Quantcast
Channel: neurociencia neurocultura
Viewing all articles
Browse latest Browse all 778

El poder de la admiración

$
0
0

enamorado

La admiración es el sentimiento opuesto a la envidia, a través de él reconocemos la superioridad -del tipo que sea- de la persona admirada. A pesar de que la admiración es una emoción benéfica (más abajo veremos porqué) no está al alcance de cualquiera. Para admirar a alguien es necesario ubicarnos a nosotros mismos más o menos y de una forma realistica en una supuesta pirámide de valor y lo que mayormente se opone a ese autoreconocimiento es precisamente el narcisismo.

El narcisismo puede definirse como la investidura (de valor) que uno lleva a cabo consigo mismo, no es simplemente lo que entendemos como autoestima sino más bien una hipertrofia del Yo, que llega a ocupar todo el espacio de la psique de un modo central. El lector puede visitar este post donde hablé precisamente del narcisismo normal, patológico y maligno.

La admiración no debe confundirse con la idealización que es su octava narcisistica y sometida por tanto a la prueba del nueve, al vaivén pendular. Me refiero a que el narcisista imbuido por la idea de su grandiosidad puede proyectarla en otros objetos como una prolongación de su propio Yo. Pero esta idealización -que no tiene en cuenta al otro- se gasta innescesariamente muy pronto y da lugar a su opuesto: la devaluación. La devaluación es una envidia narcisista patológica.

Lo más frecuente y paradójico es que el narcisista sea a su vez un envidioso. Es el caso de Cain del que hablé en este post, tomo de él un comentario sobre este caso biblico:

¿De qué tiene envidia Cain?

Caín mató a Abel por envidia, porque aún siendo Caín el primogénito y el que heredaría la autoridad de ser el cabeza de familia junto con el legado patrimonial … llevaba realmente mal que el padre tuviera predilección por su hermano, por Abel. Y la envidia, a veces, más que una carencia o falta sufrida por algo que no se tiene y que conocemos como codicia, contiene otros elementos más subterráneos y quizás más poderosos como influencias que empujan mucho más que esa carencia o falta observada. Y estos elementos bien pudieran ser la soberbia y la codicia, pues el orgullo del que se estima grandioso, que lo quiere todo para sí, llega a desear incluso lo que no tiene o concibe como estimable o apreciable, y de esa soberbia nace la envidia, la acaparación, el goce de sustraerle a ese otro que sí sabe apreciarlo, sólo por el goce de arrebatárselo para seguramente repudiarlo y despreciarlo una vez obtenido. Es el goce en el robo, en la sustracción, y ojo, en un robo con violencia, y cuando no se puede robar el cariño, se quita del horizonte al sujeto que era ese objeto de predilección, y el hecho está consumado.

Dicho de otra manera uno de los enemigos más importantes que tiene la admiración son esos celos fraternales que acosaban a Cain:

La envidia de Cain se parece mucho a los celos fraternales, a la codicia, puesto que en ella puede observarse una carencia: el amor del padre se ha decantado definitivamente por Abel. Cain odia y mata a Abel precisamente por esta razón: cambia muerte por un cariño, el del padre al que no puede acceder.

El narcisista no puede admirar y por tanto no puede sanarse a través de la admiración puesto que ¿No seria la admiración la principal prueba de su déficit personal?

¿Pero qué puede curar la admiración?

El que admira a alguien se sitúa debajo de él y esa posición de sumisión es en realidad una posición sabia como asegura Lao Tsé. El que está debajo puede aprovecharse diligentemente del que está arriba y utilizarle como guía, como principio de autoridad o como enamorado, como Erastés. El admirador puede identicarse con el admirado y sobre todo puede utilizarlo como prótesis para crecer, para abrirse ventanas de saber o de perspectiva. Admirar a alguien es la solución, el remedio contra la estulticia, contra el egocentrismo, contra la ignorancia y contra el orgullo, todo lo tóxico parece desvanecerse con la admiración que requiere en cualquier caso un baño de humildad, una iniciación.

Decía Freud:

“El que ama se vuelve humilde. Aquellos que amor tienen, por así decirlo, empeñaron una parte de su narcisismo”

El amor es el bálsamo que parece al alcance de todos, sin embargo el amor no es más que un vecino de la admiración, no son la misma cosa aunque muchas veces se contaminan uno al otro, probablemente porque utilizan o comparten sistemas neuronales próximos. En cualquier caso la admiración no requiere la energía de la sexualidad pero tampoco la descarta..

En cualquier forma de psicoterapia profesional el sexo, pero no sólo el sexo sino cualquier forma de intimidad están proscritos y lo están por razones éticas (que muchas veces y algunos se saltan a la torera), pero tambien por razones prácticas: una persona narcisisita puede usar la seducción precisamente para no tener que admirar. ¿Pues es posible admirar a alguien que nos ha decepcionado sexualmente?

Es el truco de la histérica, aquella mujer que nos seduce para una vez conseguidos sus objetivos declarar: “bueno no es nada del otro mundo”, lo que salvaguarda de nuevo su propio narcisismo. No es necesario seguir admirando. Asunto liquidado.

Freud descubrió la transferencia. Para él la transferencia era una reedición de los afectos infantiles proyectados en el terapeuta. Fue con Dora cuando Freud cayó en la cuenta de que sus recaidas tenian un “para qué” Dora queria volver a estar con Freud, a ese lugar de intimidad personal que solo se logra con determinadas personas. Personalmente creo que la transferencia es algo más cercano al mito de Poros y Penia que a una reedición de afectos infantiles, todos tenemos la potencialidad de admirar y ese lugar como ya he dicho más arriba e sun lugar benéfico, curativo. Lo que cura es la intimidad que se logra en una relación asimetrica, donde el Erastés es el “sujeto que sabe” y el Eromenos el sujeto que ignora. Que ignora y desea saber. Hay uno que tiene y otro que desea obtener. Esta es la potencia terapéutica de toda psicoterapia y de toda iniciación.

El poder siempre está arriba.

Y Dora terminó abandonando su análisis con Freud precisamente porque no supo decir  “Hagase tu voluntad y no la mia.”. La indómita Dora optó por el abandono que es otra opción narcisista cuando las cosas se ponen feas, es decir nos confrontan con nuestra grandiosidad.

Enamorarse de quien se admira es posible y mucho más adaptativo en una mujer (enamorada de un hombre). ¿Pero qué sucede con los hombres que admiran a otro?

La solución en este caso no es la erotización del vinculo, al alcance en cualquier mujer sino la identificación. “Yo soy igual que tu” es la forma en que los hombres resuelven este dilema. La mujer se situa por debajo pero solo durante un cierto tiempo. Ellas como los hombres acaban por abandonar el campo, bien por la sanación que siempre incluye el desprendimiento y la sustitución erótica o bien por la decepción.

borgesBorges y su esposa: Eromenos y Erastés

La otra solución es emparejarse con quien se admira, una solución sólo al alcance de las hetairas.



Viewing all articles
Browse latest Browse all 778

Trending Articles