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¿Por qué los hombres somos superfluos?

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mitomachos

Aunque lo políticamente correcto es pensar que el sexo femenino ha estado históricamente y sigue estando subordinada a esa entelequia que ha venido en llamarse “patriarcado” lo cierto es que ser hombre es muy poco deseable y lo será más cuando lector termine con la lectura de este post.

Utilizaré sobre todo argumentos de la psicología evolucionista e intentaré huir de los discursos políticos o de género salvo para señalar la sinrazón de los mismos. Lo cierto es que las creencias compartidas por gran parte de la población, los discursos de los mass media e incluso la neurociencia aplicada vienen siendo rehenes de la política como tan acertadamente ha escrito Pablo Malo en este post. Nuestra esperanza está pues en manos de las mujeres.

Sencillamente: algunas cosas no se investigan porque hacerlo seria ir en contra de ese ginecocentrismo rampante que se oculta a veces en el buenismo y otras veces en lo políticamente correcto. Hay cosas que no se pueden decir, ni pensar ni mucho menos investigar si uno no quiere ser exiliado del mundo de la ciencia y de sus incentivos que son siempre políticos.

No cabe ninguna duda de que nuestra especie evolucionó en una extrema competencia intrasexual de los hombres contra hombres y por las mujeres. Aunque posteriormente estas diferencias menguaron a raíz del éxito de la neotenia lo cierto es que aun nos quedan algunos rastros morfológicos de aquella rivalidad ancestral: el dimorfismo corporal. Los hombres somos por lo general más fuertes, veloces, grandes, y altos que las mujeres. Y aun a nivel psicológico perduran ciertos rasgos, somos más audaces, atrevidos, corremos más riesgos, somos más agresivos y nos orientamos mejor en el espacio que las mujeres. Y todas estas diferencias se enroscan en una hormona: la testosterona, una hormona “pensada” para competir y para luchar.

Pero la testosterona es a la vez un martirio para los machos y señala precisamente hacia el lado de nuestra vulnerabilidad. El lector interesado en saber más sobre esta cuestión, puede visitar este post que titulé “La testosterona y los secretos”. La testosterona es una hormona que parece pensada para meternos en líos, mientras que el estradiol parece diseñado para evitarlos. Es bien sabido que las mujeres sienten aversión por los líos. La testosterona es la responsable de que los hombres las dejemos viudas, a ellas, claro.

Aquí hay otro articulo sobre las vicisitudes de la testosterona y las tropelías que protagoniza en el cerebro de los hombres..

Ser hombre es pues un problema que comienza a serlo ya en el parvulario, ese lugar hostil para los chicos (donde ya los niños agresivos comienzan a entrenar sus mordiscos) y más tarde en la escuela, mejor dicho en los patios de las escuelas, en ese espacio terrorífico que llaman “el recreo”, verdadero lugar de suplicio para los menos agresivos de nosotros. Alli es donde nos encontramos con los primeros “gallitos” de pelea con los que nos mediremos en nuestra vida y alli sufrimos nuestras primeras humillaciones masculinas, alli aprendemos también a defendernos y a administrar nuestras derrotas con distintas estrategias, algunos fracasan y entonces hablamos de fracaso escolar. La escuela no es un buen lugar para los chicos poco agresivos. Los campos de deporte posteriormente siguen esta misma linea: la masculinidad es rivalidad, autoafirmación e intrepidez.

De manera que el hombre es un individuo que ha de ganarse el derecho a reproducirse, algo que la mujer conseguirá sin hacer nada, pero no crean que les estoy hablando de una época cavernaria. Incluso hoy el éxito reproductivo de las mujeres ronda el 80% mientras que el de los hombres oscila entre el 50-60% a pesar o quizá a consecuencia de los anovulatorios. Dicho de otra manera sus ancestros femeninos son mas numerosos que los masculinos, eso sostiene Roy Baumeister.

Naturalmente no son los hombres más fuertes los que tienen más oportunidades de reproducción. La fuerza ha sido sustituida en nuestro mundo opulento por otras cosas, símbolos que la representan, el poder, la fama, el dinero, las capacidades artisticas o la inteligencia pueden resultar tan atractivos para la mujer como la “fuerza bruta” o la valentía de un macho. Es por eso que existe la selección sexual solapada con la otra;, la reproducción del más fuerte fue con el tiempo sustituyéndose por la del más adaptado.

Pero aun así sigue habiendo una brecha en tanto en cuanto las posibilidades reproductivas: las mujeres se reproducen más que los hombres. O dicho de otra manera, si usted es hombre tiene la mitad de posibilidades de dejar descendencia que su hermana.

La masculinidad tiene algo de paradoja, por una parte es cierto que tener hijos varones multiplica sus posibilidades de tener muchos nietos pues un hombre puede dejar embarazadas a muchas mujeres. Las mujeres solo pueden quedar embarazadas de un hombre por vez, mientras que el macho puede mediante escapadas puntuales ir dejando su semilla por todo el orbe. Es por eso que la hipótesis Trivers-Willard predice que después de una guerra y en otras circunstancias el numero de nacimientos de varones es superior al de las niñas.

Dicho de otra forma, en una sociedad primitiva donde existiera una libertad de oportunidades sexuales, ser varón daría una ventaja reproductiva, pero como todo el mundo sabe esto no es más que un ejercicio teórico, pues las mujeres también eligen e imponen sus propios gustos, solamente en un mundo de depredación sexual seria posible un resultado así.

La paradoja se resuelve espontáneamente por selección natural, la mayor parte de los machos son (somos) superfluos reproductivamente hablando.:

  • Los hombres mueren en las guerras a las que les lleva esos excesos de testosterona. Tomemos los datos de la Primera Guerra Mundial como ejemplo: 6.046 hombres muertos cada día en los 4 años que duró la guerra. Se calcula que la guerra produjo 8 millones de muertos y 6 millones de discapacitados. Datos como estos hacen pensar que a lo largo de la historia se ha visto a los hombres como desechables más que otra cosa.
  • Los hombres se suicidan más que las mujeres. El suicidio siempre ha sido más elevado en los hombres pero está aumentando actualmente de forma alarmante en los hombres. Más de 6.000 personas se suicidaron en el Reino Unido en 2013: el 78% eran hombres. En toda Europa es 4 veces más probable que los hombres mueran por suicidio que las mujeres. La tasa de suicidio de hombres de 45-59 años ha aumentado un 40% en una década. En Japón el suicidio también ha aumentado y ahora mismo el suicidio es la primera causa de muerte en hombres jóvenes de 20-44 años. Probablemente no hayas oído hablar de esto en los telediarios ni en ningún lado. De nuevo, imagínate que la situación fuera al revés -asegura Pablo Malo..
  • Es cierto que las mujeres suelen ser víctimas de homicidios causados por hombres más que al revés, pero hay otra verdad que abarca y completa a la anterior: la mayor parte de las víctimas de homicidios causado por hombres son hombres.
  • Y por último un dato definitivo: las mujeres viven más que los hombres, en España la expectativa de vida media para una mujer es de 3 años más que los hombres. Hay más viudas que viudos,  y aun: para un hombre quedarse viudo predice una muerte precoz, como todo el mundo sabe el matrimonio es protector para el hombre y es neutral para la mujer aunque es vital para la mujer fértil. Todo parece indicar que las vulnerabilidades de hombres y mujeres no suceden al mismo tiempo.

De manera que evolutivamente hablando ser hombre es un proyecto caro biológicamente hablando pero culturalmente hablando aun lo es más: la virilidad no viene de serie y ser un hombre se ha convertido en un bien que carece de incentivos, debe ser por eso que los hombres han abdicado del matrimonio o lo que es lo mismo de una relación a largo plazo con compromisos sobre la prole. El sexo fácil por otra parte complementa esta decisión.

Es verdad que el matrimonio se ha hecho menos atractivo tanto para hombres como para mujeres, pero el porcentaje de hombres que considera el matrimonio una cosa importante en su vida ha bajado más que el de mujeres. El porcentaje de hombres casados no hace sino disminuir mientras que el de mujeres solas con o sin hijos (hogares monoparentales) no hace sino aumentar. Una de las razones que se esgrimen para entender este fenómeno es que el sistema legal privilegia a las mujeres, la relación riesgos/beneficios del matrimonio, para los hombres, ha cambiado y los incentivos para casarse son menores. Casarse, para muchos hombres, es arriesgarse a perder su casa, sus hijos y su independencia económica.

Los hombres somos superfluos porque uno solo de nosotros puede dar cuenta de un harén de hembras, el problema es que para disponer de ese harén hace falta ser “muy hombre” y eso no está al alcance de cualquiera.

Bibliografía.- 

El mito del poder masculino de Warren Farrel



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