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El cluster psicopático

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Terminé el post anterior con una pregunta. Esta: ¿cómo es posible que siendo los psicópatas una minoría tengan tanta influencia social?

Efectivamente ser un psicópata no es nada fácil y realmente poco frecuente. Lo más probable es que esos psicópatas esenciales de los que hablan los textos especializados sean una verdadera minoría. Por otra parte tal y como vimos en el post que dediqué al libro de Dutton, los síntomas psicopáticos aislados no son necesariamente malignos, verbigracia la dureza-objetividad de los cirujanos: se trata de un rasgo benéfico o la hipofobia de los policías o los bomberos. El problema es cuando esos síntomas se combinan en una determinada proporción en una personalidad cualquiera. Así más que hablar de entidades naturales nos convendría manejarnos en términos de redes de síntomas tal y como conté aquí.

En mi opinión ser psicópata es una etiqueta que como todas las etiquetas son confusas. Para mi es mejor utilizar el termino «espectro o cluster psicopático» que no prejuzga que los individuos que lo componen sean de hecho psicópatas , aunque todos ellos puntuarán alto en combinaciones de síntomas de la triada oscura.

Cuando Hare dice que por cada criminal en serie hay unos 20.000 o 30.000 psicópatas está dándonos a entender que existen múltiples combinaciones de sujetos -la mayor parte de ellos bien adaptados que no encajarían en un diagnostico de psicopatía sino después de delinquir y ser examinados por un psiquiatra o psicólogo forense. ¿Alguien sabia que Joaquin Ferrandis era un psicópata antes de empezar su corta carrera criminal de asesino serial?. O alguien podría decir que Julia Quezada, aquella dominicana que asesinó al niño Gabriel -hijo de su pareja- era una psicópata?. Lo supimos a posteriori, mientras tanto suponemos que eran psicópatas bien integrados.

Aunque lo cierto es que el psicópata da pruebas bien pronto de sus instintos homicidas, el propio Joaquin Ferrandis estuvo en prisión unos años antes de sus crímenes seriales por atacar -simular un atropello- de una chica que viajaba en un velomotor para abusar sexualmente de ella. Es curioso que después de ese crimen no estuviera ya diagnosticado de psicopatía. Como siempre sucede en estos casos la impunidad y los beneficios penitenciarios predicen una larga carrera de delitos graves.

Cuesta entender pues, dadas las circunstancias que un psicópata llegue a tener tanto poder y tanta influencia como Alfons Quintá del que hablé en este post.

Hay que recordar ahora que Adolf Hitler llegó al poder de forma democrática, después de intentar dar un golpe de Estado en Munich por el que fue levemente castigado a pesar de que en aquella manifestación hubo muertos. Es verdad que Hitler era un «encantador» y que poseía carisma pero aun así es difícil de entender como los alemanes aceptaron no sólo al payaso que les iba a dirigir, portador de un trastorno histriónico y otro paranoide de la personalidad sino aceptar en todo caso una ideología psicopática que se basaba en el mal, en la guerra y el odio como preceptos fundacionales. Es difícil de entender y para ello remito al lector a este post donde se habla precisamente de cómo el Mal llega a instaurarse en las sociedades, algo que ha venido en llamarse ponerología.

Pero a mi lo que me interesa en este momento es responder a la pregunta que me hacía al principio de este post. ¿Cómo logran tener influencia, cómo logran que tantos confien en ellos?

Para eso tenemos que hablar de los perfiles que son cómplices de ellos sin ser propiamente psicópatas. La mayor parte de estos cómplices son trastornos de personalidad o caracterópatas, fundamentalmente histéricos y paranoides o fanáticos, otro tanto son personas débiles, apáticas o personas que no han podido despuntar o llevar a cabo sus proyectos de vida y suspiran por una sociedad donde sus instintos básicos serían complacidos, los que quieren cambiar el mundo en realidad lo que buscan es cambiarlo para su provecho, no para el provecho de todos, las personas normales no están interesados en cambiar el mundo sino acaso su propio entorno familiar o laboral. Existen también personas que han sido los perdedores en la vida, que han sufrido atropellos, humillaciones o exclusiones y han sido tratados de forma injusta, los amargados por tomar decisiones equivocadas o los fracasados en un sistema sin ninguna compasión por los que fracasan. Por último están los que viven del régimen patocrático o quieren escalar posiciones en él: son su clientela oficial. De esa carrera interna serán desplazados todos aquellos que no sean verdaderamente psicópatas como demuestra la escalada de Stalin y Beria -los psicópatas se reconocen entre si- al poder (en este caso en un país no democrático) donde el poder solo se alcanza a través del crimen, la delación y la traición.

Pero lo primero que un psicópata necesita para instalarse en el poder y competir en el mercado democrático es una ideología. Hitler la consiguió durante su estancia en la cárcel, el nazismo como ideología nació allí dentro con la ayuda de Rudolf Hess en su rol de secretario, antes de eso Hitler militaba en el «Partido de los trabajadores alemanes» de corte marxista, nadie sabe como se produjo esa transfiguración, pero no es rara, lo mismo le sucedió a Mussolini que pasó de su militancia socialista a montar un partido -el fascista- que a imagen y semejanza del nazi obtuvo una gran mayoría de militantes y simpatizantes en toda Italia. El poder en la sombra -pues el poder siempre ocupa el obscenario- puede utilizar cualquier ideología como tapadera de sus planes, incluso puede llegar a pervertir una ideología para transformarla en otra cosa bien diferente, por ejemplo hoy la socialdemocracia ha desaparecido en Europa y ha sido sustituida por una ideología identitaria a medio camino entre el comunismo y el capitalismo neoliberal o salvaje a imagen y semejanza de China pero los socialistas antiguos aun existen y no saben que su mundo y sus ideas ya no están vigentes

Lo cierto es que el termino «psicópata» es una idea fractal: ocurre en cualquier escala social que se observe, así hay psicópatas:

  1. En los patios de los colegios, son los abusadores de otros niños siempre acompañados de adlateres que les ríen las gracias y que usualmente imitan a sus «superiores».
  2. Los pandilleros que se ocupan de robos o de dar palizas siempre acompañados de miembros débiles del grupo que sin ser psicópatas siguen el juego el jefe.
  3. 43) el empresario, jefe o capataz que acosa a sus empleados, casi siempre por envidia o por evitar la competencia en su ascenso.
  4. Las manadas de violadores en grupo, siempre comandadas por un psicópata que arrastra a otros.
  5. Los psicópatas integrados que distribuyen su terror en los medios domésticos o familiares. La violencia de pareja encaja aquí en este tipo de personas que presentan una mascarada decente al resto de la sociedad y que usualmente actúan en solitario. Un maltratador doméstico puede pasar a asesinar a su pareja en un momento determinado, la transpersonificación es muy frecuente en este grupo.
  6. Los asesinos en serie o asesinos sexuales que operan en solitario.
  7. Los que cometen crímenes en masa indiscriminadamente, como esos chicos que atacan a sus compañeros en el colegio, también suelen ser solitarios y perturbados.
  8. Los que cometen crímenes de Estado o de lesa humanidad o genocidio.

Se trata de escalas bien distintas, cada una de las cuales tiene sus características, lo que es común en todas ellas es que existe un perpetrador psicopático y una serie de cómplices que o bien ayudan al perpetrador o bien disimulan y miran hacia otro lado, por miedo.

Efectivamente el miedo es como decía Herring el mecanismo universal de dominación, no es el único pero sí el principal. Hoy se sigue utilizando el miedo como herramienta oculta en la propaganda y en los fakes, que inducen confusión y un deterioro del principio de realidad, pues sin propaganda ningún mensaje psicopático se podría objetivar y además es necesario un caldo de cultivo que no se consigue en un día. Por ejemplo la victoria nazi en Alemania no puede entenderse sin los errores de un caracterópata narcisista como el Kaiser Guillermo II que metió a Alemania en la primera guerra mundial por su afán de notoriedad con los resultados de colapso de su sociedad y su economía ya conocidos.

En conclusión los psicopatas juegan con ventaja, su ausencia de valores morales, su encanto personal, su carisma y sus habilidades para el engaño, la ocultación o la fascinación hace que cualquier tablero se incline a su favor, lo que hace que las personas normales acaben siendo los perdedores cuando intentan neutralizar sus planes.


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