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Demasiada personalidad

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El poder ya no opera a través de la restricción del deseo sino a través de la diseminación y la legitimación de todos los goces (M. Foucault)

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Aquellos de ustedes que hayan leído el post anterior ya sabrán a estas horas qué es la personalidad, algo que también pueden leer aquí o aquí. De manera que no voy a volver a definir qué cosa es la personalidad sino para recordar que los trastornos de personalidad no son exactamente enfermedades mentales clásicas: no son depresiones, ni manías, ni esquizofrenias, ni psicosis, ni obsesiones-compulsiones y a pesar de ello en los que padecen uno de estos trastornos es posible hablar de un “cómo si”.

 

De hecho el primero en describir un trastorno de personalidad (Helen Deutsch, 1934), más concretamente un TLP, hablaba precisamente de personalidad “como si”, “se parece pero no es”.

La hipótesis más compartida entre los profesionales es que los TPs son formas mitigadas de los trastornos psiquiátricos mayores, algo así como síndromes rebajados con agua.

Es posible afirmar que los TPs:

1.-Tienen una alta prevalencia al menos en las sociedades opulentas de nuestro entorno, concretamente entre el TLP (2%) el histriónico (2%), el paranoide (2%) y el antisocial (3%) suman una prevalencia estimada del 9%, y sin contar el resto de patologias de personalidad.

2.-Son muy disfuncionales y causan una grave perturbación social, frecuentación de servicios sanitarios e ingresos psiquiátricos repetidos, gasto económico y probablemente son responsables de mayores tasas de suicidio que el trastorno bipolar o la depresión, accidentes de tráfico, violencia de género, adicciones, vandalismo y crímenes, con una mayor frecuencia que las enfermedades mentales conocidas que raramente inducen conductas tan intempestivas e impredecibles.

Dicho de otra forma, los trastornos de personalidad han puesto patas arriba nuestras nosografías clásicas: no son psicosis, ni son neurosis, ni son psicopatías. Y sin embargo pueden ser cualquier cosa de ellas, de hecho los trastornos de personalidad (en adelante TP) pueden presentar síntomas de las tres series clásicas, bien alternantes o bien continuamente. En definitiva estamos asistiendo a una especie de pandemia de casos que causan un amplio sufrimiento individual, social y familiar y a un desbordamiento de las estructuras sanitarias que atienden la salud mental de la población.

¿Pero de dónde han salido tantos casos? ¿Hay realmente un aumento de casos o se trata de un espejismo del sistema sanitario que diagnostica hoy mejor que ayer?

En un post anterior ya contesté a esta pregunta, de modo que dirijo al lector interesado a este texto.

No cabe duda de que la proliferación de casos está relacionado con el modelo de sociedad en que vivimos. Creo que soy el primero en decirlo pero si existen tantos TPs es -como advirtió Foucault- porque existen muchas personalidades, es decir muchas maneras de ser y todas son legítimas.

¿Que quiero decir cuando afirmo que hay muchas personalidades? ¿Es que hoy has más que hace 40 años por ejemplo?

Hubo un tiempo en que la mayor parte de las enfermedades mentales dependian solamente para su proliferación de los replicantes genéticos. Pero a medida que las comunidades humanas fueron creciendo en número de  individuos y densidad poblacional se acumularon otro tipo de replicantes, los memes. Hasta llegar a nuestros dias, donde es posible afirmar que los memes le han ganado la batalla a los genes. Copiar una enfermedad mental (la copia fenotípica) es hoy más fácil que padecerla por causa genética a causa de la enorme cantidad de trasiegos interpersonales que realizamos, así como la cantidad de medios disponibles para la dispersión de memes, email, TV, webs y blogs, teléfono, cine, periódicos, etc.

El meme le ha ganado la batalla al gen y es hoy más probable encontrarse con enfermedades “copiadas” por la via memética que por la genética, asi sucede con el “meme de la delgadez” por ejemplo, el responsable de grandes bolsas de sufrimiento según grupos de edad y sexo. La epidemia de trastornos alimentarios que sufrimos hoy en las sociedades avanzadas y opulentas no puede explicarse a través de la via genética pero puede hacerse si consideramos al meme como un replicante cultural que parasita los cerebros individual y se trasmite por imitación.

No cabe duda de que existen correlaciones entre el tipo de sociedad en el que vivimos y las expresión de cierto tipo de enfermedades que en cierta manera remedan enfermedades ya conocidas (y las hacen más frecuentes) mientras que en otros casos estas enfermedades aparecen ex novo.

Lo que caracteriza nuestra sociedad es el invalidismo crónico, algo que ya fue pronosticado por Halliday en 1948. Para este autor el futuro de los europeos se encontraría plagado -como asi ha sucedido- por las enfermedades psicosomáticas: ansiedad, fibromialgia, gastritis, colón irritable, sindromes de esfuerzo y aumento en el numero de suicidios anómicos. Para Halliday el aumento de estas enfermedades está relacionado con la disminución de la natalidad, una variable que años más tarde (1978) Abed relacionó con los trastornos alimentarios. Ruesh tomó en USA este mismo argumento para hablar del invalidismo crónico: los pacientes de hoy no solamente están más enfermos que antes -si bien de patologias espúreas-  a pesar de los avances de la medicina y la cirugía, sino que lo están más tiempo y más enfermos que nunca asumiendo una mayor invalidez percibida que otrora. Para Ruesh las causas de este invalidismo están relacionadas con tres causas:

  • Los pacientes no quieren curarse.
  • O bien no les conviene curarse.
  • O porque carecen de voluntad de curación.

Tanto Halliday como Ruesh coinciden en señalar que este fenómeno se debe a los cambios radicales que desde finales del XIX viene sufriendo la familia: la desaparición del padre, la incapacidad para mantener los vínculos, el aislamiento emocional del individuo, los cambios en los juegos, la modificación en la lactancia, la educación de los sexos, la desaparición de la madre del hogar y la amortización de la religión han modificado de tal modo nuestros vínculos con el mundo hasta tal punto que el propio Halliday no duda en afirmar que es la propia sociedad la que está enferma.

Y una sociedad enferma genera “enfermedades” en sus miembros, pero no puede generar cualquier enfermedad sino sólo aquellas que puedan mimetizarse. A este fenomeno le llamamos sociogénesis.

Y tal y como comenté en el post anterior, la personalidad es esa parte del psiquismo humano que es ajeno a nosotros mismos a nuestra esencia. Se trata de un aprendizaje instalado en los hábitos, en las creencias y en la identidad. Todo en ella es plagio.

Pero, ¡ojo! cuando digo plagio no quiero decir que se trate de enfermedades falsas o simulaciones de enfermedades para conseguir algún fin espúreo. Conviene comprender bien la diferencia que existe entre ficción y simulación. Una enfermedad se puede fingir pero lo más frecuente es que se simule una enfermedad física por causas psíquicas.

Ficción, simulación y personalidad.-

Los individuos no somos -por nosotros mismos- ni de una forma ni de otra pues “ser de una determinada manera” no es una prestación cerebral sino cultural. No somos perfeccionistas o humildes porque haya en nuestro cerebro ciertos receptores con mayor densidad que otros que nos empujen fatalmente hacia un rasgo u otro, sino que existe en todo caso una facilitación genética para explorar por ciertas sendas extrasomáticas buscando los significados de ser una cosa u otra. En realidad se equivocan tanto los que dicen que los rasgos de la personalidad son innatos, como los que dicen que son ambientales. Ni una cosa ni otra, pues aunque es más cierto lo segundo: si lo entendemos como que es el sujeto quien va a buscar significados en esa base de datos que llamamos exocerebro tratando de encontrar sus propios sentidos. Sin embargo el camino marcha atrás en busca de porqués es imposible: la aposición, las bifurcaciones, y el solapamiento de unos con otros hacen imposible desandar el camino, si pretendemos la comprensión de cada paso.

La construcción de la personalidad es como la historia y contiene la misma dificultad que encontramos en los historiadores si lo que pretendemos es “saber la verdad de lo que pasó”. Pero para desvelar la verdad necesitamos construir ficciones  y es asi como se conducen los eruditos pues un acontecimiento histórico cualquiera admite múltiples interpretaciones (ficciones) pues la verdad histórica en su mayor parte es opaca y lo peor: carece de sentido o propósito como la muerte individual. Un acontecimiento se solapa sobre el anterior sin que acabe de explicarlo del todo. Como en la evolución no se puede hacer marcha atrás y no tenemos más remedio que utilizar los diseños anteriores que en cualquier caso no se pueden deshacer.

Sobre la personalidad y la identidad siguen construyéndose ficciones, las creencias, los gustos, las ideas se construyen en andamios construidos a toda prisa para encajar las emociones dando la impresión de que el edificio finalizado es un edificio sólido y que responde a la lógica de la elección individual. Pero nuestra conciencia de unicidad, nuestro Yo es otra ficción, que naturalmente no existe. No existe ningún homúnculo que tome decisiones, sino que las “decisiones” se engarzan unas con otras por proximidad, por coherencia, por resonancia o por facilitación, pero nunca por determinación genética. Tampoco elegimos ser lo que somos sino que vamos acoplando lo que creemos ser a las sucesivas ficciones que construimos casi cada día para que los hechos encajen en los cajones de nuestra mente.

De manera que todos somos arquitectos de nuestras propias ficciones, entendiendo a estas como formas de interpretar la realidad/verdad según nuestra condición de novelistas.

Y todos estamos expuestos a las ficciones de los demás cuando nos incluyen. La mayor parte de ficciones están destinadas a la confrontación con las ficciones ajenas. ¿Quien tiene razón? El buen mediador es aquel que sabe que los dos tienen su parte de razón pues en una verdad mediada por el lenguaje hay elementos connotativos, denotativos y pragmáticos. Es posible que ambos se enzarcen en una disputa al atender solamente uno de esos planos por donde discurre el lenguaje y se olviden del elemento pragmático (lo más frecuente), el que contextualiza las palabras. El mediador sabe que ambos tienen razón y no la tienen, pero sobre todo sabe algo más importante: que ninguna ficción es la verdad y que existe un plano donde el conocer que todos construimos ficciones de hecho, nos hace relativizar y alejarnos de la búsqueda de la razón, una ética abyecta. Sabemos que hay una ficción que es a su vez una metaficción, la de saber que todos estamos equivocados y al mismo tiempo acertados.

Pues la realidad solo puede ser representada.

Y lo hacemos a través de ficciones. Y es prudente recordar ahora que ficción no es lo que dice aquí en la wikipedia donde le atribuyen solamente una etimología de simulación. Fictio-fictionis significa esculpir o modelar. Ficción es el modelado, el trabajo de un escultor (Helios Jaime,2010)

La primera ficción que construimos es la identidad, la segunda la personalidad.

Nosotros los humanos venimos de serie equipados con un sexo bien definido. O somos hombres o somos mujeres, pero ser hombre o ser mujer precisa además de una consolidación cerebral, no basta con ser portador de unos atributos determinados. Ahi aparece en nuestro socorro la cultura a través de esa base de datos que Roger Bartra ha denominado exocerebro. En él vamos a buscar los significados, los símbolos que necesitamos para -esculpir- nuestra identidad sexual y lo hacemos a través de redes neurales extrasomáticas que son prolongaciones de las otras redes, las endocerebrales. Ahí y no en el cerebro de cada cual encontramos el sentido y los significados a qué cosa es ser un hombre y qué cosa es ser una mujer. Pues allí viven los símbolos agazapados en una red de enlaces tridimensionales donde conviven unos con otros. Allí nos dirigimos para saber quién somos y más tarde para saber cómo somos.

Y construimos una ficción: somos un hombre o somos una mujer. Naturalmente como en toda ficción podemos construir lo que más nos convenga cerebralmente pues no hay que olvidar que esos enlaces entre endo y exocerebro son enlaces neurales. Unas ficciones serán fieles a la realidad interna de cada cual, otras alejadas de ella, unas serán construcciones fantásticas y otras pegadas al terreno de lo posible. Pero todas comparten el elemento común de ser ficciones, pues lo masculino y lo femenino no son solo órganos y hormonas que se poseen o no se poseen, sino símbolos, representaciones, comportamientos, formas de pensar y hasta de andar miméticas o acordadas por la cultura, son consensos que están allí en el exocerebro comunal de nuestra especie.

Y es de allí de donde la personalidad toma sus ladrillos para construirse una forma de ser.

Y naturalmente algunas formas de ser se oponen a la esencia de cada cual. En este sentido los TPs no son sino disfunciones entre el necesario encaje entre lo que se es y lo que deseamos ser.

Aparentar es un veneno de la mente y que se opone tanto al saber como al ser.

Bibliografía.-

James Halliday: “Enduring emotions” en pdf

Deutsch, Helene. (1934).Über einen Typus der Pseudoaffektivität (“Als ob”). Internationale Zeitschrift für Psychoanalyse, 20.

——. (1942). Some forms of emotional disturbance and their relationship to schizophrenia. Psychoanalytic Quarterly, 11.



Freud y la metafísica

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placerPersonalmente creo que la obra más profunda que escribiera Freud fue la que preside este post, el “Más allá del principio del placer” escrito en 1920 y que por alguna razón se la considera una obra metapsicológica. Es interesante este termino de metapsicología aunque uno no acaba de entender porque no se dice claramente que se trata de una obra metafísica pues efectivamente va más allá del mundo físico, del mundo tangible, de lo material.

La metafisica tal y como cuenta la wiki es una rama de la filosofía que se ocupa de la naturaleza, estructura, componentes y principios propios de la realidad junto con la finalidad (la causa última) o telos de cada ser.

La psicología en sus inicios como disciplina formal (William James) era metafísica hasta que se separó de esta manera de ver lo humano por considerarla anticientífica, ahora la psicología es científica lo que es lo mismo que decir que se ha separado de lo humano, pues lo humano no puede entenderse desgajado de la metafísica. La psicología es el estudio de sí mismo en relación con la realidad y el mundo que nos circunda. No hay psicología sin metafísica.

Espero que el lector termine por darme la razón en cuanto les presente mis argumentos. Por seguir con las descripciones de Freud en este post hablaré de Eros y cómo no de Tanatos y daré mi punto de vista sobre estos conceptos.

La idea fundamental de Freud es que lo que orienta del deseo humano -al que se le oponen otras instancias de carácter moral y de carácter adaptativo (la realidad)- es fundamentalmente lo que llamó “el principio del placer”. Nos orientamos hacia la consecución del placer y tenemos por esta razón que despejar “balones fuera” cuando algo se le opone. Los síntomas neuróticos serian soluciones de compromiso, disfraces para que el deseo se consume siguiendo esa senda del principio del placer.

Pero Freud no tardó en caer en la cuenta de que en el humano había algo que no seguía esta dirección finalista: el suicidio, los autolesiones, los gastos excesivos, la repetición de las conductas fracasadas, los amores “locos”, el autoatentado, poner en riesgo la propia vida, el abuso de drogas, y sobre todo el concepto acuñado por él como la compulsión repetitiva. En definitiva, los humanos llevamos a cabo conductas destructivas que van contra nuestra economía, nuestra reputación, nuestra salud, nuestro placer e incluso contra nuestra vida.

Este hecho por sí mismo parece desmentir el “principio del placer” como lo desmiente para la neurociencia-actual el modelo recompensa-placer. Algo que se opone a nuestro concepto de principio o instinto de conservación (o instinto reproductivo) que damos por supuesto que existe sin caer en la cuenta de que no siempre los humanos seguimos esta senda de autopreservación y/o que muchas veces no tenemos descendencia de forma electiva. ¿Cómo explicar este fenómeno desde la teoría del instinto? ¿Cómo queda el fitness de los biólogos una vez comprobado que algunas instancias psíquicas nos llevan en el sentido opuesto al que cabría esperar si el instinto fuera finalista?

¿Qué hay más allá del placer?.-

Se trata de un concepto bien fácil de entender y al alcance de todos_

Comer es un placer pero vomitar o darse atracones no lo es. Copular es placentero pero la promiscuidad es peligrosa para nuestra salud, beber vino es un buen complemento alimentario pero emborracharse ya no lo es tanto. Todo parece indicar que hay un más allá donde el placer se convierte en displacer, en tormento, enfermedad o en condena.

Dicho de otra forma: cuando rebasamos ciertos limites aparece lo tanático, la enfermedad, el vicio, la adicción, el crimen, la locura, en definitiva el exceso o frenesí de cualquier placer termina por convertirse en todo lo contrario. Más allá del placer existe la muerte.

Todo parece señalar en la dirección de que Eros y Tanatos (que eran hermanos en el mito) van siempre de la mano y viajan en el mismo paquete. No podemos de ninguna forma favorecer al uno sin perjudicar al otro. Pero antes de meternos en ese berenjenal es necesario decir algunas cosas sobre Eros.

Eros no es el amor, ni el placer, ni el deseo. Eros no es el sexo.

Para empezar Eros es un concepto metafísico, mientras que el amor es un sentimiento que puede estudiarse desde la Psicología al menos en su parte mas ligada a la personalidad, y el placer es una condición fisiológica de descarga. Se trata de tres idiomas bien distintos que hablan de realidades -próximas- pero no similares. ¿Pero entonces qué es Eros?

Existen dos versiones sobre Eros, una que procede de Hesíodo (La Teogonia) y otra de Platón (El banquete). En ambas versiones Eros se situa como una deidad primordial (en el caso de Hesíodo) o como un semi-dios en la versión de Platón.

Aquellos de ustedes que leyeron este post ya conocerán el origen de Eros, hijo de Poros, un Dios y Penia, una mendiga. O dicho de otra manera Eros es el hijo de un inmortal y de una mortal, del Recurso y la Necesidad, del exceso y la privación. Esa es su condición y lo que le otorga esa cualidad de psicopompo, de mediador entre el mundo de los hombres y los dioses, algo parecido al caso de Prometeo o del propio Narciso.

Vale la pena detenerse ahora en el viejo mito del hermafrodita, donde Platón nos cuenta cual es la finalidad del amor: al principio los hombres estábamos completos, algo que enlaza con el mito bíblico del Génesis y la idea del “Arbol de la vida”, allí transcurría nuestra vida sin tiempo hasta que la aparición de otro árbol “El árbol de la ciencia” aseguraba a quien comiera de él el conocimiento. Esta versión bíblica sitúa en este incidente, la Caída, la perdida de la ignorancia primordial de nuestra especie que a través de este acto de rebelión mordía la manzana de la discordia movida por su deseo de saber, una ganancia de libertad y de dominio sobre la naturaleza que tuvo sus costes: el coste de la dualidad y de la incompletud.

Desde entonces los seres humanos aspiramos a la reunión, movidos por el anhelo, en realidad el recuerdo (anamnesis) de aquella condición de plenitud. Esa es la fuerza que impulsa al hombre hacia la mujer que es eterna -dadora de vida- pero también siniestra pues fue ella la que resultó maldita por Dios.

eva

Hoy diríamos que la mujer es un atractor para el hombre del mismo modo que sucede al revés: dos polos en eterna atracción. Ese es el fin ultimo del amor: reunir los principios masculino y femenino en un solo ser: en un Absoluto (el hombre-hombre o la mujer-mujer), algo que podemos vislumbrar en el amor sexual, en determinados instantes que llamamos orgasmo o la “petite mort“, pues efectivamente hay algo que muere en ese instante: la conciencia de sí. La conciencia de la dualidad.

Pero Eros ha de discurrir dentro de ciertos limites: por una parte ha de limitar con el bienestar y por otra parte ha de rozar la trascendencia sin caerse del otro lado. De lo contrario y debido a la fuerza de su manifestación Eros puede arrastrarnos hacia la condena del mismo modo que puede llevarnos hacia la redención.

No es necesario contar aquí lo trágico que anida en todo amor, la historia de la literatura y la historia oficial de las personas que han sucumbido a los encantos del amor pediendo haciendas, poder, dinero, salud o toda clase de bienestar: reyes que han renunciado a sus tronos por amor, amantes decepcionados que han terminado sus días en la cárcel condenados por asesinato, enfermedades venusianas derivadas del exceso, mujeres victimizadas o maltrechas por delincuentes sexuales de todo linaje, violencia y hedonismo rabioso a partes iguales pueden convivir con el amor en su mas baja octava. Hay algo en el amor que se derrama por el lado de lo tanático cuando excede ciertos limites, cuando se aparta del bienestar y se recurre a él sin tener en cuenta otros condicionantes, pues en el amor existen dos condiciones a controlar: su Fuerza y su desconsideración social.

Eros no es pues el sexo, sino algo que le contiene, una especie de fuerza explosiva que anida en cada uno de nosotros y que precisa de ciertos controles para poderse modular. No es de extrañar que la mayor parte de las enfermedades mentales exploten en la pubertad, en ese momento en que un incendio colosal amenaza con demoler todos los diques de un edificio aun no acabado del todo para soportar la expansión del fuego interior que lleva Eros consigo.

Eros es eso que explota en la manía, y que nos hace sentirnos seguros, fuertes ,poderosos, que nos impide el sueño y nos hace ser promiscuos, jactanciosos y osados. Eros es una embriaguez, pero no todas las embriagueces son iguales como el lector ya sabrá.

Hay una embriaguez que nos asciende (anagógica) y una embriaguez que nos hace descender (catagógica). Eros cuando se incendia en el interior de una persona no debilitada por cualquier causa nos lleva hacia la excelencia a través de la trascendencia y del bienestar en su limite de abajo en favor de la seguridad.

Ahora bien, no todo el mundo es capaz de ascender en esa especie de embriaguez anagógica que he llamado trascendencia. la mayor parte de la gente educada en los mitos de la Psicología o la Sexología cree que Eros es una cuestión de técnicas amatorias, de expurgación de inhibiciones o de culpas y sobre todo de atracción por una pareja concreta o de gestión de emociones o de dilemas de la vida diaria. Todo esto es verdad pero es una verdad superficial.

Hoy a través de la publicidad sexual que procede de la pornografía cualquier persona puede acceder a ciertos conocimientos relativos a la Sexología, una disciplina mecánica que no sabe nada de la metafísica de la que estoy hablando, donde lo que se persigue en la cópula no es la posesión de la hembra sino la captura de la hembridad, la persecución de un absoluto. Un absoluto que es eterno, la mujer es eterna, es la vida, de ahí su enorme empuje y de ahí la maldición de su estirpe.

De manera que en el amor existen al menos tres octavas bien definidas: la más baja donde el amor puede coexistir con el odio, una media donde usualmente el amor coexiste con el orgullo y los celos y se adapta a ciertas condiciones de acoplamiento de la personalidad de los amantes y una tercera octava donde se han resuelto los opuestos.

Decimos entonces que hemos alcanzado la trascendencia, ese ir más allá de uno mismo y que uno ha logrado, aun a tientas, rozar ese absoluto anhelado. Uno ya sabe que tiene un gemelo en alguna parte, un gemelo invisible que es simétrico a nuestro Ser y que es ese No-Ser, sin Forma pero que precisamente por eso puede adoptar cualquier forma.

Pero no hay que echar las campanas al vuelo. La reproducción no es necesaria para alcanzar esta octava alta, pero el embarazo es un subproducto del amor sexual. Y aquí vuelve a aparecer la condena de nuestra especie a través del señuelo de la serpiente. Nuestros hijos son también mortales, un premio de consolación de nuestro anhelo de reunión, pero ellos no reúnen en sí nuestras dos mitades, no al menos las mitades a las que Platón se refirió en su mito del andrógino.

Es por eso que Aristófanes declara que:

 Aunque todos los amores son verdaderos, el amor de un hombre por una mujer (el amor heterosexual) es siempre de menor calidad que el amor homosexual.

Pues en realidad si seguimos el argumento de Platón hasta sus ultimas consecuencias en la cópula heterosexual el hombre (su mitad masculina) busca la mitad masculina de la mujer para completar un hombre absoluto. Del mismo modo la mujer heterosexual busca la mitad de la mujer que reside en el hombre para atisbar la mujer absoluta (el eterno femenino). Dicho de otro modo en el coito no se busca -metafísicamente hablando- la complementariedad del hombre y la mujer, sino que lo que se persigue es un Absoluto de hombre o de mujer, lo que nos Falta para estar completos.

Es por eso que en el coito hay un juego de cuatro personajes tal y como nos contó Lacan y los que se más se buscan son los del mismo sexo.

Un texto relacionado.-

Os dejo aquí un texto de mucho interés para aquellos que quieran seguir escarbando en este tema: se trata de la metafísica del sexo de Julius Evola.


Eros y alcohol (I)

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Antes de que en el mundo hubiera vid o uva nuestra alma estuvo embriagada de un vino inmortal (Rumi).

botella

El mito atribuye a Dioniso la autoría del vino, el que lo dio a conocer a la humanidad a fin de procurarle esa embriaguez que todos conocemos a propósito del alcohol. En realidad un proceso de lo más natural puesto que la fermentación es uno de los destinos de la glucosa y por tanto de la fruta madura.

 

Lo que permite asegurarnos la idea de que nuestra especie, asi como todas las especies frugívoras hemos estado en contacto con el alcohol etílico desde tiempo inmemorial, aunque es cierto que siempre en pequeñas cantidades hasta que Dioniso nos enseñó a cultivar la uva y más tarde a utilizar sus azúcares fermentados para la elaboración del vino. Tambien la cerveza apareció de forma similar.

Paradójicamente con esta idea, el alcohol etílico a pesar de sus profundos efectos sobre el cerebro no posee receptores propios, como el opio o el cannabis y se limita a ocuparlos todos, provocando una especie de tormenta cerebral que conocemos con el nombre de embriaguez.

alcohol

Y consecuentemente con ella, nuestro hígado posee un enzima especifico para degradar el alcohol, la alcoholdeshidrogenasa que degrada el etanol y lo convierte en acetaldehido que posteriormente se degrada en dioxido de carbono y agua. Sólo dos pasos para la degradación. Lo curioso de la deshidrogenasa es que está presente no sólo en las especies que están expuestas al etanol como sería de suponer, sino que algunas especies marinas también poseen este enzima necesario para no morirnos cuando nos bebemos una cerveza.

Y son estos productos tóxicos, el acetaldehido-acetato precisamente los responsables de la conocida “resaca”, junto con la deshidratación (salida de agua de la celula al espacio intersticial) que conlleva la intoxicación del etanol la responsable de ese “dia después” donde pagamos las consecuencias del exceso.

Dicho de otra manera el alcohol es un tóxico.

Más paradojas: es un tóxico pero tambien tiene propiedades medicinales, me refiero concretamente al vino con sus conocidos polifenoles y más concretamente el resveratrol que es el componente más estudiado y que da lugar a un curioso fenómeno conocido como “paradoja francesa”. Los paises productores y mayormente consumidores de vino tienen menos enfermedades cardiovasculares que aquellos paises donde no se consume vino.

Y sobre todo es más tóxico para unos que para otros. ¿Cómo se explica este contradicción?

Lo cierto es que los alcoholes no son todos iguales, no son los mismo los que proceden de la fermentación que los destilados. Unos tienen más graduación que otros como todo el mundo sabe, los alcoholes blancos (ron, ginebra) son más tóxicos que los pardos o el propio vino.

La verdad del asunto es que no sabemos cual es el limite por el que un individuo pasa de ser un consumidor a un adicto. Todos nosotros más o menos somos consumidores de alcohol y sin embargo no somos alcohólicos, ¿cómo podemos explicar este fenómeno?

El fenómeno tiene dificil explicación desde el paradigma neurobiológico, que es el políticamente correcto, me refiero al modelo de adicción que el modelo hegemónico en biomedicina. Según este modelo la adicción seria el trasunto final del abuso crónico de alcohol. El problema está en definir que es uso y qué es abuso. “Beber como un caballero” o aprender a beber es un asunto nada baladí, porque beber es algo que se aprende, algo que tiene un sentido, algo que puede representar un rito inicático o algo que simplemente sucede como una manera de autoprovocarse una embriaguez rapida y sin sentido. Aqui en este post me preguntaba precisamente si sabemos beber.

Y no, la mayor parte de los adictos al alcohol no saben beber. O dicho de otra manera: para ser un adicto al alcohol es necesario utilizar el alcohol como una automedicación, es decir para aliviar ciertos contenidos de la conciencia. El alcohol usado como medicamento para inducirse tranquilización, motivación o exaltación es muy peligroso.

En realidad los efectos neurobiológicos del alcohol son muy ambigüos (recordemos ahora la ausencia de receptores especificos). En algunas personas se comporta como un sedante, en otras excitante, estimula la agresividad pero tambien el contacto, nos hace parlanchines y alegres y a veces inunda nuestro psíquismo de una profunda confusión mental.

Todo depende claro está del individuo y no tanto del alcohol en sí. Pero sabemos algunas cosas: los factores que intervienen son múltiples: el sexo, el peso, la edad, el patrón de ingesta, la existencia de tolerancia, la forma de metabolización hepática (rápida o lenta) y sobre todo una variable crítica: el grado de conciencia alcanzado en la propia evolución personal que determina el por qué se consume el alcohol y sobre todo; en qué contextos psíquicos o ambientales.

Algunas de estas variables nos pasarían desapercibidas si solo aplicáramos el modelo de adicción al estudio del alcoholismo o la dependencia al mismo. Curiosamente hay personas que abusan del alcohol y no presentan jamás sintomas de deprivación y la abstinencia es precisamente una de las condiciones por las que sabemos que el alcohol induce dependencia. Otras desarollan una cirrosis sin presentar jamás signos de abstinencia y otras presentan alucinosis alcohólicas o delirium tremens sin haber dado muestras de una grave dependencia anterior. Todo lo cual viene a señalar en la dirección de que existen otros factores que juegan su papel en el desarrollo de complicaciones graves.

En realidad considerar que el alcohol es un tóxico que causa dependencia es una elaboración “postdictiva”. Sabemos que tal o cual paciente es un dependiente porque ha hecho una complicación de este tipo pero no podemos predecir qué pacientes la harán y cuales no.

Con esto no quiero decir que no exista la dependencia al alcohol, lo que quiero decir es que el modelo adictivo es insuficiente para explicar la fenomenología del beber en exceso. Y que además se hace un uso abusivo de él, me refiero al modelo adictivo pues hoy ha dejado el campo de las sustancias psicoactivas y ya hablamos de adicciones comportamentales, del juego patológico, de la dependencia al “jogging” o de adicción al sexo o la comida.

En mi opinión se trata de excesos del lenguaje, no puede haber adicción mas que a ciertas sustancias psicoactivas y es muy probable que aun en estos casos la adicción no sea tal y como nos la imaginamos. Por ejemplo en este articulo de Vohs y Baumeister, (2009)  “Creer o no creer en el libre albedrio” los autores ponen el dedo en la llaga cuando se plantean la hipótesis de que en realidad tanto para el enfermo como para el médico es mejor creer en que la adicción es una enfermedad cerebral que una patología de la responsabilidad. Convertir  una elección equivocada en una pulsión biológica alienada es una buena forma de escurrir el bulto y refugiarnos en el determinismo biológico inapelable, en un cerebrocentrismo donde la enfermedad es la consecuencia de un mal funcionamiento cerebral. En este sentido el consumo de alcohol o tóxicos, junto con otras conductas dañinas han sufrido un proceso de desmoralización en el sentido que Jonathan Haidt ha dado a esta idea.

Por otra parte no está nada claro que las adicciones sean enfermedades genuinas, como las otras (las de verdad). ¿Es el alcoholismo una enfermedad como las demás? a pesar de los cambios cerebrales que se han descrito con el uso y abuso crónico del tóxico las cosas no acaban de estar claras del todo y la variable responsabilidad ha sido barrida del discurso médico.

Enfermedades y no-enfermedades.-

Lo que diferencia una enfermedad verdadera de una adicción, es el hecho de que las enfermedades son espontáneas, es decir suceden más allá de la voluntad del propio sujeto. Algo que se encuentra bastante alejado de la “voluntariedad” que manifiestan las adicciones. En cualquier caso se trata de una “enfermedad” autoinducida lo que la diferencia de las demás y no sólo eso sino que una adicción supone siempre el quebrantamiento de un consenso moral: las drogas son ilegales (casi todas) porque el Estado las ha prohibido por sus efectos adversos y visibles con rapidez, los que caen en ellas antes de ser enfermos son transgresores de una norma cívica.

Por otro lado el criterio de cambios cerebrales por sí mismo no justifica el calificativo de “enfermedad”.

No debemos perder de vista que ciertos procesos han sido sometidos a una “moralización” por ejemplo la prohibición de comer carne en ciertas religiones o en los vegetarianos, mientras que otras conductas han sido sometidas a una desmoralización (o una naturalización), significa que las adicciones han pasado de considerarse “vicios” a considerarse “enfermedades”. Mi opinión es que al sustraerles la parte moral a este tipo de conductas les hemos quitado tambien la posibilidad de redimirlas a través de otra conducta moral. Por ejemplo el alcoholismo se cura a través de una especie de “ritual religióso” como la que proponen las ordenanzas de “alcohólicos anónimos” que prescriben una supresión del alcohol de por vida (similar a la que postulan las religiones). En mi opinión estas técnicas tienen más éxito que las médicas pues devuelven al individuo cierto control sobre su conducta, mientras que la medicalización de las mismas tiene un éxito muy relativo y menor.

Por todo esto, algunos expertos defienden que la adicción no debería ajustarse al término enfermedad, sino a una forma extrema de la normalidad, o más exactamente, una forma extrema de aprendizaje.

Pero no solo de aprendizajes vive el hombre sino también de trascendencia, es por eso que en el proximo post hablaré de un modelo alternativo, un modelo metafisico: la metafisica del alcohol.

 

 

 


Eros y alcohol (y II)

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“In vino veritas” (Proverbio latino)

La verdad es lo que le falta al sujeto para su realización (J. Lacan)

borrachos

Aquellos de ustedes que hayan leído el post anterior ya saben a estas horas que el alcohol y probablemente otras drogas son algo así como “medicaciones” naturales que transforman la consciencia humana en el sentido de dotarla de cierta irracionalidad y que tiene que ver con la expansividad de la conciencia, con un júbilo y minusvaloración de los costes que algunas personas sólo pueden hallar en contacto con la droga en sí, mientras que otros, las personas comunes pueden adentrarse en este tipo de estados de otra manera.

Pero volviendo al tema concreto del alcohol, me parece obvio señalar que el alcohol es una droga maníaca, es decir propicia – a diferencia de otras drogas como la heroína- una especie de embriaguez anagógica. Una embriaguez exaltada que agranda artificialmente el Yo y le dota de un poder que el estado natural no puede alcanzarse espontáneamente.

Podríamos decir que la embriaguez alcohólica es buscada precisamente porque modifica la consciencia en un estado que es percibido como benéfico para el individuo concreto. De lo contrario -sin ese enlace con un estado nuevo y vigoroso- no podría entenderse la repetición y la búsqueda de nuevas embriagueces en el individuo “adicto”. ¿Qué sentido podría tener repetir una experiencia de embriaguez que casi siempre termina bordeando los limites de la tragedia, o al menos del malestar o displacer de la resaca o las consecuencias sociales de la misma?

Es obvio que en la experiencia de embriaguez -en sí – está la variable critica que apunta frente a la repetición de la misma. En la embriaguez hay un placer, por más que se prolongue en un displacer posterior que no sirve como corrección de esta búsqueda.

Esta es precisamente una de las patatas calientes con las que se enfrenta la neurociencia en la investigación de la neurobiología del problema. Sencillamente el modelo de placer-recompensa no explica la repetición de una pauta de comportamiento que por sí misma se revela inadecuada a medio plazo. O dicho de otra manera: la búsqueda de embriaguez no se explica con el modelo adictivo, tiene que haber algo más. El alcohólico en este sentido no es sólo una persona capturada por mecanismos adictivos de su cerebro sino que hay algo más en esa repetición.

¿Qué se busca en la embriaguez?.-

Para contestar a esta pregunta deberemos recordar dos cuestiones teóricas, la primera es Eros y su función y la segunda la constitución de la consciencia humana tal y como la conocemos en nuestra especie, algo de lo que ya hablé, en una serie de post que titulé “¿Una conciencia doble? y también en esta conferencia que podeís ver en video aqui (son tres vídeos) donde hablé de malestar que emerge de nuestra consciencia dividida.

De esta conferencia -donde hablo precisamente de las ventajas y desventajas de eso que Huxley y Rojo han llamado “ruptura de la simetría”-, no voy a volver a hablar salvo para decir que una de las consecuencias más importantes de la ruptura de la simetría de la conciencia -la Gran escisión- es ese anhelo que queda en todos nosotros los humanos respecto a la Unidad, algo que queda como una especie de anhelo de trascendencia y que podemos explorar gracias a Eros.

Eros no debe confundirse con el amor, ni siquiera con el instinto reproductivo. Eros es una entelequia, un intangible que tiene propósito (telos) en sí mismo (en) y que sólo adquiere visibilidad cuando nos situamos en un plano metafísico, un plano donde las cosas no pueden verse (no existen) pero pueden sentirse (son) a través de sus efectos sobre lo material . Eros en este sentido y según el mito es hijo de un Dios y de una mortal, pero no de una mortal cualquiera sino de la Privación, la Pobreza y la Necesidad. Eros es un psicopompo, -el que conduce el alma a su destino inferior o superior- y que enlaza al ser humano con la Unidad y a ese movimiento le llamamos trascendencia.

Pues lo humano tiene esa Falta fundamental, es su eje de torsión. La privación es en lo humano su eje fundacional, somos seres incompletos que buscamos a través de lo Otro, nuestra completud, sea lo que sea eso Otro. Y lo hacemos frecuentemente de una forma sacrificial bien consciente o bien inconscientemente pues Eros no puede disociarse de Tanatos.

De manera que podemos entender ahora que Eros es una embriaguez que nos lleva hacia la degradación o destrucción de lo humano (catagógica) o hacia la elevación trascendente (anagógica).

Para entenderlo mejor tomaremos la siguiente metáfora. Una metafora que llamo la “metafora del contador de corriente”.

Todos nosotros tenemos corriente eléctrica en casa, de modo que es una metáfora comprensible para todos.

Tenemos cada uno de nosotros contratada una potencia eléctrica en nuestro hogar (contada en Kw), este contrato podria asemejarse a nuestra esencia, lo que traemos de genético, epigenético y ambiental de nuestra primera infancia. El contrato de Kw depende naturalmente del número y la cantidad de electrodomésticos que tengamos en nuestro hogar. Por termino medio tenemos contratados unos 5 kw.

Despues en cada edificio hay un contador individual: ese contador está diseñado para que no se superen los Kw que tenemos contratados de tal forma que si lo hacemos corremos el riesgo de que el automático salte y nos quedemos sin luz. Otra opción que tienen las eléctricas es contarnos el gasto a precio de oro si sobrepasamos la potencia contratada.

En cualquier caso y para que la metáfora siga siendo servible, el gasto de energía de nuestro cerebro (que es el contador) no puede exceder del gasto de energía contratada y si lo hace se sigue un verdadero estropicio en nuestra instalación.

Pues bien: Eros es algo asi como la potencia contratada. Lo interesante es que no tenemos el mando sobre esta “potencia” sino que nos viene de serie. Si forzamos nuestra maquinaria lo único que conseguimos en que salten los plomos y nos quedemos sin luz.

Eso es poco más o menos lo que les sucede no sólo a los alcohólicos sino a todos aquellos que viven o desean vivir experiencias (o negarlas) que van más allá de su potencial de cambio plástico. Estoy pensando ahora en los maníacos donde podemos contemplar precisamente a Eros haciendo de las suyas y llevando el paciente hacia una embriaguez catagógica, empujándole a caer por una pendiente de gastos excesivos, excesiva confianza en sí mismo, a tomar decisiones imprudentes, etc. En suma irracionalidad. Eros se ha impuesto al Logos.

La fuerza y el vigor de Eros es extraordinaria y cuando podemos contemplarlo sin los controles de un cerebro sano se revela en su verdadera animalidad, en su pulsión destructiva y desnuda y en su intención esencialmente unitiva y trascedente arrastrando al individuo más allá de su voluntad.

Lo que busca Eros es precisamente la reunión: volver a ser uno, abandonar la dualidad, fundirse en un abrazo perenne con lo que no-Es, con lo Otro.

Naturalmente las adicciones son simulacros de este anhelo de reunión y aunque en momentos puntuales puedan prometerla, se trata de una promesa que en el largo plazo no podrá ser cumplida. Más concretamente arrastrará al individuo a su destrucción y degeneración cuando no a la animalidad pura.

Lo interesante de contar con Eros para explicar tanto lo maníaco como la adicción al alcohol es que con mucha frecuencia los enfermos depresivos -y también otros- recurren al alcohol para propiciarse estados hipomaníacos es decir como antidepresivo. Ahí es posible entrever el carácter maníaco de Eros insuflando energía al sistema ya de por si sobrecargado.

El alcohol es en este sentido una especie de curalotodo, un bálsamo de Fierabrás tal y como nos cuenta Cervantes en el Quijote.

El bálsamo de Fierabrás es una poción mágica capaz de curar todas las dolencias del cuerpo humano que forma parte de las leyendas del ciclo carolingio. Según la leyenda épica, cuando el rey Balán y su hijo Fierabrás conquistaron Roma, robaron en dos barriles los restos del bálsamo con que fue embalsamado el cuerpo de Jesucristo, que tenía el poder de curar las heridas a quien lo bebía.

En el capítulo X del primer volumen de Don Quijote de la Mancha de Miguel de Cervantes, después de una de sus numerosas palizas, Don Quijote menciona a Sancho Panza que él conoce la receta del bálsamo. En el capítulo XVII, Don Quijote muestra a Sancho que los ingredientes son aceite, vino, sal y romero. El caballero los hierve y bendice con ochenta padrenuestros, ochenta avemarías, ochenta salves y ochenta credos. Al beberlo, Don Quijote padece vómitos y sudores, y se siente curado después de dormir. Sin embargo, para Sancho tiene un efecto laxante, justificado por El Quijote por no ser caballero andante. (extraido de esta web)

El mito es demasiado parecido al de Dioniso que nos trajo el cultivo de la vid, un regalo que robó a los mismos dioses para la elaboración del vino y sus efectos tan distintos según quien lo tome. Hay algo en el alcohol  de incierto, un efecto mágico e impredecible y que hoy podríamos reconocer en sus efectos paradójicos: no tiene el mismo efecto según quien lo tome, o si es la primera vez o si no hay acostumbramiento (hoy diríamos dependencia).

No es que el vino nos lleve hacia la verdad pero es seguro que el vino nos lleva hacia la verdad que nos gustaría poseer. De no ser -claro está- por ese fatídico día después que a veces se adelanta y se funde con la embriaguez propiamente dicha y nos lleva hacia el sueño, un psicopompo pariente de Eros pero de sentido totalmente contrario.

 

 


Tenemos que hablar de Kevin (I)

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Este post contiene spoilers, es decir revela contenidos de la novela y película homónima. El lector que quiera leer o visionar la película deberá detenerse aquí.

Suele decirse que las buenas novelas casi nunca son superadas por su versión cinematográfica, pero este no es el caso de “Tenemos que hablar de Kevin” una novela escrita por Lionel Shriver y recientemente llevada al cine por Lynne Ramsay que aguanta bien el versionado cinematográfico a pesar de ciertos datos que quedan oscurecidos en la película y más claros en la novela.

La dificultad de llevar una novela al cine procede precisamente de los distintos estilos narrativos que utilizan escritores y directores, unos con el uso que dan a las palabras y otros a las imágenes. Concretamente, la novela es un relato retrospectivo en forma de cartas que la esposa dirige a su marido después de que ambos se han separado y organizando sus recuerdos sobre Kevin. Sin embargo en la película los planos del ahora y el pasado aparecen tratados en forma de intermitentes y discontinuos flashbacks que iluminan hasta cierto punto algunos puntos oscuros de la novela a la vez que oscurecen otros.

Algo que deja al espectador colgado de la incertidumbre, pues en realidad somos obligados o bien a pensar que Kevin es un malvado innato (en realidad una especie de psicópata tal y como defienden aqui) o bien que se trata de una patología psiquiátrica atípica cercana al autismo o al síndrome de Asperger, tal y como sucedió con el reciente caso de Adam Lanza en Newtone que tanto se parece a esta película.

El espectador común se ve forzado a elegir entre estas dos dos opciones cuando se trata de explicarse lo inexplicable. ¿Cómo es posible que alguien en sus cabales entre en un colegio con un rifle de repetición y comience a matar indiscriminadamente a sus profesores y compañeros, sin mostrar ningún atisbo de piedad sobre seres indefensos como niños de corta edad? ¿qué clase de locura puede generar un monstruo así?

En realidad existen algunas explicaciones para este tipo de fenómenos tan comunes en la opulenta sociedad americana, pero no los queremos ver y preferimos adherirnos a ciertas teorías sobre el mal que hemos naturalizado a través de ciertas conceptualizaciones que llamamos psicópatas y antisociales, un cajón de sastre que nos impide ver lo que realmente no queremos ver. Es más tranquilizador creer en unos supuestos genes malvados que leer e interpretar una novela familiar. La novela que nos cuenta precisamente Shriver a propósito de Eva, la madre de Kevin.

El verdadero personaje central de esta historia.

Una historia que tiene en mi opinión tres ejes: el odio, una madre-nevera y un padre infantil, que trata a Kevin de “colega”.

La idea de la madre-nevera es una idea maldita de la psicología y la psiquiatría recientes. Se le ocurrió a Leo Kanner que fue el psiquiatra que describió el “autismo infantil” y que al mismo tiempo sugirió que el autismo podría tener su origen en un trastorno del vínculo entre madre e hijo, al observar que las madres de sus pacientes presentaban en común una serie de rasgos que podríamos denominar “frialdad emocional”, de ahí lo de “nevera”.

Lo cierto es que al menos en la película, Eva, la madre de Kevin interpretada por una hierática Tilda Swinton -en un papel excepcional- presenta no pocos de los rasgos que Kanner había identificado como propios de las mamás de los autistas. Lo interesante de la idea de Kanner es que su conceptualización fue un escándalo aun en su época y fueron muchas las voces que se alzaron contra esa idea: las madres no podían generar trastornos mentales en sus hijos, precisamente porque son sus madres y están infiltradas de algo sagrado y arcangélico: un amor sin limites. Mas abajo veremos como esta apreciación es de lo más sabia y que es además el eje de torsión de todas estas ideas sobre la supuesta imposibilidad de la maternidad de causar estragos en los hijos.

Pero la idea más potente que se lanzó contra Kanner (y más tarde contra todos los que han apoyado esta idea de la madre como causa de trastornos psiquiátricos) es que la acusación de “perversidad” culpabiliza a las madres, y por tanto no se puede decir. ¿De qué serviría culpabilizar a una madre que ha tenido la desgracia de tener un hijo enfermo mentalmente o haya criado a un asesino en serie?

Como el lector podrá observar el argumento se cae por su peso y el peso del poder ginecocéntrico de la sociedad actual. Pero si es cierto que la maternidad tiene efectos secundarios en el psíquismo de los hijos, si hay eso que se ha llamado “estrago materno” sobre el que volveré mas abajo,  la ciencia tendrá que abordarlo y no seguir escondiendo esta causalidad -aun incómoda- en el armario.

Pero en realidad el diagnóstico de “autismo” está en este caso descartado. Eva lleva a Kevin al médico que no observa ninguna patología reglada en él, pero no importa demasiado el diagnóstico porque la conducta y la afectividad de Kevin ya indican desde su época de bebé que algo no anda bien en el desarrollo de su personalidad.

Para empezar Kevin es un llorón, un niño difícil, exigente, que rechaza la interacción social y que nunca devuelve un gesto de cariño. Es oposicionista, burlón, se niega a interactuar con la madre y la somete -podríamos decir- a un dominio y desafíos constantes tratando de sacarla de quicio. Lleva paquete hasta una edad bastante insólita y se niega a hablar a pesar de que lo entiende todo. Su rostro impenetrable es una mueca, una mueca de odio ¿Qué le sucede a Kevin?

Para saber qué es lo que le sucede a Kevin tenemos que preguntarnos que le sucede a Eva. Veamos.

Es una mujer de un relativo éxito, que se dedica a escribir libros de viajes (como en el Turista accidental) que tiene una empresa editorial y que viaja bastante (eso se ve mejor en la novela que en la película) y casada con un fotógrafo de cierto éxito que viven una vida sosegada y práctica. El caso es que un buen día decide (a los 40 años) quedarse embarazada, una decisión que no consulta con su marido salvo cuando la decisión ya había sido tomada.

No sabemos qué la induce a tomar esta tardía decisión pero lo cierto es que un poco más tarde vuelve a quedar embarazada, esta vez de una niña.

El caso es que -en la novela se puede ver mejor- la madre Eva no se aclara demasiado con su hijo y su interacción con él podría decirse que es una prueba constante a la que Kevin somete a su madre en un juego de poder que acaba siempre por ganar el hijo.

En la película Eva aparece más solicita, aunque siempre melancólicamente fría, de calmar los llantos del niño, de abrazarlo y sostenerlo en sus brazos (algo que el padre es capaz de hacer), como si le tuviera miedo o asco, más tarde incapaz de poner limites a las exigencias del niño o de responder a sus llamadas de amor y más aun: incapaz de imponerse aun a la fuerza. Y todo sucede en un entorno de deprivación social: no hay amigos, ni abuelos, ni familiares o vecinos. Kevin no juega nunca con niños y no tiene ni un solo amigo. Se trata de una familia que destaca por su aislamiento.

La ineptitud para la crianza de Eva no es menor que la puerilidad del padre para relacionarse con su hijo desde una posición de autoridad. El padre tiene una actitud negligente en el sentido que minimiza la escalada de agresiones que Kevin va cometiendo tentando los limites de su propio poder y parece instalado en una especie de nebulosa ignorante sobre lo que sucede en su propia casa. Si la madre es incapaz de ofrecer amor y/o de poner limites a su hijo no menos ineptamente se comporta el padre relativizando todos sus comportamientos como “cosas de niños”, en una actitud cuanto menos de complicidad indulgente con el hijo.

Lo interesante de este tipo de casos -que son por otra parte muy frecuentes en la sociedad actual- es que no vamos a encontrar abusos, malos tratos, abandonos o negligencias graves en el cuidado de los padres hacia sus hijos, todo sucede en un territorio mucho más sutil que esos trazos groseros que identificamos como malos tratos. Se trata de otra clase de malos tratos, de algo intangible que no podemos cuantificar.

fuerzaLa fuerza, arcano XI del Tarot expresa la intensidad del arquetipo de la femineidad abriendo la boca a un león. Observese que la figura es femenina y que está tocada con un sombrero en forma de infinito.

Pero existe y además existe en un mundo donde el poder de las madres es incuestionable. El poder femenino. El poder de la Gran Madre.

¿Pero, entonces de donde procede el odio de Kevin?

El odio de Kevin procede del hecho de que ha sido rechazado por su madre que es el amor por el que suspira. El amor del padre no le interesa, Kevin busca desesperadamente llamar la atencion de su madre. Busca ser amado.

¿Y que le pasa a Eva? ¿Qué le pasa en relación a Kevin? ¿Por qué le rechaza aun inconscientemente?

Será en el próximo post donde veremos cómo los niños no se relacionan solamente con sus madres reales sino tambien y necesariamente con el arquetipo materno. En este sentido trataré de explicar las razones por las que una mujer puede rechazar a sus hijos y al mismo tiempo no ser considerada moralmente perversa,indagaré sobre los vericuetos del deseo materno y sobre los estragos de las madres en sus hijos.


Erickson, la hipnoterapia y el humor

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Seminario de metaformación dictado por Simonetta Carta el pasado dia 25 de Abril en el Consorcio Hospitalario de Castellón.


Tenemos que hablar de Kevin (y II)

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artemisaArtemisa de Efeso,una diosa primitiva y matriz de la femineidad se representaba cargada de ubres y fetos. Mujer y vida son sinónimos. La mujer no tiene sexualidad, es la sexualidad misma. (Extraido de la web de Roberto Ferri)

Cuando se comete un crimen -sea cual sea su naturaleza- todos estamos persuadidos de que hay un vínculo entre su autor y el móvil del mismo. Asi trabaja la policía para descubrir al autor de un asesinato: hay que ir a buscar en aquel lugar donde alguien gane algo. Ese algo puede ser dinero, sexo, venganza, celos, etc.

 

El problema de este tipo de crímenes en masa como el que protagonizó Kevin en la ficción (el mismo tipo de crimen que otros asesinos en masa) es que carecen de móviles objetivos y comprensibles y cuando a un crimen no le encontramos razón estamos persuadidos de que el autor está loco.

En realidad no está enfermo pero podriamos decir que está alienado como aquel antibatman que se identificó con el malo de la serie, el Joker y atacó en un cine a los espectadores amantes del personaje.

Y lo cierto es que estos crímenes no son ni psicopáticos (carecen de objetivos o ventajas para el criminal) ni esquizofrénicos pues presuponen una planificación que precisa una inteligencia muy lúcida y mantenida durante mucho tiempo. Lo cierto es que no sabemos responder a la pregunta ¿Por qué lo hizo? ¿Cual fue su móvil?. O al menos no resulta fácil desde una perspectiva naturalística.

Mejor dicho no puede explicarse desde una perspectiva naturalística, pues la maldad no hay que ir a buscarla en los genes sino en la moral. En algo externo al individuo y consensuado por el grupo de pertenencia. Es moral lo que el grupo considera moral y es inmoral lo que el grupo así considera, aunque lo moral y lo inmoral sean a veces categorías injustas. Pues lo moral no se inventó para resultar justo o equitativo sino para proteger al grupo (al colectivo) de las trampas y los egoísmos individuales.

La erosión de lo simbólico.-

Una de las características de las sociedades opulentas y avanzadas es la erosión que ha sufrido nuestro simbólico dando preeminencia a la subjetividad, a lo imaginario, un derecho de paso que podemos rotular de esta manera: los individuos creen que tienen derecho a todo, sobre todo a aquello que tiene que ver con el deseo. El problema es que sin un simbólico adecuado ¿cómo diferenciar el deseo de la necesidad? En un mundo donde las necesidades han desaparecido todo lo que queda son lujos y nuestra especie no parece muy hábil para ejercer una jerarquía de consecución en lo que al lujo se refiere.

Si a esto unimos que el simbólico ya no ejerce su papel protector, de colchón de seguridad podemos comprender que andamos a la intemperie. Lo real nos devora sin esa especie de protección que son los símbolos, es decir las cadenas significantes con sentido. El sentido de la realidad es erosionado precisamente a causa de este debilitamiento y es muy posible que el individuo no sepa discriminar entre matar marcianitos en un ordenador y matar escolares en el gimnasio.

Los crímenes anómicos no pueden entenderse desde la vieja perspectiva de los móviles tradicionales que son siempre comprensibles naturalísticamente. El móvil en este tipo de razones es subjetivo, el criminal no mata por nada en concreto sino por el hecho de llevar a cabo un crimen lo más espantoso posible en el plano cuantitativo, es decir causar un gran daño.

¿Y por qué podrán decir ustedes?

Pues precisamente porque todos nosotros condenamos este tipo de actos criminales. Si existen estos crímenes espantosos es precisamente para causar espanto.

La madre de Kevin.-

En la película no podemos averiguar nada del deseo de la madre de Kevin, pero en la novela de Shriver podemos indagar más profundamente en su personalidad y a mi personalmente me han llegado mucho uno o dos capítulos donde Eva plantea a Franklin su marido, una especie de deseo vago de ser madre. Creo que en esos capítulos podemos averiguar muchas cosas sobre el deseo femenino de ser madre aun cuando su marido no las tenga todas consigo.

Lo interesante de la disertación de Eva es caer en la cuenta de que elegir entre ser madre o no serlo es un dilema bastante moderno. Antes de los anticonceptivos las mujeres no se planteaban ese dilema que sólo es psicologizado precisamente en el momento en que aparece la opción de elegir. Sólo que …aumentar las opciones de elección no siempre nos hace más libres sino menos.

El embarazo es una consecuencia del sexo, un subproducto. Nadie en su sano juicio copula para dejar o quedar embarazada sino por placer. Copular es más divertido que parir hijos, qué duda cabe.

Antes de los anticonceptivos y durante eones de tiempo las hembras humanas quedaban o no embarazadas pero no tenían opción de elegir a la carta como en la actualidad. La elección se ha hecho consciente y voluntaria. Quitarse el DIU o dejárselo puesto, tomar o no la píldora, abortar o seguir con un embarazo o recurrir a una inseminación artificial si no se dispone de una pareja adecuada son hoy opciones elegibles, a la carta. Una para cada subjetividad, para cada capricho. El embarazo ha dejado de ser un accidente más o menos deseado y se ha convertido en algo independiente del sexo: se puede hacer incluso en el quirófano, no hacen falta ni violines, ni una cena encantadora seguida de una copita de buen vino. Todo ha devenido estéril y pulcro.

Dejado al albur de la subjetividad, quedar o no quedar embarazada pertenece más al territorio de lo subjetivo que a la tragedia sacrificial del sexo. Eva quiere tener un hijo por un motivo tan banal como el que declara en la novela: “que alguien de mayor hable de mi”, algo que descubre en una cena con amigos donde pasan toda la velada criticando a sus propios padres. Al finalizar Eva se pregunta ¿No somos demasiado mayores para estar hablando tanto tiempo de nuestros padres? Y concluir con la sentencia: “hay algo nihilista en no querer tener hijos, es como si no creyeras en la humanidad”. O esta otra perla “Los adultos sin hijos son eternos adolescentes” (que hablan de sus padres en lugar de hablar de sus hijos).

Y es verdad: la vida puede contemplarse como una sucesión y superación de etapas y existen algunas que borran a las anteriores, son como dice Eva, un “borrón y cuenta nueva”, un “pasar página”. Efectivamente, para la mujer tener hijos supone el advenimiento de una ruptura con lo anterior (no así en el caso del hombre que puede seguir “negando” su paternidad y no cambiar en absoluto).

Eva supone que la maternidad es uno de esos hitos que la sacarán de su hambre de estímulos, de su aburrimiento crónico, tendrá a alguien de quien ocuparse, un reto que la proyectará más allá de su cómoda y rutinaria vida, puesto que “todos los aeropuertos son iguales”, aunque es muy consciente que esta atención se la sustraerá al marido a quien ama sinceramente, pero no quizá lo suficiente como para imaginarse una vida con él sin otros sucedáneos. No lo suficiente para ejercer su papel Afroditico.

Y sucede por una razón fundamental: Afrodita y Demeter son arquetipos opuestos. La activación (constelación de un arquetipo Demeter supone la supresión del arquetipo Afrodita).

desnudo_phixr1Y es por eso que en la maternidad se pierde y mucho a la mujer anterior, algo que todos los hombres sabemos por experiencia.

Afrodita y Demeter.-

Afrodita y Demeter son aspectos de la Gran Madre, el arquetipo original, el Eterno Femenino, o Durga la madre radiante de los hindúes. Todo rasgo arquetipal en la femineidad procede de ese arquetipo originario de los mil brazos, al que se considera eterno porque no tiene más remedio que volver, bien en forma de semilla (Persefone, la doncella), en forma de espiga (Demeter, la madre) o en forma de grano (Hécate, la bruja).

Y es verdad que la mujer actual puede compaginar su arquetipo Demeter con su arquetipo Afrodita, la mayor parte de ellas lo hacen, si bien sacrificando siempre uno de los dos aspectos. Hay mujeres dedicadas a los hijos y hay hetairas dedicadas a sus maridos, como hay “mujeres fatales” para los hombres, en su octava más baja. Lo cierto es que es difícil de compaginar un arquetipo con otro.

Y eso parece que le sucede a Eva, algo que comienza a temer ya desde el embarazo al que siente como “un secuestro de su femineidad”. No es de extrañar pues que en el embarazo y en sus fantasías comenzara ya a tomar forma el rechazo hacia el feto.

Y lo más probable es que Kevin lo supiera, no con un saber convencional del que sabe algo -¿como sabemos lo que sabemos? sino con ese otro “saber” en forma de displacer que es a fin de cuentas como el feto debe procesar sus sensaciones. “Mi madre no me acoje, este lugar no es seguro, lo mejor es arreglárselas por uno mismo y no confiar en los demás”.

Este debió ser el discurso corporal de Kevin.

Y la causa de su odio, un odio informe que se extravasa hacia el resto de su familia y de sus iguales y que se resuelve con un “paso al acto”, con una matanza en masa y que incluye a sus rivales por el amor de su madre: su padre y su hermana.

Pero para mi la novela aporta todavía algunas ideas liminares, su final. Después del juicio y de su encarcelamiento, Eva visita a su hijo en la cárcel y le pregunta ¿por qué?

La pregunta se queda sin respuesta, pero Eva tiene con su hijo quizá por primera vez un contacto físico afectivo. Se constela definitivamente su arquetipo  Demeter en una de esas visitas y por decirlo en términos comprensibles, le perdona. Pues el amor de Demeter no es un amor ético que ama aquello que merece ser amado, sino lo que es propio. Demeter ama a sus hijos precisamente por ser suyos. No hay nada de ético en ese amor.

Definitivamente y después de todo Demeter le gana la partida a Afrodita.

La fuerza de lo femenino vuelve a emerger de una manera o de otra.

 


Caos y trastorno bipolar

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La relación entre la estacionalidad y/o la circadianidad con ciertas enfermedades está bien establecida. Se trata de las enfermedades cíclicas o circulares, aquellas que evolucionan según un ciclo -casi siempre misterioso- y que aparecen y desaparecen para volver a aparecer más tarde, desde algunas formas de dolor (migraña) algunos trastornos digestivos (ulcus gastroduodenal) o algunas enfermedades de la piel (psoriasis) presentan estas características de periodicidad y de remisiones espontáneas. Sin embargo guardamos el sustantivo bipolar para aquellas enfermedades que se presentan en dos polos aparentemente opuestos, por ejemplo la depresión y la manía.

 

Se trata de una enfermedad psiquiátrica bien conocida que hoy llamamos trastorno bipolar, aunque clásicamente venía denominándose psicosis maniaco-depresiva. Personalmente creo que fue un acierto cambiarle el nombre por dos razones: una es que en el trastorno bipolar no siempre hay psicosis y la segunda es que probablemente la psicosis es otra cosa bien diferente y autónoma de las tres psicosis clásicas: esquizofrenia, paranoia y trastorno bipolar (en adelante TB).

El TB es una de esas enfermedades que han cambiado nuestro sentido de la causalidad en medicina: no parece regirse por una causalidad lineal, no responde a una causa o causas identificables sino que por el contrario presenta un curso caótico.

Su curso caótico puede observarse bien a las claras en sus virajes, de depresión a manía o a hipomanía. Son -de momento- imposibles de predecir, tan imposibles de predecir como el clima. Mucho más diría yo.

Si usted le pregunta a un climatólogo el tiempo que hará el 28 de Noviembre de este año, le dirá con toda seguridad que es imposible de prever. A lo sumo un “hombre del tiempo” puede predecir el clima a una semana vista y aun así se equivocan a pesar de tener modelos cibernéticos que vienen en ayuda de su predicción. Se llama MM5, el programa informático más utilizado para predecir el tiempo y que maneja multitud de variables extraídas tanto de la observación directa, como de un registro histórico y de imágenes de satélite.

Lo cierto es que la Psiquiatría -una disciplina observacional- no ha llegado muy lejos en su intento de predecir estos virajes, más allá de suponer que la primavera y el verano (la estacionalidad), el estrés o la falta de sueño son predictores “fuertes” de un viraje hipo o maníaco en un paciente bipolar. Pero si aceptamos que es el caos el que juega a los dados con el universo bipolar y que el caos se caracteriza por su impredictibilidad caeremos en la cuenta de que es imposible prever una recaída solo con la observación regular de un paciente concreto. Es como si le preguntáramos a nuestro hombre del tiempo “¿Qué tiempo hará mañana? y lo dejamos si sus apoyos informáticos o modelos matemáticos ad hoc. Simplemente no sabría que contestar.

Y no sabe qué contestar porque el número de variables que juegan en la ecuación es demasiado alto y más que eso: porque las variables no se muestran fijas, cambian constantemente. Es por eso que el hombre del tiempo suele equivocarse cuando anuncia que lloverá en Levante, pero no en términos generales cuando anuncia que lloverá en la península entera (y quizá también en el cabo de San Vicente).

Dicho de otra manera: existen microvariables que forjan lo que entendemos como un microclima y lo que es verdad en términos generales casi nunca sucede en ciertos microclimas. Lo mismo sucede en los pacientes bipolares. Sabemos que es altamente probable el viraje o la recurrencia pero no sabemos cuando sucederá en un paciente concreto.

Pues los ciclos son absolutamente personales e individuales, algo así como la ciclogénesis climática o los ciclos geodésicos que acompañan la erupción de un volcán: sabemos que habrá erupción pero no sabemos cuando.

Caos y trastorno bipolar.-

Si es cierto que el TB es una adaptación climática (Sherman, 2001) y que el tiempo se puede predecir entonces los virajes del TB podrán algún día predecirse echando mano de ciertos modelos matemáticos.

¿Es posible pensar en una especie de holter del humor?

Recientemente (2008) un grupo de matemáticos han intentado modelizar el viraje a hipomania en pacientes bipolares tipo II. la pretensión del articulo es poder predecir los “cambios de humor” del bipolar. Para ello utilizan una herramienta matemática avanzada llamada ciclo límite.

El ciclo límite fue inventado por Poincaré, el último gran matemático multidisciplinar. Explicado informalmente, el ciclo límite sería un concepto parecido al de asíntota pero aplicado a una espiral en lugar de a una recta.

ciclo limite

Podemos imaginar que los ciclos repetitivos de eutimia-hipomanía-depresión forman una espiral, en tanto se repiten y vuelven a empezar de nuevo. Ahora bien el tamaño de estas espirales se asemejan, en tanto las duraciones de cada ciclo completo tienden a no ser demasiado dispares en un mismo individuo. Por tanto podemos decir que hay una espiral que sería un atractor de todas ellas y ese seria el ciclo límite.

También podríamos decir que dos bipolares con ciclos límites parecidos tenderían a estar sincronizados en sus estados de hipomanía o depresión. Los autores esperan que reuniendo los datos de muchos bipolares (datos que no tienen) podrán realizar interesantes predicciones de cara a cada individuo particular de tal manera que por ejemplo se pueda ofrecer unas pautas de medicación más personalizadas. También sugieren que esta herramienta matemática pueda servir para realizar ciertas predicciones en la ciclotimia y en la depresión recurrente. Más o menos es lo que puedo decir del articulo aunque seguramente se me escapan algunos detalles.

Y es por eso que dirijo al lector interesado a este post donde el concepto se encuentra bien explicado por un experto.

De momento sabemos algunas cosas dictadas por numerosas observaciones psiquiátricas, son las siguientes:

1.- El TB es dificil de diagnosticar y más cuando el primer episodio es depresivo.

2.- Los pacientes bipolares con hipomanía son dificiles de diagnosticar puesto que la hipomanía puede resultar muy adaptativa y conferirle al sujeto ventajas en su entorno social, algo parecido sucede con las formas menores del espectro bipolar: la ciclotimia y la hipertimia. Las hipomanías pueden ser minimizadas e incluso inducidas por alcohol o drogas (cocaina), durante mucho tiempo sin ser detectadas y obstruyendo la aparición de depresiones en el corto plazo.

3.- La detección precoz es la mejor fórmula para impedir que los ciclos se repitan y minimizar la evolución hacia un defecto neurobiológico (que suele ser parecido al de la esquizofrenia).

4.- En el momento actual solo la toma de ciertos fármacos (antipsicóticos, antidepresivos, litio o eutimizantes, junto con la psicoterapia) y la psicoeducación, son las únicas herramientas que podemos utilizar para frenar o remodelar la amplitud y duración de los ciclos.

5.- Un psiquiatra experimentado puede tardar entre 10 o 15 intentonas antes de dar con la medicación adecuada para normalizar a un paciente determinado.

6.- Dado que la depresión es una experiencia aniquiladora en relación con la hipomanía y la manía es posible especular que quizá tengan razón aquellos psiquiatras clásicos que pensaban que “la manía es una defensa contra la depresión”. Dicho en términos más actuales seria posible suponer que venimos de serie equipados con algún tipo de dispositivo destinado a gatillar la depresión, es decir algo que nos permita abandonar la depresión de forma fisiológica. Una especie de antidepresivo fisiologico. Y de momento el mejor posicionado es la luz.

Me doy cuenta de que he relacionado el clima con el TB y he nombrado de pasada la osada hipótesis de Julia Sherman a propósito de que el TB sería en realidad una adaptación al clima ancestral, más que eso Sherman cree que el TB podría estar representando una herencia de los Neanderthales de modo que dedicaré mi próximo post a hablar de estas curiosas relaciones que mantiene el TB con “el tiempo” o mejor “el clima”, aunque sería mejor hablar de paleoclima puesto que los entornos que supuestamente indujeron aquella adaptación ya han desaparecido casi por completo.

Bibliografia.-

Bipolaridad: orden y caos

Julia Sherman: The evolutionary origins of bipolar disorders (2001)



Verdad, ficción y narrativa

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ficciones

Escribo este post después de leer la novela de Lionel Shriver “Tenemos que hablar de Kevin” de la que hablé aqui y aqui donde monté una narrativa personal a propósito de la misma. Este post debe considerarse como una enmienda intelectual, una especie de penitencia psicológica que me ha venido después de leer esa magnifica novela y que aun siendo una obra de ficción no es ajena a la realidad de casos similares. Esos casos en los que un escolar irrumpe con armas en su propio colegio y la emprende a tiros con todo lo que se mueve indiscriminadamente.

Después de leer la novela uno se queda con la idea de que cualquier teoría sobre este tipo de acontecimientos es falsa o dicho de otra manera: no podemos llegar a saber la verdad. O también: se pueden construir tantas teorías como mentes pensantes se dediquen a ello. Si Kevin, era un psicópata, un psicótico o un autista pasa a un segundo plano. Si Eva, la madre quería o no quería a Kevin, si lo crió adecuadamente o cualquier hipótesis que pueda construirse sobre su deseo consciente o inconsciente se transforma en banal en comparación con la siguiente pregunta.

¿Qué es la maldad?

O ¿Puede existir una maldad independiente de las condiciones ambientales concretas?¿Existe una maldad endógena o innata?¿Podemos hablar de una ciencia de la maldad tal y como propone Simon Baron Cohen?

Nos encontramos aquí con una dificultad del lenguaje: la maldad es un criterio moral y por tanto no puede estar codificado en los genes si bien  puede estar codificado en algún otro lugar. La maldad existe pero sólo existe en tanto que dividimos el mundo en cosas buenas y cosas malas. Matar es una cosa mala ciertamente pero lo es en tanto en cuanto, matar es sancionado colectivamente por el grupo. El “No matarás” es un mandato del grupo frente al egoísmo del individuo que puede tener muchas razones -usualmente la venganza- para matar a sus enemigos. Pero lo que resulta incomprensible son los crímenes sin sentido, es decir los crímenes que se cometen porque sí, donde el criminal no gana nada y lo pierde todo.

Nuestra confusión no puede explicarse desde una perspectiva naturalística, pues la maldad no hay que ir a buscarla en los genes sino en la moral, un registro ajeno a la biología. En algo externo al individuo y consensuado por el grupo de pertenencia. Es moral lo que el grupo considera moral y es inmoral lo que el grupo así considera, aunque lo moral y lo inmoral sean a veces categorías injustas. Pues lo moral no se inventó para resultar justo o equitativo sino para proteger al grupo (al colectivo) de las trampas y los egoísmos individuales (Haidt, 2003).

Es precisamente este “sin sentido” lo que nos resulta tan dificil de metabolizar y es por eso que construimos ficciones. No podemos saber la verdad sobre Kevin pero podemos construir una y mil teorías sobre él y los aspectos de su crianza o de sus genes relacionados con la tragedia.

La gracia que tiene la novela es que Shriver juega con esa incertidumbre de tal manera que el lector ignora a la vez que es cómplice de saber lo que Eva nos relata. El lector no puede dejar de saber lo que sabe. El lector no puede mirar hacia otro lado como hace el padre. El lector sabe que la madre sabe y que el padre ignora. El lector sabe que hay una alianza entre Kevin y el padre y en contra de la madre. Una alianza siniestra.

Y también sabe que Kevin está lleno de odio pero no sabe las razones. No podemos saberlas.

La mente humana se lleva muy mal con los sin sentidos, lo que es lo mismo que decir que somos muy hábiles a la hora de construir sentido para cualquier cosa,y aunque fracasemos en ello al construir a veces sentidos delirantes o exóticos para entender la realidad, siempre hay un segmento de la misma que se escapa a nuestro raciocinio. Y la maldad es una de estas entidades. Una entidad metafísica.

Y es por eso que construimos ficciones. Ficciones y narrativas explicativas que no podemos saber si son o no son verdad pero que nos resultan tranquilizadoras o explicativas para según quién.

Pero lo cierto es que realidad y ficción mantienen entre si una extraña relación de complicidad y de solapamiento. Y más: la realidad es inexplicable en términos de sentido.

Y no hay que confundir la realidad, la verdad, el medio ambiente o el hábitat. Si usted va por la calle y sufre un atropello, este atropello es de verdad pero no procede de la realidad sino del hábitat urbano en que usted se desenvuelve. Si un familiar se le muere, muchos le dirán que es ley de vida y es cierto: forma parte de nuestra realidad como humanos.

Pero no es a esta realidad/verdad a la que apelo sino a la otra , a la que construimos. Nosotros no somos sólo animales más o menos hacinados en la gran ciudad, de manera que no estamos solamente sometidos a ese hábitat que puede atropellarnos, sino que vivimos en una cultura.

Y una cultura no es ni hábitat, ni medio ambiente, es un constructo humano tejido por aposiciones, por acumulación de saberes, tradiciones, rituales, expectativas, etc, una especie de herencia lamarckiana que es el resumen de millones de años de evolución gradual . Es una base de datos acerca del mundo de la que echamos mano para comprender y representarnos esa realidad que carece tantas y tantas veces de sentido y que nuestro cerebro no puede procesar.

Pues la realidad solo puede ser representada.

Necesitamos la ficción para aprehender la realidad, para hacerla nuestra e injertarla de vuelta en nuestro cerebro en su código de iones y química. Y no sólo la necesitamos -estando como está fuera de nosotros- sino que no tenemos más remedio que aceptarla como único medio de entender la realidad. A cambio no tenemos más remedio que aceptar que la simulación, el engaño y el autoengaño forman parte de nuestro acervo cotidiano. Y eso no nos hace menos auténticos sino simplemente humanos. Y condenados a auto-inventarnos un lugar en el mundo.

Y aceptando que ninguna ficción es la verdad y que solo podemos acercarnos a ella con una herramienta: la narrativa. La verdad es inaccesible para los humanos y lo es porque:

Pensemos en las dificultades de que tienen los historiadores para recomponer la secuencia de hechos que dan lugar a un acontecimiento histórico cualquiera. ¿Cuales fueron las causas de la guerra civil española? Si lo que pretendemos es “saber la verdad de lo que pasó” estamos perdidos pues causas y efectos no siguen una lógica lineal. Por eso para desvelar la verdad necesitamos construir ficciones más o menos aproximadas a los hechos  y es así como se conducen los eruditos pues un acontecimiento histórico cualquiera admite múltiples interpretaciones (ficciones) pues la verdad histórica en su mayor parte es opaca y lo peor: carece de sentido o propósito como la muerte individual o la Evolución. Un acontecimiento no es causa ni efecto de otro sino que se solapa sobre el anterior sin que acabe de explicarlo del todo. Como en la evolución no se puede hacer marcha atrás y no tenemos más remedio que utilizar los diseños anteriores que en cualquier caso no se pueden deshacer.

No podemos conocer todos los pasos. Por eso cualquier verdad está siempre clausurada a la disciplina que la estudia. Al Derecho sólo le interesa la verdad formal, aquella que se puede demostrar en un juicio, a la policía le basta con su experiencia o intuición para saber quien es el asesino, aunque la mayor parte de las veces no lo pueda demostrar y por tanto su verdad es una verdad mutilada que queda sin castigo, a la opinión publica le bastan algunos detalles para saber quien es culpable y de qué y a los psicólogos les basta echar mano de sus teorías, sean cuales sean para llegar a la conclusión de que Kevin era un psicópata innato, mientras otros dirán que la madre lo torció a partir de su falta de amor.

Todo es una verdad parcial pues la Verdad esta vedada para nosotros los humanos.

Pues la verdad es también una entidad metafísica que no puede tratarse como si fuera algo fenoménico, siendo como es es su mayor parte noumeno y no representable. Y Kevin era sólo el soporte material de esas entidades metafísicas que se constelan en los seres individuales.

De él solo podemos saber una cosa: odiaba a su madre pero es precisamente su madre a la única que respeta en su ira homicida.

Lo cual también da para construir una narrativa más sofisticada.

 

La verdad psicológica.-

Probablemente sea la psicología la disciplina que ha desplegado una mayor cantidad de narrativas a fin de encontrar explicaciones para las enfermedades sean fisicas o mentales. Comenzando por el psicoanálisis y terminando con los ultimos desarrollos de psicologías exóticas, todas han contribuido en menor o mayor medida a ampliar hasta el paroxismo las hipótesis que pretenden explicar ciertas enfermedades (que algunos dan por demostradas) como este señor de aquí abajo que incluso tiene web y escuela.


Narcisismo, narcisismo patológico y narcisismo maligno

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manzana

Recientemente hemos hablado mucho del narcisismo durante algunas sesiones clínicas, pero tengo la impresión de que se trata de un concepto mal comprendido. La mayor parte de las personas que conozco -y estoy refiriéndome a los profesionales que no tienen formación analítica- piensan que el narcisismo es un rasgo o conjunto de rasgos de la personalidad, una entidad nosográfica perteneciente al cluster B, tal como el TLP (trastorno limite de la personalidad) el trastorno antisocial o el histriónico. El término ha sufrido tal proceso de vulgarización que las personas suelen hacerlo equivaler a la vanidad, la autoimportancia o la arrogancia.

 

Pero el narcisismo no es sólo un rasgo descriptivo, un mito griego o el apellido de un cierto TP que se refiere a la “imagen que uno tiene de sí mismo” sino sobre todo el subproducto de una escisión original que nos viene de serie a los humanos cuando hacemos una primera operación psicológica: aquella que divide al mundo en fuera-dentro, yo y el otro, malo y bueno. Una especie de semilla que dará desarrollos muy diversos según y como cada individuo lo transite en su devenir genético-dinámico.

En este sentido el narcisismo es una estructura, una matriz.

TPs

Otto Kernberg es un psiquiatra y psicoanalista de origen austríaco pero formado en Chile que pertenece a un grupo de psicoanalistas (Gomberoff, Kohut) de tercera generación: aquellos que ensayaron y adaptaron la psicoterapia psicoanalítica a los trastornos más graves de la personalidad o incluso a las psicosis. Se trata de un grupo de autores que debieron reconceptualizar las ideas tradicionales del psicoanálisis sobre transferencia, contratransferencia y de técnica a fin de superar aquel viejo antagonismo freudiano que dividía las neurosis en narcisistas -inanalizables- y las neurosis corrientes que eran de hecho analizables porque podía establecerse y analizarse una neurosis de transferencia.

De sus ideas no voy a hablar aqui sino para servirme de ellas para iluminar el termino “narcisismo”, pero el lector interesado puede consultar este breve articulo o bien recurrir al libro de Kernberg sobre los trastornos más graves de la personalidad que recomiendo un poco más arriba.

Lo que Kernberg propone es una nueva clasificación de los trastornos mentales aportando la idea de que los manuales diagnósticos son en realidad conjuntos de descripciones atéoricas. Y sin una teoria que sustente las descripciones corremos el riesgo de no saber qué estamos conceptualizando a través de los manuales diagnosticos (DSMs). Propone una mezcla de conceptos estructurales (genetico-dinámicos) junto a las definiciones descriptivas.

En realidad, sin una teoria que sustente nuestra busqueda, estamos más que perdidos, porque no podemos atrapar las sutiles diferencias que se esconden tras los conceptos. Un ejemplo de esta sutilidad es el propio concepto de “Narcisismo” sobre el que volveré más abajo. No necesitamos clasificaciones operativas sino una innovación que transforme una psicopatología burda en una mucho más sutil y que nos permita atrapar diferencias entre conceptos que aparentemente señalan hacia lo mismo.

Kernberg, que acuñó el termino “ estructura borderline de la personalidad” ha trabajado mucho en los aspectos de estos desarrollos naricistas de la personalidad, asi ciertos trastornos proceden de ese núcleo que llamamos narcisismo y que podemos entender mejor si observampos la manzana de Magritte que preside este post: una manzana que ocupa casi todo el marco del cuadro, todo el espacio mental sería ocupado por el Yo que es en esta metáfora la manzana.

kernbergComo podemos observar en este grafico Kernberg propone una clasificación genético-dinámica de la personalidad y que procede de su diferenciación entre temperamento y carácter, los introvertidos estarian en la parte izquierda del gráfico y tendrian preferencia por ciertos desarrollos, mientras que los extrovertidos estarían en la parte de la derecha siendo el trastorno antisocial el desarrollo más grave de la personalidad, lo que nosotros entendemos como psicópatas.

Pero no todos los narcisismos son iguales: existen al menos tres categorías, el narcisismo normal, el patológico y el maligno y como puede verse en el gráfico, con distintos destinos. El narcisismo es la matriz desde donde parten desarrollos tanto de rasgo como de estado. El narcisismo puede derivar en hipomanias, anorexia mental, y psicosis en general, a la vez que comprende una amplia gama de personalidades del cluster B.

Caracteristicas comunes de los trastornos narcisistas.-

Existen tres variables que comparten todos los trastornos del taxón o espectro borderline o limitrofe, son éstas (observese que las definiciones no son descriptivas sino estructurales):

1.- Existencia de un Yo grandioso.

2.- Utilización de mecanismos de defensa de bajo nivel.

3.- Mantenimiento del juicio de la realidad

Un Yo grandioso.-

La manzana ocupa todo el cuadro planteando un problema de espacio, el espacio que deberia quedar libre para “lo otro”. En términos descriptivos todos conocemos personas que presentan esta hipertrofia del Yo, esa especie de “hidrocefalia psicológica” de la que habla Kernberg. Una persona asi tiene necesidad de ser el único, de ser el centro de atención, no tiene ninguna gratificación por sus logros escolares o personales y pueden presentar sintomas de apatía que pueden identificarse como depresivos o evidencias de una autoestima a “prueba de bomba” a pesar de carecer de logros personales.

Estos niños no tienen la capacidad de sublimación que tiene el niño normal; un chico con narcisismo normal que saca la mejor nota en el colegio, está contento y feliz con esto y eso lo estimula a hacer más; en cambio, muchos de estos niños tienen un coeficiente de inteligencia bastante alto, pueden ser el primero de la clase, pero ellos, si son los primeros de la clase, es porque eso les permite ser el centro de atención, ellos no están interesados por aprender, comprender, y realizarse, sino que eso es una excusa para llamar la atención de los otros.

Otros a los que eligen en función de su sumisión, eligen a otros niños a los que puedan explotar o manipular para sus fines. Eligen a quien admire sus hazañas. Suele decirse que estos niños carecen de empatía pero en realidad el “otro” simplemente no existe, pues el otro no es sólo la percepción que tenemos de él sino -y sobre todo- representación interna. Es eso lo que estos niños no tienen: una representación del otro.

Mecanismo de defensa de bajo nivel.-

Los mecanismos de defensa no pertenecen todos al mismo nivel según una jerarquía de costo-eficacia. Defenderse de los contenidos mentales no sale gratis, y algunos de ellos son más eficaces que otros a la hora de eludir las consecuencias temidas con las que nuestro Yo inconsciente trajina a diario. Así la formación reactiva, la sublimación e incluso la represión son mecanismos de cierto nivel mientras que la escisión, la negación y la identificación proyectiva son mecanismos de muy bajo nivel y crean irrealidades y sobre todo problemas en las interacciones con “lo otro”. Veremos la escisión y la identificación proyectiva.

La escisión.-

¿Qué esconde esa manzana gigantesca que preside el post?

Lo que tapa y obtura esa manzana es lo que no se ve. En las personas normales la escisión opera sobre lo bueno-malo, es decir sobre el objeto de la primera dependencia: la madre. Hay una madre buena y una madre mala (que no está, que no atiende, que no habla, que no entiende el llanto el dolor del bebé), esa madre mala es sepultada en el inconsciente, mientras que la buena es objeto de identificación, pues nos identificamos con aquello que amamos. Lo interesante de estos niños es que la escisión no tiene lugar en el sentido de bueno-malo, sino en el sentido de Yo grandioso-Yo vulnerable. Lo que es sepultado en el inconsciente es la propia vulnerabilidad del niño.

La identificación proyectiva.-

La identificación proyectiva consiste en inyectar o inocular en el otro algo rechazado por uno mismo. Lo que hacen este tipo de personas es inyectar en los demás sus ansiedades, rabia, temores, miedos, culpa, confusión o malestar. Cuando uno trata con alguna de estas personas – a las que usualmente describimos como tóxicas- siempre queda uno prendido de sus manipulaciones y a cargo de sus malestares. Las personas normales tienden a sentirse culpables, deprimidos, o frustrados sin caer en la cuenta de que han sido victimas de una contaminación proyectiva.

Una contaminación que al mismo tiempo protege el Yo grandioso de estas personas, que digámoslo claramente sirve para distraer y amortiguar el enorme malestar que solo a través de esa manzana enorme que tapa todo el cuadro son capaces de contener.

Veamos por ejemplo como trajinan con la envidia.

La envidia normal está bastante relacionada con la admiración. Es la otra cara de la moneda por asi decir. Si yo envidio los éxitos académicos de un compañero en realidad estoy admirando sus cualidades para alcanzarlos, le llamamos envidia sana. Uno desearia para sí los exitos de ese otro si bien sabe que en su persona estos éxitos son inalcanzables, a partir de ahi puede hacer varias operaciones, usualmente la devaluación del mérito del otro o bien la admiración franca, eso hacemos casi todos.

Pero este tipo de personas no sienten envidia por los éxitos concretos de nadie -pues no están interesados en nada- sino que sienten envidia de que los demás tengan objetivos, se aficionen o se enamoren de algo y persigan un camino personal. Su apatía raya en la depresión pero en realidad no es una depresión sino una incapacidad para desear nada (de lo otro) que no tenga relación con el mantenimiento de su Yo grandioso.

Mantenimiento del juicio de la realidad.-

Aunque los psicópatas graves a veces pueden cometer delitos absurdos, extremadamente crueles o gratuitos que para la opinión publica son sinónimo de locura, en realidad existe una linea roja que los psicópatas no cruzan jamás, ese paso de la psicopatia a la psicosis o a la depresión espontaneamente seria en realidadun signo de buen pronóstico. Es por eso que algunos autores han propuesto la psicotización como método de tratamiento para algunos psicópatas graves. Algo que nos permite elucubrar sobre las relaciones que guardan entre sí ambas entidades: ¿son los psicopatas psicóticos sin desencadenar?

En este sentido afirma Paulina Kernberg:

La mayoría de estas personas no cambian en el hospital, incluso en hospitales buenos donde están de seis meses a un año, y hay actualmente un ensayo bastante provocador, y con esto termino, del Doctor Berlín de colocar a adolescentes criminales (delincuentes criminales, algunos que han matado a dos o tres personas) en un ambiente en que todo lo que le va a pasar al paciente es totalmente imprevisible. Es decir, cuando el paciente se está portando bien, se le manda a la celda de aislamiento; cuando el paciente está aterrorizando a sus compañeros en el almuerzo y les está quitando el postre, por ejemplo, le dicen: -”vete a la cafetería a tomar una Coca-cola y pastel”. Es decir todo lo que pasa es totalmente imprevisible, es un poco como el ambiente de la fiesta de té de “Alicia en el país de las maravillas”. Todo es loco para el chico porque no puede predecir lo que está pasando. Entonces, lo que se ha visto es que el pre-adolescente ó adolescente entre 12 y 17 años) empieza a angustiarse y empieza a depender del terapeuta.

Se les asigna una sola persona con la cual ellos pueden conversar y acaban diciendo: “Mire, esto es una casa de locos; aquí me castigan, yo no sé cuándo me va a pasar qué, yo no sé cuándo voy a almorzar, no sé cuándo voy a dormir; esto es loco, loco”- Se transforma entonces este psicópata al cabo de 2 ó 3 semanas en un caso sintomático de angustia y/o depresión, en algunos casos de psicosis.

Bueno, la angustia y la depresión la podemos tratar, la psicosis la podemos tratar. Entonces es posible cambiar. Cambiaríamos algo que no se puede tratar, conductas antisociales severas, en síndromes que se pueden tratar. Esto se está realizando actualmente en Nuevo México, en un servicio exclusivamente para jóvenes criminales de este tipo.

Bibliografía.-

La patologia narcisista explicada por Paulina Kernberg (conferencia)

 


Mesa redonda sobre trastorno bipolar

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Los días 22 y 23 de Mayo tuvo lugar en Castellón las VI jornadas sobre trastorno bipolar organizadas por la AVTB (Asociación valenciana de trastorno bipolar). En ella tuvo una amplia representación el servicio de Psiquiatría del Consorcio Hospitalario de Castellón.

Intervenciones.-

Dr Rafael Mora: la neurobiología del suicidio

Dr Gonzalo Haro: El trastorno esquizoafectivo.

Dr Matias real: El trastorno bipolar en los niños.

Moderó Dr Francisco Traver

Aquí os la dejo:


¿Es el trastorno bipolar una adaptación climática?

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Conferencia pronunciada por el Dr Francisco Traver el dia 23 de Mayo de 2014 en la Jornadas de la AVTB (Asociación valenciana de trastorno bipolar) en Castellón de la plana.


La consciencia quíntuple

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La consciencia parece comportarse siguiendo las leyes de la fisica cuántica, eligiendo y colapsando una función de onda. En este dibujo podemos ver perfectamente como este cilindro se refleja alli como un circulo y aqui como un rombo. Las dos percepciones son verdaderas pero no pueden darse a la vez porque la decisión por una de ellas colapsa a la otra.

¿Cual es la diferencia entre mente y consciencia? ¿Por qué necesitamos otra palabra para nombrar ese intangible que llamamos mente? ¿Es la consciencia algo que procede del cerebro o es algo que le precede?

En este post voy a intentar darles una visión sobre estos temas basándome en las opiniones de Amit Goswami un físico teórico de origen hindú que ha elaborado una teoria holística sobre la consciencia y que recoje las ideas expresadas previamente por Donald Campbell en 1974 acerca de la causación descendente.

La causalidad descendente significa que una vez creado un nivel emergente superior este nivel posee efectos causales sobre el nivel inferior. Dicho de otra manera si existe ese algo inmaterial que conocemos con el nombre de mente y esa mente emergió de la materia (cerebro) esa mente ha de tener propiedades y efectos causales sobre el nivel inferior: sobre el cerebro y el cuerpo.

La ciencia convencional hasta el momento se ha ocupado de la dirección contraria: la patologia médica sabe y acepta que de los niveles inferiores (celulares) surgen patologias que enferman tejidos, órganos y sistemas, sin embargo esta misma ciencia ha sido reacia a admitir que del mismo modo la flecha de la causalidad puede ir de arriba hacia abajo.

Paradójicamente con esta idea, la mayor parte de los investigadores admiten el efecto placebo: que la creencia del enfermo de estar tomando algo que va a ser beneficioso para su salud (aunque se trate de algo inerte) resulta en beneficio para la misma. Personalmente no me cabe ninguna duda de que si existe el efecto placebo es precisamente porque existe una flecha que va desde la mente hacia el cerebro y el cuerpo, de lo inmaterial (lo indeterminado y sutil) a lo material (determinado y denso). Tambien está admitido el efecto causal psicológico del trauma sobre el organismo, menos definidos se encuentran los efectos conversivos o psicosomaticos psicológicos que se categorizan con el nombre inespecifico de estrés.

Del mismo modo que lo material puede enfermar la mente, tambien la mente puede enfermar al cuerpo.

Si el efecto placebo existe la causación descendente existe también.

Lo que es lo mismo que admitir que si la mente puede enfermar el cuerpo tambien puede ayudar a sanarlo.

Ahora bien este planteamiento nos vuelve a enfrentar contra las cuerdas del viejo cuadrilátero de la dualidad ¿es que existen entonces dos principios operando de forma independiente uno de otro? ¿Cómo podemos encajar los hechos anteriormente reseñados haciéndolos compatibles con una visión no dual del dilema mente-cerebro?

Para Goswami el dilema mente cerebro, solo puede resolverse admitiendo que existe una sustancia no material, la consciencia que los incluye a ambos y que los pone en contacto. En este sentido mente y cerebro operarían en paralelo y sería la consciencia la que los incluiría a ambos. La mente y el cerebro serían diferentes manifestaciones de la consciencia. Goswami propone un funcionamiento cuántico para la consciencia basado en los principios de incertidumbre y no localidad. La consciencia elige y elegir significa colapsar una posibilidad, es por eso que un significado cognitivo inadecuado puede derivarse hacia el polo somático o hacia la mente, causando sufrimiento mental o fisico.

Tal y como podemos ver en el siguiente esquema:

Goswami define 5 tipos de consciencia alimentadas por energias cada vez mas sutiles (de abajo-arriba) y algunas de ellas no-fisicas, aunque para hacerlo más digerible lo he dejado solo en dos -en el esquema- para que pueda verse el procesamiento en paralelo de mente y cerebro y como ambos tipos de procesamiento de la información contienen el cuerpo fisico en su octava más baja incluyendo el cuerpo sutil o etérico, ese que pinchamos con las agujas de la acupuntura..

La idea fundamental de esta teoria que se llama holística e integral es que cada enfermedad o dolencia hallaria su origen o causa en un nivel determinado de la consciencia y para hacernos entender mejor este concepto de consciencia propone el siguiente experimento mental:

Imagine que llena una botella de agua y que arroja esta botella al mar. La botella tendrá agua dentro y agua afuera, esto es precisamente la consciencia: la unica diferencia que existe entre el agua de afuera y la de adentro es que existe una separación entre ambas (el frasco), esa separacion es el cuerpo fisico que nos hace vivir la ilusión de separatividad.

Todo es pues consciencia. Y si todo es consciencia no hay más dualidad.

Pero la consciencia tiene como decía antes al menos 5 grados de constelación en el cuerpo. Asi de abajo-arriba o de lo más denso (la materia) hasta lo más sutil (la consciencia propiamente dicha) existen estas estructuras anidadas unas dentro de otras más abarcativas:

1.- El cuerpo fisico. Aunque la medicina convencional piensa que el cuerpo fisico se enferma solo (a partir de daños celulares, genéticos o moleculares), y solo contempla la posibilidad de la causación ascendente (que puede ocurrir) el cuerpo fisico puede enfermar también a partir de causalidades que se encuentran mas arriba de él, sobre todo a partir del siguiente:

2.- El cuerpo o consciencia vital. Es una especie de molde morfogenético o energético del anterior (cuerpo etérico), es el cuerpo de la medicina tradicional china (MTC) y la acupuntura, tambien los chakras indios se relacionan con este cuerpo vital que hace corresponder órganos energéticos con órganos materiales.

3.- La consciencia mental. Es la mas conocida de las formas de consciencia que algunos llaman conciencia (sin s), es decir el hecho de poseer una subjetividad idiosincrásica diferente al resto, una consciencia limitada por los procesos de condicionamiento, de las conceptualizaciones y las creencias.Lo mental puede enfermar por sí mismo (un trauma) o a partir de causas supramentales o de la consciencia propiamente dicha. Es inutil tratar de sanar un problema mental apuntando a un nivel inferior de la consciencia, aun admitiendo que lo mental pueda llevar arrastres en niveles inferiores a sí mismo.

4.- La consciencia supramental. La mente del arquetipo, la intuición y la creatividad. Lo que caracteriza lo supramental es la emergencia de saltos cuánticos o discontinuidades, es decir la intención de nuevos significados en patrones por otra parte ya conocidos.La causa más importante que puede llevar a enfermar o perturbar este nivel es la ilusión de separatividad.

5.- El cuerpo espiritual o consciencia propiamente dicha conocida en la tradición mística como cuerpo de gloria.

Como puede observarse la consciencia tiene dos procesadores energéticos conectados en paralelo, dos niveles mentales y dos niveles fisicos. El nivel causal que explica tanto las enfermedades como las dolencias se instalan en estos distintos niveles y el estacamiento de energía sucede en uno o varios niveles al mismo tiempo. Naturalmente en cada nivel el tránsito puede estar interrumpido por bloqueos.

Y cada nivel superior abarca, contiene y trasciende al inmediatamente inferior, como aqui:

O como dicen aqui:

“Los seres que tienen una forma,

en cualquier matriz que se produzcan

el gran Brahmán es su matriz común.”

(Bhagavad Gita XIV, 4)

Bibliografía.-

Amit Goswami: “El médico cuántico”. ediciones Obelisco. Barcelona 2008.


Estigma, autoestigma y antiestigma

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masoquismo1

¿Fatalidad u ornamento?

El término “estigma” fue acuñado en 1963 por el sociólogo Erving Goffman cuyas ideas han tenido una enorme repercusión en la psiquiatría moderna, cabe recordar que fue Goffman precisamente el que llamó la atención en su libro de culto “Internados” sobre los efectos dañinos de las instituciones totales sobre los individuos y de cómo los cuarteles, asilos, internados, hospitales, orfanatos o manicomios ejercían una presión normativizante sobre los internos generando nuevas patologías sobreañadidas a las que presentaban los individuos antes de su internamiento en esos lugares y que de alguna forma propició en los años 70 el desmantelamiento de estos siniestros entornos y su sustitución -cuando fue posible- por estructuras comunitarias diseñadas a escala humana.

Goffman (1963) en su libro que subtitula como la “identidad deteriorada”, plantea el caso de una muchacha que nació sin nariz y que pudo tolerar ese “defecto” precisamente hasta el momento en que su atractivo físico se impuso como señuelo para continuar su proceso de socialización, decía:

Antes se burlaban de mí y no era tan terrible, pero ahora me gustaría tener amigos con quienes salir los sábados a la noche como las demás chicas, pero ningún muchacho me va a invitar, porque aunque bailo muy bien, tengo una linda figura y mi padre me compra lindos vestidos, nací sin nariz.
Me siento y me observo todo el día y lloro. Tengo un gran agujero en medio de la cara que asusta a la gente y también a mí; por eso no puedo culpar a los muchachos de que no quieran invitarme a salir con ellos. Mi madre me quiere pero se pone a llorar desconsoladamente cuando me mira. ¿Qué hice yo para merecer esta terrible desgracia? Aunque hubiera hecho algo malo, nada malo hice antes de cumplir un año, y sin embargo nací así. Le pregunté a mí papá me dijo que no sabía; pero tal vez algo hice en el otro mundo antes de nacer, o quizá me castigaron por sus pecados. Eso no lo puedo creer porque él es un hombre muy bueno. ¿Debo suicidarme?”

En el texto anterior podemos observar como la estigmatización de alguien no siempre es un problema de mala fe, ¿qué sucede con la sexualidad de los discapacitados, de los deformes o de los simplemente feos de remate? No debemos ser demasiado optimistas ni optar por las buenas intenciones que nos lleven a concluir precipitadamente que somos injustos con nuestro prójimo y aunque es cierto que muchos de los efectos del estigma distan mucho de haber sido extinguidos del catálogo de respuestas emocionales -usualmente de exclusión- a lo diferente., a lo insólito, a lo extravagante o a las rarezas, la verdad del asunto es que el estigma es algo mucho más complejo que pueda ser resuelto con información, educación o empatía pues en ocasiones apela a algo -la repugnancia en el caso de la chica sin nariz-  tan arcaico como el miedo o la aprensión.

En este post hablaré de la estigmatización y también de la autoestigmatización que parece acompañar al desarrollo de la conciencia humana como un peaje autoimpuesto cuando alguien no cree cumplir los objetivos que comparten las mayorías, cuando alguien no ajusta bien en el lecho de Procusto. Hablaré de las nuevas conductas de estigmatización y de la persistencia de las antiguas y daré mi opinión sobre la dificultad para construir un mundo sin estigma, algo tan complicado como construir un mundo al servicio de la razón o la justicia.

Y es tan complicado porque venimos equipados de serie para detectar amenazas y esas amenazas siempre proceden de los intrusos y los desconocidos: de aquellos que no comparten con nosotros, el color de la piel, la orientación sexual, el tamaño o forma de su cuerpo o el raciocinio consensuado por las mayorías.

Dicho de otra manera: el estigma no siempre recae sobre el raro, sobre el loco o sobre el distinto, sino que muchas veces también puede recaer por su rareza con el genio o simplemente con aquel que no sigue al abanderado o al que vive contracorriente, hay algo en el estigma que se opone pues al proceso de normativización y a la uniformidad.

Lo que caracteriza además la estigmatización es que aquellos que estigmatizan una determinada conducta- aquella que escapa a los consensos mayoritarios- es que suele atribuirse a un defecto moral, es decir los que estigmatizan algo lo hacen porque están persuadidos de que el individuo es culpable (por algún déficit moral sin definir) en su proceso de estigmatización. Así los obesos -fuertemente estigmatizados hoy en el mundo escolar-, son acusados de poseer poca capacidad de control o no participar de los juegos violentos, he oído decir a muchas personas que los gordos ocupan mucho espacio y que por esta razón les endosan características de egoísmo “espacial” y que carecen de recursos morales para hacer frente a su glotoneria. Los que estigmatizan la homosexualidad lo hacen porque atribuyen un vicio -un exceso lujurioso- en la raíz de las relaciones homosexuales, los que estigmatizan el consumo de drogas lo hacen persuadidos de que existen razones de holgazaneria y de escasa fiabilidad en los consumidores, lo que estigmatizan a los ex-presidiarios lo hacen porque creen que estas personas no serán nunca de fiar y los que estigmatizan por el color de la piel lo hacen asociando la raza a características míticas sobre la misma.

Con los locos lo que suele suceder es que se identifica locura con peligrosidad cosa que es totalmente incierta desde el punto de vista estadístico (como inciertos son el resto de ejemplos anteriormente enunciados). El número de delitos cometidos por los enfermos mentales es -como todo el mundo debería saber hoy- significativamente inferior en comparación con la población general. Los cuerdos suelen más mucho mas antisociales que los locos al menos en su tendencia al crimen.

El estigma o la estigmatización se refiere a conductas en cortocircuito (automatizadas) que tienden a establecer separaciones y puenteos de exclusión entre unos y otros basadas en apreciaciones inciertas sobre las intenciones o las razones de los otros, sus efectos son bien conocidos políticamente hablando: los enfermos mentales disponen de menos recursos que el resto de beneficiarios de la seguridad social, los homosexuales son discriminados en el trabajo y en los entornos normalizados, los niños gordos son desplazados de su proceso natural de socialización y condenados al ostracismo o al fracaso escolar, los inmigrantes son empujados a vivir en guettos donde la integración real brilla por su ausencia.

Sin embargo haríamos mal en dividir el mundo entre malos (estigmatizadores) y victimas buenas (estigmatizados). Un discurso así nos llevaría  fracturar el tejido social llenando de culpabilidad y mala conciencia a los ciudadanos normales que ni estigmatizan ni son victimas de la autoestigmatización, algo así sucede con ese constructo teórico que denominamos “lo políticamente correcto”, es decir mensajes acerca de lo que deberíamos pensar o decir en público y que usualmente entran en contradicción con lo que sostenemos en privado.

Y haríamos mal por dos razones:

1.- Porque la estigmatización es una estrategia biológica que evolucionó desde entornos arcaicos donde muy probablemente “lo diferente” y lo amenazante eran sinónimos. Se trata de una prestación analógica (irracional), gruesa y poco sutil pero muy útil para la supervivencia, es decir, se trata de una adaptación para detectar amenazas y para ejercer presión sobre las conductas ajenas disidentes. Dicho de otra forma la estigmatización evolucionó como una forma de introducir presión sobre las amenazas y no solo para evitarlas.

2.- Porque el estigma está muchas veces autoimpuesto por el estigmatizado que encuentra en el propio estigma una identidad para medrar socialmente. Lo cierto es que autoestigmatizarse es una medida de evasión social que tiene algunos beneficios secundarios.

Sucede efectivamente, que las personas no sólo se sienten excluidas por razones reales como la muchacha que nació sin nariz sino que muchas veces y en entornos opulentos podemos observar como sucede en ciertas patologías, que las personas construyen sus propios signos de autoestigmatización, a través de identificaciones con lo repulsivo o lo monstruoso (antivalores), algo que podemos ver perfectamente en la anorexia o en la dismorfofobia, donde se exageran pequeños defectos (que son vividos como un estigma moral) y se construyen otros defectos (la extrema delgadez) que son en sí mismos una señal inequívoca de mala salud. En la dismorfofobia por ejemplo lo que sucede es que se exagera aun pequeño defecto físico y se convierte en una lacra que legitima al autoestigmatizado para una conducta de huida social.

Algunos se empeñan en dar miedo o asco y lo consiguen.

De manera que no estoy de acuerdo con los que piensan que la psiquiatría estigmatiza por sí misma sino que creo que lo que sucede es todo lo contrario: son los enfermos mentales no tratados o abandonados a su suerte los que se encargan de diseminar entre la población el estigma que acaba operando como una predicción paradójica, como una profecía autocumplidora. Dar de alta prematuramente a un paciente psicótico es obligarlo a pregonar  a los cuatro vientos su sintomatología lo que disminuye su reputación y se convierte en un atractor para el estigma de todos los que se relacionen con él.

Pues el estigma no es sólo una construcción social sino un hecho biológico que se encuentra en todos y cada uno de nosotros en estado larvario hasta que se manifiesta.

Y se manifiesta contra el disidente y un enfermo mental es un disidente social al menos en su aspecto más visible.

Dicho de una manera más clara: estamos cableados para estigmatizar a lo distinto. La desestigmatización requiere un enorme aprendizaje social y no viene de serie entre nuestras prestaciones.

Y otra vuelta de tuerca: hay que considerar que ciertas personas se dedican a identificarse con lo que otros rechazan. Así lo repulsivo o lo monstruoso o lo socialmente reprobable, puede ejercer de atractor como pretexto para desviar la atención y constituye por si mismo un beneficio secundario adherido a la propia autoestigmatización.

Se trata de personas que extraen desde su nacimiento más beneficios de ser catalogados como “raros” que de la compañía de sus semejantes que pueden vivenciar como un engorro por lo tanto no es posible que haya desarrollado una gran autoestima, pues la autoestima se forja a través de las victorias con los iguales y de obtener la posibilidad de medrar en sociedad comparándonos constantemente con los logros de los otros.

Algo así sucede con los obesos, seguramente las personas con menor autoestima de la patología médica, sucede que estas personas han tenido que confrontarse en el colegio siendo objeto de humillaciones, burlas, insultos y exclusiones, pero lo peor de todo es que aunque lo intentaran no han conseguido adelgazar perdiendo un tiempo vital para su socialización. A veces puede que hayan conseguido su objetivo de adelgazar pero siempre con un sobrecoste en esfuerzo, disciplina y privaciones. Cuando estas personas llegan a nosotros ya padecen además complicaciones psicológicas, como discontrol en las ingestas (atracones) o una depresión que procede de la vergüenza y la culpabilidad de no haber podido llevar a cabo sus planes de adelgazar. Es un derrotado que cree que su problema de obesidad es un defecto moral, se ha autoestigmatizado.

En ciertos periodos críticos del crecimiento la obesidad es un enorme obstáculo para el progreso social del niño y muy frecuentemente termina con aislamiento y el ostracismo lo que empeora su pronóstico mental a largo plazo. Muchos niños y adolescentes obesos, sometidos a abusos, desprecios y exclusiones estigmatizantes en la escuela presentan complicaciones psiquiátricas que no son sino beneficios secundarios a su condición: detener esta escalada de interacciones desvalorizantes -que quizá ya cesaron- y lograr que del niño emerja la suficiente autoestima (amor propio) para oponerse a ella con dieta o sin dieta, con o sin asistencia psicológica.

Los niños obesos con problemas psicológicos que suelo tratar mejoran cuando adelgazan, es decir cuando se integran en sus entornos escolares como uno más, es mala estrategia separarlo o protegerlo identificándolo como un caso especial lo que no haría más que sobreestigmatizarlo y enseñarle a eludir sus responsabilidades.

Curiosamente vivimos en un mundo donde se producen precisamente estos fenómenos que fortalecen los beneficios secundarios derivados de una conducta cualquiera (en este caso alimentaria) cuando son identificados por el entorno como víctimas. La lucha bienintencionada contra el estigma es paradójicamente estigmatizante.

Hay que recordar ahora que la exclusión es un mecanismo biológico que tiende a separar a los diferentes, no se puede combatir ni con ideas ni con recomendaciones sanitarias, menos aun apelando a ideales. Hay que obligar a los niños -cuando aun se esté a tiempo- a evitar la autoestigmatizacion y la autocomplacencia lastimera.


Cerebros jibarizados

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Jibaro2

Como mis lectores ya saben mi profesión es la de psiquiatra, lo que es lo mismo que decir que soy un escuchador profesional. Más de 34 años de ejercicio profesional me han proporcionado un sólido observatorio subjetivo sobre por donde andan las quejas, los sufrimientos y los dilemas humanos, así como las patologías y las enfermedades mentales y sus correlatos corporales.

Mii impresión- y es un sesgo de toda observación pequeña- es que los seres humanos actuales son más tontos que nuestros abuelos, si por “tontos” se entiende una dificultad en aprovechar mejor las condiciones ambientales para resolver los problemas -los de siempre- que nos acompañan día tras día. Las adversidades de hoy no son radicalmente distintas a las de hace 30 años y sin embargo la población general -al menos la población que yo contemplo desde mi estrecha mirada- es menos experta a la hora de encontrar soluciones para sus problemas.

Muchas veces me he preguntado si los dilemas que los pacientes nos traen a la consulta, sus dudas, errores y sufrimientos no se deben a una falta de mapeo cognitivo adecuado de la realidad en que viven. Veo pues mucha necesidad de pedagogía en el futuro.

Los criminales y a pesar de estar mucho mejor informados que en la época de Sherlock Holmes cometen muchísimos errores y dejan pistas tras de si producto de una escasa elaboración y planificación de sus crímenes, los suicidas cometen suicidio por banalidades y no tanto por patologías mentales formales, los dilemas parejiles y amorosos siguen estando en primera linea de los malestares adolescentes y las tragedias rondan en la cabeza de muchos por una chica a la que aun no le han crecido las tetas.

Es como si, hubiera una dicotomía entre la información disponible y recursos educativos universales y los recursos emocionales para enfrentar un mundo cada vez más complejo. Porque lo cierto es que cada día el CI de la población crece, aunque lo hace de una forma bastante rara, un fenómeno que se conoce como el efecto Flynn. De manera que no es que seamos cada vez más tontos sino más listos y a pesar de eso parecemos más tontos.

En esto estaba pensando yo anoche mientras veía a la selección española de fútbol perder merecidamente ante Holanda con un resultado escandaloso y abominable. ¿Cómo es posible que la campeona del mundo sea arrollada por un buena selección pero que tampoco es la mejor del mundo? Lo que nos lleva a la pregunta del millón. ¿Como se mide si una selección es la mejor del mundo en ausencia de diferencias significativas?

La selección española de fútbol cayó ayer por creerse que era la campeona del mundo , un error que no solo afectó a porteros, defensas y delanteros sino también a Del Bosque. Simplemente se olvidaron de que el éxito de algo depende sobre todo de factores ajenos al prestigio de algo sino a factores prosaicos como el cansancio (la forma física) el entorno (calor), los errores tácticos e individuales (que proceden tanto del cansancio como de la suerte) y de pequeños detalles que no contabilizan en la estadística, eso que ha venido en llamarse lo inesperado o “cisnes negros” (Taleb, 2010). Y por supuesto a un pequeño detalle: el exceso de confianza.

Para que exista algo inesperado ha de existir estadística es decir lo más probable. Y España creyó que lo más probable era vencer y por eso perdieron. Nos pasamos de listos y al final se nos quedó cara de tonto. ¿Cómo explicar este fenómeno?.

No todos los investigadores son tan optimistas como Flynn, algunos otros como Gerald Cabtree (su articulo original “Nuestro frágil intelecto” se encuentra en la bibliografía) predicen que existe un declive de nuestra inteligencia y nuestros recursos emocionales. Un resumen de su articulo podeís verlo aqui.

La paradoja que encierra el efecto Flynn (un mayor crecimiento del CI) y una mayor “tontuna” emocional puede explicarse según Gerald Cabtree por una contradicción entre nuestras adaptaciones arcaicas (mutaciones genéticas) y las mutaciones ambientales que nos permiten vivir en un mundo más cómodo y predecible pero también mas complejo. He dicho complejo no complicado.

Y lo que diferencia la complejidad de la complicación es que en la complejidad las variables para entender algo están ocultas en las relaciones que establecen entre si las identidades.la complejidad está enmarañada, la complicación es comprensible en términos algorítmicos.

cerebrodomesticado

La clave para entender ese complejo y enmarañado problema la obtuve de la lectura de este post publicado ayer en la Nueva Ilustración evolucionista a cargo de mi colega @pitiklinov. El post es una reseña de un reciente libro de Bruce Hood (2014). La aportación de Hood es la idea de que tenemos un cerebro más pequeño que nuestros ancestros y que este empequeñecimiento de nuestro cerebro procede de haber perdido paralelamente tamaño corporal o de masa corporal.

Algo emparentado con ello y  que compartí en un post anterior que titulé “Neanderthales y bipolares” fue la idea que tras la ultima glaciación nuestro cuerpo había perdido masa total al no ser ya necesaria para el almacenamiento del calor. Contaba en aquel post que el trastorno bipolar podría ser un subproducto de una adaptación climática (Sherman 2010) y que el calentamiento progresivo de la tierra había dejado aquella mutación genética en stand by. Dicho de otro modo: el cambio del clima dejó huerfanas ciertas adaptaciones (mutaciones genéticas) que ahora ya no necesitamos.

Otra idea para explicar este empequeñecimiento puede ser -y no es incompatible con la anterior- que las caderas humanas hayan sufrido un estrechamiento progresivo en su amplitud debido precisamente a estos cambios en la morfología funcional del cuerpo del sapiens y que darían lugar a bebés cada vez mas inmaduros y dependientes sin contar los casos en los que la medicina actual consigue salvar la vida, pongo por caso el tema de las incubadoras.

La siguiente hipótesis es la que Jared Diamond propone en “Armas , gérmenes y acero”. la invención de las ciudades, el exceso de excedentes y otros males nos alejaron de nuestra esencia como simios con un sistema dopaminérgico a medio hacer y de donde la continua migración de hábitats y la incertidumbre de ese vivir en contacto pleno con la naturaleza (el periodo cazador-recolector) había configurado nuestras adaptaciones hasta ese momento.

Lo cierto de todas estas teorías es que apuntan hacia un fenómeno común: la hominización con esa dicotomía continua entre naturaleza y cultura va agrandando cada vez mas el espacio que existe entre nuestras adaptaciones ancestrales y los dilemas nuevos que tenemos que enfrentar al vivir cada vez en un mundo más complejo, donde casi continuamente nos enfrentamos a lo nuevo sin resortes biológicos para salir triunfadores.

Para Hood la variable critica de este empequeñecimiento cerebral, los cambios corporales y los cambios del comportamiento mental hemos de ir a buscarlos a la domesticación de nuestra especie: cada vez más los humanos estamos más adaptados a vivir en grupos de los que obtenemos recursos que por nuestra propia cuenta no sabríamos obtener (ni sabemos como funcionan). Somos dependientes no sólo en materia energética, servicios, abastecimientos, etc sino también en nuestra necesidad gregaria y de contacto social. Simultáneamente con esa idea nuestra vida en las ciudades nos individualiza más y nos separa de nuestros semejantes y los ideales de autonomía y de emancipación nos enfrentan a una contradicción: ¿Como ser autonómos si somos tan dependientes?¿Como ser fuertes y asertivos si somos tan vulnerables?

Y la peor noticia es que los bienes culturales crecen a una velocidad mucho mayor que los cambios biológicos que les pueden ser de referencia neurobiológica, lo cual nos permite predecir que el futuro de la humanidad es bastante oscuro si no somos capaces de utilizar nuestros resortes biológicos ancestrales y hacerlos compatibles con los desarrollos que la tecnología que ya está aquí mismo, esperando.

Bibliografía.-

Gerald Cabtree: “Our fragil intellect” en inglés y pdf

 



Narcisismo maligno

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Seminario de metaformación que se llevó a cabo ayer dia 20 de Junio de 2014 en el Consorcio Hospitalario Provincial de Castellón a cargo de del dr Francisco Traver.


Narcisismo, envidia y amor

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“El que ama se vuelve humilde. Aquellos que amor tienen, por así decirlo, empeñaron una parte de su narcisismo”. (Sigmund Freud)

espejo_narcisismo

De la frase de Freud ya podemos deducir que amor y narcisismo son conceptos opuestos: el amor (hacia otros) socava el amor propio por asi decir. En efecto el amor nos vincula con el otro, algo que tiene sus riesgos, mientras que el narcisismo es un repliegue sobre nosotros mismos.

El narcisismo es efectivamente un espejo, como lo es la mirada del que nos mira y lo es el oído del que nos habla y escucha. A través de la mirada ese otro nos sostiene y nos transforma: mirar es pues nutritivo, tan nutritivo como mamar o alimentar.

La mirada rebota en el espejo del otro y le incita a través de la seducción a abandonar esa especie de nihilismo que es el amor encapsulado en uno mismo (narcisismo) y que no tiene más resultado que un engorde sistemático del Yo, que pierde así su condición reparadora y se transforma en una especie de cáncer emocional.

Y es por eso que los narcisistas no puede amar, el amor no les interesa, más que eso: han renegado del amor. Pero el narcisismo tiene otros efecto secundarios y que dependen de la grandiosidad del Yo narcisista. Uno de ellos es la envidia.

Usualmente solemos pensar que la envidia es un sentimiento que afecta sobre todo a los deprivados de afecto. Identificamos la deprivación afectiva con la comprensión de la envidia.

La envidia es un sentimiento muy complejo y mal comprendido, se trata de algo retorcido y que afecta tanto al envidioso como al envidiado.

La primera confusión procede del hecho de confundir envidia con codicia. El codicioso anhela lo que el otro posee y trata de robárselo para apropiárselo. Tanto la codicia como la envidia son comparativas, es decir necesitan un principio de realidad que dirija el deseo hacia aquello que no tenemos o que tememos perder.

Efectivamente la envidia afecta sobre todo a los narcisistas, a los egocéntricos, a los orgullosos o a los soberbios. ¿Cómo es posible que algunas personas que parecen que vayan “sobrados” sean a la vez tan envidiosos? Lo cierto es que todos tenemos ejemplos en nuestro entorno para ponerles cara a este tipo de personas que combinan el orgullo con la envidia. Voy a retomar aqui el texto de Isabel, un comentario que dejó aqui despues de visionar el video de mi ultimo post:

¿De qué tiene envidia Cain?

Caín mató a Abel por envidia, porque aún siendo Caín el primogénito y el que heredaría la autoridad de ser el cabeza de familia junto con el legado patrimonial … llevaba realmente mal que el padre tuviera predilección por su hermano, por Abel. Y la envidia, a veces, más que una carencia o falta sufrida por algo que no se tiene y que conocemos como codicia, contiene otros elementos más subterráneos y quizás más poderosos como influencias que empujan mucho más que esa carencia o falta observada. Y estos elementos bien pudieran ser la soberbia y la codicia, pues el orgullo del que se estima grandioso, que lo quiere todo para sí, llega a desear incluso lo que no tiene o concibe como estimable o apreciable, y de esa soberbia nace la envidia, la acaparación, el goce de sustraerle a ese otro que sí sabe apreciarlo, sólo por el goce de arrebatárselo para seguramente repudiarlo y despreciarlo una vez obtenido. Es el goce en el robo, en la sustracción, y ojo, en un robo con violencia, y cuando no se puede robar el cariño, se quita del horizonte al sujeto que era ese objeto de predilección, y el hecho está consumado.

Dicho de otro modo: la envidia de Cain se parece mucho a la codicia, puesto que en ella puede observarse una carencia: el amor del padre se ha decantado definitivamente por Abel. Cain odia y mata a Abel precisamente por esta razón: cambia muerte por un cariño, el del padre al que no puede acceder.

La envidia de Kevin.-

La envidia de Kevin no tiene nada que ver con la envidia de Cain. Kevin asesina a Celia porque a sus ojos es un ser débil, porque tiene afectos, sentimientos, todo eso que él no tiene ni desea de lejos tener, pero que sí envidia, no para poseerlos él subjetivamente, porque si los deseara por si mismos, haría o lucharía por ellos … sino que por el efecto del orgullo y la codicia no tolera que otros a quienes considera inferiores, disfruten de algo que él no puede disfrutar, y por eso comienza con la manipulación y el sadismo con su hermana, que es una aniquilación cotidiana, como a plazos y que tendrá una consumación final.

A su padre lo asesina por pusilánime, pues estos guerreros odian lo tibio, y en cambio admira sin que lo sepa a su madre, porque sólo se ama lo semejante, y la falta de afectividad de Eva, por afinidad, es para él admirable, alguien a quien considera un igual y a quien desde que nace va a configurar con ella un círculo interesante de lucha de poder, pero de poder en términos de fuerza, como dos machos alfas escorándose ….Fíjense que es Kevin quien gana, pues en esos asesinatos difusos, anónimos y masivos, él está matando a su madre, pues en sí mismo, realmente consigue con esos asesinatos en masa, matar a su contrincante, la deja estigmatizada, muerta en vida, muerta socialmente y no sé si ya profesionalmente, y así puede que ya no viaje tanto … La maza, el tiro con arco ha alcanzado el centro de la persona, ha hecho diana, pues es un garrotazo, un mazazo en todos los ámbitos del ser, pues asesina y rompe el vínculo familiar, pues no sólo la deja viuda, sino también la despoja de la maternidad del segundo hijo, de la niña, y ya sólo quedan ellos dos, ya para siempre estará disponible. La aferra a él, pues su vida pasará a girar sólo en torno a esas visitas de los sábados como la de algunas viudas que sólo viven y respiran para visitar el cementerio una vez a la semana. y después pasar a off hasta el sábado siguiente …

La envidia para San Agustín.-

“La “Superbia”, la “arrogantia” tiene su consecuencia en la “invidia”, que es la aniquilación de los éxitos y alegrías de los demás, eran casi sinónimos en la antigüedad, y se oponían a su antídoto la “humilitate”, que no implicaba la anulación de la propia personalidad, sino respeto por la ajena.

En absoluto la envidia es hija del fracaso o deficiencia, de un sentimiento carencial, sino todo lo contrario, de ahí que sea tan difícil identificarla, tanto en uno mismo como en el prójimo. La envidia parte de la excelencia, de un elevado estatus (intelectual, social) cuya exclusividad el envidioso está dispuesto a sostener a casi cualquier precio, porque en ella radica su esencia, su ego, el origen inconfesable de su oscura felicidad. Sin tener esto presente es imposible acercarse al retorcido sentimiento de la envidia.

El envidioso no está contento con lo que tiene, que es mucho o bastante, quiere que el otro no tenga, eso forma parte de su placer. En cierto modo el envidioso es un sádico al que le divierte ser envidiado.

Lo que resulta abominable, y no estamos hablando de un simple pecado de catálogo de moralista cristiano, es interponerse, actuar para mantener forzadamente en la perpetua tiniebla a todos para así aumentar nuestro brillo, no querer el progreso ajeno porque atenuaría nuestra luz.

Con su “chinchate”- el afortunado envidioso siente alegría por la desgracia ajena, o lo que es lo mismo, tristeza por la alegría de otros, por su progreso, por la simple razón de que disminuye su gloria y excelencia al acortar la distancia que los separa de él.

Era este el parecer de San Agustín, que sabía muy bien lo difícil que es sustraerse del innoble sentimiento de soberbia que suelen experimentar las personalidades que destacan y son excelentes; pero mucho más grave que la soberbia consideraba a su hija la envidia, pues con ella el soberbio daba un paso hacia el abismo, pues comenzaba a medir su gloria por la infelicidad de los demás. “Cum igitur superbia sit amor por excellentiae propiae, invidia sit odium felicitatis alienae”.

El soberbio, amando su propia excelencia, envidia a sus iguales, porque se alinean con él, o a los inferiores, temiendo que se puedan equiparar con él, o a los superiores, viendo que no se puede equiparar con ellos. De este modo, siendo soberbio se convierte en envidioso.

De todo esto se puede deducir facilmente que los envidiosos fueran aquellos afortunados con dones y habilidades que tendían a exhibir y a complacerse al máximo y en esa situación de crédito ajeno temían ser desplazados por otros de igual o mayores dones y esplendores”.

Dicho de otra forma: la envidia es hija de la soberbia. Su subproducto.

envidia y gratitud

La envidia según Melanie Klein.-

La envidia, según la analista de niños Melanie Klein, se desarrolla durante el período que va desde el nacimiento hasta el primer año de vida y es una respuesta a la dependencia e indefensión totales del niño respecto de la madre. “Desde el comienzo de su vida el niño acude a la madre para satisfacer todas sus necesidades”, escribió Melanie Klein. El pecho materno, hacia el cual están dirigidos los deseos del niño, es sentido instintivamente no sólo como una fuente de nutrición sino como la fuente de la vida misma.

No obstante, en la primera relación del bebé con la madre se introduce inevitablemente un elemento de frustración, porque “aun en el caso de que se sienta satisfactoriamente alimentado, ello de ninguna manera reemplaza la unidad prenatal con la madre”. La frustración e indefensión que el niño hambriento experimenta son las raíces de la envidia. El bebé “envidia” a su madre por el poder que ella tiene de alimentarlo o privarlo del alimento. En su frustración, quiere devorar la fuente de su alimento y del poder de ella: el pecho.

Aun en el caso de que no aceptemos la idea de Melanie Klein de que el bebé “envidia” el poder que su madre tiene de alimentarlo, podemos sí aceptar la idea de que ese primer vínculo con la madre contiene los elementos fundamentales de la futura relación del bebé con el mundo. Si el vínculo es amoroso y satisfactorio, el bebé desarrollará un sentido básico de seguridad y confianza hacia la gente. Si el vínculo no es ni amoroso ni satisfactorio, se desarrollarán una inseguridad y una envidia profundamente arraigadas y el bebé se convertirá con el tiempo en un adulto envidioso. Cada vez que la envidia se desencadena en un adulto de esas características, las heridas de la primera infancia se reabren con todo su poder destructivo.

Melanie Klein piensa que los celos se basan en la envidia, pero que de todos modos son muy diferentes de ella. La distinción que ella establece entre ambos es similar a la que planteamos aquí: “La envidia es el sentimiento de enfado porque otra persona posee y disfruta algo deseable, y el impulso envidioso apunta a despojarla de ese algo o echarlo a perder”. Los celos, por su parte, conciernen a la relación de la persona con por lo menos otras dos personas, “y se relacionan principalmente con un amor que el individuo siente que le corresponde y le ha sido arrebatado, o bien está a punto de serle arrebatado”.

La envidia, según la describe Melanie Klein, es una emoción anterior, más primitiva y más destructiva que los celos. Es diferente del deseo que impulsa a los celos, en el que se trata de proteger la relación o de recuperar al ser ama do. Cuando en una situación de celos hay un componente de envidia éste se manifiesta como impulso de destruir a la persona que goza de la ventaja envidiada, sea ésta el rival o el amado, que tiene el poder de hacernos felices y prefiere no ejercerlo. (Ultimo epígrafe extraido de esta web)

Personalmente no creo demasiado en la hipótesis de Melanie Klein en el sentido de una envidia primaria por parte del bebé, de existir algo asi no mereceria la pena llamarlo envidia sino más bien ” una consciencia de dependencia por parte del bebé” y que está bastante bien explicada en el concepto de narcisismo, esa etapa donde el niño ya reconoce a la madre pero no sabe que la madre es un individuo diferente y separado de él mismo. Si la vivencia del bebé narcisista es esa es muy poco probable que podamos hablar aqui de envidia.

En realidad el niño comienza a darse cuenta de que su madre es un sujeto disferente a él mismo cuando supera la fase de angustia de separación. Antes de eso el niño sigue suponiendo que él y su madre son un único organismo.

Del mismo modo me resulta discutible el pensar la gratitud como un derivado del rencor o la admiración como un derivado de la envidia. La envidia sería primaria y la admiración como resto afectivo seria un derivado sublimatorio. Pero por experiencia profesional creo que la gratitud puede ser primaria con más frecuencia que el rencor. Ambas, envidia y admiración seria los subproductos de esa escisión original con la que venimos los humanos de serie, unos -los humildes- suprimirían la envidia mientras los envidiosos suprimirían la capacidad de admirar (sublimar).

Lo que es cierto es que algunas personas en la clinica nos han enseñado que las pulsiones de devaluación (envidia) y las de idealización configuran dos polos bien definidos de la fluctuación en determinados sujetos. Los TLPs por ejemplo son personas que ahora devaluan y después idealizan, señalando con su fluctuación la incapacidad para integrar las dos pulsiones en una. La envidia seria el sentimiento que neutralizaría la excesiva idealización del otro siempre y cuando ambas pulsiones puedan vivirse en una nueva síntesis. Una imposibilidad que se conoce con el nombre de difusión de la identidad.

Para mi la envidia es un sentimiento muy complejo y abigarrado, de origen arcaico ciertamente pero no necesariamente primario. Más bien lo veo como un subproducto de la grandiosidad narcisista y de la rabia y miedo vivenciados en las primeras experiencias.

No hay envidia sin maledicencia y sin erosión de los logros del otro y tampoco podemos hablar de envidia sin grandiosidad (soberbia). Dicho de una manera más fácil de entender: yo puedo sentirme mal con los éxitos del otro y puedo sentirme alegre por sus fracasos. Se trata de dos clases distintas de envidia.

el-hijo-del-hombre-1964-renc3a9-magritteHay algo en la manzana que impide ver el rostro de este hombre.

O lo que es lo mismo: hay algo en la manzana que impide mirar y ver y ser visto.

Bibliografia.-

Melanie Klein (1957): “Envidia y gratitud” en pdf

Alfonso Fernandez Tresguerres (2003): “De la envidia”


Tu y tus zombies

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Incognito

Aquellos de ustedes que hayan leido este post que titulé “Homúnculos y módulos de adicción” ya saben a qué llama David Eagleman un zombie.

Pero les refrescaré la memoria:

Se trata de una idea que cuando fue publicada tuvo escaso éxito, sin embargo David Eagleman la retomó recientemente en su libro “Incógnito”si bien en lugar de módulos habla de “zombies”. Un libro que subtitula como “Las vidas secretas de la mente”.

La idea del zombie me parece muy tridimensional y acertada si la comparamos con la idea de módulo que parece referirse a algo mecánico y en cierto modo artificial e inanimado, también recuerda al término de bucle extraño propuesto por Hofsdadter y por supuesto evoca la idea de “lo reprimido” freudiano. El zombie es un “muerto vivo”, algo que posee vida pero no conciencia de sí mismo, de ahí el acierto de la metáfora.

Dicho de otra manera, los zombies se parecen mucho a los virus, no son seres vivos sino replicantes que precisan de células vivas para reproducirse. El término meme, acuñado por Dawkins vendría a ser algo parecido, si bien el zombie es algo más parecido a un circuito neural mientras que el meme seria una idea, algo externo que parasíta nuestro cerebro y produce copias de sí mismo saltando de huésped en huésped.

La idea a retener es ésta: el zombie solo atiende a sí mismo. Un ejemplo de lo que es un zombie puede el lector encontrarlo en un post anterior donde hable de un zombie con mucha reputación: el perfeccionismo.

Cómo son los zombies.-

Un zombie solo obedece a sí mismo (a su telos o propósito), como la Justicia o la Ciencia que son también zombies más elaborados y no podemos ni hackearlos, ni penetrar en su funcionamiento, algo así como si pretendiéramos averiguar como componen sus telas las arañas, son inescrutables y no podemos saber como funcionan. Simplemente las hacen.

Sólo podemos -en todo caso-, neutralizarlos a través de otros zombies como propone Eagleman y por cierto ya adelantó Spinoza: una emoción negativa -decía Spinoza- solo puede combatirse con su opuesta, (por ejemplo la soberbia se combate con la humildad) pero hay una emoción -un zombie- que es un comodín: la alegría o por decirlo en términos griegos, la virtud, es decir la eutimia a diferencia de Kant que propuso a la Razón como antídoto.  Un zombie es por definición estúpido y solo tiene un plan: gozar.

Pero antes de seguir adelante hemos de hacer un descanso para hablar de las diferencias entre placer y goce: el placer y el goce no son la misma cosa. Ya lo dijo Lacan: “placer es aquello que se añade a la vida mientras que el goce es aquello que se sustrae a la muerte”. Dicho de una manera más clara: el goce es algo individual y que no necesariamente procura placer, se trata de algo idiosincrásico que no compartimos con los demás. Nadie compartiría la idea de que sufrir o sentirnos culpables por personas que ni nos van ni nos vienen resulte placentero. No lo es. Pero en la lógica del zombie puede serlo aunque para ello sacrifique al organismo entero.

Diríamos que hay un placer en positivo (que añade) y un placer en negativo (que quita o sustrae), por ejemplo un envidioso puede sentir placer cuando tiene más éxito que sus envidiados y logra que los demás le envidien, pero también puede sentir placer (goce) si sus envidiados fracasan en sus planes.

En realidad el zombie vive para gozar (según su idea del goce) y no según los consensos de la sociedad de los seres vivos. Personalmente me parece una idea brillante que viene a sustituir la vieja idea del inconsciente freudiano con sus pulsiones enfrentadas por la Moral, el Ello y el principio de realidad.

Se trata de una idea de democracia parlamentaria basada en el conflicto, y que es bastante aproximada con nuestra experiencia subjetiva y diaria. Cuando hemos de tomar una decisión ¿no intervienen acaso partes en conflicto que enfocan el problema cada una de una manera llevándonos a un estado de duda? ¿No hay una “vocecita interior” que nos avisa, confronta y aconseja en sentido contrario de lo que deseamos? ¿No ha oído usted nunca una declaración como ésta: “Se que no me conviene pero le quiero”?

Estos módulos funcionan automáticamente y se les llama así porque son tan estúpidos como cualquier programa de ordenador, solo que tienen ciertas características que les hacen imprescindibles: 1) son automáticos, 2) son inaccesibles y 3) operan más allá de la conciencia, es decir son inconscientes. 4) Están orientados hacia el goce  5) Forman parte de nuestra naturaleza y 6) Mantienen su propia coherencia.

Estamos habitados por zombies que tratan de llevar el ascua a su sardina compitiendo con otras entidades, algunos de ellos predominan sobre los demás y entonces hablamos de trastornos de personalidad o de estilos de carácter: el dominio de un zombie sobre cualquier idea de placer y sobre cualquier otra consideración bienintencionada. El zombie no atiende a razones.

Hoy hablaré de un zombie mal conocido, el zombie de la procrastinación que pertenece a la triada de la obsesividad duda-deuda-culpa. El zombie del perfeccionismo del que ya hable aqui y el zombie de la duda que es más concretamente el que equivale a la conducta que llamamos procrastinar,

El zombie procrastinador.-

Existe una definición de mínimos sobre el verbo “procrastinar”, una definición vulgar que viene a señalar ese tipo de aplazamientos que llevamos a cabo cuando tenemos una tarea y que se combate con la diligencia, virtud teologal que viene a decir: no dejes para mañana lo que puedas hacer hoy. Pero procrastinar es algo más profundo y complejo, no olvidemos que es un zombie, un muerto-vivo del que cuelgan actitudes, conductas y visiones del mundo precisas. Y sobre todo que tiene un propósito: el propósito del zombie procrastinar es hacernos dudar.

Pues dudar es una pasión y no sólo un sintoma neurótico.

La duda es el vicio visible del zombie procrastinador como la búsqueda de la excelencia lo es del perfeccionista y la mortificación lo es del culposo, del que se siente en deuda. En realidad los pacientes obsesivos recorren de alguna manera todas las características de estos tres zombies, pero me parece interesante apreciar al zombie procrastinador porque solemos pensar poco en él como un componente esencial de la obsesividad.

Millon

Lo cierto es que Theodore Millon escribió un libro donde planteaba una nueva clasificación de los trastornos de personalidad, mucho más fina y sutil que la del DSM, pero cayendo -si cabe- en los mismos defectos que aquél. Se trataba en cualquier caso de una clasificación ateórica que no obstante contenía algunas novedades con respecto al DSM. Me refiero al patrón vacilante como uno de los trastornos con conflictos intrapsiquicos, una especie de antagonismo entre zombies.

El patrón vacilante equivale al zombie de la procrastinación que se caracteriza por una duda cartesiana constante que interfiere más o menos gravemente en la adaptabilidad impidiendo constantemente al individuo llevar a cabo las tareas que se propone incluso la de dormir a una cierta hora o acudir a una cita en el horario pactado. Una persona asi puede dudar con cualquier objeto buscando siempre una idoneidad ideal. El procastinador comprará un objeto para después devolverlo, elegirá algo para poco tiempo después arrepentirse de su elección o comenzar a rumiar sobre su decisión. Aparentará una indecisión y una parsimonia insoportables para sus familiares o parejas.

Se agobiará constantemente porque es incapaz de priorizar sus actividades. El ordenamiento de estas actividades no se lleva a cabo a través de una jerarquización u orden de importancia sino que responde a impulsos sentidos todos ellos como urgentes. Asi es posible observar que este tipo de personas llevan a cabo dos o tres actividades simultáneas que se solapan unas con otras terminando por agotar al individuo que siempre emitiré esta queja: “no tengo tiempo” y dando una impresión de ineficacia.

En realidad consume el tiempo por su mala gestión debido a que el zombie procastinador le induce a llevar a cabo sus propias tareas sin el mando superior de algún otro zombie que ponga orden y jerarquice su actividad. Algo que se solapa paradójicamente con actividades que se aplazan o que no se llevan a cabo precisamente por “falta de tiempo”. Un tipo de conducta que concuerda con las observaciones de los clínicos de todos los tiempos: los obsesivos son ordenados y pulcros pero simultáneamente presentan sintomas de desorden y suciedad en otras areas distintas a las habituales. Lo retentivo se solapa con lo expulsivo diria un psicoanalista.

Barry Schwartz propone el zombie “Menos es más” para combatir al procrastinador. Asi en el libro de este mismo titulo Schwartz dice:

Schwartz denomina “satisfactores” a aquellos que, sin ser meros conformistas que cogen lo primero que ven, buscan optimizar su compra, pero que en cuanto encuentran algo razonablemente bueno se detienen y eligen. Frente a ellos nos presenta otra figura poética, los “maximizadores”. Estos últimos son personas que quieren obtener lo mejor de lo mejor, algo único que reúna unas cualidades excepcionales en precio, calidad, originalidad, modernidad o lo que al maximizador le pase por la cabeza. El caso es que estas dos figuras poéticas (estos seres ideales), habitan en distinta proporción en cada uno de nosotros, y me atrevería a decir que también en cada uno de nuestros distintos yoes a lo largo de una vida que va de la maximización a la búsqueda de la satisfacción. El maximizador, a la hora de comprar, por ejemplo, un coche, no parará de dar vueltas hasta dar con aquel que cumpla al máximo con sus expectativas ideales (tantas veces irreales), o acaso un libro, o un pantalón, o un servicio de telefonía para llamadas internacionales, o un seguro médico. El satisfactor, en cuanto haya dado un par de vueltas y comparado dos o tres productos, si uno de ellos le satisface, lo tomará y se irá tan contento a su casa ahorrándose quebraderos de cabeza del tipo: “¿y si hubiera mirado en una tienda más?”, y sufrimientos como el de ver, al día siguiente, a un amigo que tiene ese producto que estaba buscando obtenido a mejor precio y más de su gusto. Como  dice Schwartz, aunque con otras palabras, todos llevamos dentro un homúnculo maximizador y otro satisfactor. Pero el problema reside en quién gana la batalla el mayor número de veces. Los que en una escala de maximización realizada por Schwartz daban puntuaciones más altas solían ser bastante desdichados (medido esto con otra escala de felicidad y complacencia con sus propias vidas y elecciones).

Dicho de otra manera: la diversificación en la elegibilidad no nos hace mas felices o libres sino más insatisfechos.

Y todo parece indicar que es precisamente la abundancia la que constela y activa el zombie procastinador.


Llamar la atención

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culo

Hace unos días al llegar a casa me encontré con que el ascensor de mi edificio estaba bloqueado y no había tocado suelo: Me di cuenta enseguida de que había una persona encerrada en el ascensor que estaba en el garaje. Se trataba de Merche un vecina adolescente que situé como la del sexto.

Hablé con ella y enseguida se nos unió otro vecino que decidió llamar a los del ascensor para que rescataran a Merche de su confinamiento. Y añadió:

- Oye, tu que eres psiquiatra, tranquilízala para que no tenga un ataque de pánico.

Naturalmente Merche no tenia pánico, ni siquiera ganas de hacer pipi, pero como soy psiquiatra me quedé al acecho hasta que llegaran los rescatadores y comencé un diálogo con la tranquila Merche.

Hasta que llegó su hermano (el de Merche) que pasaba por allí apresuradamente y se dirigía hacia la calle. Le dije:

-Oye Pedro, que aquí está tu hermana encerrada. Mi pretensión era que alguien me rescatara a mi de la función de rescatador dialogante. A lo que Pedro contestó:

- A mi hermana lo que le gusta es llamar la atención.

Al principio me quedé estupefacto ante el gesto fraternal de Pedro pero más tarde comencé a pensar en esa estrategia tan humana que es “llamar la atención”, y la pensé naturalmente en relación con esas conductas demostrativas desde la agitación, hasta el teatro o el intento o amenazas suicidas que nuestros pacientes nos hacen tan a menudo, a nosotros los psiquiatras.

Llamar la atención es hacerse visible, es como decir “oye préstame atención que estoy aquí”, a la gente le gusta mucho hacerse visible, que le vean, le miren o le admiren, incluso admite que le rechacen después pero que le vean. De hecho en mi vida he conocido más personas con gusto por la visibilidad que por la invisibilidad que también hay. Hay algo en esa visibilidad que tiene que ver con la publicidad, uno se publicita a sí mismo como puede, hay como un afán de notoriedad en las conductas humanas que están destinadas a mostrarse, a enseñarse, a veces bajo pretextos compatibles con lo monstruoso, con los antivalores. No importa dar miedo o asco, lo que importa es que miren pues el monstruo está destinado a mostrarse.

Lo monstruoso existe pero todos sabemos donde se encuentra, habita en la oscuridad, en la tiniebla, en el mundo de abajo. Se encuentra separado de los focos de la escena por barreras difíciles de franquear, barreras que conocemos con el nombre simbólico de laberintos: poblados de personajes benefactores y perversos, el pudor, la vergüenza, el miedo; el monstruo de cada cual se oculta del mundo de los vivos pero el espanto o el horror habitan detrás de las bambalinas del teatro del mundo, en el backstage como se dice hoy. La función del monstruo es guardar la puerta de lo infranqueable como Cancerbero o señalar el centro como el Minotauro, o seducir al navegante como las sirenas, ocupa el monstruo ese lugar, ese centro profundo e inenarrable que sólo algunos fingen desconocer, pero a veces se muestra a la luz, se hace heterotópico al decir de Foucault: su misión es señalar el espanto y lograr el repudio, multiplicar la aversión, diseminar la culpa, socializar el horror. Y es eso precisamente lo que pretenden y consiguen los que en sí mismos encarnan ese antivalor que es el monstruo.

Y para el pensamiento convencional, nada hay tan monstruoso como quitar la vida, bien a sí mismo o bien a los demás. Peor aun es si se la quita a un niño, o a una mujer. Hay crímenes más monstruosos que otros: y son los que se se publicitan.

Lo cierto es que tanto en el crimen como en el suicidio hay elementos publicitarios. Por ejemplo se sabe que el suicidio es contagioso, algo que se conoce desde que Goethe publico su Wherter que desencadenó una epidemia de suicidios en Europa. Desde entonces a los periodistas les enseñan en la Facultad que hay que tratar los temas del suicidio con mucho cuidado, pues la publicidad de una conducta cualquiera genera imitadores.

En un post anterior que titulé “Epidemia de suicidios” ya hablé de un curioso fenómeno de imitación suicida relacionado con las redes sociales.

Claro que este reclutamiento de imitadores no sucede solo con el suicidio, sino también con la delgadez, las drogas, el consumo de alcohol y con los crímenes llamados machistas o los crímenes en serie, se trata de crímenes mediáticos. También sucede con las enfermedades, hablar demasiado del colesterol, las dietas saludables y del cáncer, paradójicamente aumenta el numero de casos de enfermos con colesterol del malo o que siguen dietas caóticas. Nadie sabe el por qué de este fenómeno, pero lo que si sabemos -algunos de nosotros- es que la mejor publicidad sanitaria es la que no existe. ¿De qué les sirve a las enfermas de cáncer de mama tener visibilidad?

En cualquier caso lo que les sirve a los enfermos es tener medicamentos eficaces que traten su enfermedad. Debe ser por eso que no hay asociaciones para visibilizar la apendicitis. La apendicitis se cura y cuando no hay cura o la cura es por sí misma muy agresiva entonces aparecen las asociaciones.

El extraño caso de la epidemia de suicidios en la Grecia clásica.-

Algo parecido a lo de las redes sociales sucedió hace miles de años en una ciudad griega de nombre imposible y que aparece en algunas crónicas médicas mezclada con la leyenda y con algún guiño de oráculo, de esos que han rescatado los terapeutas new age. Pero todo parece indicar que estos casos de suicidios en serie han pasado siempre y sin que Internet mediara entre ellos.

Hace unos miles de años en una ciudad griega cualquiera comenzó una epidemia de suicidios entre jóvenes de sexo femenino de aquella ciudad. Las autoridades pusieron el grito en el cielo y antes que nada inmolaron unos cuantos corderos a todos los dioses, un poco por no saber a qué Dios se habría ofendido en aquel próspero enclave. Se recurrió incluso a la amenaza: a la paradójica amenaza de muerte a todas aquellas que lo intentaran y fracasaran en el intento. El asunto se puso feo, porque al parecer no había supervivientes entre las muchachas que se despeñaban por las almenas, que era la manera como se contagió el suicidio glamuroso de aquella época. O sea que ni la amenaza resultó eficaz ni los métodos policiales.

Fue entonces cuando se recurrió al sabio que vivía en la montaña y que por asi decir estaba fuera del mundo civil y de la política; propuso lo siguiente: “lanzad un edicto y decid que todas aquellas jóvenes que mueran de suicidio en los próximos años serán colgadas desnudas de las almenas más altas, sus familiares no podrán recurrir al boato funerario que marcan nuestras leyes y sus cadáveres no tendrán derecho a ser enterrados, sus restos serán esparcidos por la estepa para que las alimañas devoren sus restos putrefactos”.

Y así terminó la epidemia de suicidios griegos.

El suicidio según Durkheim.-

A pesar del tiempo transcurrido entre el texto de Durkheim y hoy, la verdad es que sigue siendo obligada su lectura por su clasificación -en clave antropológica, no clínica- de los motivos por los que la gente se suicida. Naturalmente no todos los suicidios obedecen a causas tan banales como la imitación, pero en este post me he decantado por esta opción: la que me sopló al oido Pedro, cuando concluyó: “A ella lo que le gusta es llamar la atención”.

Por otra parte incluso en los suicidios mas serios y letales existe una atmósfera de reproche publicitario y de coacción radical, algo que podemos estudiar atendiendo a las notas que deja el suicida para sus familiares o el juez.

“Ya os dije que no haría la mili”

Fue uno de los mensajes que más me llamaron la atención de los que he leído.

Se considera la imitación como el último factor psicológico a tratar antes de poder pasar a hablar sobre las causas sociales del suicidio.

El fenómeno de la imitación se puede dar entre dos personas sin que a estas les una ningún vínculo social, o relación de cualquier tipo, es un fenómeno puramente psicológico e individual, y si llegamos a establecer que contribuye a determinar la cifra de suicidios, resultará que esta cifra depende directamente, total o parcialmente, de causas individuales.

En primer lugar hemos de definir la palabra Imitación que se usa normalmente para designar los tres conceptos siguientes:

Ocurre en el seno de un mismo grupo social, cuyos elementos todos están sometidos a la acción de una misma causa o causas semejantes, en virtud de la que todo el mundo piensa o siente al unísono; en este caso la palabra designa la propiedad que tienen los estados de conciencia, simultáneamente experimentados por un cierto número de sujetos diferentes, y obrar los unos sobre los otros y combinarse, de modo que crean un estado nuevo.

Necesidad que nos impulsa a ponernos en convivencia con la sociedad de la que formamos parte y de este modo a adoptar las maneras de pensar o de hacer que son generales en los que nos rodean. Son un ejemplo muy claro de este caso las modas y las costumbres.

Finalmente puede ocurrir que reproduzcamos un acto que pasa delante de nosotros o que conocemos, únicamente porque ha pasado delante de nosotros o porque hemos oído hablar de él, se copia por el simple hecho de copiarla. Así bailamos, reímos o lloramos cuando otra persona lo hace, es la imitación por sí misma.

Estas tres clases de imitación son completamente diferentes las unas de las otras.

La primera no puede ser considerada como un hecho de reproducción, ya que esta no se produce sino que surge de una síntesis de estados diferentes.

Solo podemos considerar la imitación propiamente dicha cuando un acto tiene como antecedente inmediato la representación de otro acto semejante, anteriormente realizado por otro, sin que entre esta representación y en la ejecución se intercale ninguna operación intelectual, explícita o implícita, que se relacione con los caracteres intrínsecos de los actos reproducidos, esta es la definición que se debe emplear cuando se trata a la imitación como influencia en el suicidio.

Durkheim opina que no hay duda de que el suicidio se comunica por contagio, y relata numerosos casos en los que en lugares donde una persona se ha suicidado después otras de su alrededor lo han hecho también, pero es frecuente atribuir a la imitación cierto número de hechos que pueden tener otro origen, esta es la causa de los que se han tomado a veces pos suicidios obsesionales.

Estos suicidios en masa no parece que tengan por origen una o dos causas individuales, si no que más bien parecen resultar una resolución colectiva, más que una simple propagación contagiosa. La idea no nace de un sujeto en particular para extenderse a los otros sino, que es elaborada por el contingente del grupo que, colocado por entero en una situación desesperada, se sacrifica colectivamente a la muerte.

Generalmente para poder imputar la imitación no basta con comprobar que los hechos se produjeron en el mismo momento y en igual lugar bastante número de suicidios, que pueden ser debidos a un estado general del medio, y por lo tanto ser el resultado de una disposición colectiva del grupo, que se traduce bajo un suicidio múltiple. , por lo tanto hemos de distinguir también entre contagio y epidemia, esta es un hecho social producido por causas sociales; El contagio consiste en un encadenamiento más o menos repetido de unos hechos individuales.

Si la imitación es una fuente de fenómenos sociales se debe testimoniar su efecto sobre el suicidio, especialmente, puesto que no existe ningún hecho sobre el que tenga mayor imperio.

Si esta influencia existe debe de sentirse sobre todo en la distribución geográfica de los suicidios, hay pues que consultar el mapa, pero esto ha de hacerse a través de una metodología.

Para poder afirmar que una tendencia se extiende por imitación es preciso que se le vea salir de los ambientes donde ha nacido y extenderse en actos que por si solos no tengan capacidad para producirla.

Ante todo no puede haber imitación si no existe un modelo al que imitar, y no hay contagio si no existe un foco donde el fenómeno tenga su máxima intensidad.

En esto andaba pensando yo ayer cuando decidí componer este post y otra vez en un ascensor tuve la revelación: una niña de seis años le decía a su abuela:

- Abuela, estoy aburrida de la vida. Siempre es lo mismo, del “cole” a casa y de casa al “cole”.

Efectivamente ¿qué queda si no estamos habitados por símbolos o por valores?

La publicidad.

Y entonces comprendí qué es eso del nihilismo.

 

Saber más sobre el suicidio (según Durckeim)


¿Y tu como lo tienes, largo o corto?

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Me refiero, claro está al alelo del transportador de serotonina. Uno de los genes que se han estudiado con mayor profundidad y sobre los que tenemos una buena cantidad de datos. En un post anterior ya me ocupé un poco de este tema a propósito de las relaciones que el alelo corto mantiene con la depresión, la dominancia, las enfermedades respiratorias y otros.

Pero las cosas no son tan sencillas. No debemos concluir sin más que la versión larga (l) del alelo es “mejor” que la versión corta (que es la idea que quedó durante años en nuestra memoria), debemos verlo en función de lo que Kagan ha llamado “la trama del temperamento”. En un entorno de opulencia es mejor tener el polimorfismo largo (l) pero en un entorno de escasez lo mejor es tener la versión corta (s). O sea que todo depende.

Veamos más de cerca lo que sabemos de este “gen del transportador de serotonina”:

Recomiendo al lector que antes de seguir adelante lea este post donde hablé precisamente de “la maldita serotonina” para entender mejor como el gen que regula al transportador es clave para la biodisponibilidad de la serotonina en las sinapsis. La idea genérica es que en la versión larga del citado gen habría más disponibilidad de serotonina en las sinapsis y en la versión corta habría menos serotonina disponible. Y la serotonina es el neurotransmisor del placer, uno de ellos.

Es difícil trasladar los hallazgos que conocemos en experimentos con monos hacia el hombre pero tenemos algunos datos interesantes que nos han legado los primatólogos:

1.- Los simios portadores de la versión larga son mas dominantes, comen mejor, tienen mas parejas, son más “despiojados” (grooming) y son más agresivos que los portadores de la versión corta de este gen que son mas sumisos, y mantienen una posición subordinada en el clan a la vez que están constantemente evaluando las caras de los dominantes, más concretamente las caras de enfado.

2.- Lo más interesante de esta conducta es que puede ser revertida mediante ISRS (inhibidores de la recaptación de serotonina), el conocido Prozac parece que en los monos puede convertir a un simio subordinado en dominante.

3.- Los machos con una versión larga del citado gen son más longevos y tienen una mejor salud, incluyendo menos enfermedades respiratorias.

4.- Y naturalmente dejan más copias de su versión larga dado que tienen mayores oportunidades sexuales.

¿Y estas observaciones como pueden trasladarse a los humanos?

Esta es una cuestión complicada y más si tratamos de trasladarla a la clinica. Lo fácil seria decir que la ansiedad y la depresión serian más frecuentes en los individuos con una versión corta. ¿Pero es esto verdad?

La verdad es que en los humanos la cosa no es tan sencilla, lo que dige Kagan en un estudio transcultural es que existen razas (la asiática) donde la ansiedad y/o la depresión responden mejor y con menores dosis a los fármacos ansiolíticos o antidepresivos. las dosis que usamos en Occidente están pues diseñadas para la raza caucásica y para las mujeres (de hecho los ISRS funcionan mejor en ellas que en ellos), lo que abre un campo de investigación para la farmacodinámica. ¿Distintas dosis de fármacos según la raza y sexo?

Lo cierto es que el concepto de raza es algo maldito en la historia de la ciencia (tan maldito como las diferencias entre sexos), el lector puede leer este post donde se habla precisamente del largo enfrentamiento entre negacionistas y no-negacionistas sobre el dilema que plantean los polimorfismos genéticos. ¿Alguien puede negar que los japoneses son bastante diferentes a los españoles? Piensen ustedes en la situación en que quedaría nuestro país si tuviéramos la mala suerte de tener un tsunami que afectara nuestras instalaciones nucleares.

Ya estoy oyendo la respuesta de los “culturalistas”, es la cultura la que modela las respuestas emocionales y conductuales de los individuos. Es el confucionismo el responsable de la paciencia, la docilidad y el colectivismo de los asiáticos. En realidad de su conformismo.

Es precisamente al revés, son este tipo de sociedades las que abrazan este tipo de filosofías de vida porque son congruentes con su dotación genética, por su “facilitación”.

Precisamente Kagan cita un trabajo en que los investigadores descubrieron una diferencia llamativa en una muestra de niños de pocos días o semanas de vida, todos ellos nacidos en California. Cuando se les tapaba la cara con un trapo, los de origen asiático tardaban más que los caucásicos en ponerse a llorar, y cuando lo hacían respondían más fácilmente a las muestras de consuelo. Otra observación en este sentido es que en las exploraciones pediátricas los lactantes japoneses lloran menos que los caucásicos. ¿Habrán tenido tiempo, a esas edades, de asimilar las enseñanzas de Confucio? se pregunta el autor de esta web.

La hipótesis que plantea Kagan es que la variable critica relacionada con el transportador de serotonina estaría relacionada con la variable individualismo/colectivismo.

Individualism-Collectivism

Coincidencia geográfica entre la diversidad gen transportador de la serotonina y los rasgos culturales de individualismo-colectivismo entre países. Las áreas grises indican las regiones geográficas en las que no se dispone de los datos publicados. a ) Mapa de distribución de frecuencias de individualismo-colectivismo. ( b ) Mapa de distribución de frecuencias de alelos S de 5-HTTLPR. ( c ) Mapa de frecuencia de la prevalencia mundial de la ansiedad.( d ) Mapa de frecuencia de prevalencia global de los trastornos del estado de ánimo. Amarillo de la barra de color rojo indica menor a mayor prevalencia. Desde Chiao y Blizinsky (2009).


El gráfico ha sido extraído de esta web donde podrá hallarse otro gráfico muy interesante 
que abunda en lo mismo. Se analiza en él la relación entre el grado de individualismo y el porcentaje de la población con una determinada variante de uno de los receptores opiáceos, asociada a un mayor estrés en caso de rechazo social. La correlación es aquí más clara que en el caso anterior. Cabe destacar que en cada uno de los dos gráficos solo aparece un país africano. En el primer caso Sudáfrica aparece en las antípodas de Japón, como caso extremo de porcentaje bajo del alelo S. Ya Kagan, en el libro a que hago referencia (p. 126), señala que la proporción de individuos con el alelo largo del promotor es máxima entre los africanos (80%) y mínima entre los japoneses (20%). Y en el caso de los receptores opiáceos vemos a Nigeria como un clamoroso valor atípico: cero por ciento de la población posee la variante en cuestión, en comparación con un margen de valores situado entre el 5% y el 35% de la población en la veintena de países analizados. 

Otra variable interesante está en relación con la creatividad y el consumo de alcohol. No he visto referencias a esa posibilidad en ninguna parte, pero no me extrañaría que la menor creatividad de los orientales se debiese en parte al hecho de que un 30%-50% de ellos tienen una variante de la aldehído-deshidrogenasa que dificulta su metabolización del alcohol. El resultado es una acumulación de acetaldehído, el principal responsable de los síntomas de las malditas resacas. En la práctica esas personas acaban renunciando a la bebida, y por tanto a sus efectos euforizantes y a la creatividad que propicia, sobre todo cuando se consume en grupo. Esta idea no parece tan descabellada si tenemos en cuenta un estudio reciente que demuestra que los investigadores más citados en las publicaciones científicas beben más y trabajan menos que el resto de sus colegas. (tomado de esta web).

En conclusión:  los alelos corto y largo para el transportador de serotonina tienen una distribución muy relacionada con las mentalidades individualista y colectivista de determinadas culturas. Y no deja de ser curioso que sea Europa (en realidad el mundo occidental) el lugar donde se venere el esfuerzo individual y donde lo colectivo haya sufrido los mayores reveses.

La idea a retener y políticamente predecible es que es imposible esperar en una sociedad así, grandes hitos colectivistas y sin embargo grandes posibilidades de innovación.

Así parece que son las cosas: un mundo para la producción colectivista y otro para la creación y la innovación.

Y una idea futurista: el eje oeste-este parece tener mas posibilidades eugenésicas que el eje norte-sur.

 

 


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