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Palabras tabú

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Mi nieto Mateo de seis años disfruta ahora cantando canciones cuya letra improvisa soltando «palabrotas» o «tacos» y tiene un buen catalogo de ellas: caca, culo, coño, mierda, coño, etc, y todavía no ha construido toda la escatología que irá aprendiendo con la edad, a medida de que otros mayores que él se las enseñen. Sabe perfectamente que son palabrotas y «que esas cosas no se dicen», a pesar de ello disfruta paroxísticamente soltando buena parte de ellas sobre todo en casa, cuando está con nosotros, en confianza.

Lo importante es saber que esas palabrotas no son tabú sino que están prohibidas. Prohibidas socialmente, del mismo modo que algunos gestos como este. Un gesto obsceno de burla que él llama el «dedo palabrota».

Hay algo en lo prohibido que nos impulsa a transgredirlo y que además nos parece muy divertido y suscita risas y complicidades.

El tabú de Rosario.

Rosario fue una paciente que tuve ocasión de tratar durante algunos años y que padecía una neurosis obsesiva, eso que ahora se llama TOC (trastorno obsesivo compulsivo) después de haberle quitado —nadie sabe porqué— la etiqueta de neurosis y sustituirla por la de trastorno. Me acuerdo mucho de ella, porque era probablemente el caso más difícil y duro que he tenido de esta patología y porque me hizo trabajar de lo lindo y pensar mucho en como ayudarla.

Se trataba entonces de una mujer joven (de unos 30 años) soltera e hija única y que vivía con sus padres. No trabajaba y estaba aquejada de rituales de limpieza continuos, prácticamente pasaba el día con la fregona en la mano pues debía desinfectar o al menos limpiar todas las cosas que entraban en contacto con su padre que ya muy mayor e incapacitado apenas salía de una casa que olía a lejía. Sus manos eran un poema de tal manera que debía tratarse con unguentos aunque no era muy partidaria de los médicos. En resumen su vida era un verdadero suplicio que no obtenía consuelo salvo por las sesiones de terapia conmigo que la obligaban a salir de casa dos veces por semana.

Todo comenzó un dia aciago cuando el barco de su padre, que usaba con dos o tres tripulantes en la pesca de arrastre, se incendió. se produjo un desastre económico para la familia y para la salud de toda ella. El padre no volvió a trabajar y fue declarado inutil total por los achaques que ya arrastraba desde mucho antes pero que ahora volvían con más crudeza e intensidad. El caso es que Rosario tuvo que redactar un informe para el seguro del barco que fue declarado siniestro total. Desde entonces no podía escuchar esta palabra y cada vez que la oía se sentía obligada a lavarse entera, ducharse e. iniciar sus compulsiones de limpieza tanto en su cuerpo como en los lugares donde se hubiera pronunciado.

En aquella época había un grupo musical que se llamaba «Siniestro total», de modo que cuando cantaban por la radio —enchufada todo el día—Rosario se veía inmersa en una intensa angustia que solo podía ser sometida a través de la limpieza. Una limpieza más que quirúrgica, un quirófano más que un hogar.

La idea de que el tabú y la neurosis obsesiva están emparentadas ya había sido señalada por Freud en tótem y tabú. Según su opinión el totem es una forma primitiva de señalamiento del parentesco y ofrece una aproximación a aquellos individuos que está prohibido sexualmente. Si Rosario era ardilla y su padre es ardilla, Rosario no puede mantener relaciones con ninguna ardilla. Posteriormente el tótem fue sustituido por un ídolo que es a la vez protector y prohibidor. Seguramente el tabú apareció mas tarde en el acontecer humano tal y como ya comenté en un post anterior. Y el tabú más importante es el tabú del incesto, es un más allá del señalamiento del tótem que queda como algo mágico, como un recuerdo de otro tiempo, algo ya obsoleto pues una vez conocida la filiación el poder del tótem se desvanece. Uno tiene padre y madre no ardillas ni bueyes. O madre y otros padres colectivizados como sucede en algunas comunidades pre-edipicas.

De manera que en esta forma de verlo el tabú es la superación del totemismo y acaece cuando las reglas de la filiación aparecen en la conciencia. El padre no puede cohabitar con sus hijas porque ya sabe que es el padre de sus hijas. Dicho de otro modo, Edipo es el padre de la civilidad.

¿Pero que le pasaba a Rosario con su padre?

Es obvio que Rosario odiaba a su padre, ¿pero por qué razón?

Naturalmente exploré toda su infancia en busca de razones para este odio y aunque Rosario no había tenido la mejor de las infancias posibles, sobreprotegida por su madre, mal socializada, con bulliling en el colegio y una especie de atolondramiento o acedia vital que le impidieron socializar con sus iguales, no hallé ninguna razón por la que el padre fuera objeto de tal odio, si bien digamos que era uno de esos padres con pocas luces, desinteresado por la vida familiar y muy metido en sí mismo del trabajo al bar y a casa. Todo muy tradicional. Solo la madre había tomado un papel activo en su educación y su cuidado.

Rosario pensó en hacerse monja e incluso inició un periplo por distintas ordenes para ingresar en un convento. Esa era la forma en que pensó para irse de casa, pues para Rosario la casa era el origen de sus males. Lejos de allí podría mejorar, lejos de su padre quería decir. El problema es que no la aceptaron en ninguna, en cuanto les contaba su manía por limpiar todo aquello que creía contaminado o «como si», estuviera contaminado, se la sacaban de encima. Ni siquiera en un convento había lugar para ella, lo cierto es que las monjas con las que se entrevistó dedujeron acertadamente que no se trataba de una verdadera vocación monástica sino de una huida.

La palabra tabú.-

«Siniestro» no es solo un evento catastrófico que puede sucederle a alguien o a alguno de sus bienes, como el incendio de su casa o negocio, un accidente de tráfico que destruye nuestro modo de vida, tampoco se refiere a todo lo referente a la mano izquierda, más allá de esos significados, siniestro alude a algo maligno, perverso, malvado, pérfido, malévolo, espeluznante, tétrico, lúgubre, amenazador, escalofriante, aterrador, desgraciado, funesto, aciago, infeliz, trágico. Y además de todo eso, doméstico, familiar. Es decir algo que sucede dentro de nuestro entorno más intimo, en el seno de la familia.

El incesto es el supremo tabú junto con el parricidio.

Un psiquiatra ha de ser en cierta forma un detective, y mientras especulaba sobre las razones que podían haber llevado a Rosario a esta situación a partir de una palabra muy concreta, pensé ¿que podía ella temer de una palabra? Bueno, ella podía haber desplazado su odio por su padre a una palabra y exorcizar mediante sus rituales de limpieza esta culpabilidad, pues odiar a un padre no es algo que salga gratis para el psiquismo. En esta hipótesis trabajé durante algún tiempo hasta que me di cuenta de que Rosario no mejoraba nada, más que eso, parecía empeorar.

¿Pero y si su padre no era realmente su padre?¿y si por alguna circunstancia no supiera quién era su padre verdadero?

Empece a escarbar en la etimología de «siniestro» y sobre algunos escritos sobre este asunto, lastima que entonces aun no hubiera sido editado este libro, muy esclarecedor sobre el asunto. Fuere lo que fuere lo que Rosario descubrió lo hizo a raíz de ese accidente del barco de su padre o quizá ya los sospechaba con anterioridad.

Mi hipótesis era que Rosario sospechaba que no era hija de su padre, naturalmente esta hipótesis nunca se puso a prueba sobre todo por una razón, ella nunca la mencionó. Y una terapia tiene sus limites, no se trata de decir o saber la verdad, ni de concienciar de algo que no se sabe. Una terapia tiene limites, como el Edipo es un limite, que señala hacia una persona tabú, un intocable que no se puede asesinar.

Si es tu padre verdadero claro.

Nota liminar.-

Rosario era una intocable, una persona tabú, así se consideraba ella, la perdí de vista durante años después de vanos esfuerzos en ayudarla de alguna manera. Es difícil para un medico admitir los limites de una tratamiento. Lo ultimo que supe de ella es que su padre había muerto y que había tenido una ligera mejoría pero su condición física había empeorado sobre todo después de la muerte de su madre, la cuidadora que la sostuvo tanto fisicamente como afiliativamente.


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