Quantcast
Channel: neurociencia neurocultura
Viewing all articles
Browse latest Browse all 778

El médico despótico: los golems de la medicina

$
0
0

Un golem es algo así como un ser mitológico hebreo hecho a trozos como Frankestein, una especie de monstruo que ha sido tomado por Silvia Diaz Montenegro como metáfora de una especie de demencia de las organizaciones a la hora de diseñar los procesos autómáticos de su gestión. Algo así como procesos sin alma.

Por razones que no vienen a cuento últimamente he visitado muchos médicos como acompañante, en uno de esos largos periplos en busca de algún médico que pueda llegar a un diagnóstico y tratamiento de la persona que acompañaba, ya después de varios meses de que a raíz de un catarro vulgar se desencadenara una serie de patologías, algunas conocidas y otras nuevas que complicaron la evolución de esta enfermedad inicial y me han hecho comprender y reflexionar profundamente después de mucho sufrir, los males de la medicina actual. He reflexionado mucho sobre ello y más que eso he hecho alguna interpretación psicoanalitica sobre algunos médicos (compañeros) que en mi opinión guardan relación con lo que Silvia Diaz Montenegro ha definido como golems, si bien ella guarda este nombre para los procesos automáticos que utilizan ciertas empresas para su marketing. Un ejemplo del golem son las molestas e intrusivas llamadas telefónicas de teleoperadoras a la hora de la siesta tratando de venderte algo que tu no quieres ni necesitas comprar o mejorar. Un golem es una atención o intrusión a la que le falta alma, o una mínima empatía: alguien puede estar tratando de venderte algo mientras estás ingresado en un Hospital o elaborando un duelo pues las llamadas son al azar.

Para Sylvia Diaz Montenegro el golem es la razón por la que todos tenemos cierto rencor a las marcas.

Tipologia del golem.

Son especialistas entre 45-50 años, todos —como es obvio— via MIR, buenos estudiantes, algunos se dedican a la investigación al tiempo que enseñan a otros Mires los trucos del diagnóstico clínico, aspiran a entrar en la universidad y algunos ya ejercen en ella como personal no adscrito, publican papers en colaboración con otros especialistas de otros hospitales o están en grupos de investigación y tienen muy buen curriculum. Son buenos especialistas y sin embargo son muy malos médicos, carecen de empatía y son autosuficientes, creen estar en posesión de la verdad absoluta, son soberbios y carecen de la facultad de la escucha, no miran a sus pacientes ni les exploran por no perder tiempo, creen solo en lo que les dice el ordenador y no hacen nunca anamnesis completa. Siguen a pies juntillas lo que yo llamo «el libro gordo de Petete», parecen lectores de un solo libro y es muy poco probable que obtengan información de lugares no homologables, su Dios es la medicina basada en la evidencia y los papers que por obligación leen con mala comprensión lectora pues un paper no es —por definición literatura— sino descripciones sobre investigaciones, algo así como la verdad revelada.

Tengo bastante experiencia en ese tipo de profesionales, pues yo mismo he dirigido un servicio donde la mayor parte de ellos, pertenecientes a la generación X, cumplían ese perfil pero es muy posible que la psiquiatría acabe humanizando un poco a los que llegan a la vida laboral desde esa plataforma de éxitos que es hoy necesaria para entrar en Medicina y para aprobar el MIR.

Se trata de muchachos y muchachas muy competentes, buenos estudiantes, esos que lograron sacar plaza para estudiar medicina. Recordaré ahora que para estudiar medicina en una universidad pública es necesario sacar una media muy alta en ese examen que llamamos hoy EBAU. Sucede que estos «empollones» son los que sacan plaza para entrar en Medicina pero no discrimina a aquellos que tienen mejor disposición hacia una disciplina que requiere no solo conocimientos sino también cierta «vocación» o disposición. Es muy probable que los médicos más vocacionales sean desplazados por aquellos jóvenes más competitivos y que aspiran a un mejor estatus. Pues ser médico no solo garantiza un alto estatus social sino también ganar dinero (según especialidad) y sobre todo una buena opinión del publico en general sobre ellos.

Pero estos empollones son precisamente los que «tienen menos calle» y por así decir presentan y presentaron más problemas de socialización. Algunos de ellos son casi autistas o chulescos y no saben relacionarse con la gente común, menos aun con sus pacientes. Estos chicos o chicas cuando entran a formar parte del mundo laboral se llevan un buen desengaño: los mediocres de su servicio, los que tienen más habilidades sociales, los simpáticos y los que establecen mejores contactos se llevan el gato al agua y les desplazan en la jerarquía social de su Hospital. «Fulanito es muy buen médico paro Menganito es más cercano» suelen decir los que señalan al especialista más idóneo. Una decepción que se zanja con más ensimismamiento y mas fuga de lo social, estas personas acaban siendo los raritos e intratables del servicio y se ganan enemistades y exclusiones.

El MIR como síntoma.-

Si entrar en la carrera de Medicina es difícil, obtener una plaza de MIR es aun más difícil. Se ofertan pocas plazas y los médicos que no entran en el MIR terminan por no poder ejercer su profesión, toda la carrera de medicina está destinada a aprobar el MIR e incluso hay academias especializadas a prepararse las oposiciones, pues de eso se trata como sucede con los opositores a Notarías. Una oposición muy difícil donde más de la mitad se quedan fuera o para el año que viene. Y que además no garantiza que la especialidad elegida fuera la deseada. Son muchos los médicos con plaza MIR que se ven obligados a coger especialidades que no habían contado como primera o segunda opción.

Dicho de otro modo, el sistema MIR es un sistema trasnochado que ni siquiera asegura la necesario número de médicos necesarios para completar las necesidades del estado español, pero hoy es el único sistema que permite a los médicos ejercer su profesión. ¿Qué estamos haciendo mal?

Y sin embargo es el mejor método para privilegiar a los médicos golem

Lo primero que estamos haciendo mal es privilegiar a los médicos más asociales de todos los que se presentan y a las mujeres. Es bien sabido que las chicas tienen ventajas en todo lo que sea memorístico y en las oposiciones sean de lo que sean. Los que aprueban el MIR son los médicos más estudiosos pero también los que menos saben de todo lo demás, esos que no han leído nunca entero un libro de ficción. Encontrar mentes generalistas con amplios intereses es cada vez más difícil con ese sistema. En mi opinión debería romperse el monopolio del MIR y dejar especializarse de otras maneras a aquellos que no encajen en el lecho de Procusto. Y por supuesto dejar que la gente elija su especialidad preferida.

Una forma de conseguirlo seria favorecer a otras instituciones la especialización de los médicos, como las cátedras de medicina a través de escuelas acreditadas para tal fin, también dejar que los Hospitales privados tengan su propia formación MIR e incluso a ciertas Fundaciones hoy dedicadas a la investigación. Romper el monopolio del MIR tendría consecuencias muy deseables ante el escaso numero de médicos que son realmente empleables en el sistema publico que hoy —paradójicamente— se ve colapsado a causa de la emergencia de nuevas patologías y la supuesta escasez de profesionales.

Los golems son los peor preparados para tratar las patologías nuevas, simplemente porque esas patologías no existían apenas cuando estudiaban o no habían sido conceptualizadas.

Y eso sin entrar en el despedazamiento que la especialización ha propiciado en la medicina. Es frecuente ir a un especialista en Dermatologia por ejemplo y que te diga que no sabe qué es cierto malestar en el abdomen, como si no pudiera explorarle como se hizo siempre y simplemente preguntar. No cabe ninguna duda de que vivimos en una sociedad taylorista de esas que organizan el conocimiento en especialidades como si la sociedad fuera una especie de cadena de montaje y donde unos se encargan de montar piezas sin saber de donde proceden ni a donde van. Casi todo está organizado de ese modo y tampoco cabe ninguna duda de que existen incentivos para ser especialistas y casi ninguno para los generalistas.

El especialista solo sabe de lo suyo y lo peor: no quiere saber más de otra cosa con lo cual la mayor parte de las enfermedades quedan en tierra de nadie.

Lo que señala en la dirección de que pronto o tarde sera necesario contar con los generalistas:

Los psiquiatras estamos mas humanizados que cualquier otro especialista por varias razones, somos de mente amplía, lo contrario de profundidad, una multiplicidad de intereses y de herramientas, de puntos de vista y de eclecticismo. Obviamente un psiquiatra no es solo un médico, ha de saber algo de otras disciplinas totalmente inútiles para un traumatólogo. En realidad hasta la medicina es inútil para un traumatólogo y mi opinión es que en el futuro las ramas quirúrgicas -que precisan de profundidad y de experiencia- se escindirán de las médicas. Pero un psiquiatra que solo sepa de medicina es un psiquiatras castrado, indistinguible de un neurólogo. Un psiquiatra ha de tener un perfil generalista aunque sea un especialista, ha de moverse con soltura por múltiples disciplinas como la sociología, la antropología, la psicología, la psicoterapia, la psicofarmacología, la psicopatología, el arte, la literatura, la filosofía, etc.

Eso es un generalista, eso es un médico. Lo otro es un tecnosanitario y yo he tenido la mala suerte de encontrar a varios en mi periplo..


Viewing all articles
Browse latest Browse all 778

Trending Articles