No es un trabalenguas sino una idea que mucha gente atribuirá a Jacques Lacan pero que en realidad es de Georg Friedrich Hegel, aquel filósofo alemán que estudiamos en el Bachiller y del que no recordamos nada a pesar de haber sido uno de los pensadores que más han influido en la Modernidad, sobre todo a partir de la conceptualización que hizo de las leyes de la dialéctica. Y también es verdad que influyó mucho sobre el pensamiento de Jacques Lacan sobre todo en dos cuestiones: la conceptualización del deseo y la dialéctica amo-esclavo.
La leyenda que preside este post es una idea que posee dos acepciones y una tesis:
- Que nuestro deseo se organiza o constituye a partir del deseo de un otro.
- Que las cosas que deseamos son deseables si otro las desea.
- Que nuestro deseo nos constituye de forma especular a partir del deseo del otro.
Esta ultima tesis es la que nos interesa desde el punto de vista psicológico y a la que voy a referirme.
Lo que significa es:
Que el niño desea a la madre y la madre (en el mejor de los casos) desea, es decir ama a su hijo, pero esa relación diádica que en un principio no es tal puesto que el niño no se siente separado de la madre, va a ir constituyendo a su vez un borrador del Yo en el niño, un borrador especular, es decir que se forma a partir de una imagen o gestalt de la madre. Esta gestatlt no es solo forma, sino también cuidados, caricias, comida y sobre todo palabras. El niño pide cosas y como aun no ha adquirido el lenguaje no tiene más remedio que pasar por el otro (la madre) que atenderá sus demandas. Estas demandas proceden de la necesidad y serán atendidas o desatentidas en la medida del criterio de la madre. Pero más allá de eso lo más importante es que el Yo que desea cosas no emerge de forma autónoma (como suele creerse) a partir de la maduración neurológica del niño, sino que para que este emerja es necesaria una imagen externa a él para que se instale como un Yo autónomo parcialmente separado de la madre.
Por otra parte las demandas del niño pueden ser desatendidas operando así muy precozmente un embrionario Superyó, “esto no se toca”, “eso no se hace” donde la madre va a instalar un embrión de la Ley a través de las prohibiciones destinadas sobre todo a proteger al niño del daño. Pero tambien porque el lenguaje tiene una gramática, es decir normas y en ese sentido el niño ha de esforzarse en nombrar a las cosas correctamente: aquí hay una serie de reglas semánticas, que forman parte de la Ley.
Dicho de otra manera, el niño constituye precozmente un Yo especular que es una anticipación del Yo unitario que se constituirá hacia los 2 años. Ese Yo especular es una imago y no solo representa la futura corporeidad del niño sino que también afecta a su paso por el lenguaje.
El lenguaje antecede al niño, cuando él llega el lenguaje ya estaba allí y no tiene más remedio si quiere que se atiendan sus demandas que adentrarse en el sentido de las palabras. Lo más curioso es que los niños entienden lo que se les dice (ordenes sencillas) mucho antes de que sea capaz de componer una frase. En este sentido el niño no aprende a hablar sino que es aprehendido por el lenguaje.
El poder según Hegel.-
Hegel cree que las relaciones humanas se encuentran (siempre presididas) por la confrontación, por la búsqueda de poder, por el dominio y por lo que él llamó dialéctica del amo y el esclavo. ¿Pero qué es dialéctica?
La dialéctica es una contradicción: dos personas tienen opiniones distintas pongamos el caso de la política, uno es de derechas, el otro de izquierdas, ¿qué sucede cuando dos personasí autoconscientes discuten de política? Bueno, este tipo de discusiones suelen acabar en tablas o también con la relación de amistad si la hubiera. Es una dialéctica cotidiana, todos nos enfrentamos a ella bien sea en la familia, con la pareja , con los amigos o en el trabajo. Cada uno tratará de convencer al otro de sus razones y en gran parte de los casos, uno de ellos ganará la discusión, uno quedará como amo y otro como esclavo sobre todo si el segundo tienen algo que no quiere perder del primero. Y todos quieren ganar esa guerra porque lo que está en juego (imaginariamente) es la imagen que cada cual tiene de sí mismo.
Para Hegel:
El acto mismo del conocimiento es la introducción de la contradicción. El principio del tercero excluido, algo o es A o no es A, es la proposición que quiere rechazar la contradicción y al hacerlo incurre precisamente en contradicción: A debe ser +A ó -A, con lo cual ya queda introducido el tercer término, A que no es ni + ni – y por lo mismo es +A y -A. Una cosa es ella misma y no es ella, porque en realidad toda cosa cambia y se transforma ella misma en otra cosa. Esto significa la superación de la lógica formal y el establecimiento de la lógica dialéctica.
Todas las cosas son contradictorias en sí mismas y ello es profundo y plenamente esencial. La identidad es la determinación de lo simple inmediato y estático, mientras que la contradicción es la raíz de todo movimiento y vitalidad, el principio de todo automovimiento y solamente aquello que encierra una contradicción se mueve.
El primer problema que aparece en las relaciones dialécticas es que no aparezca una nueva definición que de cuenta de ambas proposiciones, es decir la imposibilidad de llegar a una síntesis, Hará que o bien nuestros amigos se separen o bien que uno se erija como vencedor (Amo).
El problema es que el Amo, necesita esclavos para que le reconozcan como Amo, pues de qué le serviría ser Amo sin ese reconocimiento?. Pero tampoco sirve cualquier reconocimiento, el del esclavo no es adecuado porque el Amo le ha cosificado y por tanto su opinión carece de valor. Por otra parte el Amo no puede relacionarse con otros Amos sino con el riesgo de pasar a ser un esclavo. ¿Quién hará de esclavo cuando dos amos se confrontan? Por su parte el esclavo lo que quiere es llegar a ser Amo, por lo tanto saboteará todo lo que pueda al Amo, se le opondrá aunque siempre de una manera disimulada eludiendo el cuerpo a cuerpo.
En esta pelicula de Joseph Losey podemos ver como el esclavo que es el único en la casa que trabaja con la materia es capaz de dominar al amo consumido por el aburrimiento y la ociosidad, el alcohol y sus vicios. Losey parece haber tomado la idea hegeliana en su sentido más radical.
Hegel piensa que el futuro es de los esclavos (idea que rescató Marx) puesto que los esclavos no pueden sino -al cambiar de posición- constituirse en Amos, mientras que los Amos solo pueden perder su condición yéndose hacia abajo en la escala social.
Pero Hegel no conocía los recovecos que la mente construye para llevar la dialéctica siempre un paso más allá de la definición que la precede. Por ejemplo en época de Hegel había aristócratas (Amos) y sirvientes (esclavos), pero un poco más adelante aparecieron otras clases sociales: los burgueses y los trabajadores. Obviamente la emergencia de una de estas clases puso patas arriba la antigua dialéctica apareciendo una nueva síntesis. Hoy ya hemos superado esta antigua dialéctica que presidió el siglo XX y han aparecido nuevas castas: los burócratas que trabajan para el estado o gobiernos y las clases medias empleados por cuenta ajena o negocios propios. Hoy la dialéctica se ha instalado en estas nuevas clases emergentes.
Pero es posible una critica a Hegel desde el psicoanálisis: sabemos que es posible que el esclavo no sepa que es un esclavo y cínicamente se comporte como Amo hasta que es confrontado en la realidad, También es posible que una persona sea esclava de si misma como sucede en los obsesivos. Por ultimo es posible que uno se encuentre a gusto en su posición de esclavo, renunciando a los rigores de la confrontación y eligiendo una vida más o menos cómoda.
Y existen además otras opciones para los esclavos de las que hablaré en mi próximo post, se trata de estrategias que todos usamos más allá de la confrontación agonística, me refiero a la coerción, la seducción, la queja y la reivindicación, donde espero que se entienda porque las relaciones amo-esclavo y a pesar de que nuestro deseo es el deseo del otro, existe siempre un montante de agresividad, celos o envidia que emanan precisamente de esta característica humana de ser -en realidad- un otro tal y como decía Baudelaire.