El anti-Edipo es uno de esos libros de culto que se publicó en 1972 y que es uno de esos que mucha gente recomienda y que casi nadie ha leído, así y todo goza de un prestigio intelectual que excede su interés puramente psiquiátrico o práctico, a pesar de contener ideas muy aprovechables en muchos otros ámbitos aun hoy en nuestra época. Se trata de un libro escrito antes de hora y ademas un libro difícil de leer: cada párrafo contiene tantas ideas, escritas en un lenguaje poético, de tan bella factura que merece un lugar en la historia de la literatura, en la historia de la ficción. Un libro que precisa conocimientos previos para poder ser entendido y que sin embargo ha servido de arranque a toda una generación de pensadores: aquellos que relacionan al capitalismo tardío con los malestares de nuestro tiempo. Presumo que es uno de esos libros que tras su lectura nuestra mente ya no podrá ser igual que era antes de leerlo. Gracias a Dios su lectura es incómoda y difícil igual que nuestra salvación. Ir al cielo es muy complicado, casi imposible.
Una de las teorías que han bebido de Deleuze y Guattari es el aceleracionismo del cual hablaré en mi próximo post con sus dos variantes: uno de izquierdas, representada por Franco Serardi y otro de derechas con Nick Land de oficiante. Ambas coinciden en algo: de lo que se trata es de no poner trabas al capitalismo y dejarlo cocer en su propia salsa: de lo que se trata es de que emerjan todas las contradicciones internas para que el capitalismo se venga abajo y llegar así a la singularidad. Aunque nadie sepa en qué consiste esta singularidad.
El huevo o the egg-man.-
Como he dicho el libro de Deleuze-Guattari contiene numerosas ideas, de modo que he elegido al menos una para ilustrar este post. He elegido -como anuncio en el titulo de este post- el cuerpo sin organos.
Se trata de una abstracción que parece oscura y que procede de Artaud si bien Deleuze profundiza más en ella para explicar sus ideas sobre la mente y sobre el poder que el capitalismo ejerce sobre las mentes individuales y modela toda una clase de fenómenos tan alejados de su origen que parecen ajenos a las condiciones económicas que supone tal relación. Voy a intentar extraer de ella los conceptos más interesantes y prácticos para nuestro interés: los que tratamos con malestares humanos y no vivimos de los lectores de nuestros libros.
Y para entender este concepto hace falta irse un poco para atrás y recordar a un filósofo muy importante y poco conocido: me refiero a Baruck Spinoza.y una de sus obras maá importantes: la Etica., una obra revolucionaria en su tiempo sobre la que Antonio Damasio escribió un libro que ya hace demasiado que lo leí y que fue mi primer contacto con su obra.
La posición aristotélica-escolástica es la siguiente. el hombre en su existencia tiende al HOMBRE en su esencia, se trata de un movimiento trascendente teleológico que trata de encontrar esa esencia que nos viene de serie y que está compuesta de creencias, normas, leyes, prohibiciones, y puniciones directas si el individuo se pierde en el camino de búsqueda de su esencia. Todo en el hombre tiende al HOMBRE si bien pueden encontrarse trayectorias de fuga, es decir extravíos.
Deleuze imita a Spinoza en una idea mucho más materialista: el hombre no es un organismo dependiente de una esencia supuesta de arriba-abajo sino que es sobre todo una potencia. Como en el huevo (fecundado) todo es potencia, todo es posible con el único limite de su naturaleza material. El pollito tiene en el interior del huevo el cuerpo completo en potencia que solo se manifestará en toda su potencia cuando salga del huevo y adquiera la suficiente autonomía. Comparto esta idea al 100% que viene a contrariar al esencialismo. No hay una esencia que perseguir sino que todo desarrollo está abierto a múltiples posibilidades.
La idea de esencia, alma o identidad son asimismo similares
Esta idea que parece muy cercana a la psicología positivista, esa que dice que «si quieres puedes» o que «lo importante es como te defines no lo que eres», en realidad representa la apertura de una caja de Pandora respecto a la dependencia anterior del individuo sobre la esencia. Puesto que no señala limites más allá de la imposibilidad de que suceda esto o lo otro, por ejemplo «el hombre no puede volar porque no tiene alas», pero puede sentirse una mujer siendo un hombre. Esta es la idea de la potencialidad despojada de los limites y que en nuestra época parece bien comprensible de tan cerca como la tenemos. En realidad sin Deleuze no seria posible el movimiento queer.
No parece que Deleuze tenga en cuenta los limites necesarios para que los organismos-individuos en el ejercicio de esa libertad multipotencial no se autodestruyan a si mismos. Parece pensar que todo malestar social e individual procede de la opresión que las normas y costumbres ejercen sobre su libertad. Y es cierto que muchas de esas normas y reglas son caprichosas y de alguna forma arbitrarias. Pero no siempre es así, pensemos por un momento en las normas de trafico. No son en absoluto arbitrarias sino que favorecen la circulación sin riesgos de conductores y viandantes.
Por otra parte tampoco cuenta y aunque estoy de acuerdo con su hipótesis inmanente del huevo- con que no todos los huevos son iguales. Una idea muy parecida a la de la pizarra en blanco que tanto gusta a la izquierda pero que ya se ha demostrado que es falsa. Aunque todos los huevos tienen en potencia muchas posibilidades no todos los huevos tienen las mismas posibilidades de crecer sanos, felices y creativos. Sucede que en el huevo existe -con carácter intensivo- no manifiesto, unas posibilidades más intensas que otras que solo se desplegarán inmanentemente, a través de las relaciones con el medio ambiente de ese organismo concreto en maduración.
Un lienzo, una madera o una pared no son la pintura, sin embargo la pintura no podría darse sin ese soporte que al mismo tiempo delimita el dibujo. Lo que se pinte sobre él depende de la creatividad del pintor y de su voluntad de expresar una cosa u otra. El soporte no es la pintura pero forma parte de ella: se suceden simultáneamente. Este es una buena metáfora del concepto de cuerpo sin órganos.
El cuerpo sin órganos seria algo así como el individuo sin automatismos, generados por el «debe ser».
Todo parece indicar que ciertos limites son necesarios para salvaguardar a ciertos organismos a que no se hagan daño a si mismos o a otros. Limites que son negociables y que necesariamente han de llevar consigo ciertas claúsulas que permitan desembarazarse de las cuestiones arbitrarias que proceden de otro lugar y otro tiempo. De las opresiones ancestrales.
Es interesante señalar que las opresiones ancestrales han sido en parte vencidas por la ciencia, la medicina y la tecnología. Piense por ejemplo en los riesgos del parto. o la mortalidad infantil . ¿A cuantos de ustedes les gustaría volver a la Edad media con esos riesgos? ¿Le gustaría ser un soldado de los tercios españoles y morir en Flandes a lo 19 años defendiendo un imperio destinado. a desaparecer? ¿Quien buscaria un barbero hoy para operarse de próstata o arrancarse una muela? Si, el progreso existe. Otra cosa es el progreso moral en el que seguramente Deleuze tampoco cree salvo para pensar en él como la causa de todo mal.
Pero cuidado porque la tecnología, la ciencia o la medicina no están exentas de riesgos y de esos riesgos acelerados escribiré en mi próximo post.
Nota liminar.-
¿Por qué se llama el Anti-Edipo?
El concepto de cuerpo sin órganos es aplicable al concepto que, Deleuze y Guattari tienen sobre el Edipo. Para cualquier estudiante de psicoanálisis, el Edipo es una etapa evolutiva por la que el niño ha de pasar necesariamente, pero para ellos no es exactamente así, sino una producción del Deseo de hijo, de la madre o del padre. No es una etapa universal que se da en todas las civilizaciones, incluso es posible afirmar que existen pruebas de que existen culturas anti-edipicas. Solo es posible en una cultura donde hayan un papá, una mamá, un lugar donde vivir juntos, unas propiedades, unas reglas inapelables que cumplir, una escuela donde transmitir estas reglas y unos vínculos de parentesco. Es decir una cultura capitalista que pivote en torno al trabajo, la familia y al éxito individual.