Escribo este post después de leer la novela de Lionel Shriver “Tenemos que hablar de Kevin” de la que hablé aqui y aqui donde monté una narrativa personal a propósito de la misma. Este post debe considerarse como una enmienda intelectual, una especie de penitencia psicológica que me ha venido después de leer esa magnifica novela y que aun siendo una obra de ficción no es ajena a la realidad de casos similares. Esos casos en los que un escolar irrumpe con armas en su propio colegio y la emprende a tiros con todo lo que se mueve indiscriminadamente.
Después de leer la novela uno se queda con la idea de que cualquier teoría sobre este tipo de acontecimientos es falsa o dicho de otra manera: no podemos llegar a saber la verdad. O también: se pueden construir tantas teorías como mentes pensantes se dediquen a ello. Si Kevin, era un psicópata, un psicótico o un autista pasa a un segundo plano. Si Eva, la madre quería o no quería a Kevin, si lo crió adecuadamente o cualquier hipótesis que pueda construirse sobre su deseo consciente o inconsciente se transforma en banal en comparación con la siguiente pregunta.
¿Qué es la maldad?
O ¿Puede existir una maldad independiente de las condiciones ambientales concretas?¿Existe una maldad endógena o innata?¿Podemos hablar de una ciencia de la maldad tal y como propone Simon Baron Cohen?
Nos encontramos aquí con una dificultad del lenguaje: la maldad es un criterio moral y por tanto no puede estar codificado en los genes si bien puede estar codificado en algún otro lugar. La maldad existe pero sólo existe en tanto que dividimos el mundo en cosas buenas y cosas malas. Matar es una cosa mala ciertamente pero lo es en tanto en cuanto, matar es sancionado colectivamente por el grupo. El “No matarás” es un mandato del grupo frente al egoísmo del individuo que puede tener muchas razones -usualmente la venganza- para matar a sus enemigos. Pero lo que resulta incomprensible son los crímenes sin sentido, es decir los crímenes que se cometen porque sí, donde el criminal no gana nada y lo pierde todo.
Nuestra confusión no puede explicarse desde una perspectiva naturalística, pues la maldad no hay que ir a buscarla en los genes sino en la moral, un registro ajeno a la biología. En algo externo al individuo y consensuado por el grupo de pertenencia. Es moral lo que el grupo considera moral y es inmoral lo que el grupo así considera, aunque lo moral y lo inmoral sean a veces categorías injustas. Pues lo moral no se inventó para resultar justo o equitativo sino para proteger al grupo (al colectivo) de las trampas y los egoísmos individuales (Haidt, 2003).
Es precisamente este “sin sentido” lo que nos resulta tan dificil de metabolizar y es por eso que construimos ficciones. No podemos saber la verdad sobre Kevin pero podemos construir una y mil teorías sobre él y los aspectos de su crianza o de sus genes relacionados con la tragedia.
La gracia que tiene la novela es que Shriver juega con esa incertidumbre de tal manera que el lector ignora a la vez que es cómplice de saber lo que Eva nos relata. El lector no puede dejar de saber lo que sabe. El lector no puede mirar hacia otro lado como hace el padre. El lector sabe que la madre sabe y que el padre ignora. El lector sabe que hay una alianza entre Kevin y el padre y en contra de la madre. Una alianza siniestra.
Y también sabe que Kevin está lleno de odio pero no sabe las razones. No podemos saberlas.
La mente humana se lleva muy mal con los sin sentidos, lo que es lo mismo que decir que somos muy hábiles a la hora de construir sentido para cualquier cosa,y aunque fracasemos en ello al construir a veces sentidos delirantes o exóticos para entender la realidad, siempre hay un segmento de la misma que se escapa a nuestro raciocinio. Y la maldad es una de estas entidades. Una entidad metafísica.
Y es por eso que construimos ficciones. Ficciones y narrativas explicativas que no podemos saber si son o no son verdad pero que nos resultan tranquilizadoras o explicativas para según quién.
Pero lo cierto es que realidad y ficción mantienen entre si una extraña relación de complicidad y de solapamiento. Y más: la realidad es inexplicable en términos de sentido.
Y no hay que confundir la realidad, la verdad, el medio ambiente o el hábitat. Si usted va por la calle y sufre un atropello, este atropello es de verdad pero no procede de la realidad sino del hábitat urbano en que usted se desenvuelve. Si un familiar se le muere, muchos le dirán que es ley de vida y es cierto: forma parte de nuestra realidad como humanos.
Pero no es a esta realidad/verdad a la que apelo sino a la otra , a la que construimos. Nosotros no somos sólo animales más o menos hacinados en la gran ciudad, de manera que no estamos solamente sometidos a ese hábitat que puede atropellarnos, sino que vivimos en una cultura.
Y una cultura no es ni hábitat, ni medio ambiente, es un constructo humano tejido por aposiciones, por acumulación de saberes, tradiciones, rituales, expectativas, etc, una especie de herencia lamarckiana que es el resumen de millones de años de evolución gradual . Es una base de datos acerca del mundo de la que echamos mano para comprender y representarnos esa realidad que carece tantas y tantas veces de sentido y que nuestro cerebro no puede procesar.
Pues la realidad solo puede ser representada.
Necesitamos la ficción para aprehender la realidad, para hacerla nuestra e injertarla de vuelta en nuestro cerebro en su código de iones y química. Y no sólo la necesitamos -estando como está fuera de nosotros- sino que no tenemos más remedio que aceptarla como único medio de entender la realidad. A cambio no tenemos más remedio que aceptar que la simulación, el engaño y el autoengaño forman parte de nuestro acervo cotidiano. Y eso no nos hace menos auténticos sino simplemente humanos. Y condenados a auto-inventarnos un lugar en el mundo.
Y aceptando que ninguna ficción es la verdad y que solo podemos acercarnos a ella con una herramienta: la narrativa. La verdad es inaccesible para los humanos y lo es porque:
Pensemos en las dificultades de que tienen los historiadores para recomponer la secuencia de hechos que dan lugar a un acontecimiento histórico cualquiera. ¿Cuales fueron las causas de la guerra civil española? Si lo que pretendemos es “saber la verdad de lo que pasó” estamos perdidos pues causas y efectos no siguen una lógica lineal. Por eso para desvelar la verdad necesitamos construir ficciones más o menos aproximadas a los hechos y es así como se conducen los eruditos pues un acontecimiento histórico cualquiera admite múltiples interpretaciones (ficciones) pues la verdad histórica en su mayor parte es opaca y lo peor: carece de sentido o propósito como la muerte individual o la Evolución. Un acontecimiento no es causa ni efecto de otro sino que se solapa sobre el anterior sin que acabe de explicarlo del todo. Como en la evolución no se puede hacer marcha atrás y no tenemos más remedio que utilizar los diseños anteriores que en cualquier caso no se pueden deshacer.
No podemos conocer todos los pasos. Por eso cualquier verdad está siempre clausurada a la disciplina que la estudia. Al Derecho sólo le interesa la verdad formal, aquella que se puede demostrar en un juicio, a la policía le basta con su experiencia o intuición para saber quien es el asesino, aunque la mayor parte de las veces no lo pueda demostrar y por tanto su verdad es una verdad mutilada que queda sin castigo, a la opinión publica le bastan algunos detalles para saber quien es culpable y de qué y a los psicólogos les basta echar mano de sus teorías, sean cuales sean para llegar a la conclusión de que Kevin era un psicópata innato, mientras otros dirán que la madre lo torció a partir de su falta de amor.
Todo es una verdad parcial pues la Verdad esta vedada para nosotros los humanos.
Pues la verdad es también una entidad metafísica que no puede tratarse como si fuera algo fenoménico, siendo como es es su mayor parte noumeno y no representable. Y Kevin era sólo el soporte material de esas entidades metafísicas que se constelan en los seres individuales.
De él solo podemos saber una cosa: odiaba a su madre pero es precisamente su madre a la única que respeta en su ira homicida.
Lo cual también da para construir una narrativa más sofisticada.
La verdad psicológica.-
Probablemente sea la psicología la disciplina que ha desplegado una mayor cantidad de narrativas a fin de encontrar explicaciones para las enfermedades sean fisicas o mentales. Comenzando por el psicoanálisis y terminando con los ultimos desarrollos de psicologías exóticas, todas han contribuido en menor o mayor medida a ampliar hasta el paroxismo las hipótesis que pretenden explicar ciertas enfermedades (que algunos dan por demostradas) como este señor de aquí abajo que incluso tiene web y escuela.