Edgar Allan Poe fue un escritor que es conocido sobre todo por los cuentos fantásticos que escribió muy en la linea de su tiempo donde la hipnosis, la idea del más allá hacían furor casi al mismo tiempo que las corrientes teosóficas y esotéricas. Se le reconoce el maestro del cuento o relato corto y además fue un poeta muy interesante aunque menos conocido en esta especialidad, también una especie de profeta o visionario de la ciencia del estilo de Julio Verne y del misterio o suspense y otros ámbitos que hoy clasificaríamos como parapsicología. (Ver Poe y sus cuervos)
Uno de sus relatos fue tomado por Jacques Lacan para ilustrar su teoría de la primacía del significante en el signo lingüistico y es por eso que lo traigo hoy aquí. Lacan propuso un retorno a Freud lo que precisa una breve introducción.
Freud murió en 1939 y durante los veinte años que siguieron a su muerte el movimiento psicoanalítico sufrió una escisión: por una parte el psicoanálisis americano propiciado por su hija Anna Freud y otros como Hartman y Loewenstein. De otra parte el psicoanálisis británico con Melanie Klein a su cabeza. Los primeros propiciaban la idea de que el psicoanálisis debía ocuparse sobre todo del Yo y por eso se llama “Psicologia del Yo” a este movimiento americano. Los kleinianos por su parte proponían otros paradigmas por haber privilegiado el psicoanálisis de niños en sus investigaciones y la teoría de la libido pre-edípica. Lacan propuso volver a la ortodoxia freudiana, no era el Yo sino el inconsciente el objeto del psicoanálisis a la vez que formuló una nueva lectura del complejo de Edipo freudiano en tres tiempos, desechando el termino sexualidad “pre-edípica” de los kleinianos. Como todo el mundo sabe Lacan fue expulsado de la IPA (Asociación psicoanalítica internacional) fundando su propia escuela.
Donde Freud dice representación, Lacan habla de significantes y lo hizo después de enriquecer la teoría freudiana con tres autores fundamentales: De Levi-Strauss se llevó el concepto de “estructura”, de Saussure, el “signo lingüistico” y de Hegel el concepto de “deseo”.
Vamos a ocuparnos para la interpretación de este cuento de Poe del concepto de significante. Probablemente la aportación más robusta de Lacan al psicoanálisis fue la idea de que el inconsciente está estructurado como un lenguaje. Como un lenguaje pero no es un lenguaje, un “como si”, pues el significante original esta vacío tal y como conté en mi post anterior. Y no solo esta vacío sino que además es mucho más importante en el inconsciente que el propio significado o sentido.
El cuento de Poe.-
La reina está en su gabinete escribiendo una carta y entonces entran en la habitación el rey y el ministro. Al verlos la reina trata de esconder la carta en su escritorio, el rey no se da cuenta de la maniobra pero el ministro la sorprende y antes de abandonar la habitación se las arregla -en un descuido- para robar la carta.
Al darse cuenta del robo la reina acude a la policía y estos registran la casa del ministro tratando de encontrar la carta pero fracasan en su intento. Entonces la reina recurre al inspector Dupin (un personaje detectivesco dotado de poderes que es un personaje de Poe en algunos de sus cuentos). El inspector Dupin encuentra un pretexto para visitar al ministro en su despacho y se da cuenta de que encima de su escritorio hay una carta ajada que reconoce enseguida como la carta robada. Urde un plan que consiste en sustituir la carta por otra escrita por él mismo en tono cómico que dejará en su lugar. Así lo hace en una segunda visita.
Y Dupin le devuelve la carta a la reina.
Lo interesante de este cuento es que el lector se queda por saber el contenido de la carta, ni por qué el ministro tenia tanto interés en poseerla. Lo que sabemos es que la carta circula de mano en mano al menos de tres personas: la reina, el ministro y Dupin, para volver a su dueña. Tampoco sabemos a quién iba dirigida.
Es interesante también recordar que en francés el titulo de este relato es “La lettre volée” y no deja de ser curioso que en francés “lettre” significa tanto carta como letra. De tal modo que podríamos pensar el titulo del cuento de este modo: “La letra robada” o el significante robado. La carta es pues el significante.
Pero no sabemos que significa y no sabemos el interés que tiene para los distintos actores, (reina y ministro) pues el rey no se ha enterado de nada y a Dupin lo que le interesa es devolverle a la reina su propiedad, no tiene ningún interés en saber que dice. Por eso Dupin representa al psicoanalista movido por su ética que devuelve la carta a su propietario pues la ética del psicoanálisis representa esa devolución liberadora en el sentido de que el psicoanálisis pretende sobre todo liberar la pulsión enjaulada del sujeto, liberar su verdad. No pretende leer la carta, ni las condiciones ambientales que la determinaron, ni saber quien era su destinatario. Nada hay menos ambientalista que un análisis lacaniano. No importa como se llevaba con el rey, ni si intentaba ponerle los cuernos o si tenia un amante secreto, tampoco nos interesa si el ministro pretendía someterla a un chantaje de cualquier tipo, sino solo su devolución. En este sentido Dupin no sabe más que cualquier lector, se limita a interpretar (devolver la carta) y no a intentar comprender la trama ni las razones del robo.
Pero sabe dónde buscar. ¿Dónde esconder un trozo de papel? ¿en algún cajón recóndito? Ahí ya buscó la policía y no encontró nada. No, el mejor lugar donde esconder un trozo de papel es allí donde existen otros papeles, encima del escritorio.
A la vista de todos. Allí donde nadie miraría.
Así es el inconsciente, está a la vista.