Antes de comenzar este post -que sigue al anterior, – pero puede leerse autónomamente me gustaría avanzarle al lector una idea personal: creo que las enfermedades mentales de nuestra especie tienen un origen disociativo, es decir proceden de esa capacidad humana -aun mal conocida- que llamamos disociación.
Que nos viene de serie y que es nuestra mayor vulnerabilidad y al mismo tiempo una de nuestras fortalezas, puesto que la disociación es en esencia un mecanismo de neurodefensa, es decir un mecanismo que nos permite sobrevivir en ambientes hostiles, peligrosos o amenazantes. Un definición de disociación, la de Putnam:
“Un proceso que produce una alteración en los pensamientos, sentimientos o actos de una persona de forma que, durante un periodo de tiempo, ciertas informaciones que llegan a la mente no se asocian o integran con otras, como sucede en condiciones normales.
Por otro lado, M. Steinberg (Steinberg, 1994) comenta que las experiencias disociativas se caracterizan sobre todo por una “compartimentalización de la consciencia”. Esta expresión se refiere al hecho de que ciertas experiencias mentales de las que se espera normalmente que se procesen juntas y al mismo tiempo (pensamientos, emociones, sensaciones, recuerdos y el sentido de la identidad), se encuentren aisladas funcionalmente unas de otras permaneciendo en algún caso inaccesibles a la consciencia o a su recuperación mnésica voluntaria”.
Dicho de una manera más clara:
- La disociación es un mecanismo fisiológico que no implica patología. Todos somos susceptibles de disociarnos y es muy conveniente hacerlo cuando vamos a morirnos, las experiencias cercanas a la muerte son un ejemplo.
- La disociación es un continuo.
- La disociación completa implica una compartimentalización de la experiencia.
- La disociación implica amnesia, y aunque no es necesario este síntoma, el no recordar algo es siempre una señal de compartimentalización, una experiencia guardada en varios cajones.
- La disociación puede afectar a la memoria, la afectividad, la percepción, la conducta, al cuerpo o una parte del cuerpo o a la personalidad entera.
En este sentido la forma más leve de disociación son esas experiencias de desrealización que alguna vez hemos sentido cuando estamos muy cansados o hemos tomado más café o alcohol de la cuenta, muchas mujeres se disocian durante la excitación sexual y el trance hipnótico es la versión más comercial de este mecanismo; en el otro extremo tenemos la personalidad múltiple hoy llamada “trastorno de identidad disociativo” donde dos o más personalidades conforman lo que conocemos con el nombre de “múltiples”, esas personas que poseen “alters” a los que pueden o no conocer.
Una definición del Trastorno de identidad disociativo seria ésta:
:“Una disrupción de la identidad en la cual aparecen y/o se establecen dos o más estados de personalidad distintos (personalidades disociativas) asociados con marcadas discontinuidades en el sentido del Self (del Yo, del sentimiento de ser uno mismo) y de su capacidad ejecutoria.
Cada estado de personalidad incluye su propio patrón de experimentación, percepción, concepción y relación con el Self (con el llamado también “si mismo”) así como con el cuerpo propio y su entorno.
Por lo menos dos estados de personalidad distintos toman de manera recurrente el control ejecutivo de la consciencia del individuo, así como de su funcionamiento en la interacción con los otros o con el entorno, como por ejemplo en relación con la realización de aspectos específicos de la vida diaria como puede ser el ejercicio del papel de padres, en el trabajo o en respuesta a determinadas situaciones (como por ejemplo aquellas que se perciben como amenazantes).
Los cambios en el estado de cada personalidad son acompañados por alteraciones relacionadas en las sensaciones, percepciones, así como con el afecto, cognición, memoria, control motriz y conducta global. Hay o existen episodios típicos de amnesia que pueden ser severos. (Francisco Orengo)
Lo más común es que en nuestro entendimiento de estos problemas disociativos los asociemos al trauma, solemos pensar que este tipo de fenómenos aparecen en personas que han sido sometidos a traumas graves y objetivos y cuando pensamos en traumas aparece sobre todo, el abuso sexual infantil, el maltrato recurrente o el presenciar escenas violentas con frecuencia como sucede en la guerra y otras atrocidades. No solemos ser conscientes de que el trauma no precisa de escenarios tan graves y de que existen varios grados de traumas, pues el trauma definido como la exposición a circunstancias violentas es también un continuo. Y que no existe una correspondencia entre la clínica y la intensidad del trauma.
Los traumas se dividen en dos grupos unos con T y otros con t cuando pensamos en su intensidad pero falta otro parámetro, el tiempo. No es lo mismo un trauma puntual que un trauma repetido. Así podríamos hablar de traumas Tt, TT. tt, y tT, según su intensidad y duración.
Además de la intensidad y el tiempo existe otro parámetro, si se da en un adulto o en un niño. Evidentemente los recursos para neutralizar los efectos del trauma no son los mismos en un adulto que en un niño. Además los niños tienen dos problemas que enfrentar dado que la amenaza puede proceder de sus cuidadores:
- No pueden escapar del campo traumático
- Y el perpetrador y el cuidador pueden ser la misma persona.
Si el “poli” malo y el “poli” bueno son la misma persona el niño no tiene más remedio que fracturar su experiencia y compartimentalizarla. Los cuadros más intensos de Trastorno disociativo múltiple se dan en estas circunstancias. Y más cuando que el niño es obligado al secretismo, es decir a no poder comentar con nadie su experiencia traumática.
El mecanismo responsable de la disociación es en cualquier caso el mecanismo conocido como “identificación con el agresor”
Identificación.-
“Llamamos identificación a un proceso psíquico a través del cual se asimilan los patrones de vivencia y comportamiento, las propiedades o características y, en general, la manera de ser de una persona, por otra.
Dicha asimilación da lugar a un cambio de la persona que lo realiza: lo que se asimila y asume se vuelve parte de uno mismo.
Este mecanismo psíquico ha ido adquiriendo cada vez mayor importancia en el psicoanálisis y Laplanche y Pontalis dicen de él:” La identificación dejó de ser un mecanismo psíquico más, entre muchos otros, para convertirse en el proceso a través del cual se constituye el sujeto humano”.
Las identificaciones no se construyen al azar. La relación placer/dolor, la realización de deseos y la evitación de miedos las determinan. Por ello la identificación puede ser usada como mecanismo de defensa. El caso de la identificación con el agresor es un ejemplo de “solución enferma- neurótica” del uso de la identificación como mecanismo de defensa”.
Habría dos formas, según Mentzos, de aplicación de la identificación como
mecanismo de defensa en la histeria:
1º) Identificación con la persona amada como compensación a una
perdida o de una renuncia. Esta forma esta muy extendida, es en parte
normal, pero también en parte neurótica.
2º) La forma mas común en la histeria es la identificación proveniente de
la tendencia y del deseo de colocarse en la misma posición que la persona
de la que es tomada la conducta que se asimila. (Un ejemplo de ello sería el caso de una histeria en masa entre chicas jóvenes porque una de ellas recibe una carta de un amante secreto que le confiesa una infidelidad y se desmaya.
Dicho de otra forma, nos identificamos con los que amamos pero también con aquellas posiciones que nos gustan de otras personas.
Las otras también querrían tener un amante. No se desmayan también por compasión, sino por una identificación patológica).
Sigue Mentzos:” …si tenemos en cuenta que la histeria es la gran imitadora de muchas enfermedades no solo somáticas, sino también psíquicas y si la neurosis de carácter histérico implica la toma de una conducta de rol determinada, entonces resulta evidente que, en todos estos síntomas, patrones de conducta y formaciones caracteríales están,
actúan, como procesos identificatorios. (Aquí se nutren los enfermos histéricos de las pautas culturales y étnicas más dominantes, como es conocido). Las identificaciones son sin embargo pseudoidentificaciones pasajeras, no duraderas que crean “sujeto”. (tomado de Francisco Orengo 2019)
Programación.-
El trauma es la manera en que determinados poderes totalitarios capturan la voluntad de las personas, lo sabemos por la forma en que operan las sectas y también por ciertos programas militares ilegales como el MK-ultra. aunque el interés por el control mental es tan antiguo como la humanidad y para ello se ha recurrido a drogas, al adoctrinamiento y a la programación mediante trauma. El objetivo es construir personalidades esclavas a través de iniciaciones sistemáticas y duras para programar prostitutas y asesinos sobre todo, también soldados, espías o vasallos de ciertas instituciones secretas.
Este tipo de iniciados son los que poseen estructuras disociativas completas, les llamamos psicópatas, son, por así decir programaciones exitosas en el sentido de que se ha conseguido crear dos o más personalidades y que una desconozca a la otra, una disociación completa. Es por eso que un criminal en serie puede ser un asesino ahora e inmediatamente después reintegrarse a su vida normalizada sin ningún tipo de secuela.
Pero no todos los traumas son tan graves, ni duros o sistemáticos, la mayor parte de los traumas domésticos o por decirlos en otras palabras, blandos, son provocados por cuidadores negligentes, narcisistas o enfermos mentales con algún tipo de patología.
Es conocido desde la antigüedad que controlar la mente de otros es más sencillo si hemos inducido en ellos -mediante trauma- algún tipo de programación y podemos seguir siendo para ellos tanto perpetradores como benefactores. es entonces cuando la mente se fractura y aparecen los alters (otras personalidades).
La mente disociada es lo contrario de la idea de unicidad, la sensación que tenemos de ser uno, cuerpo y mente. De que no sólo tenemos un cuerpo sino que somos un cuerpo, como decimos hoy se trata de mantener contacto, de mantener esa conexión entre mente y cuerpo. El cuerpo suele separarse de la mente en la histeria y también en la anorexia mental y/o en los trastornos alimentarios en general. También existe esta disociación entre las prostitutas.
La excelencia disociativa-
Como he dicho anteriormente la disociación es una capacidad humana que nos viene de serie pero no todo el mundo es igualmente respondedor a este mecanismo. Todos podemos usarlo cuando hemos vivido en entornos atemorizantes, hemos sido maltratados o abusados pero nuestra capacidad de respuesta difiere de unos individuos a otros. Tampoco sabemos porqué algunas personas disocian sus emociones, otras sus recuerdos y otras recurren a síntomas somáticos sin causa médica. Francisco Orengo tiene un articulo muy interesante analizando un celebre caso de un genio de la literatura con trastornos de identidad múltiple, como Fernando Pessoa que sublimó a través de sus heterónimos pero tampoco sabemos cómo se las arregló el poeta portugués para seguir siendo tan creativo a pesar de su alcoholismo crónico. Otras personas recurren a las conversiones histéricas, otras a las convulsiones disociativas y otras al coma o a la fuga histérica. Tampoco sabemos si algunos síntomas disociativos protegen del suicidio.
Lo interesante de esta conceptualización es entender que no todas las disociaciones provocan psicopatología sino que muchas veces la disociación responde a estrategias de ingeniería social y consiste en dividir a las comunidades a través de la fragmentación de las opiniones del publico atacado sobre todo a la percepción de la realidad, en general con el fin de lograr enfrentamientos.
De esto voy a ocuparme en el próximo post.
Bibliografia.-
HILGARD E.R. 1986. Divided consciousness: multiple controls in human thought
and action (expanded edition). New York, NY: Wiley.
ORENGO GARCÍA F. "Conversión y Anosognosia: ¿Un mecanismo fisiopatológico
común?" PSIQUIS, año XIII, vol. 12 (1),11-26.1991. STAVROS MENTZOS: HYSTERIE, ZUR PSYCHODYNAMIK UNBEWUSSTER
INSZINIERUNGEN. VANDENHOECK & RUPRECHT. 2015
J. LAPLANCHE, J.B. PONTALIS. Vocabulaire de la Psychanalyse. Publicado en
francés por Presses Universitaires de France, París. 1967.
LA CONSTRUCCION DE IDENTIDADES EN EL TRASTORNO DE IDENTIDAD DISOCIATIVO (TDI). Dr. F. Orengo