Trauma, estrés y estragos parentales
¿Es la psicoterapia un placebo?
Si le hiciéramos esta pregunta a Hans Eysenck, – el psicólogo descubridor de los factores biológicos de la personalidad- la respuesta seria si. Eysenck fue uno de los que siempre defendieron la idea de que la psicoterapia no era superior al placebo. Y que lo que curaba la psicoterapia podía curarse solo. Le llamó remisión espontánea a este fenómeno.
Sin embargo no se tardó demasiado tiempo en aparecer refutaciones al trabajo seminal de Eysenck en 1952. La tarea de los disidentes (como Smith y Glass) se planteó como siempre atacando el protocolo que había servido a Eysenck como muestra para su investigación: los que recibieron alguna terapia, versus los que no recibieron ninguna y se suponía que habían mejorado a través de una su “remisión espontánea”. Al parecer y según estos autores Eysenck sobreestimó los buenos resultados que tenia -en su opinión- el no recibir ningún tratamiento. Frances también aportó en su momento un trabajo donde hablaba de las ventajas de no tratar.
Pero Smith y Glass publicaron en 1980 un libro donde hablaban de las ventajas de la psicoterapia si bien el debate en ese momento ya no estaba en tratar o no tratar sino más bien qué evidencias había sobre la superioridad de unas escuelas sobre otras, mas concretamente lo que a los investigadores de aquellos tiempos querían era saber si las terapias psicodinámicas eran superiores o inferiores a las cognitivo-conductuales.
Para ello pusieron a prueba un ensayo donde compararon la psicoterapia con el placebo: sus hallazgos fueron estos: si bien al principio no parecen existir demasiadas diferencias con el alce, la cosa empezaba a mejorar a las 16 semanas. Dicho de otro modo: las psicoterapias son mas efectivas que el placebo siempre y cuando tengan una duración significativa.
Obsérvese como la depresión mejora con psicoterapia si bien no de una manera demasiado significativa con respecto al placebo.
Lo interesante de esta investigación es que no queda claro a qué llamaron Smith y Glass “placebo”. ¿Significa no hacer nada? ¿Tener a los pacientes en lista de espera? ¿Hacerles creer que se está haciendo algo con ellos sin hacer realmente nada?.
Para no seguir por este camino (ya muy trillado) expondré al lector las conclusiones a las que se llegó en su momento sobre esta cuestión de las psicoterapias.
Efectividad de la psicoterapia.-
1)Que la psicoterapia es igualmente de eficaz que los tratamientos médicos convencionales en una muestra aleatoria de pacientes con problemas mentales o emocionales.
2) Que la variable crítica de la psicoterapia no estaba en la técnica dado que orientaciones diferentes daban los mismos resultados.
3) Que las psicoterapias funcionan por cosas diferentes a las que sus defensores defienden.
4)Que las psicoterapias son más exitosas en un determinado grupo de pacientes y son ineficaces en otros, aquellos pacientes que tienen fácil verbalización, inteligentes, jóvenes, con un gran potencial de cambio y con gusto por el autoexamen, son los mejores candidatos para una psicoterapia. El potencial de cambio y el deseo del mismo son las variables criticas para el logro del cambio.
5) Que el sufrimiento mental no es la misma cosa que la enfermedad o los trastornos mentales reglados y que seguramente aquellos responden mejor que estos últimos.
6) Y que de entre todas la variable más importante de una terapia la personalidad de quien la imparte.
El tema quedó liquidado o casi con estas conclusiones y algo aun más insólito: las psicoterapias eran exitosas o fracasaban por algo que estaba más allá de sus concepciones teóricas. Dicho de otro modo: eran todas igualmente útiles o no lo eran fueran cognitiva, existenciales, dinámicas o conductuales. Y más probablemente el éxito de las psicoterapias se debía a factores comunes, es decir cuando funcionaban lo hacían por algo común a todas ellas y no por lo que los terapeutas especulan.
Y por último: hay algo en el inconsciente del terapeuta que cura pero vale la pena mantenerse atentos a lo que sigue.
Pues la cosa se complica un poco más puesto que las psicoterapias pueden tener efectos negativos incluso malignos, en ciertos pacientes, sobre todo aquellas terapias interpretativas (psicoanalíticas) y que trabajan con la transferencia.
Freud en 1937 publicó un articulo que llamó “Análisis terminable e interminable” donde describió una extraña reacción durante el curso del psicoanálisis y que llamó “reacción terapéutica negativa” Se trataría según él de una forma tanática de resistencia que haría al paciente resistente e impermeable a las interpretaciones. El paciente empeoraría en lugar de mejorar.
En el cuadro siguiente podemos observar algunos efectos adversos de las psicoterapias, algunos de ellos, graves y otros mas leves y que en cualquier caso invitan a interrumpir la terapia o al menos a cambiar de terapeuta.
Es decir: la psicoterapia puede tener un efecto paradójico, por cierto igual que ciertos fármacos. Y algunos autores consideran que este efecto paradójico es en realidad un efecto nocebo.
Un caso particular de este efecto nocebo es el efecto paradójico de algunos fármacos: sucede cuando una droga concreta hace el efecto inverso al que cabría esperar de su acción farmacológica conocida: el efecto álgico de la morfina, la salivación de la atropina, la hipertermia del etanol o la bradicardia de la epinefrina. Este tipo de efectos inversos o en espejo nos han enseñado mucho acerca del efecto placebo. ¿Como explicar el efecto salivador de la atropina por ejemplo si la atropina tiene un efecto anticolinérgico en las sinapsis que induce la sequedad de boca?
El lector puede seguir estos argumentos en este post donde hablé precisamente del efecto placebo-nocebo y la causalidad no-lineal.
Señal y ruido en psicoterapia.-
Aquellos lectores que hayan leído este post ya sabrán a estas horas que ruido y señal son indiferenciables, van en el mismo paquete y aun: que en ocasiones sin ruido la señal no llegaría a percibirse. Y en una psicoterapia como en cualquier intervención médica hay mucho de señal-ruido entremezclado. La psicoterapia es un campo ruidoso emocional. En la que existen fenómenos de puro ruido, como la sugestión, la amabilidad, la escucha empática, la honestidad percibida en el terapeuta junto a su pericia, el encuadre reglado en forma ritualizada (horas, tiempo, pagos) y fenómenos de pura señal.:
Para mi existen al menos tres fenómenos de pura señal en una psicoterapia:
- La transferencia, es decir la actualización de vínculos de la infancia proyectados en el terapeuta. Con el que se puede mantener además una expectativa de apego seguro.
- La provisión de nueva información que propicia insights significativos.
- La reestructuración cognitiva de lo vivido, es decir el hallazgo de un sentido para el sufrimiento, la construcción de un nuevo relato, una nueva narrativa que venga a sustituir a la que el paciente construyó a solas.
Y que naturalmente no pueden separarse del puro ruido, de manera que mi conclusión es la siguiente:
En toda interacción medica o psicológica hay un pack de señal-ruido, sea cual sea la intervención que llevemos a cabo y que implica tanto el efecto placebo como al efecto nocebo y a las señales propiamente dichas. La variable critica es la expectativa del paciente. Algunas personas no se curarán nunca aunque quizá aspiren a mantener el vinculo terapéutico de por vida, otros lo harán rápidamente para complacernos y otros empeorarán, lo que viene a señalar en la dirección de que los campos emocionales señal-ruido tienen propiedades efectivas y que pueden beneficiar a nuestros pacientes mientras que a otros pueden perjudicarles.
Pues no existe el riesgo cero, tampoco en psicoterapia.
Como cualquier medicamento.
Pero para mi hay una conclusión más profunda: deberíamos dejar de tratar al placebo como un engaño y darle el valor que se merece.
Bibliografía.-
SMITH, G., GLASS, G.V. y MILLER, T.I. (1980). The benefits of psychotherapy. Baltimore: The John Hopkins.
La infidelidad
La suprema voluptuosidad del amor es la certeza de estar haciendo al mal (Baudelaire)
La infidelidad en la pareja es una de las causas más frecuentes de rupturas dramáticas, desavenencias y divorcios y no deja de ser curioso que sea -al mismo tiempo- una conducta tan frecuente entre los hombres como entre las mujeres. Cómo es posible que una conducta tan frecuente tenga resultados tan nefastos en cuanto a la continuidad de la pareja es el propósito de este post.
Para lo cual voy a echar mano de un texto de Mario Marrone. un psicoanalista argentino pero afincado en Londres y uno de los seguidores de Bowlby y de su teoría del apego, concepto que ha utilizado para entender cuestiones que escapan a la propia teoría como la sexualidad adulta y que acaba de publicar en la editorial Psimática este libro que preside este post. En uno de los capítulos del libro aborda este asunto si bien yo voy a añadir otros elementos de mi licuadora (léase red neuronal por defecto) particular.
Monogamia y amor romántico.-
No cabe ninguna duda de que si analizamos esa conducta que llamamos “infidelidad” es porque pensamos que en ella hay algo “desviado”, algo que necesita explicación, de lo contrario hablaríamos de la “fidelidad como fenómeno a explicar” y ¿cómo explicar que una pareja no haya tenido después de muchos años de convivencia alguna escaramuza o aventura extramatrimonial? Se da por supuesto que la fidelidad es lo normal y por tanto es la infidelidad la que necesita una explicación.
Probablemente porque las personas somos muy vulnerables a las infidelidades de nuestras parejas y quizá por eso y por el sufrimiento que provocan estas conductas, nosotros los psicoterapeutas tratamos a estas personas victimizadas por la infidelidad y casi nunca vemos a los perpetradores que por lo visto no acuden a consulta y si lo hacen es movidos por la culpa o el desasosiego. Lo cierto es que las infidelidades provocan sufrimientos mentales en las personas que las sufren pasivamente. Mario Marrone recorre en su capítulo sobre esta cuestión todos los aspectos -conscientes e inconscientes- que pueden llevar a una persona a cometer infidelidad, pero también los mecanismos -usualmente narcisistas por las que una infidelidad se convierte en algo imperdonable.
Lo cierto es que apego y sexualidad son aspectos de la personalidad que empastan mal, el apego puede ser un potente disuasor de la sexualidad (Eibl-Eibensfeldt,1995) Todos sabemos ese rechazo que sentimos con las personas con las que hemos convivido durante nuestra infancia y como la excesiva familiaridad opera como un inhibidor de las apetencias sexuales. Bueno, lo mismo sucede con nuestras parejas, después de 20 años de convivencia ¿quién mantiene el nivel de excitación del primer día?
Nuestra idea de que la infidelidad es algo imperdonable procede de nuestra idealización de la monogamia y posteriormente del amor romántico que vino a instalarse entre nosotros muy recientemente coincidiendo con la desaparición de la familia extensa y ese repliegue de la subjetividad que llamamos narcisismo. Hay que arreglárselas uno mismo ya que no podemos confiar en nadie más y dos siempre son más potentes que uno solo para sobrevivir y medrar socialmente. En realidad la monogamia ha tenido mucho éxito en nuestra especie pero no nos viene de serie, nuestra especie es polígama y promiscua. No cabe ninguna duda de que la monogamia es un invento del Neolítico y corre paralela a la evolución de la propiedad privada tal y como ya supuso Engels. Nuestra sexualidad es parecida a la de los gorriones.
La monogamia es una estrategia reproductiva estable que ha llegado a nuestros días porque ha sido seleccionada positivamente por la Evolución, pues posee ventajas tanto para los hombres, como para las mujeres y sobre todo para los niños. Representa ventajas para las mujeres porque les hace contar con ayudas suplementarias para criar a sus hijos y también para los hombres porque nos permite filiar a nuestros hijos y obtener apoyos para nuestra senectud o ayudas para la invalidez o la enfermedad. Dicho de otra manera la monogamia es un invento ligado al reconocimiento de la paternidad: “es porque se que mis hijos son míos por lo que les voy a proveer de recursos”. Es bien sabido que los hombres no están demasiado dispuestos a criar hijos de otros. Las mujeres tampoco, acordaros de Cenicienta.
Es por eso que el primer mandato de la monogamia sea la fidelidad, pues sin fidelidad se rompe el contrato reproductivo. Ni los hombres pueden saber quienes son sus hijos ni las mujeres pueden obtener recursos de un padre falso. Pero el que inventó la fidelidad inventó al mismo tiempo la contraestrategia: el engaño.
Y es por eso que existen los engaños que existen los celos. Los celos son una emoción destinada a disuadir a los intrusos y a ejercer una vigilancia sobre las hembras. Aquí un post sobre las diferencias entre los celos de hombres y mujeres y sus aspectos evolucionistas.
De manera que la infidelidad no debe considerarse una patología aunque es cierto que se puede ser infiel por muchas razones, sin ánimo de ser exhaustivo nombraré algunas:
- Muchas personas suponen que deberían ser más felices de lo que son y sienten que se están perdiendo algo.
- Otras personas han decidido separarse de sus parejas y buscan un/a sustituto/a, es algo así como lanzarse al vacío pero con red.
- Otras personas utilizan el sexo como autoafirmación.
- Otras “tocan y salen” es decir no buscan nada más que un pequeño desfogue sexual de vez en cuando sin compromisos de ningún tipo.
Lo curioso que tienen las relaciones infieles es que son mucho más divertidas que las convencionales y que convocan una enorme excitación sexual. Lo que la mayor parte de la gente no sabe es que esa excitación sexual procede de la clandestinidad y que una vez desaparecida ésta, la relación vuelve a estabilizarse en ese plácido sosiego lleno de quehaceres que llamamos monogamia. Algunas personas caen en la trampa de cambiar una relación monogámica por otra. Algunos conozco que incluso se casan tres o cuatro veces y dicen: “yo nunca he sido infiel a mi pareja”. La monogamia sucesiva es el sustituto políticamente correcto de la infidelidad aunque seguramente más caro.
La infidelidad es el low cost del sexo aunque también tiene efectos secundarios: la infidelidad deja rastros en los móviles, en los emails y en la cuenta bancaria, también en las excusas que hay que inventar y que poco a poco caen por su peso. El infiel convencional siempre acaba siendo descubierto y probablemente es la mejor forma de purgar su culpabilidad.
¿Pero de qué es culpable el infiel? ¿Por qué damos por supuesta la idea de que ser infiel es algo “pecaminoso” o “inmoral”, algo que hay que mantener en secreto y evitar en la medida en que seamos capaces de sortear la tentación.
La monogamia ha de ser preservada para continuar el orden social, hay algo en la monogamia de carcelario, de imposición y si a ello le añadimos el amor romántico que es una especie de invento humano (en realidad un subproducto social de la monogamia) tenemos servida la receta para que la gente sufra si es “engañado” o sufra al “engañar”, en cualquier caso no cabe ninguna duda de que el proceso de ser infiel se ha moralizado hasta sus ultimas consecuencias en las sociedades opulentas y narcisistas.
Las expectativas de intimidad que tienen entre sí las parejas corrientes son imposibles de colmar: cualquier persona tiene intereses profesionales, intelectuales, estéticos, artísticos que nuestra pareja no puede atender, es por eso que tenemos amigos y amigas que nos corresponden en esa búsqueda. ¿Es esto una forma de infidelidad o solo llamamos infidelidad si hay sexo? Lo cierto es que hoy las parejas se exigen demasiado el uno al otro y no se dejan espacio para que florezcan otros entendimientos más allá de lo doméstico. ¿Es infidelidad mantener chats privados de carácter erótico con otras personas?¿Es infidelidad misionar pornografía a solas?¿Es infidelidad masturbarse sin que nuestra para lo sepa?.
Algunas personas pueden sentirse “engañadas” también a través de estas actividades de su pareja, hablamos entonces de una utopía, una fidelidad impuesta que es insostenible como lo es también una relación de amistad muy íntima o una hermana de nuestra pareja con la que parece que haya más confianza que con nosotros mismos.
El apego y el sexo empastan muy mal y tenemos necesidades de apego y necesidades de sexo, también tenemos necesidades narcisistas o de autoafirmación y por último tenemos necesidades de preservación. Estas necesidades pueden entrar en conflicto unas con otras y de hecho lo hacen: la mayor parte de los hombres infieles no suelen dejar a sus parejas por una nueva pareja sexual por más estimulante que sea. La razón es que los intereses de apego suelen ser más intensos que los intereses sexuales. también puede suceder al revés y muchas personas intentan a través del sexo conseguir un tipo de apego que no pudieron alcanzar en su infancia. Los individuos cuya crianza fue presidida por un apego inseguro tienen mas posibilidades de meterse en líos con el sexo aunque hoy la facilidad moral con que se obtiene el divorcio ha camuflado perfectamente esta vía de desagüe: una persona puede en efecto divorciarse varias veces sin que ninguna pareja se acomode y no lo hace precisamente porque no ha logrado establecer con ella un vinculo de confianza y seguridad.
Dicen que Alcibiades le planteó un día a Platón este dilema entre apego y sexo y lo hizo tratando de saber la opinión del maestro en esta disyuntiva. ¿Qué debo hacer, abandonar a mi esposa e irme con mi amante o bien abandonar a mi amante por mi esposa?
Y dicen que Platón le respondió
-Hagas lo que hagas te equivocarás.
Véase como el circulo de dentro (social y el núcleo de fuera (intrapsiquicol) tienen puntos de contacto y fricción pero solo hay una entidad que puede atravesar de parte a parte sus conexiones sin rozarlas ni confrontarlas.
Lo único que puede atravesar sin rozar y evitar que estas dimensiones entre en conflicto es el amor
El cerebro y sus dimensiones
Lo que es arriba es abajo
(Viejo aforismo esotérico)
Una hormiga vive en un plano, es decir en dos dimensiones, para ella solo existe adelante-atrás e izquierda-derecha. ¿Pero qué le sucede cuando circula por una especie de banda que se ha sometido a torsiones y que pasa de dos a tres dimensiones?
Esta banda que se conoce con el nombre de banda de Moebius y que es muy fácil de hacer con una diadema de esas para el pelo, nos servirá para entender conceptos un poco más complicados a lo largo de este post.
La hormiga seguirá circulando eternamente por ella sin caer en la cuenta de que hay una tercera dimensión que ella no está adaptada a percibir, ella seguirá transitando eternamente por esa senda. Es ajena a esa ganancia dimensional.
Nosotros vivimos en tres dimensiones más el tiempo a la que solemos llamar cuarta dimensión pero nos movemos en un espacio tridimensional y añadimos al mundo de la hormiga otra dimensión: la altura (arriba-abajo). Pero somos incapaces de imaginarnos como sería nuestro mundo si añadiéramos un cuarta dimensión (el tiempo se cuenta como una dimensión añadida al espacio). La mejor manera de presentarse esta cuarta dimensión es tomando como referencia al cubo. Hablaríamos entonces de hipercubo. Es un poco difícil de imaginar y por supuesto no lo podemos percibir pero lo podemos dibujar.
Aqui tenemos representada esta cuarta y la quinta dimensión.
Un hipercubo es una figura que nosotros no podemos ver, pero que es posible pensar e imaginar gracias a las matemáticas y a ciertos benéficos y generosos usuarios que nos lo desgranan para hacerlo más fácil de entender en este gif de arriba. El hipercubo sería pues un cubo de cuatro dimensiones. Sería el resultado del desplazamiento aleatorio de un cubo sólido a través de la cuarta dimensión, esa 4ª dimensión contiene una novedad:el cubo está delante y detrás al mismo tiempo, arriba y abajo, porque el hipercubo está presente en todos y cada uno de esos instantes en que se descompone el tiempo, al menos para hacerlo apreciable a la visión humana.
Y si cuento todo esto es después de haber leído este articulo donde se asegura que los científicos que trabajan en el Blue Brain Project han llegado a la conclusión de que las redes neuronales trabajan en 11 dimensiones. O dicho de otra manera: en nuestro cerebro , a nivel microscopio no habrían solo tres sino hasta once dimensiones. Seria como un cable enredado cuyos giros y enredos (en realidad torsiones topológicas) generarían estas dimensiones adicionales. ¿Podríamos llamarlas circunvoluciones?
La topología es una rama de las matemáticas que se ocupa del estudio de las superficies sometidas a torsión. Lo asombroso de la cinta de Moebiüs es precisamente la ganancia de propiedades que consigue y que no están presentes en la simple cinta de pelo. Una de esas propiedades, la más inquietante de todas es que la cinta de Moebiüs es un sistema finito con conectividad infinita, la hormiga que transita por ella estaría caminando eternamente sin saber que está dando vueltas. Si en lugar de una hormiga se tratara de una persona tendría la siniestra sensación de “dejà vu“, o de estar en un laberinto sin salida, tal y como puede verse en el cuadro de Escher que tituló “Relatividad”.
¿Pero por qué once dimensiones?
No cabe duda de que cuando leí el anterior articulo recordé que es precisamente la “teoría de cuerdas” la que habla de 11 dimensiones.
La teoria de cuerdas es una teoría que no ha podido ser aun demostrada y que en realidad no se puede refutar aun pero que es un intento de unificar la física desde lo enorme donde imponen su ley la teoría de la relatividad y lo minúsculo, territorio de la física cuántica.
Para hacerlo entendible a aquellos lectores que no sepan nada de física, trataré de explicar al menos algunas cuestiones que se derivan de la teoría de cuerdas. Esta teoría plantea que las partículas – esas que nosotros nos imaginamos redondas, como corpúsculos- me refiero al electrón, protón, neutros y gravitón no son en realidad redondas sino cuerdas o anillos cerrados o abiertos que resuenan cada una de ellas en una determinada frecuencia, algo así como esto:
Los físicos que se encuentran detrás de las demostraciones necesarias para descubrir estas cuerdas (sobre todo los del Fermilab) están persuadidos que estas “cuerdas” existen aunque no podamos verlas (debido a su pequeñísimo tamaño, más allá del átomo) y lo saben porque lo han demostrado matemáticamente, algo parecido sucedió con el bosón de Higgs más conocido como la partícula de Dios. Pues bien estos físicos son los que han predecido que para que estas entidades existan es necesario imaginar un espacio con 11 dimensiones. O dicho de otra forma: los cálculos se cumplen si contamos con estas 11 dimensiones, ni una más ni una menos. Naturalmente imaginar un espacio con 11 dimensiones es imposible para una mente humana pero no para el álgebra.
La teoria M.-
Apenas transcurridos unos pocos años la teoría de cuerdas tuvo un problema pues aparecieron inmediatamente otros autores y teóricos que llegaron a describir hasta 5 versiones diferentes de la misma dando pie a que los escépticos se lanzaran contra ella. Una teoría de integración no podía tener 5 versiones, efectivamente. Se necesitaba otra vuelta de tuerca y así apareció el nuevo Einstein que para muchos es el físico Edward Witten que unificó la teoría llamándola ahora teoría de supercuerdas o teoría M.
Lo que Witten señaló es que había un error en la concepción de las cuerdas, no eran solo anillos más o menos cerrados diferentes según la pulsación sino que además de eso había cuerdas que eran en realidad membranas, una especie de celofán que cerraba y aislaba unas dimensiones de otras. Es por eso que le llamó teoría M o teoría Matrix. Lo que venia a predecir que es muy posible que existan mundos paralelos al nuestro y que tengamos a nuestro lado vecinos que viven en otra dimensión.
Bueno, se trata de ciencia ficción pero para nosotros los neurocientíficos tiene un importante valor aunque solo sea por empezar a entender que en nuestro cerebro existen varias dimensiones, no necesariamente las 11 en cualquier lugar pero si que al menos podemos comenzar a visualizar el espacio cerebral y las redes neuronales como potentes enredos que dan lugar a fenómenos extraños si los contemplamos desde la lógica formal de las leyes de la causa-efecto. Un ejemplo son los sueños, otro ejemplo la memoria y los recuerdos, otro ejemplo las sincronicidades y porque no decirlo las enfermedades mentales, las enfermedades médicas inexplicables que no siguen las inervaciones correspondientes, los trastornos por somatización o de conversión y algunos síntomas traumáticos junto con ciertas vivencias esquizofrénicas parecen sacadas de un libro de fantasías de cuerdas.
Esta red neuronal podría ser representada de este modo:
Variedad de Kalabi-Yau
De Brian Greene y su “universo elegante” ya hablé en otro post pero me gustaría dejaros aquí colgado un video sobre esta teoría de cuerdas que nos abre, sobre todo a los que vamos detrás de comprensiones mas potentes de la mente y su cerebro, una serie de sugerencias que -muy probablemente y merced al dinero empleado en ese superproyecto que conocemos con el nombre de Human Brian Project-, se cumplan en un futuro próximo y podamos darle un empleo práctico a todas estas ideas que de momento parecen más guiones de novelas que realidades útiles.
Pero que estoy seguro de que en el futuro nos permitirán cerrar de una vez ese hiato de dualidad que separa lo mental de lo corporal.
Bibliografía.-
Witten, Edward. Magic, Mystery and Matrix
La memoria traumática
Lo normal y lo raro
“Ni son todos los que están ni están todos los que son”
Todo el mundo estará de acuerdo conmigo en que la medicina es una disciplina que se ocupa de tratar y prevenir (cuando puede) las enfermedades. El problema es que no está claro del todo qué es y qué no es una enfermedad. Y no sólo en psiquiatria que es la especialidad donde esa delgada linea roja se hace más gruesa, sino en la Medicina General.
Sin embargo la medicina cuenta con una variable de peso: algunas enfermedades causan la muerte y en cualquier caso causan infirmitas, algo que raramente sucede en las enfermedades mentales. Una de las características de los enfermos mentales es que no saben que están enfermos, se trata de una disfunción que afecta a la consciencia de ser.
Escribo esta entrada después de asistir durante días a varias polémicas en las redes (la ultima la de la gestación subrogada) y de haber leído este post de Pablo Malo donde aborda algunas cuestiones que nos servirán para alumbrar este post.
La mayor parte de la gente hace equivaler la palabra “anormal” con patológico y la palabra “normal” con no patológico. Se es normal o se está enfermo o loco, lo anormal seria asunto de la medicina o la psiquiatría y lo normal seria algo así como lo saludable y lo recomendable.
Pero la cosa no es así de sencilla y más abajo tendrá el lector tiempo de comprobar que no siempre anormal y patológico son la misma cosa. Por ejemplo ser homosexual no es normal y sin embargo no es patológico y ser heterosexual por si mismo no garantiza una buena salud mental. La palabra “normalidad” es un concepto estadístico, es normal en tanto que es frecuente y es anormal en tanto que es raro. Por ejemplo el talento musical de Mozart es un talento raro pero no patológico. para que fuera un subproducto patológico tendría que aparecer siempre combinado con alguna patología, por ejemplo si todos los genios musicales fueran esquizofrénicos no tendríamos más remedio que conceptualizar el genio musical como una forma de locura y aunque existen zonas de contacto entre el talento musical, poético o literario con la patología no podemos concluir que las rarezas sean patológicas.
Lo que sucede es que no tenemos una mente numérica y no sabemos que todo tiende a la media y por eso existen más personas normales que anormales y no estamos acostumbrados a pensar en forma de probabilidades, antes al contrario pensamos en categorías y por eso la palabra “anormal” ha acabado siendo una especie de cajón de sastre donde encajamos todo lo que no entendemos, se salga por arriba de nuestras predicciones o por abajo. Anormal para la mayor parte de la gente es aquel que no encaja en el lecho de Procusto y solemos discriminar tanto al que nos supera en habilidades como al que queda por debajo, del mismo modo tendemos a discriminar al diferente, y lo hacemos ya en el patio del colegio.
Más simplemente: la patología se alimenta de casos extremos en todo, sea carácter, sexo pensamiento, imaginación o conducta.
Es por eso que la Medicina inventó el termino “desviación” para intentar explicar las conductas inusuales en el plano de los gustos sexuales y es por eso que hoy sigue hablándose de parafilias y tratándolas de “trastornos mentales” en las sucesivas entregas de los manuales operativos psiquiátricos. Por razones políticas, la homosexualidad fue arrancada de estos manuales ya hace años, pero ahí siguen ciertos trastornos como el sado-masoquismo, el exhibicionismo, la pederastia y otras preferencias exóticas, ¿pero son estas condiciones, trastornos mentales o son por el contrario versiones de la diversidad como se dice ahora?
El termino “desviación” sigue pesando mucho pero tiene una debilidad epistemológica fundamental. ¿Cual seria la sexualidad normal?
Definir la sexualidad normal es muy complicado, tanto que no podemos y siempre nos vamos a encontrar con tres cuestiones colgando del concepto: una es la reproducción, la segunda la normatividad social y la tercera lo consensual: en este sentido es normal lo que la mayor parte de nuestro grupo considera normal y es normal la actividad que vincula la sexualidad con la reproducción, en el sentido de que ninguna transgresión a la normatividad podría prosperar si no hubiera reproducción: hasta los homosexuales han tenido padre y madre.
Pero esta definición es muy incompleta porque no tiene en cuenta la sexualidad lúdica, aquella que se lleva a cabo por placer ni tampoco contempla aquellas sexualidades fugitivas que se llevan a cabo simplemente por transgredir una norma, sin trastorno de por medio. Por ejemplo, ¿es normal que se consensúen ciertas practicas sado-masoquistas que conllevan daño?Esta pregunta nos llevaría a la cuestión del ethos y él pathos . ¿Existe una disfunción ética en los seres humanos? ¿O por el contrario el ethos es independiente del funcionamiento normal del cerebro?
No cabe duda de que para definir la patología y qué es o no es un trastorno hemos de tener un criterio sobre la normalidad y otro sobre lo disfuncional. Tambien sobre el ethos.
¿Qué es la normalidad?
Es interesante señalar que descontando al psicoanálisis ni la psiquiatría ni la psicología tienen un modelo acerca de la normalidad, si bien la psicología evolucionista puede resultarnos de alguna ayuda. En este sentido afirma Smoller que:
“ La única forma de entender cómo se desbaratan el cerebro y la mente es saber primero cómo fueron diseñados para que funcionaran. Las disfunciones mentales existen porque hay funciones que se pueden perturbar. Los trastornos de ansiedad existen porque tenemos mecanismos cerebrales diseñados para detectar la amenaza y reaccionar ante ella. Cuando estos mecanismos se distorsionan o exageran, el miedo o la ansiedad pueden arruinarnos la vida” (Smoller 2013).
En este sentido para hablar de trastorno o enfermedad es necesario que se cumplan dos condiciones: ha de haber una disfunción y ha de haber perjuicio o daño. Dice Wakefield en este sentido que:
La propuesta de Wakefield es una definición relativamente sencilla: “un trastorno es una disfunción perjudicial”. Esta definición es una definición híbrida, porque tiene dos componentes, uno es el daño o el perjuicio que genera, y este componente se refiere una condición que es valorada como negativa por los estándares socioculturales (los valores sociales). La eterna discusión a la hora de definir la enfermedad es si las enfermedades son entidades naturales o reales, o si son construidas por la cultura. Una cosa se puede considerar perjudicial en una cultura o sociedad y no en otra. De esta manera, Wakefield incorpora en su definición el componente de “construcción” que inevitablemente contiene toda definición de enfermedad. Pero, al hablar también de disfunción, está hablando de un hecho biológico, de una realidad, de algo comprobable científicamente, que no es totalmente arbitrario. La disfunción la ancla Wakefield en la biología evolucionista, es el fallo de un mecanismo psicológico para funcionar como fue seleccionado por la selección natural.
Naturalmente esta definición vuelve a resultarnos incompleta toda vez que los psicópatas o las personalidades narcisistas exportan sus problemas a otros, ellos no sufren más que secundariamente por sus problemas (aunque pueden ir a la cárcel), se trata en este caso de trastornos egosintónicos, donde el sujeto no siente ese “daño o perjuicio” que es clave en la definición de Wakefield. En este sentido los psicópatas no serian enfermos, tampoco los pederastas.
Personalmente creo que los psicópatas o los pederastas son trastornos psiquiátricos, otra cosa es que no sean condiciones tratables, en parte porque no conocemos cual es la disfunción que presentan estas personas y lo único que podemos hacer con ellos es castigarlos y apartarlos de la sociedad cuando delinquen pero esto no agota el argumento que trato de establecer en este post.
Otra cuestión interesante es que las personas normales también pueden cometer actos anormales, asesinar, conducir borrachos o maltratar a la pareja. ¿Son estas conductas asimilables a un trastorno?
Lo cierto es que seria demasiado fácil concluir que cualquier conducta anormal es patológica, es lo que cree la mayor parte de la gente y es una idea fácil de asimilar. Aquello que no podemos comprender simplemente lo catalogamos de patológico. El problema es que probablemente no sea cierto y haya que profundizar un poco más para atrapar la complejidad humana.
La cosa se complica aun más si aceptamos que tampoco sabemos como “se cura la mente a si misma”. Nuestra ignorancia no solo se limita a no conocer el mecanismo intimo de cualquier disfunción sino también a desconocer que hace la mente para repararse. ¿Puede ser un trastorno o una conducta anormal una forma de autoreparación?¿Hay enfermedades que nos protegen de otras? ¿Puede el alcohol o ciertas drogas proteger o precipitar al paciente de o en una psicosis?
En este sentido dice Pablo Malo:
No sabemos cuáles son los mecanismos mentales curativos equivalentes a la cicatrización o a la consolidación de fracturas en el plano físico. El concepto que más se ha acercado a este punto es el de Resiliencia, pero no ha habido un esfuerzo suficiente por aclarar los mecanismos psicológicos y biológicos que utiliza el organismo (si es que existen) para recuperarse de una psicosis, de una depresión, o de un TEPT.
Otra consideración que ha señalado continuamente la psicología evolucionista es que puede haber trastorno sin disfunción, simplemente porque el ambiente ha cambiado y nosotros hemos evolucionado en clave ancestral adaptándonos a otros entornos que ya no existen. Un ejemplo es la obesidad y la diabetes tipo 2 trastornos que no precisan ninguna disfunción mas allá de un cambio en el consumo de azucares que en entorno ancestral eran muy escasos. No estamos diseñados para vivir en entornos de aire acondicionado o calefacción, nuestro entorno natural es el frío, el calor y las hambrunas: pasar gran parte del día andando y buscando nuestros alimentos. En este sentido nos puede ser útil el concepto de adaptabilidad. ¿Pueden existir disfunciones de la adaptabilidad?
Así y todo dejar en manos de los entornos socio-culturales la decisión de qué es o no es patológico contiene muchos riesgos, no hace falta recordar que en la URSS ser un disidente político estaba catalogado como una enfermedad mental y condena al Gulag. Hay que recordar que estos entornos son mucho más dependientes de la política y la propaganda que de la ciencia y no cabe duda de que existen programas de ingenieria social destinados a modificar las opiniones del publico en general con respecto a qué es raro, que es normal, que es patológico y qué limites existen en eso que hemos llamado diversidad.
Y aunque es muy probable que la evolución haga ensayos con la inteligencia humana (autismo) o la neurodiversidad como entendemos hoy la esquizofrenia: el peaje que pagamos por ser tan inteligentes y hablantes, lo cierto es que este argumento no descarta que estos ensayos puedan liquidarse con alguna disfunción en los individuos concretos.
La neurodiversidad lo que propone es una nueva forma e pensar las patologías. En este caso la patología sería el extremo de un desarrollo continuo de ciertos talentos o habilidades específicas de ciertas personas. Más concretamente nos remitiría a los talentos sistematizadores, de detalle, de gusto por las cosas o por saber como funcionan o de qué están hechas y por otro lado los talentos hipermentalistas, destinados a la simbolización, a la narrativa, sociales o interpersonales. (El lector puede visitar este post titulado “fisico o poeta”).
En mi opinión en el futuro la psiquiatría tendrá que reconocer y aceptar este fenómeno de la diversidad que implica cambios en nuestra manera de pensar las disfunciones y ampliando el campo de tolerancia a otras conductas, y quizá inventar una nueva palabra para dar juego a los que “están sin ser” aunque también tendrá la obligación de definir sus límites, pues toda conducta humana tiene como límite la consideración de su grupo social. Si la gente cambia de opinión respecto de alguna cuestión sobre lo normal o lo anormal la psiquiatría tendrá que reconocerla si bien también habrá que estar vigilantes sobre la influencia de la política y la propaganda de los grupos de presión sobre la opinión publica. Un ejemplo extremo seria este:
¿Cual debería ser la opinión de la ciencia si los políticos decidieran que la pederastia es una forma más de diversidad que debe ser integrada en la sociedad?
Bibliografia.-
Ethos y pathos
Como podemos ver en este gráfico, nuestro mundo psíquico se compone en realidad de tres mundos que no tenemos mas remedio que integrar, esa es la tarea.
Todos aquellos que leyeran el post anterior ya habrán comprendido la dificultad que entraña separar lo patológico (pathos) de lo normal (logos) en psiquiatría. Buena parte de esta dificultad procede varios hechos:
1.- La frontera entre ambos fenómenos es muy difusa y llena de dificultades epistemológicas
2.-Ciertos fenómenos adaptativos y destinados a reparar disfunciones pueden ser catalogados -en sí mismos- como patológicos sin serlo al tiempo en que no garantiza que algo en principio adaptativo sufra una disfunción y se convierta en patológico. Un ejemplo podría ser el duelo, un fenómeno absolutamente normal que puede transformarse en una depresión crónica.
3.-Por ultimo, no sabemos como se relacionan los trastornos éticos (ethos) con los problemas psiquiátricos convencionales. Algunos trastornos como las psicopatías y la pederastia por ejemplo no cumplen con la condición de “daño” que sirvió a Wakefield como criterio de trastorno mental.
Todo parece indicar que las desviaciones éticas y las desviaciones de la enfermedad mental propiamente dicha van en direcciones opuestas.
En realidad y aunque suele decirse que somos seres duales y que vivimos en un mundo objetivo (la realidad real) y un mundo subjetivo compuesto sobre todo por estados mentales lo cierto es que este esquema se queda corto y necesita una tercera dimensión: la intersubjetividad. Así no solo somos seres que vivimos en una realidad objetiva que hemos de transitar con la ayuda de nuestra subjetividad sino que además necesitamos desplegar unas ciertas habilidades intersubjetivas, es decir sociales, pues el mundo no solo está formado por nuestros estados internos y la realidad objetiva sino que se encuentra poblado por otras personas que a su vez son portadores de su propia subjetividad lo que añade una nueva dificultad a navegar por el mundo.
Así, una persona, ese vecino suyo que parece tan normal y que es de alguna manera una persona intrascendente y vulgar, aparentemente inofensiva puede esconder a un criminal en serie o un pederasta. ¿Cómo es posible que no se detectara antes esa patología si es que podemos llamarle patología? ¿Por qué las enfermedades mentales son tan fácilmente detectables y en cierta manera públicas mientras que estas enfermedades morales son tan difíciles de detectar y pasan inadvertidas?
Obviamente el criminal en serie o el pederasta llevan sus actividades en secreto y lo hacen para no ser detectados y detenidos, su actividad es por así decir privada. Pueden hacerlo porque a diferencia de los enfermos mentales verdaderos, saben que sus actividades están perseguidas por la ley y saben también que lo que hacen lleva adherido un daño a otros y un castigo, pero sin embargo este conocimiento no les lleva a inhibir sus actividades como seria de esperar en una persona normal.
Así esta clase de personas son normales a la hora de interpretar correctamente el mundo objetivo y lo que está averiado parece ser su mundo intersubjetivo. Es importante señalar ahora que no existe una psiquiatría de la intersubjetividad puesto que nuestra especialidad evolucionó tratando de “leer” el mundo subjetivo en interacción con el mundo objetivo. Vale la pena detenerse un momento para señalar que el mundo objetivo también induce disfunciones en el nivel subjetivo como sucede en los traumas psíquicos. Sin embargo el reconocimiento de estas intrusiones de lo real en nuestro mundo interno ha captado la atención de la psiquiatría hace muy poco tiempo. Algo de lo que ya hablé en mi “Traumática historia del trauma”. Aceptar que lo traumático -lo objetivo- podía afectar a la subjetividad a largo plazo ha sido una tarea ardua en nuestra especialidad.
Otras disciplinas se han encargado de aquellos que sin ser enfermos mentales parecen haber enfermado moralmente, de los delincuentes en general se ocupa la criminología pero no la psiquiatría.
¿Pero qué relaciones guarda el ethos con el pathos?
Buscaremos algún estado mental, alguna emoción que pueda servirnos de guía y encontrar – si las hubiera- zonas de contacto entre la patología propiamente dicha y la patología moral.
El asco o repugnancia.-
El asco en español procede de la palabra latina “costra” mientras en inglés disgust parece estar relacionado con la boca y el sentido del gusto.
El asco o la repugnancia es quizá la emoción más desconocida para la psiquiatría. La razón de este olvido es probablemente la confusión que usualmente llevamos a cabo entre el miedo y el asco. No cabe duda de que tanto el miedo como el asco han sido seleccionados positivamente por la evolución por los servicios que han prestado a nuestra especie. Aunque han seguido caminos evolutivos bien distintos, el miedo parece ser innato, mientras que el asco requiere ciertos aprendizajes basados en el pensamiento mágico pero así y todo dotados de una enorme consistencia y muy difíciles de extinguir una vez establecidos. Incluso los circuitos cerebrales que regulan a ambos están en lugares bien distintos: en la amígdala el miedo y en la corteza cingulada el asco.
El asco surgió como un mecanismo diseñado para eludir toxinas alimentarias y probablemente evitar el contacto con animales ponzoñosos, plantas venenosas, evitar las enfermedades transmitidas por insectos, ratas y otros parásitos. La nausea y el vómito parecen ser los mecanismos (los marcadores somáticos) de esta emoción del mismo modo que la taquicardia es el marcador somático del miedo.
Hasta nosotros nos han llegado sus secuelas caracterizadas sobre todo por “manías” alimentarias muy frecuentes en los niños pero supervivientes en nuestros adultos en forma de “fobias”, intolerancias o “alergias” más o menos justificadas. La lista de alimentos “repugnantes” seria escandalosa y cualquier alimento puede según qué individuo ser un soporte del asco, lo cual exige ciertos aprendizajes sociales por mimetización. Así y todo las vísceras, el marisco crudo y la carne o pescado crudo son los alimentos preferidos por los aversivos consumidores que los detestan, no sin algo de razón.
La hipótesis desde el punto de vista evolucionista es que el asco es un mecanismo de evitación de enfermedades diseñado por la selección natural para evitar objetos como heces, vómito y personas que pueden ser contagiosas. Steven Pinker considera al asco como una “microbiología intuitiva”, como una “Teoría de los g o carroñaérmenes” innata, y verdaderamente es sorprendente que la gente ha evitado posibles causas de contaminación como si supiera que existen los gérmenes, cuando el descubrimiento de los mismos se realizó a finales del siglo XIX. Por lo tanto la ventaja evolucionista del asco evitando la transmisión de enfermedades parece clara. Se han estudiado las cosas que dan asco en diferentes culturas y evidentemente existen variaciones culturales, cosas que dan asco en una cultura y no en otra, pero existen también muchas cosas en común. Los principales disparadores del asco son:
- Secreciones del cuerpo y partes del cuerpo ( las heces son las primeras en la lista en todas las culturas). No hace falta insistir en que las secreciones corporales ( heces, sangre, heridas, secreción nasal, vómitos…) son transmisoras de gérmenes.
- Comida podrida o carroña (también transmiten patógenos)
- Ciertos seres vivos (arañas, ratas, gusanos…). Evidentemente transmiten enfermedades.
Ahora bien, el asco en nuestros dias parece más bien una emoción sin mucho sentido debido a las normas de higiene, limpieza y asepsia casi quirúrgica en que vivimos, así pues el asco ha ido evolucionando y colonizando otros resortes más simbólicos que reales.
Segun Paul Rozin (1987) existirían tres niveles en el asco: uno relativo a lo concretamente ponzoñoso, otro relacionado con nuestra propia naturaleza animal y detritus propios y otro asco que pertenece ya a un nivel puramente simbólico: el asco moral. Jonathan Haidt es el autor que más ha investigado sobre las relaciones de vecindad del asco con lo moral.
De manera que no es raro que ciertas patologías se encuentren enroscadas en esta emoción -aun mal identificada- destinada a preservarnos de los venenos y ponzoñas de otros seres vivientes. La paradoja de esta cuestión es que estas adaptaciones se produjeron en entornos ancestrales, obsoletos para nosotros, de manera que hoy muchas de sus caracteristicas precautorias han terminado y se convierten en estorbos y muchas veces en manías o patologías que lejos de ser adaptativas resultan inadaptativas e interfieren en la vida de muchas personas.
Gran parte de los trastornos de ansiedad, el TOC (con sus temores a la contaminación), algunos trastornos alimentarios y probablemente los vómitos cíclicos se encuentren enroscados en esta emoción del asco en su origen. Pues el asco se encuentra vinculado muy frecuentemente con las funciones corporales, comer, defecar, orinar, sangrar, y con los fluidos corporales, semen, saliva, menstruación, etc.
Si existe el asco es porque existe la degradación, la corrupción y la muerte. Es por eso que el asco del hombre moderno es hoy un asco simbolizado, un asco desplazado de su origen y asentado en actitudes mas bien intersubjetivas. La xenofobia, la homofobia, el rechazo al matrimonio homosexual, el asco a los perros o gatos que algunas personas han desarrollado en nuestros entornos son derivados de aquel asco ancestral que nos mantuvo a salvo del contagio de sustancias potencialmente peligrosas. Y como es obvio hay personas hipo e hiper asquerosas.
No cabe ninguna duda de que las actividades de los pederastas nos repugnan, así como ciertas ideologías y ciertas actividades como el incesto o el sexo coercitivo, lo realmente interesante es que los autores de estos desmanes no sienten el asco como la mayoría de la gente común. ¿Se trata en estos casos de una disfunción del asco? ¿Estaríamos hablando de personas que no son capaces de desarrollar esta alarma ancestral para inhibir ciertas conductas?
¿Podríamos hablar entonces de patologías morales como hablamos hoy de patologías mentales?
El problema es que la moral es un artefacto que tiene más que ver con la supervivencia del grupo que del individuo pues: la moral no emergió para autocontrolarnos sino para controlar la conducta de los demás, en este sentido decía en este post que:
La moral emergió básicamente para controlar la conducta de los demás, pero no la conducta propia, y es ahí donde Freud se equivocó al situar al Superyó como un homúnculo interno hipervigilante. La verdad es que la mayor parte de los transgresores no reconocen su transgresión ni aun después de haber sido castigados por ella. Y muchas personas comunes pueden llegar a ser transgresores si disponen de demasiado poder o si existe demasiada impunidad en un momento dado. La corrupción política es un buen ejemplo de ello.
La forma en que controlamos la conducta ajena es diversa, por una parte están los códigos penales de los Estados modernos, antes códigos religiosos, pero también existen códigos no escritos de costumbres y usos, pragmáticos y no escritos destinados a regular las relaciones de unos con otros: el ninguneo social, el exilio emocional, el descenso de contractualidad social o la muerte civil son algunas de las condenas que estigmatizan a los incumplidores, y eso que hemos convenido en llamar reputación es su defensa.También existe otra forma más doméstica de controlar a los tramposos: el cotilleo, que algunos autores han correlacionado como un factor de salud mental (Brown 1991) y sobre todo un absoluto antropológico.
Es así como solemos enterarnos de quién y qué instancias morales ha transgredido nuestro vecino y de ahí que algunos autores supongan que cotillear es una tarea que ha evolucionado desde edad ancestral hasta nuestros días debido a que contiene una ventaja social: la de señalar a los transgresores y burlarse de ellos con el fin de censurarlos públicamente o disminuir su rango o prestigio.
Lo cierto es que la moral es una forma de inteligencia emocional y no una categoría que se tiene o se carece de ella, además es una instancia dimensional y no categorial tal y como conté en otro lugar. Al ser dimensional es frecuente que existan contradicciones y antagonismos entre ciertas dimensiones y otras. El ejemplo más frecuente es el de aquella persona conservadora que abomina de la infidelidad matrimonial pero es capaz de sustraer recursos colectivos a través de ciertas formas de corrupción. O el de aquella persona progresista que está a favor del aborto pero en contra del maltrato a los toros en la llamada “fiesta nacional”.
Todo parece indicar que el egoísmo individual (el principio de placer individual), es uno de los problemas que todas la comunidades humanas han tenido que soportar desde el principio de los tiempos: lo que es ideal para el individuo puede ser letal para la comunidad. Y al contrario.
No debemos perder de vista que ciertos procesos han sido sometidos a una “moralización” por ejemplo la prohibición de comer carne en ciertas religiones o en los vegetarianos, mientras que otras conductas han sido sometidas a una desmoralización (o una naturalización), significa que las adicciones han pasado de considerarse “vicios” a considerarse “enfermedades”. Mi opinión es que al sustraerles la parte moral a este tipo de conductas les hemos quitado también la posibilidad de redimirlas a través de otra conducta moral. Por ejemplo el alcoholismo se cura a través de una especie de “religión” como la que proponen las ordenanzas de “alcohólicos anónimos” que prescriben una supresión del alcohol de por vida (similar a la que postulan las religiones). En mi opinión estas técnicas tienen más éxito que las médicas pues devuelven al individuo cierto control sobre su conducta, mientras que la medicalización de las mismas tiene un éxito muy relativo y menor”.
Dicho de otro modo: dad a ethos lo que es de ethos y a pathos lo que es de pathos.
¿Pero y si lo moral pudiera ser tratado con pastillas?
¿Y si ciertas drogas pudieran mejorar la empatia?
¿Podremos hablar de una salud moral en el futuro?
¿Para qué tenemos una mente?
De la lectura del libro que preside este post y, que ha sido mi ultima lectura este verano he extraído un par de temas que me parecen interesantes y que Harari ha abordado en este “Homo Deus” que quiere ser un libro de anticipación. Advierto al lector que no necesariamente estoy de acuerdo con todo lo expuesto en él pero me parece un buen ejercicio intelectual el abordarlo y compartirlo con los interesados en estos temas sobre la evolución de la conciencia humana o qué es lo que nos espera en un futuro que parece que al menos en nuestra dependencia de la tecnología, ya ha llegado.
El primer tema que me parece interesante es el tema de la conciencia humana o mejor dicho ¿para qué necesitamos una mente si ya tenemos un cerebro? De paso, el libro de Harari nos lleva de la mano a repensar las teorías que otros autores han abordado sobre el problema difícil de la conciencia.
Que puede resumirse de este modo: ¿Cómo es posible que el cerebro que sólo procesa señales eléctricas o químicas de lugar a una experiencia subjetiva consciente?
Adelantaré al lector la respuesta: nadie lo sabe.
El cuento del coche sin conductor.-
Un conocido mio salió de Madrid hace pocos días con toda su familia a bordo con objeto de desplazarse a un pueblo de la costa para pasar sus vacaciones. Tuvo la mala suerte de salir en el mismo momento en que el diluvio universal cayó sobre Madrid y le acompañó buena parte del viaje. Al llegar a su destino contó su epopeya y el miedo que había pasado al viajar sin casi visibilidad por una carretera atestada de vehículos. Se encontraba cansado y contracturado de la tensión que había soportado su cuerpo durante todo el trayecto. Al llegar hablamos precisamente de coches sin conductor y como esta tecnología que ya está disponible cambiará para siempre este problema en que el que un individuo tendrá a su mando un automóvil al dejarlo en manos de una maquina.
Como ventaja podemos deducir que esa maquina no tendrá fatiga, ni se despistará ni tendrá miedo por lo tanto será mucho más segura que fíarlo todo a un conductor humano por más experiencia que tenga. Pero esta conversación nos llevó a otra mucho más interesante: ¿Por qué la inteligencia del coche sin conductor será mejor y mas fiable que la de un humano?
La ventaja del coche sin conductor es que es una inteligencia sin conciencia. Es decir una inteligencia que solo atiende algoritmos ejecutivos sin la posibilidad de contaminarse con una “mente” que sienta, que tenga emociones, dolor, desatención o miedo. El coche sin conductor no tiene mente y por tanto es de prever que no tenga fallos (suponiendo que su maquinaria esté blindada para fallos ejecutivos, claro está). Lo que nos lleva en una dirección ¿para qué tenemos miedo si el miedo emborrona nuestro juicio ejecutivo y nos hace vulnerables a los accidentes?
Naturalmente no es solo el miedo el que emborrona nuestra atención al volante, lo mismo podríamos decir del cansancio, el alcohol, las drogas o el aburrimiento. Lo que es seguro es que las emociones y las sensaciones físicas disminuyen nuestra capacidad para una conducción segura.
Lo que caracteriza la inteligencia conductora de un coche sin conductor o de un conductor humano son los algoritmos guardados en algún lugar de nuestro cerebro y que son en realidad “patrones de acción fijos” fundamentalmente motores y que hemos ido acumulando a partir de nuestro aprendizaje y experiencia como conductores. Para comprender mejor qué es este sistema de patrones de acción fijo, es mejor que usted tome hoy una bicicleta. ¿Cuanto tiempo hace que no va en bicicleta? No importa el tiempo transcurrido, si usted no tiene ninguna limitación motora, se subirá a ella e inmediatamente comenzará a pedalear. A los pocos minutos habrá reeditado todos esos patrones y no caerá de ella, salvo incidentes.
Lo que caracteriza la mente es que está compuesta por “estados mentales”, ya he nombrado más arriba los estados mentales que pueden interferir en la conducción, lo que nos lleva a la siguiente pregunta. ¿Sería mejor y más seguro viajar con un coche sin conductor que con un conductor humano?
La respuesta es si.
Y la siguiente pregunta sería ésta: ¿Para qué necesitamos una mente entonces, si ya tenemos un cerebro?
La respuesta es que para conducir no necesitamos una mente para nada suponiendo, claro está, que la tecnología del coche sin conductor haya progresado lo suficiente.
Del mismo modo no necesitamos una mente para jugar al ajedrez y ganarle a Kasparov como ya demostró Deep blue. La maquina puede programarse para computar jugadas y aperturas de un modo más eficiente que un humano, su potencia de computación es superior a la de cualquier jugador de ajedrez y es por eso que Kasparov perdió su apuesta con la máquina de IBM.
“Deep blue” es una maquina, muy compleja compuesta por algoritmos, su ventaja para con el humano es su velocidad de computación muy superior a la del humano. A pesar de esta complejidad y que es capaz incluso de inventar estrategias complicadas de ella no emerge una mente (y volvemos sobre el problema dífícil de la conciencia). Deep blue no sabe que es una maquina, ni sabe una palabra de ajedrez, simplemente juega.
Una posible respuesta a la pregunta de para qué tenemos una mente seria ésta: para maximizar nuestros propósitos. Por ejemplo el miedo a conducir puede tener efectos muy adaptativos: si su miedo es insuperable usted no osará sacarse el carnet de conducir lo que le evitará accidentes al menos siendo usted el conductor. Si su miedo es soportable puede que le sirva para anticipar peligros que no son fácilmente perceptibles, por ejemplo anticipar que tenemos un cruce peligroso delante nuestro y que quizá algún despistado salga sin hacer caso a la señal de stop. Naturalmente cierta dosis de miedo alertará nuestra atención y es por eso que no es buena idea conducir con nuestra red neuronal por defecto
Pero sin duda nuestra capacidad para tener estados mentales señala una redundancia: la mente se superpone a los algoritmos ejecutivos de nuestro cerebro añadiendo una dimensión más a nuestra inteligencia (suponiendo que nuestra conciencia funcione correctamente). Conciencia e inteligencia han ido de la mano en toda nuestra evolución solo que ahora tendremos que ir acostumbrándonos a qué ciertas máquinas son más inteligentes que nosotros y de momento no tienen conciencia.
David Cope es un musicólogo americano, uno de esos popes en inteligencia artificial que ha dedicado su vida a generar máquinas compositoras, una maquina llamada Emi. Para ello descompuso los algoritmos que caracterizan las composiciones de autores clásicos dándole a la maquina las instrucciones para componer piezas en un determinado estilo, así hay composiciones Vivaldi, Chopin o Beethoven like. El lector deberá oír esta composición a la manera de Vivaldi para comprender qué es lo que quiero decir y lo que de alguna manera piensan otros investigadores de la conciencia humana.
Si el lector ya ha oído la composición que propongo habrá descubierto dos cosas:
- Que efectivamente suena a Vivaldi y suena al Barroco italiano para ser más exactos.
- Que a la composición le falta algo, no nos sobrecoge, carece de alma, le falta inspiración como solemos decir aunque la orquestación sea perfecta.
Lo que nos lleva otra vez frente al dilema mente-cerebro. ¿Es la inspiración un producto humano, un estado mental que no puede matematizarse en un algoritmo? ¿es precisamente esa inspiración, esos raptus de sobrecogimiento lo que las máquinas del futuro no podrán imitar? ¿Y en cualquier caso de dónde viene ese plus que los humanos a través de nuestra mente añadimos a la receta pura y dura?
¿Y si ese misterio que llamamos “inspiración” fuera también un algoritmo?
En cualquier caso se trataría de un algoritmo extraño, un metaalgoritmo en el sentido de que es dífícil de simbolizar. Todos podemos sentirnos emocionados o sobrecogidos pero no sabemos porqué. ¿Cómo darle a la maquina las instrucciones precisas para que intercale algunos compases sobrecogedores?
Una solución seria dejarlo al azar y espera que EMI ligue algo con gracia y otra iniciar una investigación para saber qué pasajes de una composición son más emocionantes de un modo estadístico. El problema es que “lo emocionante” para una persona puede no serlo para otra, pues no sabemos si cuando estamos oyendo una pieza, nuestro vecino de butaca está sintiendo lo mismo que nosotros o simplemente hace aquiescencia social a lo que espera escuchar.
De lo único que podemos estar seguros es de lo que nos emociona a nosotros y sabemos algo: la sensibilidad y el gusto musical no nos vienen de serie: necesitamos un cierto entrenamiento para aprender a que nos gusten las cosas más complejas o más elaboradas. Pero ahora vienen las malas noticias:
No tenemos ninguna razón objetiva para pensar que Beethoven es superior a Chuck Berry. Dicho de otra forma: no hay ningún algoritmo que nos diga cual de ellos tiene más valor, el valor de una creación se le adjudica a través de consensos de gente sensible y entrenada. Solo podemos hablar de complejidad algoritmica lo que dejaría fuera todas las composiciones de música popular o el simple canto de los pájaros. La sencillez dejaría de tener mérito.
Mi conclusión es que la mente existe precisamente para ser redundante y duplicar la computación simple que nuestro cerebro lleva a cabo para resolver problemas computables que -efectivamente- las maquinas resuelven mejor que los humanos pero sin embargo y sin descartar que lo que hemos llamado “inspiración” o “creatividad” sean a su vez algoritmos computables, la dificultad residiría en establecer las reglas que nos permitan construir esas secuencias de instrucciones para hacer a las máquinas no solo inteligentes sino sensibles.
¿Pero para qué vamos a hacerlas sensibles si ya estamos nosotros?
Instrucciones para enloquecer (I)
La mente consume muchos mas recursos de los que el cerebro dispone (Bergson)
El verbo “enloquecer” contiene al menos dos acepciones, la primera hace referencia a una conducta irracional, incomprensible, algo que no puede explicarse a través de la inteligencia o la comprensión humanas. La segunda acepción es la clínica y se refiere al territorio de la psicosis o la melancolía a la que consideramos una patología y que aunque no pueda ser comprensible -en la conceptualización de Jaspers- al menos es explicable médica o psiquiátricamente.
De manera que para enloquecer no hace falta estar loco. Y por loco me refiero al destino común de una patología mental cualquiera. Lo que diferencia al enloquecimiento de la locura es la misma que separa al enamoramiento del amor, el primero es algo puntual, recortado en el tiempo, algo que se disipa o se desvanece mientras que el amor es el subproducto quizá de ese estado, algo que perdura en el tiempo aunque modificado.
De manera que podríamos decir que la experiencia de enloquecimiento (como el enamoramiento) es una experiencia común y que todos nosotros hemos experimentado alguna vez, pero no todos estamos locos o amamos a aquel alguien del que un día andamos enamorados.
Lo primero que me gustaría decir es que las enfermedades mentales son enfermedades del pensamiento. Enloquecemos porque somos capaces de pensar y de inventar muchas razones para dudar o poner lo obvio patas arriba. Ya sé que alguien podrá decirme que también existen enfermedades mentales por una avería o disfunción de las emociones, pero cuando hablo de pensar estoy hablando no solo de ideas o cogniciones como se dice ahora, sino de representaciones mentales que siempre llevan adheridas emociones y sensaciones. Dicho de otro modo, cuando hablo del pensar estoy hablando no solo del discurrir de las ideas sino también de un pack que contiene las emociones que dicho discurso arrastra tras de sí y que probablemente se encuentran más cerca de las motivaciones que el propio discurso articulado en el pensamiento. La ideología y nuestras creencias dan fe de ello, somos capaces de sostener ideas irracionales o falsas simplemente porque encajan en nuestra concepción del mundo. Creer sin pruebas es probablemente una forma de locura bastante frecuente y normalizada.
De los miles de estímulos que recibimos de nuestro medio ambiente y también los que proceden de nuestro interior descartamos a la mayoría. Lo hacemos casi continua e inconscientemente: disponemos de una especie de umbral que nos hace prestar atención a unos estímulos y no a otros y naturalmente ese filtro viene determinado por algo interno que podríamos llamar “saliencia” y que consiste en dotar a este estímulo de un significado y una valencia especial. Los estímulos tienen un valor que adjudicamos de forma subjetiva y que son elegidos precisamente por ese valor.
Algunos autores como Konrad han estudiado los prodromos, es decir las fases iniciales de la locura (a la que llamó trema), pero los psiquiatras vemos a los pacientes cuando ya han enfermado pero no hemos sido testigos de las primeras fases. Es decir no sabemos qué sucedió inmediatamente antes de que el sujeto perdiera las coordenadas de la realidad y comenzara a delirar o más bien a manifestar esos síntomas confusos y recortados, discontinuos en combinación con fases de normalidad. Una forma de nombrar la trema de Konrad es “humor delirante”, probablemente la patología más frecuente en Urgencias psiquiátricas. Todavía no se ha establecido la psicosis, pero el paciente muestra una conducta desorganizada que de no tratarse sigue su curso hacia la siguiente fase: la apofanía.
¿Pero cómo y por qué se constituye una trema? ¿Qué sucedió antes de eso? o dicho de otra manera ¿Qué fue lo que hizo enloquecer a un paciente determinado?
La locura y lo inexplicable.
Martes
P, es una mujer de 40 años, sin antecedentes de interés, casada y con tres hijos que estando previamente bien y sin ningún tipo de estrés especial, convoca a sus hermanas a su casa para tomar café. Una vez reunidas les cuenta algo que le preocupa: sospecha que su marido tiene una amante, concretamente una compañera de su trabajo. Las hermanas tratan de averiguar algo más sobre la cuestión pero enseguida se dan cuenta de que no tiene ninguna prueba y que se trata de sospechas sin fundamento, mucho más conociendo al marido y su personalidad poco dada a las aventuras y conociendo además lo muy unida que la pareja se encuentra.
Lo encuentran posible pero no probable, de modo que tratan de tranquilizarla al ver que se encuentra en un estado de angustia, comprensible en aquel momento.
Pero la conversación avanza y comienzan a aparecer elementos extraños en la narrativa de P, les cuenta a sus hermanas que la policía la persigue, pero no sabe dar ninguna razón de ello, se trata de una sensación, una atmósfera que aun no ha tomado cuerpo. Las hermanas comienzan a preocuparse ante el cariz que están tomando sus “imaginaciones”. Hablan con el marido y le cuentan el contenido de la narración. Se van preocupadas a casa pero el marido ya ha vuelto del trabajo y se hace cargo del asunto, habla con su mujer y parece que se tranquiliza.
Miercoles
Al día siguiente P amanece angustiada y atemorizada, ahora cuenta a sus hermanas que hay alguien que pretende matar al marido, la razón que encuentra es una especie de asociación que hace entre hechos inconexos entre sí, un olvido en la declaración de Hacienda de hace algunos años, un accidente de la supuesta amante del marido, la perdida de un llavero y una serie de casualidades irrelevantes que para P suponen un axioma de verosimilitud. La familia decide llevarla a Urgencias, el psiquiatra que la atiende decide dejarla en observación durante toda la noche, valorando especialmente el riesgo de suicidio (algo que se hace siempre en las Urgencias) y más cuando existen elementos como los de P, donde parece existir una culpa flotante que si bien carece de consistencia y es fluctuante, no deja de ser un elemento a explorar.
El psiquiatra de guardia después de volverla a valorar al día siguiente decide darle el alta si bien indica que P debe pedir cita con algún profesional que siga su evolución, se le recetan antipsicóticos y P vuelve a casa.
Pasa la mañana bien, bajo los efectos del antipsicótico administrado, pero por la tarde vuelve a mostrar un temple temeroso, sufre por sus hijos (todos de corta edad), y pide a su familia que las vigile. No sabe decir qué es lo que teme pero insiste en que cuiden y vigilen a todos y cada uno de ellos. Después cenan juntos y P sube a darle las buenas noches a los niños. Pero pasa de largo (la casa tiene tres pisos) sube a la azotea y se precipita en el vacío.
Mes y medio después
La paciente vuelve a ingresar en el servicio de Psiquiatría después de haber pasado por la UVI, donde estuvo unos dias y por el servicio de Traumatología. Ha sido intervenida varias veces por polifracturas, en miembros inferiores y superiores (brazo y pierna derechos) y por fracturas mandibular, etmoidal y de pelvis.Una vez superado el peligro, la paciente es derivada al servicio de Traumatología de nuestro Hospital y se procede a su valoración y exploración.La paciente no recuerda nada (una amnesia retrograda que llega al Martes de los hechos), tampoco recuerda haberse precipitado en el vacío, ni sabe por qué razones lo hizo, la paciente ha tenido que ser informada de todo ello por su familia. Carece de antecedentes psiquiátricos o médicos de interés, no consume tóxicos ni consumía ningún medicamento. Y lo más sorprendente: ha recuperado totalmente su estado psíquico habitual, ni rastro de sus delirios de entonces.
Es Inexplicable, dice ella y dice su familia.
Los psiquiatras lo decimos de otra manera: como podemos ver la narración que hacen los informantes se lleva a cabo en periodo de trema, la paciente ya estaba mal cuando convocó a sus hermanas pero no sabemos que había pasado antes de eso. Es por eso que nuestra labor a veces se parece mas a la de un detective que a la de un medico, hemos de averiguar que pudo enloquecer a P.
Nótese que después del accidente recuperó su estado habitual, es decir la enfermedad no progresó, se detuvo allí y no traspasó la primera fase de trema ese momento en que el paciente siente que algo ha cambiado, que algo sucede pero no sabe qué-
Enloquecemos a partir de una ocurrencia posible pero poco probable que poco a poco captura todo nuestro interés. Como en este retrato de Magritte.
Obsérvese como la manzana ocupa todo el campo, en este caso de la cabeza (El Yo). Significa que una idea, pensamiento, imagen, recuerdo o deseo ha capturado nuestra atención, no en la forma en que algo despierta nuestro interés (algo que es común a todos los seres humanos) sino de una forma obsesiva, algo de lo que no es fácil desprenderse y que ocupa nuestras rumiaciones, no nos deja dormir y nos mantiene ocupados, pre-ocupados en ella prácticamente todo el día. Esta idea secuestra todos los recursos de nuestro cerebro y se convierte en monotemática. Lo interesante de esta idea parásita es que es algo posible pero poco probable. Es como si nuestra mente no pudiera discriminar numéricamente las posibilidades de que una ocurrencia cualquiera suceda. En principio la idea no es delirante sino sobrevalorada por la atención que le presta el propio individuo.
Mi hipótesis sobre la señora P, es la siguiente: probablemente se trataba de una personalidad obsesiva, con tendencia a la rumiación, la ansiedad y al perfeccionismo. Lo que captó su atención de un modo tan selectivo fue una cierta desconfianza y temor en los negocios de su marido: un hombre de cierto éxito que trabajaba mucho y que como todos los hombres de negocios corría riesgos financieros importantes, meses antes habían hecho lo que muchas parejas hacen: separación de bienes. Probablemente este hecho fue lo que la llevó a preocuparse más de lo debido por su futuro económico y el de sus hijas. Preocuparse consume muchos recursos porque arruinarse es posible (aunque en este caso poco probable) pero mantener la activación ansiosa mucho tiempo tiene sus consecuencias.
Como puede verse en sus temores y delirios (manifestados a las hermanas) son estos tres temas:
1.- La culpa difusa de no haber hecho bien la declaración de la renta. Probable.
2.- La sensación de que su marido le era infiel, manifestada ya como certeza, ya como duda en esa misma conversación. Posible.
3.- El delirio persecutorio hacia el marido y sus hijas que aparecen poco después en la apofanía. Poco probable.
En esa misma conversación ya aparecen estos elementos como casi certezas, pero no hay un delirio sistematizado y bien construido sino una atmósfera de persecución y perjuicio. Esta situación es muy peligrosa para algunos pacientes pues tal y como P llevó a cabo una forma de escapar de estas ansiedades persecutorias es precipitarse por la ventana. El paso al acto se da precisamente allí donde el delirio aun no ha cuajado, es decir aun no se ha encontrado un sentido a la ansiedad y la preocupación que la invade.
Y sin sentido no se puede vivir, es por eso que las personas que sufren una trema o una apofanía (la siguiente fase donde ya aparecen los delirios) acaban encontrándole un sentido aunque hayan de precipitarse por la pendiente de la locura. Pues sin irrealidades añadidas es imposible encontrar sentido a determinadas experiencias mentales.
La apofanía es una revelación, se trata del sentimiento de que el campo del Yo, el ser en el mundo proyectado se rellena de signos y de alusiones personales que proceden de afuera, se trata de una presencia constante, una intrusión intolerable, de repente todo se encuentra lleno de alusivos significados, se trata de un sentido hallado a fuerza de falsear la realidad, es la fase de la plenitud de los significados y que además de eso conciernen al sujeto, un sujeto que ocupa un lugar central en ese desparramiento intencional del significado. Todo alude al sujeto, el Yo adquiere un privilegio central en su posición, el mundo interior queda emborronado y el Tu y el nosotros han dejado paso a un perseguidor sin rostro.
La construcción de una irrealidad, lo imposible es la salida a esta situación donde nuestra mente parece incapaz de gestionar sus propias preocupaciones que en este caso estaban presididas por el miedo. Un miedo difuso e inconsciente que se encontraba enroscado en el estilo de vida del marido y que la personalidad de P fue incapaz de detener o mitigar racionalmente.
Bibiliografia.-
Klaus Konrad. “La esquizofrenia incipiente”. Fundación Archivos de neurobiología. Madrid 1997.
Una teoria unificada de la enfermedad mental: el concepto de captura de Kessler.
¿Qué hay del albedrío?
Somos libres, porque somos impredecibles porque estamos determinados (@pacotraver)
Creo que fue ayer mismo cuando leí el interesante y documentado articulo de mi amigo y colega Pablo Malo (@pitiklinov) en la web de psyciencia. En él aborda Malo, el problema del libre albedrío y sus implicaciones filosóficas, jurídicas y sobre todo psiquiátricas.
Suelo estar casi siempre de acuerdo con las ideas de Pablo Malo, pero en esta ocasión no lo estoy y es por eso que me he decidido a dar mi punto de vista sobre este tema que llevo bastante tiempo rumiando, pues cualquier psiquiatra ha de hacerlo si quiere aproximarse -aun de lejos- a las consecuencias de cualquier acción humana sea patológica, enloquecida o regularizada.
El libre albedrío es una condición psíquica que nos hace sentirnos libres respecto a las elecciones que llevamos a cabo y es algo que va más allá de nuestros gustos o preferencias. Cuando yo elijo macarrones en el restaurante en lugar de arroz estoy eligiendo pero no es este el albedrío que tiene enjundia filosófica. El albedrío es según Pablo Malo:
La definición de libre albedrío que voy a usar es la capacidad de poder hacer otra cosa (dado un estado del mundo determinado). Se le llama en filosofía la definición contrafactual. Para la mayoría de autores, una voluntad libre implica también:
- que hablamos de un poder racional, es decir que el sujeto usa la razón para valorar un curso de acción y decide racionalmente. Si alguien decide sin razones se supone que no es una elección libre. Habitualmente, se acepta que los animales no tienen libre albedrío porque no son racionales;
- una voluntad libre implica control, si las cosas ocurren por razones sobre las que yo no tengo control, no son mis actos y no se me pude pedir responsabilidad.
Personalmente no me gusta esta definición porque no tiene en cuenta al inconsciente: la mayor parte de nuestras decisiones no son racionales, es decir no proceden de nuestro raciocinio ni de nuestra voluntad. El problema es que hasta que no apareció la palabra “saliencia” no disponíamos de un verbo para sustituir al de “elegir” que suponemos siempre un acto consciente y voluntario. Y las cosas que suceden por fuera de nuestro control siguen siendo nuestras (del mismo modo que sucede en los sueños). Podemos ser agentes de algo sin ser conscientes pero eso no nos irresponsabiliza de nuestros actos. Y más aun: un acto inconsciente puede ser intencional sin ser consciente ni voluntario. Un ejemplo de ello puede ser un síntoma conversivo: es intencional (dice algo a alguien), pero es inconsciente (de su motivo) y es involuntario (el síntoma no puede ser dirigido a voluntad).
En cualquier tipo de conducta hay tres ejes, el eje voluntario-involuntario, el eje consciente-inconsciente y el eje intencional-no intencional, en el siguiente cuadro puede el lector observar las diferencias entre un síntoma conversivo, un síntoma psicosomático, un síntoma facticio como el síndrome de Munchausen y la simulación simple.
De manera que tenemos al menos cuatro formas de disimular que algo que hemos hecho no nos pertenece en realidad, como si alguien lo hubiera puesto ahí.
Los neurocientíficos y filósofos de la mente están divididos respecto a este tema y se clasifican en tres especímenes:
- Libertarios: creen que las leyes del Universo no son deterministas (no reconocen el determinismo causal que implica que toda causa tiene una causa previa y así hasta el origen del Universo) y que tenemos libre albedrío.
- Compatibilistas: reconocen que el determinismo causal es cierto (o puede serlo) pero creen que el libre albedrío es compatible con un Universo donde las leyes son deterministas.
- Escépticos del libre albedrío o incompatibilistas duros (Pereboom):son los que creen que no existe el libre albedrío. Consideran que las leyes del universo son deterministas y que el determinismo es incompatible con el libre albedrío. Tanto los libertarios como los escépticos del libre albedríos son incompatibilistas, es decir creen que determinismo y libre albedrío no pueden existir a la vez. La diferencia es que los libertarios creen que lo que no existe es el determinismo mientras que los escépticos del libre albedrío creen que lo que no existe es el libre albedrío.
En esta clasificación Pablo Malo seria escéptico o incompatibilista y yo personalmente me encuentro mas cerca del compatibilismo.
Compatibilismo significa que creemos en que existe un segmento de la decisión en la que el individuo pudo hacer otra cosa. Aceptando de entrada que la determinación existe pero que no se concreta en nada tangible, sino que existe un menú de respuestas que siendo todas ellas adaptadas o disadaptadas nos permiten “elegir”. Todos los seres humanos podemos en ultima instancia elegir pues de lo contrario el cambio seria imposible.
Dice Malo:
LOS SERES HUMANOS NO ELEGIMOS COSAS TAN IMPORTANTES COMO NUESTRA INTELIGENCIA, NUESTRA ORIENTACIÓN SEXUAL, NUESTROS PENSAMIENTOS, NUESTROS DESEOS, NUESTRAS CREENCIAS, NUESTRA PERSONALIDAD, NUESTRAS EMOCIONES.
¿Entonces cómo explicar que la educación mejore los rendimientos?, ¿cómo explicar los cambios en la orientación sexual acaecidos espontáneamente (de hetero a homo y de homo a hetero)?¿Cómo explicar las curaciones psíquicas acaecidas en psicoterapia? ¿Cómo explicar los cambios que sufrimos en nuestra vida y que están relacionados con experiencias concretas?
Yo no soy el mismo hoy que cuando tenia 18 años y a pesar de que conservo una sensación de continuidad y mis genes no han cambiado. Mis ideas políticas, mis convicciones morales y mis creencias han cambiado y lo han hecho porque las experiencias que he tenido durante mi vida me han cambiado pero también porque esas mismas experiencias me han llevado a elegir. La vida está llena de bifurcaciones, caminos que no tienen vuelta atrás, decisiones que nos obligan a abandonar ciertos tránsitos y a elegir otros que nos parecen -en el momento de la elección- mucho más atractivos para nuestro proyecto vital. Pero también es cierto de que la mayoría de esas elecciones son inconscientes, por ejemplo no sabemos porque nos enamoramos de una persona y no de otra pero eso no significa que no dispongamos de libertad para elegir a no ser que nuestro inconsciente movido por la necesidad de la repetición nos lleve hacia la pendiente de la reexperimentación del trauma original.
Si usted tuvo una madre que le atendió y le amó es muy probable que elija una esposa que le atienda y le ame. Pero si usted tuvo una madre que le desatendió o le rechazó es muy probable que repita esta situación con más de una pareja. Son las leyes del Karma, que Freud llamó compulsión repetitiva ,una especie de demonio determinista. La elección tanto en un caso como en el otro es inconsciente, pero no son inconscientes iguales, hay uno que guarda un anhelo: el de ser amado pero que no cree merecer el amor y por eso se las arreglará para hacer notar que tiene mala suerte.
Y hablando de la suerte vuelvo al texto de Pablo Malo, dice:
La suerte es un factor del que nuestra cultura no quiere hablar. Existe la llamada “hipótesis del mundo justo que plantea que el mundo es justo y que a la gente buena le pasan cosas buenas y a la gente mala le pasan cosas malas. Y que si te pasa algo malo pues será porque algo malo habrás hecho. Es la filosofía del “si quieres puedes”, de que todo el mundo puede llegar a presidente de Estados Unidos y de que si te esfuerzas triunfas, y si eres pobre es porque eres un vago. Evidentemente esto es absolutamente falso. Es verdad que la gente que triunfa se ha esforzado pero también lo es que la mayoría de los que se esfuerzan no triunfan. Pero no podemos dar ese mensaje a la gente porque cundiría el pánico. No podemos decir a la gente que la pobreza se hereda, que tus ingresos y riqueza dependerán del país del mundo en el que hayas nacido y de la clase social en la que hayas nacido.
Bueno, esto es falso, me refiero a la hipótesis del mundo justo. No podemos aspirar a cualquier cosa porque nuestra vida está condicionada: por nuestra clase social, por el lugar donde nacimos, por la educación que recibimos, por el barrio en que nos criamos, por la atención e inversión parental de nuestros padres y por un sinfín de cuestiones adyacentes de las que es muy difícil escapar pero esto no justifica el determinismo radical. El individuo puede salir del barrio, aprender a tocar el saxo, escribir poemas o convertirse en una estrella del rock. Hay multitud de ejemplos que nos pueden convencer de que determinadas coordenadas sociales son en realidad indeterminadas. Un barrio pobre puede dar lugar a adolescentes marginales con mayor probabilidad pero también a un genio de cualquier disciplina.
Y ahora viene el argumento moral:
Creer en el libre albedrío implica seguir manteniendo un dualismo, es seguir creyendo que hay algo “espiritual” “mental”, etc., que está al margen del cuerpo. Todo tiene causas previas pero si creemos en el libre albedrío pensamos que hay algo que no es afectado por genes, ambiente y azar; algo que está ahí “flotando” valorando todo fría y racionalmente y decidiendo al margen de la historia causal previa que tienen los actos. Esto es científicamente imposible, la neurociencia no ha encontrado ningún homúnculo en el cerebro, ningún núcleo que no este conectado con todos los demás y que por lo tanto no se vea influido por todas las causas previas.
No creo que creer en un cierto segmento de albedrío sea a costa de mantener el dualismo, pero siempre que oigo la palabra “dualismo” casi como un insulto me asusto. Todos los científicos que conozco están en contra del dualismo pero no hay ninguno que haya resuelto el problema. Desde mi punto de vista que es materialista y que por supuesto no cree en el alma ni en ninguna entelequia que sobrevuele por encima de la materia cerebral, es obvio que la mente humana no equivale al cerebro, se trata de algo más, un salto cualitativo que me parece adecuado contemplar como una pantalla de ordenador llena de iconos (tal y como propone Hoffman en su teoria del interface). A nadie se le ocurriría decir que Hoffman es dual, para él la mente es material solo que se trata de una materia distinta a los mecanismos internos del ordenador.
Cuando pinchamos un icono o una app de nuestro móvil en realidad estamos poniendo en marcha un mecanismo invisible del cual no tenemos ni idea si no somos informáticos, lo que nos interesa es abrir un programa determinado, a nadie se le ocurriría decir que la pantalla donde se muestran los iconos es inmaterial. Sigue siendo material pero es una materia organizada de otra manera.
La mente es pues un interface que nos sirve para relacionarnos con el medio ambiente y que ha de vérselas con el azar, al tiempo que atiende las demandas internas que gran parte de ellas son inconscientes de manera que la mente tiene mucho trabajo, no es raro que consuma más recursos que el propio cerebro.Recursos que en gran parte no están en el propio cerebro sino fuera de él en esa base de datos que llamamos cultura. Y es por eso que a veces la mente se cuelga como un ordenador anticuado.
EL CEREBRO NO ES LIBRE, NO ES UNA TABLA RASA Y NACEMOS CON UNA SERIE DE REGLAS, PROGRAMAS, Y ALGORITMOS IMPLEMENTADOS.
¿Qué duda cabe? Pero existe la crianza, la atención temprana, la escuela y los aprendizajes, existe la socialización, la amistad, las identificaciones, la red familiar, el apoyo social, pero también enfermedades, abandonos, traumas infantiles, elementos que introducen variables de impredictibilidad en ese sistema cerrado con el que nacimos y que nos llevan de cabeza a múltiples intersecciones en las que consciente o inconscientemente elegimos aunque es cierto es que estas elecciones no son predictivas, es decir no sabemos si hemos elegido bien o mal. Por eso Freud solía decir que el psicoanálisis no era una ciencia predictiva sino postdictiva.
Acaba Pablo Malo su articulo con un epígrafe destinado a hacernos pensar en las consecuencias que tendría abandonar nuestra creencia en el libre albedrío para la psiquiatría. No podemos saberlo con seguridad pero si concluyéramos -abrazando la idea de que solo somos marionetas en manos de nuestros genes, el medio ambiente y el azar- ¿qué sentido tendría cualquier tratamiento psiquiátrico o psicológico? Lo mejor seria aceptar lo que nos viene de serie y conformarnos con la lotería de la vida.
Mi opinión, la de los probabilistas del albedrío es que en el humano existe un cierto aunque no un enorme potencial de cambio que aun no sabemos como manipular para que los individuos dejen de sufrir sin sentido. Naturalmente no pretendemos eliminar todo sufrimiento pero al menos podemos hacer que la vida de algunos individuos sea menos desgraciada.
Si creemos en el cambio, es decir si creemos en cierto potencial para elegir. Y parece que no hay mas remedio porque El libre albedrío parece necesitar del determinismo, porque de lo contrario el agente y la acción no estarían conectados.
Un post relacionado: Libet y la libertad
La Pastora: del monte al diagnóstico
José Calvo Segarra es un periodista de Barcelona que anduvo afincado en Castellón y que regenta hoy una casa-albergue rural con su familia en Anroig, cerca de Xert en la provincia de Castellón y con el que he compartido algunos proyectos inherentes a sus trabajos de investigación. Concretamente prologué su libro sobre las apariciones de la Virgen acaecidas en 1947 en las Cuevas de Vinromá, en plena postguerra civil española. Los interesados podeís ver el post que le dediqué aquí. Pero su obra magna, fue la minuciosa investigación que llevó a cabo sobre un personaje de la guerra civil y guerrillero maqui, conocido como la Pastora, más concretamente Teresa/Florencio Pla Meseguer.
Teresa/Florencio nació con genitales ambiguos y sus padres decidieron inscribirle en el registro civil como mujer para que no hiciera el servicio militar, fue educada como una niña y vivió casi toda su juventud cuidando ganado en el monte, apenas fue a la escuela y si leeís un poco su biografía observareís como entró en el maqui casi por casualidad, más determinada por su entorno que por idea políticas. De su vida como guerrillero no voy a hablar pues existe hasta una novela dedicada a sus peripecias, medio real y medio ficción de Alicia Gimenez Barlett que obtuvo el premio Nadal.
En este post me voy a ocupar del diagnóstico de Teresa/Florencio lo que me permitirá refrescar algunas cuestiones de endocrinología, concretamente el papel de las hormonas en el cerebro y el cuerpo de hombres y mujeres.
Teresa/Florencio nació con una vagina que contenía un micropene y con criptorquidia, es decir testículos en el abdomen como sucede en todos los niños varones, su cariotipo era XY, es decir era un varón y su educación, si educación puede llamarse a aquella especie de asilvestramiento en el que vivió, fue el de una niña. Pero en el caso de Teresa sucedió un hecho extraordinario: en la adolescencia comenzó a masculinizarse, le salió barba, se le agravó la voz, su cuerpo adquirió las dimensiones de un hombre, se ensanchó de hombros y la disposición de su grasa era la que corresponde a un hombre.
Teresa/Florencio era un pseudohermafrodita masculino, un estado intersexual al decir de Marañón y si le llamamos pseudohermafrodita es porque en la especie humana no existe el hermafroditismo verdadero como el que ostentan los caracoles, no podemos disponer de los dos sexos y autofecundarnos pero es posible que existan ya desde nivel fetal algunas malformaciones que generen dudas sobre el sexo gonadal, las más frecuentes son la hiperplasia suprarenal en las niñas y el pseudohermafriditismo masculino debido al déficit de alfa-reductasa conocido en otros entornos como los guevedoces en la república dominicana, aunque este cuadro se describió en Papua-Nueva Guinea donde al parecer es relativamente frecuente.
Este fue el caso de Teresa/Florencio y la decisión de sus padres (que ya tenían varios hijos) estuvo motivada para protegerle del servicio militar y fue a consecuencia de un consejo que alguien de su entorno les dió.
Este tipo de casos son curiosos porque la apariencia fenotipica es de niña en la niñez pero todo cambia en la adolescencia donde el pene por efectos de la testosterona comienza a crecer, así como los caracteres sexuales secundarios y terciarios (la atracción por las mujeres y la preferencia por actividades de hombre).
Echale la culpa a la alfa-reductasa.-
Hay dos enzimas que se ocupan del metabolismo de la testosterona, uno es la aromatasa y otro la alfa-reductasa.
Sucede porque la testosterona tiene dos vias metabolicas, una que se ocupa de la sexuación del cerebro y otra que se ocupa de la sexuación del cuerpo a partir de la pubertad cuando los testiculos y capsulas suprarenales comienzan a segregar testosterona. Aquí en este gráfico podemos ver los hitos de la secreción de la testosterona, Una secreción que tiene tres tiempos, uno fetal (en el primer trimestre de gestación), otro alrededor del nacimiento y otro en la edad adulta que va decayendo poco a poco en la senectud.
Lo que hace la testosterona (que procede del testículo del bebé y de los ovarios y cápsulas suprarenales de la madre) es sexualizar el cerebro y construir el aparato genital y lo hace a través de la vida de las aromatasas, y también de la alfa-redcutasa.
La explicación de estos cambios es que la diferenciación de los genitales externos masculinos se debe a la acción de tres hormonas: testosterona, dihidrotestosterona y la hormona antimülleriana. La hormona antimülleriana es la que impide que se forman las estructuras femeninas derivadas del conducto de Müller, útero y trompas. La testosterona es la que convierte el conducto de Wolf en epidídimo, conducto deferente y vesículas seminales. La dihidrotestosterona se forma principalmente en las propias células diana, induce la formación de la uretra y la próstata. De ahí la apariencia femenina en la infancia y el fenotipo referido, por déficit de alfa-reductasa .
En la pubertad el aumento de testosterona da lugar a todos los cambios descritos (masa muscular, voz, crecimiento del pene, etc). La pregunta es ¿por qué los cambios genitales se deben a testosterona en la pubertad y a dihidrotestosterona en el útero?
Una explicación es que la afinidad de los receptores de los tejidos de los genitales externos puede cambiar con la edad de manera que la dihidrotestosterona tendría una mayor afinidad por estos receptores en el útero y la testosterona en la pubertad. Hay hallazgos de que la formación de dihidrotestosterona en recién nacidos es muy alta y luego decrece con la edad. De igual manera, el crecimiento de la próstata, el pelo corporal y el acné parece que se deben a la dihidrotestosterona. La espermatogénesis es normal lo que sugiere que ésta se debe a la testosterona, así como las erecciones y eyaculaciones; de hecho, la administración de dihidrotestosterona da lugar a disminución de libido y disfunción eréctil. (Extraido de esta web)
Lo interesante para nuestra comprensión es que el gen de la alfa-reductasa se expresa sobre todo en la próstata y el cuero cabelludo, además de otros órganos como el hígado pues interviene también en la síntesis de ácidos biliares.
Lo que nos lleva a hablar de ciertos medicamentos que bloquean la alfa-reductasa, lo que nos permitirá conocer mejor los efectos sobre el cuerpo de Teresa/Florencio.
En medicina se usan estos bloqueantes para el tratamiento de la hipertrofia de próstata y para el tratamiento de la alopecia androgénica (la calvicie es mucho más frecuente en hombres). Se llama androgénica porque está relacionada con los esteroides masculinos Lo que hacen estos medicamentos como el finasteride es impedir el paso de testosterona a dihidrotestosterona que es la responsable de que los hombres nos quedemos calvos y a cierta edad todos tengamos problemas con el tamaño que alcanza nuestra próstata que provoca problema urinarios y dificultades con la micción. El finasteride que bloquea la alfa-reductasa tiene efectos secundarios, sobre el deseo sexual, sobre la eyaculación y sobre todo causa impotencia sexual. Con estos efectos secundarios ya podemos imaginar parte del cuadro clínico de Teresa/Florencio.
El cambio de rol de género de mujer a hombre es una característica frecuente de dos tipos de pseudohermafroditismo masculino, el que nos ocupa y otro llamado el déficit de la 17 beta-hidroxisteroide deshidrogenasa. Ambas son enfermedades autosómicas recesivas con muchas cosas en común.
Curiosidades de la aromatasa.-
Aunque la testosterona es la hormona de la masculinidad y que regula, la competencia, la agresividad, la dominancia y el deseo sexual, tambien está presente en mujeres si bien con un pulso menor Del mismo modo los hombres tambien segregamos estradiol, la hormona de la femineidad y por eso los hombres tambien desarrollamos ginecomastia, en la pubertad y en la senectud cuando la testosterona decae. Lo interesante de esta cuestión es que la testosterona es la hormona que masculiniza el cerebro pero lo hace a través del estradiol, subproducto del metabolismo de la testosterona por la vida de las aromatasas. No deja de ser paradójico que la testosterona necesite de un metabolito activo para masculinizar el cerebro.
Pero aun hay otra cuestión importante, una pregunta que responder. ¿Si el estradiol es el responsable de la masculinización del cerebro por qué en las niñas no sucede así?
La respuesta es que el estradiol plasmático no pasa la barrera hematoencefálica al adherirse a proteínas circulantes y aun más: la aromatasa es dimórfica y tiene distintos efectos en las mujeres y en los hombres, por ejemplo en las mujeres inhiben la neurogénesis en el nucleo medular del elevador del ano (que en los hombres es necesario para eyacular). Propicia una muerte neuronal especifica, del mismo modo que la hormona antimulleriana provoca en el hombre.
Todo parece indicar que existe un equilibrio entre hormonas masculinas (testosterona) y femeninas (estradiol) y que de este equilibrio dependen no ya los fenotipos sexuales concretos (pensándolos siempre en tres etapas) sino también otras cuestiones como la inhibición del crecimiento. El estradiol detiene el crecimiento y por eso las niñas suelen ser mas bajitas que los hombres pues ellas comienzan a producirlo hacia los 12 años, mientras que en los hombres su aparición es mas tardía. De no ser por el estradiol seriamos una raza de gigantes.
La testosterona es Cronos y el estradiol Kairós. La testosterona es tiempo y el estradiol oportunidad. A lo mejor los griegos tenían razón cuando especularon que habia dos clases de tiempos.
Una cuestión interesante del caso de la Pastora es que siempre se identificó con su sexo cromosómico y no son el sexo asignado, No he pretendido en este post acercarme a la tragedia individual de esta persona sino para señalar las vicisitudes hormonales qu probablemente acacerían en su evolución personal y fenotipica. El maqui fue probablemente el que le sirvió de enganche con su recién estrenada identidad de género: la verdadera.
Los que queraís conocer más de este caso podeís visitar esta entrevista que Jose Calvo llevó a cabo mientras investigaba su caso.
¿Vuelve la frenología?
Uno de los integrantes del comando yihadista que atentó en Barcelona el pasado dia 17 de Agosto
Franz Joseph Gall (1758-1828) fue un anatomista y fisiólogo alemán que desarrolló una teoría que vino en llamarse frenología y que estudiaba la forma del cráneo para tratar de adivinar y predecir a través de estas formas los comportamientos humanos. La frenología fue amplíamente desacreditada al descubrirse que el grosor del cráneo varía de unos individuos a otros de manera que la idea de que los comportamientos individuales pudieran estar relacionados con determinadas regiones cerebrales y proyectadas en la morfología del cráneo fue refutada inmediatamente.
Un poco más tarde Cesare Lombroso que era médico y criminólogo (un precursor de lo que hoy entendemos como criminología) desarrolló una teoría basada en la frenología. Para Lombroso la delincuencia era innata y podía deducirse y predecirse a través de rasgos faciales como asimetrías craneales, determinadas formas de mandíbula, orejas, arcos superciliares, etc.). Sin embargo, en sus obras se mencionan también como factores criminógenos el clima, la orografía, el grado de civilización, la densidad de población, la alimentación, el alcoholismo, la instrucción, la posición económica y hasta la religión
Las teorías de Lombroso aparecieron con la fotografía y tuvieron difusión gracias a ella pero fueron también refutadas estadísticamente pero no solamente por ellas sino sobre todo por la debilidad de su método de investigación (basado en la observación) y sobre todo por la decadencia de las teorías eugenésicas de Galton descubridor del fenómeno de la regresión a la media), al menos de su concepto de la eugenesia negativa. Durante cien años al menos las ideas sobre la raza y la decadencia genética de algunas etnias fueron desdeñadas por la ciencia y más teniendo en cuenta las ideas criminales que surgieron de ellas y que justificaron genocidios reglados como el del III Reich. Aun hoy hablar de las razas o de ciertos comportamientos ligados a ellas son un tabú científico. La idea políticamente correcta es pensar que no existen diferencias sustanciales entre unos grupos humanos y otros. La idea fuerza es la que suscribiera Richard Lewontin:
“Existen mas diferencias genéticas entre individuos de un mismo grupo que entre un grupo y otro”.
Se cree que Abraham Lincoln padecía alguna forma de sindrome de Marfan
Lombroso creía que los criminales representaban “regresiones” a estadíos simiescos, algo así como si se tratara de personas a medio hacer y estaba convencido de que podía identificarlas con rasgos parecidos a los de un mono, como la frente inclinada, las orejas de tamaño inusual y las diversas asimetrías de la cara y los brazos largos. Algo parecido a un sindrome de Marfan.
El debate descansó hasta 2011, fecha en la que un grupo de psicólogos de la Universidad de Cornell mostró que la gente era bastante buena para distinguir criminales de no criminales con sólo mirar fotos de ellos. ¿Cómo podría ser eso si no hay características estadísticamente diferentes?
Mas tarde unos investigadores sobre visión artificial chinos Xiaolin Wu y Xi Zhang de la Universidad Jiao Tong de Shanghai en China utilizaron gran una variedad de algoritmos de visión artificial para estudiar las caras de criminales y no criminales y luego lo probaron para averiguar si podían distinguir la diferencia.
Su método es sencillo. Toman fotos de identificación de 1856 hombres chinos entre las edades de 18 y 55 sin vello facial. La mitad de estos hombres eran delincuentes.
Luego utilizaron el 90 por ciento de estas imágenes para entrenar una red neuronal de identificación de rostros para reconocer la diferencia y luego probaron la red neural en el 10 por ciento restante de las imágenes.
Los resultados son inquietantes. Xiaolin y Xi encontraron que el programa de inteligencia artificial podía identificar correctamente criminales y no criminales con una precisión de 89.5 por ciento. “Estos resultados altamente consistentes son evidencias para la validez de la inferencia automatizada inducida por la cara sobre la criminalidad, a pesar de la controversia histórica que rodea el tema”, dicen.
Xiaolin y Xi dicen que hay tres rasgos faciales que utiliza el programa para hacer su clasificación. Estos son: la curvatura del labio superior, que es en promedio un 23 por ciento mayor para los delincuentes que para los no criminales; La distancia entre dos esquinas interiores de los ojos, que es 6 por ciento más corta; Y el ángulo entre dos líneas trazadas desde la punta de la nariz hasta las esquinas de la boca, que es 20 por ciento más pequeña.
Ellos van a trazar la varianza en los datos de las caras criminales y no criminales en un espacio de parámetro simplificado llamado un colector. Y este proceso revela por qué la diferencia ha sido difícil de determinar.
Xiaolin y Xi muestran que estos conjuntos de datos son concéntricos, pero que los datos para las caras criminales tiene una varianza mucho mayor. “En otras palabras, los rostros del público general no criminal tienen un mayor grado de similitud con los rostros de los criminales, pero los criminales tienen un mayor grado de disimilitud en la apariencia facial que las personas normales”, dicen Xiaolin y Xi.
Esto también puede explicar por qué ciertos tipos de pruebas estadísticas no pueden distinguir entre estos conjuntos de datos. De hecho, Xiaolin y Xi muestran que cuando combinan caras criminales y no criminales para crear caras “promedio”, parecen casi idénticas.
Aunque controvertido, ese resultado no es totalmente inesperado. Si los seres humanos pueden detectar a los criminales mirando sus rostros, como los psicólogos encontraron en 2011, no debería sorprendernos que las máquinas también puedan hacerlo.
La preocupación, por supuesto, es cómo los seres humanos podrían utilizar estas máquinas. No es difícil imaginar cómo este proceso podría aplicarse a conjuntos de datos de, por ejemplo, pasaporte o fotos de licencia de conducir para todo un país. Sería entonces posible seleccionar a las personas identificadas como infractores de la ley, hayan cometido o no un delito.
Esa es una especie de escenario de película de ciencia ficción como “Minority report” en el que los delincuentes pueden ser identificados antes de que hubieran cometido un crimen.
Por supuesto, este trabajo debe ser establecido en una base mucho más fuerte.Tiene que ser reproducido con diferentes edades, sexos, etnias, etc. Y en conjuntos de datos mucho más grandes. Eso debería ayudar a distanciar las complejidades de los hallazgos. Por ejemplo, Xiaolin y Xi encuentran que las caras criminales pueden subdividirse en cuatro subgrupos, pero las caras no criminales en sólo tres. ¿Cómo? ¿Y cómo varía esto en otros grupos?
Y el trabajo plantea preguntas importantes. ¿Por qué las caras de los delincuentes tienen una varianza mucho mayor que la de los no criminales? ¿Y cómo somos capaces de detectar estas caras – es el comportamiento aprendido o el comportamiento cableado que ha evolucionado?
Todo esto anuncia una nueva era de antropometría, criminal o no. La semana pasada, los investigadores revelaron cómo habían entrenado una máquina de aprendizaje profundo para juzgar de la misma manera que los humanos si alguien era confiable mirando una instantánea de su cara . Este trabajo es otra toma sobre el mismo tema. Y hay espacio para mucha más investigación, ya que las máquinas se vuelven más capaces. Examinar lo que nuestra ropa o el cabello dicen de nosotros es un punto de vista obvio e intuitivo. Y pronto las máquinas también podrán estudiar el movimiento. Eso plantea la posibilidad de estudiar cómo nos movemos, cómo interactuamos, y así sucesivamente.
Este articulo ha sido extraido en parte de esta web de la revista del MIT
Una lectura relacionada para explicar esta disonancias entre varianzas podeís encontrarla en la Falacia de Lewontin que en mi opinión trata de esta misma disonancia.
Mi resumen seria este: podemos diferenciar un rostro peligroso de uno normal, del mismo modo que podemos identificar una raza concreta, se trata de una habilidad innata que evolucionó con nuestra especie, una habilidad que desaparece en el síndrome de Williams. Que en nuestro grupo haya más diferencias que entre grupos es solo un ejemplo de como la estadística no recoge esas pequeñas variaciones que como aleteos de una mariposa aquí pueden formar un tornado allá.
La fusión de la identidad
No estamos vivos sin un sentido de identidad (E. Erickson)
Cualquier psicólogo conocerá a estas horas el concepto de Eric Erickson, llamado “difusión de la identidad”, pero es posible que nunca haya oído hablar de este otro concepto, que en cierto modo es el contrario: la fusión de la identidad. La fusión de la identidad con el grupo, claro.
La definición que dio Erickson a su concepto de difusión fue éste: “un sentimiento subjetivo de incoherencia , una dificultad para asumir roles y elecciones laborales u ocupacionales y sobre todo en una tendencia a confundir en las relaciones íntimas los atributos, emociones y deseos propios con los de otra persona y temer por tanto la pérdida de la identidad cuando la relación termina”. Una especie de orfandad en cuanto a la identidad.
El concepto de “fusión de la identidad con el grupo” pertenece a Gomez y Morales (2005) y puede definirse diciendo que: “Cuando los miembros de un grupo perciben que dicho grupo es una externalización de si mismos, se considera que el grupo está fusionado con el individuo”. Individuo y grupo se vuelven una misma cosa. Esta fusión se manifiesta con una elevado compromiso del individuo con el grupo que no solo se refiere a la empatía e identificación con el grupo sino un fuerte “sentimiento del nosotros”.
Este proceso es en realidad un movimiento natural. Somos seres sociales y somos seres individuales, el tránsito de lo individual a lo grupal es siempre un movimiento de ida y vuelta, una fluctuación. Identidad social e identidad individual, suelen ir unidas en cada uno de nosotros, pero requieren de un resorte que opere como interruptor, un proceso: “la acción de pasar”.
¿Pero por qué necesitamos formar parte de un grupo?
Bueno, lo cierto es que los jóvenes tienen más necesidad de formar parte de algo superior a ellos mismo, mientras que los adultos somos menos sensibles a esta variable. Pero tenemos esta necesidad para disminuir la incertidumbre de la vida. En este sentido Hogg (2007) desarrolló una teoría llamada incertidumbre-identidad y estableció que la pertenencia a distintos grupos viene a resolver la incertidumbre de los sujetos acerca de quienes son y como este sentimiento “resuelto” se proyecta en las actitudes y conductas de cada sujeto.
De manera que lo que está debajo de esta necesidad de afiliación es la propia incertidumbre de la vida. Nos afiliamos para saber qué pensar, qué hacer, qué es bueno y que es malo. El mecanismo es el mismo tanto si pertenecemos a un grupo de aficionados al fútbol (ser del Barça o del Madrid) o a una secta. Todos se alimentan de nuestra ansia de formar parte de algo, de autotrascendencia y de verdad. Pero hay formas diversas de estar en el grupo, se puede ser un simple aficionado o un hooligan. Son dos maneras bien distintas de estar en el mismo lugar. Un lugar común para los fanáticos es el grupo paranoide del que ya hablé aquí a propósito del libro de Juan Cavero. El libro se centra sobre todo en el estudio de los fanatismos, las sectas destructivas, las políticas tiránicas, los nacionalismos excluyentes que afectan tanto a los Estados, como a, los grupos humanos y a las parejas que tienen en común sustratos y parámetros que comparten con la patología -la paranoia propiamente dicha- algunos de sus dinamismos psicológicos.
Dicho de otro modo la paranoia y la paranoidización son el destino común de aquellas personas que son captadas por estos grupos y se funden con ellos.
Un grupo es paranoide cuando:
Lo que caracteriza un vínculo paranoide son ciertos parámetros que se comparten con la psicopatología, y que podemos encontrar en los grupos paranoides, las sectas o las mismas mafias. Enumeraré los siguientes sin ánimo de ser exhaustivo:
- Cohesión y adoctrinamiento.
- Imposibilidad de abandono del grupo.
- Culto a la personalidad del lider.
- Cercanía e intimidad.
- Aislamiento de la influencia externa.
- Castigos a la disidencia y pedagogía de la lealtad.
- Proyección de la amenaza al exterior del grupo.
- Amor nepotista y etnocentrismo.
- Dependencia.
- Atmósfera de persecución
Es posible afirmar que lo que caracteriza una dinámica paranoide es la expectativa de traición y los mecanismos que se ponen a punto -control, escrutinio y posesión- para evitarla o si ya se ha producido para castigarla, usualmente a través del ostracismo cuando no de la pena de muerte.
Fundamental pues para entender el fenómeno de adoctrinamiento de estos grupos es conocer que: no hay inducido sin inductor, ni perseguido sin perseguidor. Nadie se radicaliza solo aunque a veces las RRSS puedan favorecer la difusión de ideologías o conductas que rápidamente son asimiladas por los individuos concretos, usualmente jóvenes que viven procesos de aculturación y que no se sienten encajar ni en el entorno donde viven ni en su entorno de origen.
El perpetrador de crímenes yihadistas por ejemplo es una victima de un contagio, es siempre una persona que busca certidumbres morales (si, he dicho morales) y que suele vivir en un mundo occidental trufado de valores nihilistas, donde el sexo fácil, las drogas, el alcohol, el consumo de bienes materiales son los supremos valores de cambio entre los individuos y de rituales de paso e iniciación en la adolescencia. Su problema es que estos valores se enfrentan a la perdida de otros valores irrecuperables en tanto que como ciudadano de un país occidental ya no puede recuperar sino regresando a otro lugar radical: allí donde pueda sentirse parte de algo aunque sea para morir, pues morir y matar tienen más significado que cualquier otra cosa.
El cierre cognitivo ha concluido su proceso provocando un sentimiento de pletórico sentido
La cara oscura de la afiliación.-
La oxitocina es la hormona de la afiliación pero no todo es amor y buen rollo en la afiliación. El lector puede consultar en este post los experimentos de de Dreu con la oxitocina. La conclusión es que se trata de una hormona de afiliación, si pero con lo propio. Fortalece los vínculos con el grupo o los parientes pero debilita los vínculos con los grupos extraños o ajenos. Es por eso que Carsten de Dreu ha hablado de que la oxitocina en realidad es una hormona que favorece el nepotismo por un lado y el etnocentrismo por otro. El etnocentrismo es enemigo del sociocentrismo y del mundocentrismo, y mucho más de la globalización.
En un reciente articulo aparecido en la plataforma academia.edu. Jaime Bellido ha publicado un trabajo de investigación titulado “La fusión de la identidad con el grupo predice disposición al sacrificio en favor del mismo: un estudio transversal”
Las conclusiones de este articulo son las mismas a las que ha llegado de Dreu en otro ángulo: las personas más comprometidas (fusionadas) con el grupo muestran más tendencia a sacrificarse por el grupo, incluso con la propia vida. Sin embargo:
“Se establecía un segundo objetivo que trataba de comprobar si las personas que están identificadas o fusionadas con su grupo, están más dispuestas a mantener actitudes negativas y/o realizar comportamientos en contra de otros grupos (exogrupos). Pues bien, creo que para este segundo objetivo no tenemos información suficiente que nos permita concluir la falsación de la hipótesis nula, por lo que, a mi juicio, debe quedar sin resolver”.
Dicho de otro modo, los autores no se atreven a asegurar que loa valores de sacrificio dentro del propio grupo tienen una parte oscura en tanto que favorecen también la hostilidad con grupos rivales (nosotros-ellos). Esta es en esencia la investigación de Carsten de Dreu, pero queda abierta la posibilidad de que otros factores intervengan en la hostilidad intergrupal.
Bibliografía.-
¿Por qué hablando no se entiende la gente?
No cabe duda de que Gustavo Bueno ha sido uno de los intelectuales más importantes que ha dado España este ultimo siglo. Es por eso que en tiempos de crisis y duda hay que volver a él para rearmarse intelectualmente. Yo lo he hecho hoy, un día después de la fatídica manifestación de Barcelona donde supuestamente se convocaba al personal para manifestar su repulsa al terrorismo. No fue así, como todo el mundo sabe ya.
Pero mi atalaya de observación no fue tanto la citada manifestación a la cual ni fui ni pienso ir a ninguna similar, sino twitter. He tenido que volver a Bueno para recordar uno de sus libros más interesantes y el que contiene una análisis mas certero de eso en lo que twitter se ha especializado: el pensamiento Alicia.
El pensamiento Alicia es un simplismo infantil y para Bueno es Zapatero precisamente el que inauguró en época postmoderna un tipo de pensamiento que el socialismo arrastraba desde su fundación. El pensamiento Alicia es infantil, pero también pudiera ser el resultado de la evolución de la mentira socialista o comunista. Mentiras que finalmente se convierten en delirios demenciales por la pérdida de referente fisicalista de semejantes mentiras. El Pensamiento Alicia bien pudiera decirse que es infantil pero también que es la demencia senil de las dos izquierdas definidas (socialismo y comunismo). (Aqui puede el lector interesado profundizar en estos conceptos)
Si descontamos a los propagandistas que cobran por tuit o por amenazas, escraches o linchamientos concretos (aqui hay un buen post sobre este asunto), creo que la mayor parte de la gente, digo una mayoría de personas comunes que pueblan las redes sociales son incapaces de debatir ninguna idea, me refiero a los que ya tienen una opinión formada sobre algo. Sobre esta cuestión se ha escrito mucho y parece haber un consenso sobre la dificultad que tiene cambiar de opinión, pues la mayor parte de nosotros pensamos que nuestra opinión es nuestro capital, algo así como un curriculum identitario, algo que hay que preservar de las opiniones ajenas siempre sospechosas de sesgos ideológicos o lo que seria peor: de intereses.
Pero yo no voy a hablar de la fortaleza con la que defendemos nuestras opiniones ni de esa sobreactuación que parece presidir nuestras intervenciones en las redes sociales, sino de algo mucho más sutil ¿Por qué hablando no se entiende la gente?
Cuando andaba aprendiendo psicoterapia psicoanalítica, allá por los años 80, mis maestros siempre solían advertirnos a todos los jóvenes noveles de nuestros errores en terapia. El error más frecuente en psicoterapia es hablar demasiado. Movidos por el “furor curandi” y la necesidad de aprender y quedar bien todos nosotros nos empleábamos a fondo lo que traducido en términos de tecnología logorreica significa “interpretar”. Nos tomábamos nuestro tiempo para averiguar qué es lo que le pasaba a nuestro paciente, nos hacíamos una idea, nos planteábamos una hipótesis y cuando ya la teníamos, zas! se la endosábamos al paciente en las narices.
Nuestro maestro solía decirnos que era lícito que nosotros nos hiciéramos una hipótesis mental de por donde iba el sufrimiento de nuestros pacientes ¿pero por qué comunicársela al paciente? Al paciente solo hay que decirle aquellas verdades que pueda trajinar con sus propios recursos, aquellos que pueda comprender, aquellos que no están demasiado lejano de su propia hipótesis. Decir la verdad no curaba a nadie, si esa verdad esa extemporánea, al paciente no le sonaba de nada o simplemente era un constructo contratransferencial (una fantasía) del propio terapeuta. Además había que contar con la resistencia ya descrita por Freud, la negativa a aceptar la verdad (suponiendo que la verdad histórica del paciente pueda ser vislumbrada por el terapeuta). Somos seres que nos resistimos y solo por eso ya vale la pena esperar que una interpretación a destiempo, no solo sea contraproducente sino que aumente la resistencia al tratamiento mismo. Por el contrario, una interpretación positiva seria aquella que aumentaría el insight, es decir la comprensión de sí mismo.
Lo cierto es que no había día que no saliera de mis sesiones de supervisión oyendo esta frase a mis espaldas: “hablas demasiado Paco”
Hubo que pasar al menos 10 años para que entendiera que lo que me decían mis supervisores era la verdad. La herramienta fundamental de la psicoterapia no es la palabra, ni la interpretación sino el silencio. Un silencio que captura mucha mas atención que cualquier interpretación puesto que favorece el discurso del paciente, el terapeuta puede preguntar, confrontar informaciones aclarar puntos oscuros y volver una y otra vez sobre aquello que no queda claro. Las preguntas inteligentes, esas que hacen aflorar narrativas interesantes y subjetivas son las que hay que promover en una terapia y callar, sobre todo callar, porque el paciente no tiene porqué saber, pues el saber algo por sí mismo no cura.
Lo que cura es la construcción de una nueva narrativa.
La gente no se entiende hablando porque hay cosas que no se pueden decir, ni nombrar sin convocar a todos los demonios que habitan nuestro sistema límbico. Pero aun hay más, no se entienden hablando porque para entenderse hay que compartir un buen numero de conceptos, he dicho “conceptos” no palabras. Podríamos decir un mismo idioma, pero ya se supone que entendemos el idioma que habla el otro, lo que no reconocemos es que para entender al otro es necesario compartir con él ciertas claves, ciertos procesos de pensamiento, formación e información previa, pues el concepto no viene de serie con la palabra más que en las palabras neutras. En este sentido dice Bueno a propósito de ciertas palabras que pueblan la red:
No siempre hablando se entiende la gente. Hay cosas de las que conviene no hablar por el bien público, por la tranquilidad pública, por la eutaxia del régimen. «El aforismo que nos ocupa puede resultar especialmente peligroso en la vida política, en general, y en la democracia, en particular. No sólo porque también la democracia tiene sus arcana imperii, de los cuales no conviene hablar (arcanos o secretos que deben mantenerse reservados o clasificados como secretos), sino también porque la democracia no tiene por qué tolerar que la gente hable de cualquier cosa y como quiera ‘expresando libremente su pensamiento’, invocando como principio sagrado (en realidad: metafísico-espiritualista), aquel que dice que ‘el pensamiento no delinque’).
El aforismo «Hablando se entiende la gente» sólo vale cuando ya se ha entendido la gente previamente en un idioma común. Si el aforismo se enuncia en general, sin decir a qué contenido se refiere, entonces es puramente retórico, estúpido, confuso, frívolo o incluso imprudente y peligroso. Por ejemplo apelar a la democracia para salvaguardar un referendum ilegal bajo el pretexto del “derecho a decidir” es algo con lo que no puede llegarse a ningún tipo de consenso. Pues las palabras no solo son nombres intercambiables para señalar en la dirección que nos apetezca sino que señalan en la dirección de conceptos. El derecho a decidir en todo caso es del pueblo español, no de una parte de él.
Estas diversas especies o modos del genérico «nación» no hay que entenderlas como meras alternativas independientes de una tabla taxonómica, sino como fases de un despliegue evolutivo o histórico global, con interacciones mutuas y muy profundas.» (pág. 253.)
Por lo tanto, esto no es una mera cuestión nominal. Nación no es una voz flatulenta que se emite por la boca a gusto de cada cual, se trata de un concepto muy complejo que tiene raíces históricas, políticas e incluso biológicas con un desarrollo ontológico muy complicado para ser entendido por una turba de gañanes.
Dicho de otra manera el lenguaje es comunicación pero esconde varios ases en la manga: y el más conocido es la ambigüedad. Una palabra puede ser cambiada por otra y generar una realidad distinta. La palabra “democracia” no es la misma palabra si la dice Puigdemont que si la dice Rajoy. Y a pesar de que la democracia no es perfecta, cuando hablamos de democracia estamos hablando de la democracia realmente existente, no de una utopía. Esto ya lo sabia Gramsci y también lo sabe cualquier terapeuta: las palabras generan realidades y estados mentales cuando les cambiamos los enlaces. También lo sabe Pablo Iglesias.
Y ahora volvemos a lo posible adyacente.
Solo podemos llegar a comprender aquello que está próximo a nuestra forma de ver el mundo y aun más, en la cadena de las ideas no hay saltos y cada idea se enlaza con la anterior de modo que configura un horizontes nuevo:
Steven Johnson plantea que las ideas normalmente surgen de otras ideas, del intercambio, del compartir, dice que las ideas son bricolaje y que no están aisladas, que son redes de ideas. Por eso no es partidario de poner muros o barreras entre unas ideas y otras, sino de que las ideas colisionen para que surjan nuevas ideas. En el mundo de la empresa y de la creatividad ha habido un interés por aplicar este concepto de lo posible adyacente. Las buenas ideas ocurren en redes y la suerte favorece a la mente conectada, como dice Johnson. Según él son muy raros los momentos eureka, las ideas personales y aisladas, que surgen de la nada. Si te expones a ideas, incluso de rivales, a discusiones, vas a aumentar las posibilidades de que salte la chispa.
Pero esta idea que es aplicable al mundo de la empresa y de la innovación no es aplicable al mundo de las ideas en política o en las ciencias sociales donde la competitividad es la norma y la colaboración una excepción. Solo sería aplicable en el caso de personas que compartieran conocimientos muy profundos sobre las materias de su especialidad y suponiendo que no buscaran arrimar el ascua a su sardina, cosa del todo imposible en cualquier organización humana. Hasta en los Alamos donde se reunieron todos los especialistas en física atómica durante la segunda guerra mundial a fin de adelantarse a Hitler en la construcción de la bomba atómica hubo espías que trabajaban para la URSS.
Ha de ser adyacente y ha de ser posible.
Por eso creo que cuanto más nos relacionemos con lo que tenemos al lado, nos resuene con algo de nosotros mismos, con lo “ya pensado” más lejos vamos a llegar, más puertas y ventanas se nos van a ir abriendo. Y por tanto cuanto menos nos relacionemos con los que usan el pensamiento Alicia tanto mejor, para nuestra salud mental.
De lo que se trata es de evitar el cierre cognitivo, es decir la certeza absoluta pero hay que recordar que el pensamiento tiene niveles de definición y filtros de manera que cuando nos comunicamos con alguien es muy posible que no exista en absoluto comunicación y solo un sordera selectiva a nuestros argumentos, que solo se escuche a sí mismo, pues para eso hablamos para saber qué pensamos y por eso la psicoterapia funciona (cuando funciona).
Ejemplos del pensamiento Alicia hallados en twitter ayer después de la manifestación contra el terrorismo.-
La mayor parte de los tuiteros están obsesionados por la causalidad. ¿Cual es la causa de los atentados terroristas?
La mayor parte de la gente no saben diferenciar causalidad de correlación y hallar correlaciones es muy fácil, pero encontrar causas a un fenómeno tan complejo ya no lo es tanto.
Las primeras son debidas a los bienpensantes-psicologizantes:
1.- Eran unos pobres chicos utilizados por el imán de Olot.
2.- Se trataba de psicópatas.
3.- Eran personas sin futuro y sin integración en la sociedad occidental.
Otras demenciales como éstas:
4.- Vendemos armas a Arabia Saudita.
5. Occidente es culpable.
6.- Las políticas de Madrid.
7.- El Cid campeador y la Reconquista.
8.- La culpa es de la islamofobia.
Pero esta idea está más próxima a la verdad solo que no se puede decir, el paciente aun está demasiado lejos de poder adquirir este conocimiento, silencio pues.
Historias íntimas de los genes
Los genes no contienen planos son como recetas (Dawkins)
Hola:
Soy u…no de tus genes, no im….porta cual, soy la míni…ma cantidad de materia que ….contiene información. Habi….to en una molécula muy grande conocida con el nombre de ADN y que tie…ne una forma muy curiosa: una doble hé….lice enroscada en sí misma y que se encuentra en los cromo….somas, que en nuestra especie son 46, 44 autosomas y dos cromo…somas sexuales XY.
Todos tus genes están empare….jados, contenemos dos co….pias de cada gen, puesto que somos una especie diploide y hereda….mos una parte de nuest…ro padre y otra serie de nuestra ma…dre. Todos están emparejados excepto el cromos…oma Y determinante de la mascul…inidad y que afecta a mi hermano SRY, el gen responsable de construir fetos varones.
Un gen es como la sucesión de perlas de un co…llar, cada perla es un nucle…otido y cada tres nucleotidos dirigen la genesis de un amino …acido. Otras perlas no hacen nada cono..cido y algunas de ellas componen un gen, siendo los puntos suspensivos…..intrones.
Siddartha Mukherjee es un medico oncólogo de origen hindú que ha escrito un par de libros de interés para este blog. Este verano he leído esta historia íntima de los genes de Sidharta y he repasado muchas ideas que vienen de tan lejos como Darwin y Mendel y llegan hasta nuestros días a través de las prometedoras terapias génicas, que serán en el futuro los tratamientos de elección en medicina clínica. Células y no píldoras son el futuro de la medicina.
El interés de Mukherjee por los genes tienen una clara motivación: su familia está sembrada a través de tios y primos de casos esquizofrenia, trastorno bipolar y otros trastornos del cluster A de la personalidad. Se trata de una motivación muy potente en un médico que investiga sobre la herencia. Más abajo veremos, sin embargo que las enfermedades mentales pertenecen a un grupo de patologías hereditarias muy poco heredables, debido a que no son monogenéticas sino poligenéticas, es decir se deben a acciones combinadas y sutiles de múltiples genes.
Guisantes, moscas de la fruta, ratones y gusanos componen una bella historia que Mukherjee va desgranando en su libro, encajando unas piezas en otras y llevando la lectura hacia aquellos lugares donde un descubrimiento concreto ha ido empujando la investigación sobre el genoma desde unas posiciones erróneas hasta otras acertadas y todo ello sin olvidarse de los hallazgos técnicos que propiciaron los avances, por ejemplo el que permitió fotografiar el ADN a través de su sombra. Y sin olvidar los factores éticos que detuvieron a veces durante décadas la investigación: no cabe duda de que las políticas del III Reich con respecto a la eugenesia negativa supusieron un escarmiento para la moral de muchos investigadores que anduvieron seducidos por la eugenesia positiva como Galton.
Mas de cien enfermedades son monogénicas, de entre ellas las más conocidas y frecuentes son la corea de Huntington, la enfermedad de Tay-Sachs y la fibrosis quistica.
Y entre ellas (las que están provocadas por una avería en un solo gen) la hemofilia, que es -en sus propias palabras- el ADN de la historia del ADN. Se trata de una enfermedad muy especial pues su herencia está ligada al sexo. Significa que las mujeres son las portadoras y los varones quienes la padecen. Y si Mukherjee dice que la hemofilia es el ADN de la historia del ADN es precisamente porque esta presentación clínica indica que la avería ha de estar precisamente en el cromosoma X.
Cuando hablamos de averias en un gen estamos hablando de una de las formas que tienen los genes de producir cambios, una es la selección natural y la otra es la mutación. La mutación significa que ha habido un error en la transcripción de esas perlas que son los nucleótidos (más de tres mil millones) y que se haya producido una sustitución (por ejemplo una G por una C), pero tambéen puede suceder que hayan desaparecido unas cuantas perlas del collar, que se hayan perdido, hablamos entonces de delección.
Si tenemos dos juegos de genes es precisamente porque la naturaleza ha previsto a través de la reproducción sexual que nuestras células tengan un seguro de vida, así si nacemos con un gen mutado por parte de nuestro padre podemos compensar este déficit con el gen emparejado de nuestra madre que esta sano, decimos entonces que somos heterozigóticos para este rasgo y es por esa razón que los homozigóticos presentarán la enfermedad de Tay Sachs, o la fibrosis quística si y solo si el individuo es portador de dos genes mutados. En la enfermedad de Huntington por ejemplo su heredabilidad es completamente distinta y decimos que es dominante porque si heredamos ese gen tenemos un 50% de probabilidades de padecerla.
Gregory Mendel fue un completo desconocido para la ciencia por varias razones, la primera es porque era un fraile checo aislado en un convento, la segunda porque suspendió sus exámenes de botánica y no pudo ejercer el magisterio, la tercera porque publicó sus hallazgos en una revista de poca monta (poco impacto diríamos hoy) y por tanto su obra tardó más de 80 años en ser conocida y reconocida. Darwin no había oído hablar de él a pesar de ser conteporáneos y aunque ambos no sabían que era un gen ni sabían nada del ADN no cabe duda de que supieron intuir a través de la observación cómo se transmiten los caracteres de una generación a otra. Mendel con sus trabajos sobre guisantes entendió antes de que nadie como se trasmiten ciertos rasgos a través de sus leyes extraídas con la simple observación de linajes de guisantes en su jardín. Las leyes mendelianas sirven para patologías o rasgos que se encuentran gobernados por un solo gen y explican ciertos eventos hereditarios pero no otros.
El gen del color del pelo en los gatos está en el cromosoma X y las gatas tienen dos cromosomas X y a veces presentan este fenómeno llamado “mosaicismo”, significa que en cada tramo de piel (cada célula) el gen puede expresar un rasgo u otro, blanco, negro o marrón. De manera que los gatos de tres colores son siempre hembras a menos que el gato sea XXY es decir tenga un Klinefelter gatuno
Un hallazgo clave: el epigenoma.-
Fue a partir de las investigaciones sobre la clonación cuando comenzó a abrirse otro ámbito nuevo, me refiero al epigenoma. La clonación consiste en la fecundación de un ovulo – al que previamente se le ha sustraido el nucleo- por una celula somática cualquiera, sea intestinal, dérmica o muscular. El embrión resultante de esta maniobra es un clon del organismo donante, es decir elude la reproducción sexual y en teoria reproducirá en el embrión resultante las caracterísiticas del “padre”, es decir del donante celular. De lo que se trataba teóricamente es revertir el camino que sigue una célula embrionaria, desde su posición siguiendo la flecha de la continuidad embriológica, es decir hasta su estado de adulto. Algo así como seguir el camino inverso: de adulta a embrionaria.
El paisaje de Waddington es la forma en que de manera gráfica podemos observar como la bola sigue una continuidad embriológica deslizándose por una pendiente que menos resistencia ofrecen al rozamiento.
Los trabajos de Waddington fueron pioneros en este sentido, aunque por desgracia murió antes de que viera culminados sus esfuerzos con la celebre oveja Dolly, el primer clón de un mamífero. De lo que se trata en la clonación es de seguir el camino del paisaje de Waddington al revés.
Pero en la clonación aparecen problemas que no se habían contemplado: los clones carecen de lo que Darwin llamó el “vigor híbrido”, se trataba de organismos débiles, que envejecían rápidamente y que muchas veces no llegaban a término o terminaban con un aborto espontáneo.
Fue precisamente Waddington el que acuñó el termino epigenoma para apelar a la evidencia de que el genoma se encuentra sobreescrito, por una serie de instrucciones que estaban relacionadas con la “edad celular”, así a mayor edad de una célula mayor numero de inscripciones epigenéticas tendrá, siendo las células embrionarias las que aparecen limpias de tachaduras, notas a pie de página o subrayados. En este sentido el genoma, aparecería así:
Soy u…no de tus genes, no im….porta cual, soy la míni…ma cantidad de materia que ….contiene información. Habi….to en una molécula muy grande conocida con el nombre de ADN y que tie…ne una forma muy curiosa: una doble hé….lice enroscada en sí misma y que se encuentra en los cromo….somas, que en nuestra especie son 46, 44 autosomas y dos cromo..somas sexuales XY
Todos tus genes están empare….jados, contenemos dos co….pias de cada gen, puesto que somos una especie diploide y hereda….mos una parte de nuest…ro padre y otra serie de nuestra ma…dre. Todos están emparejados excepto el cromos…oma Y determinante de la mascul…inidad y que afecta a mi hermano SRY, el gen responsable de construir fetos varones.
Un gen es como la sucesión de perlas de un co…llar, cada perla es un nucle…otido y cada tres nucleotidos dirigen la génesis de un amino …acido. Otras perlas no hacen nada cono..cido y algunas de ellas componen un gen, siendo los puntos suspensivos…..intrones.
La epigenética añade un problema al estudio del genoma, pues esas tachaduras, subrayados y notas a pie de página forman parte del mismo genoma y lo hacen y fijan a él a través de grupos metilo y probablemente de las histonas que forman parte de la cromatina del ADN. Esta idea tiene trascendentes corolarios puesto que viene a significar que algún rasgo adquirido puede transmitirse a las siguientes generaciones al formar parte del ADN germinal.
Lo que nos retrotrae a las ideas de Lamarck y pone en tela de juicio la idea de que “los caracteres adquiridos no pueden transmitirse a la descendencia.
Pero parece ser que algunos de estos caracteres si pueden transmitirse. Hoy sabemos (mas bien sospechamos) que las hambrunas dejan rastros en los genes de los individuos que las sufren. En este sentido se ha investigado mucho la hambruna que los holandeses sufrieron durante la dominación nazi en 1944. Hablo de la hongerwinter que dejó secuelas intergeneracionales de obsesidad, diabetes y enfermedades cardiovasculares.
Con todo son las enfermedades mentales las que mayor resistencia ofrecen a su comprensión genética. En este caso no estamos ante una herencia mendeliana de un solo gen, sino que estamos ante un grupo (espectro) de enfermedades poligénicas que involucran a más de 100 genes de escasa penetrancia y que influyen unos en otros, activando o desactivando sus funciones.
Escasa penetrancia significa que el papel de estos genes tomados de uno en uno es insignificante y por eso sabemos hoy que las enfermedades mentales son hereditarias a pesar de ser escasamente heredables. Simplemente hacen falta combinaciones de genes muy concretas para componer un cerebro con defectos en su cableado que lleven a un organismo a enfermar. Combinaciones que en gran parte se deben al azar y por supuesto al ambiente.
En la esquizofrenia por ejemplo existe una evidencia respecto a que son posibles dos formas de aparición: la primera seria por una sobrecarga de parientes con trastornos psiquiátricos, una forma familiar. Pero también existe una forma ex novo, es decir una serie de mutaciones que se producen en un cerebro concreto sin antecedentes familiares conocidos. Este doble origen podría explicar la llamada paradoja de la esquizofrenia que explica porqué la prevalencia de esta enfermedad es constante a pesar de la evidencia de que los esquizofrénicos se reproducen menos que la población general.
Otra manera de explicar la paradoja de la esquizofrenia es pensarla no como una enfermedad unitaria sino como una sopa de síntomas que comparten con otras enfermedades parecidos genomas: la vieja teoría de la psicosis única. En este sentido va tomando cada día mas fuerza la teoría del espectro, es decir la idea de que distintos fenotipos, como el trastorno bipolar, el cluster A de la personalidad e incluso el alcoholismo y el autismo podrían participar genéticamente de la construcción de cerebros con un cableado defectuoso que concretamente en la esquizofrenia se traduciría por un defecto en la poda neuronal que tiene lugar en la adolescencia, quedando el cerebro esquizofrénico con un buen numero de conexiones redundantes que interfieren en el pensamiento normal.
Pero es posible que este defecto de poda tenga también algo que ver en la creatividad de estos sujetos, de modo que cada vez más va imponiéndose la idea de que las enfermedades mentales son o representan una forma de inadaptación a las condiciones de vida que soportamos. Y que en lugar de considerarlas un defecto de algo podría ser que formaran parte de un esfuerzo de la evolución por construir cerebros más adaptados o más inteligentes a través de las mutaciónes.
¿Por qué los hermanos gemelos son diferentes?
Dice Serrat en una canción titulada “Esos locos bajitos” que a veces los hijos se nos parecen y es verdad que se nos parecen pero lo hacen de una forma un poco rara. Es cierto que hay rasgos, como por ejemplo sucede con algunas narices que se heredan casi como un clon, me refiero a esas narices achatadas que parecen identificar a todo un linaje, pero lo más frecuente es que los hijos tengan un cierto parecido con sus padres, si bien también es cierto que se parecen más a un progenitor que a otro. Otras veces somos una especie de mezcla azarosa de ambos, así decimos que tenemos los ojos de éste, la boca de aquel, aunque siempre en combinaciones extravagantes o caprichosas.
Más allá del parecido físico, lo cierto es que también nos parecemos a nuestros padres, en la manera de hablar, en ciertas manías, en nuestros gustos y preferencias y hasta en ser del Barça o del Madrid y este parecido se produce más bien por imitación y no tanto por obra de los genes. Si bien es cierto que mas allá de nuestro modo de vida nuestro destino está mas carca de nuestros progenitores en las enfermedades que padecemos o padeceremos.
Los hermanos gemelos univitelinos son sin duda los que más se parecen y es lógico dado que comparten el 100% de sus genes, que es mucho si los comparamos con aquello que comparten dos hermanos cualesquiera, solo un 50%. Tanto es así que el estudio de los gemelos univitelinos ha atraído desde siempre la curiosidad de los científicos, sobre todo para entender aquello que comparten tanto si han sido criado juntos como si su crianza ha sido por separado. Los gemelos univitelinos criados en distintas familias han sido perseguidos por los investigadores precisamente para discriminar los efectos del ambiente y los genes. Los investigadores siempre se han preguntado ¿Qué es atribuible al medio ambiente y qué a la genética? En este sentido los gemelos univitelinos han sido muy útiles para aceptar que la genética nos hace muy iguales más allá de los efectos de la crianza.
En este sentido es un dogma que Turkheimer escribió en tres leyes de la genética de la conducta y su significado:
1.- Todos los rasgos conductuales humanos son hereditarios.
2.-El efecto de criarse en una misma familia es menor que el de los genes.
3.- Una porción sustancial de la variación de los rasgos conductuales humanos no se explica ni por los efectos de los genes ni por las familias.
Los valores de heredabilidad de un rasgo conductual se sitúa aproximadamente en torno al 0.25-0,75, siendo la media el 0,5, lo que a efectos prácticos significa que la mitad de la variación de la inteligencia y de los rasgos de personalidad son hereditarios.
Lo lógico es que cuando hablamos de medio ambiente pensamos enseguida en la familia y en los entornos de crianza, pero “medio ambiente” es algo que va mucho más allá de eso, un niño puede haber tenido una enfermedad, un accidente o cualquier otra calamidad en su infancia que tambien debe ser contabilizada como “medio ambiente”, es por eso que los genetistas hablan de medio ambiente compartido (aquel que comparten todos los hermanos o miembros de una familia) y el medio ambiente exclusivo que difiere para cada caso particular (un hermano tuvo la meningitis y el otro no).
El asunto sorprendente es que el medio compartido solo representa el 10% o menos de toda la varianza, lo que significa que en términos estadísticos es irrelevante, y señala en la dirección de que el medio ambiente exclusivo es más importante que el medio compartido, es decir que las experiencias con amigos o iguales tiene más importancia e influyen más en nuestra personalidad que la crianza que compartimos con nuestros hermanos.
Algo de eso nos cuenta Sidharta Mukerjee en el libro del que hablé en el post anterior
Pero la novedad del enfoque de Mukerjee no está relacionada en aquello que los gemelos comparten sino en aquello que les diferencia y para ello parte de la observación de un par de gemelas univitelinas, en este caso su madre y su tía. Es interesante ver como a través de una serie de revelaciones familiares vamos entendiendo como las gemelas en cierto modo son bien distintas, una observación que cualquiera de nosotros ha podido llevar a cabo en parejas de gemelos. Los gemelos se parecen mucho pero no son iguales y en el caso de la madre y tía de Mukherjee además con distintos destinos, una con un matrimonio ventajoso (su madre) y otra con un matrimonio más bien poco exitoso. Es interesante observar por donde discurren las vidas de dos gemelos univitelinos a partir de las elecciones que hicieron cada uno de ellos en su vida.
La hipótesis de Mukherjee es que las diferencias son producidas por la epigenética, entendiendo como epigenética a una sobreescritura de la genética, son esas marcas y trazas que vamos añadiendo a nuestro genoma y que aun manteniendo la esencia de cada cual configuran diferencias a nivel del fenotipo. Otra parte considerable de estas diferencias la atribuye al azar.
Judith Harris en una psicóloga especializada en investigación bibliográfica de la que he hablado ya en este blog a propósito de su obra seminal: “Nurture and Culture”, o dicho de otro modo naturaleza y cultura. Decía en ese post anterior que:
No es solo naturaleza y cultura sino que falta al menos otro eje: el ontológico.
Y esta es mi opinión:
La mayor parte de nosotros estaríamos de acuerdo en admitir que medio ambiente es sinónimo de crianza, pero no solo de ésta sino también de todas las adversidades que pueden suceder durante la misma: la aparición de una enfermedad, la separación de los padres, la muerte de uno de ellos o un hermano, las desgracias familiares económicas o de otro cariz y en este sentido es difícil hablar de un medio ambiente compartido puesto que esta idea prejuzga 1) que todos los hermanos tienen la misma edad y han vivido el mismo ambiente y 2) que todos los hermanos son iguales en la distribución de prebendas y lugares de privilegio o de exclusión en la familia. ·) que todos los hermanos tienen el mismo poder. En este sentido existen evidencias de que un gemelo puede ser más dominante que el otro desde su época fetal
En este sentido, el medio ambiente compartido simplemente no existe. Cada elemento de la familia tiene su propio microambiente.
El asunto sorprendente es que el medio ambiente compartido solo representa el 10% o menos de toda la varianza, lo que significa que en términos estadísticos es irrelevante, y señala en la dirección de que el medio ambiente exclusivo es más importante que el medio compartido, es decir que las experiencias que nos distinguen con nuestros hermanos, experiencias con nuestro propio grupo social, con amigos o iguales tiene más importancia e influyen más en nuestra personalidad que la crianza que compartimos con nuestros hermanos. O que hay algo más.
Los datos sugieren que la genética explica las semejanzas entre hermanos, o padres e hijos pero no explica las diferencias. Y tampoco lo explica el medio ambiente compartido.
Necesitamos otra cosa para explicar esas diferencias pues efectivamente el efecto de criarse en una misma familia no las explica.
Se llama subjetividad, o dicho de otra manera ¿qué hacemos cuando nos vemos sometidos a un estrés cualquiera, como nos defendemos, como lidiamos las dificultades?
Una de las cuestiones mal comprendidas por genetistas y ambientalistas es la cuestión central que respondería a esta pregunta ¿Qué nos hace humanos?
Lo que nos hace humanos sería respondido por unos y otros en estas dos claves 1) venimos de serie dotados genéticamente para serlo y no otra cosa y 2) lo que nos hace humanos es la sociedad, la cultura en la que nos desenvolvemos. Ambas posiciones tienen una parte de verdad pero en realidad lo que nos hizo humanos fue la adquisición del lenguaje. es decir la capacidad de representarse, compartir y pensar a través de palabras.
A través del mismo transformamos lo instintivo en deseo y cada cual lo construye según sus propias reglas.
Algo que nos separa definitivamente de los animales que efectivamente pueden comunicarse entre sí pero no hablan, es decir no pueden usar signos lingüísticos complejos y si no hablan no pueden pensar, ni por supuesto tener un pasado o un futuro a pesar de tener memoria. Viven en un ahora permanente y tampoco pueden tener una representación de sí mismos.
Es por eso que estoy y no estoy de acuerdo con lo que Harris postula:
No estoy de acuerdo con su idea de que la crianza no tiene ninguna o poca influencia sobre la personalidad y destino de los individuos, pero:
La semejanza genética es responsable de que los gemelos idénticos se parezcan
más en su personalidad que los gemelos fraternos, y de que los hermanos estándar sean
más parecidos que los hermanos adoptivos. Se puede suponer que la semejanza
ambiental posee un efecto semejante, pero no es así: los gemelos criados juntos no son
más semejantes en su personalidad que los criados por separado, y los hermanos
adoptivos criados en la misma familia se parecen tanto como dos personas desconocidas
(es decir, nada).
Admite Harris que la suerte o los sucesos biológicos aleatorios pueden ser
sospechosos razonables. Sin embargo, “ atributos costosos, como la capacidad de ser
modificado por la experiencia, no serian seleccionados [en términos evolucionistas] si
las modificaciones dependiesen del azar, porque las modificaciones aleatorias tendrían
efectos aleatorios en las posibilidades del individuo de sobrevivir y reproducirse (…) mi
hipótesis es que la evolución ha hecho plástica a la personalidad para que los niños
puedan beneficiarse de la experiencia –para poder aprender modos de comportarse que
les resulten útiles en la edad adulta (…) el azar es la explicación, o la excusa, a la que
apela un científico cuando todo lo demás falla”
La tercera pista falsa reside en la interacción genes-ambiente (ni los genes, ni el
ambiente, como factores principales, son relevantes, sino que la clave es la interacción
entre ambos). Algunos psicólogos del desarrollo han comenzando a declarar
recientemente que los efectos de la crianza dependen de las predisposiciones del niño.
Si un determinado estilo de crianza posee un efecto diferente según las predisposiciones
del niño, entonces la crianza puede contribuir a diferenciar a los niños de una misma
familia. Sin embargo, ¿por qué son entonces diferentes individuos genéticamente
idénticos criados en el mismo hogar? Aunque poseen las mismas disposiciones (idéntico
genotipo) por lo que deberían reaccionar igual a las mismas condiciones, resulta que
cuando se controla el efecto de los genes, las diferencias que separan a los gemelos son
tan grandes como las diferencias que separan a los hermanos estándard.
Harris pone el énfasis en el desarrollo social, ahí están las diferencias, algo que yo comparto y aquí es donde entra en juego el azar, un amigo que no se compartió, la influencia de una idea que el gemelo no pensó, un amor que no pudo ser, una caída en bicicleta que tuvo uno pero no el otro, etc.
Lo que configura una subjetividad cuando podemos controlar los genes (y aquí lo están en tanto que estamos hablando de gemelos) es la ontología, el desarrollo del ser. Cada cual tomó su propia bifurcación y siguió su propio camino a pesar de las semejanzas.
Bibliografía.-
No hay dos iguales. Judith Rich Harris. Traducción de J. Rus y M. Lacruz. Funambulista. Madrid, 2015. 488 páginas.
Una entrevista con Judith Harris
Consejos al joven terapeuta
No hay nada general excepto nombres (John S. Mill)
Hace algunos años escribí un libro que pretendía ser un manual para terapeutas en aprendizaje y que titulé del mismo modo que este post. Encontré un editor que se entusiasmó inicialmente con la idea y me propuso algunos cambios.
El principal era el titulo, según él no era nada adecuado ni comercial, de modo que al final pactamos este otro titulo: “El joven terapeuta: ¿mago o neurocientífico? que también se reveló inadecuado. Pero la principal queja de aquel editor estaba referida al estilo. Yo lo había diseñado como una especie de libro epistolar, como si se tratara de escribir una serie de cartas a un alumno y dándole un buen repertorio de trucos psicoterapéuticos así como una bien asentada idea sobre qué es eso que llamamos psicoterapia.
Al final hice los cambios que el editor me pidió y le presenté el libro con epígrafes y todo, tal y como él había sugerido pero entonces sucedió algo inesperado. El editor ya no quería saber nada de mi libro incluso después de haberlo rehecho de arriba a abajo. Moraleja: no hay que seguir nunca las instrucciones de los editores, algo que aprendí casi al mismo tiempo que descubrí el blog como herramienta de difusión.
Al final la Diputacion de Castellón me editó el libro tal y como figura en papel (en la foto de más arriba) y como sucede con los libros que no llevan detrás mucha publicidad se vendieron muy pocos ejemplares, un destino que han seguido otros libros míos más recientes y es por eso que no volveré a escribir libros. El libro queda muy bien para engordar el Yo, pero es un negocio ruinoso para todos, los que escriben, los que editan y los que compran. La red acabará con ese negocio poco a poco.
Pero no acabará con la creatividad, más que eso la potenciará, al liberar potencialidades ocultas.
Umberto Eco contó en sus apostillas al “Nombre de la rosa” una cuestión muy interesante sobre el titulo de los libros. Su idea era titular su obra seminal como “Crímenes en la abadía”, pero cayó en la cuenta de que sus lectores serían inevitablemente los amantes del género policiaco o de misterios y el “Nombre de la rosa” no es una novela policíaca por más que Guillermo de Baskerville sea una especie de Sherlock Holmes medieval aplicando el género deductivo de otro Guillermo, el de Occam. Pero efectivamente “El nombre de la rosa” no es una novela policiaca sino una novela sobre el conocimiento, del poder de ese conocimiento sobre las personas concretas. Y de los guardianes de ese conocimiento que como el viejo abad suponen que cierto tipo de conocimiento en las manos equivocadas es muy peligroso.
Pero qué significa entonces “El nombre de la rosa”, (de la rosa solo quedará desnudo el nombre) parece que solo al final podemos vislumbrar una interpretación, aunque lo más probable es que Eco siguiera al pie de la letra su propia recomendación, un titulo no ha de señalar sobre de qué va el libro sino más bien confundir las ideas, que es lo contrario de reglamentarlas.
Es por eso que si volviera a editar mi libro le titularía “Sin tiempo y sin deseo“, que es una idea de W. Bion de cómo ha de llevarse una psicoterapia y por supuesto no la dirigiría a terapeutas que no leen demasiado, sino a un publico en general interesado en escarbar sobre esa extraña relación que tiene lugar entre un paciente y su terapeuta.
Una relación que trataré de explicar según el principio de parsimonia y de él derivaré el principio o “navaja de Traver”, derivada de la de Occam: si un fenómeno puede explicarse sin suponer entidad hipotética alguna, no hay motivo para suponerla. Es decir, siempre debe optarse por una explicación en términos del menor número posible de causas, factores o variables.
Dando por supuesto que la psicoterapia funciona -tanto o igual de bien o mal que un tratamiento farmacológico- tal y como ya escribí en posts anteriores, trataré de identificar al menos tres acciones robustas (señales) que ocurren durante una psicoterapia con independencia de su orientación. No me ocuparé en este post del ruido en psicoterapia, es decir ciertos factores comunes o del encuadre.
La primera es el amor de transferencia. Naturalmente el amor de transferencia no debe confundirse con el amor romántico que incluso lo descarta. Nada que ver. El amor de transferencia es un amor de dependencia, un amor infantil, una reedición -como descubrió Freud- de los sentimientos infantiles originales en el niño y que se deben a su ser deficitario y que aparecerá en toda relación de ayuda o íntima. En este post tiene el lector una explicación mítica de ese tipo de amoríos que en los adultos a veces tanto nos recuerdan a la transferencia terapéutica: suceden cuando alguien sintoniza con un otro que de alguna manera rememora actitudes vividas en época infantil y que diferencian dos tipos de personas: aquellos para los que el deseo es el deseo del otro (neurosis clásicas) y aquellos para quienes el deseo es el deseo mismo (las neurosis narcisistas). La transferencia neurótica es lo que sucede cuando se encuentran el hambre con el país de los quesos. La transferencia narcisista es lo que sucede cuando se encuentra el hambre con las ganas de comer.
La segunda acción robusta es la construcción un relato. La mayor parte de las personas nos construimos una narrativa para explicarnos las cosas que nos suceden, aunque lo más frecuente en clínica es que no exista ninguna narrativa histórica sino una narrativa médica. El paciente cree que le pasa algo que identifica con algo físico. Es lógico porque la mayor parte de enfermedades mentales se ocultan detrás de una mascarada de síntomas físicos, sobre todo de depresión-like y la ansiedad-like. El propósito de este enmascaramiento es retirar la atención de conflictos interpersonales y localizarlos en el cuerpo donde uno supone que serán más fáciles de abordar médicamente al tiempo que desaparecen de la conciencia. La somatización es un desplazamiento al polo físico de una conflicto usualmente interpersonal.
Identificar narrativamente estos sintomas uno a uno , es usualmente penoso y es probable que ni así se resuelvan (o vuelvan a aparecer) apenas se retira la atención sobre su construcción paso a paso. El sujeto tiende a la alienación de su conciencia sobre su síntoma, un mecanismo de defensa universal de la depresión o la ansiedad.
Y si dispone de una narrativa propia es probable que esa narrativa sea insuficiente o inadaptativa. Hay que reconstruirla, sin embargo es indispensable que el terapeuta no se limite a sustituir un nombre por otro, un relato por el suyo. El pacientes ha de identificarse con el nuevo relato que en cualquier caso no debe estar demasiado alejado de su estilo y sus valores. El relato ha de ser consensuado.
Y no importa si el relato es verdadero o falso, como siempre sucede con el pasado que es ineluctablemente imposible de interpretar. Solo es posible encontrarle un sentido y es el individuo el que construye ese sentido. Fuera del sentido no hay sujeto ni propiamente relato que queda supeditado a los sentimientos actuales y a sus fluctuaciones.
La tercera acción robusta es la provisión de nueva información. Las psicoterapias regladas han obviado de manera impropia esta variable: no se trata tanto de recordar como decía Freud sino de cambiar como dicen los teóricos de la información. Y para cambiar es necesario proveer al sujeto de nuevas informaciones. No se trata tanto de socavar las viejas ideas o patrones de conducta establecidos como de brindar al individuo nuevas ventanas por donde el aire pueda penetrar. No se trata de adoctrinar, ni de enseñar, ni de demostrar. Se trata de iniciar como decía Pessoa o en cualquier caso de redimirse a través del conocimiento.
Con el conocimiento sucede una cosa muy interesante y es que (tal y como sucede con el deseo, pues el deseo de saber es también un deseo) nunca se colma del todo. Nuestras creencias se mantienen porque nos dan seguridad pero, las certezas han de ser sustituidas por una forma de pensar basada en probabilidades. Un escepticismo o pensamiento critico que no brinda una seguridad inmediata pero que a la larga es fortalecedor de nuestros rasgos mas adaptativos pues cada hallazgo crea una bifurcación en nuestra concepción del mundo y en esos mundos que van apareciendo van disolviéndose las antiguas creencias del tal modo que no es necesario confrontarse con ellas, simplemente se disuelven.
Ser un buen terapeuta implica una enorme tolerancia a la frustración y no todo el mundo está capacitado para ello, en el próximo post hablaré precisamente de este tema y también -como no- de los mejores candidatos para una terapia.
Psicoterapia y genética
Comprendo la turbación del lector ante un título como éste, y enseguida aclararé su significado con la siguiente pregunta: ¿Son todas las personas igualmente respondedoras a una terapia psicológica? O, esta otra: ¿son todos los psicólogos o psiquiatras buenos terapeutas solo por tener la suficiente formación en esta disciplina?a.
Observen la siguiente ecuación, de Victor Küppers:
Valor=(conocimiento+experiencia) x Actitud.
Como puede observarse el conocimiento y la experiencia son sumandos en esa ecuación donde tratamos de establecer el valor de algo, en este caso la eficacia de una psicoterapia, pero hay un multiplicando que llamaremos Actitud (actitud terapéutica se entiende), y si ese multiplicando es 0, el valor del resultado es 0. Dicho de otra manera la experiencia y el conocimiento solos no sirven como predictores de una terapia exitosa, hace falta prestar atención a otra variable: la actitud
¿Qué es la actitud?.-
La buena actitud terapeutica es difícil de definir, no sabemos aun porque unos terapeutas son más eficaces que otros, pero sabemos algunas cosas que nos convierten en malos terapeutas. Hemos aprendido por ejemplo y en relación con la actitud que no es solo una cuestión de amabilidad o de empatía. Hay algo más.
El terapeuta comparte con los antropólogos algunas curiosidades, suele decirse que los peligros del antropólogo son tres, el primero que vaya movido por una búsqueda de exotismo y que acabe fascinado por aquello que pretende estudiar y acabando por idealizar una cultura, el segundo peligro es la actitud redentorista o misionera, donde el antropólogo trata de convertir al examinado a su credo, su ideología o su visión del mundo, el tercer peligro es que se funda de tal forma en el paisaje y paisanaje que acabe el mismo convertido en parte de aquellos que quieren estudiar fundiéndose con lo observado, convirtiéndose así en su caricatura.
Estos tres peligros amenazan a cualquier terapeuta de nuestro tiempo, pero hay que añadir un peligro más: la necesidad de curar a cualquier precio, el furor curandi del que hablara Freud. Es difícil convencer a los futuros terapeutas de que las mejores cosas siempre suceden cuando no se buscan.
Por lo tanto la mejor actitud es aquella que tiene su origen en una forma de curiosidad que podríamos apellidar como “interés amoral”. Es interés porque lo que conmueve a un terapeuta ha de estar relacionado forzosamente por lo humano y cuando digo lo humano me refiero a todo lo humano en su amplia variabilidad. Y es amoral no solo porque no juzga sino porque no juzga inconscientemente que es a mi juicio lo más difícil de saber. Es por eso que un buen terapeuta es aquel que trabaja con los casos más difíciles, pues son esos casos los que mayormente ponen a prueba nuestra capacidad de tolerancia con lo ajeno. ¿Sería usted capaz de tratar a un asesino en serie o a un pederasta?
Tratar lo monstruoso es siempre difícil y no es aconsejable que un terapeuta tenga varios pacientes de esta clase, tampoco es aconsejable que no tenga supervisión a fin de explorar su contratransferencia. Pero no cabe duda de que ciertos pacientes nos ponen a prueba de una manera definitiva y conozco algunos compañeros que sienten predilección por esta clase de patologías del mismo modo que otros se mueven en un espacio de comodidad rechazando los casos difíciles. ¿Cómo son los terapeutas que tienen éxito?
Contestar esta pregunta nos ayudará a contestar a la pregunta con la que inicié este post, ¿Cual es el mejor cliente para una psicoterapia?¿Responden todos los pacientes de igual forma a una psicoterapia aun manteniendo las variables de terapeuta y técnica?
La respuesta es no.
Hace ya muchos años que se sabe que los mejores respondedores a las psicoterapias -con independencia de su orientación- son los trastornos psiquiátricos menores: ansiedad, depresión, etc. Responden mal o nada los pacientes graves, paranoias, esquizo-likes o bipolares, lo cual no significa que en estos casos no se puedan llevar a cabo psicoterapias alternativas, casi siempre orientadas a la psicoeducación y a impedir la cronicidad o los efectos aniquiladores de la propia enfermedad, me refiero a una psicoterapia que pretenda cambiar a los sujetos en un sentido adaptativo.
Responden mejor los pacientes con patologías leves e incluso sin patología, aquellos que tienen interés en saber, en ponerse a prueba, con cierto gusto por lo psicológico y aquello que antes llamábamos “analizabilidad” no es más que un trampa para señalar a este tipo de buenos pacientes que van a ir bien se haga lo que se haga con ellos. Pero hoy sabemos mucho más gracias a metanálisis y a la abundancia de datos sobre terapias controladas científicamente.
Estamos acostumbrados a pensar las psicoterapias como “soluciones” a los problemas puntuales de los pacientes, las terapias cognitivo-conductuales han contribuido mucho a esta estrategia, “muerto el perro se acabó la rabia” pero esto parece no ser cierto del todo.
Hasta ahora las psicoterapias han ignorado los rasgos de personalidad de tal modo y tal y como cuenta aquí Roberto Colom:
Si Alicia viene sufriendo ataques de pánico a consecuencia del estrés vivido después de confesarle a su marido que tuvo una aventura amorosa con su profesora de violín, el terapeuta buscará estrategias para que esos ataques no vuelvan a repetirse.
Se trata de que Alicia pueda continuar con su vida normalmente, independientemente de que sea extravertida, cordial, responsable, emocionalmente inestable y cerrada a nuevas experiencias.
Pero lo cierto es que algunos rasgos de personalidad van a operar como obstáculos a la respuesta psicoterapéutica. Concretamente la extroversión y el neuroticismo predicen mala respuesta a la psicoterapia (y también predicen malos resultados en los terapeutas) y si se dan juntos (la celebre dimensión de psicoticismo de Eysenck) el pronóstico empeora. Pero hay más, según investigaciones recientes:
“Someterse a terapia se asocia a un aumento significativo de rasgos indeseables como el estrés crónico, la depresión y el neuroticismo, mientras que se reduce significativamente el nivel en rasgos deseables como la responsabilidad y la autoestima”.
Los datos de informes clínicos y estudios controlados no concuerdan, así por ejemplo en un metananalisis de más de 200 estudios clínicos se concluye que las intervenciones psicológicas aumentan la estabilidad emocional y la extraversión. Además, los distintos tipos de terapia no moderan los efectos observados (Veredicto Dodó).
Dicho de una manera más clara: los estudios controlados parece que no apoyan la idea de que las psicoterapias ayuden a resolver o a favorecer algunos de los efectos de las variables de personalidad asociadas a factores genéticos (como los 5 grandes), pero los estudios clínicos no controlados -por el contrario- parecen apoyar la idea de que la psicoterapias ayudan a los pacientes a resolver sus problemas aunque sin modificar especialmente las variables de su personalidad.
Lo cual va en la dirección de pensar que o bien la variable crítica es el terapeuta y ciertos factores de su inconsciente que no controlamos. O también, que los estudios controlados sirven de poco al sesgar los grupos control y la improvisación de los terapeutas obligados a seguir un protocolo.
Lo cual es bastante desesperanzador si pretendemos algún día obtener una ciencia de la psicoterapia.
El vientre vacío
“Viuda” o “viudo” es una palabra para designar el estado en que uno queda tras morir el esposo o la esposa, “huérfano” o “huérfana” del mismo modo sirve para denotar a los niños que pierden a su madre o padre. Lo curioso es que no tenemos una palabra para designar el estado en que quedamos cuando perdemos un hijo a pesar de que es el acontecimiento más devastador que puede sufrir un adulto. Y lo es precisamente porque es natural que un hijo entierre a sus padres pero no al revés, lo predecible suele ser más impactante que lo impredecible. Simplemente no estamos preparados para tal acontecimiento.
Dicho de otro modo: se trata de una perdida sin nombre, una perdida que no tiene un nombre que pueda identificar ese sufrimiento, que nos pueda ubicar frente a los demás, es como si, socialmente no hubiera “para tanto”.
Pero hay algo aun más trágico que perder un hijo y es perderlo en el periparto, precisamente en ese momento en que todavía no se ha establecido un vinculo en lo real con el niño por más que el vinculo simbólico se hubiera establecido antes de la concepción. Hay nueve meses para que la madre y el padre “tomen a cargo” a ese niño, en esa urdimbre donde se tejen sueños, nombres y proyectos.
La mayor parte de los niños que ingresan en una UVI pediátrica son niños prematuros. Un niño prematuro es aquel que nace antes de la semana 37 del embarazo. Por debajo de la semana 34 y 500 gr de peso se suponen inviables por las complicaciones que arrastran estos bebés inmaduros que ni siquiera tienen formado el cerebro del todo, ni los pulmones y que sufren por esta causa toda clase de complicaciones médicas. Muchos de esos niños necesitan ventilación asistida y habrá que decidir cuando se les retira como recientemente hemos visto en el caso de Charlie Gard, si bien en este caso se trataba de un bebé de 11 meses afecto de una enfermedad terminal y que dio lugar a una polémica entre las autoridades judiciales, los médicos y los padres del niño. Hasta el Papa intentó meter la cuchara.
Lo cierto es que muchas veces hay que tomar esta complicada decisión que en los Hospitales españoles trata de consensuarse con padres, y el comité ético junto con los profesionales que asisten el caso. Se trata en cualquier caso de un dilema difícil a pesar de las campañas a favor o en contra de estas prácticas que en realidad son una forma de eutanasia pasiva. En los próximos meses vamos a ver como en nuestro país se inician las hostilidades frente a este proyecto de ley que duermevela en el Parlamento sin que aun nadie le haya hincado el diente. Lo cierto es que la mayor parte de la gente no sabe que aunque muchas veces el tema de la eutanasia activa es de sentido común, es muy difícil de aplicar. Las leyes tratan de regular comportamientos definidos según estandares que no toman en consideración los casos particulares y lo cierto es que ningún caso individual se ajusta de modo perfecto a estos estandares. ¿Cuando desactivar la respiración artificial?
Me refiero ahora a niños prematuros, sabiendo que cada día que pasa si el niño sobrevive tiene mejor pronostico. Otra cosa son las complicaciones, algunas de ellas que el niño arrastrará de por vida y provocadas precisamente por su inmadurez junto con otras condiciones, como el distrés respiratorio u las malformaciones quísticas cerebrales muchas de ellas incompatibles tanto con la motricidad como con la cognición.
Y luego está el factor familiar, los apoyos sociales requeridos y el deseo de los padres que no tiene porque coincidir. He conocido precisamente un caso donde el padre reaccionó de una forma un tanto inadecuada pidiendo la desconexión de manera insistente , mientras que la madre deprimida hasta el tuétano era incapaz de oponerse a su marido que era el que tomaba las decisiones.
Frente a estos dilemas hay siempre dos posiciones enfrentadas que también podemos encontrar en el aborto, en ambos casos de trata de posiciones politizadas y ya se sabe que la mejor manera de que un problema no tenga solución es politizarlo. Unos defensores de la vida y otros defensores del utilitarismo (derechos de la mujer, conveniencia, enfermedad, etc).
Politizar hoy es moralizar y vale la pena recordar que la moral emergió para controlar la conducta de los demás, la de los tramposos por así decir pero no para regular la nuestra. Lo moral para cualquiera de nosotros es aquello que los demás tienen que hacer para que yo les considere morales. Obviamente mi moralidad no necesita demostración, es axiomática. Lo moral no es algo que podamos someter a votación, es algo que no se deja al albur de cada cual, al contrario, suponemos que lo moral es norma aplicable para todo el mundo. Pero lo cierto es que esta idea “moralizante” es falsa. Nadie sabe qué hacer en un caso como este y los argumentos que esgrimen defensores o detractores son tambien falsos tal como cuenta Greene en su libro “Tribus morales”.
Para la madre de ese niño del que hablaba más arriba ella es “culpable” no solo de haber desconectado a ese hijo (dar la autorización) sino de haber llevado en sus entrañas a un niño con ese déficit que de alguna manera se oponía a sus fantasías sobre su salud y aspecto físico. Más allá de eso es “culpable” de no haber podido retenerlo en su vientre unas semanas más. En ese vientre donde ahora queda una cicatriz de cesárea pero sin la compensación del niño.
Un vientre vacío.
Los niños prematuros tienen también padres prematuros. Sencillamente no han tenido tiempo de urdir las necesarias fantasías sobre ese niño que a veces ni siquiera tiene nombre y casi nunca cuna ni cochecito o ajuar preparados. No solamente hablamos pues de parto a termino sino de paternidad a término.
Muchas madres o padres están tan deprimidos y angustiados ante esos niños tan inmaduros que tienen miedo de mirarlos, acercarse a ellos o incluso de lactarles. Una lactancia en este caso fundamental pues la inmadurez de su aparato inmunológico solo mejorará con el calostro de la madre. Pero madre e hijo están coordinados a través de la succión, un reflejo innato pero tan debil en estos bebés que hace imposible incluso a lactancia, pues es precisamente la succión la que estimula la lactancia de la madre.
Los riesgos que presentan estos niños inmaduros cuyos cerebros no están completamente “hechos” es tal que renuncio a listar las patologías que están asociados a su neurodesarrollo. pero me gustaria no obstante incidir acerca de ese vientre vacío y obre el caso que justificó este post.
Una madre, sin los suficientes apoyos sociales que ha de decidir qué hacer con una niña que en cualquier caso tiene pocas posibilidades de supervivencia sin la necesaria asistencia ventilatoria. ¿Qué hacer? ¿Existe alguna regulación legal para proteger a esta madre?
-No te preocupes, tendrás otros hijos, aun eres joven.
-Si, pero yo no quiero otros hijos, yo quería éste.
Tribus morales
Joshua Greene es un filósofo, psicólogo y pensador muy interesado en los temas de neurociencia moral. Ha escrito un libro, que ya colgué en mi anterior post acerca de sus ideas que tienen que ver con los conflictos morales que se presentan en entornos multiculturales y que ha desarrollado una teoría muy interesante sobre las formas en que estos conflictos pueden resolverse. Y la primera tarea de aquel que quiere resolver algo es comprenderlo bien.
La pregunta a la que trata de responder Greene es ésta: ¿es posible encontrar una moral universal o estamos condenados a oasis de micromoralidades encerradas en el cajón de lo etnocéntrico? ¿Podemos aspirar a una metamoral?
Encontrar una moral universal para todo el mundo es el reto de nuestro tiempo. Greene es experto en una cosa llamada en inglés Trolleyology, que podríamos traducir por Tranviología. Se trata de una serie de problemas morales planteados con la ayuda de tranvías que van a atropellar a personas y del que ya hablé aquí.
Seguro que los dos problemas más famosos os los habéis encontrado porque son muy conocidos, pero los resumo brevemente. En un caso se trata de un tranvía que va a atropellar a 5 personas y nosotros estamos en un lugar desde el que podemos cambiar una aguja para que el tranvía pase a otra vía donde sólo hay una persona. La pregunta es si cambiarías la aguja provocando que el tranvía atropelle a una persona en lugar de a cinco. Si eres como todo el mundo sí lo harías. En el otro caso, estás en un puente encima de la vía y el tranvía va a atropellar de nuevo a 5 personas. A tu lado hay una persona con un mochila (en otras versiones es un gordo) y puedes empujarla a la vía y que pare el tranvía salvando así a las 5 personas. La pregunta es si le empujarías y, si eres como todo el mundo, en este caso no lo harías.
“El problema moral al que nos enfrentamos lo resume Greene de la siguiente manera. Nosotros tenemos una moral que ha sido diseñada por la evolución para tratar con el problema YO/ NOSOTROS, a fin de cuentas la moral va de sujetar al individuo por medio de normas para que pueda funcionar el grupo, es decir, de poner la colectividad por encima del individuo. Pero el problema con el que nos enfrentamos en los tiempos modernos es el de grupos con morales diferentes conviviendo en el mismo mundo. Esto no había ocurrido nunca antes y por eso no tenemos una solución diseñada por la evolución. Tradicionalmente, la moral ha llegado hasta los límites de nuestro grupo y no era aplicable a los demás. No tenemos “instintos morales” para guiarnos en este problema que es el ELLOS/NOSOTROS y, según Greene, aquí necesitamos una metamoral, algo que permita que diferentes moralidades “locales” puedan convivir”.
“Para explicar el problema Greene recurre a una metáfora que es la de la cámara de fotos. Una cámara de fotos tiene un modo automático, en el que la propia cámara decide los parámetros según programas precargados (paisaje, retrato…) y un modo manual para que nosotros decidamos la exposición que queremos, etc. Según Greene en el problema YO/NOSOTROS podemos seguir funcionando en automático porque los programas que nos ha cargado la evolución funcionan razonablemente bien. Pero para abordar el problema ELLOS/ NOSOTROS tenemos que pasar a modo manual, es decir, a usar la razón”.
Para ilustrar este problema Greene utiliza en su libro el ejemplo del aborto. Como es sabido el aborto divide el mundo moral en dos grupos, los que están a favor de la vida (y en contra del aborto) y los que están a favor del derecho de la mujer a interrumpir su embarazo libremente. Frente a este dilema caben dos opciones: una es la opción moralista (que en este caso son ambas) que dice más o menos que la vida no se puede interrumpir en ningún momento, puesto que existe una continuidad embriológica entre la concepción y el parto. Los que así piensan lo equiparan a un asesinato. Por otro lado están los que tienen una concepción utiliitarista del problema, así muchos piensan que el aborto libre protege a la mujer, usualmente a las mujeres pobres de abortos clandestinos en condiciones poco higiénicas y peligrosas para la salud y más allá de eso el derecho de cualquier mujer a decidir libremente (aquí vuelve a aparecer el argumento moral).
Lo cierto es que este dilema no tiene solución y no lo tiene porque se ha politizado.
¿Qué significa que un dilema moral se haya politizado?
Significa que un dilema individual pasa a convertirse en algo que confiere identidad, ya no se trata de una dialéctica Yo-Tu sino de Nosotros- Ellos. Divide el mundo en dos, los partidarios del aborto y los partidarios de la vida. Y además parte al mundo en dos concepciones morales antagónicas, que no pueden nunca llegar a una confluencia.
Le propongo ahora un experimento mental, suponga que usted tiene una hija de 16 años y que se queda embarazada. Usted no está a favor del aborto (quien lo está?) a pesar de que usted no es ni demasiado conservador ni demasiado religioso. En este caso usted aconseja a su hija que atendiendo a su edad y a los problemas que le va a ocasionar semejante y extemporáneo embarazo, efectúe una interrupción voluntaria de su embarazo que en nuestro país puede llevarse a cabo merced a una ley de plazos. Significa que usted en las primeras semanas de embarazo puede llevar a cabo el aborto probablemente sin ningún tipo de secuela gracias a los avances de la ginecología en nuestro país.
Pero usted puede seguir pensando que está en contra del aborto y puede estarlo por diversas razones: 1) el bajo indice demográfico de nuestro país, 2) la trivialización de las relaciones sexuales que existe en las sociedades donde el aborto es legal, 3) allá en su interior usted opina que el aborto es inmoral y su hija también, 4) Usted sospecha que existen ingenierías sociales destinadas a propiciar abortos, 5) Usted sabe que el aborto no debe usarse como método anticonceptivo y sospecha que la existencia del mismo de forma legal disminuye las precauciones que los jóvenes deberían tomar para prevenir embarazos no deseados.
¿Se trata de una contradicción?
No, usted está utilizando un criterio moral para juzgar el aborto en general y un criterio utilitario para resolver el embarazo de su hija. No se trata de una doble moral, sino de un cambio de lo abstracto (el aborto en general) a lo concreto (el embarazo de su hija). El futuro de su hija le importa más que todas las abstracciones, creencias e ideologías.
Vale la pena recordar ahora que la moral evolucionó para castigar a los tramposos, que siempre son los otros. La moral individual es una identificación con las normas de una determinada cultura pero no es un órgano del cerebro: la moral siempre está afuera, puesto que la moral no emergió para controlar nuestros actos sino los actos de los demás. Nosotros siempre somos honestos, son los otros los que pueden ser inmorales y es por eso que debemos controlarlos para que no nos engañen.
Y también vale la pena recordar algunos éxitos que en materia de salud pública hemos obtenido por el hecho de desmoralizar determinadas conductas. Citaré el plan nacional de metadona que desde mi punto de vista ha sido un éxito y que consiguió apartar del consumo de jeringuillas a muchos drogadictos y alejarlos de la calle y de una violencia de bajo nivel pero muy disfuncional en ciertos barrios. La metadona no logró por si misma rehabilitar o apartar de las drogas a los heroinómanos de loa años 70-80, pero es que tampoco se propuso en ese sentido sino como una minimización de daños. En salud publica la minimización de daños es muy valiosa y sirve incluso para alargar la vida de un montón de drogadictos severos. Aun me parece estar oyendo a muchos médicos que le pronosticaban a la metadona un escaso éxito, obviamente aquellos médicos estaban pensando el tema desde un punto de vista moral y se planteaban. ¿Es moral hacer a alguien adicto a una sustancia química con tal de apartarle de otra?
Si hubieran usado el criterio utilitarista hubieran comprendido que: el objetivo era la jeringuilla (la metadona es de consumo oral) y sobre todo apartar a los drogadictos de esa pequeña delincuencia destinada a procurarse sus dosis diarias y sobre todo vincularles al sistema de salud. Por eso pienso que a veces es muy útil pensar los dilemas desde el punto de vista de la salud pública y no tanto desde el punto de vista moral que en cualquier caso no deja de ser algo abstracto. Si volvemos ahora al tema de los abortos podremos comprender -si lo vemos desde un punto de vista de salud publica- que el aborto ha sido también un éxito. ¿Queda abierto en España algún orfanato?. Aqui escribi sobre esta cuestión. con más profundidad.
De manera que estoy de acuerdo con Greene cuando habla de la cámara fotográfica y de su uso bien en modo automático, bien en modo manual. La mayor parte de los dilemas morales que nos planteamos los humanos lo hacemos como pertenecientes a un grupo y no de Yo-Tu, es decir no como individuos. Yo puedo ser amigo de un negro, de un homosexual, de una feminista radical, o de un votante de Podemos a pesar de no tener ninguna simpatía por la emigración ilegal, el orgullo gay, o las ideologías de genero o de izquierdas.
Los grupos son además de eso ilusorios: tratan a todos sus miembros como si fueran iguales, haciéndoles creer que por el hecho de tener algunas cosas en común (mayormente rechazo social) son por eso mismo homogéneos. Y no es cierto: cualquier grupo social es heterogéneo y no es más que una suma de descontentos, pues los contentos no se agrupan. Y cada individuo está descontento por sus propias razones. Es por eso que todos los individuos son respetables pero ningún grupo lo es y menos aun aquellos grupos que utilizan la “identidad” en lugar de la “necesidad”. Hubo un tiempo en que la izquierda se ocupó de las diferencias sociales (de oportunidades y de desigualdades) mientras que hoy ha pasado a ocuparse de la igualdad, pero tratando como iguales a los desiguales no se consigue sino mayor desigualdad. Y mayor rechazo de esas supuestas minorías oprimidas.
“Minorías oprimidas” que han inventado una nueva versión de la moralidad: eso que llamamos “lo políticamente correcto” no es más que la dictadura de las minorías con las que tratan de manipular las opiniones de las mayorías.
Personalmente y siguiendo el ejemplo del aborto, creo que este dilema no tiene solución viéndolo como un dilema moral, pero también creo que el aborto es menos inmoral y menos peligroso que seguir las instrucciones de políticas abortivas o anti abortivas.
En conclusión: no parece que la diversidad multicultural pueda resolverse más allá de individuos puntuales (teoría del contacto) y que viene a decir que los individuos suelen cooperar mejor entre ellos cuando se conocen y comparten contactos sociales, sin embargo esto no parece cumplirse si tomamos al grupo como unidad de intercambio y existen evidencias de que la multiculturalidad propicia muchos mas perjuicios que beneficios