Aquellos de ustedes que leyeron el post anterior ya sabrán a estas horas que es en la familia donde se dan cita dos de las funciones que encabezan este post: la sexualidad y la fertilidad actualmente disociadas como plantearé más abajo. Pero lo primero es una definición ¿qué es una familia?
En este momento me gustaría dirigirles a un viejo post que escribí hace algunos años y donde intentaba dar una definición, de manera que ahora solo me resta dirigir al lector a esa lectura y añadir que una familia es una institución social que comparten dos o más personas de distintas generaciones, que conviven durante un tiempo indefinido en un mismo lugar y donde al menos hay una pareja fértil que se reproduce, y además dónde las distintas generaciones no se reproducen al mismo tiempo. Significa que la familia es un nicho ecológico social que acoge a aquellos que se regeneran. Sin regeneración no hay propiamente familia aunque pueden existir parejas que a su vez tengan familias de origen.
Todos tenemos familias en nuestro origen pero el término “familia” remite a la capacidad para crear familias ex novo. Naturalmente a partir de la reproducción (propia o ajena) puesto que las adopciones también se integran en una familia aunque los padres sean estériles (el cuaternio, es decir se trataría de niños que tienen dos padres y dos madres).
Y se regeneran porque existen dos sexos: masculino y femenino, vamos a verlos en un gráfico:
Como puede observarse en este rombo, el eje horizontal representan la disposición masculino-femenino, el eje que llamaremos sexual y que es el responsable de la atracción siempre y cuando estos dos sexos se encuentren en cierta tensión y asimetría. Si hay demasiada poca polaridad no hay atracción como les sucede a los niños pequeños y si hay demasiada polaridad entonces lo que sucede es que hay rechazo y aversión o miedo al otro sexo. En cualquier caso la ruptura de esa asimetría fundacional viene seguida de rechazo o de desinterés.
Pero atendamos ahora al otro eje del rombo, el vertical, veremos que en este eje se sitúa el Poder, en el vértice superior situamos a los poderes visibles, el Gobierno, el Estado, la Ciencia, el derecho, el dinero, etc. En el vértice inferior situamos a los poderes ocultos, los que operan en el obscenario y no se muestran: crímenes, abusos, violaciones, delitos de sangre, corrupción, lo que llamamos el Mal, lo demoniaco, etc. se trata del poder oculto y caótico que se opone en cierta medida al poder del vértice superior que es Orden mientras que el poder del vértice inferior es Caos.
Las relaciones entre lo femenino y lo masculino están presididas pues y delimitadas por el eje vertical del Poder. Un Poder que en parte es visible en escena, pero hay otra parte del poder que es opaco y no se muestra. Lo mismo sucede en el sexo, hay una parte que es apariencia y que es visible y otra parte que está oculto, más concretamente los genitales están ocultos. Y también se oculta la enorme cantidad de poder que tiene una mujer si está bien iniciada en los misterios del sexo.
Naturalmente existe una agenda transhumana que favorece la polarización de los sexos. ¿Qué es el feminismo sino una ideología que trata por todos los medios de separar y enfrentar a los sexos? Lo que es interesante es que el Poder apoya este movimiento indiscutiblemente; en nuestro país no existe ningún partido con representación en el Congreso que esté en contra de estas políticas, curiosamente tampoco hay ningún partido político que se preocupe de favorecer la natalidad (siendo como es un problema de primera fila en toda Europa).
Todo parece indicar que estamos frente a una agenda de desfertilización de las sociedades avanzadas.Naturalmente a cargo de esos poderes ocultos que no se muestran puesto que seria obsceno que los políticos salieran defendiendo esta idea de desfertilización. Lo que no se puede decir se oculta detrás de otras decisiones que parecen no estar relacionadas con ella.
El Poder en su vértice superior (a través de la ciencia) inventó los anticonceptivos, lo que no podían imaginar sus descubridores es que la generalización de estas tecnologías del engaño acabarían provocando en los imaginarios de nuestros conciudadanos una disociación entre fertilidad y sexualidad.
Y esta disociación tiene efectos colaterales.
El principal efecto es que la afectividad y la actividad sexual se han divorciado para siempre, de lo que se trata es de tener mucho sexo y pocos hijos o ninguno, muchas parejas, eventualmente desconocidas que agregar a un listado de éxitos o hazañas sexuales relacionadas co el consumo. No importa si estos contactos no son nada placenteros, o si son en sí mismos decepcionantes, hay que estar en el mercado, al día, y una muchacha tomando anticonceptivos puede ser tan promiscua como un hombre. De eso se trataba: de descubrir y ¿disfrutar? de la sexualidad libremente.
Dicho de otra manera: la ramera y la mujer común han borrado sus diferencias aparentes pues la ramera era la mujer traumatizada y consagrada al sexo que equilibraba las oportunidades sexuales. La virtud femenina ha desaparecido del panorama social. Ni las casadas se libran como fue de esperar en las sociedades traidicionales; hoy todas las mujeres son accesibles teóricamente claro, lo que induce a una enorme confusión en los hombres mas desorientados que no llegan a comprender que las mujeres eligen los mejores genes cuando pueden y que la selección sexual está en sus manos.
La familia es un seguro de vida para los individuos, un valor-refugio para cuando las cosas van mal, el único lugar donde es posible esperar solidaridad de por vida y amor sin condiciones. La familia es pues el enemigo a batir por cualquier sistema totalitario, la familia es un engorro para el Poder, ese que atraviesa de arriba abajo toda nuestra vida y que tiene su sombra demoniaca planeando por todos sus resortes.
Lo que explica porque el Poder no gasta un solo euro en propiciar más nacimientos y ventajas para las madres y se consumen ingentes cantidades de dinero en subvencionar campañas de “empoderamiento” feminista, financiando oenegés que supuestamente defienden la igualdad. El feminismo es enemigo de la maternidad y de la familia.
El feminismo es hoy un negocio.
Pero no solo el feminismo es un enemigo de la familia, hay otros intentos de socavar la familia y la necesario tirantez de los sexos, las campañas de visibilización LGTBI, el aborto prácticamente libre y el adoctrinamiento en las escuelas persiguen un mismo fin: la abolición de la familia y la disociación definitiva entre sexo y reproducción.
Para entender como se lleva a cabo este plan es necesario comprender mejor cómo opera este mecanismo universal que llamamos disociación. Y cómo estamos programados a través del trauma.