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Buenas razones, malos sentimientos

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nesse

La psiquiatría progresa muy lentamente entre otras cosas porque se halla encorsetada en una búsqueda de causas próximas para los distintos trastornos mentales que aquejan al humano. Este libro de Randolph Nesse aborda esta cuestión y nos obliga a cambiar algunas preguntas.

Nesse hace una pregunta fundamentalmente nueva. En lugar de preguntar porqué algunas personas se enferman, pregunta porqué la selección natural nos dejó a todos tan vulnerables a las enfermedades mentales. Los límites de la selección natural ofrecen un tipo de respuesta, pero varios otros son igualmente importantes. Nuestros entornos son muy diferentes de aquellos en los que evolucionamos, lo que nos hace vulnerables a la adicción y los trastornos alimentarios. Los malos sentimientos como la ansiedad y el bajo estado de ánimo son, como el dolor y la tos, útiles en ciertas situaciones, pero a menudo ayudan a nuestros genes, no a nosotros, y, como los detectores de humo, son propensos a las falsas alarmas. La ansiedad social es casi universal porque a aquellos de nuestros antepasados a los que les importaba lo que otros pensaran sobre ellos les iba mejor que a otras personas. La culpa hace posible la moralidad, y la pena y los celos son el precio casi insoportable del amor. Reconocer los orígenes evolutivos de estos síntomas ayuda a distinguirlos de las enfermedades.

La causas próximas describen a menudo mecanismos, por ejemplo la psiquiatría ha avanzado mucho en comprender porque las personas se deprimen, lo que no sabemos es porqué existe la depresión. Del mecanismo que muchas veces identificamos con la causa pasamos al fenotipo olvidándonos de que no existe un solo paso y que este desfile (del gen o mecanismo neurobiológico al fenotipo o conducta) está presidido por la complejidad. En este sentido aquellos que piensan que la depresión está causada por un deficit de serotonina, no acaban de comprender que la linealidad no hace más comprensible la causa sino que la emborrona todavía más y lo hace fundamentalmente porque confunden mecanismo con causalidad ignorando que puede haber muchos mecanismos que operen en sinergía para llegar a un mismo resultado.

En este sentido Nesse en su libro navega sobre unos cuantos desencuentros entre la Psiquiatría y la teoría evolutiva, para ello trata de hacerse las preguntas correctas:

  • Cómo se formaron las emociones para beneficiar a nuestros genes, no a nuestra salud o felicidad: los celos aumentan el estado físico, incluso cuando destruyen vidas; duele oír llorar a los bebés, así que los padres los cuidan; Los sentimientos sexuales hacen que muchas personas hagan cosas buenas para sus genes pero desastrosas para ellos.
  • Cómo el principio del detector de humo explica la ansiedad inútil: ¿ debería correr si escucha un ruido detrás de una colina que podría ser un león? Es probable que el costo de correr sea pequeño en comparación con el costo de no correr si un león está realmente allí, por lo que las falsas alarmas son normales y necesarias.
  • El precio que pagamos por relaciones profundas y significativas: la pena y la culpa son el precio del amor y la bondad. Existen porque hemos sido domesticados durante miles de años por individuos que eligen socios y amigos que son honestos, dignos de confianza, amables y generosos; preocuparse por lo que otros piensan de nosotros y el dolor de la pérdida es el precio de las relaciones profundas.
  • Por qué la adicción es una consecuencia inevitable de nuestra capacidad de aprender: adaptamos nuestro comportamiento en función de nuestras experiencias, haciendo lo que sea que funcione. Las drogas que nuestros ancestros nunca encontraron en sus escarceos pueden llegar a secuestrar nuestros sistemas, convirtiendo a algunas personas en zombies.
  • Por qué los problemas sexuales son comunes : los sistemas sexuales evolucionaron para beneficiar a nuestros genes, aun a un alto costo para nosotros.
  • ¿Por qué los trastornos alimenticios son comunes? Muchos estudios preguntan por qué ciertos individuos son propensos a los trastornos alimentarios, pero Nesse plantea una pregunta diferente: ¿cómo los mecanismos que evolucionaron para enfrentar la hambruna generan una alimentación incontrolada en ambientes modernos?. A esta pregunta intenté responder en este post.
  • Por qué persisten los genes de la esquizofrenia y el autismo: algunos son mutaciones “ex novo”, pero otros mantienen un sistema cercano a un nivel máximo de condición física, a pesar del riesgo de insuficiencia mental catastrófica.
  • Por qué generalmente es seguro aliviar el dolor emocional, incluso cuando es normal: a veces las emociones dolorosas nos ayudan, pero generalmente son excesivas o inútiles. Una perspectiva evolutiva fomenta el respeto por nuestras emociones, pero también determina los esfuerzos para encontrar nuevas estrategias para la prevención y el tratamiento.

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Lo que Nesse plantea es que la Psiquiatría deberá resetearse para discriminar qué es una enfermedad y que es una adaptación, teniendo en cuenta que una adaptación puede convertirse en una patología precisamente por el cambio ecológico del hombre de hoy. Hay que tener en cuenta que las adaptaciones se hicieron en un tiempo y lugar donde las amenazas del medio ambiente eran absolutamente distintas a las actuales, muchas de las cuales han desaparecido ya y han aparecido otras nuevas; el miedo que es una emoción innata muy útil para nuestra supervivencia se ha quedado -por decirlo así- en paro debido a la disminución de amenazas reales que han pasado del alguna forma a ser amenazas simbólicas. Es por eso que hablamos de ansiedad y no de miedo.

Plantea que cuando estudiamos un síntoma o rasgo tenemos que verlo en estas cuatro dimensiones:

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La dimensión causa proxima-causa remota. Es decir la dimensión mecanismo-adaptación.

La dimensión histórica-ecológica. Es decir qué nos sucedió en ese periodo tan versátil y plástico que llamamos infancia, ¿cómo fue nuestra crianza, tuvimos perdidas importantes, sufrimos malos tratos, nos desarrollamos en un entorno de privación o pobreza?

La dimensión ontogénica es decir de nuestro desarrollo tanto en el tiempo en que fuimos fetos, como en las sucesivas etapas del neurodesarrollo, ¿hubo algún traumatismo craneal, alguna enfermedad infecciosa que pudiera haber interferido en nuestro cableado cerebral?

Solo entonces podremos estar en condiciones de pensar la enfermedad mental desde un punto de vista holístico. Quizá esta mirada nos permita entender mejor casos como el que esta semana hemos vivido con el caso del caníbal que se comió a su madre. donde podemos encontrar al cerebro en toda su complejidad, desde factores proximales (drogas), enfermedades (psicosis), y probables desarrollos anómalos de tipo ontogenético.

Y es muy posible que vuelva sobre este caso puesto que el canibalismo toca una fibra muy importante desde el punto de vista filogenético en nuestra especie.

 

 


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