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Individuo y sujeto: amor y libido.

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Puede parecer que individuo y sujeto son sinónimos, pero no es así para el psicoanálisis como el lector podrá apreciar después de leer este post.

El individuo como su nombre indica es algo que no admite división, es algo pleno, total, como el cuerpo. El organismo es su opuesto y no la multitud como cabría esperar. Somos individuos en la razón de que somos cuerpos que desean y demandan de forma total a otros cuerpos a otros individuos. El individuo elegirá a otro individuo, es lo que en psicoanálisis llamamos «elección de objeto» (en realidad una necesidad). El amor es es correlato del individuo que no puede sino amar al otro individuo tal y como es, de forma completa, sin dividir. Por eso es un individuo y se guía por instintos. Freud no habló de instintos porque creía que esa palabra «instinck» era propia del reino animal. Por eso habló de pulsiones (trieb). La pulsión es el instinto de los seres parlantes en cuyas ontologías hay ciertos pasos o etapas de maduración.

Aqui hay un post sobre pulsiones e instintos.

El sujeto -sin embargo- es el individuo después de pasar por el filtro del lenguaje. Ningún animal es sujeto sino criatura, individuo u organismo al fin. Solo los seres parlantes somos sujetos. Es decir pertenecemos a un registro gramatical. donde las leyes de la sintaxis, la semántica y la pragmática operan sobre nuestro deseo.

A la pregunta sobre si es posible que amor y libido vayan juntos, el mismo Freud ya se pronunció con su concepto de soldadura. Se puede soldar libido y amor, si. Pero precisamente porque soldar es un artificio nos permite comprender que son cosas bien distintas.

Qué es la libido.-

Aunque nosotros los médicos usamos esta palabra para referirnos al impulso o deseo sexual en realidad en el psicoanálisis, esta palabra va más allá de esta acepción. La libido es una energía que procede del instinto animal pero que en nuestro caso necesita hacer un recorrido mucho más complicado, pues la libido baila, es decir se mueve y evoluciona a través de orificios. Va escalando por así decir en la ontología del sujeto. Para nosotros, la palabra libido es equivalente a una gratificación sexual a pesar de que no exista sexo en absoluto. Por eso es libidinal pasear, oir música, correr, comer, mirar, exhibirse, etc, y por eso existen sexualidades sin cópula y por supuesto sin reproducción de por medio. Dicho de otra forma:

No es necesaria la cópula sexual para que exista una gratificación sexual. Pero toda gratificación es libidinal.

Por todas estas razones las manifestaciones de lo instintivo en hombres y animales no pueden ser las mismas, el sólo hecho de que los humanos seamos conscientes de nuestra finitud explica el que nos afanemos durante toda nuestra vida en alcanzar la inmortalidad, la pervivencia de nuestros hechos y no tan sólo de nuestro genoma: el egoismo humano no está tan determinado para hacer pasar nuestros genes a la generación siguiente sino nuestra memoria, nuestros actos o nuestras obras.

Y por eso existe otro concepto de interés: la sublimación

La pulsión es el instinto parcializado, dado que el instinto en los humanos ha de sufrir determinadas vicisitudes para alcanzar la genitalidad que coincide con la eclosión hormonal de la adolescencia. Dicho de otro modo, la sexualidad infantil no es un calco de la sexualidad adulta, un niño no es un adulto en pequeñito sino un adulto en potencia que ha de sortear determinados obstáculos para que su «instinto» se asiente en eso que a los animales les viene dado sólo por la naturaleza del crecimiento. Los humanos no sólo crecemos sino que además maduramos: aprendemos y desaprendemos y sobre todo nos movemos en un alambre que recorre nuestra libido.

Y es por eso que el objeto de la libido siempre es parcial a diferencia del amor. Y además de parcial la libido -en determinados niveles de definición- es indiferenciada con una mezcla de pulsiones eróticas y tanáticas. Lo tanático solo se puede reprimir cuando ha alcanzado cierto nivel simbólico, antes de eso solo es un significante mortificante y sin sentido.

El objeto de la libido en realidad es un señuelo no un individup concreto, da igual uno que otro, se toma lo que se tiene a mano. El violador que acecha en la oscuridad atacará a la primera víctima que se le ponga a tiro, del mismo modo el asesino en masa matará al azar sin que conozca s sus víctimas. El voyeurista mirara por la ventana a a quien tenga más cerca, El psicópata elegirá a sus víctimas por la forma de andar, sin que haya nada personal en esa elección. Sin embargo el fetichismo implica una especialización. «ha de ser así y solo así», por eso ciertos objetos libidinales son irrenunciables.

Precisamente porque existe una libido previa a la aparición del amor es la razón por la que existen las perversiones, las neurosis y las psicosis, según el mecanismo utilizado para cada estructura.

¿Qué quiere el perverso?

A diferencia del neurótico que duda sobre su deseo, el perverso sabe muy bien lo que quiere. La mayor parte de perversos que conocemos lo son a través de la literatura (Gide, Rousseau, Proust) pues como es lógico los perversos no suelen ir al psiquiatra. Si sabemos algo de ellos es gracias a las toxicomanías que a la vez que reclutan perversos son una fuente de sustitución de placeres libidinales autoinducidos y/o a los rasgos sueltos que aparecen en otras estructuras como aquel bipolar -paciente mío- que robaba ropa interior femenina de las azoteas y coleccionaba lápices de labios. Se trataba de un psicótico que eventualmente presentaba rasgos perversos en este caso la madre de todas las perversiones: el fetichismo.

El núcleo de toda sexualidad esconde una pregunta. ¿Cual es la mía? Es por eso que muchas veces este vacío que se asienta en la propia sexualidad y que se resuelve con el conocimiento. En este sentido el objeto libidinal es el propio conocimiento.

Pero no hay que pensar que los perversos son solo perversos sexuales. Ya he dicho con anterioridad que existen gratificaciones libidinales ajenas a la sexualidad. Más que eso: mucho perversos son capaces de poner patas arriba nuestro concepto de sexualidad. No es de sexualidad de lo que hablan algunas anoréxicas perversas sino de comida, sin olvidar que algunas obesidades mórbidas son propias también de perversos indomables.

Pues un perverso es en cualquier caso un paciente intratable, pues nadie puede renunciar a un placer que ya ha gozado. ¿Qué sentido tiene curarse para un perverso? Seria algo así como renunciar a su goce para sustituirlo por un placer normalizado. Y no hay que olvidar que si existe la perversión es porque la normalización sexual en cierto modo está impuesta socialmente, es por así decir obligatoria. ¿En un mundo normalizado habría innovación en alguna área concreta?

Casi todas las innovaciones importantes en la historia de la humanidad han sido propuestas por perversos y es por una razón:

Porque la sublimación es también una forma de perversión, una fuga de la sexualidad normalizada al convertirse en una pulsión creadora en otro nivel.


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