Recientemente han aparecido en los medios dos noticias escalofriantes, la última de ayer en Benicasim (Castellón), un individuo de nacionalidad española arremete contra su pareja, un mujer hungara y la asesina a cuchillazos,y poco después contra sus hijos (no sabemos si eran hijos propios o solo de la mujer) dejando herido de gravedad al niño de 13 años y tambien a la niña de 11 que habian intentado socorrer a su madre.
La otra noticia trata de un acoso sistemático de un sargento de la guardia civil a una guardia, compañera de trabajo del anterior. Se trata de dos casos de violencia de hombres contra mujeres y niños en el primer caso mientras que el segundo caso trata más bien de un acoso sistemático de un jefe contra un subalterno.
En los dos casos sin embargo son de esperar graves secuelas psiquiátricas. ¿Qué sucederá con esos niños que han presenciado escenas atroces si es que sobreviven a sus respectivos apuñalamientos? ¿Qué sucederá con la guardia civil en adelante después de que las autoridades hayan resuelto a su favor apartando al sargento de sus funciones?
Lo curioso es que no existe en nuestro país ningún programa asistencial a nivel estatal ni tampoco en la CCAA, para prevenir posibles secuelas psiquiátricas en este tipo de personas. Secuelas que son previsibles en el caso de esos niños de Benicasim como tantos otros en la misma situación de orfandad traumática. La sociedad en su conjunto está persuadida de que una vez salvada su vida (la de los niños) y una vez atendidas sus necesidades de alojamiento, alimentación y escolarización, ya hemos terminado, sigue habiendo una negación de las secuelas del trauma. No deja de ser paradójico que una de las patologías psiquiátricas mas fácilmente prevenibles sea precisamente ésta: “niños que han presenciado la muerte de un familiar” y que sin embargo no reciban al menos durante algunos años algun tipo de tratamiento que les ponga a salvo de sus complicaciones psiquiátricas más conocidas.
Naturalmente estos niños acumulan varios traumas en uno, el principal es la escena traumática, pero luego quedan otros: ¿cómo asumir que su orfandad procede precisamente de un crimen llevado a cabo por su padre? ¿Al cuidado de quién quedan estos niños? ¿Abuelos, familiares, si los hay o cuidados impersonales en alguna institución?. El bucle de lo traumático se cierne sobre ellos, solapándose unos traumas con otros déficits o toxicidades.
Y de todas esas complicaciones hay una que está bien establecida: se trata del trastorno disociativo múltiple, una entidad que se ha relacionado con haber presenciado atrocidades en la infancia. Mientras que haberlas sufrido está más relacionado con el “trastorno por estrés postraumático”. Dicho de otro modo, estos niños tienen un altísimo riesgo de convertirse en pacientes psiquiátricos en unos cuantos años si no hacemos nada.
El perfil del perpetrador.-
Sabemos bien poco de los perpetradores, tanto si estamos hablando de violaciones, como de maltrato doméstico, acosadores o crimenes de genero. Una de las razon es por las que sabemos tan poco es porque estas personas rara vez piden ayuda psiquiátrica o psicologica. Los que más pueden saber son los forenses, es decir cuando ya sus conductas han pasado al terreno de lo judicial y en ese entorno ya es bastante complicado un acercamiento psicoterapeutico eficaz. Los programas que se ponen en marcha en el interior de las cárceles son de dudosa eficacia pues la motivación de los que se acojen a ellos es la redención de pena y no una motivación sincera de cambioo rehabilitación.
Sin embargo sabemos mucho sobre las victimas, que son las que recurren a los servicios sanitarios con más frecuencia. Esta desigualdad permite en la gran mayoria de los casos seguir ignoradolo todo sobrelos perpetradores y casi todo sobre las victimas. Y no cabe duda de que la sociedad en su conjunto protege a los que abusan y tiende siempre un velo de incomprensión sobre las victimas. La idea es que o bien exageran o bien mienten y la mayor parte de las veces ocultan durante años las agresioens que han sufrido, asi se supone que en España solo 1 de cada 10 violaciones se denuncia. Las razones son múltiples, pero han sido señaladas por distintos autores (Herman), si quisieramos inventar un sistema para retraumatizar a los traumatizados por una agresión sexual se nos ocurriria una corte judicial”. En esta noticia podemos observar como la retraumatización y la humillación son constantes en sede jurídica.
Lo cierto es que la justicia que tenemos es demasiado formal, demasiado protectora y garantista para los agresores pero no con las victimas que se encuentran desprotegidas durante todo el proceso, si lo hubiere, donde se trate de demostrar que han sido victimas de un abuso sexual o una violación. No es de extrañar pues que la mayor parte no denuncien.
Y es mayormente comprensible cuando estos ataques son cometidos por alguien conocido (la mayor parte de las violaciones las cometen conocidos de la victima), tiene lugar en comunidades pequeñas, donde todos se conocen y la convivencia con los agresores o sus familias es constante. No siempre es posible, además conseguir el apoyo de la familia que suele dividirse en estos casos, entre los partidarios de denunciar y los que apuestan por mirar hacia otro lado. Naturalmente el no conseguir el suficiente apoyo familiar va a complicar el trauma, pues todo trauma precisa reconocimiento y justicia.
Lo que sabemos es que todas estas agresiones dejan en la victima un poso de culpabilidad y de vergüenza que paradójicamente no sienten los agresores sexuales. Y lo que sabemos es bien poco:
Sabemos que la mayor parte de ellos no son enfermos mentales (la banalidad del mal descrita por Hanna Arendt), sino personas reservadas, autoritarias, celosas, narcisistas y a veces paranoides pero que no suelen haber tenido problemas con la ley por otros motivos, conocen bien los entresijos y resortes del poder y saben someterse a la jerarquía social. Sus distorsiones proceden más bien del campo del amor y la intimidad.
La idea central en sus distorsiones cognitivas es que “en casa mando yo”, “se hace lo que yo digo” y “pareja e hijos han de someterse a mis dictados y obedecer”.
He conocido profesionalmente muy pocos perpetradores pero sin embargo y por lo que he leido parece que hay un patrón que se repite: la idea de que “ella se lo estaba buscando” o bien “ella me provocaba” o “ella no me obedecia”. Paradójicamente incluso los asesinos de sus propias parejas no se sienten culpables conscientemente al menos, y operan como si hubieran “cumplido con un deber siniestro”, el de dar un buen escarmiento a sus parejas o de vengarse de ellas. Hay por tanto una intención moralizante en su maltrato.
El vinculo traumático.-
Las relaciones entre un maltratador y su pareja son muy parecidas a las que mantienen el captor con su rehén. Se trata de una situación muy anómala porque el mismo sujeto que castiga es el mismo que a veces y de forma arbitraria provoca alivio. La víctima recorre todos los estados desde el miedo al agradecimiento y para hacerlo no tiene más remedio que escindir su pensamiento de aquella manera que el mismo Orwell escribiera en 1984 y que bautizó como “doblepensamiento”. El “doblepensamiento” es decir la capacidad para mantener ideas contradictorias como si ambas pudieran ser verdaderas a la vez es lo que probablemente mantiene a la victima en contacto con la realidad. Es por eso que la victima puede mantener la idea de que en realidad su pareja la ama y la maltrata al mismo tiempo.
El maltratador por su parte no se conforma con conseguir una sumisión intimidatoria sino que pretende que su pareja no solamente se le someta por miedo sino que se le someta por amor, por propia voluntad, algo que hemos aprendido de ciertas escenas en situaciones de raptos prolongados por móviles sexuales o no como el que narró Natascha Kampusch cuyo secuestro duró ocho años.
De este episodio que se resolvió favorablemente para la adolescente que mostró en todo momento un estado mental muy “entero” podemos discriminar algunos de los móviles del secuestrador que no son otros sino los de obtener un control totalitario sobre su rehén, convertirla en una prolongación de sí mismo, en materia inanimada, despojarla de toda voluntad subjetiva, quizá la única forma de asegurarse un amor incondicional..
Y no deja de ser curioso como este caso sigue estando bajo la mirada de la sospecha tanto de la prensa como de la policia, como si la niña se hubiera inventado todo o al menos ocultara parte de la verdad.
En cualquier caso los detalles poco importan desde el punto de vista psicológico y sólo pueden interesar a los “voyeurs”,si hubo no hubo violencia sexual en ese episodio es absolutamente irrelevante pues todo sucedió en otro entorno traumático mayormente abarcativo: el cautiverio en sí mismo. Si el raptor actuó solo o en compañia de otra persona puede tener interés para la poilicía no para nosotros, si estaba implicado en una red de pederastas es otra hipótesis policiaca pero no psicológica pues la propia Natasha ha negado esos abusos sexuales en la entrevista que colgaré aqui abajo.
Pido a aquellos que puedan verla dejen sus impresiones en los comentarios. ¿Les parece que Natasha miente?
