En las redes existe una verdadera plétora de sintagmas fóbicos que se usan para insultar psicológicamente a los disidentes, o lo que en términos populares llamamos fobias, así existe la «gordofobia», la «homofobia», la «transfobia» la «xenofobia», y otras por inventar. Lo importante es comprender que estas cosas —aunque así les llamen— no son fobias.
Una fobia es un temor irracional que además de eso convoca estrategias de evitación y muchas de ellas nos vienen de temores ancestrales como la fobia a las serpientes o a las ratas. Según Marks ciertas fobias pueden explicarse a través del conocimiento ancestral de insectos peligrosos, parásitos, miasmas, o venenos, animales que compiten con nuestra especie y utilizan sus mismos hábitats como las ratas o las serpientes. De estos miedos heredamos una especie de impronta de que nos hace sentirnos incómodos al menos ante ellos, es comprensible. No tan comprensible es la persistencia de estas fobias en lugares donde no habitan serpientes, ni animales peligrosos o parásitos desconocidos en nuestro entorno. Lo importante es comprender que para que exista fobia es necesario que exista irracionalidad, evitación y un cierto método de ritualización para alejarse del peligro. Así existen aún fobias a ciertos animales, fobias verdaderas.
Naturalmente, distinguir entre un temor y una fobia es fácil en casos extremos, pero bastante complicado en temores comunes. Muchos agricultores son alérgicos al veneno de abeja e incluso siguen tratamientos (vacunas) contra ellos. Es logico que estas personas —que podrian llegar a morir de una picadura— tengan miedo a las abejas, en este caso el temor no seria irracional y por eso no sería una fobia.
No existen fobias a los gordos, ni a los transexuales, hi a los homosexuales ni a los extranjeros lo que existe es algo llamado aversión. Y una aversión es algo instintivo, un arcaísmo, algo que nos sirvió en tiempo ancestral pero ya no nos sirve de mucho.
Las aversiones vienen con nosotros por defecto, nacemos con ellas, es nuestra herencia ancestral, una especie de conjunto de temores ancestrales y de cosas peligrosas a evitar, si bien son afásicos, es decir no llevan etiquetas. No se nace con temor a esto o aquello , se nace miedoso o hipo fóbico pero se nace con la capacidad de sentir aversión, luego cada uno rellena ese pack con sus propias racionalizaciones. La mayor parte de estas aversiones son arcaísmos, es decir carecen ya de función en nuestros entornos de vida, un ejemplo es el «miedo al desconocido» que todos los niños presentan bien pronto en su desarrollo social, un miedo que va desapareciendo a medida que se va ampliando su perímetro ,aun así, hay niños que mantienen de por vida esta prevención con los extraños, son tímidos o vergonzosos y parecen tener dos personalidades: una para los conocidos y otra para los desconocidos o extraños. es lógico que así sea, para un sapiens el mayor peligro después de las fieras, o los parasitos son los otros semejantes. Por eso oir voces desconocidas o que no sabemos de dónde vienen es uno de los gatillos que encienden nuestras alarmas, esas que hemos convenido en llamar «el detector de humos«. No hay nada más amenazante que otro humano en las cercanías sobre todo si es un desconocido. Pues no conocemos sus intenciones. De manera que la xenofobia es un resto de aquella aversión, y solo es una fobia en casos extremos cuando se hacen síntomas contra la aparición de muchos extraños. Es decir cuando percibimos que son demasiados. Con todo llamar xenofobia a los movimientos anti-inmigración es una falacia. No hay tal fobia aunque en algunos casos particulares es probable que así sea o se convierta en una paranoia. No hay que olvidar que un paranoico puede sentirse perseguido y serlo realmente.
En la cola del pollo a l´ast.-
En días festivos suelo ir a comprar pollo a l´ast y hoy mismo he presenciado una escena y no es la primera vez que la presencio. Alguien en la cola lleva un perro atado a una correa y alguien de la cola hace muestras de incomodidad con la proximidad del perro que le huele las piernas y se acerca peligrosamente. Ante esto la dueña del perro dice.
— No tenga miedo, no hace nada.
—No le tengo miedo señora, le tengo asco.
Y lo que sigue se puede imaginar, un enfado tremendo de la dueña del perro que acusa a la miedosa de exagerada y de mala persona. ¿Pues quien no ama a los animales? ¿Quién no quiere a su perrita?
Un gay que pulula en la misma cola y que tambien parece sentirse incómodo con el perro en cuestión, entra en la conversación y señala.
—Por eso. si no nos tiene que hacer nada que se vaya.
—Deberían ustedes buscar un psicólogo.
Afortunadamente ya me tocaba el turno y me los he dejado discutiendo.
Lo cierto es que la dueña del perro interpreta que la señora que se queja, en realidad tiene miedo y el miedo se cura con un psicólogo y quizá también su indesabilidad o con la presencia del animal asegurando que no le va a hacer nada, pero es incapaz de percibir que no es miedo lo que la señora tiene sino aversión. Una aversión que probablemente tendrá otros objetos aversivos, y cada uno racionaliza su aversión con lo que sabe y puede, generalmente con contagios de gérmenes a través del contacto. Pero hay más: la dueña del perro cree que la mujer aversiva es una mala persona que carece de sensibilidad con los animales o bien la sitúa como una enferma mental,
Otras aversiones tienen — se rellenan o racionalizan —con razones morales, y otras estéticas.
Una de las mas estudiadas en la llamada «homofobia». ¿Por qué existe esa aversión a la homosexualidad?
¿Por qué en ciertas culturas como Grecia y Roma la homosexualidad no estaba estigmatizada y en otras se encuentra dentro del catalogo del crimen?
Hay razones antropológicas para ello y no está claro si es la homosexualidad per se o la sodomía. es decir las practicas de coito anal que se pueden llevar a cabo tanto con hombres como con mujeres. Es probable que esa aversión tenga relación con el sexo no reproductivo, algo que parece apoyar la idea de que en situaciones demográficas de escasez de personal la sodomía está muy perseguida, mientras que en los Imperios donde no hay problemas demográficos es mejor tolerada. las religiones que también viven de las antiguas tradiciones la condenan, al menos las tres monoteístas lo que indica que la sexualidad reproductiva era y es para ciertas naciones vital para lograr una cohesión tribal que de sentido a sus naciones y estados. ¿Qué seria de Israel si no hubiera judíos ortodoxos que tutelan la Torah? Así parece que las culturas del desierto son mucho menos condescendientes que las culturas fluviales con respecto a la homosexualidad.
De modo que lo que está en el fondo de ese rechazo es una cuestión moral de supervivencia del estado en ciertas condiciones sociales y religiosas que se manifiestan como un mandato político o moral. Creced y multiplicaos, no es lo mismo que decir «Emigra y a ver qué pillas«.
Pero la homofobia no es tampoco una fobia sino el resultado de barajar antropólogia, religión y cultura y que sirve para sobrevivir en una cultura pero no en otra: una especie de impregnación reptiliana de algo que ya resulta arcaico al menos en el mundo occidental. Entre nosotros la tolerancia a los homosexuales es bien notoria, ya no creemos que resulte una amenaza para el estado que ciertos hombres y ciertas mujeres no se reproduzcan. Más que eso parece haber un mandato de lo contrario, tener una familia y mantenerla y retenerla es hoy una tarea bien complicada y que ha perdido mucho prestigio. Pareciera que estamos en un mundo invertido en cuanto a los orígenes de nuestra tradición .Y debe ser eso lo que explica que existan tantos gays y lesbianas, es decir parejas no reproductivas.
La gordofobia tampoco es una fobia sino un malestar estético. Se hace poco hincapié en esta realidad que se suele atribuir a problemas médicos o emocionales. En el mundo actual donde la mujer ha cambiado tanto su aspecto físico si las comparamos con nuestras abuelas -al mejorar su estado atlético- resulta antiestético esas salidas del peso medio y mucho más si se publicitan y se eligen precisamente para dar las campanadas de fin de año.