Hace un par de días tuve acceso a un catálogo de tuits que “el Diario” coleccionó (haciéndose eco de algún propagandista) a un magistrado del Supremo llamado Antonio Salas Carceller (@salascarceller1) que me llamó la atención y que desencadenó un aluvión de críticas, y no se hicieron esperar criticas del mismo estamento jurídico pero también de adhesiones en las redes sociales. Al día siguiente el citado magistrado concedió una entrevista en la sexta donde fue crucificado de nuevo por el lobby feminista y sus agitadores profesionales. ¿Pero qué es lo que dijo el citado juez para resultar tan criticado?
Lo que vino a decir es que la violencia de género no puede atribuirse al machismo, sino a la maldad, a la mayor fuerza física de los hombres y a los conflictos de convivencia entre las personas. En su entrevista se mostraba además partidario de aplicar las mismas penas a las mujeres ante igual delito y al mismo tiempo subrayó que ya en el código penal existían suficientes recursos para castigar a los hombres cuando usaban el agravante de “mayor fuerza”, no era necesaria una nueva ley, la LVG para luchar contra esta lacra de los crímenes de género. La violencia de género no es un tipo de violencia especial, sino una versión más de la violencia entre personas. Y desde luego no puede atribuirse al “machismo” como causa de la misma.
Pero qué es el machismo.-
El machismo a juicio de algunas feministas es algo que impregna la vida, la educación, los valores, una especie de miasma homeopático que induce la violencia de los hombres contra las mujeres y que también explica la mayoritaria proporción de hombres en ciertas escalas y magistraturas, al decir de algunas:
El machismo que mata se engendra en una mullida base social históricamente subestimada.
Una base que se genera y regenera a través de cada anuncio sexista y de cada acto de violencia machista amplificado con unas tecnologías que son dúctiles canales de propagación, hasta extremos inquietantes. Se regenera en cada hogar donde imperan los roles de género, a pesar de la integración de las mujeres en un mercado laboral, que también las discrimina. Y se regenera en unas herramientas educativas con un lenguaje y una historia donde sólo habitan hombres.
La carrera judicial no es un estamento estanco, aislado o inmune a los prejuicios machistas. Los jueces y juezas nacen, se educan y opositan en la misma sociedad patriarcal que el resto de profesiones. Por tanto, el machismo también impera en la justicia, donde se extiende bidireccionalmente, de forma endógena (hacia dentro), o exógena (hacia fuera). Esta última es, quizás, la más peligrosa por el impacto negativo que tiene sobre la ciudadanía. Una justicia machista es incompatible con una justicia equitativa.
La constatación del machismo endógeno está en la escasa representación femenina en la cúpula judicial y también en la fotografía de la justicia que cada año ilustra la apertura del año judicial, en la que no hay ni rastro de las mujeres, a pesar de que en la actualidad, las féminas rubrican más de la mitad de las sentencias que se dictan en este país, donde ocupan el 52’4% de la totalidad de las plazas judiciales y el 62’5% , en la franja de edad inferior a 51 años, de acuerdo con las estadísticas del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ). (2). Esta imagen, símbolo del techo de cristal judicial, es un insulto a la dignidad de las juezas, porque las invisibiliza con un mensaje de negación de su importante aportación a la justicia española.
Resultaría interesante preguntar si el feminismo es también otro miasma, algo que impregna las creencias o por el contrario es algo bueno en si mismo, una especie de antídoto o de solución final.
Como corolario final el juez Salas añadió que la violencia de género no tenia solución ya que se encontraba inscrita -como toda violencia- entre los recursos que los humanos usamos para salirnos con la nuestra.
En realidad el magistrado recurre a una etiqueta moral (maldad) para neutralizar otra etiqueta política “machismo”, aunque probablemente el término “maldad” explica mejor la violencia (de hecho los libros que suelen escribirse por neurocientíficos hablan de la maldad o evil en inglés) que el termino “machismo” que es más bien una entelequia usada por ciertas ideologías para achacar a la virilidad todos los males del mundo, algo parecido a identificar Islam con terrorismo. Ni todos los musulmanes son terroristas ni todos los hombres son violentos, lo son una pequeña minoría.
Y no cabe duda de que el argumento de una mayor fuerza por parte del hombre explica aun mejor porque la mayor parte de las veces las víctimas son mujeres. Las mujeres, los niños, los ancianos u otros hombres son generalmente víctimas de los hombres violentos, si bien es cierto que el uso de armas ha dejado la “fuerza física” en un plano secundario. Con un revólver en la mano todos somos más fuertes que aquellos que van desarmados.
Sin embargo pertenecemos a una especie dimórfica, es decir una especie en la que hombres y mujeres, no sólo nos diferenciamos en el tamaño, sino en la fuerza, agresividad, velocidad e intereses de lo que ya hablé en sucesivos post, de manera que no voy a repetir los argumentos en clave evolucionista que podeís encontrar a lo largo y ancho de este blog. Simplemente señalar que ese dimorfismo entre hombres y mujeres es una adaptación ancestral de nuestra especie, los hombres somos más grandes, altos y fuertes porque hemos tenido que competir con otros hombres por los recursos y el sexo. Las especies dimórficas señalan hacia una fuerte competencia intrasexual (sea de machos o hembras) en tiempo ancestral.
La iniciativa.-
Pero a mi me gustaría añadir otras cuestiones a lo expuesto por el juez Salas. Me gustaría aportar algunos datos de psicología evolucionista y también otros datos procedentes de la clínica de personas maltratadas. La primera cuestión que me gustaría abordar es para añadir, otra variable a la ecuación que propone Salas, me refiero a que los hombres somos y tenemos una mayor iniciativa en la tarea de obtener y buscar parejas, de tal modo que un hombre sin iniciativa es muy probable que se quede sin ella. La mujer por su parte solo tiene que esperar a verlas venir, no necesita hacer nada, los merodeadores intentarán seducirla a poco atractivo que tenga.
Esta es la razón por la que la depresión es mucho más frecuente en las mujeres que en los hombres, un hombre jóven y deprimido no alcanzaría a obtener ninguna pareja, mientras que la depresión en la mujer no interfiere en su fitness reproductivo. Por contra, es de esperar que los hombres empleen más drogas, más conductas de riesgo o utilicen el alarde como medio de seducción, es decir que pongan en riesgo su vida a fin de obtener parejas.
Los celos.-
En los crímenes de género se habla muy poco de los celos, demasiado poco, a pesar de que la mayor parte de los agresores son o bien parejas actuales o bien ex-parejas pero en ambos casos se comparte una cuestión: el deseo por parte de la mujer de romper la relación, de denunciar malos tratos si los hubiere o de comenzar una nueva relación con una tercera persona. Y parece que los hombres viven muy mal ser abandonados por sus parejas, tan mal que muchos de ellos recurren al crimen como mecanismo de venganza ante la ofensa -para ellos intolerable- de ser abandonados.
Pero lo cierto es que los hombres pueden ser tan celosos como las mujeres y tan posesivos como ellas. Por alguna extraña razón tanto las mujeres como los hombres pensamos en nuestras parejas como posesiones personales, como la tierra o el ganado. Se trata de un error cognitivo común a nuestra especie solo que:
Los celos no provocan las mismas reacciones en hombres y en mujeres. Se sabe (Wilson y Daly, 1982) que los celos masculinos evolucionaron como una conducta de intimidación hacia otros machos, mientras que los celos de las mujeres están mayormente relacionados con la defensa del nido, es decir del macho como recurso para asegurar la vida de los hijos en común. Las patologías y las explosiones emocionales que causan los celos son bien distintas según el sexo. Los hombres sufren con más frecuencia de delirios de celos, mientras que las mujeres no suelen llegar a delirar casi nunca si bien pueden padecer obsesiones de celos aunque no paranoias.
Para saber más sobre esa emoción tan compleja que llamamos celos.
La fascinación de algunas mujeres por los malvados.-
Suele decirse desde algunos lugares del pensamiento políticamente correcto que si no hubieran clientes no habría prostitutas y por supuesto tampoco habría trata de personas. Efectivamente muerto el perro se acabó la rabia, un tipo de pensamiento Hécate. Por la misma razón podríamos decir que si no hubiera mujeres fascinadas por los malos no habría malos. El mal desaparecería del mundo sólo con extinguir los incentivos que llevan a algunas personas a emparejarse o simplemente tener tratos con determinados individuos. El problema es que los incentivos existen, es verdad que la inexperiencia o la ignorancia también juegan algún papel en esta ecuación.
Dice Pablo Malo en este post:
“La Psicología Evolucionista ha estudiado bastante el tema de las estrategias y preferencias sexuales de hombres y mujeres a partir de teorías como la de la Inversión Parental de Trivers. En estos estudios aparece una constante, una idea que se repite en muchos autores, y es que las mujeres necesitan dos cosas de los hombres: los mejores genes posibles, y que ayuden en la crianza de los hijos. Estas dos cosas son incompatibles hasta cierto punto y sólo confluyen en el príncipe azul, algo muy difícil de encontrar. Si la mujer escoge un hombre muy testosterónico y atractivo físicamente este hombre probablemente no se va a quedar en casa a colaborar, entre otras cosas porque las mujeres se lo van a rifar y va a tenerlo muy fácil irse con otras. Hay muchos estudios en esta línea, como los que encuentran una atracción por hombres más masculinos en periodos fértiles del ciclo menstrual y por hombres más “femeninos” en períodos no fértiles. En inglés llaman “dads” y “cads” a estos dos tipos de hombres. Los cads serían los que nosotros estamos llamando “malotes”.
Es decir, la atracción por los malotes es la atracción por los buenos genes. ¿Buenos genes asesinos como los citados? Lo que estoy planteando es que la mujer está respondiendo a unas claves que ancestralmente indicaban buenos genes, aunque ahora indiquen que te vas a ir a la cárcel. Las claves a las que la mujer está respondiendo serían claves de dominancia. Me explico. Hay muchos estudios donde se ha encontrado que los buenos cazadores y los buenos guerreros tienen más éxito reproductivo que los que no lo son tanto. Estos guerreros y cazadores tienen que correr más que sus presas o víctimas, tienen que saber encontrarlas, enfrentarse a ellas y darles muerte. Tener un hombre de estos como pareja puede significar que tu prole va a tener recursos y más probabilidades de supervivencia. El individuo que es capaz de hacer su voluntad, de imponerse a los demás (incluso matando) indica que es un hombre superior que probablemente va a subir en el escalafón, va a ser un líder o jefe, y por lo tanto un buen partido. Los individuos que he mencionado al principio (Carcaño y Manson) eran jefecillos de un grupete (el primero) o líderes de un grupo más amplio (el segundo). Ahora acaban en la cárcel, pero tenemos un sistema legal decente (concededme que tenemos un sistema legal decente a los efectos de mi argumentación :)), desde hace cuatro días, hablando en tiempo evolucionista. Lo que estoy planteando es que lo mismo que respondemos a las grasas y el azúcar con un gran apetito por ellas porque en tiempos ancestrales indicaban calorías y algo deseable, las mujeres pueden estar respondiendo erróneamente a unas claves que en tiempos ancestrales sí podían indicar buenos genes.
Resumiendo, la atracción por hombres peligrosos incluso en casos extremos se explicaría por la tecla que tienen las mujeres de buscar buenos genes en su pareja. Las claves para detectar esos buenos genes son dobles: el aspecto físico y la conducta de esa posible pareja. Una conducta agresiva y dominante, puede haber indicado buenos genes en tiempos remotos. Sin embargo, no hay mucha literatura que haya tratado este tema directamente. Los únicos estudios que he encontrado al respecto son los que hablan de que las mujeres encuentran atractivos a los hombres que puntúan alto en la llamada Triada Oscura (psicopatía, narcisismo y maquiavelismo). También hay estudios que encuentran que las mujeres se ven atraídas por rasgos de orgullo, seguridad y poder. Pero , en conjunto, la visión evolucionista nos pone en camino de entender esa zona oscura de la psicología femenina muy difícil de entender de otra manera.
La agresividad oculta de las mujeres y el tema de la igualdad, son dos de los temas que abordaré en mi próxima entrada, que comenzará con la siguiente pregunta ¿Son crímenes de género los crímenes donde un homosexual asesina a su pareja?
Pues parece que: los impulsos violentos o agresivos entre parejas que conviven o convivieron pueden tener su origen en algo diferente al sexo de la pareja.
Bibliografia.-
Daly M, Wilson MI, Weghorst SJ (1982) Male sexual jealousy. Ethology & Sociobiology 3: 11-27.
¿Violencia machista? por Pablo Malo