A los siete años ya sabia dividir por tres decimales, y conocía las conjugaciones de los verbos de memoria. Quizá por eso a los 9 años comencé el Bachiller, todos mis compañeros tenia un año o año y medio más que yo. Fue así durante todo el Bachiller y comencé a estudiar Medicina con 16 años, terminé a los 22. Siempre fui el más joven de mi clase, algo que recuerdo cada vez que me encuentro con algún ex-compañero y nos preguntamos la edad.
Ahora hablan de «altas prestaciones» pero entonces nadie sabía que era eso, había una edad 10-11 años para comenzar el Bachiller pero no se porqué me admitieron a esa edad (9 años). Lo cierto es que el truco (sobre el que volveré más abajo) es que cumplo los años en Noviembre, de manera que en mi curso siempre hubo niños que eran mayores que yo, los que nacieron desde Enero a Agosto tenían una madurez mucho mayor que la mía.
Tampoco nadie sabía entonces que era eso del TDH (trastorno por deficit de atención con o sin hiperactividad) los niños eran gamberros, impulsivos, burros o como yo que vivían en las musarañas. Me libré así de ir al psiquiatra y que me recetaran Rubifen (metilfenidato) pero pasé un Bachiller agónico porque mi madurez social no acompañaba a mi madurez operativa de modo que siempre tuve fama de «rarito», con pocos amigos, no destacaba en los deportes y era algo así como un tipo invisible para los demás. Dicho de otro modo era un paria.
Yo no era hiperactivo pero no atendía en clase y rendía por debajo de mis capacidades, por eso hoy me diagnosticarían de deficit de atención, una variante del TDH.
Es muy fácil obtener un diagnostico de TDH, incluso puede hacerselo usted mismo a través de Internet.
En realidad en mi vida profesional, solo al final de ella apareció este diagnóstico muy polémico, pues mientras unos sostenían su existencia real, otros profesionales sostenían la idea de que era un invento de las multinacionales. No deja de ser curioso que este diagnostico apareciese al mismo tiempo que el Rubifen, que es una anfetamina y que paradójicamente se usara una anfetamina para tratar casos de hiperactividad. Lo cierto es que el Rubifen funciona bastante bien en algunos chavales diagnosticados de TDH pero no tan bien en otros, luego apareció el Concerta que es un poco lo mismo solo que de liberación prolongada.
Hoy son los tratamientos que se proponen para este trastorno si es que realmente existe como tal.
Nunca he tratado niños y por tanto no tengo experiencia para saber si este trastorno existe o es un invento de la psicofarmacia americana, pero sé algunas cosas que vale la pena transmitir pues he tenido ocasión como Coordinador de salud mental durante muchos años en mi Hospital de observar en relación con la emergencia de ésta y otras patologías.
No cabe duda de que hoy existe un sobrediagnóstico de TDH y no cabe duda de que este sobrediagnóstico no procede de la industria sino de los padres. Son los padres los que ante cualquier dificultad de aprendizaje de sus hijos exigen una valoración de esta patología y consultan a los neuropediatras de su zona, psicólogos infantiles o psiquiatras infantiles con objeto de recibir este diagnóstico, pues recibe alguna que otra ventaja de refuerzo escolar. Dicho de otra manera, existe un sobrediagnóstico -para empezar- porque es una explicación fácil a las dificultades de aprendizaje de los niños actuales y los padres lo saben.
El TDH en mi opinión no es un trastorno especifico sino la expresión del neurodesarrollo mismo. Dicho de otra forma si hay neurodesarrollo habrá TDH, pues son sinónimos. Todo el mundo sabe que un niño pequeño es inquieto, se mueve mucho y hace trastadas, es por decirlo claramente un «culo inquieto» y naturalmente tener varios culos inquietos en una clase es muy perturbador, sobre todo cuando esa inquietud se manifiesta cuando se supone que el niño ya debería haber madurado lo suficiente para quedarse quieto en el pupitre. Y quedarse quieto en un pupitre es más difícil que controlar esfínteres, la prueba es que no existen tratamientos para no hacerse pis en la cama pero si para aquellos que no pueden parar quietos.
Pero la mala noticia es que cada niño lleva un proceso de neurodesarrollo distinto al de sus compañeros, de ahí la explosión de trastornos del habla, discalculias, disgrafías, dislexias, retrasos diversos y por supuesto hiperactividad. Y que usualmente estos «trastornos» se abordan recargando al niño con más tareas, en casa o en academias especificas, de lo que se trata es de que el niño se acople al lecho de Procusto, que se adapte a la norma, a lo que se espera de él que no es otra cosa sino que acompañe al grueso del pelotón de su clase.
Lo que me hicieron a mi no se le debe hacer a ningún niño, pues siempre es más importante el niño social que el niño académico, por eso insto siempre a los padres a no aceptar pseudodiagnósticos como esos de «altas prestaciones», la mejor prestación que un niño puede llevar a cabo es tener muchos amigos con los que jugar. Y la verdad es que los niños juegan poco, me refiero al juego que importa que no es el estar solo jugando en casa sino aquel donde se comparte con otros. Los niños necesitan cansarse, andar al aire libre, competir y aprender a hacer trampas, cooperar con otros, proteger a los más débiles y hacer rabiar a los matones. Y eso no se aprende en un pupitre. El juego que aporta aprendizajes es aquel que se hace sin tutela externa con las reglas que ellos mismos inventan.
Naturalmente los ambientes urbanitas no favorecen nada estas condiciones, aunque algunos colegios disponen de instalaciones deportivas competentes, pero esto no es la regla sino la excepción. El deporte es el mejor aprendizaje para los niños, el lugar donde se aprende a manejarse con las reglas del grupo que los equipos establecen.
Fiebre de pediatras.-
Fue leyendo este articulo de Juan Gervás cuando se me ocurrió escribir este post sobre TDH. Pues el TDH no es la única «patología» que ha sufrido sobrediagnóstico sino también el autismo, Claro que el autismo existe pero no es posible que sea tan prevalente, lo mismo sucede con el TDH pero por distintas razones.
El autismo es una patología que ha sufrido varios tironeos desde que se describió y como todo el mundo sabe consiste en una desaferentización social unida a unos intereses extraños y unas habilidades aun más raras. Pero lo que no suele decirse del autismo es que la mayor parte de ellos no dan lugar a talentos especiales sino a retrasos mentales profundos. La mayor parte de los autistas no son genios como ese cirujano de las series americanas de la TV ni músicos talentosos, sino simples retrasados mentales. Sin embargo la etiqueta de autismo tiene mejor prestigio que la etiqueta «esquizofrenia» por ejemplo. Es algo que sucede desde que, el autismo dejo de ser una entidad clínica (como era por ejemplo el síndrome de Asperger) y se convirtió en el espectro autista (TEA). La idea de espectro oscurece la filiación nosotáxica de una patología y la diversifica en varias dimensiones, de tal modo que una sola dimensión de este espectro puede favorecer el diagnostico completo. Aquí en este post hablé de la dimensionalidad de la psicopatía, es decir de la diversidad de signos y elementos que la componen. Lo importante es comprender que los hipofóbicos (los que son muy poco miedosos) no son por ello psicópatas. Para serlo hay que tener algo más que una sola dimensión. Y lo más importante: ser un psicópata no es una patología sino una adaptación de la especie. Uno puede ser un HDLGP y no hace falta recurrir al saber psiquiátrico para entenderlo.
Uno o es autista, o no lo es, pero dividir dimensionalmente la patología lo único que hace es normalizarla. Que es precisamente la intención que veo detrás de esta palabra «neurodiversidad» que esconde precisamente una intención, declarar que lo patológico no lo es y se debe a la variabilidad o bien declarar que un defecto moral es un trastorno psiquiátrico como sucede en el caso de los psicópatas.
Volviendo al TDH, es necesario decir que esta epidemia de niños con este diagnóstico podría resolverse con una pequeña modificación en las aulas: Hacer dos grupos, los nacidos de Enero-Agosto y otro para los nacidos entre Septiembre-Diciembre y asi hasta la ESO. A esa edad las diferencias por meses son fundamentales en las diferencias aparentes de aprendizaje. Dicen aquí que los niños que nacen en los últimos meses del año tienen un riesgo mayor de ser diagnosticados de autismo como de cualquier otra cosa, añado yo que también de TDH. Aqui hay otro paper que relaciona el mes de nacimiento con el TDH.
Y eso fue lo que me pasó a mi: mi red neuronal por defecto interfería constantemente en mi atención o dicho de otra forma, me interesaban más mis musarañas que las explicaciones de mis profesores y sobre todo no quería que me consideraran un «empollón».pues hubiera recibido entonces más presión por parte de mis padres y de mis iguales, de modo que me las arreglé para ir aprobando y manteniéndome invisible y con el tiempo aprendí a interesarme por lo que me interesaba y a evadirme de las conversaciones inocuas. Y hasta hoy, que sigo con mi TDH.
Pero he eludido el Concerta que, según me dicen, ahora se les da a los adultos.