza y feminidad.
Inevitablemente tenemos que hacer mención a la leyenda grecorromana de Eros y la princesa Psique, la más hermosa de las tres hijas de un rey. Se cuenta que tal era su belleza que Afrodita arrebatada por los celos ordenó a su hijo Eros que la hiciera enamorarse del más feo y despreciable de los hombres. Pero sucedió que al verla Eros se quedó prendado de sus encantos y enamorado se la llevó y ocultó en un palacio donde serían amantes con la condición de que ella no supiera cuál era la identidad de su amado. Las hermanas de psique sembraron la duda y la desconfianza en ella y la movieron a averiguar quién era su enigmático amante. Psique esperó pacientemente a que su pareja durmiera para iluminarlo con un candil y al ver su rostro descubrió al más bello de los dioses, embelesada se fue acercando para admirarlo y quiso la fatalidad que una gota de aceite de la lampara cayera sobre Eros y al despertarse descubriera la traición y enojado huyera. Psique ante su soledad y perdida, quedó sumida en una gran desesperación e inició una búsqueda para recuperarlo. Afrodita aprovechó para encerrarlo en lo alto de una torre y someter a Psique a cuatro pruebas insuperables para recuperarlo. Psique fue enfrentándose a todas las pruebas hasta llegar a la última y más arriesgada, en la que tenía que conseguir adentrarse en el mundo de los muertos sin fallecer y volver con el secreto de la belleza atesorado por la diosa Perséfone. Finalmente, consigue abandonar los infiernos con el cofre que poseía supuestamente el poder de recuperar la belleza, Psique se ve tentada a abrirlo y recuperar parte de sus encantos perdidos pero al hacerlo se sume en un profundo sueño. Eros lucha contra el espíritu del sueño que la apresaba hasta vencerlo y conseguir despertar a su amada. Afrodita al contemplar el profundo amor de la pareja los perdona y le concede a Psique el don de la divinidad, siendo aceptada en el Olimpo para así poder vivir el amor eterno junto a Eros.
En este mito se recogen múltiples aspectos comunes con la enfermedad alimentaria desde la sobrevaloración de la imagen hasta la sucesión de sacrificios y pruebas a las que se somete la psiquis para alcanzar la supuesta valoración y aprobación del otro. Esfuerzos que como la protagonista llevan a internarse en el mundo de los muertos sin llegar a perecer, escapando con el ansiado objetivo cumplido, con la posesión de obtener el don de la imagen, de una identidad siempre atractiva para el otro, para finalmente descubrir que en el cofre no encuentra lo que espera, que ha sido objeto de un engaño y lo que ha conseguido es caer un profundo sueño del que sólo se recuperará por el amor hacia otro, redirigiendo sus esfuerzos hacia otros deseos.
Ningún trastorno mental resulta más paradigmático del malestar de la cultura como el Trastorno Alimentario. En una sociedad de bienestar y opulencia donde la seguridad está garantizada es desolador presenciar la aparición de una patología, que por la pretensión de una mayor aceptación social puede resultar tan dañina para la persona, tan autodestructiva, que rechaza una nutrición suficiente llegando a comprometer su propia supervivencia. Y es que estas alteraciones en la conducta alimentaria son imposibles de entender sin tener en cuenta el momento personal del sujeto en el medio en el que se desarrolla, es decir sin considerar su imbricación con la sociedad y cultura, debiendo por tanto recuperar la vetusta sabiduría atesorada históricamente y recurrir a ella como vía de entendimiento e intervención.
Los Trastornos de la conducta alimentaria suelen sacudir y penetrar en los años correspondientes a la adolescencia o en el inicio de la vida adulta, estando estas etapas caracterizadas por el desarrollo de la individuación y por la búsqueda de la identidad. Este periodo eriksoniano se supera con el sufrimiento de una crisis existencial de encuentro personal donde el reto es sentirse independiente, posicionarse y definir el propio rol social. El autor nos sumerge, con su cautivadora narrativa, en ese recorrido a transitar para conseguir la cristalización de la identidad. Pero ese camino puede ser muy tortuoso, en ese camino nuestras protagonistas se encuentran con su primer mito, el monomito del Viaje del Héroe de Joseph Campbell. Ellas mismas encarnarán a esa heroína, que se adentrará en un mundo desconocido de aventuras, iniciando un periplo donde superar obstáculos para encontrar sus potenciales de superación y poder retornar sabiendo quiénes son.
En las personas afectadas se conjugan de forma armoniosa la patología orgánica con la clínica psiquiátrica en el entramado vivencial de cada una de ellas. Las consecuencias con las que pueden encontrarse son graves, donde se entreveran lo físico, lo psicológico y su significado, como: los estragos de la desnutrición sobre jóvenes en desarrollo con la pérdida de la menstruación, la detención del crecimiento y su freno madurativo, abandonando así su condición de mujer; la activación de la obsesividad de base y de modos de supervivencia más reactivos, primitivos y simplificados por la inanición; o la evitación y desconexión de situaciones o pensamientos intolerables mediante el rechazo y alivio que otorgan las purgas.
Las problemáticas a las que se enfrentan nuestras jóvenes heroínas no son nuevas, son tan antiguas como la historia de la humanidad y su desarrollo como sociedad. Entre ellas encontramos fundamentalmente conflictos vinculares e interpersonales como: enfrentamientos entre los miembros de una familia, separaciones desgarradoras paternas donde se olvida o se descuida la función contenedora para el infante, luchas de poder con iguales por la jerarquización social, el sufrimiento ante la inadaptación a los requerimientos sociales, el trauma de ser víctima de abusos, acoso o rechazo, pérdidas de parejas y sensación de insuficiencia, distribución de roles, expectativas heredadas transgeneracionales, filias y fobias familiares.
En el trabajo psicoterapéutico con pacientes con anorexia el caballo de batalla es su férreo atrincheramiento en su posición restrictiva, en su rechazo no sólo de comida, si no de cualquier cuidado, necesidad o figura de referencia. La enfermedad engaña, seduce y hace creer que se encuentran en posesión de algo valioso, que las hace diferentes y sobre lo que bascula su entorno. Se pertrechan con la máxima de que cuanto más me sacrifico más valiosa será la recompensa. El vacío se apodera de ellas y la nada invade su voluntad. Ese convencimiento amurallado se instala y otorga a esta patología una egosintonía y baja conciencia de enfermedad que se materializa en una gran resistencia al cambio y en una escasa colaboración.
En otros casos se desarrolla un funcionamiento evitativo ante los intolerables conflictos de su realidad, se activa un circuito cerrado en el que los pacientes se quedan absortos con el placer que proporcionan los atracones de comida, con esa desconexión y disociación y con el goce de la purga posterior que permite alivio y exteriorización de su malestar. Son presas de una dinámica de satisfacción de impulsos autodestructivos similar a la que se instala en las adicciones, donde predomina un gozoso impulso mortuorio.
Frente a estas resistencias el terapeuta necesita ofrecer una nueva narrativa que permita desplazar esa plenitud de vacío. Para ello recurrir a leyendas y mitos permite disponer de historias con las que identificarse que sean lo suficientemente diferentes a las propuestas por ellos, y a la vez atractivas y fascinantes con semejanzas en lo esencial. Estas intervenciones nos permiten intervenir no sólo sobre los síntomas sino también sobre su valor simbólico.
El autor ha destacado por su amplia formación integradora y por sus inquietudes intelectuales con las que ha profundizado en las neurociencias, en la mitología, en la antropología o en la filosofía, las cuales le han permitido una fusión de saberes y le han proporcionado una aguda mirada caleidoscópica con la que establecer un análisis humanista y holístico de los casos clínicos que expone. Mediante las experiencias clínicas que documenta se puede aprender el esfuerzo del terapeuta por discernir dentro de la amplia patoplastia de los trastornos de la conducta alimentaria, de las múltiples presentaciones de la patología, unas líneas argumentales comunes con las que poder identificar las claves arquetípicas de la mitología.
Gracias a la difusión y promoción cultural con la que el autor está comprometido, al coger el relevo en la Unidad de Trastornos de la Conducta Alimentaria de Castellón tuvimos la oportunidad de poner en práctica junto a él una intervención de tratamiento grupal con pacientes ingresadas en el Hospital de Día. Llevamos a cabo “El juicio de Paris” propuesto por J. Shinoda Bolen adaptado a esta patología. La dinámica consistía en un sencillo ejercicio de identificación, donde las pacientes elegían una deidad de la mitología grecorromana con la que se identificaban, y con ese mito trabajábamos el afrontamiento de su realidad actual. Este ejercicio nos permitió vencer las resistencias iniciales y trabajar con los arquetipos femeninos comprobando la excelente aceptación de este tipo de abordajes.
Estas enfermedades afectan predominantemente a las mujeres con una proporción de 10 a 1, lo cual nos obliga a aceptar que hay algo de lo femenino comprometido en su dinámica. La sobrevaloración de la imagen como eje sobre el que pivota el trastorno indica la relevancia que adquiere la evaluación de los demás, llegando a delegar su bienestar en el otro. De esta forma y tal y como comprobamos con el Juicio de Paris, las jóvenes con mayor riesgo son las vulnerables emocionalmente, las más dependientes y orientadas hacia las relaciones interpersonales. En este sentido hay una serie de diosas grecorromanas que representan estos arquetipos femeninos centrados en su papel para los demás y sensibles a sus demandas, esas deidades son Demeter, Perséfone y Hera, con los roles de madre, hija y pareja respectivamente. Las que funcionan con estos arquetipos tienen una gran necesidad de vinculación, sacrificando su autonomía y deseo personal por el bien común. En ellas se activan tendencias de comportamiento hacia cuidar a los demás, hacia cumplir lo que otros esperan de mí y hacia mantener a alguien a mi lado, aunque sea a costa de su esfuerzo y tengan que sacrificarse. En otros casos surge una identificación contrapuesta pero también común en los trastornos alimentarios con la diosa que personifica la búsqueda del amor y la belleza, con Afrodita. Es comprensible que las jóvenes adolescentes se reconozcan en su impulsividad, en su apasionamiento y en la importancia de la seducción.
En toda mujer coexisten varios arquetipos y pueden moverse de uno a otro cambiando de engranaje según su etapa personal o situación. Los roles más protectores ante los trastornos alimentarios son los que tienen un plan de vida concreto y que incentivan la libertad y la autonomía, con objetivos y retos personales. Los arquetipos femeninos que encarnan la independencia, el conocimiento o la soledad se conforman en las diosas Artemisa, Atenea y Hestia. La invocación de una dosis de la Diosa Alquímica Afrodita siempre es adecuada para contrarrestar la tendencia de las diosas vulnerables con su tendencia al placer.
Por estas razones el libro Del Mito a la Clínica, es un texto fundamental para el terapeuta, ofreciendo una novedosa perspectiva que permite abrir nuevas vías de comprensión de la naturaleza humana. El lector podrá entender el sufrimiento que hay detrás de las historias de estas pacientes y ofrecer una narrativa familiar y universal que ayude a movilizar su posicionamiento y encontrar una vía de superación, y así poder decidir libremente su destino.
Dr. Ginés J. Llorca Díez
Psicólogo Clínico en la Unidad de Trastornos de la Conducta Alimentario del Consorcio Hospitalario Provincial de Castellón.
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