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¿Es el amor un placebo?

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Su funcionamiento como el lector podrá comprobar se parece mucho a la homeopatía. O dicho de otra manera: se trata de un medicamento que a dosis ponderales tiene muchos efectos secundarios.

Si usted hace una búsqueda en Google con la palabra “amor” se dará cuenta de que probablemente esta palabra es una de esas que se encuentran en todos lados, que tienen el don de la ubicuidad. Amor es un tema universal, se encuentra en canciones, poemas, pinturas, esculturas, literatura buena y mala y últimamente también en las páginas new age que recomiendan- un poco ingenuamente- que el amor es la pócima que puede salvar al mundo. Recomiendan cosas tales como ésta:

“Si amas cambiarás el mundo y con él cambiará tu manera de percibirlo y de estar en él”.

O sea que el amor para algunos es una especie de esencia floral curativa, un “curalotodo”.

Y es verdad en un cierto nivel de definición pero no es verdad en el nivel de definición práctico por donde discurren nuestras vidas aqui abajo.

Los psicoanalistas, al menos algunos con los que he departido sobre este asunto también abrazaron desde siempre esta opción, la mayor parte de los malestares humanos proceden del desamor y de la agresión reprimida, cosa que tambien puede ser cierta pero esta verdad no equivale a pensar que dando amor indiscriminadamente las cosas mejoran. En realidad no es así de sencillo y todos los que hayan leido este post ya saben que es un “wicked problem” y que en cierta manera las cosas no se resuelven con buenas intenciones o con esa mania caritativa de darle a los demás lo que les falta que seguramente es amor como decian los Beatles.

El mismisimo Freud -que aun no sabia que era un “wicked problem”- en un artículo memorable conocido como “Análisis terminable e interminable”  cayó en la cuenta de que determinados pacientes sometidos a su esfuerzo terapéutico, no sólo no mejoraban, cosa incomprensible para él, sino que encima de eso, empeoraban. A esta curiosa forma de reaccionar la llamó “reacción terapéutica negativa” que incluyó entre las formas más graves de resistencia y que se encontraba más allá de lo cognitivo y de lo comprensible o racional. El paciente empeoraba cuantos más esfuerzos invertía el terapeuta en su curación, Freud creyó encontrar en esta maniobra algo tanático, la propia pulsión de muerte o compulsión repetitiva. Y tenia, en su nivel de definición, tambien razón.

Y la verdad del asunto es que algunas personas no pueden amar ni ser amados pues no creen en la homeopatía a la que consideran un timo. Aunque yo diria que lo más amenazante para las personas es resultar amados placebicamente porque el amor en activa puede ser disfrazado de muchas formas, una de las mas frecuentes es  la abnegación, una curiosa palabra que contiene en sí misma la clave de lo que pretende ocultar o negar. Los abnegados son aquellos que aman porque amando dejan de sufrir las consecuencias de su necesidad de amor, se brindan a los demás para ocultar-se a sí mismos aquello que pretenden obturar que no es otra cosa sino la necesidad de recibir. El abnegado, sin embargo va mucho más allá del autoengaño: se niega sí mismo y a sus necesidades.

Y es que los humanos somos una especie de simios bastante retorcidos, porque ¿qué tiene el amor de amenazante? ¿por qué protegerse del amor ajeno? ¿No es absolutamente deseable ser amado aun infinitesimalmente?

Aquellos de ustedes que aun no hayan superado su fase jesuítica creerán que el amor es algo deseable, que es importante e incluso placentero que los demás nos amen. Eso es también verdad en otro nivel de definición, pero hay un “pero”. Los demás, si nos aman lo hacen por alguna razón que no siempre está en nosotros. Lo más frecuente es que el amor que se nos brinda, incluso el más altruista de todos, el de nuestra madre, se encuentre contaminado por los deseos de nuestra madre de otras cosas, por lo que le faltó y por el lugar que nosotros ocupamos en esa falta, un amor que es un reproche o bien un ajuste de cuentas. El amor incondicional que es la forma buena y digestiva del amor es muy poco frecuente -aunque no diré que imposible- lo común es que amor, demanda, revancha, justificación, exigencia, odio, venganza, celos, territorialidad, reproche, sacrificio, dependencia, apego, asimiento y expectativas amorosas e incluso sexuales vayan de la mano o se comporten como condiciones de intercambio.

Es por eso que el amor es una amenaza para aquellos que tuvieron la experiencia primaria de ser amados por una madre que no las tenia todas consigo con respecto a qué esperaba de su hij@. Por lo que cuelga de ese amor que no tuvimos más remedio que aceptar tal y como se nos dió.

Como este tipo de personas vivencian el hecho de ser amados como una amenaza se protegen de serlo aunque esto no les impide, a su vez, amar.

Son simplemente incapaces de ponerse en el polo pasivo y resultar receptivos con el amor que les llega desde fuera aunque pueden ser incluso muy activos para darse atracones e incluso a veces una tendencia es la compensación de la otra: los que no pueden recibir amor son personas muy queridas por los demás porque siempre están en el lugar del dador. Y esta actitud es socialmente muy aceptable aunque muy perturbadora para el propio sintiente.

Y en este post voy a hablar de como desactivar ese miedo a recibir amor.

La clave está en la homeopatía.

Hay gente que no tolera el amor en dosis ponderales mientras que otras personas son capaces de recibir amor en cantidades desorbitadas.

Es como si algunos tuvieran un receptáculo elástico que como un globo pudiera hincharse a placer acaparando todo el amor que les llega incluso las sobredosis, tienen una enorme resistencia -por asi decir- al amor porque saben desembarazarse de aquello que va colgando siempre del valor puro y duro: un precio, una tasa, un peaje.

Estas personas resisten bien los tsunamis del amor porque han desarrollado una extraña capacidad para disociarse de aquello que les llega y de quedarse sólo con lo bueno descartando lo peor. Pero estas personas que están acostumbradas a dar sus excedentes en plan directo y sin someterse a los necesarios ayunos de depuración suelen ser malos amadores porque acaso no entienden que los demás no han adquirido esa especial resistencia al amor incluso a su toxicidad.

Lo curioso de la vida es que los amadores y los amados suelen encontrarse puesto que cada una de estas especialidades son en sí complementarias, uno disfruta dando y el otro recibiendo. Sin embargo esta relación complementaria está destinada al fracaso por una razón.

Ambos esconden una carta marcada que se sustrajo a la conciencia, uno sus necesidades de recibir a las que quizá no se cree merecedor y el otro su necesidad de desprenderse de la toxicidad que le acompaña desde su infancia pero además necesita que no caiga en el vacio, en ese gap o hueco por donde suelen caerse los excesos. Necesita un hueco con sentido, un hueco contenedor.

La solución está en donar el amor a microdosis, pequeñas dosis de amor vigilando no sobrepasar el número de Avogadro. eludiendo así los efectos secundarios. Lo realmente curioso del amor en dosis homeopáticas es que no puede ser rechazado pues apenas es detectado por la conciencia del fóbico amador.

El mecanismo de acción del amor homeopático no es a través de la forma, ni de la inundación de amante excesivo, no es algo que se acopla a un receptor sino algo vibracional. O se está o no se está en sintonía. Tampoco hace falta estar en sintonía todo el tiempo ni en todos los ámbitos de la vida. Yo diría que no hace falta siquiera ni la presencia física y todo sucede siguiendo más las leyes y principios cuánticos que los newtonianos, esos que afirman que “el roce hace el cariño” o que “el amor es ciego pero no manco”. Newton era dosis-dependiente como todo el mundo sabe. Estas ideas deterministas son bien conocidas por todo el mundo y tienen también su sitio en la verdad, en algunos amores convencionales de los que hablé aqui.

Pero el amor homeopático no funciona de ese modo, no es algo que opere desde el contacto sino que ejerce una acción a distancia a través de determinados hilos invisibles, unas cuerdas o enlaces tan duros y obstinados como esa fuerza que une al cloro con el sodio (fuerza nuclear débil se llama en fisica).

Porque el amador en realidad es un dador de electrones, una especie de partícula de Higgs o de agente antioxidante que como el té verde cede sus electrones sobrantes a los intoxicados por el amor.

Están condenados a encontrarse. Y a equilibrarse.

Y lo hacen a nivel atómico, a un nivel informacional, pues la cantidad de información que lleva lo poco es mucho mayor que lo que lleva lo mucho.

Y rebota autoregenerándose como la cola de una lagartija.

Claro que todo esto no está demostrado y hay quien peinsa que el amor esconde un efecto placebo..



Tetas: entre el símbolo y la biología

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Teta alverre

La enfermedad es una condensación de goce (J. Lacan)

Hay un antes y un después de Hipócrates en relación a nuestra conceptualización de la enfermedad. Hipócrates estableció, algo que hoy nos parece obvio: que las enfermedades tenían causas naturales.

Antes de él -sin embargo- la enfermedad se asimilaba a una carencia de virtud, a un vicio, a un castigo divino o a una maldición generacional causada por algún pecado anterior de alguien en ese linaje. Algo que todavía anda en el inconsciente de nuestros coetáneos: mucha gente hoy vive la enfermedad como un castigo por alguna trangresión propia o ajena: el pensamiento mágico coexiste con el hombre moderno.

Hipócrates estableció que cada enfermedad tenía una physis es decir una naturaleza y es por eso que las podemos reconocer, diagnosticar y adivinar con cierta precisión su evolución: hay algo en ellas que se repite o permanece de forma heraclitiana, tanto como que hay algo en ellas de distinto y de atipicidad. Las enfermedades tienen forma y esa forma puede ser atrapada por el médico entrenado en conocer sus dibujos. Pero aquí no termina todo, porque el enfermo a su vez tiene también physis es decir su propia naturaleza o lo que es lo mismo: las enfermedades cambian según quien las padece, mantienen, eso si, reconocible su carta de naturaleza pero existen modificaciones que cada persona introduce en su curso y sintomatología, inscribiéndole su propio estilo.

Lo que viene a señalar en la dirección de que las enfermedades tienen biología y tienen semántica.

Desgraciadamente la idea original de Hipócrates fue perdiendo vigencia a medida que la medicina fue avanzando y descubriéndose nuevas causas de las enfermedades. El invento del microscopio por ejemplo introdujo la causa infecciosa como modelo natural del enfermar, un modelo que arrastró las mentes mas lúcidas de finales del siglo XIX y principios del XX, gracias a ella se descubrieron los antibióticos. Pero el modelo infeccioso no tardó en caer en desgracia siendo sustituido por el modelo genético, hoy hegemónico en la ciencia: genes, epigenética, conectomas, receptores, biología molecular y neurotransmisores son hoy los nombres bien conocidos a los que se atribuyen sino todas, un buen grupo de enfermedades reintroduciendo en el imaginario colectivo la idea de fatalidad.

Lo que se ha perdido en todos estos progresos y vaivenes de los modelos del enfermar es precisamente la physis del enfermo, sabemos mucho de la physis de las enfermedades pero no sabemos por qué algunos enferman más que otros, e ignoramos por qué algunos se curan de graves enfermedades mientras otros recaen constantemente de ellas u otras similares. El asunto es que este “progreso” de la medicina nos ha hecho olvidar quienes somos, cuales son nuestros sin vivires, qué grado de causalidad tienen los entornos en que vivimos. Dicho de otra manera hemos olvidado la idea de que la enfermedad es una colisión entre dos naturalezas, la de la enfermedad y la del enfermo.

Entre tanto ha surgido entre bambalinas un concepto del que pocos son conscientes: la idea de que la enfermedad es algo a vencer, a desterrar, a destruir. No hace falta recurrir al parecido entre la terminología médica y la militar para comprender que la medicina actual es una medicina de la enfermedad, a la que se trata como un enemigo. Naturalmente no todos los médicos han sucumbido a esta idea, es de notar que Sigmund Freud por ejemplo introdujo un modelo de enfermedad que poco o nada tiene que ver con esta idea militar de conquista y destrucción. Vale la pena volver a la cita que preside este post para comprender que la enfermedad no es sólo algo que puede llevarnos a la muerte sino que a veces es la solución evolutiva a un conflicto biológico, es decir la puesta en marcha de un programa atávico inconsciente y seleccionado por la evolución para resolver un problema que en otro tiempo y lugar dio buenos resultados.

Lacan por ejemplo deconstruye el lenguaje para hacernos pensar en ese goce que enuclea a la enfermedad del cuerpo y la hace sujeto. ¿Cómo puede haber goce en una enfermedad? El que trate de responder a esa pregunta deberá contemplar la posibilidad de que el gozador no sea el sujeto sino algún otro en él: un Gran Amo que dicta sus propias reglas de generación en generación y que necesariamente hemos de acatar: las normas sociales o las normas parentales son ese gran Amo del que habla Lacan.

Organos y símbolos.-

Nos hemos olvidado de que un órgano no es sólo una colección de células que han evolucionado para un fin determinado, usualmente cooperativo con el resto del cuerpo, sino que 1) es además un signo en relación con la comunicación, algo que “dice algo a alguien” y es 2) un símbolo atravesado por el lenguaje.

Así por ejemplo, cuando enfermamos de un órgano determinado lo primero que hemos de preguntarnos es cual es la función de ese órgano, para que sirve: la vejiga para guardar orina (y marcar el territorio), el hígado para almacenar energía y desintoxicar la sangre, el sistema inmunitario para defendernos de ataques externos o internos, el riñón para filtrar orina, el colón para deshacerse de aquello no asimilable, el estomago para capturar y digerir los alimentos, el pulmón para capturar el aire, etc.

Cualquier estudiante de medicina sabe estas cosas y aun: forma parte de la cultura general de cualquier estudiante de secundaria, pero la cosa no termina aquí como veremos más abajo y es precisamente lo que diferencia las enfermedades humanas de la veterinaria.

Un órgano es sobre todo una solución biológica a algún tipo de tarea o trabajo, un producto de la evolución, un diseñoide según cuenta Dawkins, pero también -y desde que hablamos y compartimos significados- un nodo en la red de significantes que le enredan y esa red es además compartida por todos los humanos, lo que nos permite compartir una semántica simbólica.

Un órgano es algo que señala y lleva inscrito otra cosa que está ausente en él mismo.

Un ejemplo son las mamas: se trata de órganos que han evolucionado para cumplir una misión, la de alimentar a los hijos con leche. Eso es algo que todos sabemos y sobre lo que no vale la pena insistir pero la función de las mamas no termina ahí: son también una señal sexual, una señal que viene a señalar la fecundidad, una especie de señuelo para los machos, una señal de dimorfismo sexual muy venerada por los hombres y que fundamentalmente se traduce en atractivo.

Pero aquí no termina el simbolismo de la mama. hemos hablado hasta ahora de una función biológica: amamantar y otra sexual o comunicacional: el atractivo, pero la mama es depositaria de al menos una función simbólica enredada en el lenguaje: la nutrición. La mama es la metonimia y el wicked problem (el problema endemoniado) de lo nutricional.

Y una mujer está siempre anudada a esta metonimia, no importa si tiene o no hijos, tampoco importa la edad que tengan estos, no importa si están cerca o lejos, emancipados o dependientes. La mama siempre es un hijo, no sólo un hijo físico sino un hijo con toda su constelación de necesidades nutritivas. No es inútil decir que el marido  o la pareja de una mujer es también un hijo (ella sentirá sus necesidades de nutrición) como si fuera un hijo. Y tampoco es necesario decir que para un niño de corta edad la mama es el mundo.

Para una mujer las necesidades nutritivas de cualquiera significativo son hijos, es decir mamas.

De manera que cuando las mamas se enferman pueden hacerlo por cualesquiera de estas razones: 1) una enfermedad regional o 2) una enfermedad arquetípica.

Enfermedades arquetípicas.-

Debemos a Hamer y también a Hellinger la idea de conflicto biológico. Un conflicto biológico se establece cuando un órgano determinado no puede satisfacer las demandas de placer o bienestar que proceden de las exigencias de alguien, aquel gran Amo. Si la mama ha de dar leche, un conflicto biológico seria la imposibilidad de amamantar, si la mama ha de resultar atractiva, el conflicto seria carecer de mamas atractivas, si el conflicto es relativo a la nutrición de alguien el conflicto seria no poder resolver esa demanda.

De todos ellos solo el tercero dará como resultado una enfermedad arquetípica, pero no basta con no poder atender una demanda nutritiva concreta, ha de haber otras condiciones para que se active ese programa atávico, algo que abordaré en mi próximo post. Baste ahora recordar que la diferencia entre una enfermedad arquetípica y una enfermedad regional es que en la primera se activa un “programa” seleccionado evolutivamente: la proliferación celular.

La proliferación celular (la mitosis) será el resultado de la activación de ese programa a fin de dar más leche, resultar ser una madre más nutritiva. El resultado de esta proliferación es el cáncer ductal de mama.

En un post anterior hablé precisamente de estos -algunos- arquetipos celulares que podemos pensarlos de este modo: se trata de estrategias celulares seleccionadas por la evolución para resolver demandas del organismo en su búsqueda de placer. Del por qué estos arquetipos celulares se activan y de su mecanismo hablaré tal y como dije más arriba en un próximo post.

Dejo aqui en pdf la monografia de Castejón un autor que ha divulgado y reorganizado las ideas de Hamer.


Los lugares del ser-con-el-otro

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Lewis carroll y Alicia Liddlel

Andaba yo leyendo esta noticia que se pregunta sobre si la pederastia es una orientación sexual cuando me he alarmado por la polémica que se ha suscitado en torno a ella. La noticia viene a decir que la pederastia es una orientación sexual como la homosexualidad o la heterosexualidad (Quinsey y Van Gijseghem, 2011)

Y se ha levantado una polvareda tanto en un extremo -los de siempre- como en otro.

Es una forma de ser-con-el otro pero lo primero que me gustaría decir es que pedofilia no es lo mismo que pederastia. La pedofilia es una habilidad, quizá innata y vocacional. Hay personas que simplemente disfrutan jugando o estando con niños, incluso prefieren estas compañías a las de los adultos. Se trata de personas dotadas de una especial gusto y habilidad para relacionarse con ellos y que incluso eligen profesiones relacionadas con el cuidado, asistencia, tutela, educación o deportes de los niños. No tiene nada que ver con la pederastia que es como todo el mundo sabe la preferencia sexual, a veces exclusiva por niños o niñas.

Una vez dicho esto me gustaría rescatar una idea que publiqué en otro post para alumbrar la idea de esos lugares que ocupamos en relación con el otro y que no se trata de simples roles, -simulacros de conductas- sino de identidades que se forjan -quizá por azar- en las relaciones que mantenemos con los personajes que poblaron nuestra infancia.

Me gustaría empezar diciendo que hay solo cuatro posibilidades de ser: hombres, mujeres, niños y niñas. Nuestra infancia estuvo poblada de esos personajes, pero la manera en que nos relacionamos con ellos no proceden de ninguna esencia de nuestra naturaleza sino de otras posibilidades de enlace:

1.- Niños y niñas. Los niños suelen establecer relaciones de amistad con otros niños (con sus iguales) y son bastante segregacionistas con las niñas. Y viceversa, las niñas prefieren relacionarse con otras niñas pues están poco interesadas por los juegos masculinos. La amistad es el primer paradigma relacional que podemos encontrar en este tipo de enlaces: amistad entre niños-niños y amistad entre niñas-niñas. Curiosamente la amistad se produce entre niños de la misma edad y que no están emparentados entre sí: los hermanos, en este sentido son malos candidatos para ser amigos, no sólo por su distinta edad, sino también porque compiten por los mismos recursos en el seno de la familia lo que les hace malos amigos por definición. La segunda posición -en realidad un subproducto- es pues: la fraternidad, un derivado de la parentalidad que veremos más abajo.

2.- Adultos entre sí.- Los adultos suelen ser personas mayores que o bien están emparentados entre sí o bien son parejas sexuales. Nuestros padres eran (o son) parejas sexuales, se eligieron para formar vínculos a largo plazo y todos nosotros nacimos con mayor o menor éxito como resultado de aquel proyecto reproductivo. El vinculo sexual es pues la segunda posibilidad.

3.- Adultos y niños.- Los adultos asumen un lugar de protección, cuidado y enseñanza con respecto a los niños. Se trata del tercer vínculo : el paternal. Un adulto es siempre una madre o un padre para un niño. Se trata de un lugar, un topos, desde el cual se producen y se esperan unas conductas y no otras. Un padre puede alimentar, cuidar, enseñar y proteger a sus hijos (o a los hijos de otro), pero usualmente no mantiene relaciones sexuales con ellos, del mismo modo tampoco es un buen candidato para ser su “amigo”. Los niños prefieren como he dicho más arriba, amigos de su edad y no tanto figuras protectoras para ese fin de identificarse con lo similar que es. en definitiva lo que les gusta.

Pero aquí no terminan las combinaciones posibles de lugares y personas, de personajes y vínculos. veamos algunos más.

1.- Adultos amigos de niños.- Algunas personas tal y como decía al principio del post (tanto hombres como mujeres) están especialmente dotados para entender, comprender y disfrutar con sus interelaciones con niños; son maestros, pediatras, entrenadores deportivos, psicólogos infantiles, cuidadores o pedagogos, organizadores de eventos infantiles, etc. Se trata de personas que tienen una especial habilidad con los niños, disfrutan jugando con ellos, se trata de otra opción: es como si estas personas hubieran fundido el zombie de la amistad con el zombie de la parentalidad. A pesar de ser adultos se comportan como amigos de los niños, Para entendernos llamaremos a este vinculo : paidofilia (no confundir con la pederastia).

Este tipo de personas  suelen llevarse mal con los adultos (aunque no es necesario cumplir ningún criterio operativo ) como un cierto infantilismo emocional para poder detectarlos: se ganan la confianza de un niño mucho antes que sus propios padres y es usual que los padres se sientan celosos de él si es un pariente o un cuidador. Los niños prefieren estar con él que con cualquier otra persona adulta, al fin y al cabo estas personas son muy buenos para el juego pero no tan buenos para la educación que siempre lleva aparejada un “no” o una decepción.

Es muy probable que Lewis Carroll perteneciera a este grupo de personas que co-inventaron o innovaron la literatura infantil.

2.- Adultos amantes de niños.- Cuando se funden los zombies (o programas) de parentalidad y sexualidad dan lugar a una conducta socialmente considerada aberrante que hemos denominado pederastia. La noticia que vinculé mas arriba hablaba de que en realidad – y debido a la improbable extinción de esta conducta que resiste todos los castigos- habría de considerarse una orientación sexual. Naturalmente esta idea viene a chocar con algunas concepciones que tenemos sobre otras conductas -como la homosexualidad- que ha pasado muchos trámites sociales para ser aceptada como una opción de elección respecto a la orientación sexual y que es de hecho legal.

Lo cierto es que el rechazo homofóbico que aun hoy podemos observar en ciertas sociedades procede del hecho de que se identifica homosexualidad con pederastia. Y lo cierto es que no tienen nada que ver. La homosexualidad es la atracción sexual de un individuo por alguien de su mismo sexo, mientras que la pederastia es la atracción de un adulto por un niño independientemente de su sexo. Es la niñez por sí misma el objeto del deseo del pederasta y no tanto el sexo del niño.

3.- La parentización.- Se trata del fenómeno a través del cual un adulto o un niño es “obligado” a hacerse cargo de un enlace relacional que no le corresponde por edad, madurez o función parental. Así un niño competente y responsable puede ser promocionado a ser el sostén de su familia, de su madre o de un hermano irresponsable o ineficaz. Una mujer puede acabar siendo la madre de su marido o un hombre impulsado a ser el hijo de su esposa. A veces podemos observar incluso el tránsito generacional completo donde el hijo termina por ser instalado en el lugar del padre o la hija en el lugar de la madre, con o sin incesto incluido.

Lo interesante de la parentización es que el individuo elegido actúa como equilibrador del sistema familiar y se sobrecarga con responsabilidades que no le corresponde asumir, lo usual en esta constelación es que existe una madre infantil o incompetente, un padre parentizado o ambas posibilidades a la vez.

De manera que aunque solo existan cuatro maneras de ser: hombre, mujer, niño o niña, lo cierto es que nos aparecen hasta el momento estos seis modelos relacionales:

  1. Amistad
  2. Parentalidad
  3. Heterosexualidad
  4. Paidofilia
  5. Pederastia
  6. Parentización

A los que hay que añadir dos alternativas mas:

7.-La homosexualidad.- Hombres con hombres (gays) o mujeres con mujeres (lesbianas), se trata de una orientación sexual clara a veces desde la infancia que no prejuzga trastorno alguno de la identidad sexual : Los homosexuales no creen ser mujeres aunque sus gustos compitan fuertemente con lo femenino, no hay pues dislocación alguna de la identidad, los homosexuales saben que son hombres o mujeres, lo único que les diferencia del los heterosexuales es que no s sienten atraídos por el sexo opuesto y a veces sienten una marcada aversión hacia él.

Lo interesante de estas orientaciones minoritarias es que conservan la potencialidad de ejercer la parentalidad (pueden ser padres, maestros o pediatras magníficos) sin ningún tipo de sospecha realística de su conducta, tan moral o inmoral como en cualquier heterosexual. Ahora bien, hay algo que les identifica, al menos en los homosexuales varones y es su supremacía a la hora de establecer relaciones de amistad con el género opuesto.

El mejor amigo de una mujer es un gay.

Más arriba he hablado de la discriminación que existe en la amistad entre niños y niñas, los niños y los adultos somos malos candidatos a la amistad femenina (en el caso de ser hombres) y viceversa. Hay varias razones para esta desconfianza: cito al azar los argumentos; una amistad demasiado íntima con una mujer corre el riesgo de transformarse en una relación sexual. Y una relación sexual tiene otro código, otro idioma, para empezar convoca afectos relacionados con la rivalidad y los celos algo que socava la amistad que es siempre un cash sin pago, una ganancia mutua (aqui hablé precisamente de la psicología de la amistad)

Con un amigo gay la mujer puede sentirse segura respecto de las intenciones de él, y él puede sentirse seguro respecto al alcance de su compromiso. A la vez ambos pueden estar escenificando la presencia de un tercero ausente.

Todo lo cual nos lleva de la mano a pensar si la homosexualidad (al menos la masculina) ¿no será una forma de compensar el desequilibrio sexual que procede de la discriminación entre niños y niñas?. Algo para repensar. ¿Son los homosexuales masculinos un oscilador critico de por donde andan las relaciones de amistad entre hombres y mujeres?

8.- La última posibilidad que nos queda por explorar es la disforia de género (Sissy o Thomboy), es decir la convicción (que afecta a la identidad) de ser la víctima de un error entre la subjetividad y la asignación sexual. Niños que quieren ser niñas o se sienten niñas y niñas que quieren llegar a ser o sienten que son niños que conviven en el cuerpo de niñas. Esta posibilidad es aun más minoritaria y pudiera estar delatando (en un orden de equilibrios ecológicos) a los hombres y mujeres que ocultan su verdadera orientación sexual: los homosexuales latentes, lo que guardan su orientación como un secreto incluso ante sí mismos.

El lector sagaz ya habrá entendido de que cada uno de estos enlaces que he llamado zombies o programas se cruzan unos a otros y son hasta cierto punto intercambiables, así un adulto puede ser amante, padre, y amigo de sus amigos. Más complicado es que pueda estar casado, tener aventuras homosexuales, o ser el amante ocasional de su hijastra. Podríamos decir que algunos de estos enlaces se llevan mejor (son compatibles) mientras que otros resultan incompatibles o francamente disadaptativos. Otros son francamente delictivos e inmorales.

Pero hay que destacar ahora otra cuestión, eso que llamamos Yo no es un órgano de una pieza, sino que lleva adheridas funciones del desarrollo francamente diversas. Hay un Yo cognitivo, un Yo psicosexual, un Yo moral, un Yo emocional y un Yo kinestésico que no siempre andan coordinadamente. Lo usual es que cada una de estas funciones se desarrolle con independencia de las demás y que existan descoordinaciones o disfunciones entre ellas.

Y a veces el desarrollo moral de una de estas condiciones puede operar como inhibidor de otra. Por eso no hay que confundir al pederasta con el paidófilo: para ser pederasta hace falta algo más que las habilidades para entender y disfrutar con los niños: hace falta un infantilismo moral que impida al individuo dañar a los demás.

Pero esta ultima consideración no implica el que la pederastia no sea una orientación sexual. Lo es.

Pero es en cada momento social el que separa lo tolerable de lo intolerable y actualmente (y seguramente por siempre) la pederastia será considerada un delito por lo profundamente perturbadora que resulta para los que la sufren. La homosexualidad también ha sido considerada un delito durante mucho tiempo incluso en nuestro país y sigue siendo considerado un delito en otros muchos. En mi opinión hemos llegado-al menos en nuestro entorno- a un consenso con esta cuestión: se trata de una conducta que no debe ser punible jurídicamente, tampoco podemos tratarla como una enfermedad o como una patología.

Pero esto no nos debe hacer renunciar a entenderla en esa clave sistémica que propone la psicología evolucionista. En relación con la pederastia plantea Robertson que.

Lla buena crianza supone la existencia de esos mismos 4 personajes durante la misma: hombres, mujeres, niños y niñas y que cuando falta uno de esos actores en el entorno familiar se dislocan estas estrategias de enlace entre los distintos roles que los humanos debemos jugar: ahora padres, después hermanos, mas tarde niños que juegan como niños, u hombres que juegan con niñas, etc.

¿Cómo puede existir algo así como el efecto Krafft-Ebing?

Sólo podemos especular, pero aquí hay una posibilidad: desde la prehistoria hasta históricamente los últimos tiempos, casi todos los individuos vivieron toda su vida, ya sea en una familia o tribu. Todo el mundo tuvo la oportunidad de ayudar en la educación de un niño.

La novedad desde el punto de vista evolutivo es más visible desde la revolución industrial que enroló parejas del campo para trabajar en las ciudades aparcándoles en apartamentos tal y como los conocemos hoy: la consecuencia de esta ruptura de la familia extensa es que algunos adultos tienen poca participación en la crianza de los niños.

En efecto, entonces, la civilización y la tecnología nos han llevado al sistema de la familia nuclear.

Para Robertson es el sistema de familia extendida el realmente protector al poner en escena todos y cada uno de los roles en que se desarrollan estas estrategias de la identidad y que impide no sólo la pedofilia, sino toda una serie de otros problemas psicosexuales. Todos hemos crecido con los niños, niñas, hombres y mujeres pero en el sistema de la familia nuclear, esto ya no es cierto, pero seguimos necesitando los niños, niñas, hombres y mujeres.

Cuando alguno de los cuatro grupos no está presente, podemos encontrarnos con otro grupo como sustituto extemporáneo que emerge como una solución de equilibrio del sistema.


Eyes wide shut: El mundo onírico de Kubrick

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Sesión de metaformación sobre “El mundo onírico de Kubrick” llevada a cabo en el Consorcio Hospitalario de Castellón el dia 31 de Enero de 2014 a cargo de la Dra Carla Ramos.

Video 1.-

Video 2.-

Video 3.-


Seligman: ratas y hombres

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No somos ratas pero los humanos somos muy vulnerables al condicionamiento clásico (E. Kandel)

ratas

Martin Seligman es uno de los psicólogos vivos más influyentes y reconocidos del mundo por sus estudios experimentales sobre el condicionamiento, estudios llevados a cabo con ratas. A pesar de que sus conceptos más importantes proceden de su experimentación con estos animales en la actualidad se dedica a otra cosa: la psicologia positiva.

No obstante, si Seligman ha pasado a la historia de la psicología es por un concepto especial: la indefensión aprendida (learned helplesness), que actualmente se usa como modelo de depresión en ratas para la experimentación de nuevos fármacos antidepresivos. Se trata de un concepto fácil de comprender y de inducir, tanto en ratas como en seres humanos y que consiste en: aprender que a pesar de nuestros esfuerzos determinada situación no puede ser cambiada, lo que genera un estado de indefensión y desesperanza que nos hace vulnerables a casi cualquier cosa. En este video hay un ejemplo para que el lector comprenda el alcance de este término.

Pero hay otro experimento que es al que quiero referirme ahora y que reproduciré esquemáticamente.

Seligman condicionó a unas ratas a reaccionar mediante un salto a una descarga eléctrica que seguía al sonido de un timbre. A través de una experiencia similar a la de Paulov las ratas “aprendieron” a relacionar el timbre (estimulo condicionado) con la descarga (salto o respuesta condicionada). La descarga eléctrica era lo esperable cada vez que las ratas oían el timbre, de manera que tras una serie de repeticiones logró condicionarlas de modo similar al perro de Paulov y las ratas saltaban cuando oían el timbre aunque la descarga eléctrica no se produjera.

Una vez se producía esta asociación entre timbre y descarga las ratas quedaban condicionadas a reaccionar con un salto cada vez que oían el timbre. Se había logrado condicionarlas. Lo interesante es que esta respuesta es prácticamente para toda la vida, es decir se muestra muy resistente a la extinción.

Pero Seligman estaba interesado en prevenir esta asociación entre estimulo y respuesta. ¿Podíamos inhibir la respuesta convulsiva si la rata desaprendía que ya no estaba relacionada con el timbre?

Se le ocurrió “entubar” a las ratas, es decir impedir su salto. Con este modo de proceder logró inhibir la respuesta convulsiva aun después de que las ratas hubieron sido condicionadas. Dicho de otra forma: logró disociar el timbre de la descarga.

Lógicamente si la rata más adelante volvía  a enfrentarse a un estrés cualquiera su reflejo aprendido de “saltar” volvía a aparecer, pero lo importante de esta experimento de Seligman es el hallazgo de que es más fácil prevenir la asociación entre estímulos y respuestas que tratar de extinguirlos una vez se han establecido.

Humanos y ratas.-

Naturalmente los hombres nos parecemos mucho a las ratas y por varias razones, la primera es de orden alimentario: somos omnívoros y nos hemos adaptado a toda clase de hábitats precisamente porque comemos de todo. Tenemos un cerebro muy parecido y aprendemos de forma muy parecida: a través de la exploración; siendo el condicionamiento un mecanismo común de aprendizaje a todos los animales el nuestro es un poco más complicado, puesto que no solamente asociamos timbres y descargas eléctricas a partir de timbres o artefactos eléctricos reales sino que podemos hacerlo a partir de las redes semánticas que establecemos como forma plástica de aprender. Los simbolos nos atrapan y funcionan a veces como timbres o descargas eléctricas, todo depende del significado que les atribuyamos.

Es por eso que los humanos somos tan vulnerables al condicionamiento clásico, algo que explica nuestros gustos, preferencias, creencias, opiniones, aversiones, apetitos y formas idiosincrasicas de responder a “una palabra de más” y que sean tan difíciles de remover. Es posible afirmar que los hombres somos ratas enredadas en un tejido simbólico donde cada “timbre” adquiere una función inexplicable en términos de amenaza o de gratificación para otro congénere.

Algo que explica porqué desarrollamos fobias a estímulos neutrales (estímulos incondicionados) y por qué no desarrollamos fobias a estímulos realmente peligrosos. En la formación de una fobia hay algo ancestral (preparedness según Seligman) y algo nuevo, algo que se ha aprendido ex novo. Es por eso que podemos tener asco a las aceitunas pero no miedo a conducir automóviles. Es por eso que existen personas con fobia a las ratas, arañas o las serpientes a pesar de no vivir entre ellas. Estamos cableados para eso.

Pero también estamos cableados para aprender (condicionar) cualquier estimulo e incluso a esconder ese estimulo en otro neutral al que podamos eludir con facilidad. El asco a las aceitunas sería pues un estimulo incondicionado, un disfraz con el que el miedo condicionado se ha corporeizado en algo real aunque banal.

Timbres y descargas.-

Lo interesante de estos mecanismos es que se desarrollan en dos tiempos cerebrales distintos. Existe por una parte un cerebro antiguo que sabe de timbres y de amenazas, serpientes, arañas, animales ponzoñosos, etc. Y que reacciona en ausencia de consciencia y con mucha rapidez, unos 4 mgs. Es por así decir más rápido (utiliza el bucle largo que no pasa por el tálamo) y que comunica los ganglios basales con la corteza cerebral. Es lógico que así sea: se trata de reaccionar con celeridad ante un ataque o un riesgo sorpresa. No es necesario que exista consciencia del peligro, nuestro cuerpo ha de reaccionar antes incluso de que nos apercibamos del mismo y usualmente lo hacemos a través de señales contextualizadas y patrones de respuesta grabados y conservados en nuestros ganglios basales. Algo a lo que ya me referí cuando hablé del detector de humos. Lo interesante es que ese detector de humos barre la realidad en busca de amenazas sin que intervenga para nada la consciencia o el Yo.

Y naturalmente si no hay Yo nuestro cerebro puede equivocarse a la hora de categorizar la amenaza. Tal y como conté en este post reaccionar ante una amenaza falsa siempre será mejor que no reaccionar ante un peligro verdadero, de modo que este sistema está diseñado para funcionar un poco por encima de sus posibilidades. Las alarmas parecen diseñadas para alarmarse.

Poner Yo allí donde antes sólo había amígdala y ganglios basales es necesario para discriminar la amenaza. Solo el Yo consciente es capaz de saber si hay peligro real o todo ha sido una falsa alarma. Pero para que haya Yo es necesaria una actividad cerebral de 40 Hz (ritmo beta) por debajo del cual el Yo está -por así decir- medio apagado. No es capaz de discriminar la amenaza.

Cuando nuestro Yo vaga, se ausenta, o simplemente divaga sin prestar atención a una tarea fija decimos que se activa la red neuronal por defecto. No estamos durmiendo, sino en un estado como de ensoñación, algo así como en las musarañas, parecemos distraídos, ensimismados solemos decir. Este es el estado que nos hace tan vulnerables cuando suena un timbre. Podríamos decir que este es el estado opuesto al mindfullness, un estado de plena consciencia.

La otra razón de nuestra vulnerabilidad a los condicionamientos clásicos es el tiempo que necesita el Yo para percatarse y discriminar lo banal de lo peligroso. Si oímos un timbre que por alguna razón esta condicionado a algún tipo de miedo, la reacción de miedo será instantánea mientras que el Yo acudirá tarde. El Yo siempre llega tarde cuando estamos distraídos o no concentrados en una tarea concreta. Algo mas de 16 msg en tomar una decisión. ¿era relevante ese timbre?

De manera que el Yo-discriminador es para nosotros los humanos el equivalente a “entubar” a la rata. Es la única instancia psíquica que puede separar lo relevante de lo irrelevante siempre y cuando opere a 40 Hz/sg. Sólo el Yo puede inhibir el condicionamiento de cualquier timbre a cualquier descarga eléctrica y puesto que los timbres suenan sin cesar, nuestra única posibilidad parece estar en que haya Yo allí donde antes sólo había Ello (tal y como decía Freud) a fin de asegurarse que no haya descarga.

No pensar.-

Dado que el automatismo es dos veces más rápido que el acto voluntario, ciertas prácticas incluyen como método de entrenamiento el uso de estos aprendizajes motores unidos a una conciencia plena atenta.

En el film “El ultimo samurai” aparece precisamente esta idea, por otra parte muy enraizada en las artes marciales y tambien en la meditación, el yoga y ciertas variantes como el mindfullnes. De lo que se trata es de no pensar.

Que no es lo mismo que no estar concentrado o atento. Pensar es algo que hacemos constantemente usando nuestra red neuronal por defecto.


¿Naturaleza o cultura? : el embrollo

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natureLa Spaltung (disociación) es fundacional en el ser humano (Freud)

Hay muchas versiones del embrollo, la más conocida de las cuales tiene hasta nombre: se llama el probema difícil de la consciencia. Siendo más descriptivo, el embrollo puede tambien adquirir tintes naturalistas como el titulo que preside este blog, pero es lo mismo que hablar de cuerpo-alma, organismo-individuo o mente-cuerpo. En realidad se trata del mismo problema para el que aun no hemos encontrado una solución que satisfaga a todos.

Una manera poco elegante de resolver el embrollo es negar la mayor y decir que la cultura en el hombre es su naturaleza. Ese es el meme que se lleva ultimamente y que la discusión entre naturaleza y cultura es una discusión banal y pasada de moda.

A pesar de lo que diga edge: “que es una idea a jubilar”, lo cierto es que el problema no está resuelto y que si lo hacemos asi -negando lo cultural, como un atributo más de lo biológico- nos quedaremos solos frente a la naturaleza, es decir seremos un poco más deterministas y como suele decirse, reduccionistas y nunca llegaremos a entender los malestares del hombre que muchas veces están socialmente determinados. Dicho de otra manera, con frecuencia los malestares que nos aquejan proceden de las verdades que compartimos con nuestros semejantes, con los que comparten con nosotros una determinada nube de creencias.

En mi opinión el problema está planteado en torno a la idea de “dualidad”, algo que podría decirse de este otro modo: la dualidad es falsa, pero somos duales.

Lo que significa es que lo fundacional en nuestra especie, al menos desde la Gran Escisión que supuso la emergencia de una consciencia racional es la dualidad, Una dualidad que no necesariamente supone pensarla desde principios religiosos con la creencia en un alma inmortal, sino que al contrario de todo esto puede pensarse desde el lado de una simetría rota, es como si tuvieramos dos cerebros solapados, uno que procesa la realidad en términos de supervivencia y otra consciencia que piensa la realidad en terminos binarios de contradicción o si se quiere decir de este modo: a través de la dialéctica hegeliana y que emana del lenguaje.

Si es blanco no puede ser negro o si es de día no puede ser de noche. Este tipo de pensamiento que llamamos lógico-racional es en realidad el eje de torsión que nos apresa en esa serie de discusiones sobre si es la naturaleza o es la cultura la más influyente en nuestras conbdcutas y creencias.

Lo cierto es que no podemos cerrar la cuestión diciendo que la cultura es la naturaleza del hombre, porque ambas magnitudes funden muy mal. Para empezar la cultura humana es diversa, no existen dos culturas iguales, es como si cada nicho geográfico hubiera llevado a cabo una evolución diferente y quizá arbitraria. Aun hoy coexisten en el planeta muchas formas de alimentarse, de procrear y criar a los niños, de relacionarse con la naturaleza, de organización social, por no hablar de creencias religiosas y del mundo incompatibles entre sí. Hay una diversidad de enfoques culturales a pesar de pertenecer todos ellos a una misma especie. Demasiados para no replantearse el concepto de especie o al menos el de raza.

Un ejemplo de este desfase entrenaturaleza y cultura lo encontramos en ciertas enfermedades que son en realidad desajustes de las condiciones de vida actuales en relación con las adaptaciones ancestrales, la diabetes es un buen ejemplo que nos permite entender que el gen de resistencia a la insulina que en realidad emergió para proteger a los individuos de las hambrunas provoca enfermedades en entornos de opulencia alimentaria. La cultura parece navegar por caminos bien distintos a la naturaleza de la que emergimos. No es de extrañar que Freud hablara de “malestares en la cultura” y vale la pena recordar que para Freud la civilización era en realidad el enemigo del instinto al que necesariamente pone limites para garantizar una comunidad de intereses.

Otro ejemplo bien conocido es el descenso de natalidad provocado por la disociación entre reproducción y sexualidad que propició un invento cultural: la pildora anticonceptiva. Un invento cuyos costes estamos empezando a visualizar en los embarazos de alto riesgo que son cada vez más tempranos a la vez que comenzamos a valorar si seran tambien disgeneusicos.

Y no cabe dudar de que el retraso en la maternidad, el aumento de solteros, el aumento de diabéticos, los hogares monoparentales, o los trastornos alimentarios en general, las depresiones de la vida moderna y en general un buen número de trastornos psiquiátricos y somáticos están provocados por los entornos en que vivimos que son cualquier cosa menos naturales.

Y lo cierto es que la naturalización de todos estos problemas no ha traido una mejor comprensión de nuestra verdadera naturaleza. Admitámoslo: somos seres duales que mantenemos un anhelo de unidad perdida a la vez que renegamos de cualquier explicación que la ciencia pura y dura no pueda proporcionarnos en clave química o bien reglada.

Recomiendo ver este video de Arturo Goicoechea a propósito de este tema y ver como determinados conceptos como exclusión social, encajan mal con la “naturaleza” y mucho con lo que entendemos como “ambiente”.


Hacia una taxonomía de las emociones (XI)

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pieta

Contaba en el anterior post de esta serie, el duelo de Lucy frente a la perdida de Gorj, decía alli, donde me ocupé de los aspectos intrapsíquicos del vínculo y de su pérdida que:

“El dolor y la pena son una defensa del vínculo”

Sin embargo hay otras consideraciones que hacer con respecto al duelo, más allá de los aspectos individuales, lo primero es una definición: duelo es el proceso de desprendimiento de un vínculo afectivo significativo que se perdió definitivamente (bien por muerte o separación) y que se caracteriza por dolor mental, pena, insomnio, anhedonia, fatigabilidad, pensamientos constantes sobre lo perdido, pérdida de apetito y anergia. Dicho de otra manera el duelo es indistinguible de esa conducta de enfermedad que usualmente llamamos depresión.

melancolia

Lo que diferencia un duelo de una depresión verdadera no son pues los síntomas sino su propósito: el duelo tiene un carácter adaptativo, es decir sirve para desprenderse de los mapas cognitivos que guíaron nuestra vida en relación con el objeto perdido y a fin de resetear nuestra memoria para hacer hueco para que la vida siga desplegándose.

Luto y duelo.-

Es usual en nuestros entornos que hayamos renunciado a los lutos, entendiendo como luto al carácter social y demostrativo de los duelos. Acudir al cementerio a visitar a nuestros difuntos, vestir de negro, renunciar a las diversiones e incluso a oir música, asi como ciertos rituales relacionados con la comida (que aun se practican en ciertas culturas) nos parece a los occidentales una supercheria, una especie de superstición de los pueblos primitivos que nosotros ya hemos superado.

Efectivamente, nuestra sociedad no preserva ya los timings del luto tradicional, más allá del funeral, proceder a la cremación o la instalación de una lápida mortuoria nadie “invierte” ya recursos en “abrir” canales de comunicación con sus muertos, lo impersonal del tanatorio en un entorno aséptico ha sustituido la proximidad del velatorio encima de la mesa (como se practica en Rumania) recordando algun ritual canibalístico, o el enterramiento del cadáver en la misma cabaña donde los vivos comen y duermen; muertos y vivos conviven durante un cierto tiempo, algo que parece formar parte de los rituales de todos los pueblos. Entre nosotros, el que muere, muere el día en que se le entierra y ahi termina todo, con independencia de que se le siga recordando puntualmente y de por vida en el caso de que la relación tuviera aspectos positivos. ¿Pero qué sucede si la relación contuvo aspectos negativos o incluso tóxicos,? ¿Cómo manejamos la ambivalencia?

Una cuestión interesante es que los duelos se complican en ausencia de rituales sociales, hablamos entonces de duelo complicado, aquel que en términos clínicos dura más de seis meses que es el tiempo arbitrario que aceptamos como suficiente para resolver un duelo normal en nuestro entorno. Dicho de otra manera: el luto favorece el duelo y protege del duelo patológico, al sacarlo fuera de la mente y colocarlo en una dimensión social que favorece la restitución total.

Asi sucede por ejemplo en ciertas culturas del Este. En nuestro país donde tenemos inmigrantes (sobre todo de Rumania) de esta procedencia hemos llegado a considerar el papel de estos lutos prolongados en la psicopatología de estas personas.

Nuestra experiencia con los ciudadanos de estas culturas es que su inmigración a nuestro pais no sólo tiene consecuencias derivadas de la nostalgia (como creiamos hace algún tiempo) o de la aculturación o del trato desfavorable o discriminatorio, tampoco es un sindrome de estrés como el que se describe en el supuesto sindrome de Ulises. Tiene que ver con sus procesos de duelo interrumpidos por la emigración y es algo que todo psiquiatra o psicólogo debe considerar cuando tenga que asistir a una persona de esta procedencia sobre todo si aparecen sueños repetidos con el difunto, sentimientos de culpa o vergüenza o intentos más o menos elaborados de autolisis. El parasuicidio en un inmigrante es siempre sospechoso de un duelo interrumpido.

Los factores transculturales deben ser tenidos en cuenta y han de ser pensados en clave antropológica si queremos entender algunos procesos derivados de la deprivación del luto socialmente impuesto de aquellos que pasan de una sociedad del este, rural y creyente a una sociedad abierta, laica y occidental.

¿Qué queremos decir cuando decimos que el duelo es una adaptación?

Las emociones que se ponen en juego en un duelo son múltiples: es usual que se reaccione con pena, indefensión y rabia. ¿Pero qué sucede cuando las emociones no pueden tramitarse de forma normal?¿Cómo se tramita la culpa? ¿Hice todo lo que pude? ¿Tengo alguna deuda con el difunto?

Naturalmente todos podemos caer dentro de este epígrafe, todos en este sentido cuando perdemos a alguien significativo podemos sentirnos “culpables” por algo que hicimos o no hicimos, avergonzados o responsables de no haber prestado la atención suficiente a los signos que presagiaban la muerte o la desaparición de alguien. De modo que las sociedades han elaborado fórmulas de distinta naturaleza para administrar los recuerdos y las emociones que no mueren con la muerte de un ser significativo. El luto se inventó para proteger a los vivos de la toxicidad de ciertos recuerdos.

¿Pero por qué consideramos al duelo como una adaptación? ¿Por que este proceso interno se seleccionó positivamente por la evolución?

¿Por qué perder tiempo en los cementerios, gastos en invitaciones o celebraciones o suntuosos funerales? ¿Qué se puede ganar en esta inversión?

“Tiempo, energía, esfuerzo, recursos” se están desperdiciando en los muertos. ¿Para qué?

Se trata de un “costo de oportunidad” que debe ser pagado por aquellos que lloran.

Precisamente por su caracter prosocial, externalizar emociones de pena después de la perdida de un objeto significativo es una buena señal de honestidad, se trata de “alguien de fiar” al tiempo que garantiza a todo el grupo la posibilidad de congraciarse con el difunto y “hacer las paces con él”. De este modo el duelo no es sólo el duelo de sus familiares sino el duelo de todos y que favorece la cohesión social.

En este sentido el duelo es un certificado social de honestidad (Winegard , Baumeister et al, 2013) y fue seleccionado porque dio ventajas a los que eran capaces de llevarlo a cabo al tiempo que señalaba y estigmatizaba a los antisociales que no cumplían sus deberes con los suyos.

Bibliografía.-

Winegard, B. M., Reynolds, T., Baumesiter, R. F., Winegard, B., & Maner, J. K. (in press). Grief Functions as an Honest Indicator of Commitment. Personality and Social Psychology Review.

S. Freud (1917): Duelo y melancolia (en pdf)


Malestares en la consciencia

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Seminario sobre drogas dictado en el Consorcio Hospitalario de Castellón dentro de la formación reglada a Mires y Pires a cargo del Dr Francisco Traver.

Video 1.-

Video 2.-

Video 3.-



¿Máquina u organismo?

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espejismo

La editorial Kairós acaba de publicar la ultima obra de Rupert Sheldrake cuyo titulo nos lleva de cabeza a recordar la obra de Richard Dawkins “El espejismo de Dios” a la que de alguna manera sirve de contrapunto para la polémica.

Rupert Sheldrake es en realidad un biólogo, una persona que procede de la ciencia y no un charlatán, sin embargo y tal y como podemos ver en esta sinopsis de la wikipedia acapara muchas criticas y hostilidades por parte del stablishment. Allí le califican de parapsicólogo y ningunean su curriculum académico de primera calidad.

En realidad la dualidad no ha sido superada sino solamente ocultada detrás de otras metáforas. Personalmente creo -como ya he dicho en este blog innumerables veces- que el ser humano es dual puesto que la disociación es nuestro equipaje. El símbolo nos divide y la dualidad es fundacional en nuestra especie. Ahora bien hay muchas maneras de imaginarse o de negar esa dualidad.

La verdad es que dualidad es una palabra que evoca a Dios, a la divinidad, el alma cartesiana. Desde el siglo XVIII, la ciencia ha tratado de evadirse de este pantano que es la creencia en el alma, una especie inmortal de delegación de Dios. Y que los mayores progresos de la ciencia se han dado en este contexto de laicismo por donde transcurren las ideas que tanto bienestar han aportado. Pero lo cierto es que en este desgarro mente-cerebro se dan muchos supuestos que son precisamente los que Sheldrake revista en su libro.

Se puede ser deísta, teísta o ateo, y ser mecanicista, vitalista en el sentido de Bergson u holista en el sentido de Koestler. Pero tambien se puede considerar que el universo es una máquina o un organismo. Existen pues tres variables que dan lugar a combinatorias diversas a la hora de imaginarse el mundo.

Lo curioso de la historia de estas ideas es que el mecanicismo ateo que propone Dawkins por ejemplo no tiene más remedio que echar mano de metáforas vitalistas para explicarse. No hay que olvidar que Dawkins adjudica al gen intencionalidad y capacidad de planear, como si los genes fueran en realidad organismos que piensan. Estamos pues escindidos por el lenguaje y es por eso que afirmo que ser dualista, es decir suponer que hay algo más que una maquinaria que funciona con instrucciones innatas no supone necesariamente suponer que Dios exista o que el alma humana sea inmortal. Son dos cosas bien diferentes, la dualidad puede entenderse de otra manera. Pero hay más: Daniel Dennet por ejemplo supone que la consciencia es una ilusión, un epifenómeno ilusorio de nuestro cerebro que nos hace creer en ella. Este argumento se cae por sí mismo puesto que la “ilusión” es una prestación de la consciencia y en cualquier caso, ¿cómo sabe Dennet que el mismo no ha caido en esa ilusión? ¿Es que cree que él está inmunizado contra los sesgos y las ilusiones?

Lo cierto es que existen muchas patatas calientes para la neurociencia, una de ellas es la consciencia, podría nombrar otras como los sueños o la “compulsión repetitiva” freudiana, pero no seguiré por ahi salvo para comentar que la verdadera actitud cientifica es la de levantar acta notarial de un fenómeno evidente por más que choque con las concepciones mecanicistas que sostenemos. Eso es lo que hace Sheldrake con independencia de que sus hipótesis resulten falsas o verdaderas, simplemente contempla todas las posibilidades y teoriza y construye argumentos explicativos. Y eso es ciencia.

Para hacerse un mapa de como han derivado estas ideas dejo aqui una tabla extraida del propio libro de Sheldrake. Paradójicamente el punto de vista del cristianismo primitivo (antes de Descartes) junto con el teísmo romántico se aproximan más y mejor a las concepciones actuales de los no materialistas (holisticos) que las “politicamente correctas” que siguen siendo mecanicistas y materialistas.

tabla1maestroLos diez dogmas que Sheldrake desgrana en su libro:

1. La naturaleza es mecánica – Se cree que todo es similar a una máquina, no a un organismo. “Somos robots ambulantes”, (dice Richard Dawkins) máquinas controladas por cerebros programados genéticamente. Una metáfora que ha dominado a la ciencia desde el siglo XVII.

2.  La materia es inconsciente — Todo el universo está hecho de materia inconsciente que misteriosamente se vuelve consciente en el cerebro humano.

3. Las leyes de la naturaleza están fijas–  Son igual hoy de lo que eran durante el Big Bang y lo serán para siempre. La vida evoluciona pero el substrato físico sobre el que lo hace es inmóvil.

4. La naturaleza no tiene propósito –Todo continua mecánicamente para siempre, sin una intención, siempre al azar.

5. El total de materia y  energía siempre el mismo –La ley de la conservación de la materia (Sheldrake confiesa que nunca había pensado que esto podría ser de otra forma  y sin embargo…)

6. La herencia biológica es material –  Todo lo que heredamos es material, proviene de los genes o de modificaciones epigenética.

7. Las memorias están almacenadas como trazos materiales — Toda la memoria está almacenda en un lugar específico en el cerebro

8. La mente es el cerebro — Toda acción mental existe solo en el cerebro

9. La telepatía y los fenómenos paranormales son ilusorios –Ya que toda acción mental solo existe en el cerebro, las personas inteligentes saben que no es posible que una acción mental se transmita fuera del cerebro.

10. Solo la medicina mecanista funciona — Solo la medicina alópata, basada en la física y en la química conocida, funciona. Las terapias alternativas, la medicina homeopática y otros tratamientos de este estilo solamente son placebo.

Este es el famoso video donde Rupert Sheldrake nos cuenta las 10 dogmas en los que se basa la ciencia y que uno a uno desmonta en un libro excepcional que desde aqui recomiendo a todos los que pretendan indagar en como las ideas cientificas toman forma a veces de forma totalmente anticientifica, ocultando, negando las evidencias e insistiendo en un modelo mecanicista del mundo. Las ideas evolucionan y se bifurcan trazando creodos por donde discrurren nuestras creencias.

Creencias que en realidad son memes (en el sentido de Dawkins) un patrón de forma con historia.

El video de TED fue censurado y baneado de su pagina oficial siendo objeto de una gran polémica. Lo dejo aqui para que el lector juzge por sí mismo si estamos viviendo un momento histórico donde los principales inquisidores son los propios cientificos y los lobbyes que les sirven de cobijo.

No es de extrañar puesto que la ciencia ha sustituido a Dios, y es para la mayor parte de gente educada una cosmovisión.


Cinco variaciones y una coda acerca de la historia de la psiquiatría

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Seminario de metaformación llevado a cabo en el Consorcio Hospitalario de Castellón el pasado dia 21 de Febrero a cargo del Dr Enrique Novella.

Los cinco ejes del desarrollo de las ideas de la Modernidad y de la psiquiatría como subproducto de ella.


Psiquiatría y modernidad

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la-ciencia-del-alma

No cabe ninguna duda de que la psiquiatría es un subproducto de la modernidad, del mismo modo que la máquina de vapor o la producción industrial. La psiquiatría responde a una concepción del mundo que comenzó en la Ilustración y que se extendió a lo largo de doscientos años a lo largo y ancho de todo el mundo imponiendo un modelo médico para la comprensión de la locura, el delito, la violencia y la conducta incomprensible. La psiquiatría en este sentido es un producto cultural que va ligado a una forma de pensar la disidencia o como se decía antes de aparecer el concepto de enfermedad mental, la alienación.

Una manera de pensar que podríamos llamar “naturalización” para entendernos. Se trata de que la psiquiatría aparece en un momento histórico donde la religión y la naturaleza, Dios y la biologia, el alma y el cerebro rompieron por fin amarras y los médicos comenzaron a explicarse la locura en términos de “causalidad natural”. Dicho de otro modo: la locura no se debería a un castigo divino por los vicios, las pasiones o las deudas emocionales de una determinada estirpe o los pecados de un padre o un abuelo borracho sino a ciertas causas naturales que los médicos de entonces llamaron a falta de otra idea mejor, constitucionales.

No cabe duda de que este tipo de pensamiento laico que separó alma y cuerpo ha dado muchos beneficios a la medicina. Me refiero a la medicina del cuerpo, sin embargo es obvio que este tipo de pensamiento no ha traído de vuelta para la psiquiatría ningún “hallazgo con hueso”. La psiquiatría sigue siendo una disciplina con una base epistemológica débil.

Tan débil que de no haber sido por Freud y el psicoanálisis (y sus desarrollos posteriores) hoy lo que conocemos como Psiquiatría seria un aledaño de la neurología: el cerebro-centrismo, heredero de la naturalización de los fenómenos psicológicos y sociales arrolló con tanta fuerza nuestra especialidad que hoy es casi imposible encontrar a un psiquiatra que no utilice los psicofármacos para cualquier cosa interpretando que un trastorno mental es siempre un trastorno del funcionamiento del cerebro.

La modernidad ha traído sobre todo en el mundo actual, donde todo se halla medicalizado y/o psicologizado nuevas contradicciones que proceden precisamente del hecho de aquella laicización. En realidad son muchas personas las que se agolpan alrededor de las creencias científicas con un hábito de fe. La población general cree en la medicina y cree en los médicos, pero la psiquiatría no ha podido o sabido defenderse de ese fenómeno de orfandad en que quedó la población después de que las religiones perdieran prestigio y relevancia como administradoras de lo humano.

La gente de hoy, al menos en nuestro entorno peregrina al médico con más frecuencia que a las Iglesias e incluso a las bibliotecas. El TAC ha sustituido al confesionario, los Hospitales son las grandes catedrales de nuestro tiempo y nuestros clientes o pacientes nos plantean con frecuencia el dilema de si estamos viendo una patología mental o las consecuencias de algún desajuste social.

Los malestares del hombre, todos, pueden hoy clasificarse como patología mental, una critica que con razón se ha hecho a los sucesivos DSMs. Dicho de una manera más clara: descontando los casos extremos, separar la patología de la desdicha es para nosotros los psiquiatras una tarea diaria.

El resultado ha sido que los psiquiatras hemos quedado como únicos y legítimos mediadores entre el hombre -incluyendo a los propios médicos- y lo desconocido. Sin saberlo y sin vocación para ello, hemos asumido esa tarea carismática legitimando todos los malestares y rotulándolos a través de etiquetas clínicas que terminan por ser consumidas en masa por la población más vapuleada por las adversidades y menos “trabajada” psicológicamente (con menos recursos emocionales) para lidiar con el malestar.

El resultado es que hemos generado una serpiente que se muerde y devora su propia cola: los malestares sociales devienen trastornos psiquiátricos y reciben tratamiento psiquiátrico sin que el malestar haya sido ni siquiera verbalizado.

Es algo que tiene su lógica puesto que es el propio enfermo el que quiere mantener su malestar oculto para sí mismo y los otros. Y para ello necesita una legitimación, alguien que le de permiso y le susurre: “Usted lo que tiene es una depresión (o cualquier otra cosa)”. Entonces todo sin vivir ha quedado legitimado y transformado en una enfermedad. Pertenece a una lógica distinta que desde el punto de vista del paciente es ésta: no soy responsable.

Una viñeta de la histeria.-

La historia de la psiquiatría es la historia de la rotulación del malestar y todo comenzó en la Francia Ilustrada del XIX. Los alienistas franceses inventaron el término “enfermedad mental” y comenzaron a elaborar su catálogo de malestares medicalizados. Vale la pena recordar la historia de la histeria que es paradigmática para nuestra profesión.

Las histéricas asiladas en la Salpètriere eran básicamente huérfanas, mujeres abandonadas, maltratadas, abusadas y con historias espeluznantes que estaban ingresadas por la beneficiencia publica y por presentar síntomas que fueron catalogados por aquellos médicos como histéricos, es decir síntomas simulados que intentan parecer- se a una enfermedad somática. En aquella época estaba de moda la convulsión histérica, las pacientes perdían la conciencia y convulsionaban imitando burdamente un ataque epiléptico. Babinsky descubrió precisamente alíi que había una manera de detectar a la epilépticas verdaderas de las falsas, fue así como ideó el signo de Babinsky que aun hoy los médicos utilizamos para el diagnóstico diferencial de ciertas enfermedades.

Lo que es importante señalar es que los médicos que atendían a aquellas mujeres estaban más interesados en rotular su enfermedad y en conocer sus signos más prevalentes que en escuchar los relatos atormentados de aquellas mujeres. Era lógico, al fin y al cabo se mantenía -como hoy- la idea materialista de que la patología es la patología y la narrativa carece de interés para el médico objetivo.

De ahí, la revolución que implementó Freud cuando empezó a escuchar a sus pacientes más allá de su relato, de no haber sido por él todavía creeríamos que la histeria es una enfermedad neurológica. Los psiquiatras de hoy en día ya no creen en la histeria y simplemente la han barrido de los consensos. pero la histeria se resiste a desaparecer y simplemente ha cambiado de forma.

Ahora se llaman de otra manera pero siguen siendo histerias, pues la condición histérica es esta: “atiende mi síntoma pero no cuestiones mi subjetividad”.

La ocultación de las razones del malestar es la causa principal de que existan histerias y todas sus variantes nosográficas y aunque las razones -para que ese malestar se oculte- han cambiado, la esencia sigue siendo la misma.

Eso no quiere decir que las asiladas en la Salpetrière no tuvieran motivos para quejarse. Al contrario, habían sido víctimas repetidas de múltiples atropellos y calamidades. Pero cayeron en la trampa y se pasaron al campo de la medicina positivista (naturalista), como verdaderas fans del pensamiento ilustrado. De victimas sociales pasaron a enfermas mentales.

Hoy a este tipo de personas en España las sometemos al tercer grado médico y las exploramos con TACs, Resonancias magnéticas, analíticas de toda clase y ellas dócilmente siguen las indicaciones de sus médicos con una obediencia cadavérica. Al final hasta puede que consigan alguna pensión de invalidez o quizá presidan una asociación.

Todo está pensado para que la verdad no aflore, este es el legado que la Modernidad ha dejado para la Psiquiatría.

Mientras tanto el psicoanálisis es declarado como una pseudociencia.

Pero en el transcurso hemos aprendido algunas cosas:

  1. Que la cultura puede generar malestares y enfermedades, del mismo modo que en otro nivel sucede en la naturaleza.
  2. Que las enfermedades mentales no son entidades naturales (discretas) sino que más bien configuran una sopa de síntomas discontinuos que solapan unas categorías con otras.
  3. Que es muy complicado trazar una linea divisoria entre lo patológico, lo adaptativo y lo normal y que esta dificultad procede de sesgos culturales.
  4. Que no es necesario ser portador de una tara genética para desarrollar ciertas patologías.
  5. Que las patologías mentales se mimetizan y se legitiman usualmente desde el poder médico o las preferencias sociales o politicas. Los propios pacientes tambien operan modelando sus propios sintomas y ofreciendo -cada vez más- nuevos dilemas a los médicos.
  6. Que los sintomas psiquiátricos son patoplásticos es decir cambian con la cultura y las creencias donde aparecen.
  7. Que todo malestar puede ser medicalizado y/o psicologizado.

Una herencia envenenada.


Spitz y los organizadores

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niño

René Spitz fue un psiquiatra austriaco de orientación psicoanalítica muy poco conocido a pesar de sus importantes hallazgos relativos a la crianza y al desarrollo psíquico de los niños de corta edad.

Fue discípulo de Sigmund Freud y su actividad asistencial se desarrolló en orfanatos o en Hospitales donde había niños que o bien habían sido abandonados por sus madres o bien eran huérfanos, si bien algunos de ellos se reencontraban con sus objetos de cuidado y amor puntualmente. Fue así como Spitz desarrolló sus trabajos, esta vez observacionales sobre la conducta de estos niños institucionalizados y casi todos ellos deprivados de afecto.

Observacionales por primera vez y bajo las gafas psicoanalíticas, es decir tratando de visualizar las reacciones de los niños bajo las ideas de Freud, más concretamente sobre la etapa oral del desarrollo -el narcicismo primario- que aunque explicitada no había conseguido aun instaurarse bajo la mirada telescópica de la observación directa. ¿Como reaccionaban los niños ante la ausencia de estimulación? ¿Que consecuencias tenía esta deprivación de cuidados y calidez afectiva en niños de menos de un año de edad? ¿Como repercutía en su desarrollo psíquico?.

Spitz fue el primero en hablar de hospitalismo, mucho antes de que E. Goffman hablara de las consecuencias del los internados sobre la salud de sus usuarios.

Orfanatos, manicomios, hospitales para crónicos, cárceles, conventos, cuarteles tienen algo en común. Algo que fue descrito y analizado por Goffman en aquel libro de culto titulado “Asilos” y que abrió una manera nueva de entender de qué va eso -en apariencia tan humano- como una institución total: totalitaria, donde los individuos que allí permanecen acaban asesinados civilmente y convertidos en un número, en una biografía robada, alienada, desgarrada.

Los niños que han tenido la experiencia de vivir los primeros años de su vida en un orfanato presentan huellas relacionadas con el afecto impersonal, con la rutinificación o los castigos injustos cuando no el abuso. Una vez cerradas sus ventanas plásticas para cualquier aprendizaje ya nunca podrán adquirir -como hacen los niños que se han criado en ambientes normalizados- sus mismas habilidades. Las instituciones totales son verdaderas cárceles del alma, allí se pudren los sujetos y se convierten en rebaños deshumanizados y obedientes, el resto simplemente enferman, mueren, quedan alelados o enloquecen a no ser que encuentren a alguien que disponga para ellos de afecto y sincronías y lo haga además antes de que el sujeto deje de ser receptivo al amor.

Orfanatos, cuarteles, hospitales, asilos e internados, desde entonces conocemos los efectos maliciosos que estas instituciones tienen sobre la salud mental de lo que allí habitan a causa sobre todo de la infraestimulación y de los cuidados impersonales que prodigan los cuidadores de estos lugares.

Spitz describió una multitud de reacciones anormales del niño ante esta infraestimulación y describió lo que se llama depresión anaclítica. Lo interesante de esta formulacion es que los niños pueden pasar cierto tiempo bajo esta infraestimulación afectiva y cuando se restituyen los cuidados convencionales se recuperaban, sin embargo pasado un cierto tiempo el niño entraba en un estado llamado marasmo que podía incluso llevarle a la muerte, o a la depresion anaclitica nombrada, que era en cierto modo irreversible. Cuando los niños no recuperaban a sus madres o  aciertos cuidadores capaces de brindar un afecto personalizado se metían en una especie de “alelamiento” que Spitz llamó depresión anaclítica.

Quedaba pues demostrado que la deprivación afectiva en los niños influía en su posterior desarrollo psíquico y aunque hoy esta idea está absolutamente de mostrada o solo por los desarrollos posteriores del psicoanálisis, la psicología o la psiquiatría sino también por parte de etólogos y primatólogos que han sido capaces de reproducir el mismo fenómeno en primates.

Sin embargo si traigo aquí a Spitz no es para hablar de estos fenómenos sino de uno de los conceptos que entroncan con algo que conté en un post anterior sobre el concepto de atractores y creodos en el concepto de campo mórfico de Sheldrake. Me refiero al concepto de “organizadores del psíquismo”. Efectivamente hay algo que estira o atrae a un sistema desde la indiferenciación hacia la diferenciación, desde una energía potencial máxima y a través de un proceso de disipación hacia su energía mínima. Todo parece indicar que el proceso de diferenciación de la consciencia del mismo modo que la reproducción son formas de disipar energía. Y que este proceso que llamamos maduración discurre entre esos senderos que Waddington llamó creodos.

Hay algo que atrae a la psique infantil hacia su diferenciación y hay algo -la memoria de la especie- que le hace discurrir por esos caminos y no por otros, salvo accidentes, claro está.

Un organizador es algo así como un punto de inflexión alcanzado el cual el crecimiento o expansión de la psique alcanza un hito que transforma toda la psique anterior. Hay un ejemplo muy conocido de la física y es el concepto de materia-energía oscura. El universo de expande gracias a que las fuerzas anti-gravitacionales son superiores a las fuerzas gravitacionales. Y las fuerzas anti-gravitacionales están en la materia oscura.

Lo interesante es que de no ser así, el universo en lugar de expandirse se contraería sobre sí mismo en un big crunch. Y si eso no sucede es porque al mismo que tiempo que se expande en cada expansión aparece más energía oscura que cuenta como fuerza antigravitacional.

Pero Spitz no sacó el termino “organizador” de la física cosmológica sino de la embriología, concretamente de los trabajos de Speman que definió el organizador como:

Un organizador en embriología es la instancia que gobierna las fuerzas operantes en el desarrollo embrionario, ordenándolas según un eje evolutivo particular. Constituye una especie de marcapaso del desarrollo, el cual induce la diferenciación de los tejidos dependientes de él. A su vez, un primer organizador facilita, por inducción sucesiva, las condiciones apropiadas para la emergencia de un segundo organizador, en un tejido que tiene la potencialidad para ello. Tal, por otra parte, el concepto de “desarrollo dependiente”.

Spitz supone que en el desarrollo psíquico existen organizadores equivalentes, es decir, estructuras de funcionamiento psíquico que resultan directrices en la integración incipiente, y que él denomina organizadores de la psique. Estos también se encuentran vinculados según una secuencia de desarrollo dependiente. El aporte fundamental de este investigador consistió en definir cuáles son estos organizadores, cómo se los puede detectar en la observación, y qué consecuencias tiene su aparición en el desarrollo de los siguientes.

Para Spitz la estructuración precoz del psíquismo se caracteriza por estadios secuenciales de diferenciación continua. Cada estadio representa un nivel de complejidad creciente en la estructura psíquica del individuo, en consonancia con ”las tendencias a la síntesis, y la progresión de lo no organizado e indiferenciado a lo organizado y estructurado” (Spitz, 1959). Pero cuando un determinado estadio llega a su culminación, alcanza un punto crítico en el cual emerge un nuevo organizador. Este puede ser visto como un proceso de cristalización en el aparato psíquico, o como un punto crucial (una bifurcación) con emergencia de nuevas funciones que inducen la evolución posterior. Cada una de estas supuestas cristalizaciones marca la transición hacia un nuevo estadio. (extraido de esta web)

Los organizadores pueden identificarse a partir de la emergencia de una conducta afectiva concreta, así para Spitz los organizadores de la psique del niño durante este primer año son estos tres:

1.- La sonrisa, es el primer reconocimiento social que hace el niño del cuidador principal, a partir de este momento (tres meses aproximadamente) el mundo queda dividido en dos: el niño y la madre (dentro y fuera). Supone la aparición de la alteridad y el embrión del campo social. El niño establece por primera vez un vinculo con el otro y el mundo ya no volverá ser urobórico, el niño pierde de este modo la estúpida felicidad edénica que le caracterizó hasta ese momento.

El niño inaugura en esta fase  un cuerpo separado de la madre. Y con la experiencia del cuerpo propio el Yo cambia desde un estado de indiferenciación hasta la construcción de un YO corporal lo que lleva aparejado un no- Yo. El niño sabe que cuando se muerde una mano es Yo y cuando muerde una manta es no-Yo.

Pero es otro que aparece no es un otro cualquiera, es un Gran Otro, una Madre primitiva y devoradora que es algo que sucede simultáneamente con los aspectos de cuidado y estimulación sensorial (pregenitales). El niño se halla a merced de ese gran Otro y aparece el miedo (el miedo siempre es miedo del otro) y con él las protoemociones, la ira, el dolor, el llanto, la voluptuosidad, los eventos sensoriales de la fase urobórica (hambre, sueño, disgusto o malestar) se transforman en emociones más elaboradas alejadas del magma sensorial en que el niño navegó durante esa primer fase de separación del pleroma material y ascienden hasta el sistema límbico transformándose en emociones mucho más sutiles y mentales.

2.- La angustia ante el extraño. Es decir aquellos que no son madre producen temor y desasosiego. 

Una madre que ahora está y ahora desaparece, en un orden de sincronías, simultaneidades y predictibilidad creciente: aparece el tiempo y emerge el binomio confianza/desconfiaza, la certidumbre o la duda de que la madre volverá, la angustia ante el extraño y el reconocimiento en el espejo. Aparece el apego, que es la forma como John Bowlby llamó a ese vinculo entre madre e hijo y que no está exento de erotismo y de destrucción, de pulsiones eróticas y tanáticas. Es lo que Neumann llama el incesto tifónico y hay que recordar ahora que donde hay incesto hay castración, una castración que -vale recordar- no sucede en el plano genital sino en el nivel de definición pregenital y se manifestará por fantasías orales sádicas o anales de destrucción y de expulsión de la madre.

3.-La aparición del “No”. El tercer organizador aparece un poco más tarde y es fundamente semántico y manipulativo, también autoafirmativo. No deja de ser curioso que el organizador aparezca como un No para que el niño aprenda a decir Si a sí mismo. Es el tiempo de “salirse con la suya” y de una ganancia de poder. después de aprender a decir No, el mundo vuelve a escindirse en dos ramales y el niño está en condiciones de seguir su evolución y diferenciación, una evolución que con el tiempo dará lugar a otras formas de decir No.

Lo interesante de esta formulación de Spitz desde mi punto de vista es el concepto de bifurcación que lleva consigo la aparición de estos organizadores. Pero no sólo eso sino que estos organizadores no son materiales en el sentido de que no son órganos cargados de genes o proteínas o sustancias químicas que disparen el proceso sino de entidades intangibles (afectivas) que son el mismo tiempo culminación de un proceso de diferenciación y el comienzo de una nueva etapa de progresos en la expansión de la consciencia del niño.

Algo que parece ser atraído físicamente por las leyes de la entropía desde lo indiferenciado (máxima energía potencial) hasta lo diferenciado (energía mínima) y que responde a una memoria filogenética que parece indicarle a los individuos por donde han de transcurrir.

Del mismo modo señala hacia ese proceso que Freud llamó regresión y que seria una negativa del niño a seguir ese proceso deteniéndose en cualquiera de los puntos de fijación que señalan esos mismos organizadores.

Un segundo por día (video)


Mitos, arquetipos y creodos

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tapalibro

Para todos aquellos que queraís colaborar con este blog y su hermano Carmesí, os dejo aquí un enlace donde podeís ayudarme en mi quehacer a través de la venta de uno de mis libros.

Se trata de “Mito, narrativa y trastornos alimentarios”. En él repaso las psoibilidades de ser basándome en los mitos clásicos. El mito como el sueño es explicativo aunque no explica nada en palabras de Kereny pero resume -casi siempre en sentido trágico- los caminos que no debemos transitar si queremos aspirar a una vida larga, próspera y feliz. Al mismo tiempo señalan también los caminos de la redención una vez la transgresión ha sido consumada.

Se trata de mi primer libro subido a Amazon, pero aun no se encuentra operativo en sus librerías. Se trata del formato de papel. De momento está alojado en el editor de Amazon, (Createspace) donde algunos de mis colaboradores lo han subido después de un trabajoso proceso. A ellos gracias por su entusiasmo y dedicación.

Los primeros cien compradores tienen asegurado un buen descuento gracias a este cupón-descuento 234YNZNN.

Compralo aqui por Internet


¿Está la memoria en el cerebro?

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Recordar es una forma de olvidar lo que realmente sucedió

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Lo intuitivo y lo racional es responder que sí, que la memoria está en el cerebro, ¿dónde si no podría estar?. Es casi seguro que usted respondería afirmativamente a esta pregunta y sin embargo la respuesta no es tan obvia, al menos no desde que Rupert Sheldrake propuso otra alternativa. De eso va este post, vamos a explorar las posibilidades admitidas y la emergentes acerca de la ubicación de la memoria.

Son al menos tres, pero voy a explorar primero una politicamente correcta y otra algo menos correcta pero igualmente materialista. La primera de ellas es la versión oficial, la teoria de las trazas. La segunda es la teoria de Karl Pribam según la cual el cerebro construiría matemáticamente la realidad interpretando frecuencias que vienen de otra dimensión, dominio de realidad significante, primariamente arquetipica, que trasciende al tiempo y el espacio. El cerebro es un holograma interpretando un universo holográfico.

Como el lector puede apreciar las dos teorías son en realidad materialistas en el sentido que las dos suponen que el cerebro es como un soporte de la memoria, del mismo modo que un disco duro es el soporte de la memoria de un ordenador. Lo que diferencia a la una de la otra es, no tanto el soporte sino el modo de soporte, para la teoría de las trazas la memoria estaría en las sinapsis, mientras que en la teoria holografica el soporte estaria en el holograma mismo que es parte y es todo al mismo tiempo.

¿Pero cómo pueden estar mis recuerdos en las sinapsis?

Lo conté aqui en este post sobre las investigaciones de Kandel, retomaré algunos párrafos:

Uno de los ayudantes de Kandel, un tal Kausic Si comenzó a pensar que los recuerdos deberian estar alojados en un lugar distal al propio cuerpo neuronal para permanecer independientes de la influencia de la vida citoplasmica de la propia neurona a la vez que establecian relaciones con otras sinapsis. Los recuerdos residirian en la arborificación, en las dendritas de la propia neurona. Si nos imaginamos dos árboles cuyas ramas se tocan, es precisamente en estos cruces donde residirian los recuerdos y su asociación entre unos y otros. Pero una neurona deberia tener algun tipo de mecanismo para modificar una parte alejada de si misma. No habia más remedio que buscar algun mensajero químico y como sabemos ya son las proteinas los mensajeros que inducen nuevas memorias. Kausic Si habia oido hablar de una proteina presente en los huevos de rana, esta proteina se llama CPEB.

La segunda parte de su investigación era comprobar que la citada proteina estaba en las neuronas de la babosa púrpura y si tenia alguna relación con la consolidación de los recuerdos del caracol o por decirlo de otra forma: con sus aprendizajes.

La respuesta a ambas preguntas es, si. Se encontraba en las neuronas y tenía relación con la consolidación de recuerdos puesto que si se bloqueaba el caracol era incapaz de aprender nada.

La tercera parte del plan era identificar la secuencia de aminoácidos de la citada proteina, se encontró con esta secuencia donde cada letra representa un aminoácido (no importa cual):

QQQLQQQQQQBQLQQQQ

Kausic Si notó que la citada estructura secuencial de la proteina CPEB era un tanto especial y no parecia tener relación con las proteinas convencionales, parecia una proteina “tartamuda”.

La cuarta parte del plan era encontrar proteinas similares y las encontró.

La CPEB se parecia a un prión.

La proteina CPDB es pues un marcador de dendritas que dice “aqui hay un recuerdo” y que tiene -como cualquier prión- dos estados, uno activo y otro apagado, cuando se enciende enciende a su vez otras ramas dendríticas de sus árboles vecinos y cuando se apaga parece no estar alli a pesar de que es indestructible e inmortal.

Lo curioso de todo este mecanismo es que la activación y desactivación de la CPEB parece ser un proceso indeterminado o caótico aunque se conocen algunos mecanismos para que se ponga en “on” (la recaptación de serotonina o dopamina parecen operar en este sentido) pero tambien puede suceder porque si. Dicho de otra forma la CPEB es indepediente tanto del ADN celular como del ambiente neuronal o del medio ambiente extenso. No sabemos ni sabremos nunca porque un recuerdo permanece y otro se olvida, todo parece indicar que la memoria solo obedece a sí misma.

El prión CPEB es un conmutador que ahora enciende y ahora apaga una secuencia de recuerdos y nada más.

¿Demuestra esto que nuestros recuerdos se encuentran plegados en esa proteina o en caulquier otro lugar del axón neuronal?

La metáfora del televisor de Sheldrake.-

Sheldrake propuso la metáfora del televisor para ilustrar su idea de que la memoria no está en realidad en el cerebro de una forma fisica, sino en el tiempo.

El tiempo a su vez se encontraría plegado en las formas y las ideas de tal modo que constituiria un campo informacional que se propagaría a través de lo que él llama “resonancia mórfica”, dicho de otro modo lo similar resonaria con lo similar y lo más similar para una persona es él mismo, su biografía y su vida.

memoria

Y propone la metáfora para comparar nuestro cerebro con un televisor. Efectivamente el aparato no contiene dentro suyo las imágenes que vemos proyectadas en la pantalla, sería inutil buscar al busto parlante del telediario en los cables, los microprocesadores o los transistores. Podemos hacer añicos el televisor y desguazarlo y seguiríamos sin encontrar nada en su interior.

Sin embargo si el televisor tiene alguno de sus elementos estropeados entonces recibimos malas imágenes, o bien se nos pixela, recibimos interferencias, o no nos llega el sonido. Algo asi sucede en nuestro cerebro cuando sufre alguna avería como en el caso del Alzeheimer, simplemente aparecen disfunciones mnésticas, apráxicas y agnósicas: el paciente parece no sintonizar con su propio campo mórfico, si bien mantiene operativos sus recuerdos más antiguos.

La idea más original de Sheldrake en este sentido es que la emisora que emite señales (del mismo modo que en el televisor) no está dentro del televisor sino en un lugar ajeno al cerebro. Falta demostrar dónde está esa emisora y de qué medios se vale para transmitir programación dia y noche.

Video sugerido.-

Para conocer mejor el trabajo de Kandel sobre la memoria de la aplysia puedes visionar este video.


Contra el debate

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DIALOGO Y DEBATES

No cabe ninguna duda de que las nuevas tecnologías han propiciado un renacimiento de las oportunidades de debatir. Foros, blogs, opinadores y activistas se reunen con frecuencia para dar sus puntos de vista sobre temas bien diversos.

Sin embargo, los debates en Internet vienen con trampa: una de ellas es la bien conocida como “troleo” y que viene favorecida por el anonimato. Otra es la evidencia de que los debates no disminuyen sino que incrementan las diferencias de opinión lastrando las opiniones hacia los extremos. En Twitter por ejemplo se dan ejemplos bien numerosos e intensos de como las opiniones se extienden hasta el paroxismo, si bien se extinguen bien por sí mismas, bien por el silencio de uno de los participantes, o bien por la amortización de la discusión.

Pero lo cierto es que los debates han demostrado su ineficacia de cara a conseguir atrapar una mínima coincidencia a fin de explorar un problema concreto. Este post tratará de alumbrar alguna evidencia sobre la imposibilidad de debatir nada, y es por eso que antes de nada hay que hacerse la siguiente pregunta ¿Qué diferencia el debate del diálogo?

El debate se basa en un principio lógico: la gente tiene opiniones sobre las cosas (aunque estas personas son una minoria como luego veremos). En realidad los debates alimentan -crean opinión- fundamentalmente en aquellos que no tienen opinión sobre algo pero intentan averiguar alguna cosa sobre un determinado tema.

Supongamos que usted quiere comprarse un electrodoméstico y visita las opiniones sobre él en cualquier foro. Alli encontrará opiniones a favor y en contra. Eso es lo normal, pero también las encontrará interesadas de personas pagadas por la propia empresa o por la oposición para criticar o alabar un determinado producto. Discriminar las opiniones de los “foreros” de buena fe de los que actuan por interés es muy complicado. Podríamos decir que los agit prop contaminan el discurso hasta invalidarlo. Nadie puede fiarse de estos foros ni de las opiniones que alli se vierten.

Pero hay una forma decisiva para identificar y diferenciar los debates de los diálogos:

En el debate siempre hay posiciones polarizadas y lo más importante es señalar que no hay debate sin ataque a la posición opuesta, no hay debate sin ofensa ni argumentación ad personam. De lo que se trata en el debate es de ridiculizar, menospreciar o encontrar la debilidad o contradicciones de los argumentos del contrario. El debate acaba siempre con un ganador y un perdedor, algo que podemos ver en los debates televisados, donde se busca precisamente este efecto. Hay que señalar ahora que los debates en TV son especialmente sangrientos precisamente porque el espectáculo requiere víctimas y el ganador es siempre aquel que más grita, más insulta, más argumentos esgrime de carácter personal precisamente porque eso es el espectáculo. Pero hay un corolario: en TV siempre gana aquel que menos razón tiene, pero que se emplea con todos sus recursos para vencer.

Pondré a continuación algunos ejemplos de debates permanentes que dividen las opiniones de los opinadores: 1) el aborto, 2) la homeopatia y 3) la inmigración. Se trata de temas espinosos que están casi siempre en los debates de las redes, lo interesante es que las redes reclutan las posiciones más extremas mientras que en la vida real las personas se mantienen en una neutralidad silenciosa respecto a estos asuntos. Son temas que inducen polarización, los antiabortistas esgrimen sus argumentos morales o religiosos como bandera y los pro-abortistas los derechos de la mujer. Enmedio se situa la gran mayoria de la población, esa que no quiere imponer a nadie sus opiniones pero que tampoco tolera que nadie se entrometa en ellas. Se trata de una población silenciosa que no se pronunciará sobre el asunto porque sospecha el trasfondo ideológico o religioso, es decir se huele que el debate está trucado por los agitadores.

Y que sabe que nunca un antiabortista podrá convencer a un pro-abortista o al contrario. Y eso incapacita el debate pero salva la propaganda.

¿Qué es lo que hace que las opiniones sobre cualquier tema se polaricen?

Alli donde llega la politica con su carga ideológica se produce un fenómeno de perversión de las opiniones. Todos tenemos la sensación de que tenemos razón en nuestras apreciaciones personales, pero solamente unos pocos han llegado a la posibilidad de relativizar sus propias ideas sobre las cosas.

Y es ahi donde entra el concepto de diálogo. El diálogo es el debate con reglas:

1.- Admitir que no necesariamente tenemos razón o toda la razón.

2.- Admitir que el otro puede tener razón en su forma de enfocar un determinado problema.

3.- Tener la sensación de que ambos contendientes vamos en el mismo barco en busca de enriquecimiento y de busqueda de la verdad.

4.- No utilizar argumentos de desvalorizacion del contrario por muy sutiles que estos sean.

5.- El diálogo supone algún tipo de suspensión del juicio, es decir la epoché. Oir sin juzgar.

6.- Admitir los argumentos de autoridad: un experto en algo sabe sobre los temas de su competencia mas que un aficionado. El margen de error del no-experto es mucho mayor.

En mi opinión la epoché es la variable critica, un ejercicio mental que convierte un debate en un diálogo. Y aunque muchas veces la epoché es escéptica es necesario decir algunas palabras sobre el escepticismo: hay dos clases de escepticismo, uno fuerte y otro débil.

El esceptisimo débil es el que practica mucha gente militante de circulos escépticos y que podriamos llamar para entendernos “Pensamiento progresista” que son ateos, materialistas y conocidos militantes de cualquier causa que no defienda la ciencia pura y dura y que no cuestiona jamás el metodo cientifico. Este tipo de escépticos (Dawkins sería uno de sus más conocidos representantes) son furibundos debatidores con un fanatismo casi religioso en favor de la ciencia, una idea política, una forma de concebir el mundo o una religión. Lo que les identifica no es lo que defienden sino lo que atacan: la parapsicologia, la acupuntura, la religión, la homeopatia y -según ellos- todas las supersticiones que identifican siempre con la estupidez o la credulidad humanas ignorando la idea de que ciertas supersticiones son muy materialistas y nada sobrenaturales.

Un ejemplo de estas supersticiones en las ciencias biomédicas es el método del “doble ciego” que intenta discriminar en ensayos clinicos el placebo con un medicamento “activo”. Otra de las supersticiones comunmente sostenidas por la ciencia es que las experiencias individuales no deben ser tenidas en cuenta salvo aquellos datose extraidos por la estadistica. Asi una experiencia personal por mas evidencia que acumule siempre puede ser descartada por resultar ilusoria. Necesitamos una ciencia de caso unico o de experiencias inusuales, mientras tanto la ciencia no se recicle en este sentido seguiremos debatiendo lo ilusorio de lo real.

El escepticismo fuerte es aquel que está abierto a lo nuevo o a lo desconocido y no ignora las evidencias que se acumulan y que proceden de testimonios individuales semejantes. Un ejemplo es la experiencia que muchas personas tienen sobre la divinidad o la Presencia divina. Esta es una experiencia muy común y aquel que la tiene o la ha tenido no va a renunciar a ella por muchas explicaciones científicas -por otra parte inexistentes- que se encuentren para ello. Nadie puede renunciar a saber lo que sabe (tal y como Galileo nos contó) y nadie puede -por otra parte- refutar la experiencia de otro ni siquiera apelando a la ciencia. Lo cierto es que la ciencia no puede explicar ciertas experiencias subjetivas, existe un cierre categorial que procede precisamente del método cientifico.

Por otra parte para dialogar no es necesario la aceptacion total de las ideas del otro. Pasa con fecuencia que uno discrepa con otro en algunas cuestiones pero admite al otro en su totalidad, con sus sesgos y sus errores si los tuviera. Todos tenemos sesgos y ¿si todos los tenemos como no los va a tener mi debatidor?

La epoché permite aparcar las diferencias y centrarse en las semejanzas, fortalecer las alianzas en la busqueda de consensos.

Pero la epoché tiene enemigos personales y en mi opiníon tres son los principales: la ideología, la ignorancia y la politización de la vida. Tres enemigos terribles dificiles de batir.



Mente y materia (I)

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Mente y materia

Erwing Schrodinger fue un físico austríaco que es más conocido por su experimento mental conocido como el “gato de Schrodinger” que por haber recibido el Nobel por su aportación -la ecuación de Schodinger- que relaciona materia y energía de las partículas.

Menos conocidas aun son sus incursiones por el evolucionismo y la filosofía de la mente, es por eso que traigo aquí esta obra suya -Mente y materia- de 1959 que en mi opinión se encuentra plenamente vigente.

Por el contrario aquí podeís encontrar un post donde el autor le critica desde el determinismo biológico. El viejo problema mente-cerebro no cesa, ni cesará al menos en breve tiempo.

Dice Schrodinger a propósito de la mente:

“Lo que construimos en nuestras mentes no puede tener (así lo siento) un poder dictatorial sobre nuestra mente, no puede cuestionarla ni aniquilarla. Algunos de ustedes dirán, estoy seguro, que esto es misticismo. Así, aun reconociendo que las teorías de la física son siempre relativas –por cuanto dependen de ciertas hipótesis básicas-, podemos afirmar, o así lo creo, que las teorías actuales de la física sugieren fuertemente la indestructibilidad de la Mente frente al tiempo.”

Dicho de otro modo Schrodinger cree en la inmortalidad de la mente ¿el alma?, una idea extraña en un físico que ganó el premio Nobel. Pero no hay que asustarse, Schrodinger es un platónico como Roger Penrose y probablemente -casi con toda seguridad- creyente. Ahora bien ¿qué sugiere esta idea de la indestructibilidad de la mente?. Diré mi opinión, más abajo.

Pero antes quiero posicionarme genéricamente en este dilema: prefiero la opinión de Schrodinger , -aun sin compartirla del todo- que la opinión de este señor, catedrático de neurobiología de una universidad holandesa, se llama Dick Swaab y aqui podeís ver una entrevista que se le hizo en ABC.

Somos_nuestro_cerebro_frontal

Para que el lector se haga una idea sobre el dilema mente-cerebro y el distinto planteamiento que de él hacen unos y otros, no remitiré a este abrumado lector a leer el libro de este Swaab sino que intentaré resumir la idea fundamental que separa a dualistas, reduccionistas y a los que buscan -buscamos- una tercera vía de comprensión de este dilema.

La idea de Swaab está presente en el titulo de su libro, “Somos nuestro cerebro” ¿y por qué no  somos nuestro hígado o nuestros riñones? En realidad tan reduccionista es una idea como la otra. ¿Por qué poner el énfasis en nuestro cerebro?.

Lo cierto es que los neurobiólogos tienen un déficit fundamental en su formación: nunca han visto un enfermo mental. No saben que las personas no somos sólo un cerebro, sino una novela familiar, una etnia, una religión, que procedemos de una familia concreta y que hemos tenido una serie de experiencias encadenadas determinadas por nuestro barrio, nuestros amigos, nuestra instrucción y nuestras creencias. En realidad ellos minimizan todos estas variables, no les dan ninguna importancia y no se las dan porque están apresados en la falacia de sus propias creencias deterministas. Ellos viven de espaldas a la realidad que ellos mismos construyen para los demás, aunque luego se inhiban a la hora de habitarlas.

En realidad los genes solo sirven como manual de instrucciones para sintetizar proteínas y no funcionan (salvo en casos de herencia mendeliana) como interruptores binarios. Es decir no funcionan a SI/NO sino que tienen una amplia gama de estados intermedios que no son ni síes ni noes, sino “acasos” o “quizás”. Este fenómeno se debe a que los genes presentan penetrancias distintas para cada caso concreto o dicho de otra forma: si usted es portador de un gen (o grupo de genes) con una mutación heredada es muy posible que ese mismo grupo de genes se manifieste en los distintos miembros de su familia con distintas formas de gravedad, por ejemplo pueden haber feocromocitomas, trastorno bipolar, neurofibromatosis y otras enfermedades en la misma familia, del mismo modo pueden haber casos graves de fallecidos a temprana edad y otros que aguantan con patologías leves hasta los 70 años, del mismo modo pueden haber portadores sanos de tal mutación. Dicho de una forma más clara, los genes no nos determinan, necesitan algo más para que se manifiesten y aun: cuando se manifiestan no existe una correspondencia lineal entre tal gen y una patología, sino que -debido a la concurrencia de otros genes- una determinada mutación puede revelarse en patologías muy distintas.

En realidad el cerebro es -tomando la frase de Robert Linden- bastante tonto si lo comparamos con las prestaciones de nuestra mente. Nuestro cerebro es muy fácil de engañar, basta darle anovulatorios seriales para engañarle y que el hipotálamo de la orden de anovulación. Nuestra mente es la que sabe que los anovulatorios se toman en realidad para evitar la anticoncepción, pero el cerebro en su tosquedad no alcanza a comprender tal cosa y detiene la ovulación ante la señal química de una hormona que parece indicarle que la ovulación ya se ha producido.

Tan tonto como un ordenador sin interface y sin un usuario que toque determinadas teclas y de las ordenes oportunas. Tan tonto que hasta puede ser engañado por placebos, hipnosis, sugestiones diversas y por propaganda.

Pero hay más pruebas de que no somos sólo nuestro cerebro y una de ellas, quizá la más importante para un clínico es la observación de que algunas enfermedades mentales y otras condiciones siguen patrones culturales, es decir las enfermedades no siempre tienen un oscuro origen biológico sino que están determinadas por los hábitos de vida, las creencias compartidas, la deprivación y sobre todo -lo más sorprendente-por la opulencia, es obvio que la opulencia sienta muy mal a nuestros sufridos ciudadanos. Sobre todo la opulencia alimentaria y la opulencia sexual, es decir aquella condición que disemina y legitima todos los goces.

¿Por qué la homosexualidad es más frecuente en entornos donde existe más tolerancia?¿Por qué los trastornos alimentarios como la anorexia mental son más frecuentes allí donde existen excesos de comida? ¿Por qué la obesidad y la anorexia mental coexisten en los mismos entornos? ¿Por qué crece la prevalencia de autismo y TDH (trastorno por déficit de atención e hiperactividad? ¿Por qué las patologías mentales parecen concentrarse en determinados barrios donde el abuso de drogas y el crimen parecen ir de la mano?¿Qué papel juega la pobreza, el estigma y la exclusión social en las enfermedades mentales?

Son muchas las evidencias clínicas y demográficas que desmienten la idea de que somos un cerebro. Todo parece indicar que la genética precisa de la complicidad del medio ambiente para poder manifestar su potencial devastador.

Ahora bien, suponer que hay algo más, no significa habernos arrojado en manos del fantasma en la máquina. Personalmente estoy convencido de que necesitamos un nuevo modelo, una nueva forma de pensar la mente que nos aleje de las concepciones mistico-religiosas de nuestra cosmovisión.

Por ejemplo, personalmente me cargan mucho algunas ideas antropocéntricas como ésta: “somos uno con el universo”. Me parece una idea descabellada, yo no tengo nada que ver con el universo en primer lugar porque soy un organismo dotado de vida (el gran misterio) y el universo es fundamentalmente inorgánico; la mente que yo imagino no es el alma de los cristianos pero es desde luego inmaterial. Como no soy platónico no me importa decir que no creo en una mente desgajada de un individuo concreto, no creo que lo mental haya creado lo material, pero tampoco creo que el cerebro explique linealmente lo mental. Necesitamos una nueva ciencia para lo mental por varias razones. La más importante de las cuales es encontrar una razón para vivir moralmente que no pivote sobre un Fundamento. Porque probablemente no existe un Fundamento.

Pero vivir con la idea de que solo somos un cerebro es mucho peor porque nos deja solo un pequeño margen de maniobra: elija usted bien a sus padres.


Mente y materia ( y II)

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tiempo

En realidad a este binomio Mente-materia que preside estos dos post sobre las ideas de Schrodinger y otros autores enfrentados por su concepción de lo mental, le falta algo: le falta la palabra Vida.

Seria mejor hablar pues de Mente-Materia-Vida, pero ¿no sería una redundancia hablar de Vida cuando estamos hablando de mente? Pues lo cierto es que no puede haber mente sin Vida, más que eso: Vida y mente son  la misma cosa.

Hay quien cree que la mente puede existir independientemente de la vida, son los neoplatónicos como Schrodinger, Penrose o Bergson y hay quien cree que la mente es o procede de la materia. En realidad los dos puntos de vista están equivocados pues unos, los reduccionistas igualan, la materia (el cerebro) con su mente y otros, los dualistas distinguen lo mental de lo material.

Y en realidad todo procede de un error conceptual, ¿es un hígado material? Desde luego que lo es siempre que distingamos la materia orgánica de la inorgánica. Un higado es un órgano vivo que le diferencia de una piedra o de una mesa. Un hígado es portador de algo más que la materia que le sustenta, es portador de Vida.

Y esa es la clave del asunto.

Y lo cierto es que no disponemos de una buena definición de Vida, el propio Schrodinger elaboró un libro – ¿Qué es la vida? producto de una serie de conferencias sobre este tema, aqui podeis ver un buen resumen de su libro.

1.-La vida supone una reducción evolutiva, efectivamente la vida no toma prestados todos y cada uno de los átomos de lo que disponemos en la naturaleza, todo pareciera indicar que ha habido un descarte y solo un puñado de átomos forman parte de los ladrillos de la vida (C, O, H, S, N, Fe, Ca, Mg, Cl, Na, K, etc), Reducción evolutiva que precisa sin embargo de una enorme cantidad de átomos a fin de protegerse de la agresión térmica (a mas átomos menos agitación térmica), así :

“Para Schrödinger, la clave que explica la vida reside en la acción de lo que él llama un «cristal o sólido aperiódico» (en adelante acidos nucleicos), una «asociación bien ordenada de átomos, capaz de mantener permanentemente su orden, [que] parece ser la única estructura material concebible que ofrece una variedad de posibles organizaciones isómericas y que es suficientemente grande como para contener un sistema complicado de determinaciones dentro de reducidos límites espaciales. En efecto, el número de átomos de una estructura tal no necesita ser muy grande para producir un número casi ilimitado de posibles combinaciones».

2.- La vida supone un cierto ordenamiento. Un ordenamiento que procede tanto de un orden anterior como del desorden externo. Hay un orden que procede del orden y un orden que emerge del desorden.

3.- Conocemos algunos pasos en el despliegue de la Vida pero no hemos sido por el momento capaces de generarla en el laboratorio. Hay algo en la Vida que se resiste a ser reducido a una cuestión de reacciones fisicoquimicas, como si hubiera algo más.

Tiempo y causalidad.- Otra de las ideas interesantes de Schrondinger y que aborda en su libro “Mente y materia”, es la relación entre nuestro concepto de causalidad y el tiempo. Efectivamente para nuestro modo de percibir el tiempo es semejante a nuestro concepto de causalidad. Hay un antes y un después, del mismo modo que hay una causa y un efecto. El efecto es posterior a la causa lo que señala en la dirección de que el tiempo que está detrás (o después), el futuro es consecuencia (efecto) de lo que hubo antes (causa).

Hay una flecha que va desde el paso hacia el futuro y a esta dirección le llamamos tiempo.Se trata de una dirección energética, es decir entrópica. Hasta aqui todo bien conocido.

Pero también es posible invertir esa flecha y que el futuro se infiltre en nuestro presente o nuestro presente en el pasado, Aquí el tiempo, es decir la causalidad toma un giro importante y va del después al antes, hablamos entonces de acausalidad. O de causalidad inversa.

“La culpa es anterior a la falta” (Sigmund Freud)

Pero no ha sido solo Freud el que ha señalado esta determinación de lo mental en el sentido inverso al que cabría suponerle. El propio Bergson, pero tambien Minkowsky desde la física y sus conos de luz y tambien Whitehead y Jung han señalado esta posibilidad. Jung le llamó sincronicidad.

Dos eventos sin relación alguna pueden enlazarse más allá del tiempo, alli donde no hay un antes y un después. Pondré un ejemplo de mi propia cosecha.

Un dia -no muy lejano- soñé con un conocido mio (ni siquiera un amigo) que no veia en mucho tiempo, más concretamente no habia vuelto a verle desde nuestros tiempos de adolescencia. Aparecia en uno de mis sueños aunque no recuerdo ninguna intencionalidad y tampoco recuerdo el sueño ni su guión, sólo recuerdo que esta persona aparecía en mi sueño.

Al dia siguiente le vi por la calle, nos saludamos, nos pusimos al dia de nuestras obligaciones cotidianas y al cabo de un par de minutos nos despedimos. Desde entonces no le he vuelto a ver.

Me quedé pensativo sobre aquella “casualidad”. Pues no disponemos de otra palabra para nombrar este tipo de acontecimientos, por otra parte muy frecuentes y que reciben el nombre de “casualidades significativas”. Cualquiera de mis lectores puede aportar abajo en los comentarios su propia experiencia con las casualidades.

circunferencia

En esta figura podremos entender mejor este asunto de eventos acausales. En centro es el observador, el punto que se mueve en la circunferencia (siguiendo las agujas del reloj) recorre la hipersuperficie del presente, ahi hay siempre un antes y un después pues el tiempo sigue la flecha del devenir. Pero hay puntos interiores (pasado) y exteriores (futuro) que no se encuentran relacionados con los puntos de la circunferencia pero que caen en un momento determinado bajo el influjo de la hipersuperficie del presente. Lo interior y lo exterior no siguen la lógica del tiempo y no se guian por los antes y después: se hallan fuera de la causalidad, son acausales.

Fue precisamente Jung el que describió este fenomeno al que llamó sincronicidad: es como si el pasado de mi sueño y el presente de mi reencuentro con esta persona se hallaran relacionados por algun tipo de causa oculta. En realidad son eventos atemporales (acausales) en el sentido siguiente: no es que yo soñara antes con esta persona y más tarde me loencontrara en la calle. No hay un antes y un después a pesar de que para mi el sueño es anterior al encuentro en la calle, sino que el sueño y el encuentro son el mismo evento.

Es muy probable que la sincronicidad represente un puente entre mente y materia tal y como sostiene David Peat.

Bibliografía.-

¿Que es la vida? en pdf

Sincronicidad de David Peat por David Peat en pdf


Psicoanálisis y neurociencia

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maquina

Cuando yo era estudiante de medicina se decía que entre lo psíquico y lo somático existia como una grieta, una especie de agujero que recibía el nombre de “hiato órgano-psiquico”. Lo cierto es que hoy ya nadie habla del citado agujero y todo el mundo da por cierto que mente y cuerpo se comunican con un flujo bidireccional que no encierra ningún misterio.

Pero lo cierto es que si es un misterio, nada menos que representa el gran misterio, una versión más o menos oculta del problema dificil de la neurociencia.

 

Ansermet y Magistretti se han ocupado de este tema en sendos libros escritos al alimón, uno de ellos titulado “A cada cual su cerebro” y el otro “El enigma del placer” para ilustrar una de las patatas calientes de la neurociencia: el concepto psicoanalítico de pulsión (trieb) que no se corresponde -como más abajo veremos- linealmente con el concepto biológico de “instinto” hoy definitivamente sustituido por el más etológico concepto de “fitness”.

Para tomar un poco de conciencia del agujero en cuestión baste que hagamos un pequeño ejercicio. ¿Puede usted controlar su tensión arterial mediante su mente? ¿O su temperatura corporal? ¿Puede usted quitarse ese dolor de cabeza que le martiriza solo a través de un deseo mental? ¿Puede usted dormirse solo con desearlo?

Si usted es capaz de controlar esas variables fisiológicas, inducirse el sueño  o quitarse la jaqueca; no tenga usted ninguna duda, es un yogui. Y la verdad es que ese control de la mente sobre el cuerpo no es teóricamente imposible pero no sabemos como funciona.

Lo que si sabemos es que el estrés nos enferma, los disgustos nos dan dolor de cabeza o de estómago y los sinsabores de la vida o las preocupaciones nos arruinan el sueño. Sabemos pues de los efectos perniciosos que la mente puede inducir en nuestro estado físico -y por eso no tenemos mas remedio que aceptar que el citado agujero tiene mucho tránsito al menos para lo negativo- pero sin embargo somos incapaces de utilizarlo para nuestra conveniencia y nuestra salud. ¿Por qué?

Pues porque no sabemos usarlo a voluntad. Más abajo volveré sobre este insabido.

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Ansermet y Magistretti se han ocupado de este asunto a través de sendos libros donde establecen un diálogo multienfoque partiendo de sus conocimientos previos, uno neurofisiológico y el otro psicoanalítico. Aquellos de ustedes que piensen que la neurociencia ha devorado al psicoanálisis encontrarán en estos deliciosos diálogos fundadas razones para dudarlo. Lo cierto es que la Neurociencia se ha desentendido de ciertos conceptos freudianos que hoy podemos rescatar a través precisamente de nuevas investigaciones sobre lo inconsciente y la vivencia del tiempo, de la que me ocupé en el post anterior.

Los sueños siguen siendo un misterio para la neurociencia a pesar de que sabemos mucho de la fisiologia y las patologias del sueño. Todo parece indicar que estos conocimientos sobre la neurobiología del sueño no han aportado gran cosa sobre el acto del soñar en ese enlace organo-psiquico que representa el acto de soñar que comunica al que sabe (el inconsciente) del que conoce (el Yo), a pesar de que el sueño es la via regia hacia el inconsciente tal y como sostenía Freud.

Los sueños son otro de los puentes que cruzan ese Rubicón que separa y enlaza lo sabido de lo insabido, pero no es del ensueño de lo que voy a hablar hoy.

Instinto y pulsión.-

De todos estos conceptos psicoanaliticos desconocidos para la Neurociencia me gustaría destacar el concepto de pulsión, del que no me cabe la menor duda supone un puente entre lo psíquico y lo somático. Comenzaré por la definición que le dio el propio Freud en Los tres ensayos y uina teoria sexual:(1905)

La pulsión y el instinto son fenómenos endógenos pero la pulsión es subsidiaria de la experiencia mientras que el instinto es subsidiario de un programa genético.

Lo interesante de los “Tres ensayos” es que fue durante mucho tiempo un texto abierto: Freud volvió sobre él varias veces y llevó a cabo modificaciones en el texto en las subsiguientes revisiones que se publicaron del mismo. Freud se apoya precisamente en las perversiones sexuales -con las que arranca el texto- para ilustrar una de las caracteristicas que definen la pulsión y la diferencian del instinto: la parcialidad.

Podriamos decir que la pulsión es el instinto socializado, después de haber sido sometido a ciertas transformaciones psíquicas: la más importante de las cuales es la represión. “La pulsión vive en el cuerpo pero asoma su hocico a la mente y alli pierde su identidad y su totalidad. Se disfraza y se parcializa”

¿Qué queremos decir cuando afimamos que la pulsión es parcial?

El instinto es el resultado de la programación genética mientras que la pulsión es precisamente el producto de su insuficiencia. Lo que es lo mismo que decir que el instinto no puede -por sí mismo- dar cuenta de todo el principio del placer que el humano puede llegar a gozar. Por ejemplo, la cópula en sí no puede dar cuenta de toda la sofisticación posible de los sentidos involucrados en el placer: visión, oido, tacto, olfato, gusto, etc. El erotismo rebasa el montante de placer disponible en una cópula cualquiera: ese excedente está hecho de pulsiones y son parciales porque no son el coito en sí mismo (instinto) sino que le representan y a veces incluso se independizan de él modificando sus objetivos, como sucede en las perversiones pero tambien en la sublimación. Dicho de otra forma: la pulsión puede operar contra el instinto.

Algo que podemos ver en el suicidio por ejemplo, ¿cómo podemos explicar que un sujeto se vuelva contra el principio de conservación, un instinto bien guardado por la evolución para la autopreservación individual?

La pulsión es pues un subproducto de lo instintivo, es además de eso una condición del sujeto y que se refiere a su experiencia ontogenética mientras que el instinto es la programación filogenética con la que venimos al mundo. Somos pues el resultado de dos saberes: uno el saber del cuerpo y otro el saber del Yo (en estado de consciencia vigil), enmedio el hiato, el agujero donde habita la pulsión, alli donde habita lo insabido.

Saber del cuerpo y saber del Yo.-

No hay duda de que el cuerpo sabe qué hacer: nuestros órganos, sistemas metabólicos o inmunológicos tienen un saber que les concierne y actuan en consecuencia más allá de la conciencia: decimos que son inconscientes sus razones pero bien fijadas y programadas por la evolucion natural. Tambien hay un saber que caracteriza al Yo (o al estado de vigilia consciente), si bien se trata de un saber distinto. Un saber más bien pensado para trajinar con las novedades. El que sabe es el inconsciente, el Yo se limita a conocer y a descartar información.

Es como si en nuestro cuerpo habitaran dos puestos de decisión, uno que atañe al cuerpo y es inconsciente y otro que atañe al Yo y es consciente, epistémico con un depósito de insabidos. Es por eso que con frecuencia nuestro cuerpo nos avisa de que algo anda mal a fin de que el Yo adopte estrategias de defensa. Este “andar mal” puede ser un falso positivo, las alarmas pueden dispararse sin razón fisica para alarmarse pero sea como sea inducirán una respuesta defensiva por parte del Yo a fin de preservar el organismo en su totalidad: la fatiga, el aislamiento sensorial, el reposo, o la retirada del ágora son respuestas de defensa fundamentales del Yo cuando el cuerpo nos avisa.

Pero en la interfase entre lo psíquico y el cuerpo asoma la pulsión, es decir ese “no saber” sobre el cuerpo o sobre el deseo, que toma la gasolina del instinto y la refina para que pase la censura del Yo. Asoma el hocico la pulsión enmascarada y parcial y se gratifica en la realidad. Ver y mirar, oir y escuchar, tocar y sentir, mostrar y velar, actuar o inhibirse son ejemplos de esa disociación-ambivalencia que añade placer y dolor a nuestras percepciones.

Nunca son neutrales, hay una pulsión escoptofílica que mira y una pulsion escoptofílica que goza en sentido inverso (ser mirado). El ojo no es solo un órgano que ve sino tambien un órgano que mira y quizá mira algo que no debió mirar. Este “no deber mirar” es justamente el policia que vigila la pulsión y por lo que “lo visto” ha de ser reprimido o negado. Eso es la pulsión: un acto de mirar que no vió.

Nota liminar.-

Este post se ha confeccionado “ad libitum” de una serie de ideas contenidas en el seminario de metaformación dictado por el Dr Adolfo Santamaria el pasado dia 21 de Marzo en el Consorcio Hospitalario de Castellón.

 

 

 

 

 

 

 

 


Esencia y personalidad (I)

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ouspensky

Ando leyendo un libro de Ouspensky que me ha parecido muy interesante a pesar de que muchos puedan pensar que Ouspensky es un místico y no un científico digno de mencionar en un blog como éste. Pero los que así piensan se equivocan puesto que la psicología no es exactamente una ciencia, más que eso;: el viraje que llevó a cabo la psicología allá por principios del siglo XX, no hizo más que ensombrecer y ocultar una serie de conocimientos empíricos que han sido lanzados por la borda.

Una psicología despojada de la metafísica, la filosofía o el mito se convierte en una medicina de baja resolución. En este sentido la psicología actual es un mal remedo de la medicina.

 

En realidad la psicología es un campo de conocimiento muy antiguo, tan antiguo como el mito que señala, denuncia y evoca los grandes dilemas del hombre, así como propone una solución. La tragedia y el arte señalan hacia ese tipo de conflictos al tiempo que proponen una catarsis, para que los humanos no sigan las mismas trazas que los héroes recorren a tientas. Hay en la tragedia y en el mito una intención preventiva de salud mental colectiva por así decir.

Pero hay varias maneras de entender la psicología: una forma es la del estudio de cómo somos, cómo deberíamos ser o qué aparentamos ser. Otra manera de definirla sería ¿cómo seremos o podríamos ser en el futuro” a lo que se refiere el titulo de este libro de Ouspensky: “Psicologia de la posible evolución del hombre”. Y por último una definición de máximos sería ésta: la psicologia es el estudio de sí mismo.

Estoy completamente de acuerdo con esta definición: la psicología no puede estudiarse como la astronomía o la microbiología, con microscopios o telescopios, puesto que el objeto de su estudio es el hombre, lo interno del hombre y no un fenómeno que se halla más allá de uno mismo. El objeto es el hombre -el sí mismo- y el sujeto que lo estudia es también el sí mismo. De modo que aquí nace su mayor dificultad: ¿puede un hombre estudiarse a sí mismo?.

Unos si pueden y otros no pueden.

Para estudiarse a sí mismo hacen falta algunas condiciones que no reune todo el mundo, la principal de ellas es la motivación para hacerlo, una especie de pulsión hacia la verdad o de pulsión epistemofílica en el sentido de Bion, no hacia cualquier tipo de verdad o una verdad abstracta sino hacia la verdad de uno mismo. Simplemente hay quien tiene esta motivación y quien no la tiene. La segunda condición para intentar averiguar algo de sí mismo es la honestidad intelectual. Ciertamente el conocimiento de sí mismo está lleno de trampas y autoengaños y la honestidad por sí misma no garantiza buenos resultados, es necesaria pero no suficiente, es por eso que ha de cumplirse una ulterior condición: para ese tránsito, proyecto o proceso personal hace falta un guía, un maestro, un terapeuta si lo queremos decir en el lenguaje actual, en suma un testigo que haya recorrido por sí mismo parte del trayecto.

Mente y conciencia.-

Todos tenemos una mente y todos sabemos que los demás tienen mente, es por eso que sabemos que decimos que tenemos una teoría de la mente. Pero las mentes varían en sus contenidos, cada uno de nosotros tenemos un gusto, una creencia, una experiencia, unos recuerdos distintos en cada caso, pero todos somos portadores de una mente. Lo que nos distingue a unos de otros es el nivel de conciencia que hemos alcanzado en nuestro nivel de desarrollo, pues todas las conciencias no son iguales.

El nivel de conciencia es gradual, desde el coma hasta lo niveles más altos de conciencia. Ouspensky describe cuatro niveles básicos de conciencia:

  • El sueño.
  • El estado de vigilia que es un soñar despierto.
  • La conciencia de sí y que nos inclina a conocer la verdad sobre nosotros mismos.
  • La conciencia objetiva, a través de la cual conocemos realidad tal y como es.

La mayor parte de la humanidad -según Ouspensky- vive solo en los dos primeros. Pero lo curioso es que para él el sueño y el estado de vigilia son muy parecidos: ambos están presididos por la mecanicidad y es por eso que propone que lo primera para conocerse uno mismo supone conocer el mecanismo de esa máquina.

En ellos somos capaces de vivenciar emociones, pensamientos, sexo, motilidad y sensaciones corporales, si bien en cada uno de estos estados -sueño y vigilia- la definición de cada uno de ellos es más nítida que en otra, por ejemplo somos capaces de pensar mejor en estado de vigilia que soñando pero en el sueño podemos asociar mejor contenidos que en la vigilia, sobre todo recuerdos del pasado y anticipaciones del futuro. Sin embargo de cara a entender la evolución de nuestra conciencia, la idea de Ouspensky es que el estado de vigilia es en realidad un sueño del que debemos despertar si pretendemos ascender en esa capacidad de comprensión de uno mismo. Un concepto similar al insght psicoanalítico o al Eureka griego.

Pocos hombres alcanzan la conciencia de sí y solo una pequeña minoría alcanzan la conciencia objetiva.

Más arriba me he referido a la verdad sobre uno mismo, a qué me refería concretamente. ¿Qué es la verdad sobre uno mismo?

Para alcanzar la verdad sobre uno mismo es necesario saber -como dije más arriba el funcionamiento de esa máquina que produce estados casi continuamente de automatismos que confundimos con nuestro Ser. En realidad la mayor parte de la gente se identifica tanto con estos automatismos que ya cree conocerse a sí mismo lo suficiente. Esta especie de ignorancia activa es el mayor obstáculo para un ascenso progresivo del nivel de conciencia.

Se trata de personas que si bien aparentan saber algo en realidad ignoran lo más importante: es necesario saber que todo lo que sabemos es falso antes de emprender ese camino de búsqueda interior que recomiendan todas las filosofías perennes.

Aprender a dudar hace más ancho el camino. Y se trata de un camino que no puede recorrerse sin dolor, desapego y humildad.

Una vez que comencemos a dudar sobre nuestra verdadera mentira interior, seremos capaces de comenzar el camino de búsqueda y ese camino ha de iniciarse aprendiendo a distinguir entre esencia y personalidad. Algo que aprenderemos en el proximo post.

 


Esencia y personalidad (y II)

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imitación

Si usted tiene hijos ya sabe a estas horas en qué consiste la esencia. Y si no los tiene es seguro que ha podido hacer esta misma observación en sus mascotas. No hay dos individuos iguales.

Los niños traen en origen un temperamento especial, no son una tabla rasa, cuando venimos al mundo ya damos muestras de por donde anda nuestra esencia, asi hay niños plácidosy dormilones, otros demandantes y llorones, los hay agresivos y los hay que tienen miedo a hacer daño. Hay niños que no paran quietos y niños que prefieren jugar solos e “ir a su bola”. Hay niños que prefieren los juegos violentos, que exploran su entorno, que corren riesgos y que son temerarios y los hay miedosos, cobardes o pusilánimes.

 

Dicho de otra manera, cada uno de nosotros cuando viene al mundo trae consigo una constitución, podriamos decir una carga genética determinada, un recuerdo de nuestra vida fetal y una configuración epigenética determinada. Se trata de nuestra esencia, aquello que en verdad nos pertenece, lo que es nuestro. La gema de la que habla Hofsdadter, el bucle vacío.

Lo que es lo mismo que decir que eso que llamamos personalidad en realidad es algo ajeno a nosotros mismos. La personalidad es una construcción que vamos haciendo a lo largo de nuestra vida y que a veces opera en sinergía con nuestra esencia y a veces sucede todo lo contrario y se construye por antagonismo.

Un ejercicio psicológico fundamental y que todos debemos llevar a cabo con nostros mismos es precisamente lograr esta discriminación: ¿Qué es esencia y que es personalidad en nosotros mismos? ¿Sabemos diferenciar nuestra verdadera esencia de lo que son añadidos posteriores?¿Sabe usted discriminar en una persona cualquiera esta diferencia?

La esencia y la personalidad ocupan lugar, tienen -por asi decir- contenidos y un espacio propio. Lo interesante es que en las personas -al menos en las personas comunes de nuestro entorno- la personalidad ocupa más espacio que la esencia.

La esencia detiene su crecimiento muy pronto y su espacio es ocupado rápidamente por la personalidad. Sólo en los niños o en las personas muy incultas, simples o toscas podemos observar directamente la esencia, en el resto de nosotros -psicológicamente muy trabajados y deformados- la esencia es ocupada precozmente por eso que llamamos rasgos de personalidad.

El rasgo de personalidad es en realidad un constructo destinado a favorecer o a oponerse a los rasgos de la esencia en función de consideraciones de positivación o negativización del rasgo esencial. Obviamente existe una deseabilidad social sobre determinados rasgos, una deseabilidad que viene definida por la cultura. En nuestros entornos por ejemplo se privilegian rasgos relacionados con la autonomía,el individualismo, el poder, la soberanía sobre el propio cuerpo, el éxito académico o económico, la delgadez, etc.

Estos rasgos privilegiados por la cultura pueden entrar o no en conflicto con nuestra esencia. Esta es la razón por la que percibimos que los rasgos de personalidad son una posibilidad de ser, una especie de creodo o camino preformado por los que discurre nuestra identidad y es la razón por la que las personas confunden el Ser con su personalidad y también explica la intensa adherencia que evoca ese rasgo que se defiende “como si” fuera en realidad el Ser.

En realidad un rasgo de personalidad es algo ajeno al Ser y se forma por imitación.

Pero no se imita cualquier cosa, se imita sobre todo aquello que ofrece menor resistencia al desplazamiento de la energía de una determinada emoción. Es por eso que las emociones (en realidad la motivación) sigue creodos preformados, hasta que alcanzan el reposo (descarga al exterior) y es por eso que la mejor explicación que tenemos a mano para ilustrar esta tendencia de los seres humanos a adherirse a lo conocido es la idea de hábito. En realidad un rasgo de personalidad se forma por hábito y su mecanismo de formación es la habituación y la sensibilización.

La sensibilización como mecanismo de aprendizaje, (la segunda memoria).-

La habituación es la forma como nos insensibilizamos progresivamente ante lo predecible, disminuimos nuestra dedicación -por así decir- al estímulo que finalmente nos aburre y deja de provocar respuestas. Así nos sucede tanto con lo placentero como con lo irrelevante o lo aburrido, pero evolutivamente hablando tiene su explicación: la habituación nos permite excluir de nuestra conciencia los aspectos desagradables o displacenteros de nuestro entorno, por ejemplo nos podemos habituar a trabajar en ambientes ruidosos, simplemente nos habituamos al ruido y lo percibimos menos intenso de lo que es. Seguramente la habituación es un mecanismo que surgió para propiciar adaptaciones a ambientes tóxicos, es por eso que nos hacemos resistentes al alcohol o adictos a una droga (aunque aquí hay otros mecanismos implicados), simplemente necesitamos cada vez más dosis para conseguir el mismo efecto.

La sensibilización sin embargo parece algo paradójico: ante lo nuevo o lo amenazante aumentamos nuestra respuesta refleja: el caracol de Kandel utiliza el sifón con más frecuencia incluso cuando el estímulo ha cesado o ha disminuido su intensidad. Dicho de otra manera: un estímulo que cuando apareció era nuevo o amenazante propicia una reacción a largo plazo en el sentido de que aumenta la respuesta cualitativamente relacionada con aquella señal. Bien pensado también tiene su lógica evolutiva: imagínese usted viviendo su primer año de vida en un ambiente deprivado, sin estímulos o empobrecido en su variedad de cuidadores, parece lógico que en un ambiente así nuestro sistema nervioso haga algo por sí mismo a fin de neutralizar aquella deprivación ambiental. Lo que hace es sensibilizarse, es decir autoprovocarse una especie de estimulación artificial a fin de llenar el ambiente de predictibilidad, seguridad y sincronías.

Dicho de otra manera, un rasgo de personalidad es un hábito que se adquiere por imitación conductual y quizá por sensibilización o habituación -neuronalmente hablando- y una vez establecido funciona como un imán. Es decir un campo magnético que atrae hacia si las conductas, cogniciones y predicciones que le son compatibles.

Y es por eso que lo caracterial sólo atiende a sí mismo, un poco lo mismo que sucede con la memoria.

cocodrilos

Un buen ejercicio de salud mental es volver constantemente sobre la propia esencia, indagar qué de nosotros y de nuestra identidad es un plagio (un bucle extraño) y qué pertenece a nuestra propia esencia y más allá de eso intentar coordinar ambos aspectos, como si de un matrimonio bien avenido se tratara. Hacer que nuestra esencia y nuestra personalidad se lleven bien, se conjugen y se coordinen en cooperación constante, que se complementen por así decir. Más allá de eso hay que vigilar los tamaños -la ocupación de espacio-, ese conflicto eterno de figura-fondo, donde lo esencial es siempre desplazado al fondo del cuadro y lo contingente y accidental ocupa el centro del mismo.

Y no olvidar nunca que un rasgo de tu esencia puede ser el mejor aliado para tener éxito. Tus defectos pueden ser tus virtudes.

El sabio es aquel que es capaz de poner las circunstancias a su favor.


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