Salirse del surco es la manera más sutil de hablar de aquel sujeto que es incapaz de seguir en su vida un itinerario pactado socialmente, una especie de inadaptado, algo así como aquel que “mea fuera del tiesto” un aspecto que ilustra bien el sabio-cínico griego Diogenes. Y por supuesto el loco del Tarot.
Es algo muy cercano a nuestro concepto del lunático, el que cambia constantemente de parecer y que carece de fijeza y también del comodín, esa carta que sirve tanto para un roto como un descosido y que solo tiene valor en sus emparejamientos con otras cartas. Por si sólo no es más que un joker, es decir un chistoso, un bufón, aquel que dice siempre las verdades duelan a quien duelan, y que además tiene venia para hacerlo pues por su fealdad, su irresponsabilidad o su falta de ambición no es tomado en cuenta por los poderosos a quienes divierte con sus chanzas.
El loco del Tarot no está en realidad loco en el sentido clínico. Pues en realidad la locura como entidad clínica es algo muy reciente y relacionado con las ideas anatomo-clínicas que arrancan de la Ilustración y más concretamente de Emil Kraepelin. Antes de él, la locura era interpretada como un desajuste de los humores (Hipócrates), de los elementos (Areteo de Capadocia) o de las pasiones (Platón). Durante la edad media lo que se impuso fue la idea de la “posesión demoniaca” y la de pecado y fue la Inquisición la responsable de administrar tratamientos a los orates. Después con la Ilustración lo que se impuso fue una especie de naturalización en la concepción de la locura hasta que Séglas propuso el termino de “enfermedad mental” que ha llegado a nuestros días, si bien hoy hablamos de “trastornos mentales” un poco para distanciarnos de la idea médica de la enfermedad común, pues es bien cierto que existen enfermedades y existen condiciones. Y una idea fundamental:
La locura no puede reducirse a lo biológico a no ser que entendamos el “medio ambiente” y las experiencias de la vida como algo biológico.
Vino después la degeneración cerebral de Morel, que era una reminiscencia de las ideas platónicas y tomistas del pecado (individual o del linaje) y la suposición de enfermedades endógenas cuya causa era y es desconocida. El descubrimiento de la espiroqueta sifilitica como causa de “la demencia paralítica progresiva” no hizo sino incentivar la búsqueda de nuevas causas biológicas, pero lo cierto es que hasta el momento solo disponemos de muchos datos que no constituyen en sí mismo un cuerpo de conocimiento cerrado sobre la locura. La espiroqueta fue el ultimo hallazgo con hueso en la búsqueda de causas naturales que expliquen la enfermedad mental.
De manera que el loco del Tarot no representa a un enfermo sino una condición universal, una especie de arquetipo presente (constelado) en algunos de nosotros y que para entendernos podríamos identificar con Dioniso y también con Diogenes. El Loco es un cínico, es decir un sincero radical.
El loco del Tarot es pues una condición, no una enfermedad.
Representa los polos en que una naturaleza humana oscila, por una lado la liberación, y pasan a ser esa carta que abre y cierra el Tarot, el alfa y el omega, es por eso que el Loco no lleva numero Por un lado a ese ser desapegado, desenraízado (porque se ha liberado de la “matrix tierra”) que viaja con un hatillo por toda pertenencia, en el que porta ya sólo “lo esencial”. Pero no toda “locura” ni todo “loco desapegado” es un liberado … A este respecto, le preguntan a Ramana, cuáles son las señales para distinguir a un liberado. Y él dice que la presencia de un Liberado tiene un indudable efecto que sucede en las mentes de los demás presentes, y es que éstas se aquietan, dejan de rumiar … y participan de la paz en que aquel participa. (Isabel dixit)
El loco es un personaje irresponsable, impredecible, y sobre todo un tramposo (tan tramposo como el mago) pero se diferencia de el en que sus trampas son inescrutables y no sabemos a que plan obedecen. El loco carece de planes y se dedica a vagar de aqui para allá tocando muchos palos de la baraja. En los Locos más inteligentes puede rastrearse precisamente un concepto del que hablaré más abajo: la apertura a la experiencia.
Mi amigo el Loco.-
Tenia la misma edad que yo, era mi amigo del alma esa clase de amigos que se dan en la adolescencia y que son de alguna forma irrepetibles. El hacia COU cuando yo andaba por sexto de Bachiller y fue durante mucho tiempo mi alter ego hasta que la vida nos separó, tal y como conté en este post, una especie de homenaje a su persona que escribí después de su muerte.
Lo que le caracterizaba a pesar de ser una persona inteligente, y poseer un especial talento para las matemáticas era una especie de acedia vital que le consumía, una pereza existencial, era un dormilón, un holgazán. Un síntoma que le generaba no pocos desajustes, no era capaz de llegar nunca a una cita, ni siquiera a un examen con puntualidad de manera que no pudo aprobar mas que un solo curso en los cinco años en que anduvimos por la Facultad. Terminé mi carrera de Medicina y él aun estaba en segundo con alguna de primero colgando.
En el plano interpersonal era poco de fiar, hacía trampas con el dinero, con su tiempo, con sus responsabilidades y con sus compromisos. No sabía cumplir y siempre llegaba tarde a todos los sitios y a pesar de eso todo el mundo le tenia cariño y no tenía enemigos, simplemente rehuía sus responsabilidades con cierta gracia, nos hacía reír mucho, las chicas decían de él que era muy simpático e inteligente pero ninguna lo tomaba en serio. Trabajó en múltiples cosas, arruinó a su familia y a si mismo con una administración nefasta de su patrimonio y terminó abriendo una academia de “repaso” de matemáticas, donde enseñaba a quien nada le interesaba la cuestión, lo suficiente para aprobar la ESO. Al final se murió como había vivido: haciendo esperar a su mujer que iba a un acto oficial en su compañía.
Cambió mil veces de opiniones políticas, rompió con todas sus amistades, se hizo creyente y ateo en un plis plas, se hizo deportista, corredor de fondo y fumador empedernido de la noche a la mañana, pobre y rico, noctámbulo y madrugador, pendenciero y sabelotodo. Como la luna.
La vida no perdona, de modo que cuando una etapa de la misma no se cierra adecuadamente acaecen verdaderos desastres en el trayecto del peregrino, uno se pierde en el país de los misterios o acaba con una psicosis inflacionaria como contaba Jung.
Es asi como el loco siendo como es un buscador (un peregrino) en estado puro puede convertirse en un colgado (invertido) y quedar detenido por el peso de la sociabilidad y del Logos, quien “toca la citara todo el tiempo pero no vigila la olla” tiene mucho riesgo de acabar invertido
“El Loco, como carta, es uno de los arcanos más misteriosos y más dados a la confusión pues suele entenderse más en ese sentido de lo excesivo y dionisiaco, pero ese es su reverso. El aspecto solar es claramente el de un liberado, hasta casi va en taparrabos como los liberados en la India. Decía Ramakrisnha que el liberado era como un niño que al tiempo lloraba de gozo al experimentar a Satky como al tiempo reía y bailaba con su energía. Un bipolar, pero de lo transcendental”. (Isabel))
La apertura a la experiencia.-
La apertura a la experiencia es un endofenotipo (un rasgo de personalidad teórico a medio camino entre lo biológico y lo mental) descrito por Costa y Mc Rae en los “Cinco grandes” (big five) y equivale por completo al endofenotipo descrito por Cloninger con el nombre de “Búsqueda de sensaciones”
En este post de Pablo Malo puede el lector profundizar un poco más sobre el citado rasgo, pero valdrá la pena retener ahora alguna de sus características, lo que Daniel Nettle (2007) ha descrito como “el meollo de la Apertura”: su relación con el “pensamiento divergente”, con la extensión de las asociaciones, y ésta sería también la base neurobiológica de este rasgo. Cuando yo represento una palabra u objeto en mi mente se activan inmediatamente un montón de conceptos relacionados con él y es por eso que podemos saltar y coser argumentos de “aquí y de allá” y asociarlos entre sí.
La idea de las asociaciones laxas pertenece a Eugen Bleuler, un psiquiatra suizo que dirigía el hospital donde trabajó Carl Gustav Jung. A él le debemos dos cosas: la palabra “esquizofrenia” que vino a sustituir a la demencia precoz de Kraepelin y la idea de las asociaciones laxas.
Para Bleuler los esquizofrénicos estaban divididos (escindidos=esquizo) por una especie de laxitud entre ciertos sustratos neurales teóricos relacionados con el juicio y el pensamiento. Los esquizofrénicos asociaban demasiado y de manera arbitraria y es por eso que su pensamiento descarrilaba sin tener el cuenta las relaciones semánticas entre unos pensamientos y otros.
El coste de puntuar alto en apertura a la experiencia, es decir en la capacidad de construir asociacioens divergentes entre cuestiones alejadas entre si, como sucede en la poesía es que a medida que asociamos entre dominios cada vez más remotos podemos llegar a realizar asociaciones muy “extrañas” y “locas”, y podemos llegar a caer en lo paranormal o en la locura (a fin de cuentas los esquizofrénicos y esquizoíípicos también puntúan alto en pensamiento divergente). Aumentar la Apertura nos puede llevar a la creatividad artística pero también a un trastorno psicótico y no sabemos qué determina que personas con personalidades similares lleguen a desarrollar una un trastorno esquizotípico de la personalidad mientras que la otra llega a ser un artista célebre. (Pablo Malo).
Y no sabemos por qué pero en mi opinión tiene que ver con las experiencias de la vida y con los entornos protectores que algunos encuentran y otros no. Mi amigo no enloqueció porque logró encontrar un sentido a su caótica vida con su esposa y su hija, tambien porque el entorno en que vivía, un entorno rural logró servirle de prótesis a su alocada praxis existencial.
Se salió del surco pero así y todo no deliró ni enfermo mentalmente, solo del corazón.
Y me dejó pensado en que quizá la esquizofrenia (la psicosis) no es el precio que pagamos por el lenguaje como sostiene Crow, sino el precio que pagamos por tener esa capacidad casi mágica que nos permite navegar entre conceptos, tendiendo puentes y relaciones entre cosas alejadas, unas abstractas y otras muy concretas. En este sentido el pensamiento divergente sería lo opuesto al rigor cientíifico y quizá su complementaria habilidad.
Pues el Loco es un bipolar, pero un bipolar trascendente (Isabel)
Nota: delirar procede precisamente del latinajo que preside este post: “De lires ira”
Bibliografía.-
Daniel Nettle. Personality. What makes you the way you are. Oxford University Press 2007
Nota liminar.-
Isabel es el nombre con el que se conoce a la musa del blog, “La nodriza de las hadas” o reina Maab y que suele dejar comentarios aquí. Como a Eros no se le puede ver sino de espaldas y entra y sale como el Loco.
Ella me da pistas de por donde navegar, es como una ventana o mejor como una casa en la que cada vez que abres una puerta se abren otras casas dentro.
Enteras.