Nadie miente tanto como el indignado (Nietsche)
Os propongo un experimento mental. Suponed que podéis elegir un lugar y una época donde os gustara haber nacido y vivido. No importa en qué condición. No importa si sois ricos, pobres, cautivos, enfermos, hombres, mujeres, homosexuales, artistas, funcionarios, guerreros o ladrones. Si pensaís un poco veréis que no ha habido nunca una época mejor para vivir, ni un lugar mejor que eso que llamamos mundo occidental, con sus derechos humanos, su libertad de conciencia, el desarrollo de la ciencia y la medicina, etc. Hoy sería imposible morirse de un flemón por una muela cariada o morirse en el parto, algo muy frecuente no solo en cualquier época sino hace solo unos 80 años, antes de la era antibiótica. En realidad en la antigüedad nos igualaba a todos por abajo, todos eran pobres, excepto una élite que tampoco gozaba de muy buena salud. El pobre más pobre de hoy vive mejor que la mayoría de las personas de cualquier época anterior.
Es el éxito de las democracias liberales y del capitalismo
Así empieza la conferencia de Javier Gomá que podéis seguir aquí mismo y que trata de la dignidad tal y como asegura el titulo de mi post. Y que comienza con esta pregunta ¿A qué se debe pues el descontento, el malestar cultural, la indignación tal y como nos cuenta Douglas Murray y las persecuciones inquisitoriales, la cancelación en nombre de la moral: ¿a qué se debe tanto odio? Cual es la razón profunda de tanto malestar que se manifiesta no solo en la conducta social, el ocio, las patologías mentales y los caóticos discursos políticos?
Dignidad e indignación.-
Las relaciones de confianza sociales han sufrido una constante evolución, para ello nosotros los humanos disponemos de resortes emocionales que nos permitan la navegabilidad social: tenemos la vergüenza, la culpa, la repugnancia, el rechazo y la indignación. Se trata de emociones morales.
Entendemos como indignación a una emoción que podemos definir -así como hace la RAE como-: «un sentimiento de intenso enfado que provoca un acto que se considera injusto, ofensivo o perjudicial«, vecina del desprecio. Y al que lo comete le llamamos indigno o despreciable. Indigno de confianza y de contractual idas social. Nótese que la indignación va un poco más allá de señalar lo que merece ser afeado por la sociedad, se trata de algo que lleva añadido un enfado, una rabia, un odio, un resentimiento que es además público.
De manera que me fui al catobleplas para saber más sobre la indignación, así:
Estar “ moralmente indignado» ilustra la exhibición de una «actitud moralmente desaprobadora». Sea; pero, ¿por qué razón no se juzga suficiente la sola expresión de la desaprobación moral para censurar determinada conducta y se hace necesario revestirla del «valor añadido», del agregado de violencia, propios de la indignación? ¿Por qué esta necesidad de «ostentación de la desaprobación moral»?
La contrariedad que soporta la indignación moral no sólo afecta a la precisión de la definición y a las distintas probabilidades de su significación. También afecta al grado de veracidad y sinceridad que soporta su manifestación. En el resultado de tal pesquisa se juega su lugar en el vocabulario ético y gran parte de su legitimidad, aunque no toda. Pues el problema de la emoción que examinamos no acaba con el análisis de la motivación que la activa ni con la virtual certificación del grado de naturalidad y verdad que adquiere. Y decimos esto porque las posibles alternativas a la vista –que la indignación moral actúe como una simple representación emocional virtual o, por el contrario, que se revele como un sentimiento realmente sentido– acaban mostrándose igualmente decepcionantes.
Dicho de otra manera, la indignación por si misma parece desmentir el grado de veracidad con que algo se censura al ir más allá de la desaprobación moral e incluir en ella una cierta violencia o persecución de lo que se pretende enmendar.
En la indignación hay mucho -como se dice ahora- postureo o una especie de supremacismo moral.
Pero , ¿qué sucedió en el mundo para que de las persecuciones religiosas pasáramos a las persecuciones moralistas cuando ya parecía que el mundo se había acostumbrado a una cierta tolerancia con las sexualidades fugitivas, los cultos ajenos y las opiniones de unos y otros bien divergentes con la mayoría social, fueran políticas o ideológicas? ¿No era esto lo que se pretendía en el liberalismo? ¿Ser libre para pensar, elegir y vivir como se desea?¿Como es posible que el liberalismo haya evolucionado hacia posiciones woke, persecutorias, intolerantes, en nombre de la moral?
Ya no se trata de conservar la reputación (Dignidad) sino de liquidar la reputación de los otros (indignación).
Todo parece indicar que el mundo actual es menos moral que el mundo anterior a 1980, pero no adelantemos hipotesis, porque existen ciertas discrepancias y opiniones divergentes respecto a la pregunta ¿Evoluciona la moral?. Para ciertos autores -Kolhberg- es obvio que ha evolucionado y ponen como prueba la desaparición de la esclavitud mientras que para otros (John Gray) vivimos en una moral muy próxima al pleistoceno. Entre nosotros ha sido muy aplaudido el trabajo de Pablo Malo sobre los peligros de la moralidad para la democracia, pero en realidad nadie aborda la pregunta que más arriba hacía: ¿como se hace para transformar el liberalismo en una especie de totalitarismo con una ideología imperante que facilita la persecución de los disidentes?
Honor, dignidad y identidad.-
El honor es la aceptación personal y la construcción en el imaginario social, e incluso en la superestructura jurídica, de una cualidad moral vinculada al deber, a la virtud, al mérito, al heroísmo; que trasciende al ámbito familiar, de la descendencia (la sangre y la casta) y de la conducta sexual; que se refleja en la opinión, la fama o la gloria. Mientras que la dignidad nos viene de serie, por el hecho de ser ciudadanos del mundo, es decir de ser personas ya somos portadores de un valor, de una condición humana universal a toda la especie homo y no solo a la ciudadanía que compone una nación sino a todo el orbe. Como vemos la dignidad es un valor del siglo XX, un valor liberal, mientras que el honor es un valor más antiguo relacionado con el esfuerzo y el valor individual, algo a defender personalmente (no por otros) por todos los medios. La dignidad individual heredó de su padre el honor ciertos privilegios que proporcionan reputación, pero en un momento de nuestra historia reciente la dignidad fue sustituida por la identidad.
El resultado es que la victimización identitaria ha sustituido en nuestro imaginario social a la dignidad.
Y no es que anteriormente no hubiera victimizaciones contra ciertos colectivos bien identificados (indigenas, mujeres, homosexuales, negros) sino que estas minorías han sido despojadas de dignidad e infiltradas de eso que más arriba llamé indignación. El indignado siempre tiene razón y por eso se convierte en vehemente (querulante) y más tarde en perseguidor de las mayorías que no están dispuestas a renunciar a su derecho de disentir por más hostiles que sean los ataques de esas minorías identitarias.
La mayor parte de la gente no comulga con ruedas de molino pero como buenos liberales están dispuestos a tolerar a los discrepantes y vociferantes.
Volviendo. a la conferencia de Javier Gomá, estoy de acuerdo con una de sus conclusiones: Estamos indignados precisamente porque somos más morales, lo que implica aceptar que la moralidad y los moralismos funcionan como fármacos antiinmunitarios, nos privan de defensas como el cortisol. Es la misma idea que contiene el libro de Pablo Malo y que contesta a la que hacía más arriba. Si, la moral evoluciona igual que el liberalismo: sin limite, ad libitum. No es el fin de la historia como supuso Fukuyama sino algo más próximo a lo que piensa John Gray:
Las ideas de Gray son un poco las contrarias de Fukuyama, no hay fin de la historia sino que esta continuará mal que le pese a aquél: la democracia liberal y el capitalismo no son ni el final de la historia ni la globalización tendrá lugar, más allá de lo intereses del propio capital.
El mundo no camina hacia la globalización sino hacia la segregación, la fragmentación y el etnocentrismo radical. La democracia no se implantará universalmente, las tiranías y los Imperios seguirán existiendo y muchos países rechazarán la democracia como ya viene sucediendo en el mundo árabe.
La evolución del liberalismo.-
Y sucede por una razón: porque el liberalismo no es sostenible.
Aqui podemos ver un post sobre la evolución del liberalismo desde los whigs hasta el i-liberalismo.
El propio Douglas Murray aborda esta evolución -en realidad perversión- del liberalismo hasta transformarse en la agenda woke. Los sospechosos habituales son Internet y las RRSS pero no podemos explicar este fenómeno solo con estos «culpables», es necesario entender que el liberalismo se ha convertido en una especie de fanatismo, una carrera de obstáculos con más derechos y libertades para ciertas minorías que enjaulan a las mayorías y que ha descolocado todas las mentalidades.
La democracia puede mejorarse, pero el liberalismo no puede mejorar sino solo mutar es una escalada constante de «éxitos»: mutó primero hacia el socialismo, después hacia el neo-liberalismo , más tarde hacia la dictadura blanda, su ultima etapa es el transhumanismo y ya estamos contemplando sus primera fases: la pandemia es la mejor prueba de que andamos metidos en un proyecto llamado «nueva normalidad» o agenda 2030.
El liberalismo tiende siempre a la izquierda en lo político hasta en los partidos de derechas y la izquierda o como llaman algunos -la síntesis progresista- terminará con la democracia.
Pues el liberalismo no se limita al plano económico, es decir, a la ausencia del Estado en las transacciones voluntarias entre privados. No sólo de pan vive el hombre. ¿Alguna vez vieron una discusión entre un marxista y un liberal? Es como presenciar un cruce entre un cristiano evangélico y un mormón, sólo que ligeramente menos interesante. No debería hacer falta aclarar que el liberalismo va un poquito más allá, y que se trata de una forma única y completa de ver el mundo. Estamos hablando de un nuevo paradigma occidental: el derrocamiento del tradicionalismo europeo en favor de una nueva teoría de la naturaleza y del hombre. No deja de ser paradójico que una ideología racionalista que emergió para luchar contra las tiranías medievales, las monarquías absolutistas se haya degradado de una forma tan notable.
Y se ha degradado de tal forma que:
Las denuncias de violaciones de derechos humanos son inversamente proporcionales a las verdaderas violaciones de los derechos humanos.
¿Qué podría salir mal?
Bibliografia:
Pablo Malo: Los peligros de la moral en Amazon.
Nota liminar.-
El término democracia iliberal (en inglés, illiberal democracy) es un término relativamente reciente, sobre todo utilizado en el mundo anglosajón y acuñado por un periodista llamado Fareed Zakaria. Una democracia iliberal, también llamada una democracia parcial, una democracia de baja intensidad, una democracia vacía, un régimen híbrido o una democracia guiada, sería un sistema de gobierno en el que, a pesar de que tienen lugar elecciones, los ciudadanos están apartados del conocimiento de las actividades de quienes ejercen realmente el poder debido a la carencia de libertades civiles, y por ello no es una «sociedad abierta